6. ¿Cocinas?


¿Cuánto llevaban viajando y huyendo?

Porque los segundos se volvieron minutos; y los minutos se volvieron horas, y las horas se volvieron días, y los días se volvieron se volvieron semanas...

Y las semanas se volvieron meses.

Sí, llevaban meses huyendo, de lugar en lugar; hasta que llegaron a Chicago.

¿Qué había ahí de particular?, pueeees... una Universidad.

Alojamientos a valor decente y jóvenes a los que dos jovencitas como Rose y Liza no les causaban curiosidad.

Se veían más jóvenes de lo normal, pero era difícil decirlo.

Quizás era sólo buena genética.


Solas, entre otros varios con los que compartían una casa; y todos intentando sobrevivir a su manera.

Incluyendo... en las cosas domésticas, claro.

Nadie era una lumbrera en esas cosas, y menos una niña moroi criada con sirvientes; o una niña dhampir que sólo habia tenido que ordenar su habitación, desde los 3 años; cuándo llegó a la Academia.

Salvo que...

Esa niña dhampir era una rebelde, que era castigada y enviada a la cocina, a ayudar.

Desde que aprendió a caminar, prácticamente.


Y un día, cansada de las sobras de pizza, que la estaban inflando como globo; decidió intentar algo de lo que le embutieron como si fuera carne mechada.

"¿Cocinas, Rosi?", le preguntó uno de los muchachos, con la mandíbula empapando el suelo, no muy limpio en realidad.

"Yo... debí ser disciplinada ayudando en las cocinas. Desde que era un ericito de tierra, apenas espinoso; a cuándo me volví un puercoespín"

"Entonces, ¿sabes cocinar?", y sus ojos brillaron, esperanzados.

"Con lo que tenemos acá, una infección es lo más que podría conseguir de lo que hay en la cocina".

En menos de una hora después, los muchachos habían llegado con provisiones frescas (es decir, no vencidas), cosas para limpiar y aparecieron unos platos, tazones y cubiertos; dónde antes no había.

Esa tarde, pudieron disfrutar de una tortilla caliente, con un humeante café fresquito.

De ahí a que le sugirieron entrar en la nueva versión de Kitchen Amateurs, sería sólo un paso.

Pero Kitchen Amateus se filmaría en Portland, así que Liza la convenció de que debían irse, y probar suerte allá.


7. Portland, Oregon.

Dimitri POV


"Dimitri!"

Me volví de inmediato ante la mención de mi nombre, mirando con molestia al -muy demasiado joven-, guardián que se acercaba a mí en la distancia.

¿Qué estaría pensando al hacer eso?.

Todos los que estábamos acá -esta noche-, sabíamos lo esencial que era el secreto.

Daba lo mismo que él fuera tan joven y además, sobreexitado por tener -ya-, su primera misión.

No podíamos cometer errores.

No cuando ésta era la primera pista -verídica-, que teníamos en -casi-, un año.

Al darse cuenta de su error, puso cara de niño castigado, pero aún se veía la travesura; muy por detrás de sus ojos.

"¡Upsy!", bajó la voz hasta un maullido, "no funciona la muela", e hizo un gesto a su oreja, "chequeamos la casa. Aún están allí. Pero hay como chorrocientas luces prendidas. ¡Alguien les debe haber avisado!, ¡incluso pueden tener espías en las calles!".

A más excitado, Laurence -el joven guardián-, empezó a hablar cada vez más rápido.

"Lo pensé en realidad, ¡y debe haber un lote de gente cuidándolas!, tiene mucho sentido, ¿cierto?, sino, ¿cómo han logrado esconderse taanto tiempo de nosotros?, ¡quién sabe cuál es el tamaño de esta conspiración!, ¡incluso nos podemos enfrentar a todo un ejércitos de personas, esta noche!".

No respondí, obviamente.

Pero, era realmente un misterio, cómo esas dos adolescentes escaparon -por casi dos años-, a ser detectadas.

Sobre todo porque una era una princesita moroi -que nunca había dejado la seguridad de nuestro mundo secreto-, y la otra era una dhampir a la que calificaban de delincuente juvenil -o casi-, con un archivo tan grande que -ya-, era un prontuario criminal.

Que se agravó tras su secuestro por la peor red de criminales de nuestro mundo: los carroñeros.

Cuando me uní al equipo de St Vladimir -el año pasado-, y me imbuí en el caso, quedé sorprendido de que no las hubieran capturado... antes.

El estar involucradas con algún grupo, explicaría su facilidad de ocultamiento.

Pero nada hacía presagiar que tuvieran espías o cómplices.

Mi silencio incomodó a Laurence, y ya no sonrió más.

"Ya es irrelevante. Y no podemos concluir nada hasta que...".

"¿Dimitri?", una voz femenina susurró en mi oído, "confirmado. Son ellas. ¡Y están en la puerta delantera!".

Y todos corrimos a la mencionada puerta, que se abrió sin un solo intento de silencio de su parte.

Eso no parecía una fuga.

Todo lo contrario, querían que las encontráramos.

Era una trampa.

"Prrincesa Vasiliza Drragomir, mi nombrre es Dimi...", pero la joven dhampir dio un paso hacia adelante -tapándola con su cuerpo-, y me frenó en seco.

"¿Tienes los permisos?", me dijo, duramente, mirándome como si quisiera asesinarme... y que no pareciera un accidente.

"¿Qué perrmisos?", dudé.

"Los que los padres deben firmar, semestralmente. Los permisos que aseguran los cupos -y los pagos-, en St. Vlad", recitó, monótonamente, "repito", dijo, exasperadamente lento, "¿tienes. Los. Permisos?".

"Los Prríncipes Drragomir...".

"Y el tutor asignado a Lissa, ¿lo firmó?".

"La Rreina...".

"¡Qué linda!", destiló sarcasmo, "¡Tatiana Ivashkov es ahora su tutora y madre adoptiva!".

"¡No!, ella nos envió a buscarrla".

Me estaba volviendo loco.

Pero era astuta, muy astuta.

Y lo sabía.

"Repito, grandote. En caso de que allá arriba no te lleguen las conexiones cerebrales con el mundo de acá abajo. ¿Ella -Tatiana-, o alguno de los otros inútiles chupasangre es su tutor legal?".

"No fue necesarrio. Está bajo la prrotección...", repetí, cansado.

Habíamos estado vigilando toda la noche, ¿para esto?.

"Entonces, ¿Liza no está MIA, según tú?", dijo la rebelde dhampir.

Y he aquí que mi cansancio se fue a las pailas.

"Erres menor de edad. Son menores de edad. Ambas", me aferré a una brizna de esperanza.

"Y emancipada, sí. Así que dime, ¿Dimi, dijiste?, ¿mi madre firmó el permiso, para mí?, ¡Sí o No!, ¡contesta de una buena vez!, tengo cosas por hacer, y no las haré contigo acá, parado como lo que eres...".

"No", reconocí, amoscado.

¿Me seguía ganando?, ¿qué enseñan en las academias, en estos días?.

"Perro la Capitana...".

"Bertie no es mi tutora, camarada ruso. No te asombres, tu acento resuena desde la frontera misma. Y la Capitana es tampoco mi madrina o mi nada. La quiero mucho. Pero legalmente, no tiene derecho alguno a reclamarme. ¿Sabes qué significa eso, cierto?, ¿Nada?".

"Que no fuiste inscrrita en el segundo semestrre, ni en el año anterrior, tampoco", murmuré, ya reconociendo mi derrota.

"¡Bingo!, ¿y sabes en qué te convierte eso, verdad?, ¡Oh, yo te lo diré!".


Y me apresté a sus insultos, pero lo que lanzó ¡fue un alarido!.

Suficiente para helarme la sangre, hacer que se prendieran las luces y se abrieran ventanas.

¡Y -para colmo-, un grupo de personas con cámaras y micrófonos, llegaron corriendo a nuestro lado!.

"¡Hell Kitten, qué pasa!, ¿quiénes son estas personas?, ¿por qué están asustadas?, ¡dinos cómo ayudarlas!".

Y Rose Hathaway comenzó su acto.

"¿Recuerdan que dije en mi entrevista inicial como tuvimos que dejar nuestra escuela?", y ellos asintieron, interesados.

¡Buitres!.

"Como mi amiga quedó sola y cómo nadie quiso tomarla bajo su alero", y una mirada de reojo a mí, me mostró la metida de pata -a fondo-, de nuestra parte, "así que debí hacerme adulta, para poder cuidarla y proveer para ambas", y asintieron otra vez, pero emocionados por la voz quebrada de esta jovencita dhampir, y los lagrimones que corrían de los ojos de ambas.

¡Qué buena actuación!, hasta a los moroi convencería... y ellos no lloran.

Eso es de humanos, dicen.

"¡Y ahora!", sobreactuada, pero creíble. "Que nuestras vidas comienzan a mejorar, ¡llegan éstos y dicen que vienen de la escuela que nos arrojó a la calle!, ¡Con qué moral!, nadie dio un paso adelante por Liza, y ni mi propia madre apareció, prefiriendo seguir viajando que evitar que su única hija acabara en la calle... ¡Y ahora que todo mejora...!".

¡Y se echó a llorar!.

Ambas se echaron a llorar.

Y las cámaras se volvieron locas con esa toma.

"Y él es...", y se volvieron a mí, amenazantes.

"¡Evidentemente un abusador y un violador de menores, un pedófilo y un secuestrador!, que cree que nos vamos a creer esa patraña, de que la escuela de St. Vladimir ¡En Montana!, nos busca. ¡Mirenlo!, este enorme tipo es ruso, ¡seguramente es de la bratvia, y nos quiere secuestrar para convertirnos en esclavas sexuales!, ¡miren a mi amiga!, ¿acaso creen que la venderán barato?, ¿o a mí?".

¿Bratvia?, ¿esclavas sexuales?, ¡ahora sí que nos la ponía difícil!.

Ya decía yo que había sido fácil encontrarlas, después de tanto tiempo.

¿Y la llamaron HellKitten?, ¿así, y con todas sus letras?

A su madre le decían HellKat, y era la mejor exterminadora de strigois, tras Art.

Pero para peor, llegó la policía.

¡Y ahora sí que la cagaste y a fondo, Rose Hathaway!.


Oregon

La prensa del día siguiente

Un grupo de desconocidos -liderados por un hombre de nacionalidad rusa, con visa de turismo por vencer-, intentó secuestrar en la noche a la joven de 17 años, modelo de ropa deportiva y lencería Rose H'Ache; más conocida como HellKitten, por su participación en el programa culinario Kitchen Amateur.

La señorita H'Ache y su amiga -y protegida-, Liza Drac, fueron movidas por la producción del programa a una nueva ubicación.

Noticia en Progreso


"¡Chúpense esa, vampiros!", se dijo Rose, al leer la noticia -en las primeras páginas-, en la nueva pensión a dónde se habían movido ahora.

Estaba cerca del estudio de grabación del programa, pero ya no de la universidad.

Pero a Rose, eso no le importaba más.

A Lissa sí, y aún berreaba al respecto.


Había sido una idea excelente aceptar la invitación a una entrevista -ella fijó el día y la hora, lógicamente-, calculando cuándo los guardianes atacarían.

Los había detectado hacía días.

Camuflar esos aburridos uniformes no era fácil, y no pensaron cambiárselos.

Tontos.

Además, eran dhampirs.

Y no tenían las edades de los típicos estudiantes del campus.

Salvo ese, que se movía como un cachorrito, en torno al ruso grande y lindo... y más tonto que una fresa.


"¿Crees que los deporten?", pió Lissa, al leer la noticia.

"¿Quieres devolverte con ellos?, ¿A Montana?", dudó Rose.

"Eran guardianes".

"Dhampirs si eran. Pero cualquiera puede vestirse así. ¡Ni siquiera saben camuflarse!, ¿Lissa?, ¿en serio los crees guardianes?".

"No, ¿cierto?, es decir, hasta el versión mini era nervioso y molesto. No pueden haber enviado... a esa calaña, si nos querían de vuelta".

"Habló de tí, no de mí, ¿recuerdas?, yo creo que me botaron a servicios infantiles. Ya venía amenazada, en todo caso... ¿pero a tí?".

"Sip, yo creí que les importaba".

"Menor de edad y sin familia, ¿ah que sí?, les importabas para conseguirte un marido y ponerte a empollar huevos, tal vez, pero importaba de importar..."

"Mano de obra barata, ese grupo", se molestó Lissa, al notar hacia dónde iba la conversación, "de seguro son ilegales".

"O subcontratados. Ya sabes, uno de esos Novicios que no aprobaron sus exámenes finales, y que les llaman algo así como guardias civiles, y los ponen a hacer labores de administración de baja categoría, cuándo alguno de los otros es reasignado. En St. Vlad había siempre alguno de ésos, pobres...".

"Aunque el ruso...".

"¡Liiindo!. Tal vez era el toy boy de turno de alguna de las viejas brujas de la corte".

"¿Horas extras?".

"De seguro. Cualquier cosa para mejorar la miseria que estaban ganando", dijo con rabia, "explotadores, esclavistas. Y yo gano más en una sesión de fotos publicadas, que ellos en un mes".

"Y con esto del concurso...".

"¿Quién habría pensado que los castigos, ayudando a pelar papas y a preparar comidas, me ayudarían tanto, cierto?".

"La venganza de los vegetales es dulce, Rose. Y eres tú la que acaba rasmillada, quemada y cocinada cada vez que participas".

"No sé porqué me aguantan, la verdad".

"¡Necesitan a alguien que enfrente a los chefs, HellKitten!, además que cocinas bien, y ¡tienes todas las de ganar!".

"Y los 150 mil, también".

"Verdad. Bueno, me voy a clases, ¿a dónde me dijiste que debo tomar el bus y hasta dónde?, anda a buscarme sí, te espero en la biblioteca".

"Si ves a un dhampir, sabes que hacer, ¿cierto?".

"Sip, sólo espero que se acerquen lo suficiente, como para el SING de la Miss Congeniality... ¡Oh, esas clases que nos diste fueron geniales!, todas piden más a gritos".

"Diles que cobro".

"Les diré que paguen, ¿miti miti?", se encogió de hombros, "las cuentas suben, Rose".

"Ok, pero tú lo organizas, agente".

"¡Yesss!", y salió su primera clase, tomando el bus local a la universidad.

Bueno, Rose la dejó en el bus, y se subió a continuación.

En el mismo, obviamente.

No la podía dejar a sol ni sombra ahora, ¿sí?.

Ahora que eran todas unas celebridades.

Jeje.