ENTRE PROMESAS ROTAS

¡Hola! Estoy de vuelta :D

Nuevamente gracias a todos por haber leído mi anterior Fic "REY DE LOS DEMONIOS" significó mucho para mí, me inspiró a seguir haciendo lo que me gusta (escribir).Y bueno volví, volví con una nueva historia, esta es más de un universo alterno. Nada que ver con mi anterior historia jaja, pero espero les guste y le den una oportunidad.

Y ya sin más, gracias por leer esta historia.

P.D. Esta vez trataré de actualizar más seguido.

Atte. XideVill


Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.


CAPÍTULO 1.

KAGOME

–Creo que lo mejor será que nos divorciemos.

En ese momento todo dejó de importar, me entretuve viendo por la ventana a toda esa gente pasar. Sin problemas, probablemente felices por sus vidas perfectas y sin preocupaciones, suspiré.

–¿Kagome? ¿Me estás escuchando?

Giré levemente la cabeza y me encontré con un par de ojos dorados que me veían con incertidumbre.

–Sí –respondí jugando con la servilleta que había sobre la mesa–, yo también lo he pensado.

–¿Enserio…?

–Sé perfectamente que todo ha cambiado Inuyasha, también lo he notado, nuestros trabajos nos consumen y lo peor de todo es que lo hemos permitido.

Se llevó la taza de café humeante a los labios para luego beber de ella.

–Vaya, no pensé que esto terminaría así –dijo realmente sorprendido– Me esperaba una escena más…

–¿Qué? ¿Dramática? –dije mirando hacia otro lado– Los dos somos un par de adultos, se supone que debemos de ser maduros.

–Y lo somos –dijo mirando hacia el mismo punto fijo que yo.

Por un momento me pareció ver que Inuyasha me veía a través del reflejo de la ventana y entonces bajé la cabeza. Con las mil preguntas atormentando mi mente recorrí la mesa con la mirada, hasta que mis ojos dieron con el dorso de su mano, mano que por cierto ya no llevaba nuestro anillo.

¿Hace cuánto tiempo ya no lo llevaba puesto? ¿Desde hace cuánto estaba pensando en esto?

Busqué mi cartera y cuando lo hice, Inuyasha ya había llamado al mesero para pagar la cuenta.

–Esta noche invito yo –aseguró pasando la tarjeta.

El joven mesero le sonrió antes de irse. Aproveché el momento para tomar mis cosas y salir de aquella cafetería. Necesitaba algo de aire, necesitaba dejar de sentir tanta presión, sentía que me estaba ahogando.

–Kagome –Me detuve apenas escuché su voz– El carro está allá, vamos –No dejé de mirarlo– Tranquila, solo iré a dejarte, esta noche dormiré en un hotel.

Asentí sin decir ni una sola palabra, cuando en realidad tenía mucho que decir. Me senté en el asiento del copiloto como de costumbre y miré por la ventana. Nunca antes el trayecto a nuestra casa se me había hecho tan largo.

Cuando llegamos de pronto me sentí mareada. No podía creer que así sería como todo terminaría entre nosotros.

¿Cómo se pasaba de una salida tranquila a una propuesta de divorcio así nada más?

–Mañana pasaré por mis cosas, ¿te parece si llamamos al abogado cuando salgas del trabajo?

–¿Tendrás tiempo a esa hora? –pregunté realmente sorprendida.

Ya que su trabajo como doctor en una de las mejores clínicas del país nunca se lo había permitido, y los almuerzos entre nosotros estaban prácticamente vetados.

–Saldré temprano, por eso pasaré por mis cosas.

–Entonces ¿te veré en casa cuando salga del trabajo? vaya, esa sí es una novedad.

Sonrió.

–Si sales a tu hora, claro que me verás –aseguró y el impulso de sonreírle también casi se me escapa de los labios, de no ser por haber visto nuevamente su mano libre del anillo.

–No sé si surja algo en mi trabajo –suspiré–, tal vez llegue tarde.

Me quité el cinturón y bajé del coche, justo cuando estaba a punto de introducir la llave, una de sus manos me detuvo.

–Kagome.

–Ya Inuyasha, ya lo dijiste todo, yo ya lo dije todo. Nos veremos mañana para hablar con el abogado y tramitaremos nuestro divorcio, eso es todo.

–Solo quiero que sepas que no me quité el anillo a propósito.

–Inu no es necesario que…

–Solo me olvidé de ponérmelo cuando salí de la ducha –me interrumpió.

Busqué su mirada dorada y fingí una sonrisa.

–Si no crees puedes comprobarlo por ti misma –insistió con un deje de ansiedad.

–No hace falta –dije firme mientras abría la puerta– De todos modos, estos anillos ya no significan nada.

Entré a la casa y esperé un momento apoyada en la puerta, hasta que escuché el sonido de su coche alejarse.

¿En serio esto era real?

¿Enserio el amor tenía un final?

¿Qué pasó con las promesas y todo lo demás?

Pero de algo estaba segura, y es que ya no éramos los mismos desde hace mucho, o al menos en estos dos últimos meses ya nada era igual, y tal vez fuimos los únicos culpables de que todo terminara de este modo.

Cuando me eché sobre la cama sentí un vació llenar mi estómago, de todas formas, era muy común dormir sola, Inuyasha llegaba en la madrugada y se iba a trabajar justo cuando yo llegaba del trabajo, casi no compartíamos tiempo de calidad juntos.

Siempre era él en su trabajo y yo en el mío. El nosotros parecía haberse extinguido lentamente y no nos dimos cuenta.


Cuando abrí los ojos sentí un terrible ardor en la boca del estómago y corrí desesperada al baño, prácticamente vomité todo lo que había cenado el día anterior.

Kagome, tienes que dejar de estresarte. Me dije a mí misma mientras otra arcada me atacaba. Escuché el sonido de mi celular en la habitación y corrí de vuelta para responder.

–¿Sí? –dije agitada.

–¿Hola?

–¿Con quién hablo? – cuestioné limpiándome la boca.

–¿Kagome? –habló la mujer al otro lado de la línea.

–¡¿Sango?! –solté sorprendida –¿Enserio eres tú?

–¡Sí! –chilló llena de emoción– Ay amiga, te he perdido por muchos años ¿Cómo estás?

–Bien –dije en automático– Bueno –sonreí– No tan bien.

Sango era mi amiga de toda la vida, habíamos perdido contacto cuando nos mudamos a Tokio con Inuyasha y ella se quedó en Yufuin nuestro pueblo, al igual que mi madre.

–Pues te tengo una gran sorpresa.

–¿Así? –dije con cero emoción–¿De qué se trata?

–¡Me caso!

Nuevamente el malestar en mi estómago se presentó.

–¡¿Qué!? –Solté genuinamente sorprendida.

–Sí, sé que es difícil de creer, pero ¿no te alegra que al fin dejo la soltería para vivir en un matrimonio feliz como el tuyo? Por ciento ¿Cómo está Inuyasha? ¿Está contigo?

–No –negué–, él está… –miré la cama– en el trabajo.

–Que mal, quería hablar con él.

–Bueno, ya tendrán la oportunidad de hacerlo.

Sonreí, aquello lo dudaba.

–Kagome, te he comprado dos boletos de avión, quiero estés conmigo el día más importante de mi vida, así como yo estuve en el tuyo.

–Sango yo…

–Y no quiero excusas –advirtió de inmediato– Son dos boletos, uno es tuyo y el otro es para Inuyasha.

–Veré qué puedo hacer, tal vez pida permiso en el trabajo.

–¡Si, hazlo! Pero recuerda, el vuelo es dentro de una semana y la boda dentro de una.

–¿Pretendes que esté allá más tiempo de lo debido?

–Solo quiero tenerte en mi despedida de soltera. Por favor Kag, hace más de tres años que no te veo y no sabes cuánto he extrañado nuestras conversaciones.

Suspiré. Tal vez esta era la señal que necesitaba para despejar mi mente y no pensar tanto en la decisión que tomamos con Inuyasha.

–Yo también. Haré lo posible, tengo tanto que contarte –le dije con un tono nostálgico.

–Y yo tanto que escuchar. Te quiero Kag, nos vemos.

–Nos vemos… –repetí desganada antes de colgar.

Suspiré frustrada antes de dejarme caer sobre la cama. Se suponía que debía de ir al trabajo, pero…

–¿Kagome?

Me senté de inmediato viendo al hombre frente a mí.

–¿Qué haces aquí? Creí que estarías en tu trabajo.

–¿Y tú?

–Vine por mis cosas. Te dije anoche que pasaría por ellas en la mañana –Apuntó la venta que daba a la calle y me miró– ¿Y qué crees? Ya es mañana y tú aún sigues aquí. ¿No irás al trabajo? ¿Te sientes mal?

Se acercó a mí y me miró al detalle.

–Estoy bien…

–Estás pálida –sentenció.

–Ah sí, creo que algo me cayó mal. Pero no es nada.

–Kag…

–Oye, ¿sabes? Sango me llamo.

–¿Sango? –soltó sorprendido.

–Sí –dije mientras me ponía de pie y caminaba hacia el armario – Me dijo que se va a casar ¿puedes creerlo?

–Wow

–Sí, wow –repetí mientras le alcanzaba sus cosas.

–A mí me llamó Miroku.

–¿Miroku? –dije mirándolo.

Asintió.

–Sí, él también se casará.

Sonreí.

–Me pregunto quién será la pobre víctima.

–Pues agárrate de algo porque la "pobre víctima" como tú la llamas es la misma Sango.

Enmudecí.

¡Qué!

¿Mi amiga de la infancia y de tantas aventuras en la adolescencia se casaba con el hombre que juró detestar a muerte?

–Esto tiene que ser una broma... – musité – No es cierto.

–Lo es –aseguró sonriendo divertido.

–Mientes.

–Kag…

–No puede, Sango odiaba a Miroku, además él es muy... – me miró adivinando lo que diría a continuación – mujeriego.

–Oye, estás hablando de mi amigo –reprendió.

–Por eso –acusé– ¿Quieres que te recuerde cómo eras tú también?

Su sonrisa desapareció y la mía incrementó. Sabía que en el pasado Inuyasha y Miroku no eran ejemplo de chicos buenos, para nada. Pero ahora las cosas eran diferentes, al menos Inuyasha lo era.

–No hace falta –soltó algo incómodo.

Reí.

–Además Miroku ha cambiado –aseguró.

–¿Y cómo lo sabes?

–Porque se va a casar, ¿eso no te dice nada?

–Puede ser … –entonces lo entendí– ¡Ay no!

–¿Qué ocurre? ¿Te sientes mal?

Se acercó y me quitó lo que tenía en la mano para lanzarlo a la cama.

–No es eso, pero… Ellos no saben que nos vamos a divorciar.

–¿Y eso qué?

–No lo entiendes. Sango cree que su matrimonio será igual de hermoso que el nuestro, aunque eso ya no sea cierto, ella cree que somos la pareja perfecta –dije con un deje de tristeza – No fui capaz de decirle la verdad.

–No te sientas mal, yo tampoco fui capaz de contárselo a Miroku.

–¿Por qué no?

–Bueno… –Sonrió algo nervioso– Kagome, y si vamos a esa boda y fingimos ser el matrimonio perfecto que ellos creen que somos solo para verlos felices.

Parpadeé un par de veces antes de volver a sostenerle la mirada.

–¿Quieres que finjamos? –respondí ante su propuesta.

–Solo quiero ver a mi mejor amigo de la infancia feliz el día más feliz de su vida, y estoy seguro de que tú también quieres lo mismo para Sango.

Lo pensé por unos segundos. ¿Fingir? No estaba segura de que funcionaría, pero Inuyasha tenía razón, quería ver a Sango feliz el día de su boda, no quería opacar ese momento con la noticia de nuestro divorcio. Creo que no me lo perdonaría.

–¿Entonces? ¿Qué dices?

–¿Qué pasará con nuestro divorcio?

–Dejaré que Myoga se encargue de todo mientras estemos fuera de Tokio.

Myoga era nuestro abogado y amigo de la familia de Inuyasha, supongo que era de confianza.

–¿Y tu trabajo? ¿Acaso no te necesitarán en la clínica?

–Sobre eso no te preocupes, pediré mis vacaciones por adelantado –respondió tajante.

–Pero…

–Kag, tú también te mereces unas vacaciones, anímate, además no finjas que no te mueres por volver a Yufuin y ver a todos allá.

Inuyasha me conocía muy bien, sabía que no me negaría, pero aun así insistía sin problemas. Suspiré.

–Está bien, solo porque quiero ver feliz a mi amiga –resalté.

–Muy buena decisión, además, serán solo dos semanas ¿Qué podría salir mal?

Mi corazón decía TODO, pero mi mente decía TIENE RAZÓN, TE MERECES UNAS VACACIONES LEJOS DE TANTO BULLICIO DE CIUDAD.

Después de todo habíamos estado fingiendo todo este tiempo, unas semanas más no harían gran diferencia.

Continuará...