Ícaro experimentó una extraña sensación de satisfacción, algo a lo cual no estaba muy acostumbrado. Wag Too había hecho un buen trabajo, y eso le hubiese dejado sonreír un poco, si es que tuviese una boca, claro está. Aún así, se mantuvo firme sujetando la soga con fuerza hasta que el lurmen volvió a escalar por ella. Ya de vuelta en el piso principal, Wag Too portaba sus herramientas, pero habían piezas que parecía haber usado. Estaba algo agotado y cubierto de fluidos y aceites, y el grueso abrigo que portaba comenzaba a sofocarlo a medida que la calefacción iba calentando el lugar. Wag Too: - Las celdas de energía están a un 50% de capacidad. Como si simplemente hubiesen sufrido un apagado de emergencia. - Decía mientras le daba el sable de luz al droide y se quitaba el grueso abrigo. Ícaro: - Eso es extraño. -
Wag Too: - Ahora que lo mencionas Tienes razón... Quiero decir... Mira todo esto. Parece estar en buen estado. ¿Por qué alguien simplemente abandonaría este lugar? -
Ícaro: - Desconozco la respuesta. Pero debe de haber más información en los ordenadores. -
Wag Too: - A un lado del generador secundario había una terminal. Tal vez puedas encontrar algo allí. -
Ambos se dirigieron al lugar, y tal como el lurmen, una terminal en perfecto estado estaba operativa. El droide no dudó en conectarse y comenzar a revisar los archivos allí guardados. Pero las noticias no eran muy alentadoras. Ícaro: - Esto no es bueno. Borraron gran parte de la información antes de marcharse. -
Wag Too: - ¿Gran parte de la información? ¿Qué tipo de información? -
Ícaro: - De casi todo lo relacionado con el propósito de este laboratorio. - Dijo mientras se desconectaba. Wag Too: -Venir hasta aquí por nada. -
Ícaro: - No de todo. - El lurmen lo miró con curiosidad. - Descargué un plano completo del complejo y hay varios nombres interesantes. El laboratorio y la bodega pueden tener algo de valor. Y hay un ascensor de carga en el ala oeste de las instalaciones. -
Wag Too: - Bueno. Al menos es algo. -
Ícaro: - Iré a los laboratorios. Están en el piso inferior. Busca cualquier cosa que pueda ser de utilidad. -
Wag Too: - Eso haré. - En eso, un escalofrío invade el cuerpo del lurmen. - Pero primero voy a cerrar las puertas del laboratorio. El aire frío es muy molesto. -
Ambos tomaron caminos separados dentro de las instalaciones. Ícaro descendió al laboratorio con la esperanza de encontrar cualquier tipo de información de utilidad mientras Wag Too atravesó el enorme pasillo que conducía a la entrada de las instalaciones. El lurmen tuvo que volver a ponerse su abrigo a medida que se acercaba al sitio, pues las ráfagas de viento sacudían el lugar con fuerza. Miró ligeramente hacia afuera, pero el viento que golpeaba sus ojos no le permitían ver con claridad. Aún así, pudo divisar a la Kestrel Nova a la distancia.
Se apresuró hacia uno de los costados de la puerta y accionó un interruptor que comenzó a cerrar las puertas lentamente. A medida que el enorme portón de metal se cerraba, las últimas ráfagas de vientos se colaban en las instalaciones. Pero cuando los ojos de Wag Too pudieron ver con claridad, algo alarmante se le fue revelado.
Unas extrañas huellas habían sido dejadas sobre la nieve que había logrado entrar a las instalaciones. No tenían la forma del pie metálico de Ícaro ni de las botas que él usaba. Eran las huellas de un ser humanoide, pero sus dedos culminaban en pequeñas garras. A juzgar por el patrón, el intruso era bípedo, y sus huellas se dirigían al interior de las instalaciones. Pero una vez que el metal sustituyó a la nieve, las huellas desaparecieron. Wag Too se apresuró a buscar al droide. Avanzaba despacio, mirando tras cada esquina y apuntando con su poderoso rifle. Estaba dispuesto a disparar primero y a preguntar después. Como cazador que era, sabía que las bestias solían acechar tras cualquier rincón, listas para emboscar a su presa cuando estuviese más desprevenida. El lurmen abandonó el enorme pasillo y se encontró en la sala del generador secundario, pero no había rastro del intruso. No tenía idea de donde podría estar, cuando un extraño sonido captó su atención. Provenía de los ascensores que usó para descender y restaurar la energía. Se apresuró para revisar pero se percató que la soga estaba perfectamente enrollada a un costado, tal y como Ícaro la había dejado. Wag Too se asomó al agujero, y pudo apreciar algunas extrañas marcas sobre el metal y las paredes de la cámara del ascensor. Una pequeñas marcas de garras que descendían hasta el piso inferior. No había duda, el intruso estaba buscando algo, y sabía dónde estaba. Tenía que encontrar a Ícaro, y pronto. El lurmen se apresuró hacia el ascensor de carga y descendió al nivel inferior. Al carecer de garras, no podía seguir al intruso por el hueco, y la espera por el ascensor pareció una eternidad. Cuando este llegó, Wag Too entró al interior y presionó el botón desesperadamente. Las puertas se cerraron, y no tuvo más remedio que dejarse llevar hacia su destino. Aún así, el miedo y la ansiedad lo azotaban con fuerza. Sin esperar a que las puertas se abrieran del todo, salió corriendo hacia el laboratorio sin importarle que la punta del cañón de su rifle que tenía sobre sus manos golpeara las puertas de metal. Se paró frente a las puertas del laboratorio y comenzó a presionar el botón desesperadamente. Pero para su tranquilidad momentánea, las puertas revelaron al droide, en perfecto estado y conectado a la computadora del laboratorio. El laboratorio era un lugar extraño. Wag Too no lo sabía, pero el recinto era muy similar a las instalaciones de Tipoca en Kamino. Similares a las instalaciones clon. Había media docena de enormes cilindros de vidrio conectados a varias máquinas, pero estaban completamente vacíos y cubiertos de una delgada capa de polvo. También había varios computadores de gran potencia, y una extraña y pequeña planta de ensamblaje.
Ícaro: - Ah. Wag Too. - Dijo al notar su presencia, pero sin percatarse de la agitación que este tenía. - Es impresionante. ¿No lo crees?... Aquí fue donde me ensamblaron. - Dijo mientras señalaba hacia la maquinaria que aún tenía dos piezas de modelo super-droide táctico a uno de los costados. Wag Too: - Ícaro. - Dijo con voz agitada, llamando la atención del droide. - No hay tiempo para eso. Tenemos un intruso. -
El droide lo miró con extrañeza, y rápidamente se desconectó de la computadora y agarró el sable de luz en la mano. No tenía previsto que esto pasara, y se lamentaba de no haber tomado un arma de fuego de la bodega de la Kestrel Nova. Y sin pensarlo dos veces, se retiró tras el lurmen. Ícaro: - ¿Qué está pasando? -
Wag Too: - No lo sé. Encontré huellas en la entrada de las instalaciones, y marcas de garras en la cama del ascensor. Está aquí abajo, por algún lado. -
Ícaro no dudaba en su compañero, pero estaba sumamente preocupado. Wag Too: - ¿Ocurre algo? -
Ícaro: - Los registros dicen que Nelvaan una vez fue hogar de los nelvaanianos. Una raza humanoide lupina. Pero una mutación genética hizo que la raza se extinguiese pocos años antes de acabar la guerra. Si queda uno de ellos vivo, no quiero imaginarme que tipo de monstruosidad será. - Las palabras de Ícaro dejaron a Wag Too muy preocupado. No conocía esa especie, y mucho menos podía imaginarse una criatura a la cual Ícaro podría clasificar como "monstruosidad", pero de ser el caso, esa sería una batalla muy difícil. El par siguió avanzando hasta que algo llamó la atención del lurmen.
A uno de los costados se encontraba una enorme puerta de metal de unos tres metros de alto y cuatro de ancho, y sobre el panel de control de la puerta, había unas pequeñas marcas de garras. Como si el intruso desesperadamente hubiese intentado entrar al lugar. No había nadie a los alrededores, así que asumieron que ya se encontraba en el interior, y un letrero no muy alentador colgaba sobre uno de los costados de la enorme puerta: "Sala de contención."
Sin dar tiempo a preguntas, Ícaro toma el sable de luz y lo enciende, tomando a Wag Too por sorpresa, quién toma su rifle inmediatamente después. Ambos se miraron y asintieron con la cabeza sin decir una palabra. El lurmen se movió hacia el panel de control y accionó un botón. La enorme puerta comenzó a abrirse lentamente, dándole a Wag Too el tiempo suficiente para alzar su rifle y apuntar al interior. Ícaro: - Enciende las luces. -
El lurmen presionó un par de botones, pero nada ocurría. La habitación era muy oscura, y la luz proveniente del exterior apenas iluminaba unos metros. Sin embargo, no había rastro alguno del intruso. Ícaro: - Espera aquí. - Le dijo sin desviar la vista del interior. El lurmen retrocedió y se arrodilló, apuntando su rifle al frente listo para disparar ante la primera señal de peligro. El droide puso el sable al frente, intentando iluminar el área frente a él mientras avanzaba lentamente. Su sensor térmico no funcionaba, seguro se había averiado en Mygeeto, así que no podía detectar si algún ser vivo se encontraba dentro del lugar. Sin embargo, algo extraño parecía afectar sus sistemas. Ícaro era capaz de ver una "nebulosa", por decirlo de algún modo, que parecía levitar perezosamente en la habitación. A juzgar por la expresión indiferente del lurmen, supuso que se trataba de un error de su sensor óptico superior, que estaba comenzando a fallar en ese momento. Sin embargo, esa extraña miasma no lo dejaba estar tranquilo. Era como si un código se repitiera una y otra vez dentro de su computadora central: "Hay algo ahí."
Wag Too: - Ahora que lo mencionas Tienes razón... Quiero decir... Mira todo esto. Parece estar en buen estado. ¿Por qué alguien simplemente abandonaría este lugar? -
Ícaro: - Desconozco la respuesta. Pero debe de haber más información en los ordenadores. -
Wag Too: - A un lado del generador secundario había una terminal. Tal vez puedas encontrar algo allí. -
Ambos se dirigieron al lugar, y tal como el lurmen, una terminal en perfecto estado estaba operativa. El droide no dudó en conectarse y comenzar a revisar los archivos allí guardados. Pero las noticias no eran muy alentadoras. Ícaro: - Esto no es bueno. Borraron gran parte de la información antes de marcharse. -
Wag Too: - ¿Gran parte de la información? ¿Qué tipo de información? -
Ícaro: - De casi todo lo relacionado con el propósito de este laboratorio. - Dijo mientras se desconectaba. Wag Too: -Venir hasta aquí por nada. -
Ícaro: - No de todo. - El lurmen lo miró con curiosidad. - Descargué un plano completo del complejo y hay varios nombres interesantes. El laboratorio y la bodega pueden tener algo de valor. Y hay un ascensor de carga en el ala oeste de las instalaciones. -
Wag Too: - Bueno. Al menos es algo. -
Ícaro: - Iré a los laboratorios. Están en el piso inferior. Busca cualquier cosa que pueda ser de utilidad. -
Wag Too: - Eso haré. - En eso, un escalofrío invade el cuerpo del lurmen. - Pero primero voy a cerrar las puertas del laboratorio. El aire frío es muy molesto. -
Ambos tomaron caminos separados dentro de las instalaciones. Ícaro descendió al laboratorio con la esperanza de encontrar cualquier tipo de información de utilidad mientras Wag Too atravesó el enorme pasillo que conducía a la entrada de las instalaciones. El lurmen tuvo que volver a ponerse su abrigo a medida que se acercaba al sitio, pues las ráfagas de viento sacudían el lugar con fuerza. Miró ligeramente hacia afuera, pero el viento que golpeaba sus ojos no le permitían ver con claridad. Aún así, pudo divisar a la Kestrel Nova a la distancia.
Se apresuró hacia uno de los costados de la puerta y accionó un interruptor que comenzó a cerrar las puertas lentamente. A medida que el enorme portón de metal se cerraba, las últimas ráfagas de vientos se colaban en las instalaciones. Pero cuando los ojos de Wag Too pudieron ver con claridad, algo alarmante se le fue revelado.
Unas extrañas huellas habían sido dejadas sobre la nieve que había logrado entrar a las instalaciones. No tenían la forma del pie metálico de Ícaro ni de las botas que él usaba. Eran las huellas de un ser humanoide, pero sus dedos culminaban en pequeñas garras. A juzgar por el patrón, el intruso era bípedo, y sus huellas se dirigían al interior de las instalaciones. Pero una vez que el metal sustituyó a la nieve, las huellas desaparecieron. Wag Too se apresuró a buscar al droide. Avanzaba despacio, mirando tras cada esquina y apuntando con su poderoso rifle. Estaba dispuesto a disparar primero y a preguntar después. Como cazador que era, sabía que las bestias solían acechar tras cualquier rincón, listas para emboscar a su presa cuando estuviese más desprevenida. El lurmen abandonó el enorme pasillo y se encontró en la sala del generador secundario, pero no había rastro del intruso. No tenía idea de donde podría estar, cuando un extraño sonido captó su atención. Provenía de los ascensores que usó para descender y restaurar la energía. Se apresuró para revisar pero se percató que la soga estaba perfectamente enrollada a un costado, tal y como Ícaro la había dejado. Wag Too se asomó al agujero, y pudo apreciar algunas extrañas marcas sobre el metal y las paredes de la cámara del ascensor. Una pequeñas marcas de garras que descendían hasta el piso inferior. No había duda, el intruso estaba buscando algo, y sabía dónde estaba. Tenía que encontrar a Ícaro, y pronto. El lurmen se apresuró hacia el ascensor de carga y descendió al nivel inferior. Al carecer de garras, no podía seguir al intruso por el hueco, y la espera por el ascensor pareció una eternidad. Cuando este llegó, Wag Too entró al interior y presionó el botón desesperadamente. Las puertas se cerraron, y no tuvo más remedio que dejarse llevar hacia su destino. Aún así, el miedo y la ansiedad lo azotaban con fuerza. Sin esperar a que las puertas se abrieran del todo, salió corriendo hacia el laboratorio sin importarle que la punta del cañón de su rifle que tenía sobre sus manos golpeara las puertas de metal. Se paró frente a las puertas del laboratorio y comenzó a presionar el botón desesperadamente. Pero para su tranquilidad momentánea, las puertas revelaron al droide, en perfecto estado y conectado a la computadora del laboratorio. El laboratorio era un lugar extraño. Wag Too no lo sabía, pero el recinto era muy similar a las instalaciones de Tipoca en Kamino. Similares a las instalaciones clon. Había media docena de enormes cilindros de vidrio conectados a varias máquinas, pero estaban completamente vacíos y cubiertos de una delgada capa de polvo. También había varios computadores de gran potencia, y una extraña y pequeña planta de ensamblaje.
Ícaro: - Ah. Wag Too. - Dijo al notar su presencia, pero sin percatarse de la agitación que este tenía. - Es impresionante. ¿No lo crees?... Aquí fue donde me ensamblaron. - Dijo mientras señalaba hacia la maquinaria que aún tenía dos piezas de modelo super-droide táctico a uno de los costados. Wag Too: - Ícaro. - Dijo con voz agitada, llamando la atención del droide. - No hay tiempo para eso. Tenemos un intruso. -
El droide lo miró con extrañeza, y rápidamente se desconectó de la computadora y agarró el sable de luz en la mano. No tenía previsto que esto pasara, y se lamentaba de no haber tomado un arma de fuego de la bodega de la Kestrel Nova. Y sin pensarlo dos veces, se retiró tras el lurmen. Ícaro: - ¿Qué está pasando? -
Wag Too: - No lo sé. Encontré huellas en la entrada de las instalaciones, y marcas de garras en la cama del ascensor. Está aquí abajo, por algún lado. -
Ícaro no dudaba en su compañero, pero estaba sumamente preocupado. Wag Too: - ¿Ocurre algo? -
Ícaro: - Los registros dicen que Nelvaan una vez fue hogar de los nelvaanianos. Una raza humanoide lupina. Pero una mutación genética hizo que la raza se extinguiese pocos años antes de acabar la guerra. Si queda uno de ellos vivo, no quiero imaginarme que tipo de monstruosidad será. - Las palabras de Ícaro dejaron a Wag Too muy preocupado. No conocía esa especie, y mucho menos podía imaginarse una criatura a la cual Ícaro podría clasificar como "monstruosidad", pero de ser el caso, esa sería una batalla muy difícil. El par siguió avanzando hasta que algo llamó la atención del lurmen.
A uno de los costados se encontraba una enorme puerta de metal de unos tres metros de alto y cuatro de ancho, y sobre el panel de control de la puerta, había unas pequeñas marcas de garras. Como si el intruso desesperadamente hubiese intentado entrar al lugar. No había nadie a los alrededores, así que asumieron que ya se encontraba en el interior, y un letrero no muy alentador colgaba sobre uno de los costados de la enorme puerta: "Sala de contención."
Sin dar tiempo a preguntas, Ícaro toma el sable de luz y lo enciende, tomando a Wag Too por sorpresa, quién toma su rifle inmediatamente después. Ambos se miraron y asintieron con la cabeza sin decir una palabra. El lurmen se movió hacia el panel de control y accionó un botón. La enorme puerta comenzó a abrirse lentamente, dándole a Wag Too el tiempo suficiente para alzar su rifle y apuntar al interior. Ícaro: - Enciende las luces. -
El lurmen presionó un par de botones, pero nada ocurría. La habitación era muy oscura, y la luz proveniente del exterior apenas iluminaba unos metros. Sin embargo, no había rastro alguno del intruso. Ícaro: - Espera aquí. - Le dijo sin desviar la vista del interior. El lurmen retrocedió y se arrodilló, apuntando su rifle al frente listo para disparar ante la primera señal de peligro. El droide puso el sable al frente, intentando iluminar el área frente a él mientras avanzaba lentamente. Su sensor térmico no funcionaba, seguro se había averiado en Mygeeto, así que no podía detectar si algún ser vivo se encontraba dentro del lugar. Sin embargo, algo extraño parecía afectar sus sistemas. Ícaro era capaz de ver una "nebulosa", por decirlo de algún modo, que parecía levitar perezosamente en la habitación. A juzgar por la expresión indiferente del lurmen, supuso que se trataba de un error de su sensor óptico superior, que estaba comenzando a fallar en ese momento. Sin embargo, esa extraña miasma no lo dejaba estar tranquilo. Era como si un código se repitiera una y otra vez dentro de su computadora central: "Hay algo ahí."
