Disclaimer: Los personajes de esta historia provienen del manga y anime Shingeki no Kyojin, creado por Hajime Isayama, quien merece todo el crédito y reconocimiento. Esta historia está hecha con fines de entretenimiento y no se obtiene ninguna recompensa monetaria.
Entre cerdos y brezos
Año 852
Galliard se encontraba recostado en la cama, la tarde caía, pintando de fondos anaranjados la austera habitación, el castaño observaba al techo cansado, se levantó despacio de la cama, con el dorso desnudo y el pantalón a medio abrochar, sentándose en el borde, pasó las manos por su corto cabello tomando un respiro y destensando su espalda, tomó la jarra de agua que estaba en la pequeña mesa a su lado, sirviendo un vaso y bebiendo casi la mitad de un trago.
- Debemos dejar esto –murmuró
A su espalda, sobre la cama, enredada en las sábanas se encontraba una mujer de largos cabellos naranjas y ojos grises, ella observaba su espalda sin reacción alguna.
- ¿Por qué? –preguntó tranquila, el chico volteó hacia ella
- ¿En verdad lo preguntas? Es peligroso, aun cuando yo sea un Marleyano honorario… si esto se llega a saber… tú…
- ¿Eso significa, que vas a dejarme? –preguntó la chica, interrumpiéndolo, sin variar ni un poco su tono de voz. El castaño abrió los ojos con sorpresa, paseando su mirada sobre ella, observando sus piernas descubiertas y el inicio de su pecho visible, tragó saliva y soltó un gruñido, imposible de diferenciar si era por molestia o deseo.
- Lo haría si pudiera…
Soltó, causando una sonrisa divertida en la pelirroja, que extendió los brazos hacia él, invitándole, Porco se giró, volviendo a la cama, recostándose sobre ella, acorrucándose en sus brazos y deslizando sus manos bajo la sábana, nuevamente para tener su cuerpo.
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Año 843
La unidad de guerreros se conformaba por descendientes de Ymir, eldianos que eran entrenados para convertirse en parte del ejército, de Marley. El entrenamiento comenzaba con niños muy pequeños, a quienes adoctrinaban, culpándolos por sus antepasados y prometiéndoles limpiar sus pecados con la total obediencia de sus órdenes, como recompensa, ellos podrían ser uno de los 6 elegidos, aquellos que heredarían a uno de los titanes cambiantes, así junto con toda su familia, gozarían de la Ciudadanía Marleyana, ya no siendo simples Eldianos.
La generación actual era fuerte, competitiva, a no ser por alguien en especial. Un rubio, Reiner, que tropezó de nuevo, cayendo de rodillas, cansado. Un chico castaño se detuvo a su lado, con cara de molestia y soltó un gruñido
- No sé qué haces aquí Reiner, si eres tan torpe
- Cálmate Porco –su hermano, le tomó del hombro
- Es verdad Marcel, todos lo sabemos, solo es un error que esté con nosotros.
- No seas tan malo Pokko –murmuró al aire una chica de cabellos negros, sin siquiera voltear hacia el rubio en el suelo.
- ¡Te he dicho que no me llames así, Piek! –El castaño volteó furioso hacia la chica, pero una suave risa le hizo detener su insulto hacia la pelinegra, volteó, aún más furioso hacia dónde provenía la burla hacia él –¿Te parece gracio… so…?
Y fue la primera vez que la vio. Frente al grupo de niños se encontraba una niña, seguramente de 10 años, la misma edad que ellos, de cabellos anaranjados poco más debajo de los hombros y enormes ojos grises, en un bonito vestido color lavanda.
- Hola –La niña les saludó con una sonrisa y se acercó un par de pasitos hacia ellos, sin embargo ellos parecieron sorprenderse y asustarse, dando pasos hacia atrás, haciendo que se detuviera. La pelirroja no llevaba un brazalete –Hola –saludó nuevamente, sin respuesta aún –Hola –insistió
- Hola… -Porco fue el primero en abrir la boca, saliendo de su sorpresa, ella sonrió aún más y sin evitarlo, las mejillas del chico se colorearon, pero Annie se adelantó a él.
- No deberías estar aquí –Respondió la rubia, recelosa hacia ella, pero la pelirroja no pareció ofenderse
- Soy Erica –se presentó –Erica Rizzo
La sorpresa nuevamente volvió a asaltarlos, aunque nunca habían visto a la niña frente a ellos, reconocían el apellido a la perfección, la familia Rizzo eran nobles Marleyanos que apoyaban activamente al ejército y además de eso, Abelard Rizzo, era el principal patrocinador del programa de guerreros Eldianos al que ellos pertenecían. La pelirroja ladeo la cabeza confundida.
- ¿Y ustedes quiénes son? –preguntó
- N-nosotros… -Inició Reiner,
- ¡Erica! –el grito de un hombre llegó hasta ellos, haciéndolos dar un salto, por detrás de ella se acercaba rápidamente un hombre mayor, con cabellos tan rojos como los de ella –ahí estabas –llegó hasta la niña y la abrazó preocupado –no vuelvas a irte así
- Lo siento papá –se disculpó la niña, el mayor la separó y volvió su vista al frente al grupo de niños, frunciendo el ceño
- Ellos….
- Vine a pedirles ayuda porque no sabía dónde estabas, ellos iban a llevarme contigo –le sonrió, el mayor pareció relajarse
- Lo ve, le dije que estaría bien, señor –murmuró un hombre que había llegado detrás de él, el capitán, acompañado de Zeke.
- Entonces, ¿Son ellos? –preguntó el hombre, tomando los hombros de su hija
- Así es, son Porco, Marcel, Reiner Braun, Annie Leonhart, Bertlo –los niños de inmediato se cuadraron frente a él
- Lucen fuerte
- Los mejores –aseguró Zeke
- Me alegra escuchar eso –pasó una mano por los cabellos de su hija acariciándolos –Ven, debemos irnos ya Erica
La pequeña asintió tomando la mano de su padre y siguiéndolo, sin embargo volteó hacia el grupo que aún le observaba, en especial el chico de cabellos castaños, ella sonrió, y subió su mano despidiéndose, dejando un involuntario sonrojo en sus mejillas.
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- Ella sigue rondando por aquí Porco –Zeke y Porco se encontraban separados del grupo, detrás de uno de los edificios del ejército. El mayor le veía serio, mientras el castaño desvió la mirada
- Lo sé, es solo…
- La han visto vagar aquí diario y me ha dicho más de uno que los ha visto platicando en varias ocasiones –el niño bajó cada vez más la cabeza, sin poder verle a los ojos –Tendrán problemas, en especial tú, sabes que no es normal que una niña Marleyana este en el lugar de entrenamiento y esto puede que juegue en tu contra y ni siquiera llegues a ser elegido, espero lo entiendas.
- Lo entiendo -murmuró
- Bien, arréglalo entonces…
El rubio dio la vuelta, saliendo del callejón y dejándolo solo al niño. Soltó un largo suspiro y pasó las manos por su cabello, sabía que pronto esto sucedería, pero había decidido dejarlo pasar y ahora no sabía cómo arreglarlo. Erica había llegado al campo de entrenamiento a observarlos desde la terraza del edificio principal, le había saludado, le había sonreído y al ser hija de uno de los principales patrocinadores del programa le habían dejado pasearse por todos lados. Sin embargo, pronto las pequeñas miradas y saludos se convirtieron en palabras y poco después en largas charlas que tenían medio escondidos en algún rincón del campo. Erica era peculiar, era bonita y amable, en especial con él, algo no muy común para un eldiano, pero eso no siempre era bueno, eran diferentes, de condiciones diferentes, de estatus diferentes y simplemente no podía haber una amistad entre ellos. Soltó un sonoro bufido, y sin más salió del callejón, solo para encontrarse de frente con un chico, muy parecido a él pero con el cabello mucho más oscuro.
- Marcel –su hermano le observaba recargado en una de las paredes
- Hola Porco
- ¿Qué has escuchado? –se atrevió a preguntar
- Todo –contestó, separándose de la pared y acercándose a él –sobre la niña Marleyana ¿Ella te agrada no es verdad? –las mejillas de Porco se sonrojaron –Si, sé que eso no me incumbe, lo sé. Pero creo te traerá problemas, en especial si llegan rumores a oídos de su padre, puede que afecte incluso a todos nosotros…
- Demonios, ya lo sé Marcel –soltó en un gruñido –Sé que debo arreglarlo, pero…
- Hay un lugar –le interrumpió –Una casa desocupada en la esquina de la salida norte, cerca del gueto, estoy seguro que ahí nadie los verá, podrían seguir hablando si van.
- Pero… -Porco le veía totalmente confundido pero su hermano solo le sonrió
- Ella te agrada. Y aunque no sé qué tan seguro sea ese lugar, es mucho mejor que en pleno campo de entrenamiento
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Año 845
Erica esperaba en su lugar especial, aquel que habían visitado prácticamente diario desde que Porco le había dicho que no podían hablar más durante los entrenamientos que tenían. Pero él no había llegado. Llevaba dos semanas de ausencia, y le preocupaba, lo había escuchado de su padre en casa, tras la puerta, los guerreros ya habían sido seleccionados. Annie Leonhart como el titán hembra, Pieck Finger como el titán carguero, Bertolt Hoover como el titán colosal, Marcel Galliard como el titán mandíbula y el titán acorazado, aquel que Porco le había dicho tanto anhelaba, se lo habían dado a Reiner Braun.
No pudo evitar sentir un alivio al saberlo, antes lo habían comentado, los guerreros solo vivían 14 años, es decir que si Porco llegaba a ser uno, en ese tiempo lo verían morir y eso era algo que no quería. Porco, era insensible, terco y bastante torpe, en especial al hablar, sin embargo, también era capaz de hacerla reír, de emocionarla con escucharlo hablar y últimamente, le hacía sentir mariposas en el estómago apenas verlo, por eso que, aunque seguramente para él no fuera asi, ella estaba feliz del resultado, de que el no fuera elegido.
Se levantó de la pequeña caja en la que siempre se sentaban y sacudió su vestido, ya era hora de marcharse, tal vez mañana Porco vendría. Dio la vuelta para dirigirse a la salida, cuando lo vio, Poco se acercaba, a paso lento, con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, sintió su corazón acelerar y corrió hasta él, abrazándolo.
- ¡Pokko!
Erica abrazó efusiva al chico, dejando el rostro del chico pegado a su pecho, ella había crecido en los dos últimos años, ahora le sacaba por lo menos una cabeza al castaño, por lo que ahora jugueteaba con el apodo que había escuchado por primera vez de Piek, y aunque a Porco no parecía hacerle mucha gracia, siempre le dejaba hacer. Ella le abrazaba y aunque en otro momento, Porco le hubiera separado de inmediato, realmente sonrojado y echándole la bronca, en esta ocasión, se quedó quieto, inmóvil, sin siquiera responderle.
- ¿Pokko? –la chica se separó ligeramente
- No me aceptaron –susurró con la mirada baja –Mi hermano fue aceptado, pero yo no, el acorazado se lo dieron a Reiner…
Erica soltó un suspiro, le separó suavemente, tomándolo por los hombros y se agachó ligeramente para estar a su altura, solo para toparse con sus ojos tristes y desanimados.
- Esta bien, no pasa nada Pokko –murmuró tratando de poner su mejor sonrisa –Marcel-kun ha quedado ¿No es verdad? Eso significa que todo irá bien para su familia ¿No? –Porco abrió los ojos sorprendido y levantó la mirada hacia ella, que aún sonreía –Todo irá bien Pokko, además… yo… -mordió sus labios mientras sus mejillas se sonrojaban –Estoy feliz de que no fueras el elegido, porque bueno… tú me…
De pronto sintió un empujón que la desestabilizó, dio un paso atrás y cayó de sentón al suelo, levantó la mirada hacia Porco, quien la había empujado y ahora la veía fúrico
- ¿De qué demonios estás hablando? ¡Tú no logras entenderlo! Tú no sabes lo importante que es para mí esto, yo sería un Marleyano honorario, mi familia estaría tranquila, serían prácticamente Marleyanos, pero jamás podrías entenderlo, solo eres la niña consentida de tu padre, ¿Qué problemas podrías tener tú? Puedes hacer lo que quieras, puedes vivir donde quieras, obtienes todo lo que deseas ¡Tú no sabes lo que es ser yo! ¡Solo eres una estúpida Marleyana! ¡Y tú y yo jamás seremos iguales!
Erica se encontraba en el suelo, pasmada al verlo, casi con la boca abierta, mientras veía como, con furia, sacaba todo lo que tenía dentro, en esta ocasión contra ella, y comprendió porque era tan importante que no los vieran, porque llevaban tanto tiempo escondiéndose en ese lugar, las últimas palabras había dado respuesta, ellos no eran iguales, y eso dolía. Se levantó tranquila, sacudiendo nuevamente su vestido
- Ustedes son ya Marleyanos honorarios, tú y tu familia, aunque solo Marcel haya sido elegido, así que al menos no mientas, Porco. No es eso lo que te tiene tan molesto…
Y sin más dio la vuelta, mordiendo sus labios, con el corazón estrujándose en su pecho y dejándolo atrás, solo.
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Año 851
Había pasado un año de la derrota en la Isla Paradis, un año desde que Zeke había regresado únicamente con Reiner y Piek, desde que le habían informado que su hermano, Marcel, había muerto y desde que él había logrado recuperar al titán Mandíbulas. Caminaba por las calles de Marley, al lado de Piek, Reiner y los nuevos cuatro pequeños reclutas, y a pesar de aún llevar un brazalete en su brazo, esta vez en color rojo, no había conflicto alguno con ellos, ahora eran guerreros que veían por el triunfo de Marley, de pronto y como si una fuerza inentendible le llamara, volteó hacia la calle principal, justo en ese momento, de un auto bajaba una mujer, lucía una costosa camisa blanca, con una falda larga hasta sus tobillos del mismo color y un sombrero que le cubría gran parte de la cabeza, pero aun así pudo distinguirlo a la perfección, los largos y pelirrojos cabellos y los ojos grises que voltearon hacia él apenas por un segundo al bajar del auto, de inmediato, el hombre que le ayudó a bajar, un tipo alto de cabellos rubios y traje formal, Marleyano suponía, al no ver ningún brazalete, se acomodó a su lado, haciendo una perfecta escuadra con su brazo, que ella tomó con elegancia y se encaminaron hacia la derecha, hacia la mansión Rizzo, que él había olvidado por completo se encontraba ahí.
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- ¿Qué estupidez estoy haciendo? –se murmuró a sí mismo. Porco se encontraba recargado de espaldas en la pequeña terraza de la casa norte mientras fumaba un cigarrillo, había estado ansioso desde que la había visto bajar ese auto, pero lejos de tranquilizarle, el mismo olor le había asqueado, sacó todo el humo que aún tenía en sus pulmones y apagó el cigarrillo contra la pared –Si, soy un idiota… ¿Qué pensaba? ¿Qué iba a venir solo porque me vio? Si, claro –dio vuelta, dispuesto a irse, de no ser porque Erica entraba en el lugar.
- Hola Porco –le saludó tranquila
- Erica…
La chica lucía muy diferente a la última vez que la vio, justo en ese mismo lugar, había ganado un par de centímetros más, sin embargo él también y ahora la rebasaba por completo, sus cabellos anaranjados ahora estaban mucho más largos, anudados en un bonito moño color violeta suave, como las flores que su nombre significaba, sus enormes ojos, tan brillantes como siempre, estaban coronados por unas largas y espesas pestañas y mientras sus facciones se perfilaban, su cuerpo, de ahora 18 años, mostraba más curvas que antes, curvas que él no había notado, hasta hora.
Erica caminó hasta llegar a su lado, a paso tranquilo, con un rítmico sonar de sus tacones, le dio una última sonrisa antes de recargarse con los codos en la pequeña barda de la terraza, la altura del lugar no solo los ocultaba de cualquiera que pudiera verlos, también permitía el paso de pequeñas ráfagas de viento, Erica cerró los ojos disfrutando del clima y del viento que se mezcló entre sus cabellos, revolviéndolos y liberando el olor de su perfume que llegó rápidamente hasta él. Porco la observaba hipnotizado, hasta que la pelirroja sonrió y le miró de reojo, y él tuvo que desviar su mirada, tratando de ocultar el sonrojo de verse descubierto, por supuesto no lo logró, Erica lo había notado.
- Hace mucho no te veía –se animó al fin a hablar el castaño.
- Si –ella continuó con su mirada al frente –Papá decidió que lo mejor para mí era mantenerme lejos de Marley por un tiempo, así que he estado viajando estos últimos 5 años
- Así que por eso no volviste a venir…
- Si, ese día, papá tomó la decisión, así que simplemente hizo mis maletas y me subió en el primer barco que zarpaba de aquí, tal vez podía haber regresado y despedirme, pero…
- Me comporté como un idiota ese día –completó, ella soltó una risita
- Algo así –volteó hacia él y se acercó un par de pasos más hasta casi tocarlo –¡Vaya! Ahora eres mucho más alto que yo, creo que no te podré llamar Pokko nuevamente
- Está bien, puedes llamarme así, si tú lo quieres –murmuró, desviando la mirada, Erica pareció sorprenderse ligeramente, Porco tragó saliva alejándose un par de centímetros y se recargó con los codos sobre la barda, tal y como ella lo había hecho antes
- Escuche que al fin habías realizado tu objetivo, ahora eres el titán Mandíbulas… ¿No es así? –preguntó sin desviar la mirada de él. Porco no volteó a verle, guardó un momento silencio y soltó un suspiro
- Si, Marcel murió y volvieron de la isla con la que había robado el poder de su titán, la devoré y ahora es mío –Erica lo observaba atenta y luego sonrió sin ganas, volteando hacia donde Porco veía
- Ya veo… siento lo de Marcel, pero aun así, debes de estar feliz ¿No es así? Tienes todo lo que quisiste, eres un Marleyano honorario, tuviste el honor de ser un elegido, aunque sea del Mandíbulas. Aunque conociéndote, supongo sigues molesto por que deseas el Acorazado de Reiner-kun ¿Verdad?
Porco guardó silencio, esta vez más largo que el anterior, su vista se había perdido en el horizonte, hacia el campo de entrenamiento, donde seguramente los nuevos cadetes estarían esforzándose por tal honor, como él y su hermano habían hecho. ¿Había logrado su objetico? ¿Esto es lo que él quería? No era la primera vez que se lo preguntaba y ahora, la dulce voz de Erica lograba solo confundirlo más.
- No lo sé… -murmuró al aire – No sé si estoy feliz –Erica volteó hacia él sorprendida –sé que esto es lo que siempre había querido, debería estar feliz, pero no lo estoy, perdí a Marcel y te perdí a ti, y simplemente no he podido sentirme feliz desde entonces –se sinceró, aunque parecía de manera inconsciente puesto que ni siquiera había volteado hacia ella, perdiéndose como las mejillas de la chica se sonrojaban y su corazón se aceleraba
- ¿Cuántos años? –preguntó Erica
- ¿Eh? –volteó hacia ella confundido
- ¿Cuántos años te quedan? –volvió a preguntar, esta vez más específica y fijando sus ojos en los del chico.
- 12 años –contestó él, después de un momento
- Entonces… deberíamos aprovecharlos –murmuró, mientras tomaba la chaqueta militar de Porco y jalaba hacia ella, besándolo.
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Año 1854
Las noticias sobre la victoria y recuperación del fuerte Klova había llegado hasta Liberio, donde un grupo de líderes militares se habían reunido para la celebración, por supuesto integrando también al Sr. Rizzo, Erica había insistido mucho a su padre en ir, y él accedió, incapaz de negarle algo, aunque a ella poco le importaban los asuntos militares del país, su objetivo real era acudir al edificio central, donde uno de sus enormes ventanales daba frente de la estación del tren, donde pronto arribaría Porco. No le había agradado en lo más absoluto su partida hacia Klova, sin embargo, no era algo que pudiera evitarse, Porco, Piek, Reiner y Zeke eran más que esenciales en una batalla como esa, además, sabía que se encontraba bien, la noticia de la pérdida de un titán se sabría rápidamente, sin embargo eso no quería decir que no pensara en él, habían pasado un largo tiempo desde la última que habían estado juntos y ahora, lo único que tenía en la cabeza era verlo bajar, sano y salvo.
- Entonces esa niña, Gabi Braun ha hecho una gran hazaña –escuchó decir a su espalda, donde, en una mesa redonda se discutían los detalles de la victoria
- Es muy buena, con las mejores calificaciones, seguramente será un buen Acorazado –afirmó uno de los personajes más viejos en la mesa
- ¿Y de los otros? ¿Quién conseguirá al Carguero? –preguntó, esta vez su padre
- Falco sigue muy de cerca a Gabi –aseguró el comandante Magath, Porco le había comentado alguna vez que era quien más involucrado estaba con los cadetes –Aunque por sus habilidades, creo que mejor para heredar al Carguero sería Udo
- Falco… –murmuró su padre –Colt es su hermano ¿No es verdad?, él es perfecto el titán bestia, un líder nato –todos asintieron de acuerdo
- ¿Y el Mandíbulas? –peguntó un hombre, que parecía más ocupado en su trago que realmente lo que se hablaba ahí, Erica sintió su estómago revolverse.
- Aún le faltan 9 años –aseguró Magath –Tenemos aún tiempo para él, ya que Galliard lo tomó hace apenas un par de años, tal vez decidamos más adelante
Todos asintieron estando de acuerdo, mientras Erica fruncía el ceño sin despegar la vista del ventanal, el tren se acercaba. Al fin llegó a la estación, dejando abrir las puertas de los vagones, donde los primeros y más lujosos eran de los soldados Marleyenses, mientras de los siguientes, mucho más austeros, se descargaban cientos de soldados Eldianos, aquellos que, los hombres a su espalda, acababan de referirse no más que como herramientas. Sus ojos se deslizaron entre la gente, ansiosos, hasta por fin lo hallaron, bajando de uno de los vagones, con su atractivo porte y su chaqueta militar, mientras llevaba a cuestas a uno de los cadetes mayores, Colt, estaba segura.
Porco dejó al chico rubio sentado en uno de las cajas de madera de la estación, y levantó la mirada hacia el edificio, muy seguro de que ella estaría ahí, esperándole, el reflejo no ayudaba, pero apenas pudo distinguir su figura, soltó una sonrisa, seguro de que era ella la que estaba observándolo, Erica sonrió también y entonces lo vio caminar hacia el Gueto, aquella zona cercada donde ellos eran recluidos.
El gueto era la parte de la ciudad que menos le gustaba, y por nada de lo que los demás Marleyano pensaban, le desagradaba el hecho de las murallas que los separaban, que sus puertas permaneciera cerradas la mayor parte del tiempo, que fueran separados como si fueran diferentes, como si Porco no fuera igual que ella. Adentro, las personas con los brazaletes en sus brazos esperaban ansiosos el regreso de sus familiares, arremolinados a unos metros de las puertas, que en cuanto se abrieron, permitieron al fin a las familias reunirse después de todos esos meses, Erica observó cómo los pequeños cadetes corrían animados a abrazar a sus familias, al igual que el resto de los guerreros, incluyendo a Porco, que se acercaba y abrazaba a dos adultos mayores, sus padres.
- Erica, es hora de irnos –la voz de su padre llamó su atención
- Si –contestó, antes de dar el último vistazo y dar la vuelta para dirigirse a la parte de Marley que le correspondía.
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Se encontraban en la cama, en aquel único lugar donde nunca les habían descubierto y que incluso, ahora habían acondicionado para poder estar cómodos. Porco estaba acostado, mientras ella se encontraba sobre él, recostada contra su pecho, escuchando su corazón, mientras Porco acariciaba sus cabellos con dulzura.
- Estaba preocupada –murmuró bajito –tardaste mucho tiempo en esta ocasión
- Lo siento, fue una batalla larga –suspiró el aroma de sus cabellos, a brezos–Pero ya estoy aquí, además ¿Qué podría pasar? Soy un titán después de todo –sonrió orgulloso –Y esta batalla fue una gran victoria, Marley estará segura por mucho más tiempo.
Erica frunció el ceño con molestia, disgustada ante la lealtad que Porco tenía el país y con su gente, aquellos que la reunión del día de ayer, discutían sobre su reemplazo y estaba más que segura que lo matarían apenas pasaran un par de años más.
- ¿Y eso hará de que seamos iguales? –murmuró nuevamente, levantando ligeramente la cabeza, para esta vez verlo a los ojos, Porco frunció el ceño.
- No quiero entrar a esa discusión de nuevo –le advirtió
- Estoy cansada de esto –insistió, levantándose de sobre él, Porco soltó un bufido y se levantó de la cama, sentándose en el borde
- Hemos hablado de esto, Erica –gruñó, dándole la espalda –No es posible, sabes lo que significaría para ti que supieran esto, la perdida de tu estatus, aunque seas una Rizzo, estoy más que seguro que todos te darán la espalda, incluso tu padre, no tendrías lugar
- ¿Y eso qué? –Gruñó ella, levantándose de la cama y buscando su ropa –No es como si algo de eso me importara, estoy cansada de esconderme, lo que hay entre nosotros no le compete a nadie, mucho menos lo que siento por ti. Además siempre vas por ahí, haciéndote el héroe y tratando de salvar a Marley, como si todo eso hiciera una diferencia, como si con eso lograran que aceptaran que te amo –dijo con molestia, colocándose la blusa, él la detuvo, tomando su mano, Erica volteó hacia él con el ceño fruncido –¿Qué?
- ¿Qué has dicho?
- He dicho mucho hoy –contestó a la defensiva
- ¿Has dicho que me amas? –ella abrió los ojos con sorpresa y se sonrojó completamente, soltó su mano avergonzada, mientras desviaba la mirada.
- No… -trató de corregir
- Lo he escuchado, lo has dicho –Porco la veía con una sonrisa, ella chasqueó la lengua
- Bueno, siempre has sabido que lo hago, ahora eso no… –no pudo continuar con su reprimenda, Porco la había jalado del brazo y arrojado a la cama con él encima, empezando a repartir besos por su cara –¡No Pokko! ¡Espera! –trató de regañarle entre risitas
- Sabes yo también te amo ¿No? –murmuró, parando los beso y acorrucándose sobre ella. Erica suspiró y pasó los dedos por sus cabellos
- Lo sé… –murmuró –Pokko… Aún sigue en pie la idea, podríamos irnos, podría robar dinero de papá, tomaríamos un vuelo o viajaríamos en barco, y nos iríamos de aquí
- ¿A dónde? –preguntó, acomodado sobre su pecho, escuchando su corazón latir
- A cualquier lado, en donde nadie nos conozca. En esos años de viaje hice muchos amigos, puedo pedirles su ayuda, estoy bastante segura que si se los pido, nos ayudarían a salir de aquí sin que nadie se enterara
- No puedo irme, mis padres…
- Nos iremos, los cuatro –contestó de inmediato, Porco guardó un poco de silencio, mientras sopesaba la idea, luego soltó un suspiro.
- No hay lugar para un Eldiano, nadie querría cerca a un demonio como yo –susurró bajito
- Tienes un lugar, tu lugar es conmigo Pokko… y donde quiera que yo este –lo abrazó aún más contra ella, y besó sus cabellos –Vámonos, vámonos lejos y vivíamos juntos el resto de años que te quedan
- ¿Y después de eso? ¿Qué harás después de esos años? ¿Acaso te irás con ese con quien vas todo el tiempo? –Soltó en un gruñido que causó una risita en Erica. Había un hombre que le pretendía, atractivo, de buena y adinerada familia, un buen partido sin duda y en más de una ocasión su padre había tratado de emparejarlos, sin embargo, ella siempre había pasado de cada cita acordada, prefiriendo al testarudo soldado Eldiano. Porco había reñido en cuanto se lo había contado, sin embargo ella le había causado gracia, le encantaba la idea de los celos que el castaño podía sentir por ella, aunque sin lógica alguna, pues nunca le cambiaría, ni por el rubio Marleyano, ni por nadie.
- Tal vez… En especial si no nos vamos pronto –Porco gruñó y se levantó de ella para tomar sus muñecas y apretarlas a los lados de su cabeza
- No estés jugando, Erica –soltó en un gruñido
- Entonces vámonos –sonrió juguetona, él pareció pensarlo
- Déjame pensarlo –ella frunció el ceño e iba a empezar su reclamo, cuando las manos de Porco se deslizaron por sus piernas con caricias, ella jadeó mientras su piel se erizaba y soltó un suspiro, derrotada.
- Esta bien. Solo no tardes... Pokko…
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-¡Señorita Erica! ¡Señorita Erica! ¡Rápido! ¡Baje a resguardarse! –una mujer de sus sirvientas le gritaba desde la puerta, tratando de cubrirse, mientras ella se encontraba en el borde de la azotea del edificio, observando con los ojos bien abiertos la destrucción de Liberio.
Eren Jaeger acababa de atacar la ciudad, convirtiéndose en el titán de ataque y empezó a pisotear a todos los altos mandos militares que se encontraban en las gradas, escuchando el discurso de Willy Tybur. Por suerte, ella no se encontraba en el sitio, llegaba tarde con su padre y le dio justo tiempo de arrastrarla alejándola del peligro, hasta resguardarse en el edificios más lejano que pudieron, mientras, a algunos metros, los titanes de Marley entraban en batalla. De pronto, una fuerte explosión la tiró al suelo, los barcos de Marley se habían levantado hacia el cielo y todo se había iluminado, como si una enorme bomba hubiera estallado, el titán colosal había aparecido. Se levantó y casi gateando llegó nuevamente al borde, retirándose el despeinado cabello del rostro, buscando con desesperación por todo el campo de batalla, donde el cuerpo del Martillo de guerra yacía en el suelo, un grito resonó en el lugar, el Mandibula acababa de abalanzarse nuevamente sobre el de Ataque, mientras una pequeña figura, un demonio de Paradis se deslizaba por los aires a su alrededor.
- Pokko…
De pronto, las extremidades inferiores del Mandíbula se separaron de su cuerpo, interrumpiendo su ataque, el demonio de Paradis lo había hecho, el titán de Ataque no desaprovechó la situación, tomó al Mandíbula, arrojándolo al suelo y con furia empezó a desmembrarlo.
- ¡No! ¡Basta! ¡Para! –gritó con fuerza, sin posibilidad de ser escuchada
El titán de ataque levantó al Mandibula del suelo, lo llevó hasta arriba de él, apretando su cabeza, hasta que la sangre escurrió hasta su boca, para después arrojarlo contra el suelo, una y otra vez, sin piedad alguna.
- ¡No Porco! ¡Porco! –Se puso en pie, acercándose lo más posible al borde, casi a punto de caer, gritando con desespero su nombre
Un tirón de su brazo la alejó, hacia el centro del edificio, su padre había aparecido y la veía con el rostro aterrado, lo veía gesticular, pero no pudo escuchar lo que decía y la arrastró adentro del edificio, tomándola con fuerza de la cintura y dejando que la última visión que tuviera fuera la del titán de Ataque, tomando lo que quedaba del cuerpo del titán de Porco, acercándolo a su boca.
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Erica salió a las calles, por primera vez en días, su padre la había recluido en casa, lo más alejada de donde el ataque había iniciado, pero después de un par de días y de que todos bajaran la guardia, al fin había encontrado la manera de escaparse. Caminó por las calles desiertas, donde antes había sido el campo de batalla, Marley aún no podía recuperarse, los edificios estaban destruidos y no dudaba que algunos cuerpos aún se encontraran bajo todos esos escombros, llegó a donde Eren había emergido, notando las marcas en el suelo y los edificios, seguramente hechas por las garras de Porco.
A la derecha, quedaban los restos del viejo edificio, aquel en el que ella y Porco desaparecían y podían estar juntos, estaba segura que su querida habitación se encontraba bajo los escombros, muy seguramente porque algún titán había caído sobre ella, observó los trozos de paredes en el suelo, todo hecho trizas, seguramente como Porco se encontraba. Las lágrimas comenzaron a bajar y cayó de rodillas, desolada.
- Pokko –murmuró tocando una de las marcas en el suelo, que estaba segura que sus garras como titán había hecho.
- Ese maldito demonio de Paradis
Escuchó a su espalda al igual que el sonido de pisadas, un par de hombres se aproximaban, se levantó rápidamente y se ocultó detrás de un pedazo de escombro.
- Destruyó todo –contestó el otro, un hombre que llevaba varias cajas cargando
- Ese maldito Eren Jaeger –gruñó el primero –Robó el titán martillo antes de que los otros demonios se lo llevaran
- Lo sé, al menos los otros titanes están a salvo…
- Si
La pelirroja abrió los ojos con sorpresa, dejando de lado el resto de la charla, si lo que decían era verdad, eso significaba que Porco estaba vivo. No había acabado de procesar todo, cuando ya se encontraba corriendo, en dirección al campo de entrenamiento, hacia la zona donde usualmente llevaban a los titanes y a los soldados heridos. Había entrado al edificio sin dar explicaciones, corriendo por los pasillos y aunque algunos trataron de frenar su paso, había hecho uso de su nombre, y por supuesto su apellido, para pasar por encima de todos, y obtener información de donde estaría Porco.
Llegó hasta la puerta que le habían indicado, con dos militares a su espalda que trataban de frenarla, pero ella pasó de ellos y abrió la puerta de golpe. Al frente se encontraban tres camas, con tres personas diferentes, Reiner, Piek y en la última, Porco.
- Pokko –murmuró al verle, con vendas y algunas marcas de batalla visibles, Porco que se encontraba viendo por la ventana dirigió su vista a la puerta, abriendo los ojos con sorpresa al reconocerla
- Erica…
- ¡Pokko!
Soltó un grito, mientras las lágrimas desbordaban por sus ojos, entró a la habitación y se arrojó sobre la cama en la que él estaba. Porco abrió los brazos y la apretó contra él, tomándola de la cintura y pegando su rostro a sus cabellos, llenándose con su peculiar aroma.
–¡Pokko! ¡Pokko! –jadeaba la chica, sin poder evitar sus lágrimas, mientras él repartía besos por su cabello y rostro
- Erica ¿Estas bien? –Subió sus manos hasta tomar las mejillas de la chica y permitirle verla mejor –Pensé que…
-¡También lo pensé! ¡Lo vi todo! Vi como ese monstruoso titán te tomó del cabello y… –Porco la calló con un beso
- Lo sé, lo sé, pero estoy bien, estamos bien… -volvió a abrazarla, dejando que ella se acurrucara sobre él
Desde la puerta, el par de hombres veía la escena con los ojos bien abiertos, y podría apostar que con la boca abierta, no era nada normal la relación entre un noble y un militar, a menos que este tuviera un alto puesto. Mucho menos era bien vista la relación entre una noble Marleyana con un guerrero Eldiano, y ahora frente a ellos, Erica Rizzo se encontraba sobre el regazo del titán Mandíbula. El carraspeo a su derecha llamó su atención, desde una de las camas, Piek Finger se levantaba lentamente de la cama para quedar sentada y les ofrecía una extraña sonrisa.
- Sé lo que esto parece –inició –Y estoy muy segura que es inconcebible para ustedes, pero por favor, por ahora ¿Podrían dejar solo a mi compañero y la señorita Rizzo? Estoy bastante seguro que ella les recompensará ampliamente en cuanto salga…
Piek era agradable, la más agradable de todo el grupo, había formado fuertes relaciones con muchos militares y la mayoría de personas le tenían gran estima, así que el par de hombres, después de darse una mirada entre ellos, asintieron y cerraron la puerta.
Erica levantó la mirada hacia la chica, al igual que Porco que la veía agradecido
- Yo –empezó Erica
- Más les vale que me expliquen esto –soltó un suspiro –Ya lo suponía, claro, pero me lo deben –Murmuró. Erica asintió con la cabeza y volvió a acomodarse sobre Porco, quien acariciaba sus cabellos
- ¿Podría esperar? –preguntó el chico
- Si, supongo tenemos tiempo –contestó Piek, dirigiendo su mirada hacia la ventana
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- ¿Qué le dirás a la princesita? –preguntó Piek, mientras caminaba al lado de Porco, esta soltó un chasquido de molestia
- Qué es una misión importante
Hace apenas unos minutos acaban de salir de una reunión que el ahora, general Magath, había convocado, al parecer Zeke les había engañado a todos, traicionó a Marley y había huido con Eren Jaeger a la Isla de Paradis. Como respuesta a la traición, Piek y él serían enviados a Paradis, donde le tenderían una emboscada, con la finalidad de recuperar al resto de los titanes.
- ¿Y te dejará ir? –Preguntó de nuevo Piek, esta vez con un poco de burla
- No molestes, Piek –soltó en un gruñido
- Solo sé que la pequeña princesita Rizzo se molestará con Pokko –recalcó su apodo con una voz chillona
- No me llames así –le advirtió, volteando hacia ella con el ceño fruncido
- Bueno, cuando ella lo hace no parece molestarte –contestó con una extraña sonrisa, adelantándose a él
Porco soltó un suspiro y pasó las manos por su cabello, aunque Piek solo quería molestarlo, estaba más que seguro que la pelirroja no estaría anda feliz con la misión.
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- ¡No! ¡No puedes irte! –casi gritó y Porco tuvo que espiar detrás de ellos, temiendo que alguien los haya escuchado y descubrieran donde estaban escondidos, sentados detrás de un abandonado callejón.
- Erica –trató de razonar –Entiende, esta misión es muy importante, si traemos a Eren…
- ¡No! ¡Entiende tú! –le interrumpió –Es una misión suicida ¿Acaso no recuerdas lo que sucedió aquí? Porque yo si lo hago, perfectamente.
- Esta vez será diferente –le aseguró –Eren Jaeger nos atacó por sorpresa, esta vez nosotros lo haremos, y tendremos la victoria
- Casi te pierdo Pokko. Casi te pierdo por esa estúpida idea de lealtad que tienes, no le debes nada a Marley, ya has sufrido suficiente, ya hemos sufrido suficiente –Erica trataba de llorar, pero de nuevo las lágrimas escapaban de sus ojos y Porco levantó su mano tratando de limpiarlas –Porco… ¿Quién te interesa más? ¿Marley o yo?
El castaño bajó la mano y guardó silencio, observándola con dolor, ¿Cómo podría preguntar aquello? ¿Cómo era capaz de poner en una balanza su amor por ella y su lealtad ante Marley?
- No es justo Erica, no puedes hacerme esto –contestó al fin, pero Erica solo lo vio con dolor, con lágrimas nuevas bajando de sus ojos
- Te has equivocado en la respuesta –susurró, y se levantó del suelo, dispuesta a irse, Porco la vio dar un par de paso e instintivamente tomó su mano, deteniéndola
- A ti, te elijo a ti –contestó de inmediato y Erica se detuvo –Tengo que ir Erica, pero solo será esta vez –se apresuró a completar –Te lo prometo, esta será la última vez, iré a esta misión, pero no importa si ganamos o no, si capturamos a Eren o no, yo regresaré y entonces nos iremos –Erica abrió los ojos sorprendida y se aproximó a él
- ¿Nos iremos? ¿En verdad?
- Así es, nos iremos, a donde tú me digas
- ¿lo prometes? –suavizo su voz
- Lo prometo –le aseguró
Erica se arrojó hacia él, sentándose de inmediato a horcadas sobre sus piernas, abrazándolo y acorrucándose en su pecho.
- Está bien, solo esta vez y nos iremos –el asintió, acariciando sus cabellos –Pero… debes prometerme también, que no pasará nada con Piek
- ¿Piek? –Preguntó confundido –¿Qué hay con Piek?
- Te irás con ella y se infiltrarán los dos, solos –murmuró contra su pecho, y aunque trató de evitarlo, al final pupero él pudo notar un tono de puchero en su voz –Son muy unidos –gruñó –Y ella es muy guapa
- Debes estar de broma –soltó con una sonrisa
- Promételo –volvió a exigir, el soltó una risita y sostuvo su cintura, apretando su cuerpo contra el de él.
- Bien, bien. Lo prometo –le aseguró, divertido –Pero si me entero que has hecho algo con el rubiecito ese, entonces puede que aproveche con Piek
- Idiota –le ofendió Erica, sin embargo únicamente causo gracia en él. La pelirroja se enderezó y rápidamente se apoderó de sus labios, en un beso, con la esperanza de que pronto volvería.
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El plan no había funcionado. A pesar de los esfuerzos de todos, a pesar del factor sorpresa, de la emboscada, al final Eren Jaeger y los suyos eran demasiados y no conformes con eso, Zeke también había actuado a favor de los eldianos. Porco y Reiner habían sido nuevamente masacrados por el titán de ataque y ahora todo se iluminaba, en cuanto Zeke había gritado y había trasformado a los eldianos en titanes.
El pequeño hermano de Colt, Falco, también había sido afectado, y aunque había escuchado como claramente Colt le había pedido a Zeke que se detuviera por él, el titán bestia no había hecho caso, prefiriendo sacrificar al pequeño niño, y mandarlo contra Reiner. Falco, convertido en titán se abalanzó sobre el titán acorazado, quien estaba lo suficiente lastimado para moverse, se dirigió de inmediato hacia su nuca mordiéndola, a punto de sacar a Reiner para devorarlo.
De pronto, el titán dejó de intentarlo, volteó hacia su derecha, frente a él había un mejor premio, Porco había dejado atrás su titán y se presentaba frente a él, como un humano, con el cuerpo lastimado y sangrante, donde faltaban trozos del dorso del lado izquierdo y parte de su lado derecho del rostro.
- Ya no me quedan fuerzas para regenerar mi cuerpo, pero no pienso morir en vano –Porco comenzó a caminar hacia el titán, tambaleándose –He visto los recuerdos de mi hermano mayor, engaño al ejército para que convirtieran a un inútil pusilánime en guerrero… solo lo hizo para protegerme –soltó en una risa ahogada, Falco se lanzó directo hacia él.
- ¡Espera, detente! ¡No lo hagas Porco! –gritó Reiner, incapaz de moverse, Porco lo observó y sonrió satisfecho
- Con esto lo dejo en claro, hasta el final yo siempre fui mejor que tu... –Falco corrió hasta tomarlo entre sus dientes, Porco cerró los ojos, con la única imagen que le interesaba tener en ese momento en su cabeza, a una joven de cabellos naranjas, ojos grises y sonrisa cálida –Lo siento Erica, no podré regresar hoy…
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En Marley, en una habitación iluminada por el sol, Erica se encontraba en su escritorio, escribiendo con su perfecta caligrafía una carta, a su lado se encontraban varios sobres, uno de ellos abierto con una extensa carta.
- Listo –sonrió al firmar la hoja al final, la contestación a una de las cartas que apenas hace unas horas había llegado. Uno de sus amigos cercanos, le había respondido casi de inmediato, en la carta le decía lo feliz que sería de darle asilo en su país, y que le ayudaría a salir de Marley en barco, a ella y a cuantos quisiera sin ningún problema. La chica metió la carta en el sobre y la selló, sonrió emocionada, mientras acariciaba el sobre con sus dedos, su salida estaba lista, observó por la ventana, donde el sol irradiaba un agradable calor sobre ella.
- Pokko… espero que te guste el cálido clima del sur…
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Mientras, a lo lejos, en la parte más adentro del bosque, un cerdo, herido por una flecha de algún cazador corría, dejando un rastro de sangre, el pobre animal salió a un claro, con las pocas fuerzas que le quedaban y cayó ahí, cansado, derramando su sangre sobre un campo de olorosos bresos…
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Nota de la autora:
Porco significa en italiano cerdo
Erica significa en italiano brezo, que son flores rosas- púrpura moradas.
