®The witch and the beast es propiedad de Kousuke Satake
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La comida debe servirse en proporciones grandes. Guideau recibe pocos nutrientes. Aumenta las porciones los días de actividad física. Ten en cuenta que la comida baja en calorías será totalmente rechazada.
Misha escuchó diligentemente las instrucciones de Ashaf. Se preguntó qué comidas Guideau preferiría. Ashaf, por su parte, era un experto en la materia.
No le había tomado mucho descubrir que la menuda chica comía mucho más de lo que su delgada figura dejaba ver. Su apetito excedía por mucho lo que él, con su alta y esbelta figura de 1 metro 88 y 77 kilos comía en un día normal.
Había sido un descubrimiento interesante y divertido. El mismo día que conoció a Guideau tuvo un asiento en primera fila del apetito voraz de la chica.
—Vaya, vaya —dijo encendiendo un cigarrillo y dando una calada.
Guideau, sentada al frente, devoraba de un gran filete con papas fritas. Los hermanos Farmington, sentados uno a cada lado de Ashaf, compartían la misma mirada de estupefacción. El tenedor de Falvell colgaba en el aire a medio camino de su boca, su comida quedando olvidada.
Guideau se tragó los últimos restos del filete, y trazó la mirada hasta el plato de Falvell.
—¿Te vas a comer eso? —preguntó con esa voz rasposa como un gruñido.
La joven bruja se sentía demasiado intimidada como para negarse.
Horas más tarde, de vuelta a casa, y tras algunas llamadas a la Orden, Ashaf se encontró ayudando a los niños y a la bestia con su hospedaje. Guideau fue la última en ser instalada. Luego de conseguirle ropa limpia y asegurarse de que no destruyera nada, Ashaf estaba listo para dar la jornada por finalizada e irse a casa. Se estaba dando la vuelta cuando oyó que lo llamaban.
—Oye, tú —le ladró ella usando un pronombre despectivo—. ¿Tienes más comida? Me muero de hambre después de esa maldita pelea.
Ashaf suprimió una sonrisa. Qué personaje tan interesante.
—¿La comida del tren no fue suficiente?
—¿Llamas a eso comida? No me hagas pegarte.
Ashaf tuvo que contener una risita.
—Me temo que nuestras opciones se hallan algo limitadas por el momento —explicó pacientemente—. Pero quizá pueda conseguirte algo.
Volvió minutos después.
—Ten —le ofreció a Guideau una barra de pan y una barra de mermelada—. Esto debería bastar hasta mañana.
La pequeña chica lo miró con incredulidad. Le arrebató la comida, la olisqueó con disgusto, le dio una mordida, y se negó a comer más.
—Sabe a basura —gruñó.
Una emoción escondida titiló en su mirada. Ashaf giró las llaves en su dedo, y cogiéndolas con la palma, se dirigió hacia la puerta.
—Quédate aquí. Veré qué puedo hacer.
Me pregunto de donde sale el presupuesto para alimentar a Guideau... Imagínense las cuentas de los hoteles y los restaurantes. Uy.
