IZON SHŌ
Kimi ni
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"Adicción, a ti"
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Anexo XVI
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Kagome experimentaba la extraña sensación de mariposas revoloteando en su estómago mientras caminaba junto a InuYasha por las calles nevadas de Nakano. Ella creía que notar aquella agitación, después del tiempo que llevaban conociéndose, no era posible. Sin embargo la ansiedad había estado ahí desde que decidió sorprenderlo este fin de semana. El modo en que se habían gestado las cosas entre los dos últimamente la tenía intranquila y quería demostrar lo mucho que le importaba su compañía; tanto la física, como la emocional. Quizás por eso era que la sensación que se le había alojado en el estómago no parecía remitir. Al contrario, la inquietud se acrecentaba al notar la forma en que InuYasha le sostenía la mano, casi encerrándola con la propia, mientras la guiaba en una dirección que no le era conocida.
—¿Hacia dónde vamos? —una suave niebla húmeda salió de su boca en cuánto habló.
—Es una sorpresa —InuYasha la miró y sonrió.
Kagome se sintió atraída por esa sonrisa y respondió con la propia.
—¿No puedes decirme al menos un poco? —insistió ella.
—No seas impaciente, ya estamos muy cerca.
Kagome descubrió cierta expectativa en las palabras de InuYasha y eso la llevó a sostener el agarre de sus manos un poco más.
—Tranquila. No te haré nada que no te haya hecho antes.
A pesar que InuYasha no la miró, Kagome consiguió ver y percibir la sonrisa con que le dijo aquello. No obstante, ella no se amedrentaba con facilidad.
—Oh, qué pena. Pensé que probaríamos cosas nuevas —le dejó caer la broma con un tono casi inocente.
InuYasha la miró directamente y Kagome pudo ver el modo en que él separaba ligeramente los labios para dejar que el aire entrase en sus pulmones con mayor velocidad. Era un gesto que le conocía muy bien, uno que precedía a una pasión que ella anhelaba. Ese pensamiento acentuó la agitación en su estómago.
—Olvídalo, no quiero despertar a la bestia —aceptó ella.
—Tarde —respondió él.
Kagome comprobó aquella última palabra, sólo unos minutos después, cuando se encontraron en el rellano de un edificio de tres pisos al que InuYasha la había llevado. Podía notar el frío en aquel espacio, y éste contrastaba casi violentamente con las caricias acaloradas que él le daba. Podía notar sus manos bajo el abrigo, queriendo sostenerla para que no se escapara del ímpetu del beso que le estaba dando. Kagome sintió la debilidad que acompaña a la excitación y se dejó caer, por un instante, en la sujeción que él le daba hacia la pared que ella tenía a la espalda.
—¿Has traído la lencería aquella? —preguntó InuYasha, en medio de un resoplido que a Kagome le erizó la piel.
Estaba perdida.
—Sí —murmuró, y lo escuchó sisear, mientras acariciaba su mejilla con la propia.
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Continuará.
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N/A
Y tanto que continuará. Ya les digo que esto va para lemon.
Gracias por leer y comentar.
Anyara
