Regresó sobre sus pasos, nuevamente en dirección a la guardia, mientras por su mente pasaban las palabras que Yura había pronunciado.
Planeo liberarme de esto y regresar con mi madre, antes de volverme loca, matar a alguien o terminar muerta, lo que suceda primero.
- ¿Estará diciendo la verdad? - murmuró, tomando la perla entre sus manos.
Si verdaderamente está siendo honesta... ¿Qué hará Bankotsu cuando lo sepa?
- ¿Y que te garantiza que él no lo sepa? - se respondió en un tono bajo.
Él... se mostró interesado en mi... si Yura decide dejar de intentar recuperar a Inuyasha... ¿Qué hará él?
- ¿Por qué tiene que suceder todo esto?
- ¿Ya enloqueciste? - bromeó.
- Kikyo - elevó su mirada, dándose cuenta de que ya había llegado a la sección de la guardia, en la que se encontraba la morena, sin notarlo - No lo sé aún, pero... creo que estoy cerca - ambas rieron - Oye... ¿Quieres venir a casa esta noche? Podrías... hablar con mi familia.
- Me encantaría, pero ya tengo un compromiso - suspiró - ¿Puede ser mañana por la tarde?
Bueno... mamá estará trabajando, pero el abuelo va a estar ahí.
- De acuerdo -sonrió - ¿Te parece a las 3?
- Claro - le devolvió la sonrisa, mientras una persona se acercaba para ser atendida.
- Nos vemos más tarde... iré a ver a Inuyasha - susurró.
- Salúdalo de mi parte.
- Por supuesto - comenzó a caminar en dirección del elevador.
Un par de minutos después, se encontraba frente a la puerta de la habitación. Al abrirla, una enorme sonrisa se formó en su rostro.
- ¡Kagome! - la mujer se puso de pie, sonriendo ampliamente.
- Izayoi - respondió en el mismo tono.
- Mi pequeña - se acercó, envolviéndola con sus brazos - ¿Cómo has estado?
- Muy bien - cerró sus ojos, correspondiendo su abrazo - Muchas gracias por preguntar, ¿Cómo se encuentra usted?
- Ahora mucho mejor - suspiró, apartándose y volteando, sin soltarla - Me asusté mucho cuando Taisho me comentó lo que sucedió.
- Si - sonrió - Me sucedió lo mismo... fue... muy... complicado.
- Kag, ¿podrías reprenderlo por mi? - la miró - Castígalo, no sé... para que aprenda que debe alejarse de esa mujer.
- Madre... - gruñó.
- Lo lamento, pero quizás a ella le hagas más caso que a mi.
- Lo dudo mucho - sonrió, acercándose al suero, observándolo detenidamente - Bien, al parecer todo esta normal, ¿Cómo te sientes? - lo miró.
- Estoy bien - suspiró, acomodándose en la cama - ¿Cuándo me dejaran salir de aquí?
- Bueno, ya que tu evolución es favorable, supongo que mañana.
- ¡Keh! ¡¿Tendré que pasar la noche aquí?!
- Lo lamento... pero son los protocolos del hospital, tienes que estar en observación al menos unas 12hs.
- ¿Quieres quedarte solo? Porque puedo decirle a tu padre que venga a pasar la noche contigo.
- Yo puedo quedarme, si quieres... - intervino la mujer.
- No Kagome, tú estarás muy cansada, no quiero que tengas que pasar la noche aquí.
- Descuida, lo hago porque quiero - sonrió - Sólo tengo que llamar a mi madre y decirle.
- ¿Quieres ir a tu casa a cambiarte? - pronunció Izayoi - Puedo llamar a Taisho, te llevamos a tu casa y te traemos de regreso.
- No... no se preocupe, puedo quedarme así.
- Oye, eres mi nuera y como tal, puedes tenerme la confianza suficiente para aceptar o pedirme un favor - se acercó, tomando sus manos - Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que has hecho por mi hijo.
Vaya... jamás había visto ese brillo en los ojos de mi madre, al menos no con alguien que no es de la familia de sangre... supongo que, oficialmente, ve a Kagome como la hija que no tuvo.
- Yo... no quiero importunarla...
- No lo haces, querida - volvió a abrazarla - Es un placer ayudarte.
- Muchas gracias - se sonrojó.
- Será mejor que aceptes, Kagome... o no me dejará en paz cuando te vayas de aquí.
- Oye, esa no es manera de referirte a tu madre - entrecerró sus ojos - ¿A que hora es tu salida, querida?
- Bueno... en unas tres horas.
- De acuerdo, ¿tienes mi número? Puedes enviarme un mensaje y te esperaremos - sacó su móvil.
- Esta bien - sonrió, dictándole su número de celular - ¿De verdad no le parece demasiado?
- Para nada, hermosa - le sonrió - Tú quédate tranquila.
- Muchas gracias - hizo una pausa - Debo... regresar a mi trabajo.
- Por supuesto - se hizo un lado, dejando que se acercara al peliplata.
- Nos veremos más tarde - sonrió, acariciando su frente.
- ¿No vas a despedirte?
- Eso estoy haciendo - sonrió.
- No soy un niño para que te despidas de esta manera.
- Pero...
- Oh, si es por mi, no hay problema - rio - Saldré unos momentos.
Izayoi salió, dejándoles un pequeños minutos de privacidad.
- ¿Por qué hiciste eso? - murmuró.
- Porque quiero besarte - sonrió, atrayéndola hacía él, rozando sus labios - No me molesta hacerlo frente a mi madre, pero si te avergüenza...
- ¡Por supuesto que me avergüenza! - gritó en un susurro.
- Bien, ahora estamos solos - la besó suavemente, acariciando su cabello - Te extrañaba, pequeña.
- Yo también te extraño - sonrió, volviendo a besarlo.
- Y... no solo yo te extraño - mordió sutilmente su labio inferior.
- No empieces - rio, apartándose mientras él la sostenía por su mano.
- Lo sé... tendremos toda la noche para pensar en eso...
- Oye, cálmate - volvió a acercarse, uniendo nuevamente sus labios por unos momentos - No haremos nada aquí, ¿de acuerdo?
- Eso lo veremos más tarde.
- Ya... eres muy tonto - volvió a reír, alejándose - Te veré luego.
- Te veo luego... hermosa.
Ella le devolvió la sonrisa, al mismo tiempo en que salía del lugar, dejándole el paso a Izayoi, quién ingresó nuevamente.
Extra: Al acecho
Hm... mi pequeña Kikyo, al parecer has heredado la perseverancia y la falta de miedo de tu padre.
Sonrió, mientras recordaba la conversación que su hija había mantenido con su amiga, la cuál él había escuchado a través de un diminuto micrófono que había mandado a colocar en las costuras de su uniforme.
Esa niña Kagome... es evidente que sabe más de lo que dice, por el contrario, no la hubiera invitado a su hogar.
- ¿Qué se supone que debo hacer? - sonrió, mirando por la ventanilla del auto - ¿Debo dejar que mi niña sepa la verdad y utilizarlo como excusa para vengarme luego o debo impedirlo? ¿Tú que dices? - miró el frente, encontrando sus ojos rojos con los castaños de su chofer.
- ¿He? - se sorprendió, observando a su jefe por el retrovisor.
- ¿Qué opinas? Después de todo, has estado escuchando todo el camino.
- Bu... bueno - titubeo, a sabiendas de que, una mala respuesta podía costarle la vida - Yo... confío en su buen juicio, señor.
- Gracias por el halago... ahora dime lo que, en verdad, piensas - el hombre tragó saliva - Tranquilo, no te mataré por el simple hecho de que me agrada como no tratas de ocultar el miedo en tu mirada.
- Bueno... yo creo... que todo se sabe tarde o temprano, señor.
La sonrisa en el rostro de Magatsuhi se desvaneció, mientras las manos del joven chofer apretaban el volante. Luego de unos eternos segundos de incomodo silencio, el peliplata soltó una carcajada, una que significó un renacer en su empleado.
- ¿Sabes una cosa? - tomó un cigarro del bolsillo de su saco y lo colocó sobre sus labios - Tienes razón... dejaré que crean que las cosas saldrán tal y como planean... le daré la posibilidad a mi hija de que conozca sus orígenes - su sonrisa se amplió - Y jamás volverá a saber de ellos...
Llegaron a la casa, en dónde el hombre descendió. El humo de su cigarrillo se intercalaba con la bruma que emanaba su boca. Acomodó su ropa y subió las escaleras, abriendo la puerta sin permiso.
- Magatsuhi - se sorprendió Renkotsu, quién se encontraba al frente de las escaleras.
- ¿Está arriba? - el joven asintió - De acuerdo - murmuró, ascendiendo.
Dobló por el pasillo, deteniéndose en la habitación custodiada por Kyokotsu, quién dio un paso al costado de inmediato, dejando que entrara.
- Bankotsu - sonrió.
- Magatsuhi - se sorprendió, elevándose de la cama - No pensé que regresarías.
- Bah... sólo pasaba - se acercó, sentándose a los pies de la cama - ¿Te duele mucho?
- Debí imaginarlo - rio, apoyando su torso en el respaldar de la cama - Ya estas enterado de todo.
- ¿Esperabas menos? - culminó su cigarro, lanzando la colilla al suelo - No puedo creer lo inútil que eres - se burló, provocando que la sonrisa del moreno desapareciera.
- ¿A que te refieres?
- Me sorprende que subestimes tanto a Sesshomaru, querido amigo... casi... como si no lo conocieras.
- No necesito tus sermones.
- Lo se... de hecho, ni siquiera vine para eso - suspiró - Pero, antes de pronunciarme sobre mi asunto, quiero dejarte en claro una cosa.
- Te escucho.
- En la vida, existen dos tipos de hombres - sonrió - están quienes heredamos algo llamado "maldición" y estamos dispuestos a todo, ya sea por nuestros propósitos personales o por la seguridad de los nuestros... y después están los débiles... aquellos que fingen tener todo bajo control, aquellos que muestran coraje, cuando en realidad no soportan nada - hizo una pausa - Dime Bankotsu, ¿de que lado te encuentras?
El moreno frunció el ceño, sin pronunciar una palabra.
- Tranquilo, no es necesario que respondas de inmediato - pronunció en un tono burlón.
- ¿A que has venido? - respondió seriamente.
- Pude notar... que mostraste un interés en esa niña llamada Kagome.
Él sonrió al escuchar su nombre.
- Así es... ¿tienes algún problema con eso?
- No contigo... pero hay un asunto que debo resolver con ella - desvió su mirada - Es sólo... que ya sabes en la forma en la que yo resuelvo las cosas.
- Comprendo... pero, ¿al menos planeas dejarla viva?
- Eso es relativo - se puso de pie - Te daré la opción de que elabores un argumento, convincente, para que te ayude a conseguir a esa joven sin tener que ponerle un dedo encima.
- De acuerdo - sonrió - Mañana te daré una respuesta.
Magatsuhi sonrió, saliendo de la habitación sin más.
Extra: Pensamientos
Yura
Salí del hospital, encontrándome con una noche más fría de lo que esperaba. Miré a ambos lados, en busca de Abi, quién había accedido a ir a buscarme, ya que, por primera vez en mucho tiempo, necesitaba un abrazo.
¿En que momento me convertí en esto?
Pensé, recordando el momento exacto en el que mi dedo se deslizó por el gatillo y pude ver el impacto en el brazo de Inuyasha. Instintivamente lancé la pistola, casi como si tuviera miedo de efectuar un segundo disparo y complicar las cosas. Supe que mi mente se encontraba desequilibrada en el momento en el que sus brazos me envolvieron, con la intención de detenerme y yo sólo pensé en la calidez de su abrazo, como si las cosas se hubieran dado en un momento ameno.
- ¿Necesitaré ir a terapia? - murmuré
Estas hablando sola, eso es obvio.
Sonreí ante el chiste que mi mente realizó, sin embargo, estaba convencida de que si, debía recibir ayuda de inmediato, sin embargo, existía un problema aún mayor que mi inestabilidad mental, un problema con nombre y apellido.
¿Cómo reaccionará Bankotsu al enterarse de que decidí dar un paso al costado?
- Probablemente, me asesine - susurré, volviendo a mirar hacia ambos lados.
Mentiría si dijera que no había contemplado la muerte desde que uní fuerzas con ese imbécil. ¿Por qué acepte su propuesta? Simple, un bello cuerpo con el que dormir y un fajo de billetes semanales desde mi aparición. Tal vez, para alguien normal, eso sería insignificante, mucho más teniendo en cuenta las tareas que debía realizar, pero, para alguien que creció en mi familia, era lo más cercano a la vida perfecta.
- ¿Yura? - voltee ante su voz e inmediatamente mis ojos se humedecieron.
- Abi - murmuré, mientras las lágrimas recorrieron mis mejillas.
Corrí en su dirección, abrazándola con todas las pocas fuerzas que le quedaban a mi cuerpo y los sollozos abandonaron involuntariamente mis labios.
- Yura... - su tono expresaba conmoción - ¿Qué hiciste?
No respondí, no pude ni quise hacerlo, en ese momento sólo necesitaba el calor de la única persona normal que habitaba en mi círculo, mi pequeña hermana.
