Advertencia: esta historia contendrá algunos fetiches que quizás no sean del agrado de todos, y me disculpo por eso en caso de que arruine la historia para ti, el lector. Pero decidí dejar ir mi imaginación, para poder escribir la historia que quería hacer. Espero puedas perdonarme.

Fetiches presentes en esta historia: Vello Axilar femenino, Vello púbico femenino, Sudor, Leche materna, Nyotaimori, Semen sucio, Ligero BDSM

Fate/Grand Order.

Las aventuras Cuckquean de Morgan II.

One-shot.

Ritsuka x las Tam Lin

"Una luna de miel sin igual"

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-[Preludio: El marido de la reina]-

Al meditar sobre ello, pese a que se conocieron hacía mucho tiempo durante su enfrentamiento en Faerie Britain, aquél encuentro primerizo no fue nada en comparación a cuando llegó a Chaldea por primera vez.

Ritsuka apenas y podía caminar esa mañana, principalmente dos motivos. El principal; Tamamo y Nero lucharon por su atención toda la noche, obligando al Master cuarenta y ocho a tragarse una taza de café para mantenerse despierto. Ritsuka, por supuesto, no se quejaba ni odiaba a ninguno de sus amigos, tantos años tratando de salvar el mundo, para este punto Chaldea se había vuelto su familia.

Para bien... y para mal.

"Oye tonto, ¡ponme atención cuando te hablo!"

Jeanne alter estaba agarrada a su brazo derecho mientras caminaba, la Avenger albina se frotaba constantemente contra el cuerpo de su novio, haciendo que le fuese casi imposible moverse porque a su izquierda, la contraparte adulta de Lady Nobunaga repetía la misma acción, teniendo a las dos Avengers luchando por su atención, cada una de ellas intentaba arrastrarlo hacia la cafetería para desayunar juntos, mezclado con el hecho de que tuvo solo dos horas de sueño...

Era entendible el por qué se tomaba su tiempo en seguir las órdenes de Da Vinci y Mashu.

La rey demonio pelirroja bufó ante su exigencia, mientras miraba a la pequeña alimaña que se aferraba tan desesperadamente a su sirviente como si su vida dependiera de ello.

"No la escuches, Ritsuka. No hay motivo alguno por el cual mi Master deba escuchar a una bruja."

"¡¿Huuuuuuuuuhhhh?!"

Los ojos dorados de la creación de Gilles de Rais brillaron con ira mientras sus brazos estrujaban a Fujimaru aún más fuerte, la Nobunaga más alta apretó sus párpados. La verdad sea dicha, Jeanne Alter siempre había odiado la actitud infantil de Oda Nobunaga, el hecho de que su clase cambiase a Avenger y que se separase en tres entidades diferentes durante "Guda Guda Final Honnoji" en Junio del 2021 la enfureció mucho más.

Porque significaba que ahora tenía que lidiar con ella a diario… el doble que antes.

Su odio por la Tonta de Owari incrementó hasta tal punto que preferiría lidiar con Arturia Alter.

Fujimaru tomó la oportunidad que le dieron; ya que se separaron de sus brazos para mirarse mutuamente, con relámpagos entre ellas. Su cansado y lento pasar hacia el cuarto de invocación, donde su media naranja le esperaba con una sonrisa. Ver su rostro le lleno de energía, rápidamente intentando arreglar su camisa para verse decentemente presentable.

"Buenos días, Senpai."

Saludó Shielder, caminando hacia él en busca de afecto. Su corazón latía de ilusión y alegría mientras la mujer le miraba. La verdad sea dicha… Ritsuka no era tan alto pese a ser un saludable hombre de 22 años con mucho sueño. Mashu era más alta que él por unos cuantos centímetros, pero era una de las cosas que más le gustaban, pues al paso de los años, desarrolló un hábito a ser mimado… probablemente por culpa de Raikou.

Mashu no era la excepción.

"Buenos días... Mashu..."

Su voz sonaba cansada, preocupando a su amante. La chica de cabello rosa curvó sus cejas mientras sus manos acariciaban el cabello de su master, oliendo el delicioso shampú que se puso aquella mañana. Al menos logró tomar una ducha, gracias al cielo. Tantos años siendo parte de esto, ya conocía todos sus hábitos, jamás podría cansarse de él.

Cuando sintió al hombre frotar su cabeza contra su mejilla como haría un perrito, la hizo querer sostenerle entre sus brazos y tomar sus labios ahí mismo. Kyrielight se dio cuenta de todos los años que habían pasado, cuando Ritsuka y ella se conocieron durante la incineración de la humanidad, era un joven de dieciséis años, al igual que ella.

Pero ahora estaban más cerca de sus veintitrés.

"Senpai... por favor, permíteme..."

Musitó, queriendo quitarle algo de fatiga. Ritsuka cerró sus ojos ennegrecidos con una sonrisa débil, la mujer se acercó al rostro del hombre que amaba, en efecto tomando sus labios en un beso dulce y amoroso. Estaba más que segura que no había sido la primera en probarlo esa mañana, pero luego de tantos años, aprendió a aceptarlo.

"¡HEY! ¡No me besaste con tanta pasión cuando te desperté esta mañana!"

Gritó la Avenger de cabello blanco, deteniendo su discusión con Nobunaga por un momento, ninguna de ellas feliz ante la vista, pero obviamente no intervendrían. Ritsuka se separó de la boca de su amada, rompiendo también el abrazo para voltearse a las dos servants que le acompañaron, haciendo una reverencia como forma de disculpa, pese a saber que tendría que darle a cada una de ellas un beso para dar a entender su punto.

El mago volteó a encarar a su amante original, quien asintió apuntando con su mano al círculo de invocación en medio del cuarto. Ritsuka dejó salir un suspiro, desesperadamente necesitaba una barra de chocolate y otra taza de café para mantenerse despierto. Encargarse del líbido de Tamamo no habría sido un problema tan grande, ni tampoco Nero… ¿pero ambas al mismo tiempo… sin manzanas doradas... ?

Era demasiado y él no era un íncubo.

[Círculo de invocación preparado. Por favor inicia el ritual de invocación, Ritsuka-kun]

Desde el cuarto de comando, la voz de Da Vinci educadamente le pidió comenzar, Goredolf bebía una taza de té mientras miraba la pantalla, Holmes, Sion y Muniere también estaban presentes para ver desde la distancia. Los signos vitales de Ritsuka eran saludables… al menos, tanto como podían estar dada su actual condición.

Tras tantos años, ya había aprendido a recitar el cántico de memoria, solo podía esperar que, si alguien en efecto respondía su llamado el día de hoy, no sería alguien muy problemático que causara una escena, especialmente con Jeanne Alter y Lady Nobunaga allí presentes.

"¡Hey! ¡Date prisa! ¡Estoy aburrida!"

Sin importar que tan cansado estuviera, Ritsuka no pudo evitar sonreír ante sus palabras, con algo de nostalgia por lo mucho que habían cambiado las cosas entre ellos luego de 2020. Había aprendido la personalidad de Jeanne Alter por completo mientras luchaban contra los planes de BB en Luluhawa, y realmente se enamoró de ella una segunda vez.

Tal vez podría invitarla a comer algo de helado luego de esto, y una hora de Shogi Lady Nobunaga debía ser más que suficiente para satisfacer a la Reina demonio del sexto cielo, contraria a su contraparte más joven, la pelirroja prefería los detalles pequeños, así es como ella mostraba su amor por él, a su manera especial, única y elegante.

"Lo siento, lo siento, ya empezaré..."

Tosió para aclarar su garganta, extendió su mano derecha donde estaban sus hechizos de comando, canalizando su mana en dirección al círculo de invocación de Novum Chaldea. Ritsuka cerró sus ojos, sintiendo como sus circuitos mágicos empezaban a quemarse y reaccionar ante el patrón en el piso brillar con una bella luz.

"Hierro y Plata como base. Piedras y el Archiduque de Pactos como cimientos. Las puertas cardinales se cierran. Comienza desde la corona y sigue el camino bifurcado que te lleva al reino."

Conforme continuaba, un tinte carmesí emergía de sus hechizos de comando. El patrón brilló con mayor intensidad; estaba funcionando. Goredolf miró a Holmes y Da Vinci, que asintieron cada uno con una sonrisa. Sion, con sus brazos detrás de su espalda, se percató de que los niveles de magia se alzaban como debía de ser, eso era normal...

Lo que no era normal...

"¿Va en más del cincuenta por ciento nada más empezar?"

Murmuró el rubio con una expresión de sorpresa. Quien sea que estuviese saliendo de aquel ritual era alguien o muy poderoso, o gigantesco. Y dios, no necesitaban otra King Protea, con una era más que suficiente. La mujer del instituto Atlas tenía un mal presentimiento, y al ver los rostros de la castaña y el detective, probablemente pensaban lo mismo que ella.

Ritsuka, sin embargo, no estando al tanto de la situación ni de las rarezas que sucedían, siguió comportándose como hacía cada mañana.

"¡Te lo ordeno, ven a mí! Tu espada controlará mi destino; siguiendo las normas del Santo Grial, ¡responde si aceptas mi voluntad y razón!"

Las esferas en el círculo, que ya giraban de por si, empezaron a brillar en un tono azulado, el vórtice azul blanquecino de magia pura no tardó en aparecer, uno con el cual ya estaba familiarizado. La conexión al torno de los héroes se había establecido exitosamente, mientras que la base de datos de Novum Chaldea automáticamente comenzó a encontrar similitudes entre las lecturas que recibían y los cientos de registros mágicos que tenían registrados.

Cuando lo vieron reflejado en la pantalla, sintieron escalofríos. Goredolf soltó su taza, horrorizado.

Da Vinci perdió todo el color de su rostro, aún recordando el sentimiento de estar al borde de la muerte de no ser porque Ritsuka rompió sus límites, dándole a Arturia todo el mana que pudiese para que siguiera utilizando "Garden of Avalon", y ni siquiera eso fue suficiente para defenderlos apropiadamente. De no haber estado Mashu con ellos ese día...

Habrían muerto.

"¡APÁGALO ASESORA TÉCNICA! ¡APÁGALO AHORA! ¡NO PODEMOS DEJAR QUE ESA MUJER PONGA UN PIE EN ESTE LUGAR! "

Gritó el director de Chaldea, mirando a la pequeña Rider, Da Vinci se paró de su asiento, permitiendo que Sion se sentara, rápidamente intentando, junto a Muniere, cortar la conexión de Ritsuka con el ritual de manera remota. La Servant corrió a todo lo que daban sus cortas piernas, Chaldea había formado muchos contratos con antiguos enemigos al paso de los años, diablos… incluso tenían al bastardo de Limbo poco después del incidente en Heian-Kyo...

¿Pero ella?... era totalmente diferente.

"¡Juro aquí que seré todo lo bueno del mundo eterno… !"

Gotas de sudor comenzaron a caer de su piel, ya no se trataba de que estaba cansado físicamente, sino que estaba usando toda la magia que tenía. Los pies del pelinegro se aferraron al suelo, intentando luchar la tormenta de magia frente suyo. Había pasado mucho tiempo desde que invocó a alguien tan poderoso, la última vez que había sucedido algo similar, fue cuando invocó a Romulus-Quirinus.

Ya podía ver a una figura humanoide manifestándose en el centro del tornado mágico, una sonrisa apareció en el rostro del muchacho, preparándose para gritar a todo pulmón, sea quien fuera su nuevo servant, todo lo que quería era que estuviese dispuesto a formar un lazo lo suficientemente fuerte con él, y aquellos a quienes apreciaba.

No pedía nada más de sus aliados como Master.

"¡Que expondré todo el mal del mundo eterno, por los siete cielos que acogen tres poderosas palabras, ven a mi desde el círculo del balance!"

Estaba tan concentrado en la última parte que no notó como la puerta se abrió tras de si. Jeanne Alter, Oda Nobunaga y Mashu se voltearon a encarar a la genio universal mientras entraba al cuarto de invocación, pálida como un maldito fantasma; alzó su garra en dirección al último maestro de la humanidad, desesperada.

"¡RITSUKA! ¡DETENTE!"

Pero llegó un segundo demasiado tarde.

"¡PROTECTOR DEL EQUILIBRIO SAGRADO!"

Logró terminar, estableciendo la conexión por completo junto al contrato. Un resplandor arcoíris reemplazó el azul del huracán mágico, que poco a poco comenzó a disiparse. El veinteañero, que se había cubierto el rostro con las manos para protegerse del polvo y el viento que trajo consigo quien sea que hubiese respondido a su llamado, no pudo ver nada al principio. Desde atrás, Mashu Kyrielight llevó muy lentamente sus manos a su boca, incapaz de creer quien estaba frente a ella.

Tartamudeó, viendo las túnicas negras aparecer. Ritsuka retiró sus manos de su rostro, sintiendo un escalofrío recorrerle la espina dorsal cuando sus ojos se encontraron con los de su nueva Servant, dándose cuenta de quién era el que le devolvía la mirada. Jamás podría olvidar ese rostro tan cruel e inmisericorde, con una mirada helada cual Tundra que dejaría a Anastasia como una niña jugando con hielo, esa presencia tan imponente como la de Zeus… pese a verse humana.

La mujer que casi, casi los mató a todos, asegurándose de dejarles en claro que no tenían esperanza alguna de triunfar, nada más poner un pie en el campo de batalla.

Un nombre escapó de los temblorosos labios de Shielder, quien apenas lograba suprimir sus deseos por estallar en lágrimas.

"Tonelico..."

La Reina Alta apretó su bastón Rhongomyniad, apuntándolo al cuello del Maestro cuarenta y ocho, que apenas pudo resistir sus deseos de correr para intentar salvar su vida, no porque quisiera mostrarle respeto… sino porque sentía como todo su cuerpo se había congelado ahí, donde estaba parado, únicamente al estarle mirando a los ojos

"Así que me haz invocado... Berserker, Morgan. Soy la gobernante de Faerie Britain, que aún maldice a la historia Pan-humana. Si no tienes problema con ello, entonces te daré mi poder como Servant."

Dijo la chica albina de ojos azules, las palabras "Historia Pan-humana" saliendo de su boca con un tono cargado de veneno, tras cada palabra, daba un paso en dirección al joven master de Chaldea que destruyó su tierra, retirando la punta de su lanza de su cuello para que estuviesen cara a cara, separados por unos centímetros. Ahora que no estaba en su trono, se daba cuenta de que era mucho más bajito de lo que recordaba, por unos veinte centímetros o poco menos.

"Pero no olvides; sigo siendo una reina. Espero grandes cosas de ti..."

Las cejas de Fujimaru se curvaron lentamente, sintiendo aquel mar azul mirarle desde arriba. Pese a medir un metro cincuenta y cuatro, ahora mismo se sentía como si estuviese mirando a un gigante. Tal como había dicho, tenía una presencia incluso más imponente que los dioses máquina de Olympus… esta era exactamente la misma presencia aterradora y abrumadora que él, Arturia, Percival, Da Vinci y Mashu sintieron cuando sus clones casi los mataron al invadir Faerie Camelot.

Le miraba con el mismo rostro que decía "te mataré si haces un movimiento en falso"

Desde detrás del velo negro que cubría su rostro, los labios de la reina se curvaron en una ligera sonrisa al ver su reacción. Tenía un aspecto bastante atractivo y adorable, Morgan Le Fae no pudo evitar llevar su mano izquierda enguantada a su mejilla, retirando una gota de sudor que le caía, para luego darle una suave caricia.

"Mi… esposo."

Ritsuka había enfrentado muchos desafíos durante su vida... pero aquél día destinado, por primera vez en todo su tiempo en Chaldea podía decir...

Que su misma alma temblaba del horror en esos momentos.

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"Esposo, te estoy hablando."

La voz de su mujer le sacó de la tierra de los recuerdos, Ritsuka miró hacia arriba para encarar los ojos azules de su media naranja. Morgan tenía un velo blanco cubriendo su rostro, muy similar al que usualmente usaba, junto a una corona de plata diseñada y creada por la propia Totorot, que también era en extremo similar a la suya, pero menos puntiaguda y más pequeña para darle un sentimiento más amigable… menos imponente.

Pero seguía siendo extremadamente bella, para eso estaban las mezclas entre plata, blanco, azul y negro. El hada de cabello rosa realmente había hecho algo especial para el día más importante de su amiga, y mientras que sus Tam Lin todavía estaban adoloridas tras la severa paliza que su reina les dió, verla resplandecer con tanta intensidad hicieron que la boda fuese aún más disfrutable.

Ritsuka se sonrojó al dares cuenta de que no había estado prestándole nada de atención a su esposa, quien tomó control de la danza desde hacía dos minutos.

"Ah— Lo siento Morgan, solo estaba... pensando..."

Respondió, mientras retomaba sus movimientos, siguiéndola; sus brazos rodearon gentilmente el cuerpo de su mujer, girando con ella a su lado. Obviamente su boda estaba siendo celebrada dentro de Novum Chaldea, así que todos los servants estaban presentes… o Bueno, la mayoría. Gilgamesh y Enkidu no estaban en absoluto interesados en el matrimonio de su Master, lo único que querían era disfrutar de la adrenalina en el fragor de la batalla, dentro del simulador.

Pero cada uno de los ahí presentes se divertía a su modo, eso era algo que tanto Fujimaru como Le Fae agradecían.

"¿Pensando? ¿En qué?"

Continuó, apretándole contra su pecho, una forma silenciosa de decirle que le diera toda su atención solamente a ella. Este era su día, y si bien estaba algo molesta por las acciones de su hija y sus caballeros, tal como dijo Barghest, había entendido y agradecido su intención de darle su aprobación a su marido para estar con ella.

Ritsuka podía sentir el busto de Morgan presionándose contra su esmoquin, Le Fae rió al ver el hermoso color carmesí extenderse desde sus mejillas, hasta las orejas del hombre. Realmente era el Tesoro más precioso de toda la historia Pan-humana… si tan solo él hubiese sido su invocador en lugar de Beryl Gut… pero no importaba, era feliz con su historia de la manera en la que estaba.

El amante de muchas meditó por unos momentos, antes de que su mano acariciara su largo y hermoso cabello blanco/azulado.

"Todo. Desde el día en el que llegaste a Chaldea hasta hoy… han pasado solo… ¿un mes y un par de días? Pero todo ha mejorado en tan poco tiempo… que no puedo creerlo. La primera vez que te vi creía que me matarías por lo que te hice... "

Ya habían discutido este tema cientos de veces, hasta el punto en el que empezaba a enojarla. Jamás podría odiarlo, tal vez si a Chaldea, pero no a él. Había hecho lo necesario para continuar viviendo, y eso era todo. Morgan suprimió su ira mientras sus dedos enguantados apretaban el cuerpo del hombre tan fuerte como pudo, de manera posesiva.

Había tenido suficiente, si... pero le seguiría el juego una última vez.

"¿Matarte? cielos, no. Jamás podría ponerte un dedo encima, Esposo. Tu vida y tu existencia son partes clave de mi felicidad, asegúrate de recordarlo. Es una orden de tu reina."

Fujimaru asintió con una sonrisa, apoyando su cabeza contra el escote de su esposa, sintiendo el olor natural de su hermosa y perfecta piel. La reina dejó salir un largo suspiro mientras el baile continuó, sentirle tan cerca de su corazón hizo que su alma ardiera de alegría, porque valía la pena. Cada segundo de ver a Ritsuka serle infiel, besar y eyacular dentro de otras mujeres que no fuesen ella...

Al final todo valía la pena, porque sabía y sentía en su helada alma inmisericorde...

Que él era suyo.

"Mi esposo... mío y solo mío..."

Murmuró, besando su cabeza mientras continuaba mimándolo. Apenas podía esperar a la noche. Había preparado una sorpresa especial para él, para asegurarse de que la marcaría como su propiedad, ella haría lo mismo. Había sido… problemático y vergonzoso, pero todo era por el bien de su felicidad.

Por ahora, disfrutarían de la presencia del otro al son de la música que Salieri tocaba.

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En el momento en el que estuvieron solos, Morgan desató el infierno sobre la tierra, a falta de un mejor término. La reina de Faerie Britain empujó a su marido contra el muro, sorprendiendo al Master al sentir los pechos de su amante mientras miraba hacia arriba; pese a tener la tela blanca cubriéndole el rostro, Fujimaru conocía a Morgan lo suficiente como para darse cuenta de que...

Se volvió su depredadora.

"Esposo... esposo... esposo..."

Murmuró la reina una y otra vez mientras frotaba su voluptuoso y prominente cuerpo contra el de ojos azules, sus manos, todavía cubiertas por sus guantes fueron a su rostro, jalando al hombre hacia ella en busca de un beso. Su lengua se movió salvajemente dentro de la boca del humano, mientras sus cejas se curvaban. Sus manos bajaron por su espalda, acariciando su hermoso cabello hasta que encontró lo que buscaba.

Ese masivo y gigantesco culo que le había vuelto loco toda la noche.

Si bien le dio un apretón lentamente, sus dedos se hundieron con la fuerza suficiente para hacerla gemir, oh cuanto amaba a este hombre. El hada del paraíso lamió su lengua más fuertemente, girando la suya alrededor de esta como si fuesen dos serpientes. Su deliciosa saliva estaba hasta el tope de mana, de vida, hacía que su spirit core ardiera con emoción ante la idea de drenarlo esa noche.

Sus pezones ya le dolían, deseando ser ordeñados y lamidos por su boca.

Antes de que Ritsuka se diera cuenta, la mano libre de Morgan acarició su cabello mientras un destello azul los cubría a los dos. Había utilizado un simple hechizo de teletransporte para llevarlos no a su cuarto matrimonial, sino al de ella. Fujimaru encontró su cuerpo cayendo en una cama masiva que, si no estaba equivocado, debía de ser tan grande como para diez personas o más.

El peso de Morgan y sus pechos sobre él le hicieron sentirse más débil que antes. Especialmente porque todavía podía ver su silueta junto a esos ojos brillantes mirándole desde la oscuridad. Bastante adecuado, pensó. Morgan, por supuesto, sabía lo que pensaba, pues su mano lentamente viajó de su mejilla hasta su mentón.

"Teniendo en cuenta que tomaste mi virginidad en tu cuarto... pensé que sería lo correcto tener nuestra noche de recién casados en el mío, mi amado esposo..."

Murmuró, Ritsuka podía entenderla, así que simplemente asintió mientras miraba a su esposa con una sonrisa feliz. Le Fae adoraba el hecho de que se viese tan tierno con esa sonrisa y ese tono rojo en sus pómulos, su apariencia era digna de alabanza. Amaba ambas facetas de él; en la batalla era un Master curtido por el dolor, el sufrimiento y el superar desafíos, pero no había descartado ni perdido esa gentil naturaleza humana cuando estaba en paz, rodeado de quienes apreciaba.

Eso la excitaba... a más no poder.

"Tócame... esposo..."

Rogó, mientras su boca se acercaba a la de él, y el pelinegro aceptó feliz, abriendo la boca para permitirle a la reina devorarlo por completo. Sus manos empezaron a acariciar su trasero, apretándolo y sintiendo la suave piel a través de la tela. En un principio, Ritsuka estaba celoso ante la idea de que otros mirasen a su esposa… pero pronto supo que Morgan había utilizando un hechizo en su figura en el momento en el que puso un pie en Chaldea.

Redujo enormemente el tamaño de su retaguardia y sus senos, haciéndola menos atractiva para cualquier espíritu heroico de ambos sexos.

Solo había un hombre en este mundo que tenía permitido verla con lujuria en sus ojos, y se había casado con él esa misma noche.

Sentir su lengua dentro de su boca le trajo un sentimiento de tranquilidad. Morgan era una cruel tirana sin piedad que alguna vez creyó en traer esperanza, paz y amor a la tierra de las Hadas antes de fusionarse con su contraparte de la historia Pan-humana, pero aún así… Ritsuka era capaz de hacerla sentirse como una damisela enamorada.

Sluurp... sluuurp... sluuurp~

Su mana era exquisito.

Pronto Ritsuka terminó quitándole su vestido, con algo de ayuda claro está, dejándola solo con su ropa interior de color blanco, así como sus medias. Morgan se aseguró de apagar todas las luces de su recámara, para que él no pudiese ver su cuerpo, al menos no aún. Esto con tal de sorprenderlo.

El olor de su néctar invadió la nariz del mago, su corazón empezó a latir más fuerte.

"Hmmm... si... eso es, Esposo... adora a tu reina... deséame..."

Demandó, sintiendo sus dedos apretar su culo y agarrarlo le hizo sentir orgullo de su existir. En efecto, estaba sobre Arturia, sobre cualquiera de sus contrapartes. Pese a haber llegado primero, Morgan ganó la guerra entre ellas esa noche que Ritsuka y ella se colocaron sus sortijas de matrimonio antes de que Amakusa les dijera que se besaran.

La boca de Fujimaru gentil pero desesperadamente se enganchó al cuello de Berserker, besando y lamiéndolo mientras su erección se presionaba contra su pantalón y su ropa interior. No había recibido la atención adecuada todavía, así que no estaba del todo erecto, pero eso no significaba que no fuese doloroso. Le Fae lo notó de inmediato, pero solo rió por lo bajo.

A partir de ahora tendría que mimarlo el doble que antes, pues era su deber como esposa.

"M... Morgan... ¿por favor quítamelo... ?"

Pidió, deteniendo su boca de besar y morder más de lo que había hecho. La reina asintió en silencio mientras sus manos ahora desnudas bajaban hasta la corbata de su marido, luego los botones de su chaqueta, y finalmente su camisa. No había tiempo que perder, se preparó por un largo tiempo para hacer de esta noche algo inolvidable.

Cuarenta y ocho mentiría si no dijera que no estaba sorprendido de lo rápido que terminó desnudo, vistiendo solo sus boxers, igual que Morgan que solo vestía su lencería. La servant movió su cabeza un poco, un gesto gentil que le demandaba el seguir adorando su piel, así que lo hizo. El mago sacó su lengua, buscando saborear su sudor, su suavidad, y marcarlas en su cerebro.

El largo suspiro que Morgan dejó ir le hizo sentir un escalofrío feliz. Era cierto que Mashu era su alma, y que él era su corazón, la mujer de la que se enamoró. Pero Morgan también le robó su corazón, y ahora la necesitaba tanto como necesitaba al resto de chicas con las que había convivido por casi diez largos años.

¿Quién habría pensado que su vida terminaría así?

"Hmmm~... si, esposo mío... eso es... soy tu reina; tu esposa... cumple tus ordenes... y dame todo lo que eres..."

Nada. No dejaría nada para las demás, al menos esa noche. Los dientes de Ritsuka se hundieron en la piel de Morgan, haciéndola gemir mientras sentía su lengua moverse de izquierda a derecha, marcándola como su propiedad. El hombre que luchó tan valientemente contra ella en Faerie Britain, ahí estaba ahora; dedicándose a ella, ala mujer que intentó arrancarle la cabeza y destruir su mundo.

Haciendo que su corazón latiera con amor, al sus manos ir ahora a por sus pechos, incapaz de comprender su tamaño, Fujimaru apretó y masajeó ambos mientras sus labios jalaban una pequeña porción de su piel, capturándola dentro de su boca para lamerla y soltarla, dejando unos hilillos de saliva que cayeron po el resto de su cuerpo.

Estaba yendo a todo dar, siendo más pasional que la vez en que tomó su primera vez, pero lo apreciaba en demasía.

SLAP~ SLAP~

Claro que nalguearla también estaba permitido. Su cuerpo, su spirit origin, su mente, su alma, su todo era de él en el momento en el que puso un pié fuera del círculo de invocación. Pero también quería todo de él como pago. Morgan sintió escalofríos bajarle por la columna mientras Ritsuka dejaba su cuello, yendo a besarla, dominado por una urgencia de hacerla suya nuevamente, su corazón le rogaba desesperadamente que "arruinara" a la reina de las hadas.

Todo con tal de asegurarse de que nadie volviese a mirarla o siquiera sentirse atraído por ella, debía de arruinarla para que fuera solo suya. Ese sentimiento de desesperación nacido de amor y celos hacia una persona que ni siquiera existía, motivaban sus acciones en más de una ocasión. Si, Ritsuka jamás había querido un harem, y antes de que Morgan llegara, por el cansancio dormía en lugares donde no debía...

Pero siempre, siempre había querido que fueran suyas, y solamente suyas.

Morgan movió sus labios contra los suyos mientras empujaba su cabeza contra la almohada, su izquierda acariciaba y apretaba su pecho, forzando a que la leche saliera y manchara su sostén, su derecha continuó nalgueando y jugando con su trasero. Eran tan enormes, como jalea… por todos los cielos, incluso el movimiento más pequeño que hiciera, provocaba ese "clap clap" que tanto le gustaba.

Los olores de su piel, su sudor, su néctar y la leche que salía de sus pezones… todos ellos estaban volviéndolo loco.

Morgan rompió el beso, aún tenía unos trucos escondidos bajo su manga, y era momento de darle a Ritsuka su recompensa. Ya sabía todo sobre su marido, incluyendo esos deseos secretos que, él pensaba, mantenía escondidos de ella. El humano dejó al hada moverse a si misma como quiso, terminó sentándose sobre él, permitiendo que sus genitales se tocasen, protegidos aún por sus ropas interiores.

Sus cuerpos se necesitaban el uno al otro, y Morgan lo sabía.

"Esposo mío... lame mi axila..."

Pidió, y Ritsuka aceptó. No era tan extraño, ya había lamido y practicado sexo oral con ella durante las misiones de manera frecuente, como un perrito, tal como le dijo a Baobhan, esa era su forma de mostrarle apreciación y amor a sus amantes. El hombre cerró sus ojos, sintiendo el brazo izquierdo de Morgan detrás de su cabeza, jalándole hacia ella mientras abría su boca.

Lo que no se esperaba... era que en lugar de piel... su lengua sintiera pelo.

¿Pero qué cara- ?

Un escalofrío le recorrió la espalda mientras abría los párpados, mirando al rostro de Morgan. La reina de las hadas le sonrió, con un sonrojo apenas notable mientras asentía. Cuando Tam Lin Galahad le dijo sobre que a Ritsuka le gustaba el bello púbico de las mujeres, no pudo creerlo, al menos no al principio… hasta que Mashu le mostró su colección secreta de Manhwas, dibujado exclusivamente para él por las hermanas Jeanne D'Arc.

Era un fetiche rarísimo, pero lo entendía. Ritsuka estaba atraído a la esencia y los fluidos de una mujer, eso explicaba por qué adoraba practicarles sexo oral tanto cuando estaban en el campo de batalla.

Fujimaru, por supuesto, estaba avergonzado.

"L-... Lo siento... ¿crees que... soy un fenómeno... ?"

Susurró, más Morgan movió su cabeza de un lado al otro en negativa. Sus dedos acariciaron sus hombros gentilmente, reconfortándolo. No podía alejar su mirada de su rostro, esa sonrisa llena con amor, Morgan era la maldita bruja del invierno… pero le estaba mostrando tal cantidad de afecto ahora mismo, que quizás también podría llamársele la gobernante del verano.

Jamás podría tener en menos a quien había escogido.

"Nunca, Esposo mío. Tú eres tú. Te pedí que me ofrecieras todo lo que es "Ritsuka Fujimaru", sin excepciones. Este fetiche es parte de quién eres, me hace amarte mucho más, porque puedo descubrir nuevas maneras en las que tú puedes amarme; nuevas maneras en las que puedo permitirte amarme."

Respondió, queriendo asegurarse de que entendiera lo que su frase se refería. Ritsuka finalmente comprendió todo, o al menos una gran mayoría. El por qué Morgan aceptó su "Harem" y el por qué pese a todo su amor por él y sus deseos, le dejaba serle infiel con sus otras amantes.

Era la misma razón por la cual no dejaba de mirarlo.

Todo era parte de quién era, pero eso no le hacía un mal hombre. Era uno pervertido, si. Pero tenía un corazón puro, y Morgan amaba todo de él. Eso era lo que hacía a Ritsuka él, el hombre del que se enamoró, y a quien quería dedicarle su existencia.

"Ahora, Esposo... ofrécete a mi."

¿Cómo podía no hacerlo luego de su pequeño discurso?

La boca de Ritsuka se hundió a si mismo en la sudorosa axila de la mujer, mientras su lengua se movía, yendo de arriba abajo en la axila de la mujer, lamiendo su blanco cabello como si fuera la cosa más deliciosa del mundo. No estaba acostumbrada a este tipo de sensaciones, pero la verdad sea dicha… con esa energía, estaba yendo más allá de sus expectativas.

Sluuurp... sluuurp~

Mientras lamía su cabello, también frotaba sus caderas contra las de ella. Morgan gemía y suspiraba por lo bajo, imitando sus movimientos al sentir como su lengua mimaba su ser, buscando cualquier rastro de sudor que pudiese encontrar. El miembro de Ritsuka si bien no estaba totalmente despierto, todavía se frotaba contra su flor, enviando pequeñas olas de placer que la excitaban mucho más.

Escucharle olerla como un perro her just like a dog would almost made her laugh, it was ticklish and cute.

"Morgan... Morgan... mi Morgan..."

Ronroneó, besando un costado de su pecho y lamiéndolo también, dejando un caminito de saliva hasta la zona blanca, Le Fae suspiró una vez más, intentando contener sus gemidos. El pelo qe había estado dejando crecer el último mes había hecho de esa zona más sensible de lo usual.

El sentir el gigantesco trasero de Morgan frotándose contra su cadera enfureció aún más a su hombría, habían tantas cosas que quería hacerle a esa mujer ahora mismo.

Pero primero y principal... pese a poder lamer las axilas de su esposa por la eternidad, lo que ahora más le llamaba era esa prenda maldita que le impedía disfrutar sus pechos por completo. Le Fae notó su cambio de ánimo, su lengua ahora estaba más concentrada en su pecho.

Si, por supuesto. Ella era su Morgan, de nadie más.

La reina chasqueó los dedos; su sostén desapareció en partículas azules, liberando los pechos que tanto amaba. Los ojos azules del humano brillaron cual niño en una tienda de juguetes al ver los senos de su mujer. Estaban empapados de su leche, que aún brotaba de sus pezones, el dulce y exquisito olor a duraznos, en toda su plenitud, le afectaba en demasía.

La posición cambió, y ahora estaba por sobre su esposa mientras ella tenía su cabeza contra la almohada. Le Fae suspiró en el momento en el que su lengua empezó a lamer su pecho izquierdo, alimentándolo como si fuese un bebé. Su teoría era cierta, Ritsuka adoraba el olor y las escencias de las mujeres, era lo que le excitaba y le sacaba de sus cabales.

Tal como describió Elizabeth Bathory.

Sluuuuurp~ sluuurp sluuurp sluuuuuurp~

Escuchar y verle lamer su pezón mientras su garganta se movía, bebiendo el líquido blanco la hizo sentir como una mujer en su totalidad. Morgan volvió a suspirar producto del placer, había estado dándole pecho a Ritsuka desde la noche en la que tomó su virginidad, pero esta se sentía diferente. Sentía como si con cada lamida que le daba, con cada trago que tomaba...

"Hmmm~"

Se hacía suya más y más.

La reina de las hadas gimió mientras su mirada iba hasta el techo de su cama; Ritsuka empujaba sus caderas y frotaba la pequeña tienda en sus boxers contra su entrepierna, tratando de complacerla aunque sea un poco mientras seguía bebiendo. Claro, su miembro estaba en su tamaño pequeño y ambos vestían su ropa interior, pero la "falsa penetración" era más que suficiente para complacerla así como dejarla con ganas de más.

Sus dedos acariciaban gentilmente la nuca del hombre, mientras los labios de este apretaban el botón rosado más fuerte, desesperado por su preciado alimento con sabor a jugo de durazno.

"No tienes remedio, esposo mío... tendré que malcriarte y mimarte por toda la eternidad..."

Su voz tenía un tono bajo, y Fujimaru empezó a jalar su pecho con su cabeza, moviéndola hacia atrás en respuesta. Los dedos de Morgan apretaron aún más fuerte la cabeza del moreno al sentir su cuerpo ser invadido por el miembro de su esposo, la ropa interior funcionando como una barrera que lo hacía todo aún más excitante. Una parte de ella deseaba que destruyera la tela como en esos doujins que le dibujaban Ruler y Avenger, pero aún era muy pronto para que la llenase con su mana.

No, por ahora iba a dejarlo alimentarse todo lo que quisiera, luego iniciaría la parte dos. Ritsuka hizo exactamente lo que anticipó; el suministro de leche de durazno de Morgan era ilimitado; también lo era su apetito por la leche real de su esposa.

Chup... chup... chup~

Era tierno. El rostro que estaba haciendo, tan pacífico pero lujurioso, con sus ojos cerrados. Podía leerlo perfectamente; le rogaba, con cada succionada, que no dejase su lado. Si no le hubiera visto luchar y comandar a sus camaradas en el campo de batalla, no creería que este era el mismo hombre que la derrotó junto a la Niña de la profecía.

"Calma, calma Esposo mío... disfruta la leche de la reina de las hadas… es tuya y solo tuya, no les daré a nuestros hijos ni una sola gota, lo prometo..."

Susurró, besando su cabeza mientras su lengua ahora iba en círculos alrededor del botón rosado, tras un par de minutos, Ritsuka finalmente se detuvo, mirando a su esposa con una expresión de vergüenza. ¿Por cuánto tiempo había estado bebiendo de sus tetas? Se perdió tanto en el sabor que olvidó que era su noche de bodas.

Morgan rió mientras su dedo iba hacia los labios del hombre, suavemente retiró una gota blanca, moviendo el mismo dedo de izquierda a derecha frente su rostro antes de que abriera la boca.

Estaba en la palma de su mano, justo como aquella gota.

Su amado esposo... su Bretaña...

Una vez que Ritsuka se aseguró de limpiarle el dedo, lamiéndolo delicadamente y cubriéndolo con su saliva, la albina admiró la vista; su marido, la última esperanza de la humanidad, totalmente sonrojado mientras la miraba con una expresión llena de expectativas frente a su dedo humedecido, se sentía tan bien estar vivo… se sentía tan bien ser ella esa noche.

"Morgan... también quiero complacerte..."

Susurró, deseando darle de igual manera. Por supuesto, quizás fuese su marido, pero Ritsuka no se consideraba a si mismo un rey. Él era su consorte, su media naranja, lo que necesitaba para estar completa. Él la hacía sentirse completa, viva, amada y como una mujer. La berserker femenina sintió mientras se acercaba a él, empujándolo contra el colchón.

Era hora de que le revelara su segunda sorpresa.

"Disfrutémonos el uno al otro, Esposo."

Fujimaru sabía a lo que se refería, así que asintió. El hermano de Rurika, ahora con su amor sobre si, admiró el masivo culo en frente suyo, mientras Morgan encaraba su ropa interior. Este no era su primer sesenta y nueve, mucho menos para el Master. A la vez que Le Fae le bajaba sus boxers para revelar su falo cubierto de piel que tanto amaba, él no quería nada más que sumergirse en la flor de la ex-hada del paraíso.

Esperaba encontrarse con su feminidad de porcelana, intacta… pero en su lugar...

Lo que vio le trajo escalofríos.

Morgan se dio cuenta de inmediato, volteándose para ver hacia atrás; si bien no podía ver la cara de su marido, sabía exactamente que expresión debía de estar haciendo ahora. Su orgullo como esposa y reina estaba en su punto cúspide. Si, Ritsuka adoraba probar, lamer y oler a sus amantes como si fuese un cachorrito.

Ni un millón de años le hubiese preparado para lo que hizo Morgan... había afeitado cuidadosamente aquella mata de pelo blanco coronando su feminidad, para hacer un patrón que reconoció al instante; los hechizos de comando de su mano derecha.

"¿Mor... gan... ?"

Apenas pudo decir su nombre, al su esposa menear su cadera de izquierda a derecha, provocando que sus nalgas sonasen para él. Algunas gotas de su miel cayeron en su rostro sorprendido, el dulce, delicioso olor de sus pliegues de su feminidad derretía su cerebro. El olor a duraznos estaba concentrado en su máximo esplendor, era una jodida fruta del cielo. Tal como Baobhan, que olía a fresas, Mélusine a arándanos y Barghest a manzanas.

La mujer se sonrojó ante la implícita pregunta. Era un "¿por qué?", pero la respuesta era muy obvia desde su punto de vista.

"Porque te amo, Esposo mío..."

Finiquitó, no teniendo nada más que decir. Había pasado incontables horas estudiando los hechizo de comando de su esposo tras dejar crecer su vello ahí abajo, usando "Thoughtform" para crear un clon de si misma que cuidadosamente afeitó aquel patrón, dejando bastante cabello para lamer y disfrutar por supuesto.

Él no supo que decir.

En su lugar, dejó a su corazón dialogar. La boca de Ritsuka fue directamente a la entrepierna de su reina, pegándose a esta y dejando que el delicioso sabor y olor frutales invadieran su boca y nariz respectivamente. El master llevó sus manos hacia el trasero de su amada, disfrutando de sentir su carne entre sus dedos...

Su boca se conectó a su húmedo y peludo coño, con hambre.

Sluurp... sluurp... sluuurp~

La lengua del master se movió gentilmente en sus labios mayores, mientras que a la vez, la reina de las hadas movía su lengua en círculos alrededor del falo de su esposo, asegurándose de besar su pelvis y sus testículos, dejando tantas marcas de lápiz labial como podía, como siempre hacía cuando le daba sexo oral.

Sin que Fujimaru lo supiera, sus dedos se hundieron en sus gónadas, ya había empezado a aplicar su magia. La parte dos de su plan se había puesto en marcha, mientras sus dedos acariciaban aún más su bolas, su lengua pelaba la piel, llegando al punto de no regreso poco a poco.

Apenas pudo contener un gemido al sentir los labios de su esposa apretar su miembro después de empujar su piel hacia atrás un poquito. Morgan estaba disfrutando seriamente ahora mismo, tanto como él, pero no perdería, no ante ella, no ante su amada esposa. Su lengua se movió más fuerte, presionando y jugando con sus pliegues.

Sus manos iban de arriba abajo, moviendo sus nalgas, separando y juntándolas constantemente, entonces su lengua fue hacia su clítoris, atacándolo cuidadosamente con la punta de esta mientras intentaba hundir su rostro en la feminidad del hada, escuchándola gemir con la boca llena le excitó lo suficiente para despertar por completo.

Chup... chup... sluuurp~

La cabeza de Morgan Le Fae empezó a bombear, subiendo y bajando para "saludar" al tamaño adulto del miembro de su cónyuge, sintiéndolo dentro de su boca. Las cejas de Ritsuka se curvaron al sentir el placer yendo a través de él, la hermana de Arturia ahora le estaba masturbando con una mano mientras la otra seguía ocupada con sus bolas.

Podía sentirlo, como su saliva empezaba a cubrir su falo, el cual probablemente ahora estaba pintado de azul producto del lápiz labial que ella siempre usaba. La lengua de Ritsuka se movía con un mayor salvajismo, intentando presionar el clítoris de su esposa, chupando y besándolo mientras su nariz se frotaba contra los pliegues de su vagina, en un contraataque muy pobre.

Estaba perdiendo la batalla.

"¡A-ahhh! Morgan, ¡e-espera! ¡Más lento!"

Suplicó, y para su sorpresa, su esposa le escuchó. La albina bajó su cabeza, envainando su miembro por completo dentro de su garganta, ahora concentrando sus labios en acariciar su base mientras sus dedos continuaban trabajando con su escroto, moviéndose tan lento como podían. Su lengua de igual manera.

Por supuesto... quería que disfrutaran su primera vez como pareja casada...

Ahora era su momento de darle las gracias.

La lengua de Fujimaru finalmente se metió dentro de su feminidad, pero no era una intrusa en absoluto. Su esposa estaba tan apretada como siempre, pero su lengua realmente tenía dificultades por entrar en su mielero. Ritsuka casi se vino producto de la dicha cuando sintió el sabor de sus fluidos bajando por su garganta, mientras Morgan dejaba ir su pene por un momento para besar sus bolas.

Su lengua lamía y las cubría en su propia saliva, asegurándose de dejar sus besos en todos los lugares que podía. El proceso estaba listo, ahora todo lo que necesitaba hacer era correrse. Ambos se acercaban al orgasmo de todas maneras, su conexión era tan profunda para saberlo sin tener la necesidad de mediar palabra. La madre de Baobhan Sith abrió la boca una vez más, tragándose todo su falo mientras él lamía su interior.

Sluuuurp sluuuurp sluuurp~

No había piedad. Ritsuka cerró sus párpados tan fuerte como pudo, tratando de contener sus deseos de venirse. No podía perder, quería hacerla correrse también, deseaba su néctar, su deliciosa y divina miel con sabor a durazno. Así que hizo lo impensable.

Gulg gulg gulg gulg gulg~

Fue inútil, para su gran horror, mientras sus labios continuaban acariciando sus pliegues, disfrutando el sentimiento de su piel empapada y el cabello blanco, más bien, Morgan estaba feliz por su actuar. Escuchar su voz ahogada mientras penetraba su garganta, el Master movió su lengua en círculos, disfrutando de sus paredes mientras jugaba con sus labios menores.

Y entonces lo siguiente que supo... fue que se terminó.

"¡HMNGH!~"

Su voz salió cuando por fin se vino en la garganta de su esposa, como había hecho en tantas ocasiones, y tal como hizo con Baobhan Sith antes de que empezara su ceremonia. Morgan cerró los ojos, disfrutando la jalea llena de mana de su amor verdadero, descendiendo lentamente hacia su estómago, llenándola de magia y amor, por supuesto.

La sensación del semen pegándose a su garganta fue la mejor parte.

Pero no cedería ante el mana de su marido ni su larga, gruesa polla. Acarició y masajeó sus testículos, desafiándolos a que siguiesen corriéndose mientras ella seguía tragando, su cabeza todavía se movía. Ritsuka se encontró a si mismo bebiendo la miel de su esposa tal como había deseado, la había llevado al orgasmo segundos tras él.

Era... fuera de este mundo.

Después de un par de minutos, Le Fae finalmente dejó de masajearle sus testículos, sabiendo que no sacaría más de él de ese modo. Ritsuka terminó de alimentarla, y ella también, su boca partió de su miembro con una expresión feliz, limpiando los restos de semilla de sus labios, llegando incluso a relamerse los dedos.

Su falo estaba tan limpio como siempre, cubierto de lápiz labial azul y su saliva real.

"Sasuga wa ga otto... "

Escucharla halagarle con aquella frase que había llegado a amar, lo hizo sonreír. Morgan se puso de pie para mirar al rostro de su esposo, ya había bebido todo lo que podía, y seguía erecto en su máximo esplendor. Pero la noche aún era joven, y ya de por sí tenía muchas cosas que quería hacer. Berserker volvió a sentarse en cuatro patas, como un perro; ofreciéndole su vagina y su ano a su amante.

Él supo exactamente lo que quería, y tampoco deseaba que la noche terminara tan pronto luego de venirse en ella una o dos veces.

Ritsuka se arrastró hasta el enorme trasero de su gobernante, separando las nalgas de su servant. Morgan, por un segundo, pensó que iba a practicarle sexo anal, lo habría detenido de no ser porque luego de colocar su miembro ahí… las soltó.

CLAP~

Su masculinidad fue aplastada y apretada por las enormes montañas de carne, para su gran alegría. La Reina alta sonrió y disfrutó el sentimiento de tener el miembro de su marido entre sus nalgas, claro… claro, esta era otra de las razones por las cuales su marido amaba tanto los culos grandes, le había visto hacer este tipo de actividades con Raikou y Scathach cientos de veces.

Si había algo que Morgan adoraba, era la forma en la que Ritsuka la miraba. Una mezcla de amor y deseo que no podía verse en sus ojos cuando miraba a otras mujeres, pese a amarlas también. Un pequeño gemido escapó de la boca de la mujer, mientras Fujimaru movía sus caderas, penetrando el valle de su culo.

Su exquisita carne se movía y amoldaba a sus manos, presionándose contra su falo. Era fría, provocando que el hombre suspirase, no quitando la mirada de la espalda de su esposa. Su cabello, totalmente suelto, se apegaba a su piel producto del sudor. El olor a durazno ya había invadido por completo el cuarto.

"Morgan... Morgan... Morgan..."

Dijo su voz, una y otra vez, sintiendo como aquellas dos montañas de carne apretaban su hombría, penetrando como si su vida dependiera de ello. La mujer de ojos azules disfrutaba la inútil resistencia de su otra mitad, tratando de resistir los deseos de correrse. No había espacio alguno para la piedad en la fría alma de Morgan, ni siquiera el hombre que amaba más allá de la muerte.

Esta naturaleza rebelde debía de ser destruida antes de que tuviese oportunidad de florecer.

"Ya he tenido suficiente de payasadas, Esposo mío. Te vendrás sobre mi espalda, te guste o no; es un decreto de tu reina."

No pudo seguir divirtiéndose pese a cuanto quería tras su esposa terminar de hablar. La Berserker empezó a agitar su cabeza de derecha a izquierda, causando que su trasero se apretara contra su rígida masculinidad. El Master apretó su boca, el "clap" que escuchaba y sentía en sus movimientos taladraba su cerebro.

Morgan lo estaba volviendo loco.

"¡P-por favor!"

Suplicó lastimero, todavía no había tenido suficiente, pero las órdenes de la reina eran absolutas. Le Fae miró al rostro de Cuarenta y ocho, su expresión de fuerza al intentar contener su esperma era adorable pero también algo desagradable. No importaba; también lo aceptaría. La Reina alta suspiró, gustosa mientras golpeaba su cadera con su retaguardia.

La masturbación con sus nalgas se intensificó, y los deseos del muchacho fueron aplastados. Gritó mientras su ritmo se hacía más lento, tortuoso. Finalmente, tal como esperó, dejó de resistirse, liberando su mana en su espalda y parte de su cabello, su miembro latía en dicha, al Ritsuka gemir fuertemente, sus manos se aferraron a su culo tan fuerte como podían.

Sus dedos dejarían una marca por un tiempo, pero le gustaba la idea.

Le Fae rió ligeramente al escucharlo respirar pesadamente, sintiendo como la embestía con desesperación. Probablemente habría durado más si no hubiese apresurado el proceso, pero su interior ardiente ya le rogaba por recibir su mana. Ritsuka dejó salir un largo suspiro mientras la lujuria y la adrenalina de eyacular en el culo de su esposa dejaba su ser.

Solo entonces se percató del extraño olor, rastreándolo hacia...

"¿Q-qué... ? ¿por qué huele- ?"

Ver su rostro contorsionar en una expresión de confusión hizo su corazón retumbar con emoción. La hermana de Arturia alzó su índice, usando magia para recolectar toda la esperma que había mancillado su cabello y piel en una pequeña esfera, tragándosela para recargar sus reservas nuevamente.

La dama del lago empujó a su amante contra la almohada nuevamente, arrastrándose a su cadera. Ambos sabían lo que venía a continuación antes de su primer coito como una pareja casada. También sería una oportunidad perfecta para explicarle lo que había hecho, la última parte de su noche de bodas perfecta.

"Me he tomado la libertad de darle a tu mana un olor más fuerte, esposo mío. Como mi consorte, es apropiado que mancilles y marques aquellas a quienes amas con tu esencia, yo incluida."

Replicó, agarrando sus pechos para separarlos lentamente, preparándose para aprisionar su largo y grueso falo en su escote. Incluso si no había suficiente sudor tenía leche más que suficiente para usar como lubricante. Fujimaru tuvo tiempo de registrar lo dicho por su esposa en su mente… y no pudo creerlo.

Le había dado un olor más fuerte a su semen, ¿solo para que pudiera marcar a sus amantes con él? ¿en qué estaba pensando... ? Ritsuka fue incapaz de pensar al sentir su pene ser aplastado por la carne de su esposa por segunda vez esa noche, Morgan sonrió al el hombre ser ahogado en su fría y sudorosa piel.

Verdaderamente estaba agradecida de que, pese a todas las mujeres que estaban dispuestas a morir por él, Ritsuka no hubiese cambiado en absoluto a lo largo de los años ni desarrollado soberbia ni actitudes egoístas. Mejoró como master y como persona, pero seguía siendo el joven saludable, amigable y puro de la historia pan-humana que siempre había sido.

Sus reacciones lo delataban… y ella lo adoraba.

Ver y sentir su glande tratando de escapar la hizo feliz.

"Fufufu... pese a ser aplastado y apretado por mis pechos, tus caderas están empujando hacia arriba, intentando llegar al final… como tu esposa, estoy orgullosa de tu pene..."

La albina no pudo evitar mirarlo con un rostro amoroso, mientras cuarenta y ocho intentaba respirar. Esto siempre pasaba cuando Morgan le daba un paizuri, no tenía problemas contra la mayoría de las servants, pero Mashu, Raikou, Boudica, Scathach y varias otras con un cuerpo "bendito" tras haber pasado suficiente tiempo con él… ya comprendieron que era muy fácil de dominarlo tras presionar los botones correctos.

La presión era una de los puntos clave para destruir a Ritsuka Fujimaru en la cama.

El sudor frío estaba jugándole en contra en esta situación, Morgan tenía sus manos presionado contra sus pezones, para desviar la leche directo a su escote, rodeando el falo del hombre con un pequeño océano de leche, sudor y carne contra el que no podía luchar.

Y Morgan lo sabía.

"Sin embargo... no tolero las rebeliones en mi Bretaña, Esposo. Conoce tu lugar y arrodíllate ante tu esposa."

Su lengua salió de su boca tras abrirla, desesperado por aire. Se sentía como si en lugar de ser sus genitales los ordeñados por su esposa, las manos de esta estuviesen estrujándole el cuello, quitándole la vida poco a poco. Morgan empezó a moverse, permitiendo a sus senos hacer su trabajo con ayuda del sudor y la leche, con un movimiento perfecto.

No pudo evitar recordar las historias de Galahad sobre como hacerle el amor a este hombre.

"Usualmente... me gusta darle a Senpai un momento para descansar. Mi cuerpo… bueno, el tipo de cuerpo que le gusta es su mayor debilidad, ¡pero siempre hago mi mejor esfuerzo para que disfrute al máximo!"

Vaya estupidez. ¿Tomarse su tiempo? Pero que montón de porquería. Morgan no era Galahad, si Ritsuka tenía que compararla, se sentía más como las veces en que Scathach quería molestarlo, siempre le había tenido enrollado alrededor de su dedo, al igual que Arturia Alter y Nobunaga. Resistirse era inútil cuando se trataba de ellas.

Squish~ squish~ squish~

Pero fiel a su naturaleza, todavía quería enfrentarse a su destino.

A Morgan no le gustó en absoluto, claro está. Era la Reina alta, su reina, y tanto su existencia como sus órdenes eran absolutas. Nadie tenía el derecho de negarse a sus peticiones y/o acciones, mucho menos su marido. No, precisamente porque era su marido, es que era su deber ofrecerse a si mismo en una bandeja de plata.

"Fujimaru Ritsuka. Ya deja de resistirte. Mi paciencia se está agotando."

"¡G-GAAACK!"

Al empezar a mover sus montañas de carne a la vez con mayor fuerza que antes, dejó salir un grito. Su hermoso y bello rostro perdió todos los rastros de amor y pasión, entrando a su estoicismo real. Sería más acertado decir que ahora mismo, Morgan Le Fae no estaba dándole un paizuri como una esposa a su marido, más bien… la Reina alta de Faerie Britain estaba aplastando una rebelión.

El que su cara estuviese cubierta por las sombras le dio un aspecto más amenazante, pese a ejecutar una acción tan indecente en su recámara real.

"Morgan... Morgan... ¡por favor!"

Su resistencia solo la enfureció aún más. Era cierto, Morgan amaba a Ritsuka absolutamente. ¿Pero cuánto tiempo pasaría para que aprendiera su lugar? ¿cuánto tiempo le tardaría entender que ella nunca preguntaba ni hacía peticiones? Ella ordenaba, exigía, arrebataba y tomaba cualquier cosa que decidiese, era menester tener, como cualquier tirano que se respetase a si mismo haría.

Sonrió de una manera verdaderamente espeluznante, que también sirvió para llevarlo al límite. Sus ojos brillaron con una luz más brillante, podía verlas con sus ojos de hada; a sus emociones. Estaba tan lleno de lujuria, alegría, determinación, había restos de miedo también. Oh, cuanto amaba el arcoíris de emociones que mezclándose dentro de su alma en ese momento, el alma de su esposo era bellísima.

De ninguna manera podía entregárselo a la gobernante de Kur.

"Se acabó, Ritsuka. Mi pobre, ingenuo y amado Esposo… ¿no lo ves? Ya he planeado esta noche a la perfección. Seguiste tus deseos y te llevaron a un punto muerto."

Continuó, sus dedos apretaron sus pezones en busca de más leche. El frío líquido con olor a durazno permitía a sus pechos moverse sin problemas, casi ni tenía que esforzarse. Fujimaru no pudo respirar ni decir nada más, lo único que hizo fue luchar y luchar, siendo llevado al borde poco a poco. Fallaría; caería.

Y no podría evitarlo.

"No hay oportunidad de victoria, ni esperanza. Nadie vendrá a ayudarte. Te correras, solo en un mar de pechos; pues eso ha decidido tu reina."

Efectivamente, estaba destinado al fracaso. Ritsuka no pudo seguir resistiéndose y gritó a todo lo que daban sus pulmones. Ya había recibido muchos paizuris en el transcurso de los siete años que había estado en Chaldea. Pero esta noche, Morgan verdaderamente se coronó a si misma como la mejor, siendo capaz de incluso derrotar a Passionlip.

El humor de Le Fae cambió rápidamente mientras sentía las caderas de su esposo empujar hacia arriba, permitiendo a su verga respirar para que pudiese disparar a su rostro. Una pequeña sonrisa gentil apareció en el momento en el que su esencia invadió su nariz. Cuanta masculinidad, cuanto vigor, ¿qué no había para amar en este hombre?

Se dio el gusto de disfrutar los placeres de una mujer casada, de ser su mujer, y que el semen lentamente cayera por su rostro por unos momentos, el olor invadiendo su nariz para llegar a su cerebro, para luego recolectarlo todo con su método usual.

Ritsuka por poco y se desmayaba, eso no era bueno en absoluto ni podía permitírselo.

Por suerte, había preparado muchos planes de contingencia esa noche.

"Esposo mío, bebe esto."

Su cabeza se giró en dirección a su amante gentilmente, su aura y presencia habían vuelto a su personalidad amorosa, dulce y cariñosa, abandonando completamente su faceta de "Reina alta" tras ganar la batalla. En su mano, una pequeña botella de vidrio conteniendo un líquido dorado. El Maestro cuarenta y ocho cerró sus ojos mientras abría la boca sin chistar.

No tenía motivos para dudar de su esposa.

Glup... glup... glup...

La verdad sea dicha, su carencia de duda solo hizo que lo amara más aún. Los dedos de Morgan acariciaron su cabello al ver su cuerpo revitalizarse, restaurando algo de su energía y el mana en sus testículos. Ritsuka reconoció el sabor inmediatamente; manzanas… entonces se dio cuenta de lo que estaba tomando.

Una mezcla de jugo de manzanas doradas... y su leche materna.

Bebió hasta la última gota, a lo que la Bruja sonrió, satisfecha mientras la botella desparecía en partículas azules.

"Tu confianza incondicional en mi es altamente apreciada, mi amor. No temas, hay mucho más en caso de ser necesario."

Sus labios besaron su frente afectuosamente mientras se posicionaba sobre él, su miembro, nuevamente duro y lleno de vida, había recibido un aumento de estamina. Si bien no había alimentado a Ritsuka con su pastel real, aquello podía esperar como preparativo para el sexo anal. Por ahora, su "palacio" quería ser recibidor de su preciada semilla.

Ritsuka vio a su esposa montarlo, justo como hizo cuando le dio su primera vez, pero ahora era diferente. Morgan le había llamado "Esposo mío" producto de su amor, pero esta noche no lo hacía por admiración o pasión… sino porque era la verdad. La fría y dura verdad; ahora sus destinos y almas estaban entrelazadas.

Harían el amor… como una pareja casada.

"Esposo mío... mi Ritsuka..."

Susurró mientras sus manos sujetaban su rostro, acercando su cuerpo al suyo mientras sus caderas se preparaban para empalar su feminidad en su miembro. Fujimaru se sonrojó al tener a la bruja del invierno centímetros lejos de su cara. No podía tener suficiente de su belleza. Le Fae frotó su nariz contra la de él en un adorable beso esquimal.

Este era, sin lugar a duda, el cuarto momento más feliz de su vida. El primero había sido ser invocada por él, el segundo, la noche que la hizo suya, el tercero fue ese "si" en la Iglesia que ambos dijeron antes de ponerse sus sortijas.

Ritsuka suspiró su nombre, se había enamorado por completo de esta mujer, y nadie sería capaz de regresarlo a quien era antes de su llegada a Chaldea.

"Por favor, disfruta mi vagina de mujer casada a plenitud... después de todo, le pertenece a mi esposo…"

Con esas palabras, mientras que el Hada cerraba sus ojos lentamente, Ritsuka supo que estaba acabado. No había nada que pudiese hacer contra esta mujer. Le pertenecía, tal cual ella dijo. El Master Chaldea besó a su media naranja mientras bajaba sus caderas, recibiendo su miembro dentro suyo sin inconveniente alguno.

Por supuesto, su interior real le apretaron con tanta fuerza y amor como solo podría hacerlo la vagina de una noble.

Los brazos de Morgan rodearon la cabeza de Ritsuka mientras comenzaba a devorar su mana, no perdiendo el tiempo en lamer su lengua, subiendo sus caderas de arriba abajo. Si, todo lo que hacía a "Fujimaru Ritsuka" quien era, había sido tomado por Morgan "Tonelico" Le Fae, pese a que intentó resistirse.

Ella era absoluta.

Y él solo un humano.

Slurp... sluurp... sluuurp~

Mientras la lengua femenina lamía la suya, su helado y congelado coño se aferraba a su carne, apretándola y dándole la bienvenida a la tundra naturalmente helada y sin piedad que era su interior. Morgan montó a Ritsuka gentil, lenta y amorosamente mientras sus dedos acariciaban el cabello del moreno, todo lo que podía oler era la fragancia a duraznos que salía de su ser.

Una fruta hecha en la tierra de las hadas durante el invierno, que solo él probaría.

"Hmmm~"

La tirana de ojos azules apenas pudo contener su placer al sentir como sus manos acariciaban su suave, gordo y esponjoso culo. Ritsuka bajó las caderas de su esposa, empalándola en su miembro con tanta profundidad que sintió su punta golpear la entrada de su vientre, intentando abrirlo sin éxito. Incluso si este era su "Fantasma Noble" como ella decía, necesitaría más que solo tamaño, grosor y pasión para derrumbar la entrada a su Palacio real.

Pero amaba como él quería más y más de ella con tanta desesperación, era merecedor de sus halagos y amor.

Sus labios se separaron de los suyos con sumo cuidado, para poder morder su lengua con sus dientes mientras seguía montándole, esta vez moviendo sus caderas de derecha a izquierda, arrastrando su miembro por el camino, Ritsuka respiraba y gemía pesadamente, teniendo su boca y lengua capturadas, la Avalon Le Fae frotó su nariz contra la suya una vez más.

Se sentía protegido y tranquilizado por ella, amado por esta persona que, hacía un par de semanas, casi le mató… el destino verdaderamente era extraño...

Pero venía con un precio. Tomó su vida, sus mujeres, su tiempo, su mente, su alma, su libertad… y sorprendentemente, lo arregló todo.

"Moh... gan~"

Dijo el hombre, queriendo más placer, más de ella, más, más, más, necesitaba más. Y su esposa lo sabía. A través de su conexión, su lazo y sus ojos de hada, podía darse cuenta que este hombre era el único, el único que genuinamente le importaba. Tenía tanto amor para dar, y él solo era un malcriado de veintidós años que escupía en el rostro de toda adversidad que se le presentase...

Pero se derretía como chocolate entre sus brazos.

Dejó ir su lengua, para sonreírle.

"Bien. Muy bien, Ritsuka... así es como debe de ser mi Esposo..."

La Reina alta movía sus caderas más fuerte y rápidamente en el momento en el que sus labios volvieron a conectarse. Todo su peso y poder cayeron sobre la pelvis de Ritsuka mientras su carne aterrizaba sobre la suya, lágrimas de felicidad escaparon de los ojos del hombre al sentir su corzón latir con alegría. La saliva de Morgan caía como hilillos por su mentón, al igual que la leche que brotaba de sus pezones, ensuciando su torso junto al colchón.

Plaf plaf plaf plaf plaf~

Apenas podía escuchar el sonido de sus cuerpos mientras seguían follando como animales. La cama rechinaba mientras ella continuaba. No había escape de esa tormenta de nieve. Arturia logró superar la suya y encontrar esperanza en medio de la oscuridad, pero él había caído en sus garras, tal como dijo Tonelico…

No habría ayuda. Nadie le liberaría de su amor, de su agarre, y nadie le arrancaría de sus brazos.

"¡Ahhhh! ¡M-Morgan!"

Gritó cuando su esposa finalmente rompió el beso para empalarse nuevamente en su miembro, permitiéndole ver su perfecto cuerpo en su totalidad desde su punto de vista actual. Berserker dejó que sus instintos tomaran el control mientras su miembro invadía su interior, saliendo cada vez que subía y metiéndose por completo cuando su cuerpo entero bajaba sobre él.

Podía sentirlo latir dentro de ella, preparándose para otorgarle su mana a su cuerpo. Verle llorar, incapaz de expresar su corazón la hizo desear acunarlo entre sus brazos. Esa sería la forma perfecta de terminar la noche una vez eyaculase siete o diez veces dentro de su cuerpo, tendría que tomar nota.

"Hazlo, Esposo mío. Lléname con la jalea sucia, pegajosa y apestosa que te he otorgado. Márcame como tu esposa."

Su voz salió con un tono dulce, elegante y gentil pese a la inmoral petición que hizo. La mano izquierda de Ritsuka dejó el culo de su esposa para en su lugar, agarrarle la mano. Sus dedos se entrelazaron mientras la reina continuaba montando a su consorte, ansiosamente esperando para que liberase su esperma dentro de su "Camelot". Su vientre dolía en anticipación, su marido repetía su nombre una, y otra, y otra vez.

Si, ella era suya, y él era de ella.

Solo un poco más.

PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF~

Y su unión se sellaría para siempre.

Ritsuka empujó sus caderas de igual modo, usando los últimos restos de su sanidad para intentar satisfacer a su mujer, para pagar su amabilidad a todo lo que podía, cerrando sus ojos y gritando su nombre una última vez, perdiéndose a si mismo en el placer. Su cuerpo había sido sepultado bajo la nieve.

Morgan y él se vinieron al mismo tiempo.

Cerró sus ojos ligeramente, dejando salir un gemido muy bajo al ser invadida por el placer del orgasmo. Gotas de sudor caían por su piel, sosteniendo sus manos con las de él, apretando las palmas del hombre quien, arqueaba la espalda, viniéndose con la intensidad de su alma. Sus hechizo de comando brillaban tan fuertemente como el mismo sol, tras un par de minutos, la reina besó su mano derecha, antes de acercarse a él.

Ritsuka estaba exhausto... pero no importa que tanto se viniera... su pene y su cuerpo querían más de esa mujer.

El rostro de esta, cubierto en sombras, tenía una sonrisa maliciosa.

"Morgan... Te amo..."

Las dos palabras que hacían su frío corazón latir con felicidad escaparon de su garganta, sonrojándola. La hermana de Arturia asentía mientras frotaba su mejilla contra la de él, mimándolo y acariciándolo como si su vida dependiera de ello, la cabeza del maestro estaba entre los brazos de Berserker, quien le besó una vez más.

Chu~

Solo fue un momento.

"También te amo, Esposo mío... ahora ponte de pie... cómete mi pastel..."

Ordenó, poniéndose de pie, sacando su falo aún duro de sus pluegues. Ritsuka vio a su novia darse la vuelta, separando sus nalgas para él. Claro que querría una recompensa a cambio de haber hecho todo el trabajo, y estaba gustoso de dársela. Su boca se abrió, sintiendo la oscuridad cubrirle la vista, su cabeza siendo cubierta por aquellas enormes y heladas montañas de carne helada, que eran el culo de Morgan Le Fae.

La noche aún era joven... y la bruja aún tenía mucho por hacer.

.


.

-[Fragmento 1: Un Nirvana conocido]-

"BUAAHHH HAAAHHH HAAAAHHHH~"

La mañana siguiente no fue tan calmada como a Ritsuka le hubiera gustado. Raikou había estado llorando todo el tiempo durante la boda del día anterior, pero solo ahora su "madre" fue incapaz de contener sus lágrimas mientras se aferraba a su amado hijo/maestro/novio. La Berserker de cabello morado sollozaba en voz alta mientras giraba en un pie, con el rostro de su maestro entre su escote.

Usualmente se sonrojaría y sufriría un paro cardíaco ante la idea de recibir ese tipo de afecto en público… pero ahora mismo…

Estaba sonrojado más allá de lo que era considerado saludable para un ser humano.

"¡Por favor, detente mi querido y amado master! ¡Rompes el corazón de tu madre!"

Gritó, intentando aferrarse a su existencia. Desde los costados, Shuten Douji apenas pudo contener una risa mientras miraba a Kintoki, guiñándole el ojo de manera discreta. El guerrero rubio se sonrojó un poco ante las insinuaciones de la Oni, intentando alejarse de ella. Claro que no interferiría, por mucho que quisiera a su jefe...

Sabía que meterse con Raikou le daría un ticket de ida gratis a la enfermería de Chaldea.

La Reina Alta y sus Tam Lin observaban desde atrás, ligeramente cerca al lugar donde debía de suceder el Rayshift. Eran alrededor de las nueve de la mañana, y los cuatro miembros de la Mesa redonda de las hadas estaban preparadas para dejar Chaldea por la siguiente semana, hasta que la luna de miel entre su reina y su consorte tuviera fin.

Morgan tenía muchas virtudes, y la paciencia era una de ellas… pero Raikou estaba sobrepasando sus límites.

"¡Solo es una semana, Mamá!"

Exclamó cuarenta y ocho, intentando alejarse de la servant de cabello morado. Raikou sin embargo le apretó aún más fuerte, apenas conteniendo su fuerza. Su pobre bebé, su pequeño Master, su niño, su preciado hijo estaba dejándola por una semana, ¿cómo podía ser esto? Estaba destruyendo su alma, ni ella, ni Kiyohime ni Serenity fueron informadas de a donde iban.

Goredolf Musik dejó salir un suspiro mientras acariciaba su frente, la vida diaria de Ritsuka y sus hábitos habían mejorado drásticamente desde que la Bruja invernal llegó… pero otras cosas seguían iguales, para su gran horror.

"Te contactaremos todos los días luego del desayuno, almuerzo y cena, recuérdalo Fujimaru-kun."

Habló Holmes, las cadenas de Enkidu jalaron a Minamoto no Yorimitsu, separándola de su master. Gilgamesh descansaba su cabeza contra su puño, como uno de los primeros servants de Chaldea y uno de los aliados más antiguos de Ritsuka, lo mínimo que podían hacer él y su amigo eran desearle al Mestizo un feliz viaje tras no asistir a su boda la noche anterior.

"Hmph. Ojalá se diviertan haciendo lo que sea que les guste hacer a ustedes los Mestizos."

Habló el rubio, su mirada encontrándose con la de Morgan por solo un segundo. El Rey de los héroes y la Reina alta se miraron con la misma expresión hostil y fría. Una era de molestia, la otra de ira escondida. Gilgamesh odiaba en demasía a la "familia" de Arturia Saber, como era de esperarse.

¿O más bien… ? odiaba a todos los reyes de los Lostbelts.

La mirada de Morgan se giró para encontrarse con la versión adulta de su hermana. La Rey león de Camelot sostenía a su esposo entre sus brazos con una expresión claramente triste, no haría algo tan irrespetuoso como besarlo en frente de su hermana mayor… pero no le faltaban las ganas. Ritsuka miró a la rubia, quien asentía y sonreía en silencio.

"Por favor cuídate, Ritsuka."

Dijo por lo bajo, con un tono de evidente preocupación. Pese a no ser la Morgan que ella conocía, nada cambiaba el hecho de que seguía siendo la misma mujer. El hada del paraíso estaba en términos… "decentes" con todas las contrapartes de su hermana, al menos era una relación lo suficientemente buena como para permitirles poner sus sucias manos en su propiedad a diario.

Pero Le Fae era lo suficientemente astuta como para entender lo que Lancer trataba de decir, y la enfurecía.

"Esposo está en muy buenas manos, Arturia. Te lo aseguro."

Fue tan lejos como para caminar hacia su Master. Si, Arturia era considerada como para no darle un beso de despedida a Ritsuka en frente de su esposa, Morgan estableció unas reglas que todas seguían por el bien de él. Su hermana, no obstante, estaba en control de la situación y lo sabían. Por eso agarró el brazo de su amor, colocándolo en su escote mientras lo alejaba de la monarca de ojos verdes.

La antigua gobernante de la Sexta singularidad apretó los puños. Esta no era la Morgan de la historia Pan-humana, pero tenía todas sus memorias y emociones. Incluido su desdén por su existencia, pese a haber disminuido en demasía.

Por último... era momento de decir adiós a las dos personas más importantes de su vida. La emperadora de las rosas blancas, y su alma. Mashu y Nero miraron a Ritsuka, ignorando por completo la presencia de Morgan. La Tirana romana sonrió mientras su mano izquierda subía, acariciando el rostro de su esposo. Ritsuka se sonrojó, internamente conteniendo sus deseos de esconderse, había algo en la personalidad de Nero, en su alegría y sus "Umus" que le avergonzaban y alegraban a partes iguales.

"¡Esperaré por tu regreso, mi amado Pretor! ¡Planearé una luna de miel que será el epítome de Roma! ¡UMU!"

Bride besó su mejilla, sacándole una risa. Era feliz de que no tuviera ningún tipo de resentimiento por no haberse casado con ella primero, pese a que siempre había pensado que su vestido de novia de combate era algo impresionante que hasta Habetrot encontraba interesante. Terminó asintiendo, mientras su mano acariciaba la de ella.

"Estaré esperándola con ansias Nero. ¿No me extrañes mucho, vale?"

Era imposible pedirle algo así a una mujer como la Emperadora, pero valía la pena intentarlo. Ritsuka se volteó para mirar a su Kohai. Morgan respetaba a Tam Lin Galahad tanto como respetaba al resto de sus caballeros, así que por supuesto, soltó su brazo para que pudiesen abrazarse adecuadamente. Un pequeño "Gracias" salió de los labios de la mujer mientras sostenía a Fujimaru entre sus brazos, permitiendo a sus manos rodearle la cadera.

Apenas podían contener sus ganas de besarse.

La mujer de ojos morados apretó su cabeza contra su cuerpo, dejando salir un largo suspiro de tristeza. Esto le recordaba a las Epic of Remnant, tras la derrota de Goetia, donde no podía estar a su lado, pero este motivo era muy diferente.

"Pensaré en ti diariamente, Senpai..."

El hombre de cabello negro asintió ante su adiós, un pequeño "Yo también" fue todo lo que requirió para hacerla feliz. Mashu dejó ir a su otra mitad mientras regresaba al lado de la albina. La reina de las hadas, su consorte y caballeros caminaron hasta el círculo del Rayshift. La luz se los tragó, pero Fujimaru movió su mano hacia sus amigos una última vez, como despedida, lo único que veía eran sus rostros.

Y por supuesto, los gritos de Raikou.

"¡MI BEBÉEEEEEEEE!"

Rugió la madre de Kintoki, al Enkidu finalmente dejarla ir. La Berserker saltó hacia donde Ritsuka estaba, intentando detenerlo, pero fue muy tarde. Él, Morgan, Mélusine, Baobhan y Barghest desaparecieron a sepa dios donde. Todo lo que podía hacer era llorar en su sitio, agarrándose las rodillas mientras repetía aquellas dos palabras cual disco averiado.

Un par de segundos más tarde, Jeanne alter llegó al cuarto de comando, casi tirando la puerta de una patada.

"¡¿Llegué muy tarde?! ¡¿dónde está mi tonto?!"

Habló la bruja Dragón, mirando alrededor en busca de Ritsuka. En su lugar, todo lo que pudo ver fue el resto de sus compatriotas de Chaldea, y la desagradable vista de Minamoto no Raikou sosteniendo sus rodillas mientras repetía "Mi bebé, mi bebé". La clara prueba de que, efectivamente, había llegado demasiado tarde. Da Vinci dejó salir una carcajada, mientras caminaba hacia la Avenger de Orleans.

"Lo siento, Jeanne Alter. Acaba de irse."

Esas palabras salieron de la boca de Rider con tanta facilidad que fue como si alguien le tirase un balde de agua fría. La artista de Manga abrió sus párpados lentamente mientras su mente registraba lo que acababa de oír. ¿Ritsuka se fue… hace un par de segundos? No minutos, sino… ¿segundos? No podía decirse que era la persona con mayor sentido común, obviamente.

Jeanne Alter era muchas cosas, y una de ellas... era ser muy pegajosa emocionalmente hablando.

"¡LO MATARÉ CUANDO VUELVAAAAAAAAAAAAAAA!"

Su grito fue lo suficientemente alto como para llegar hasta la cafetería. ¿Su motivo? Que no hubiese esperado por ella, pese a que él no tenía idea de que vendría a despedirlo, no le importaba. Iba a matar a su estúpido, tonto Master en el momento en el que sus ojos se posaran sobre él nuevamente.

Esa era su promesa.

.


.

"Master~ Master~ ¡Luna de miel Netorare con Master!~"

Conforme el pequeño grupo caminaba en dirección al edificio, Mélusine no pudo evitar cantar su alegría y dicha mientras se frotaba contra el cuerpo de su amante. Casi lloró lágrimas de alegría cuando Morgan dijo que quería que todas la acompañaran al Enma-tei, por supuesto, conociéndolas iban a cometer adulterio 24/7.

Ritsuka enrojeció al sentir como Morgan se apega a su cuerpo aún más, Mélusine caminaba tan lentamente como podía, justo en frente de él, pegada como su sombra… eso le permitía sentir su culo en su entrepierna, para su gran vergüenza.

"Esposo. Pon tu mano en mi culo."

Pidió, deteniéndose solo por un momento para mirarlo. El cerebro del humano dejó de trabajar por unos segundos. La Vampira cruzó sus brazos debajo de sus pechos mientras Barghest contenía sus ansias de arrancarle su amante a su reina. ¿Qué? ¿acaso se había vuelto loco o realmente la escuchó preguntar abiertamente que acariciara su culo mientras caminaban?

Mélusine siguió tomando ventaja de su estatura, era un par de centímetros más baja que Ritsuka, pero era más que suficiente para molestarlo mientras caminaban hacia el negocio de Beni-Enma.

"¿Q-qué?"

"¡No cuestiones a Madre y solo hazlo, imbécil!"

Bramó la chica de tez gris, apuntándole con el dedo índice. Fujimaru tragó mientras asentía, su mano izquierda lentamente fue hacia las nalgas de su reina, quien disfrutó cada segundo que se tardó en bajar por su espalda, hasta sentir sus dedos en su carne, haciéndola sonreír, apegándole más a su cuerpo.

"Eso es... Baobhan Sith, es tu turno."

¿Qué diantres pasaba por su cabeza? Ritsuka volteó a mirar a su "hija", quien entrecerró los ojos con un rostro amenazante mientras un tono carmín adornaba su rostro. Archer no podía decirle que no a su madre de todas maneras, y ya le había prometido que intentaría cambiar su actitud para con él.

Si bien Morgan había tomado su brazo derecho, su heredera tomó el izquierdo, empujando sus senos contra el rostro del hombre. Ambas eran casi veinte centímetros más altas que él. El último maestro de la humanidad casi tuvo un paro cardíaco al sentir sus dedos ser capturados por los hilos carmesíes de la fémina, que lo guiaron lento pero seguro al interior del vestido rojo.

Hasta que lo sintió.

El suave y muy, muy gordo culo de Tam Lin Tristan, cubierto por su ropa interior.

"¿Q-q-q-q-q-qué-qué— ?"

Una pequeña risa escapó de la boca de la Reina alta, mientras retomaban su caminata. Las cuatro mujeres se apretujaban contra él como un sándwich conforme seguían, porque ahora tenía los pechos de Barghest contra su nuca, ella siendo la más alta de todas, Fujimaru apenas podía moverse, ¿cómo podía pensar que llegar con Beni de este modo sería remotamente aceptable?

Morgan, sin embargo, besó su cabeza en un gesto amoroso para darle confianza.

"Como mi consorte, es tu obligación presumirme a aquellos que te rodean. Es una parte importante de nuestra relación que la gente sepa que te pertenezco, junto a mis caballeros, y que me perteneces de igual manera. No lo olvides, Esposo mío; eres mi Bretaña."

¿En serio ese era su razonamiento?... Verdaderamente era la forma de pensar de una Berserker. Baobhan no dijo nada en absoluto, mientras Mélusine estaba en su paraíso al ser capaz de mover su culo en la pelvis del marido de su reina cuanto quisiera, sentía su miembro endureciéndose contra su trasero. Estaba decidida; iba a tomarlo esta noche cuando se fueran a dormir.

Sería mejor si Morgan dormía, pero preferiría si estuviera despierta para ver como le robaban a su marido.

Baobhan cerró sus párpados por completo mientras seguía su camino en compañía de su madre, camaradas y… compañero. La verdad sea dicha, estaba algo furiosa por tener que permitirle jugar con su culo, pero madre tenía razón. Había decidido darle una oportunidad para ser su padre, y su marido.

Y la aprovecharía para conocerlo.

"Puedes nalguearme si quieres. Pero no te prometo no arrancar tus dedos por accidente."

Canturreó la vampira, mirándole con una mueca juguetona. Ritsuka observó a su esposa con algo de temor, ese tono de voz junto a esa sonrisa… no le inspiraban confianza en absoluto. Pero la sonrisa en el rostro de Morgan mientras frotaba su mentón contra su cabello, le dio escalofríos… porque significaba que-

"Bien pensado, Baobhan Sith. Esposo, puedes comenzar. Yo hablaré con la señorita Enma. Tienen cuartos lo suficientemente grandes para todos nosotros, ¿cierto?"

Pidió su confirmación, todavía mirándole con aquella mueca alegre, el hada de ojos azules cariñosamente frotó su trasero contra las manos de su amor, casi demandándole que cumpliera su deber. Fujimaru no era alguien inexperto en lo que a ser seducido se trataba, por el amor a dios… había estado teniendo sexo desde que tenía dieciséis años… pero algunas mujeres tenían más sentido común que otras.

Y hasta ahora cría que Morgan, su esposa, su amante, la mujer que gobernaba sobre criaturas tan abominables como las Hadas, tenía una de las cabezas más sensatas de Chaldea sobre sus hombros.

¡¿Qué mierda les pasa a estas mujeres?!

¿Era esto a lo que Baobhan Sith se refería cuando, el día anterior, dijo que pensaría en darle una oportunidad? Ritsuka intentó cerrar sus ojos haciendo caso; una nalgada, dos nalgadas. Sentir las suaves carnes de los traseros de la princesa y la reina de las hadas amoldarse a sus manos provocó que empezara a sudar, en una mezcla de nerviosismo, vergüenza y lujuria.

Esto si que era vergonzoso… no había visto a Beni en un largo tiempo, pese a ser una miembro de Chaldea de forma oficial, y una de sus miembros más preciados en el departamento de comida, sus deberes como la dueña del Enma-Tei venían primero.

Al menos no se comportaban como Nero, Kiyohime o Tamamo. Por todos los dioses de cada mitología habida y por haber, ¿Acaso las cuatro compartían la misma neurona? Sentir los pechos de Barghest golpeándole la nuca le hicieron temblar.

En efecto, lo iban a matar a este paso.

Estando frente a las puertas, la reina alzó su mano derecha; cubriendo las puertas con su magia, abriéndolas sin necesidad de tocarlas. Pese a tener los párpados cerrados, siendo llevado por las cuatro miembros de la Mesa redonda de las hadas, ya podía escuchar voces con las que estaba muy familiarizado.

"¡Chirp! ¡chirp! Cuarto 24 segundo piso necesita una limpieza, ¡rápido!"

"Oh cielos, ¡malditos sean esos infernales monos, no importa que día sea, nunca se van!"

"¡Alguien llame a Madame Beni-Enma!"

Los gorriones trabajaban incansables como siempre. Ritsuka no pudo evitar tragar, todavía no le habían reconocido, probablemente porque estaban muy ocupados lidiando con sus propios asuntos como para darse cuenta que el hombre que salvó su hogar, estaba en frente del mostrador principal. Un curioso "¿Ohhhh?~" salió de los labios de Baobhan Sith.

Este lugar era muchísimo más bello de lo que visto en los registros de Chaldea.

Pero estas criaturas, estos gorriones… eran más estúpidos de lo esperado. Estaban en todas partes, era hilarante, verlos hablar, volar y sufrir. Una gota de sudor escapó por la nuca de Barghest al ver la escena, parece ser que los registros eran en efecto, reales. Pese a haber lidiado con Bamboo Cutter, siempre estaban ocupados.

Ring~

No obstante, todos dejaron de volar y moverse cuando la mano de Morgan tocaba la campanilla. El hombre se sonrojó al sentir como Barghest le acariciaba la cabeza, mezclado con todos los ojos de los gorriones mirándolos, mentalmente, contaba los segundos pasar. Uno, dos, tres, cua-

"¡OH! ¡ES EL MASTER DE CHALDEA CHIRP!"

"¡¿Qué está haciendo aquí?!"

"¡Y con invitados! ¡Alguien llame a Madame Beni-Enma y Toshi! chirp chirp!"

Solo empeoraron el bullicio. Ritsuka dejó ir una risa alegre, recordando las pequeñas aventuras que Chaldea tuvo durante el año nuevo. Un pequeño gorrión vistiendo un kimono carmesí voló hacia el grupo. Los ojos de Tam Lin Lancelot se entrecerraron mientras la pequeña criatura aterrizaba enfrente de ellos, concentrado en el humano.

"¡Chrip! ¡¿Realmente eres tú, Ritsuka?!"

Preguntó la pequeña criatura, Fujimaru asintió mientras quitaba sus manos de los culos de su esposa e hija, rascándose la nuca. Reconocería esa voz en cualquier parte; el pequeño gorrioncito que los guio hacia el hotel de Beni hace tanto tiempo. Le llenaba con una nostalgia que le alegraba estar de regreso.

"Si, Toshi. Soy yo, chirp."

Un pequeño sonrojo apareció en la cara de Morgan al escuchar a su marido comportarse como un pajarito al final. Sonó tan adorable en ese momento que no pudo evitar besarle la frente. El pequeño pajarito ladeo su cabecita, aún recordaba a todos de aquel entonces, Mashu, Fionn Mac Cumhaill, Diarmuid, Goredolf y tantos otros servants.

Pero no reconocía a ninguna de esas tres.

"¿Chirp? ¿quiénes son estas señoritas? Pensé que estarías con Mashu o las pupilas de Madame Beni-Enma"

...

El silencio que vino tras la pregunta fue ensordecedor. Morgna sonrió ligeramente mientras miraba a su marido, Mélusine tenía una sonrisa socarrona, abiertamente presionando su retaguardia contra su miembro para que sintiera sus nalgas. Baobhan Sith tenía su expresión de astucia común, y finalmente Barghest… la rubia sumplemente frotaba su mentón contra su cabello negro.

"Estas son... son mi esposa y... mis amantes, Toshi."

"¿Quién aceptó ser tu amante? ¿huh?"

Baobhan inmediatamente intervino... bueno, en su mayoría era cierto. Dijo que iba a darle una oportunidad y conocerlo mejor, no que iba a aceptarlo como su compañero o padre pese a los deseos de Morgan. La pequeña criatura ladeó su cabeza en confusión, sabía lo que era una esposa… pero considerando lo empalagosas que eran Tamamo y Kiyohime para con él...

Pensó que se casaría con una de ellas, o Mashu.

De cualquier modo, estaba feliz por su amigo.

"¿Ritsuka? ¿has llegado tan temprano-dechi?"

El aleteo de alas y el canto del resto de empleados hicieron al pequeño grupo girar. Saber, Beni-Enma, llegó mientras sus amigos le daban la bienvenida. Había asistido a su boda, mayoritariamente ayudando con la comida la noche anterior a esta, así que sabía lo que la reina del invierno planeaba. De hecho, una vez Morgan leyó sobre la pequeña aventura de Fujimaru en este lugar...

Instantáneamente supo que aquí era donde quería estar con él.

"H-Hola Beni. Gracias por todo tu esfuerzo el día de ayer, estoy seguro que tuviste las manos llenas pese a trabajar con los demás, lamento no haber podido agradecerte antes."

La oni pelirroja negó con su cabeza mientras caminaba lentamente hacia el mostrador, su pequeña mano moviéndose de derecha a izquierda con una expresión jovial. Si, Tamamo Cat, Emiya, Boudica y ella estuvieron ocupados toda la noche y parte de la madrugada asegurándose de que todos los servants estuvieran llenos.

Incluso tras Morgan hacer el pastel ella misma con sus clones, ayudada de [Thoughtform], aún tenían que asegurarse de que todos estuvieran satisfechos. De todos modos, estaba feliz de que su amado Master finalmente se comprometiera por primera vez, su mayor temor era una guerra civil precisamente porque tantas mujeres querían su mano en matrimonio.

Y antes que enviarlo con Kiyohime o Tamamo... preferiría que estuviera al cuidado de Mashu, o la propia Morgan.

"No es nada-dechi, estoy feliz de que tu vida haya cambiado a mejor. No importa lo que hiciera, era imposible controlar a esas dos, me alegra que lady Morgan viniera a auxiliarte."

Conforme hablaba la Oni, la Reina alta sacaba su pecho, obviamente disfrutando el masaje que su orgullo estaba recibiendo. Sin embargo, un rápido intercambio de miradas entre Berserker y Saber tuvo lugar. Beni-Enma rápidamente sacó un librito de su manga, donde anotaba todos los residentes que actualmente tenía y tuvo alguna vez el Enma-Tei.

No había necesidad alguna de que Ritsuka le pagara nada claro está, esta era su casa... y además...

"No hay necesidad de preocuparnos por el QP, Amado esposo. Ya he arreglado todo con la señorita Enma en los preparativos iniciales de mi plan."

Dijo el hada, mientras Beni escribía rápidamente la fecha de hoy, justo arriba de donde escribió todos sus nombres una semana antes. Todos en Chaldea podían ir al Enma-Tei siempre y cuando le avisaran primero a Ritsuka, y le pagaran lo correspondiente a Beni. Es por eso que siempre cargaba consigo la lista de invitados, para finalizar, presionó un pequeño sello rojo en forma de pichón.

Todo estaba listo, excepto por una última cosa.

"Todo está listo para que disfruten de su estadía. ¡Les he agendado uno de nuestros cuartos más importantes-Dechi! Todos ustedes deberían ser capaces de dormir juntos como Lady Morgan pidió... sin embargo, me gustaría sellar el trato informalmente de la manera en la que acordamos."

La fémina de ojos azules asintió, dejando salir un pequeño "Por supuesto" mientras sonreía. Morgan dejó ir el brazo de Ritsuka, sorprendiendo a su marido y caballeros, pues había estado actuando muy empalagosa durante todo su camino a través del bosque de bambú y el puente, ¿y ahora le dejaba ir así como así?

¿Qué estaba pensando?

"Mis queridas caballeros, suelten a mi Esposo. Siéntense aquí, a mi lado."

Las Tam Lin se miraron entre si con clara confusión ante la petición de su Reina. No obstante, Baobhan fue la primera en obedecer, sentándose en el regazo de su madre como solía hacer cuando era una pequeña. Mélusine se sentó en su izquierda y Barghest en su derecha, solo entonces se dieron cuenta de que tenían una vista panorámica perfecta de Fujimaru y Beni-Enma desde aquel sofá rojo.

El pelinegro no comprendió nada, ni siquiera tras Beni agarrarle la mano, mirándole con una expresión feliz y jubilosa. Morgan apoyó su cabeza contra su puño derecho, agitando la izquierda ligeramente con una pequeña sonrisa.

"Puedes comenzar, Beni-Enma. Haz a mi marido experimentar los placeres del adulterio."

El pequeño "¡Dechi!~" que dejó salir Saber mientras caminaba hasta quedar frente a su Master fue la última pieza del rompecabezas. Un "¿Eh?" salió no solo de los labios de Ritsuka, sino también de Barghest, Mélusine y Baobhan. La oni pelirroja se arrodilló; había pasado mucho tiempo desde que ella y su amado tuvieron algo de intimidad.

"¡¿M-Morgan?! ¡¿Q-qué— por qué?!"

Inquirió, casi tratando de detener a Beni-Enma. El "¡¿Madre?!" que dijo la hada vampira vino al mismo tiempo que la gobernante de Manchester dejaba salir un "¡¿Su Majestad?!", la única que prestaba atención era Lancer, que tenía una expresión de celos, ella, como siempre, fue más rápida que sus compañeras evaluando el juicio de su gobernante.

Quien, sorprendentemente estaba más confundida, era la mismísima Reina.

"¿Hm? ¿Por qué qué, mi amado Esposo? Como la gobernante de tu harem y tu esposa, es mi deber consentirte, aprobar o rechazar peticiones cuando sea necesario, y estar ahí para presenciar que todo vaya de acuerdo al plan. Acordamos esto el día de nuestro compromiso tras invocarme, ¿cierto?"

Ese... no era en absoluto el punto de la pregunta. Beni dejó salir una pequeña risa mientras la albina ladeaba su cabeza hacia la izquierda en confusión, cuando pequeña niña finalmente bajó su cremallera, moviendo su ropa interior para revelar su pequeño y tierno miembro que ella tanto amaba. Enma se giró, claramente feliz.

Ritsuka estaba sonrojad, pero no detenía a Saber en absoluto. Era más inteligente que eso; pese a no tener idea de qué diablos estaba pasando. Esta era su luna de miel, así que pensó que las cosas serían diferentes. Había un motivo por el cual nadie salvo esas tres fue invitado, ¿verdad?

"Creo que Master trata de decir otra cosa-dechi. ¡Esto es parte de nuestro acuerdo! Cuando Lady Morgan pidió una semana en el Enma-tei, a cambio pedí que me dejara hacer el amor contigo, Ritsuka-dechi."

Habló mientras sus pequeños dedos acariciaban sus gónadas. Pese a querer protestar, no podía razonar con Morgan, también estando el hecho de que podía lastimar el corazón de Beni, por lo que solo la dejó ser. Ritsuka apoyó su cuerpo contra el mostrador, dejando salir un suspiro de placer.

Eventualmente sus pantalones cayeron junto a su ropa interior. El Master cuarenta y ocho enrojeció más al sentir como la propietaria del hotel hundía su nariz en sus testículos. Intentó recordar cuando fue la última vez que intimaron, pero no podía. Lo único que recordaba era su primera vez juntos, poco antes de que Chaldea abandonara el Enma-Tei al final de Enero 2021.

"Le pequeña polla de master es tan adorable-dechi... ¡es tan tierna como su corazón!"

El "en efecto" que dejó salir su esposa lo avergonzó aún más. La lengua de Beni salió para que esta pudiese darle una mamada. Fujimaru sintió como empezaba a lamer su falo con extrema facilidad, dos años antes cuando le dio su primera vez, estaba en extremo dudoso. Pero sus argumentos terminaron por callarle.

Él y Chaldea salvaron el Enma-tei simplemente porque era lo correcto

Ritsuka hizo todo lo posible para salvar su felicidad. ¿Cómo podía no enamorarse de su naturaleza dulce, amable y benigna? Por lo que le invitó a su oficina para beber té y comer su estofado especial donde venía ella incluida. Fujimaru gimoteo, incapaz de seguir recordando el pasado cuando la pequeña boca empezó a succionar una de sus bolas, mientras que los dedos iban de arriba abajo tratando de hacerle tener una erección.

"B-Beni..."

Murmuró, notando los brillantes ojos llenos de amor que le devolvían la mirada, sus dedos jugaban con su prepucio con extremo cuidado, masturbándole en frente de su pareja. El ahogado "Dechi~" que apenas pudo oír al su lengua y labios seguir ocupados, le excitaron todavía más.

El master gimió, tratando de bajar su voz, pero una rápida mirada al rostro de su mujer le dijo todo lo que necesitaba saber. Así que se dejó ser de igual modo, mientras Beni-Enma abría la boca, su lengua yendo desde su testículo izquierdo al derecho, otro gemido, más fuerte en esta ocasión, salió desde su garganta. Ya estaba empezando a sudar, quizás Beni no fuese la mujer más voluptuosa...

Pero dioses, sí que sabía como chupársela.

SLUUURP SLURP SLUURP SLUUURP~

No podía seguir aguantando. La Espadachín finalmente satisfizo sus deseos, capturando la pequeña polla de Ritsuka en su boca a la vez que su lengua lamía su punta, yendo alrededor de esta mientras la yema de sus dedos seguía enfrascada en su escroto. Mélusine tomaba notas mentales de lo que podría hacer cuando fuese su turno. Baobhan, por el otro lado, estaba genuinamente sorprendida por el hecho de que su madre no estuviese molesta ni mostrase ápice alguno de hostilidad ante la escena que veía.

No tenía sentido.

¿No era este su cónyuge, la persona que más amaba? ¿Casi tanto como la amaba a ella?

"¡Ahhh!~ ¡ahhh! ¡B-Beni! E-Está... Es-"

Advirtió, aunque tarde. El master de muchas gritó al sentir su miembro crecer dentro de la garganta de la chica, Beni tosió, incapaz de respirar mientras la carne flácida crecía. Podía sentirlo, tocando las partes más profundas de su garganta, pero continuaba. Sus ojos rodaron hacia arriba mientras trataba de respirar por su nariz de forma desesperada, había perdido el toque. Ritsuka quizás no recordaba la última vez que hicieron el amor, pero ella si.

CHUUUP CHUP CHUP CHUUP SLUUURP~

La pelirroja agarró el no tan pequeño miembro de cuarenta y ocho con sus manos, empezando a masturbarlo mientras su cabeza iba de arriba abajo. Sus mejillas hicieron su mejor esfuerzo para apretarlo junto a su garganta, si, había estado tosiendo hasta hace un momento, pero aprendía rápidamente. La respiración del humano se hizo más pesada, no pudo evitar mirar a las hadas.

Baobhan le paró el dedo medio. Mélusine le sonrió con evidente perversión, mientras Barghest cubría su rostro con sus manos, estando sus dedos separados para que pudiera ver. Su esposa, por el otro lado, mantenía su postura, con una expresión calmada y tranquila. Si se concentraba lo suficiente, podía verse a si mismo y a Beni reflejados en el mar azul que eran los ojos de Morgan.

"Saludos, Esposo mío."

Saludó sin más a la vez que Beni jalaba suavemente sus testículos, presionando la punta de sus dedos contra estos mientras continuaba masturbándole y mamándole. Ritsuka miró hacia abajo, todavía estaba algo sensible tras la agotadora noche de pasión que él y su nueva mujer compartieron, pero era de esperarse: le dio tres botellas de elixir antes de sentirse satisfecha.

CHUP CHUP SLUUURP SLUUURP SLUUUUUUUUURP~

Y Beni lo sintió; el como latía desesperadamente. La hacía feliz, tanto que apenas podía contener su emoción. La pequeña fémina dejó ir sus bolas para que uno de sus dedos se hundiera en sus pliegues. Beni-Enma apretó su clítoris con su índice y dedo medio, con la misma intensidad que su garganta estrujaba el aparato masculino.

Ritsuka dejó salir un grito, finalmente dejándose ir: descargando su semen en la garganta de la mujer. La cabeza de esta tragó su miembro por completo, su mano abandonado la pequeña porción que estuvo acariciando. Ni una sola gota escapó del hambriento estómago de la pichón, nada fue desperdiciado. El "Gulp~ gulp~ gulp~" claramente audible, le daba escalofríos.

La Oni no dejó ir su miembro sin embargo, estaba ordeñándolo de una forma amorosa y cariñosa. Masturbándole nuevamente mientras su mano complacía su necesitada vagina, en preparación a lo que estaba por venir. Luego de unos momentos, la felación finalmente acabó, con un sonoro "Pop". Saber sonrió a su maestro, dándole un beso de despedida a su glande.

"Tu mana es tan exquisito como lo recuerdo. Por favor master; permíteme experimentar el sexo con un hombre casado-dechi."

El dulce y tierno tono que usó para hacer una petición tan inmortal fue la gota que derramó el vaso. Mientras Beni-Enma se giraba para apoyarse en el mostrador, dándole a su master un ángulo perfecto para penetrar su pequeña vagina, él apuntó su pene en dirección al cuerpo de la dueña del Enma-tei. No sin antes mirar a Morgan una última vez, que asintió en silencio.

Y entonces, la penetró.

"¡OHHHHHH!~ ¡M-Master!~"

Ritsuka apretó sus dientes; sus caderas fueron hacia adelante, abriéndose paso por el interior de Beni. Sus manos apretaron las pequeñas caderas de esta, sintiendo como sus adentros le apretaban aún más fuerte. Un pequeño sentimiento de familiaridad resonó en su cabeza, la mano derecha recorrió su espalda, acariciando su cabecita.

"B-Beni... deja de apretarme tan fuerte... p-por favor..."

Suplicó, quitándole el sombrero con forma de pichón para poder acariciar su hermoso cabello carmesí. El hombre de ojos azules se inclinó en dirección a ella mientras esta soltaba un pequeño "¿Dechi?~", su mente se derretía con su abrazo y el calor natural de su hombría. Cuarenta y ocho besó la cabeza de Saber, para la gran dicha de esta, finalmente empezando a moverse dentro de ella, iniciando la penetración.

Plaf~ plaf~ plaf~

Era un ritmo lento pero estable, parte de si seguía cansada tras haber hecho el amor tan intensamente con Morgan la noche anterior, y principalmente porque Beni-Enma estaba demasiado apretada para poder penetrarla apropiadamente. Esto era algo que experimentaba de manera constante, la verdad sea dicha. No se consideraba a si mismo un "Lolicon" pese a Mordred llamarle así de tanto en tanto como una broma inofensiva.

Eventualmente, Beni empezó a jadear al mismo tiempo que él. Las manos de la pequeña apretaron la madera del mostrador, sintiendo como los testículos de su master golpeaban sus muslos conforme sus caderas se conectaban con las de ella. Podía sentir cada centímetro frotándose contra sus parades, pese a no estar a su máximo potencial, no debía de ser subestimado.

SLAP~

"¡Dechi!~"

Exclamó cerrando sus ojos. Ritsuka le dio una pequeña nalgada, lo que aflojó la estrechades de Beni-Enma un poco, permitiéndole penetrarla más fuertemente. Los labios del humano acariciaban y besaban su cabello, mientras él frotaba su mentón contra la cabeza de Saber, como una muestra de su afecto.

Amaba el olor de su cabello.

La Oni apenas logró abrir sus ojos llenos de lágrimas mientras miraba al hombre casado. Dentro de su pecho, su corazón latía emocionado por la adrenalina y la alegría. Este sentimiento tan cálido, su expresión amable, su amor… había extrañado esto más de que imaginaba. Sonriéndole mientras su mano acariciaba su mejilla, Ritsuka se detuvo, totalmente enfundado en ella. Se movió de izquierda a derecha, frotando su masculinidad contra el interior de la pequeña servant.

"M-Mahhhster... bésame-dechi... "

Era una petición, pero salió como una súplica. El último master de la humanidad besó a la Pichón corta-lenguas Beni-Enma, mientras su mano estaba sobre la de ella. Su lengua se movía pesadamente dentro de su pequeña garganta, ninguno de ellos sabía cuándo sería la próxima vez que sus cuerpos podrían disfrutarse el uno al otro, pero Beni era lo suficientemente inteligente como para saber que Morgan no le dejaría probar a Ritsuka una segunda vez.

Esta era su luna de miel, después de todo.

Fujimaru lo sabía de igual modo, por lo que se prometió a si mismo llevar a Beni-Enma al cielo.

PLAFPLAFPLAFPLAF~

"¡¿HMMPH?!~"

Su voz salió como un gemido ahogado, los ojos de Morgan vieron muy atentamente como el meñique de su marido jugaba con el trasero de Beni-Enma. Una decisión inteligente el usar el dedo más pequeño para asegurarse de no incomodarla. La pequeña fémina no solo sintió a Ritsuka acelerar sus movimientos, sino también como su dedo parecía recordar sus puntos débiles.

Se presionaba contra ella, el sudor ya le ayudaba. Pronto, sintió el placer acumulándose dentro suyo. Su pequeña lengua se movía alrededor de la suya, intentando empujarle en un pobre esfuerzo para contraatacar, fue inútil. Él tomó control y cumplió su promesa, por lo que ella se rindió rápidamente.

El master se derritió cuando sintió los dedos de ella moviéndose gentilmente, acariciando su rostro tal como él hacía con el de ella. Eventualmente también empezó a llegar a su límite. Llegando a tal punto en el que el cuerpo de Beni golpeó el mostrador por la fuerza de sus embestidas, pero ella lo aceptó. Ahora no estaba siendo tan pasional y amoroso, más brusco y brutal, mientras seguía besándola.

Las manos de Beni agarraron su rostro, sintiendo sus dientes apretarle la lengua.

Y entonces...

WHAM~

El Chaldeano pelinegro la penetró por completo con una última embestida, su pequeño cuerpo chocó contra la madera. Había usado tanta fuerza que el pequeño libro salió volando de su manga, mientras ella sentía como la polla del master golpeaba la entrada de su vientre. Ritsuka cerró sus ojos a la vez que Beni abría los suyos, lágrimas empapaban sus mejillas mientras largas y gruesas líneas pegajosas de mana la llenaban a tope. El beso se rompió no mucho después, y Ritsuka hubiera caído al suelo...

De no ser porque Morgan le atrapó.

"Sasuga wa ga otto... siempre terminas excediendo mis expectativas, mi amado esposo..."

Las manos de la Reina colocaron gentilmente la cabeza de Ritsuka entre sus senos. El olor familiar de duraznos invadiendo sus fosas nasales fue suficiente para enviarlo a dormir. Con solo un movimiento de sus dedos, sus pantalones y ropa interior subieron por si solos mediante su magia. Morgan miró a Beni-Enma, uno de sus pichones voló a su lado, cargando el libro en su piquito.

El potente y extraño olor no pasó desapercibido para nadie, los ojos de Baobhan Sith se posaron en el Pichón que actualmente acariciaba la mejilla de su ama.

"Que repugnante... deberías lavar a tus empleados, mujer."

Su tono era burlón, como si no fuera suficiente, hasta rió. Barghest asintió en silencio mientras miraba a su master, Ritsuka apenas pudo mantenerse consciente unos segundos entre las enormes tetas de Morgan. La pelirroja limpió cuidadosamente la saliva cayendo por su mentón, intentó pararse, pero no pudo.

Sus piernas estaban entumecidas.

"T-Toshi... por favor lleva a las novias de Master-kun a su cuarto... Espero que disfruten su estadía... en el Enma-Tei~"

Terminó cerrando sus ojos mientras el pequeño animal que saludó a Fujimaru anteriormente empezaba a volar en frente del grupo. Las miembros de la Mesa redonda de las hadas le siguieron, yendo por las escaleras. Una vez estuvo sola, Beni usó el resto de su fuerza para girar su cuerpo, cayendo al piso sobre sus rodillas.

El semen saliendo de su entrepierna ya estaba haciendo un desastre, pero deseaba confirmar su teoría. Dos de sus dedos fueron hasta el pequeño charco, acercándolo a su rostro.

Snif snif~

La hizo arrugar la nariz. Tenía un olor muy fuerte, en extremo asqueroso. ¿Cómo era esto posible? Conocía el mana de Ritsuka, y no olía a esto en absoluto. La lengua de la Pichón le dio una lgera lamida, el sabor era el mismo, en efecto; dulce producto de su buena alimentación, hasta tuvo problemas para tragarlo; todo era exactamente igual salvo por el repugnante olor que ahora tenía.

No estaba en absoluto relacionado con su dieta, o su salid. Leonidas, Scathach y los demás quizás fueran maestros duros, pero jamás forzarían a Ritsuka a dar más de lo que su cuerpo podía soportar. Emiya, Cat, Boudica y ella siempre se aseguraban de hacer comida saludable que fuese tanto nutritiva como deliciosa, así que esto no tenía sentido para ella.

No era natural.

"Tendré... que preguntarle más tarde-dechi..."

Musitó, apoyando su cuerpo contra la madera del mostrador mientras cerraba los párpados, exhausta. ¿Quién pensaría que llegaría el día en el que la dueña del Enma-tei estuviera en sus rodillas luego de ser brutalmente follada, justo frente a la entrada a vista de todos? Pese a todo... Beni-Enma estaba feliz.

Después de todo, su vientre no era lo único lleno hasta el hartazgo.

.


.

Cuando Ritsuka abrió sus ojos una vez más, notó que estaba siendo cargado como una princesa. Fujimaru movió su cabeza gentilmente, solo para percatarse de que estaba en los brazos de Barghest. La Lord de Manchester tenía un sonrojo en su rostro cuando sus ojos chocaron con los de su futuro esposo, el consorte de la reina tragó en seco.

Ninguno de ellos dijo palabra alguna por un par de segundos, hasta que los labios de Morgan besaron su cabeza para tener su atención.

"Buenos días, Esposo mío. Has dormido veinte minutos."

Saludó, rápidamente frotando su mejilla contra su cabello. Ritsuka se giró para encarar a la noble albina, percatándose de que su cabello estaba suelto. No solo eso, sino que Morgan, Baobhan Sith, Mélusine, Barghest y él mismo vestían un kimono rojo con verde y detalles dorados. Lo reconoció inmediatamente; era la vestimenta oficial del Enma-Tei.

"¿A-a dónde vamos?"

Cuestionó mirando alrededor. No había intentado salir de los brazos de Barghest, quien le sostenía tan cuidadosamente como podía, pero también tomaba la oportunidad de apegarlo a sus pechos tanto como fuese posible. Mélusine terminó respondiendo su interrogante, con una sonrisa feliz aunque algo decepcionada ante las órdenes de su reina.

"Su Majestad nos ordenó disfrutar la tarde en las aguas termales para que tuvieras energía suficiente para mañana, Master. Tristemente, nos prohibió interactuar sexualmente contigo hasta mañana."

La verdad sea dicha, tras escuchar sus palabras, un sentimiento de tranquilidad bañó el cuerpo del hombre. Morgan se giró para encarar a su marido, asintiéndole con una pequeña sonrisa. Debía admitirlo… se veía absolutamente bella con su cabello suelto, ¿pero de nuevo? Ritsuka prefería a las mujeres de esa manera, la hacía ver más… natural, sin quitarles ni un poco de majestuosidad a su encanto real.

Y realmente adoraba el cabello blanco/azulado de Morgan.

"Eso si, no dijo que no podíamos joderte un rato."

Baobhan rió ligeramente mientras se tapaba la boca con su mano, provocando que su padre sudara con visible temor. No se había acostumbrado aún a su comportamiento abusón y "amistoso". Le recordaba en demasía a Jeanne Alter al principio de su relación de noviazgo… en parte. Jeanne era irracional, todavía lo era, y solía enfurecerse si no le daba la atención suficiente, pero se ponía peor cuando le daba demasiada. Eventualmente abrió su corazón hacia él, con el paso de los años.

Quizás Sith haría lo mismo al pasar el tiempo.

"Ya llegamos, Master."

Barghest sonrió ante el paisaje. No era tan complejo, solo un lugar caliente con rocas. Beni usualmente tenía aguas termales para hombres y mujeres, por separado… pero considerando que no había más inquilinos femeninos salvo las cuatro amantes de Ritsuka, decidió hacer una excepción y cumplirle sus deseos a Morgan.

La primera en desvestirse fue su Reina. Boabhan se sonrojó al momento de ver el cuerpo de su madre, junto al hecho de que no había afeitado sus axilas en un largo tiempo… el hada del paraíso abrió sus brazos, encarando a su caballero. Barghest entendió sin la necesidad de palabras, entregándole su Master a su gobernante.

"Mi amado Esposo... por favor disfruta la almohada de pechos de tu esposa tanto como quieras..."

La pareja miró a los ojos del otro. Morgan tenía una ligera sonrisa mientras Ritsuka estaba sonrojado, era la primera vez que estaba en los brazos de su esposa dentro de unas aguas termales, pese a que ya se habían bañado juntos cientos de veces para este punto. Pero le encantaba: Fujimaru sonrió, descansando su cabeza contra la mano izquierda de Morgan mientras ella admiraba sus facciones en silencio.

"Morgan..."

Escucharle decir su nombre hizo que el rostro del hada albina se tiñera de color carmesí brillante. Definitivamente debía alimentarle con su leche como recompensa antes de que se fueran a dormir. Las otras tres caballeros ya se habían deshecho de sus ropas, dejándolas caer al piso mientras sus cuerpos se metían en las aguas calientes. Barghest soltó un largo suspiro placentero, Archer no estuvo del todo segura al principio, pero se acostumbró y lo disfrutó rápidamente. Mélusine no tuvo problema alguno.

"Tu rostro es tan hermoso..."

"Oi. Llámame hermosa a mí también."

Su brazo derecho fue jalado por la chica de piel gris. Berserker rio ante la clara muestra de celos que su hija mostraba, capturando a Ritsuka en su escote, no eran pequeños en absoluto, pese a ser considerablemente más pequeños que los de Morgan, Baobhan superaba con creces a alguien como Santa Marta.

Estaba a la par de Mashu y Jeanne Alter, sus tetas eran tan enormes que las manos de Ritsuka no podían cubrirlas Ritsuka.

Fujimaru a su hija adoptiva, quien tenía un rostro molesto, asegurándose de que en todo momento sintiera la presión de sus pechos apretándose contra su piel. Le Fae tomó la oportunidad para apoyar su mentón contra la cabeza del humano, a la vez que Barghest tomaba el otro brazo, y Mélusine dejaba su pequeño cuerpo reposar contra su torso.

Estaba rodeado por todas partes, ya no sabía si el tinte rojo en su cara era producto del calor... o su lujuria.

"Majestad... ¿n-no le molesta que tenga uno de los brazos de Master?"

Dijo Saber, con un pequeño resplandor esperanzado en sus ojos. Morgan era una reina piadosa, por lo en efecto que lo permitió. El pelinegro tragó en seco al sentir y ver como las cabezas de Baobhan y Barghest se apegaban a él, aún apretando sus brazos con sus escotes y manos, no tenía escape.

Hasta podía sentir como cada una de ellas había colocado sus manos entre sus muslos; manteniéndolas ahí para que pudiera sentirlas. La carne suavecita y tersa de Baobhan junto a la suave piel del muslo trabajado de la rubia.

Mélusine continuaba mirándole, besando sus músculos de cuando en cuando, buscando cualquier otro punto débil que pudiera encontrar para memorizarlo y atacarlo cuando fuera su momento de reproducirse y hacer huevecillos juntos.

El olor a duraznos proveniente del cuerpo de Morgan, las fresas de Baobhan Sith, los arándanos del cabello de Mélusine y finalmente la esencia a manzanas que Barghest tenía… sentía que estaba perdiendo la cordura. Especialmente porque claramente podía ver el vello axilar que cada una de ellas tenía, pese a mantenerse callado, para ellas era obvio que su corazón latía como loco.

Podían sentirlo.

La Archer bufó, burlezca.

"¿Realmente eres la escoria de la tierra, no es así... ?~ el estar tan interesando en oler el vello corporal, el sudor y la piel de una mujer… mírate… igual a un cerdo~"

La mujer con ojos morado y azul no se tomó a bien las palabras de su compatriota. Ante estas, jaló la cabeza de su Master a su lado, lejos de Tristan y su madre. Gawain acunó gentilmente a Ritsuka entre sus senos, colocando una mano sobre su cabello mientras bloqueaba su vista con su escote.

"No la escuches, Amado Master. Yo pienso que todo de ti es adorable… ¡i-incluyendo tus fetiches, por muy inusuales y extravagantes que sean!."

"En efecto. Master es la cosita más adorable del mundo~ No puedo creer que nunca hayas tenido una novia antes de venir a Chaldea."

Replicó Lancelot, mientras sus besos se detenían para mirar al consorte de su Reina. Los labios de Ritsuka temblaban mientras formaban una sonrisa, causando que la albina lentamente recuperara sus facciones dragónicas. Su pequeña colita negra iba de derecha a izquierda, como si fuese una perrita. Baobhan Sith frunció el ceño en el momento en el que vio a su madre asentir, claramente de acuerdo, quitando a Ritsuka de los brazos de Barghest, de regreso a su escote.

Sus dedos se hundieron en su cabello negro, acariciándolo de manera gentil y amorosa mientras su cabeza volvía a reposar sobre la de él. Fujimaru era capaz de sentir su conexión emocional con Morgan, a su spirit origin, ella dejó salir un sutil "Esposo mío...". Estaba feliz por el simple hecho de tener su cuerpo presionado sobre el suyo, al igual que él.

Baobhan, Barghest y Mélusine se frotaban a si mismas contra su cuerpo en silencio, sin mediar palabra.

"No te preocupes, Esposo… como tu Reina y tu Esposa, es mi deber malcriarte hasta el día de tu muerte… y luego, seguiré tu alma a donde sea que vaya. Las palabras de Baobhan Sith quizás sean duras, pero te ama desde el fondo de su corazón, Barghest y Mélusine lo hacen también."

Declaró la Reina, mientras su heredera dejó salir un pequeño gruñido. Los besos de Mélusine tan lentos como siempre, como si sus labios pudiesen mágicamente borrar las horrendas cicatrices que ganó al paso de los años. El adulto joven se sonrojó, en su cercanía, podía escuchar perfectamente los latidos de la Bruja. Eran rápidos y fuertes, pero tranquilizadores.

Verdaderamente majestuosos.

"Master..."

Habló la perro negro, apoyando su cabeza contra su hombro derecho, cerrando sus ojos poco tiempo después. Si, tal vez no era la prioridad de Ritsuka, pero como la mujer que fue bendecida con el nombre del caballero del sol, Barghest respetaba y estaba auténticamente feliz porque su Reina finalmente encontrar a alguien digno de ella. Alguien que fuese amable, dulce, gentil, fuerte y de buen corazón.

"¡Hmph!"

Baobhan Sith dejó salir un molesto murmullo, imitando los mismos gestos con su hombro derecho. Las manos de Tam Lin Tristan subieron ligeramente, acariciando los músculos de su padre mientras observaba la sonrojada expresión relajada que hacía mientras disfrutaba las gigantes tetas de su madre. En efecto, era un ser humano absolutamente asqueroso, y pensar que dejó crecer su vello corporal solo porque su madre continuaba cumpliendo todos sus caprichos… era repulsivo.

"Heheh~

Mélusine por su lado, escondió su rostro en su cuello, peligrosamente cerca al pezón de Morgan pero tomando ventaja de su pequeño tamaño para abrazar el cuerpo de Ritsuka. El remanente de Albion abrió su boca para besar su cuello al menos una vez, esperando no excitarlo, solo buscaba mostrarle su afecto y eterna devoción.

Era una escena de lo más pacífica e inmoral aquella que el Reino de las hadas estaba teniendo. Las manos de la Reina alta continuaban acariciando y mimando el rostro de su marido, mientras que sus caballeras frotaban silenciosamente sus cuerpos contra el suyo. Todas ellas, suaves como la seda, sin decir nada en absoluto. El Master sonrió felizmente, mirando hacia arriba.

El rostro alegre de Morgan le dio la bienvenida, preparándose para besarle mientras su nuca se apoyaba contra sus senos, resultando en lo que se conocía como "beso invertido".

Ninguna de las Tam Lin hizo ruido alguno. Solo observaron en silencio, con la mayor de las atenciones como la pareja real se devoraban mutuamente, sus labios chocando ambientaban la escena, a la vez que el sol se ocultaba lentamente, marcando el final del día.

.


.

Tuvieron un festín muy contundente esa noche antes de irse a dormir, obviamente cortesía de Beni-Enma, traído hacia ellos por sus Pichones. Eran alrededor de las nueve de la noche cuando las Hadas decidieron que era tiempo de dormir, Morgan empeñada en cumplir su promesa. Pese al hecho de que había prohibido todo tipo de interacción lujuriosa hasta mañana, no podía decirle que no a los ojos suplicantes de Ritsuka.

Eso, y que quería que mostrarle a sus caballeras la mejora en el olor que este recibió la noche anterior.

"Tranquilo, Esposo mío... ni yo ni Gawain iremos a alguna parte..."

Por ello, tanto ella como la rubia estaban dándole pecho a Ritsuka, quien estaba acostado contra los muslos de la Reina Alta en una dulce almohada de piernas. Las hadas rubia y albina tenían sus pechos presionados entre si, para la gran vergüenza de Tam Lin Gawain, otorgándole a su Master la posibilidad de chupar su pecho izquierdo y el derecho de su Reina al mismo tiempo.

Ritsuka asintió en silencio, incapaz de ver a ninguna de ellas pues el pecho de Morgan estaba sobre sus ojos. La perro negro dejó salir un gemido mientras acariciaba el pehco de su Master, uno de sus dedos trazando los espacios entre sus músculos mientras sentía su leche ser succionada, mezclándose con la de su reina dentro de la boca del humano.

Amaba su avaricia. Le hacía, tal como dijo anteriormente, adorable hasta los tuétanos.

"Vamos... ponte duro de una vez, apestoso saco de mierda..."

A la vez, Mélusine y Baobhan se mantenían ocupadas dándole a su verga el mejor momento de su vida. Si, Mélusine era en todo el sentido de la palabra, una pecho-plano… pero a la vez, tenía un culo del que muchas mujeres tenían celos. Teniendo su cola alrededor de su miembro, la dragona de ojos dorados le daba a Ritsuka una "ass-job" mientras que el hada Vampiro lo apretaba con sus enormes pechos de vez en cuando.

Ambas, no obstante, comenzaban a enojarse ante el hecho de que su pene estaba tardando más de lo usual en despertar.

Morgan gimió, su mano acariciando el negro cabello de su amor con una mano, la otra sostenía la suya para que supiera que estaba ahí con él.

"Baobhan Sith. Sé buena con mi Esposo y alivia su carga con tu boca."

Tristan maldijo por lo bajo mientras abría la susodicha. Las nalgas de Lancelot apretaban la masculinidad de su master junto a su cola, no estaba en sus mejores condiciones pero estaba lo suficientemente cachondo como para recibir una mamada. Si bien Morgan permitió una última interacción sexual antes de irse a dormir, solo sería una única eyaculación.

Y tendrían que compartirla, pese a que Archer debía de extraerla usando su boca.

"Saca tu sucio, sudoroso y repugnante culo gordo de mi cara, Lancelot..."

Una risilla risueña escapó de los labios de Mélusine mientras usaba su cola para empujar a Ritsuka hacia el escote de Baobhan. Tendría que complacerlo a él y a ella a la vez, pero daba igual. Conforme la vampira abría su boca, lentamente empezando a tragarse la verga de su padre, cerraba los ojos. Oh, como odiaba darle mamadas, el sentir aquel largo, grueso y venoso pedazo de carne ardiente yendo más allá de su garganta era lo más asqueroso que había experimentado, siempre tenía arcadas por instinto.

¿Cómo podía algo tan pequeño hacerse tan jodidamente enorme? No tenía sentido para ella.

Sluuuurp... sluuurp... chuuup~

Pese a todo, decidió seguirle la corriente a su padre y "ser una buena hija". Los dedos del hada de cabello rosa empezaron a acariciar sus bolas gentimlente mientras su boca iba hacia abajo, tragándose su pene por completo junto a la colpa de Mélusine. Un pequeño "Hyah~" escapó de la albina, mientras que un pequeño hilo de saliva bajaba por su mentón.

At menos no estaban en medio de una pelea… todavía recordaba como Ritsuka se puso cachondo tras verlas pelear, semanas antes del matrimonio, mientras resolvían algunos problemas en Londres. Incluso mientras peleaban contra monstruos y fantasmas, Morgan ordenó a aquella que estuviera más cerca de Ritsuka el complacerlo.

Esa era Baobhan Sith, por supuesto. Y tuvo que pasar los siguientes treinta minutos con su pene yendo dentro y fuera de su garganta mientras sus camaradas y su madre seguían peleando, sin ella, Ritsuka acarició su cabeza diciéndole lo bella que era, claramente avergonzado de si mismo, todo el tiempo.

Chuup~ chuup~

Era justo como ahora. Pese a tener la cola de Mélusine enrollada alrededor de este, su pene seguía siendo el mismo. Sus grises dedos acariciaron sus bolas con sumo cuidado, madre le había dado cientos de consejos en como complacer a Padre. El tipo de mamadas que le gustaban, y como dominar su boca cuando se besaban. Claro está que aún no llegaban a eso, para más inri.

La cola de Mélusine se movía de arriba abajo, masturbar a Ritsuka era mucho más fácil ahora que estaba empapado con la saliva de Baobhan Sith. La lengua de la hada de ojos grises repetía los mismos movimientos como podía, encontrando parte de su falo para lamer y mimar mientras su lengua y la cola de Mélusine le apretaban más fuerte, las mejillas de Archer también se sumaron al estrangulamiento. Ambas aplicaban presión suficiente como para complacerlo, pero no la suficiente para herirle.

Barghest dejó salir un gemido de dolor, Morgan solo suspiró.

"M-Master... por favor no muerdas..."

Dijo la más alta, sonrojada por el hecho de que lo disfrutó. Morgan miró al rostro de su hija, tenía el ceño fruncido, mientras su cabeza iba a de arriba abajo, el color abandonaba su pálida piel conforme descendían las lágrimas. Pese a no ser capaz de respirar, hacía su mejor esfuerzo para complacer a su marido.

La hizo feliz, lenta pero segura abría su corazón a Ritsuka.

"Ve más fuerte y más rápido, Baobhan Sith. Recuerda mis enseñanzas."

Maldito bastardo... ¡¿por qué mierda tu verga es tan larga y gruesa?!

¿Cómo es que su madre esperaba que cumpliera una petición como esa cuando tenía un pene tan enorme? Había visto a su madre y escuchado historias de mujeres que eran capaz de hacer a Master venirse en menos de un minuto, cuando ella tuvo que desperdiciar treinta o más en hacerlo. Pero ¿cómo? ¿cómo podían lidiar con algo tan gigante? Incluso sus venas eran tan gruesas como un dedo, maldición.

Las manos de Baobhan subieron y bajaron junto a la cola de Mélusine, masturbando a Ritsuka en un pobre intento de facilitar su trabajo, pero terminó siendo contraproducente. La cola de la chica dragón le apretaba lo suficiente como para excitarlo, haciendo que su miembro se hiciera más grande aún. La chica de cabello rosa tosió, abriendo sus ojos incrédula.

Se estaba haciendo más largo aún.

"CAUGH CAUGH CAUGH~"

Archer empezó a toser fuertemente, no podía hacer esto, no podía, ¡no podía! su cabeza fue arriba, sus pulmones desesperados por aire. Pero, la Monarca notó al instante como los labios de su marido chupaban más lentamente, la reina del invierno entrecerró sus párpados, negando con un ligero sentimiento de decepción plagando su rostro.

"No lo saques de tu boca, Baobhan Sith. Chúpalo y lámelo; usa tus mejillas y respira por tu nariz."

La vampira maldijo a su padre, sin importar qué, enorgullecería a su madre. Este repugnante mono, este insignificante humano apestoso… ¿quién se creía que era para humillarla de esta manera? Motivada por su ira y su desdén tras oírlas palabras de su Madre, la garganta de la chica apretó el falo de Ritsuka tan fuerte como pudo, contrayéndose alrededor de su carne.

Escucharle gemir y aferrarse con desesperación a los pezones de Morgan y Barghest hizo que las cuatro hadas sonrieran.

SLUURP SLURP SLUUURP CHUP CHUPPP~

Mélusine apenas pudo contener un gemido al sentir como su colega lamía y chupaba su cola, excitada además, por el rostro de esta; la cara de Baobhan Sith era un completo desastre de lágrimas, moco, sudor y saliva conforme seguía subiendo y bajando, respiraba con tanta fuerza que era capaz de escucharla claramente, obviamente su actual tarea no era para nada sencilla.

Pero si los gemidos de Berserker y Saber significaban algo, era que estaba haciendo un buen trabajo.

Su lengua continuó con los mismos movimientos, presionando su glande contra su paladar, encontrando y jugando con el frenillo. El líquido preseminal salía como si fuera una fuente, llenándola con mana y mejorando su fuerza. Morgan acariciaba y besaba la mano de Fujimaru, tanto ella como Barghest le tranquilizaban.

Por la forma en la que lamía sus pezones, estaba disfrutando un montón.

"Calma calma, Esposo mío… calma, calma... shhh~ shhh~... shh~"

Musitó suavemente, tal cual una madre. Barghest enrojeció al ver a su Reina darle palmaditas a la cabeza de su Master conforme el líquido blanco seguía cayendo por la boca y cuello del mismo. Ritsuka chupó sus pechos más fuertemente, no podía creer lo diferente que se veía su gobernante. ¿Así de profundo e intenso era el amor de Morgan Le Fae?

Sea lo que fuera... se veía radiante y feliz. Por lo que agarró la otra mano de Ritsuka, frotando el dorso de esta contra su mejilla, queriendo imitar a su reina. Deseaba malcriarlo también, pese a no saber el cómo hacerlo, era mejor empezar a aprender ahora.

"T-tranquilo, Tranquilo Master... estamos aquí para ti, ahora y por siempre..."

Un gemido ahogado fue su única contestación, haciéndolas sonreír a las dos. Baobhan no necesitaba que le dijeran que debía chupar más fuerte, pese a su garganta estar sirviéndole para extraer su semen en compañía de la cola de Mélusine, que le masturbaba, se estaba tomando su tiempo y para este punto su garganta ya le dolía y mucho. Así que movió su cabeza más intensa y rápidamente en compañía de Lancer.

Los restos de Albion desearon en ese momento unirse a sus amigas para malcriar a su master, por ello acercó su culo a la polla de Ritsuka hasta tal punto en el que golpeó la cara de Archer, quien soltó un fuerte chillido de disgusto.

"Por supuesto, master~ Te amaremos y malcriaremos hasta el fin de los tiempos~ somos totalmente tuyas después de todo, ¿No es eso cierto... Boabhan sith?~"

SLUUUURP SLUUURP SLUUURP CHUP CHUP CHUP CHUP~

La única respuesta que Ritsuka pudo escuchar y sentir fue la chupada. Una vena apareció en la frente de la gris, ahora teniendo que sumergir su cabeza entre las enormes y gordas nalgas de Mélusine para continuar dándole una mamada a su padre apropiadamente. Definitivamente no iba a perdonar esta transgresión. Era la princesa de las hadas, la legítima heredera al trono de Morgan, y ahí estaba...

Actuando servicial hacia el pene de un cerdo de la historia Pan-humana como una vil furcia, haciendo su mejor esfuerzo para meter su rostro en las gordas, sucias y asquerosas nalgas de Tam Lin Lancelot para que sus esfuerzos no fueran en vano. No era su primera garganta profunda, pero no podía acostumbrarse a la verga de su master.

La rosada pronto empezó a caer en desesperación, no podía soportarlo mucho más. Su garganta estaba agonizando pese a lo mucho que Ritsuka estaba disfrutando, ¿cuánto más se requería para hacer a este bastardo eyacular? ¿en serio habían pasado menos de diez minutos? Los descansos que tuvo cuando le dio su primera mamada en Londres, comparado con esto, eran situaciones muy diferentes.

Esto era continuo, sin parar, lo único positivo era que tenía ayuda y no debía preocuparse por ningún ataque o enemigo cercano.

¡Vente… de una puta vez… sucio animal!

Eventualmente, su deseo se hizo realidad. Ritsuka gimió incansable contra la carne de Morgan y Barghest, la vampira sintió como su falo empezaba a latir sin cesar. La Reina sonrió, usando sus ojos de Hada en su amante. El tiempo había llegado, finalmente conocerían la verdad sobre la pequeña bendición que le dio a Fujimaru.

"Ya es la hora. Prepárense, mis queridas caballeros."

Habló la mujer con mechones azules, Barghest asintió sacando su pezón de la boca de su master, ella y el hada del paraíso se arrastraron en dirección a la pélvis de Ritsuka conforme su pecho subía y bajaba, respirando erráticamente. La cola de Mélusine también dejó de estrangular su miembro, la única que faltaba era la propia Baobhan Sith.

La rosada se detuvo, envainando al completo el pene de su padre dentro de su garganta, mirando a su madre con una expresión rota. Las manos de Morgan acariciaron el rostro de su niña, la reina del invierno terminando por besar la frente de esta, sintiendo sus fríos pero amorosos dedos acariciar sus mejillas… la revitalizaban.

"Estoy tan orgullosa de ti, mi querida y preciada niña… has hecho un gran trabajo. Ahora déjalo ir. Bebamos juntas el mana de tu padre."

Tras escuchar las palabras de su madre, Baobhan Sith finalmente dejó ir el genital de Master número cuarenta y ocho. La mesa redonda de las hadas unieron fuerzas contra un enemigo en común; el hombre que conquistó seix Lostbelts; cada una de ellas sacó su lengua, dándole a la polla de Fujimaru una mamada a cuatro lenguas. Morgan se encargó de su glande, al ser ella su esposa. Luego estaba Baobhan Sith, como su heredera, Mélusine tomó ventaja de su lengua con forma de reptil para ser el tercer lugar, mientras Barghest hizo lo mejor que pudo para chupar la base de su pene, siempre siendo la más humilde de todas ellas.

Ritsuka, por supuesto... terminó perdiendo.

"¡A-AHHHHHHHHH!~"

SPLUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURT~

Su semen salió con una fuerza tal que parecía un volcán.

Las largas, gruesas líneas de semen no eran nada como lo que Beni-Enma recibió horas antess. Sus testículos tuvieron tiempo para rellenarse en las aguas termales, y luego estaba el hecho de que pese a no intentarlo, la cola de Mélusine conteniendo su esperma pareció haber tenido un efecto extra, junto a la leche que bebió.

Morgan permitió a sus caballeros ser cubiertas en el semen de su esposo, después de todo había más que suficiente para todas ellas. Mientras, sus ojos se mantenían abiertos: podía ver lo diferente de sus reacciones. Baobhan había cerrado tanto sus ojos como su boca, permitiendo al moreno mancillarla y ensuciarla tanto como quisiera, por el otro lado, avara como siempre, Mélusine abrió su boca como era esperado; pero también extendió sus manos hacia afuera rogando poder conseguir más, como la glotona que era. Barghest simplemente sonrió, feliz de poder presenciar y recibir algo en absoluto, incluso si solo era una pequeña porción, por suerte no fue el caso..

Cuando observó la nariz de su hija moverse, sonrió. Lenta pero segura, la mirada de Archer viajó a la flácida, exhausta polla de su Master, y al líquido blanco que ahora cubría su perfecto rostro. Un olor familiar que hacía a su estómago revolverse invadió sus fosas nasales, casi haciéndola sentir nauseas mientras que, sorprendentemente, su vagina temblaba.

"¿Qué... q-q-qué— ¡¿QUÉ MIERDA PASA CON TU SEMEN, BASTARDO?!"

Gritó, rápidamente llevando sus dedos a su nariz, desesperada por bloquearlo, pero fue infructífero. Morgan rio ante la exagerada reacción, notando como Mélusine estaba desesperadamente bebiendo todo el líquido blanco que había logrado reunir con una expresión de pura lujuria. Como una dragona, su corazón naturalmente anhelaba a la persona que amaba. Así que el que él tuviese un olor tan fuerte era como una debilidad, porque su cuerpo lo registraba como su dueño, como feromonas, y la volvían loca.

Era absolutamente...

"¡Delicioso!"

Habló fuertemente, tratando sus dedos cubiertos de semen como si fueran la cosa más deliciosa del mundo. La lengua de Morgan lentamente salió de sus labios atrapando una gota y llevándola hasta el interior de su boca. El semen de su esposo era espeso y pegajoso como siempre, pero su sabor seguía siendo igual. La hacía feliz. Barghest por su parte rápidamente reunió algo del líquido blanco manchando su frente, llevándolo a su nariz.

No era un olor agradable en absoluto… pero le daba la bienvenida con los brazos abiertos. La mujer con ojos bicolor sonrió, asintiendo para sí misma alegremente, antes de imitar a su camarada albina. Este era el semen de su maestro después de todo, el Mana de Ritsuka, ¿cómo podía no amarlo? El olor quizás no era para nada atractivo, pero la hacía sentir más mujer que nunca antes, su vagina estaba completamente empapada, lo que era una vergüenza en si.

La única que seguía quejándose era Baobhan Sith, que tosía.

"¿Fue esto obra suya, Majestad? No recuerdo que el mana de Master tuviese este aroma antes de su matrimonio."

"Efectivamente, Barghest. He decidido bendecir a mi esposo con un olor que marcará a cada concubina que tenga como su propiedad."

Mélusine había terminado su alimento para el momento en el que Morgan explicó sus motivos, a la vez que la vampira de tez gris continuaba quejándose, ¿qué diantres había pensado su madre? Lancer miró a su compañera, con una sonrisa socarrona mientras agarraba los hombros de esta, forzando a que se mirasen mutuamente.

Tristan no podía creer la expresión de dicha que Lancelot hacía.

"¿Beberás el tuyo?~"

"Si, lo hará. Deja ir a mi hija, Lady Lancelot."

Mélusine infló las mejillas ante la orden, a la vez que Baobhan miraba a su madre. Morgan cruzó sus brazos mientras le devolvía la mirada a su niña, no era necesaria palabra alguna para saber que era una orden. La vampira tragó… ¿tendría que ingerir… el repugnante, pegajoso, apestoso y nauseabundo mana que cubría su rostro, pechos y cabello…?

La reina alta no tenía que leer mentes para saber lo que pensaba su hija.

"Hazlo, Baobhan Sith. Es el semen de mi Esposo, después de todo. Ya a mancillado tu piel; ahora déjalo tomar control de tu estómago."

La rosada cerró sus ojos mientras sus oídos registraban la orden dada. Tragó saliva, dejando salir un pequeño gemido mientras su mano se bañaba en una aura negra/rojiza, reuniendo cada gota de semen en su cuerpo, hasta que comprimió todo en una esfera que precidó a tragarse. El olor no desapareció, y no lo haría hasta que se bañara en la mañana siguiente.

Nada cambiaba el hecho de que... ahora mismo, su desagradable y apestoso semen lleno de mana estaba siendo asimilado por su cuerpo y su spirit origin.

La hizo sentirse mareada, y odiaba el hecho de que su vagina ahora ardía, claramente deseando más.

"Muy bien, creo que eso es suficiente por hoy. Esposo apenas está despierto."

Le Fae se arrastró en dirección al cuerpo de Ritsuka. El Chaldeano respiraba muy pesadamente, apenas consiguiendo mantener su conciencia intacta tras toda la energía que gastó tratando de saciar a sus chicas. Morgan tomó su pecho, Mélusine también, justo a su lado, gracias a su pequeño tamaño, mientras que Barghest se apegó a su brazo derecho y Baobhan el izquierdo.

Incluso en su actual estado Ritsuka era capaz de sentir como sus pechos se presionaban contra si, y el cómo deliberadamente se aseguraba de que sintiera su néctar empapando su piel. Estaba caliente tras haber olido su semen, por lo que intuía… probablemente todas lo estaban. Pero le amaban lo suficiente como para dejarle dormir, incluso si Morgan tenía más botellas, quería que su luna de miel fuera especial.

"Espero que hayas disfrutado el primer día de nuestra luna de miel, Amado esposo mío"

Habló la reina, besando sus labios carñosamente mientras su cabeza reposaba en donde estaba su corazón. Ritsuka sintió como Barghest y Mélusine constantemente besaban su cabeza y pectorales para mostrar su afecto, Baobhan se mantenía ahí en silencio, pero dejando su brazo reposar entre sus senos… extrañamente cerca a su vagina, empapando sus dedos con su esencia con olor a fresitas.

Necesitaría una ducha el día de mañana.

"B-buenas noches Morgan... "

Escucharle decir su nombre la hizo sentir un calor en el alma. La reina del invierno asintió, antes de besar su mejilla nuevamente.

"Buenas noches, Esposo mío."

Replicó, antes de que Lancer mirase hacia arriba expectante. Ritsuka suspiró, haciendo su mejor esfuerzo por esbozar una sonrisa hacia las otras tres caballeros de Faerie Britain.

"Buenas noches Mélusine, Barghest, Baobhan."

Su voz era apenas audible. Cada una de ellas respondió de una manera diferente. Mélusine dijo "Buenas noches, Amado", Barghest le llamó por su nombre. La heredera de Morgan, no obstante, simplemente le dijo que se fuera a dormir de una buena vez, con un tono molesto.

No le tomó más de un segundo llegar a la tierra de los sueños.

.


.

-[Fragmento 2: ¿Hadas en el menú?]-

A la mañana siguiente las cosas estaban yendo mejor que de costumbre. Las Caballero-hadas de la Mesa redonda disfrutaban una ducha con su Master, sorprendentemente. Aunque Morgan fue inflexible en el hecho de que no sucedería nada relacionado con la lujuria, por ello el que Ritsuka ahora mismo tuviese la oportunidad de limpiar los cuerpos de cuatro bellas chicas era un sueño hecho realidad.

Morgan suspiró al sentir los dedos de su marido acariciar su ano y vagina muy lenta y suavemente.

"Hmmm... tu reina está complacida, mi amado esposo... verdaderamente no hay mujer alguna capaz de resistir tus encantos..."

Halagó la bruja del invierno, su cabeza descansando apoyada en el pecho de Fujimaru. El humano sonrió con un tono carmín en el punete de su nariz, su mano subió por la espalda de su servant, cubriendo su piel empapada con más jabón. Baobhan y Barghest estaban en condiciones similares, pasando sus manos alrededor del cuerpo de Ritsuka, para este punto era una sesión de caricias y mimos mientras el agua seguía empapando sus cuerpos.

Sith soltó un gruñido molesto, ya habían estado en esto por casi tres minutos, pero seguía sintiendo aquel desagradable olor a semen en su cabeza. Ritsuka se giró al escuchar a su "hija" quejarse, evidentemente preocupado.

"¿Estás bien, Baobhan Sith?"

Archer entrecerró los ojos, tratando de ignorar el como Mélusine constantemente frotaba su pequeño cuerpo contra la espalda de ese miserable, asegurándose de que sintiera sus inexistentes pechitos en su piel.

"¡Y UN CARAJO LO ESTOY! ¡Aún huelo a mierda por culpa de tu oloroso, apestoso y repugnante semen!"

Gritó fúrica, quitándole el brazo de la espalda de su madre, la mirada de Ritsuka evitó encararla producto de la vergüenza mientras la hada gris se sentaba en un banquito de madera, permitiéndole tener una vista perfecta de sus pechos; una vena apareció en la frente de la heredera de Morgan mientras alzaba sus brazos para mostrarle sus axilas.

El pelo de estas que dejó crecer al igual que Berserker estaba al descubierto.

"Lo mínimo que podrías hacer es quitarme este sudor. ¡Y hazlo rápido antes de que te arranque los dedos uno a uno!"

Era una orden que Ritsuka no tenía deseo alguno de desobedecer. El joven asintió mientras colocaba más jabón en sus manos, mirando a su mujer en busca de consentimiento, esta solo confirmó con un ligero movimiento de cabeza. Una oportunidad perfecta para que Baobhan fortaleciera su lazo con su padre, pasito a pasito. Fujimaru tragó mientras se acercaba al cuerpo de la chica, bajo las atentas miradas de su esposa, Barghest y Mélusine.

Sus manos comenzaron acariciando los pechos de la mujer, cubriendo su escote y pecho con el líquido blanco tal como pidió. Esto le dio a la Reina de las Hadas una buena idea; con un chasquido de sus dedos, otros tres banquitos aparecieron, justo al lado de Baobhan. Fujimaru vio, incrédulo, como las cuatro se sentaron expectantes.

Sabía lo que querían.

"Esposo. Por favor, luego de que termines con Baobhan Sith, ¿podrías lavarnos a nosotras también?"

"S-seguro. ¡Me encantaría!"

Ver su sonrisa provocó que el corazón de la gobernante diera brincos. Barghest apenas pudo contener su emoción, mientras expresaba la adorable mueca que hacía con un suspiro. Baobhan extendió sus pies hacia su rostro, permitiendo a Ritsuka masajearle los dedos. Poco tiempo después, empezó a repetir el mismo proceso con su otra pierna, subiendo por todo su cuerpo hasta que fue momento de limpiar sus axilas.

Cuarenta y ocho tragó, claramente intimidado por el hecho de que todas ellas estuvieran mirándole en aquel momento, casi como si juzgaran cada movimiento que hiciera… y la excesiva atención que le daba a las axilas de Archer.

El hecho de que él pensara que ella era atractiva la hacía feliz y sonrojar a partes iguales, pero no quitaba el hecho de que estaba muy intrigada por sus gustos tan extraños.

"¿Y por qué diantres estás interesado en el vello axilar de una mujer, para empezar? ¿qué eres, un fenómeno? ¡Por tu culpa ya no puedo dejar de usar los hechizos ilusorios de madre!"

Preguntó, permitiendo al salvador de la historia Pan-humana masajear ambas zonas al mismo tiempo. Claro que Ritsuka no le contestó, ¿qué podía decir en su defensa? Si decía algo como "Podrías haberle dicho que no" solo la enfurecería todavía más. Esta fue una petición hecha por la propia Morgan, probablemente luego de esa noche en la que le quitó la virginidad.

La verdad era tan simple como que le gustaba el hecho de que todas ellas olieran a frutitas… y de que las hacía ver más sexys, eso era todo. Ni más ni menos. Les daba una vibra "mayor" como si todas fueran milfs… incluso le daba algo de encanto maduro a Mélusine pese a su pequeña estatura, que él genuinamente disfrutaba.

Rojo cubrió el rostro de Baobhan al sentir como Master ahora se enfocaba en sus orejas, ni siquiera tuvo que pedírselo, eso era algo digno de elogiar. El tinte carmesí se extendió por el rostro de la princesa al sentir como los dedos del humano presionaban y acariciaban muy lentamente sus orejitas, Ritsuka ya sabía que lugares debían ser tratados con extremo cuidado.

Toda su vida sus padres le dijeron a él y a su hermana el lavar sus orejas, así que hacía lo mismo con sus amantes cuando ellas pedían una ducha con él. Y había tenido muchos años para practicar, por lo que Sith fue incapaz de encontrar motivo alguno para quejarse.

"Muy bien, es suficiente. Ve a atender a Madre. Y quita esa sonrisa de tu cara antes de que te arranque las pelotas."

El humano asintió en silencio mientras besaba una de sus orejas como gesto de despedida, lo que la tomó por sorpresa. Tal como pidió, el Master encaró a la realeza de Faerie Britain, sonriéndole con el mismo rostro amoroso de siempre. Morgan era una tormenta de nieve, si, pero incluso en aquella eterna ventisca, la pequeña flama que él era brillaba intensamente.

Conforme sus manos agarraban sus pechos, el hada del paraíso dejó salir un pequeño "Esposo…" al sentir sus dedos hundiéndose en su sudorosa piel, cubriéndola con el mismo líquido blanco que ahora empapaba a Baobhan.

Ritsuka verdaderamente adoraba el cuerpo de Morgan, tan frío como el hielo pero suave como un malvavisco, su corazón estaba hambriento de ella casi tanto como el corazón de ella estaba hambriento de él. La cara del Master cuarenta y ocho se acercó a la suya, comprendiendo que buscaba, le aceptó. Morgan estrelló sus labios contra los suyos, sintiendo como masajeaba su escote y pezones, antes de ir a por sus axilas.

La bruja del invierno lamió y devoró la lengua de su esposo, agradeciéndole por su consideración con ella y su hija. El sentir sus pulgares acariciar y hacerse cargo de su vello axilar le envió escalofríos, complacía su corazón el saber lo atractiva que era para él. Hizo que todos sus preparativos valieran la pena.

Pero Morgan era una maestra estratega, había una última sorpresa que preparó para Ritsuka esta noche, a la hora de la cena. Conforme sus bocas se separaban, su consorte ahora se enfocó en su estómago, tomando especial cuidado en el lugar donde estaba su lindo tatuaje azul, antes de que sus dedos llegaran al valle azul/blanco de vello púbico que ella dejó crecer para él.

Incluso tras haber usado tales cantidades de jabón, todavía persistía el olor a duraznos de su piel, sudor y fluidos.

Su esposa verdaderamente era una fruta nacida en invierno.

"Tu Reina está enormemente complacida, Esposo mío."

Su brazo derecho subió hasta el rostro del humano, que cerró sus ojos mientras apoyaba su cabeza contra la palma abierta de Berserker, como un gatito. El pulgar de la albina acariciaba gentilmente su mejilla, manchándola con el jabón que ya tenía, admirando tanto su expresión como los detalles de su rostro.

En definitiva… no había manera alguna de que entregara su alma a Galahad.

"Sirve a Mélusine. Puedo notar que ya está ansiosa."

Habló el hada del paraíso, apuntando la mirada de su esposo en dirección a Tam Lin Lancelot, que abrió suspiernas mientras parte de su rostro y cuerpo fueron cubiertas por las escalas negras de su tercera ascensión, la cola de la chica dragón iba de izquierda a derecha producto de la emoción ante la idea de tener su cuerpo siendo tocado por el hombre que amaba.

Justo en frente de su esposa, para rematar.

Ritsuka asintió, caminando en dirección a su servant clase Lancer, la chica de ojos dorados sonrió feliz, las manos del Chaldeano empezaron acariciando su pancita, percatándose de lo suavecito de su piel, un pequeño gemido escapó de su boca cuando sintió sus dedos presionándose suavemente contra esta, retirando tanto sudor como podía.

Quiso más, sin embargo.

"Master... mis tetas, toca mis tetas..."

Aceptó, abriendo sus palmas para capturar y presionar sus pechitos, sintiendo sus pezones endurecidos en estas. Tragó saliva mientras continuaba, Mélusine dejó salir un pequeño gemido placentero, moviendo su cola de derecha a izquierda. El agua continuó bajando por su piel, pero él no se detenía. Ahora debía limpiar sus axilas.

Quizás no tenía un cuerpo tan desarrollado como sus camaradas o su reina… pero era una Dragona. Era Albion. Un muy pequeño suspiro de placer vino de Ritsuka al presenciar el cabello blanco bajo sus bracitos, el Master de Mashu frotó sus manos juntas tras haberlas llenado de más jabón, acariciando las zonas erógenas no mucho después.

No solo estaba el hecho de que su cuerpo entero olía a arándanos… sino que también había feromonas entremezcladas.

Y Mélusine lo sabía.

"Master... master... ahhh~... tu mirada me hace tan feliz... esos ojos deberían ser para la Reina Morgan y sin embargo..."

Su larga lengua de reptil salió para lamer su rostro. Mélusine lamió el mismo punto donde Morgan había dado su caricia, enrojeciendo a Fujimaru a tal punto que su rostro parecía un tomatito, porque además, dejó un muy obsceno rastro de saliva en su cara. Disfrutó el gesto, por indecente que fuera, junto a la vena furibunda marcándose en la frente de su reina.

Un dragón siempre tomaba lo que quería.

"Están mirándome a mi ahora... ¡oh, master!~"

No importaba cuanto amara a Mélusine, el orgullo de su esposa no debía de ser perturbado. Frunciendo el ceño mientras sus manos bajaban con rapidez, para la desgracia de ella, terminó atacando uno de sus puntos débiles; su cola. Lancelot dejó ir un grito de palcer y dolor a partes iguales cuando los dedos apretaron y cubrieron en jabón al apéndice negro conectado a su cadera.

Eso era inesperado.

"Deja de decir cosas crueles sobre mi Esposa, Mélusine..."

Demandó, tratando de sonar intimidante usando el tono con el cual daba órdenes a sus Servants. Pero era en vano; todo lo que hizo fue ponerla más cachonda aún. Ritsuka suspiró, dejando ir de su cola para terminar con sus piernas y sus pies. Bueno, iba a requerir un montón de entrenamiento, cierto… pero al menos se detuvo por ahora.

Eso era algo.

"Master."

La perro negro de Manchester le llamó. Aún sentada en su banquito, Barghest había imitado a Mélusine, separando sus piernas y poniendo sus brazos arriba para que Ritsuka tuviera acceso completo a sus pechos y entrepierna, pero también a sus axilas. Rojo subió hasta sus orejas, claramente avergonzada por su actual pose.

Pero le deseaba, deseaba su toque, sus manos, que limpiara sus músculos y mimara sus enormes pechos.

"¿P-Por favor... ?"

Sonaba tan desesperada e insegura, pese a no quererlo, le llegó al corazón. Ritsuka ladeo su cabeza y asintió rápidamente, empezando con su rostro. La caballero rubia gimió aliviada y alegre, las manos calientes del master fueron a sus hombros, dándole un pequeño masaje antes de descender.

Efectivamente sus pechos eran grandes, más que los de su Reina, pero era producto de su altura y la diferencia entre sus cuerpos. Las manos de Fujimaru empezaron a acariciar su escote, retirando el sudor de ambos pechos, para luego atacar la zona baja de los mismos, la Hada-caballero volvió a gimotear, esta vez más fuerte.

Solo su tacto era suficiente para debilitarla, tanto que temblaba.

Su Master lo sabía, obviamente. Las manos de este poco a poco llegaron a sus axilas, tomando la oportunidad de acercarse más a su desnudo cuerpo.

"Barghest. Mírame. ¿Qué pasa?"

Preguntó, su cercanía era lo que la forzó a abrir sus párpados. No importaba cuánto intentara, no podía huir de los ojos color cielo de Ritsuka. Su mirada la seguiría hasta el fin del mundo, podía hasta verlo en sus sueños maldita sea. Saber tragó saliva, claramente temerosa.

Esto sería muy... embarazoso.

"Y-... Yo no sé... Lamento tanto tener un cuerpo tan masculino… debes pensar que es horrible, master..."

Que ridículo, pensó, mientras sus manos descendían parar limpiar su torso, terminó encontrando sus abdominales, la parte que más la avergonzaba. Barghest entrenó hasta que le dolieron los huesos como miembro del clan Colmillo, sus brazos, piernas y el resto de su ser eran la prueba, pero en lugar de odiarlo, para él la hacían ver genial y sexy, pues era lo mismo que su cuerpo repleto de heridas y cicatrices.

Una prueba de su esfuerzo.

Chu~

Decir que le impactó el sentir sus labios besar su cuerpo sería poco. Saber miró al hombre que ahora tenía su corazón, notando y sintiendo como frotaba su cara contra el lugar al que se refería. Ritsuka esperaba que aquello no la excitara, en cambio, probara su punto. Sus manos tomaron la oportunidad para acariciar y masajear su enorme culo, junto a parte de su espalda baja.

Lentamente su cuerpo dejó de temblar, lo había logrado.

"Eres tan hermosa como el resto, Barghest. Por favor, no dudes de ti misma."

No había nada que pudiera decir. No cuando le hablaba con un tono tan decisivo, por lo que solo asintió. Ritsuka continuó su trabajo, besando y acariciando ambas piernas, hasta que todas estuvieron listas, comenzando a quitarse el jabón por si mismas al mismo tiempo que él. Era una forma pacífica pero linda de pasar el tiempo juntos antes de empezar el día.

Él era feliz, porque ellas estaban a su lado.

.


.

El resto del día fue más o menos simple y relajante. No había mucho que hacer en el Enma-Tei, para ser honesto, pero la vida afuera de Novum Chaldea y el Wandering Sea ya era un masivo cambio en sus rutinas. Algo tan simple como una caminata durante la tarde explorando las áreas aledañas y la naturaleza hacían una gran diferencia, entonces cuando el sol comenzó a ponerse, tuvieron otra dentro del propio Enma-Tei.

Ritsuka y Beni-Enma guiaron a las Caballero-hadas mientras explicaban con lujo de detalles todo lo que pasó en año nuevo 2021, cuando la ayudaron a reconstruirlo, y todo lo que hizo Chaldea. Lo que sorprendió en demasía a Fuimaru no obstante, fue ver cuanta atención su hija estaba poniéndole a sus narraciones, Baobhan genuinamente estaba interesada en como aquel lugar regresó a su antigua gloria.

Leer sobre ello en los registros de Chaldea era una cosa, verlo y escuchar el como pasó, otra completamente diferente. Y así, sin que se diera cuenta, llegó la hora de la cena. Como siempre, esperaba que Beni y el resto de los Pichones llegaran a su cuarto, cargando cientos de platos llenos hasta tope con manjares Japoneses y Chinos.

En su lugar... estaba esperando pacientemente con una venda en los ojos.

"¿Es esto realmente necesario Morgan?"

Preguntó, su cabeza reposaba contra el escote de su mujer desde hacía treinta minutos, no pudiendo ver nada. Su amada le pidió estar así, a la vez que enviaba a sus caballeros por una caminata para hacer tiempo, o eso había dicho. Ritsuka confiaba en Morgan con su vida, sin dudar, pero no podía negar que todo esto le parecía muy extraño. El hada, no obstante, solo rió cariñosamente, presionando sus enormes senos contra su cabeza mientras sus labios besaban su cabello.

"Por supuesto que lo es, Esposo mío... le he pedido a la señorita Enma que prepare un plato que va a exceder tus expectativas, tú y tu estómago caerán ante la magnificencia de las hadas, te lo prometo."

Un plato específicamente hecho en su tierra... ¿Qué demonios podría ser? Había estado pensando en la respuesta desde que hizo su juramento hacía rato, pero seguía sin encontrar respuesta alguna. Las hadas no sabían nada sobre la cultura humana, mucho menos su gastronomía, y ni siquiera necesitaban comer por lo que sabía. Así que… ¿de qué estaba hablando?

Swrshhh~

El sonido de su puerta siendo abierta le hizo mirar a la entrada. El batido de alas junto a las pisadas de Beni le hicieron ladear la cabeza, conforme la mujer de ojos azules sonreía ante la escena. Beni-Enma vino con múltiples empleados cargando cuatro mesitas, había sido un verdadero problema cargarlas por las escaleras, pero valdría la pena siempre y cuando Ritsuka disfrutara.

Y por los cielos, estaba segura de que lo haría.

"Por favor disfruta la comida, Master. Todos hicimos nuestro mejor esfuerzo-dechi."

Habló la pelirroja, dándole a su invocador un rápido beso en su mejilla antes de dejar el cuarto, si ya estaba confundido, ahora estaba totalmente perdido. Morgan quitó la pequeña pieza de tela de los ojos de su esposo, permitiéndole ver las cuatro mesitas en frente de ambos. Su primer pensamiento es que era una para cada uno… pero ellos eran cinco.

¿Tal vez él y Morgan comerían de la misma mesa?

Eso podría explicar porqué Mélusine, Barghest y Baobhan Sith estaban ausentes, ¿quizás Morgan quería sorprenderlas con un banquete nostálgico?

Mirando a su esposa en busca de su aprobación, Ritsuka se acercó a la primer mesa, agarrando la masiva tapa que la cubría, buscando revelar el contenido. Casi se atragantó con su propia saliva cuando vio el sonriente rostro de la desnuda Hada del paraíso devolviéndole la miarada. El cuerpo de Morgan estaba servido en un plato... cuvierto en sushi.

"Hola Esposo mío."

Saludó el hada de cabello blanco/azulado, habría amado el alzar su mano para agarrarle el rostro y tomar sus labios en un beso Francés, pero no podía. No si quería seguir las reglas de este "ritual" de la historia Pan-humana. El hombre se giró para encarar a la mujer que estaba a su lado hasta ese momento, pero todo lo que vio fue un grupo de partículas azules.

Había estado usando [Thoughtform] para acompañarle con un clon todo ese tiempo.

Su intuición le guio en dirección a los otros tres platos; corriendo lejos de la Reina Alta, Fujimaru se acercó a la segunda mesa, repitiendo la misma acción. El rostro molesto y enojado de Baobhan Sith le devolvía la mirada, tal como su madre, su cuerpo tenía Rolls de Sushi cuidadosamente colocados en sus zonas erógenas, cubriendo sus pezones, su entrepierna, e incluso sus axilas.

"¿Qué estás mirando?"

Preguntó, con el ceño fruncido. El Master caminó ahora con lentitud al tercer plato, donde Mélusine le esperaba con una sonrisa y sonrojo en su cara. Le recordó a Kiyohime, aunque por lo que sabía, al menos Lancer no quería que se alimentara de su carne y sangre literalmente… pero esa expresión, dios santo esa sonrisa que estaba haciendo…

"¡Hola Master! ¿estás feliz?~"

Era exactamente la misma. El hombre de ojos azules miró al último platillo, el más grande de todos. Para este punto, era obvio quién estaba ahí dentro. Retirando la tapa, Gawain de los muchos amantes le saludó con un rostro enrojecido, mientras sus iris parecían tener pupilas con forma de corazón en el momento en el que le vieron.

"Master... Estoy... muy feliz de verte..."

Ritsuka sabía lo que estaban haciendo. Había leído sobre ello, pero jamás lo experimentó. Girándose para encarar a su esposa, se encontró con la atenta, fría mirada de Morgan mirándole, aún con la misma sonrisa seductora que siempre tenía en este tipo de situaciones. La reina de las Hadas no necesitó palabra alguna para saber qué preguntaba, solo quería una respuesta e iba a dársela, ella era una buena esposa después de todo.

"Nyotaimori, el acto de comer Sushi del cuerpo desnudo de una mujer. Quería hacer nuestra luna de miel especial, querido Esposo mío… no se trataba solo del lugar; necesitaba a alguien que pudiera preparar Sushi suficiente para todas nosotras. Por eso es que el Enma-tei fue la única alternativa."

Conforme habló, vio a su amado caminando lentamente a su cuerpo, sin mediar palabra alguna. ¿Sorprendido? ¿emocionado? No, su mente dejó de funcionar. Por un tempo, creyó saber el alcance del amor que Morgan sentía por él, pero la había subestimado. La reina de las Hadas miró al salvador de la humanidad, abriendo muy lentamente su boca.

"Adelante, Esposo mío... disfruta de este plato exclusivo para ti, traído directamente de la tierra de las Hadas..."

Esas fueron sus últimas palabras antes de que Ritsuka tomara su boca. Un pequeño "Morgan…" salió de la suya antes de que su lengua encontrara la de la reina. Su amante rompió el beso no obstante, para que pudiese, muy lentamente, llegar a su axila, donde unos cuantos sashimi residían. Ritsuka usó los palillos que descansaban al lado de Morgan para agarrar la pieza de salmón, antes de ingerirla.

Sabía delicioso.

Sus ojos viajaron en dirección a su escote, donde descansaban unos cuantos Nigiri, como si fueran un sostén. Sus manos también fueron al busto de la reina, agarrando unos cuantos y empapándolos en salsa de soya. Un pequeño gemido escapó de la mujer al sentir como Ritsuka lamió las gotas que caían por su piel, limpiándosela.

¡Joder… joder… JODER!

Pese a lo lento que su cuerpo se movía, su mente estaba trabajando a mil por hora, disfrutando el arroz y la carne dentro de su boca. Dos piezas de Rolls California hicieron su mejor esfuerzo para intentar y cubrir sus masivos pezones, por supuesto, siendo incapaces de hacerlo. No conteniendo su lujuria, el Master de Chaldea abrió su boca, agarrando la teta izquierda de su reina.

CHOMP~

Y estando tragando su pezón por completo, jaló el Uramaki dentro de su boca. La Tam Lin miró a su reina gemir mientras Ritsuka poco a poco drenaba su pecho, Le Fae apenas pudo contener sus deseos de acariciar su cabello mientras sus labios y lengua se divertían con su pecho, Baobhan Sith se sonrojó, Mélusine y Barghest sonrieron.

"Esposo mío... por favor cómete el resto..."

Rogó, y Ritsuka asintió, sus labios eran un desastre. Una vez más, repitió el proceso con el otro pezón y su axila. No era tonto, podía ver un Nori negro en la peluda feminidad de su esposa. Ritsuka separó las piernas de Morgan, notando las últimas piezas de comida; un "Kappa Maki" relleno de algas, arroz y pepino.

Su respiración se intensificó, viendo como los fluidos de la mujer empapaban la comida, a la mierda la salsa de soya, el néctar de su reina era muchísimo mejor que esa mierda. El Master abrió su boca, usando la lengua para quitar muy lentamente la comida cuidadosamente colocada en los labios de su mujer, a la vez que la lamía. Morgan disfrutó el sexo oral que su esposo le daba, pese a ser pequeño.

Sluuurp sluuurp sluuurp~

No había ni una sola pieza de Sushi aún en su cuerpo, pero todavía quería devorarla. Berserker, por mucho que le doliera, detuvo la lengua de su esposo colocando su mano en su cabeza, alejándole en lugar de jalarlo en dirección a su necesitada vagina.

"¿Hola? ¿Tierra a imbécil? Esta pose es muy incómoda, ¡¿sabes?!"

Gritó la Archer de cabello rosado, provocando que su padre suspirara, le dio un beso de despedida a la vagina de su esposa antes de caminar hacia su hija, que le gruñía al sentir su hambrienta mirada admirando la vista de su figura desnuda. La mano de Ritsuka subió gentilmente a su rostro, quitándole un mechón de pelo para que pudiesen verse perfectamente.

Su piel estaba roja cual tomate.

Baobhan tenía Rolls Tempura y algo de camarón frito en sus pechos, lo que significaba que la botella de soya a su lado era dulce. La vampira cerró los ojos, esperando que comenzara con sus axilas como hiciera con su madre, pero en su lugar, se acercó a su rostro, sus ojos grises reflejándole perfectamente.

"Baobhan..."

Fue lo único que escuchó antes de que atacara sus labios. No pudo contenerse, simplemente no pudo. Amaba a esta mujer, era tan adorable pese a lo mucho que le despreciaba. No debió de hacer eso, pero era inevitable. No obstante, Ritsuka no movió su lengua, aterrado porque le mordiera.

Archer no movió sus labios en absoluto, completamente en shock.

Master... el humano... El marido de su madre... Fujimaru Ritsuka...

Tomó su primer beso.

Tras sus labios separarse, al escuchar el "Tú..." que susurró, replicó con un muy bajo "Lo siento", antes de ir a sus axilas. Ritsuka usó los palillos para capturar el camarón frito, dejándolo caer dentro de su boca, disfrutando el sabor dulce que la salsa le daba. Morgan sonreía ante la escena, percatándose de como su hija se veía más calmada que antes.

¿Quizás finalmente podría empezar a aceptar a Ritsuka como su padre?

El moreno no perdió tiempo en ir a por sus pechos, comiéndose los camarones que los rodeaban, para poder concentrarse en los pezones de su hija. La emoción de cometer "incesto" con la heredera de Morgan motivaba sus acciones. Así que presionó su boca contra su pezón, causando a la chica de tez gris gemir.

¡Este… puto idiota!

Su madre parecía saber lo que estaba pensando, mientras movía su cabeza de derecha a izquierda gentilmente, impidiendo a su hija intentar algo o siquiera pensar en alejar la boca de su padre de su teta, antes de que moviese su brazo. Archer se sonrojó al recordar que Morgan estaba viéndolo todo.

"No, Baobhan Sith. Como la hija de mi Esposo, es tu deber malcriarlo también. Por favor, alimenta a tu padre con tu leche."

No podía hacer nada contra él, no mientras Madre estuviera presente. Baobhan Sith suspiró al romper las reglas, haciendo lo que su Madre no hizo. Su mano reposó contra la cabeza de su padre, dejando a Ritsuka disfrutar de su enorme pecho y beber su leche tanto como quisiera. Sentir por primera vez los dedos de Archer acariciándole su cabello, le hizo sonrojar.

Glup... glup... glup...

La leche con sabor a fresas de Baobhan... la leche de su hija... la niña de Morgan y él... era fuera de este mundo.

Archer continuó acariciando la cabeza de su Master quien finalmente soltaba su pecho, satisfecho. Separó sus piernas, buscando finalmente acabar con ella antes de ir a por Mélusine y Barghest, porque la verdad sea dicha... pese a estar disfrutando este festín que prepararon para él, Ritsuka estaba cachondo.

Deseaba tener sexo con su Reina y las Caballero-hadas.

"¿Ya estás satisfecho... sucio gorila?"

Bromeó suavemente, sintiendo su lengua retirar el último de los rollos Tempura de sus pliegues, antes de que besara y lamiera gentilmente sus labios mayores. El hombre de ojos azules asintió, a lo que la Vampira dejó salir un pequeñe "Bien" junto a una sonrisa. Mélusine pasó su lengua muy lentamente por sus labios al verle acercarse a ella, como había esperado.

La Albina le sonrió, sus ojos dorados brillaban, llenos a tope con deseo carnal.

"¡Cómeme, Master!~ Están especialmente cargadas con mis feromonas para que luego nos destruyas!~"

Estaba cubierta en Rolls de dragón: un tempura relleno con camarón, cubierto con aguacate cortado perfectamente para parecer las escamas de uno.

Ritsuka asintió mientras se acercaba a Lancer, siendo afectado en demasía por el olor de la chica, tal como ella planeó. Esto, sorpresivamente, era perfecto para los planes de Morgan. Era la mejor forma de terminar su segundo día, después de todo, y ya sabía que su reino deseaba intimar desde la noche anterior.

El hermano de Rurika agarró los dos rollos que tenía en sus axilas, antes de usar la salsa de soya en estos para tragarlos de un mordiscón. El aguacate mezclado con el arroz tenía un sabor delicioso, la cocina de Beni era divina como siempre. Entonces, miró a su pecho; dos Rolls que cubrían perfectamente sus pezones, sin problema claro está, contrario a Morgan y Baobhan, sus pechos eran mucho más pequeños.

Justo antes de repetir los mismos gestos que hizo con Morgan y su hija, su mente hizo click. Sacando el rollo de su pecho izquierdo, el humano de ojos azules cubrió la pequeña pieza con soya, acercándola al rostro de Mélusine. No entendió al principio, ¿estaba acaso intentando alimentarla o algo?

"Lámelo."

Todo tuvo sentido en ese momento. Dioses... ¡Cuánto amaba a este hombre!

Abriendo su boca con una gran sonrisa ante la idea de que se tragaría su saliva, la larga lengua dragónica salió, empezando a cumplir sus órdenes como haría cualquier otro Servant. Una gota de sudor descendió por la nuca del hombre al ver y escuchar los gestos indecentes y las lamidas que hacía la chica Lancer, claramente tratando de excitarle.

Y estaba funcionando.

Creyendo que era suficiente y además admirando su trabajo, la pequeña chica le dio a su amante una mirada traviesa antes de asentir. Estaba totalmente empapado en su saliva, tal como quería, tanto así que gruesas gotas caían del mismo. El Master cuarenta y ocho no perdió tiempo en tragárselo, tomándose su tiempo en cada mordida, antes de ingerirlo.

Gulp~

Como un afrodisiaco, sintió sus energías regresar. Rápidamente agarró el rollito en su pecho derecho, colocándolo en el izquierdo antes de abrir su boca; en solo una mordida, cubrió por completo y capturó su pezón, empezando a beber su leche. La dragón rugió por lo bajo, dichosa ante la vista y la sensación que su amado le daba.

A la vez que ella alimentaba su estómago con su leche, él alimentaba el corazón de ella con afecto.

La cola de Mélusine se movía emocionada tras ver a Ritsuka acabar con sus pechos, porque sabía que venía. Los últimos tres rollitos de sushi que su cuerpo tenía para ofrecerle; no esperó por él, más bien, abrió sus piernas por si sola. Fujimaru sumergió su boca en la entrepierna de la chica dragón, quien dejó salir un grito al sentirle beber de su néctar, y alimentarse de la comida cuidadosamente colocada en sus labios vaginales.

¡Sí… !

Esto era justo lo que estaba buscando, lo que Mélusine había estado esperando todo este tiempo.

"¡Master... master... master!"

Gritó conforme su pequeña manito acariciaba su cabello. La mejor oportunidad para hacerlo suyo, la oportunidad perfecta para arrebatarlo de los brazos de su Reina mientras miraba todo el proceso sin interrumpir. Su corazón latía feliz e ilusión, alegre mientras Lancer sentía sus dedos apretarle las piernas, colocándolas sobre sus hombros.

Era suyo, suyo, solamente suyo. Su master, su luz, su motivación, su esposo, su amante, suyo y de ella, no de Morgan.

La negra cola de Mélusine se enroscó alrededor del cuello del humano, jalándolo más cerca a sus pliegues, sintiendo su lengua entrar, otro gemido salió de su garganta. Ritsuka la amaba, su Master la deseaba, a ella y no a su esposa. Un gemido gutural de pura dicha escapó, hacía tiempo que se tragó los últimos restos de sushi de su cuerpo, así que simplemente le estaba comiendo la vagina por amor a ella.

Sluuuurp sluuurp sluuuurp~

Y adoró hasta el último segundo.

"¿W-woof?"

Tan rápido como comenzó, se detuvo al escuchar el vergonzoso pero suplicante sonido que la Lord de Manchester hizo. Barghest había estado esperando ansiosa su turno para recibir sexo oral por parte de Ritsuka, oh que irónico que fuese conocida como "Gawain de los muchos amantes", el master asintió ante su súplica, sonriendo antes de limpiarse la boca.

"Ya voy, Baguecita."

Escucharle llamarla de esa manera con un tono tan dulce y amoroso, ¿Cómo podía no darle por completo su corazón de damisela? Saber cerró sus ojos al sentir las manos de Ritsuka acariciarle la cabeza, antes de ir bajo su mejilla para tomar sus labios mientras su mano izquierda acariciaba uno de sus pechos. La rubia tembló, su lengua tímidamente salió para tocar la de su master.

Vaya expresión tan tierna y adorable tenía, justo como la de un perrito.

La mimaría... rompiendo el beso, su boca lentamente empezó a dejar un viaje hasta que llegó a sus brazos, luego su axila. El olor a manzanas invadió su nariz, golpeándole a todo dar. Barghest se había excitado al ver a todos sus compatriotas ser comidas por él, y lo que es más, ahora los estaban viendo.

Al sentir como Ritsuka abría su boca para tomar el Roll filadelfia que estaba en su axila, gimió y tuvo escalofríos, dejando salir un chillido de temor y sorpresa. Su toque la tranquilizó, no obstante, producto de acariciarle los músculos y sus pechos con una mano, mientras la otra mimaba su cabello.

Estaba siendo tierno y cariñoso con sus cuernos de igual manera, lo que la puso a mil por hora. Fujimaru devoraba el rollito y lamía el vello axilar rubio con olor a manzanitas, para luego ir a besar el lado de su pecho, yendo a por su pezón, rompiendo el patrón que tenía hasta ese momento. Saber dejó salir otro grito, instantáneamente percatándose de lo sucedido cuando Ritsuka empezó a beber su leche mientras mordía la comida que muy pobremente cubría su pezón.

Su pene estaba desesperado por atención.

Sus deseos de correrse hasta el alma dentro de todas ellas estaban tomando control de su mente. Su lengua se presionaba a si misma contra los botones rosados, deseando sacar más del delicioso líquido caliente del cual se había vuelto dependiente. Pero ella era feliz, Barghest estaba verdaderamente feliz de ver a Ritsuka succionar la leche de sus pechos, porque significaba que la necesitaba, que la quería… que la amaba.

Alimentarle con sus pechos la excitaba, hacía que su corazón se sintiera lleno, y la hacía sentirse depravada.

"M-master... por favor cómeme... cómeme a mí..."

Suplicó, pequeñas lágrimas acumulándose en sus ojos, amenazando con empezar a caer. Ristuka asintió mientras dejaba ir su pecho, yendo a agarrar los últimos dos rollos que estaban en su axial y pecho para mojarlos en soya antes de tragárselos… al carajo el comer sushi de su cuerpo. Al carajo todo; al carajo con el regalo de Morgan, al carajo con el romance, ya no podía seguir luchando contra sus deseos.

Era tan... tan... tan...

"¡BARGHEST!"

Gritó antes de arrancarse Kimono que estaba vistiendo, revelando su endurecida verga ante las cuatro Hadas. No necesitaba juego previo, ya se había divertido suficiente con sus cuerpos y, incluso si no había lamido a Barghest, ya estaba lo suficientemente caliente tras verle jugad con sus camaradas y su reina.

Estaba más que lista.

Quitándole los últimos tres rollos que tenía entre sus labios menores y tragándoselos todos de un mordiscón, Fujimaru rápidamente se subió a la mesa a la vez que la perro negro de Manchester separaba sus piernas, rindiéndose ante sus deseos. Era más alta que Ritsuka, pero aquí, sobre la mesita, podía acercarse a ella cuanto quisiera.

Agarrando su miembro con solo una mano, lo apuntó en dirección a la entrada de la chica, penetrándola a la vez que un "¡Sí!" escapaba de su boca. Morgan sonrió ante la escena, notando como los brazos de su caballero rodearon a su marido, apretándole y jalándole en dirección a sus gigantescas tetas.

La cara de Barghest estaba roja, al igual que la de Ritsuka.

"Master... master... Quiero ser una Perra... Quiero ser tuya... por favor, por favor, ¡Por favor hazme una perra!... "

Suplicó con un tono que casi parecía estar diciendo "apiádate de mí". Su mente casi se nubló totalmente ante su petición, todo lo que pudo hacer fue asentir, mientras su boca se abría para que sus lenguas pudieran conectarse. La rubia gimió al sentir la masiva polla de su master entrar en su cuerpo, pese a que no le habían servido, la comida que tuvo junto a las feromonas de Mélusine hicieron el trabajo de ponerle caliente.

Fujimaru presionó su boca contra Barghest conforme sus caderas empezaron a moverse, ambos en la posición del misionero. Sus bolas golpearon el culo de la mujer, las piernas de ella apretaron su pelvis y él podía sentirlo; lo apretado que estaban sus adentros, su feminidad deseaba su lujuria tanto como su corazón clamaba por el de él.

Plaf plaf plaf plaf plaf~

La voz de Barghest salió ahogada, muriendo dentro de la garganta del ojiazul conforme su lengua dominaba la suya sin esfuerzo. Si bien la rubia estaba dominando en la batalla oral, no podía decir lo mismo de la sexual. Le había pedido ser oficialmente su perra, por lo que cumpliría sus deseos. Las manos de Ritsuka agarraron sus dos pechos, llevando sus pulgares e índices a sus pezones.

Apretando y jalándolos para rociar la leche, era una forma perfecta de debilitarla, pues dejó salir otro gemido.

La madera de la mesa bajo ellos empezó a chillar y sonar, principalmente por lo fuerte que él se movía. Baobhan rio por lo bajo ante la escena, era asqueroso de ver, como la soya y todo lo demás que había estado rodeando a su colega caía al piso, causando un desastre. En efecto, estaban cogiendo como animales.

"¡HMMMMM!~ MASHTER~"

Con un demonio, su culo era absurdamente grande y suave. Sus ojos se cerraron más fuerte tras dejar ir su boca, penetrándola con mayor fuerza mientras mordía su cuello, pero ella lo gozó. Quizás no tuviese un collarín alrededor del cuello, pero todo lo que necesitaba para ser marcada como suya era recibir su semen. Su vagina palpitaba, mientras la leche fungía como un lubricante para permitir a sus cuerpos frotarse entre si con mayor facilidad.

Su lengua se movió en la piel de la caballero, conforme sus dientes se hundían en la carne tan gentilmente como podían, pero aún agarrándola con firmeza.

"¡Master!~ ¡Master! ¡Por favor! ¡MÁS FUERTE!"

Demandó, sintiendo su vientre descender mientras sus ojos brillaban, la esclerótica derecha de Barghest cambiaba a un negro color, mientras su pupila izquierda se volvía verde en lugar de su clásico azul. Su falo y glande en efecto fueron más duros con ella, mientras su corazón empezaba a acelerarse. Estaba golpeándola pero siendo apretado tanto como ella podía, tratando de luchar contra sus ansias de correrse.

Si bien todavía estaba inseguro sobre el hecho de que Morgan modificara el olor de su semen, no podía negar el hecho de que estaba excitado ante la idea de venirse dentro de Saber y marcarla con aquel olor tan repugnante que su cuerpo le otorgaba a su esperma. Fujimaru hundió su rostro en el escote de la rubia, permitiendo a sus enormes pechos apretar su cabeza, ocultándola por completo.

Saber ya podía sentirlo. Su carne palpitando conforme continuaba penetrando, pero estaba expectante. Los brazos de Barghest rodearon la espalda del Mago, permitiéndole tocar su piel y oler más de su sudor. Su voz pronto no pudo entenderse, si no fuera porque estaban desnudos, uno creería que en lugar de estar teniendo sexo, ella intentaba aplastarlo hasta la muerte.

Oh, que equivocados estarían.

PLAFPLAFPLAFPLAFPLAFPLAFPLAF~

"¡ME VENGO! ¡ME VENGOI! ¡MÁRCAME CON TU REPUGNANTE SEMEN APESTOSO, MASTER!~"

Gruñó, finalmente sintiendo la dulce liberación de su mana dentro de su vientre. Ritsuka la embistió una última vez, golpeando la entrada a su cuarto de bebés. Por primera vez, la usuaria de [Black Dog Galatine] sintió como si su mente estuviera en blanco producto del placer, era tan cálido y espeso… su mana reposaba dentro de su vientre, mientras sus piernas le apegaban a ella, el sudor de sus cuerpos, la leche materna de Barghest, todo ello combinado le hicieron sentir que se derretía hasta los huesos.

Barghest rompió el beso poco después tras sus brazos caer a los lados de la mesa, sintiendo el pene del master salir de su peludo coño, esperó que la dejara así, quizás darle unas palmaditas en la cabeza o algo por el estilo antes de ir a por Mélusine... sin embargo...

En su lugar, la agarró de la cadera y giró su cuerpo hasta quedar en la posición del perrito. La hada del clan Colmillo giró su cabeza, mirando la lujuriosa pero calmada mirada de su invocador, mientras su corazón latía ahora en ansiedad y anticipación.

"¡E-ESPERA! ¡MASTER POR FAVOR! ¡ACABO DE VENIR-MEEEHHHHHHHHHHH~"

Ritsuka seguía insatisfecho. La cantidad de carne que su cuerpo de casi dos metros tenía en sus pechos y culo superaba en demasía a Morgan. La única mujer en Chaldea que lograba superar a Barghest era la propia Passionlip, quien era una categoría en si misma. Fujimaru hundió su pene dentro de la vagina de su novia, cerrando sus ojos al sentir sus adentros cerrándose y estrangulando su falo.

"Barghest..."

Murmuró mientras agarraba y apretaba sus sudorosas nalgas gordas, mirando aquella espalda musculosa y hermosa. Había entrado en su tercera ascensión producto de su lujuria, pero no hacía nada para dominarlo o revertir los roles actuales. El moreno dejó salir otro suspiro, tratando de relajarse, peleando contra sus deseos de eyacular tan prematuramente.

"Dame... dame tus cadenas... "

Era una orden. Pero no le encontró el sentido. Ritsuka, si bien era un hombre naturalmente bueno y amoroso, de vez en cuando tenía sus pequeños arranques de dominación. Este era uno de esos momentos. Morgan alzó sus cejas, evidentemente interesada en la escena y el como su esposo parecía estar perdiendo la paciencia.

"¿Huh?"

SLAP~

"¡AHHHHHH!"

La pequeña pregunta que hizo la rubia le ganó una nalgada muy fuerte como respuesta. Ritsuka había golpeado su culo usando la mano donde estaban sus hechizos de comando, provocando que la perra negra gritara de gusto mientras su vagina estrujaba su pene. Una segunda nalgada, una tercera, una cuarta, pronto las otras dos Tam Lin y su Reina vieron como su camarada comenzaba a gritar conforme su carne seguía siendo golpeada por su amante.

Luego de un rato que fue casi eterno para ella, su culo estaba completamente rojo, casi tanto como su rostro, lleno hasta el hartazgo de marcas de su mano.

"Dame tus putas cadenas, Saber. Ahora."

No era la petición de su amante, era una orden de su master. Saber obedeció mientras su mano izquierda hacía aparecer sus cadenas, el humano las agarró rápidamente, enrollándolas en el cuello de esta. La Tam Lin dejó salir un gemido, empezando a tener dificultades para respirar producto de sus propias herramientas, pero Rituska entrecerró los ojos, empezando a penetrarla.

PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF~

Sus manos fueron a su cuello por instinto, agarrándolas mientras volteaba a mirar atrás. El Master de Chaldea cerró sus párpados, pero su agarre en las cadenas azules era firme. Que situación tan extraña, donde un hombre tan pequeño dominaba por completo y asfixiaba a una de los caballeros más poderosos de toda Bretaña con su propia arma insignia.

"¡Mas-... ter!"

Exclamó la mujer, mientras sentía como sus adentros estrangulaban y aplastaban el miembro de su amado. Ritsuka jaló la cadena de su perra, permitiendo a su entrepierna llegar aún más profundo dentro de esta. Baobhan cubrió su boca con sus manos, incrédula. ¿En serio era este el mismo imbécil tímido que vio la noche anterior?

Estaba subyugando a Gawain sin esfuerzo alguno, poco a poco su piel se tornaba azul y su voz empezaba a salir a arcadas: el Hada claramente estaba teniendo dificultades para respirar.

"Cierra la puta boca... No me dirijas la palabra..."

Replicó, conteniendo sus deseos de correrse tanto como podía. Sus hechizos de comando brillaban y hacían arder sus circuitos mágicos, pero continuó. El Master número cuarenta y ocho dejó a su cuerpo y cabeza descansar contra la espalda de Saber conforme seguía jalando las cadenas, penetrándola más fuerte, saliva empezó a caerle de la boca mientras abría los ojos.

PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF~

Su culo dolía, y su cuello de igual manera. Pero su vientre, sus adentros, su corazón, su spirit core… todo estaba ardiendo. La cabeza de la mujer iba de izquierda a derecha, pese a que respirar por su nariz era difícil, Ritsuka tenía un agarre sorprendentemente fuerte con su propia arma. El hombre de orbes azules empezó a jadear pesadamente.

Su pene estaba desesperado por descargar su semen en ella nuevamente, pero él seguía queriendo más, más, más de esta maravillosa mujer.

Deseaba... arruinarla.

"Master... ¡mi vagina va... a romperse!"

Gritó, pareciendo motivar a Ritsuka aún más. Le había pedido hacerla su perra… muy bien entonces. Le mostraría cómo le gustaba que fueran sus mujeres, y qué exactamente le hacía a Mashu cada vez que estaban solos. Destruiría su vagina y su vientre; su glande y falo empezaron a golpear la entrada a su útero nuevamente, conforme el choque de caderas continuaba.

El dolor de su culo solo hacía de todo aún más rico.

Ella se vino cuando lo sintió. Lo sintió, lo sintió; la punta de su pene logró abrir y meterse dentro de su útero, aunque sea solo un poquito. Sus adentros apretaron el pene del humano a la vez que este la embestía una última vez.

"A-ACKKKKKKK~"

SQUISHHHHHHHH~

SPLUUUUUUUUUUUUUURT~

Esa fue su descarga más grande de la noche. Ritsuka nuevamente cerró los párpados mientras jalaba el cuerpo de Barghest contra si, internamente deseando que, en efecto, no pudiera respirar. Su deseo fue garantizado al escucharla gemir, uno más gutural proveniente de su lengua. Y finalmente la dejó ir, permitiendo a aquel enorme cuerpo estrellarse de cara contra el piso, sin fuerzas.

Las marcas alrededor de su cuello le excitaron, junto a la expresión de placer insana que hacía. Tam Lin Gawain había sido derrotada una vez más por el master de Chaldea, reducida a una simple perra, tal como quería.

Dándose la vuelta, su mirada cayó sobre Lancer, quien le sonrió mientras separaba sus piernas. Oh, bendito sea cada dios y diosa de la lujuria que otorgó esta naturaleza dominante en su amado Master en estos momentos. Una pequeña vena apareció en la cara de Ritsuka, por mucho que amara a Mélusine, su naturaleza empalagosa e insistencia en herir a Morgan era algo que realmente odiaba.

"Ven, Master... tengamos sexo Netorare frente a tu esposa~"

...

Muy bien, ya estoy harto.

Caminando en dirección a la albina, Fujimaru cumplió su sueño. Efectivamente, metió su pene cubierto de semen dentro de su vagina, justo frente a su esposa. Pero antes de que Mélusine pudiera hacer o decir algo más como usualmente hacía, las manos de Cuarenta y ocho fueron a su cuello, tomándola por sorpresa. Mirando hacia arriba; en lugar de ver el rostro amable, tímido y amoroso de su master...

Vio a un marido furioso.

"Ya te dije esta mañana... ¡que dejes de decirle cosas hirientes a mi esposa, Lancer!"

Exclamó a todo lo que daban sus pulmones, empezando a follársela como dios manda. Ritsuka penetró el vientre de la pequeña servant, haciéndola sentir su enorme hombría entrar en su feminidad. La larga lengua del Remanente de Albion escapó de su boca conforme gemía, pese a sentir como el aire dejaba sus pulmones, estaba feliz.

PLAF PLAF PLAF PLAF~

No importa que hiciera, un humano nunca jamás podría matar a un servant. Ritsuka lo sabía, hasta el más débil de sus espíritus heroicos podría matarlo con el golpe de un dedo, Tam Lin Lancelot no era la excepción. Y ella lo sabía, porque mientras más sus dedos se cerraban alrededor de su cuello, mayor era su sonrojo.

Más sonreía; más su vagina apretaba su pene, tratando de hacerlo suyo, de alejarlo de Morgan en todos los aspectos posibles.

"Mas... ter... sí~"

Mélusine habló, esta era una de sus fantasías más anheladas. Si, como una dragona, quería naturalmente separar a Ritsuka de su Reina y hacerlo suyo en frente de la gobernante de Faerie Britain, pero como mujer, quería que su compañero la dominara, o que al menos lo intentara. Sus feromonas salieron, mientras su corazón golpeó su pecho caja torácica.

Sus bolas golpeaban fuertemente, su cola se movía emocionada mientras más le apretaba el cuello, no le importaba. Si quería ser brusco con su cuerpo, intentar arruinarla, pues claro que le dejaría. Lágrimas de felicidad escaparon de sus ojos mientras lograba respirar, enfureciendo al moreno que la penetró con mayor brutalidad.

"¡Ahhhh!~"

Incrementó la fuerza de su agarre, pero fue en vano. Mélusine no era como Barghest, ni tampoco tenía cadenas. Es por eso que era conocida como la caballero más bella y fuerte de toda la Mesa Redonda de las hadas. Ritsuka frunció el ceño, su miembro llegando aún más profundo mientras trataba de luchar contra el vientre de Mélusine.

PLAFPLAFPLAFPLAFPLAF~

Sus testículos empezaron a golpearle el trasero, sudor cayéndole por la piel. Las manos de Lancer y sus piernas rodearon la espalda de su master, jalándole hacia su cuerpo. Esto dificultó en demasía su castigo, pero se acomodó sobre ella. Por lo menos su masculinidad llegaba aún más adentro, pero pese a tratar de mantener un agarre fuerte...

El cuello de Mélusine y su garganta eran más fuertes que él.

Y esa sonrisa... esa maldita sonrisa abandonada por dios que le rogaba ser más brusco o directamente besarla...

"Eres una mocosa..."

Musitó, golpeando su vientre tan fuerte como pudo, pero la chica de ojos dorados asintió constantemente. Antes de que sus brazos rodearan la cabeza de su master. No podía castigarla, no podía, por más que lo intentara. Era más fuerte que él, muchísimo más… así que si quería cerrarle la bocaza, debía cambiar su táctica.

"Y solamente tuya, Ritsu- HMMMM~"

Besándola esta vez, el master continuó penetrando y destrozando el interior de su servant. La caballero-hada cerró sus ojos, violando la boca de su master con su lengua, yendo más allá de los límites para llegar a su garganta conforme continuaba cogiéndosela. Si, ella era su mocosa, si, continuaría burlándose de su Reina y presumiendo el hecho de que se follaría a su esposo por toda la eternidad...

Y disfrutar el hecho de que nada de lo que Morgan o Ritsuka hicieran, podría detenerla. Hasta un hechizo de comando fallaría, pues sus efectos desaparecerían luego de un tiempo.

Porque yo te amo más

Estaba viniendo, podía sentirlo: sus bolas y su pene palpitaban, yendo a máxima potencia conforme sus manos ahora apretaban las de ella, su cabello se pegó a su frente producto del sudor, sus instintos de dragona entraron en acción. El olor, el delicioso olor saliendo de la vagina de Barghest; su semen, su semen, su masculino, apestoso, repugnante y asqueroso semen...

Quería ser suya, suya, su esposa, su amante, su Lancer, su dragona, su Mélusine, su Albion, su todo.

"HMMMMSHUKAH~"

SPLUUUUUURT~

Su siguiente corrida llegó, marcando su interior con el olor como ella deseaba con tanta desesperación. La hermana de Percival giró sus ojos complacida mientras sentía la esperma del humano lenta pero segura yendo a su cuarto para bebés, no dudó en sonreír. El Chaldeano rompió el beso por propia iniciativa, pese a desear continuar, sus energías no eran infinitas… y tenía otros asuntos de los que ocuparse.

Mélusine estaba satisfecha por ahora, y eso era lo que importaba, porque significaba que mantendría el hocico cerrado.

"¡E-ESPERA! ¡MADRE!"

La voz de Baobhan le sacó de sus pensamientos, conforme gritaba el nombre de su progenitora. Volteando a encarar a la familia real de la tierra de las Hadas, sus ojos se abrieron impactados ante lo que veía. Morgan había agarrado a su hija por las piernas, separándoselas y alzándose de pie para cargarla, claramente en contra de su voluntad por el rostro que hacía la rosada.

Le Fae, no obstante, sonrió cuando sus ojos se encontraron con los de él.

"Ven, Esposo mío. Nuestra niña está lista para recibirte."

Dijo Berserker, girando a su heredera para encarar a su Master. Las pisadas de Ritsuka la aterraron, mientras veía su silueta acercándose lentamente a ella. Este humano, este bastardo… ni siquiera se duchó luego de haber empapado su inmundo cuerpo con el sudor y la leche de sus compañeras. Lo que más la aterraba, era su cara.

Estaba cubierta por las sombras, solo dejándole ver esos puntos azules brillando en la oscuridad del cuarto.

"¡ALÉJATE DE MI!"

Bramó Archer, intentando luchar contra los brazos de su madre, pero obviamente sus esfuerzos no dieron fruto. Morgan jaló la cabeza de su hija hacia su escote, pese a mover sus brazos constantemente, jamás se atrevería a lastimar a Madre, así que siguió malgastando energía. Ritsuka agarró uno de sus pechos con su mano izquierda, mientras la derecha apretaba su pene.

Cuando ella le sintió frotarse contra su entrada, todo se detuvo. El rostro aterrado de Baobhan miró a la expresión sombría de su Master, sus hechizos de comando quemaban la piel de la gris, interactuando con su núcleo espiritual, permitiéndole sentir a flor de piel el abrumador deseo y lujuria de la que su alma era víctima.

Él la deseaba.

Y eso la aterrorizaba.

"NO NO NOOOOOOHHHHHHHHH~"

El largo y grueso miembro cubierto de semen de su padre se metió dentro de su cuerpo con una gentil embestida, por más que intentara negarlo, Archer ya estaba mojada, su cuerpo deseaba las maravillas del sexo desde la noche anterior. Ritsuka sonrió mientras ahora sus dos manos agarraron las enormes tetas de su hija, apretándolas a la vez que sentía las paredes de ella cerrándose alrededor de su carne.

La lengua de la vampira salió de su boca, había pasado casi un mes desde que no tuvo sexo en absoluto con Ritsuka, desde ese día de la boda donde todas ellas escondieron su vello axilar y púbico de sus cuerpos con la magia de Morgan. Su cuerpo había olvidado por completo lo enorme y gruesa que era la verga de su invocador, lo profundo que llegaba.

Una sonrisa apareció en la cara de la reina alta al ver la escena frente suyo. Tanto ella como su consorte tenían a su hija atrapada entre sus cuerpos, como un sándwich humano, las caderas del hombre empezaron a moverse buscando inseminar y marcar a su hija como su propiedad. Los labios de la hada acariciaron gentilmente la melena de la rosa, quien gemía.

Era demasiado grande.

"N-Noh~... Noh~ ¡No quiero... tu ashquerosho sehmen dentroh de mih!~"

Bramó la Vampira, no dándose cuenta de lo distorsionada que sonaba su voz. Estaba haciendo un rostro lleno de placer, mientras su piel comenzaba a sudar, Ritsuka miró hacia arriba, al rostro de su hija, con una pequeña sonrisa. Dioses, ¿cómo podía no moverse más fuerte luego de escuchar eso? Su penetración se hizo más profunda, más bruta, casi animal.

La misma manera en la que se folló a Barghest y Mélusine minutos atrás.

PLAFPLAFPLAFPLAFPLAF~

Baobhan Sith empezó a jadear fuertemente, dejando salir otro grito. Estaba viniendo, estaba viniendo, con cada embestida que le daba, sabía que se acercaba al final. Tarde o temprano, ese sucio pedazo de mierda, ese asqueroso bastardo, este animal, este gorila, su Master, el marido de su madre, su padre, Ritsuka, Ritsuka, Ritsuka-

Ritsuka iba a correrse.

"NOOOOHHH~ ¡DETENTEH! DETENTEEEHHHH~"

Sus manos trataron de alejarle, pero no pudieron detenerlo. El agarre de Morgan se hizo más fuerte conforme frotaba su mentón contra la cabeza de su hija, dichosa ante el hecho de que su familia estaba unida, amándose tal como debían. Oh, cuán orgullosa estaba de su pequeña hija y de su amado esposo, ambos se zambullían en los placeres del incesto y el adulterio al mismo tiempo.

Esto definitivamente calmaría la lujuria de Ritsuka una vez dejara salir su último disparo de la noche.

"Hija... hija... hija..."

Escucharle llamarle de esa manera hizo que la chica de tez gris apretara los dientes, sus ojos mirando al techo. Sus caderas y rostro se hundieron en su feminidad y escote, desesperadamente queriendo oler y beber más de su olor y leche de fresas, su sangre ardía, su corazón golpeaba sus costillas cual conejo.

SLUUUURP~

Y su lengua estaba moviéndose de manera desesperada intentando extraer más del delicioso líquido dulzón. Pese a que quería follarse a su esposa tras acabar con su heredera, su cuerpo se conocía a si mismo lo suficiente como para saber que no sería capaz de continuar. Pero por los dioses, realmente estaba dando todo de si ahora mismo, había estado pensando todo el día en sus caminos desde la mamada grupal que le dieron.

Desde que Baobhan le dejó lavarle el cuerpo en la mañana.

"¡NUNCA! ¡JAMÁS TE ACEPTARÉ COMO MI PADRE!~"

Gruñó, no notando como sus brazos ahora apretaban los hombros del moreno, jalándole hacia su suave y sudorosa piel para que pudiera beber más de su leche. Estaba latiendo, su larga verga golpeaba la entrada a su vientre, intentando abrirla, la cara de Morgan de igual manera estaba cubierta por las sombras, salvo por la sonrisa que tenía.

Los colores que sus ojos de Hada le mostraban dentro de Baobhan... eran tan hermosos.

Su amada pequeñita era una mentirosa terrible.

"¡NO LO QUIERO! TU REPUGNANTE"

Las manos de Ritsuka rodearon los cuerpos de Baobhan Sith y Morgan, jalando a la Reina y la Princesa hacia si mismo mientras sus bolas continuaban colpeando el culo de la chica, a la vez, las manos de la gris apretaban la espalda del hombre contra su pecho, la caliente leche caía por su garganta mientras su hombría latía sin cesar.

Golpeaba todos sus puntos sensibles, poco a poco abriendo su cuarto para bebés, preparándose para marcarla como suya, suya, y solamente suya.

"¡ASQUEROSO! ¡SUCIO!"

Conforme sus insultos continuaban, su vientre parecía dolerle, arderle. Su Saint Graph estaba desesperada, su cuerpo lo anhelaba, a él. Las lágrimas caían por sus mejillas al sentir su lengua girar alrededor de su pezón, acariciando su carne de forma gentil mientras sus labios lo apretaban, las caderas de Ritsuka fueron a máxima velocidad, solo un poco más

Solo necesitaba unos cuantos segundos más.

"¡PEGAJOSO! APESTOSO-"

Entonces, lo sintió. Su vientre, su última barrera cayó. La Archer se ahogó con sus palabras mientras el humano finalmente abría su cérvix únicamente con su fuerza y lujuria. Su larga, gruesa y asquerosa polla había llegado a un lugar al cual no debía, mientras todas las dudas dejaban el cerebro de Baobhan Sith junto al aire que abandonaba sus pulmones de igual manera.

Su mente se rompió.

Y su cuerpo se corrió.

"ESPESO MAAAAAAAANAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH~"

SQUISHHHHHHHHHHHH~

SPLUUUUUUUUUUUUURT~

Ritsuka casi cayó al piso en el momento en el que sintió sus piernas entumecerse, pero Morgan lo evitó usando su magia. Le mantuvo cerca, asegurándose de que su rostro no dejase los pechos de su hija mientras seguía corriéndose. Baobhan de igual manera se vino hasta la inconciencia, mientras el repugnante, asqueroso, sucio, pegajoso, apestoso y espeso mana de su padre llenaba su vientre hasta el tope.

La bruja continuó sonriendo mientras su mentón se frotaba contra su amada princesa, pese a no estar despierta, su corazón seguía latiendo.

"Tranquila, tranquila... mi querida y preciada Baobhan Sith... lo hiciste bien... lo hiciste muy bien..."

La voz de la reina cargaba consigo un tono maternal dulce y amoroso. Con un ligero tono rosa presente en sus pálidas mejillas, Morgan lentamente movió sus dedos, provocando que el cuerpo flácido de su marido flotara lejos de su hija. Ritsuka llegó hasta el futón que todos compartían, al igual que Mélusine y Barghest.

Sus circuitos mágicos estaban ardiendo, y su cuerpo estaba desesperado por uno de los elíxires de Morgan o ya de plano, dormir. Al parecer buscaba lo segundo. La gobernante de su harem colocó a su hija justo sobre el pecho de su esposo, para su sorpresa, su cuerpo haciendo su mejor esfuerzo para ocupar algo del poco espacio que quedaba.

Mélusine estaba a su derecha, y Barghest a su izquierda.

"Morgan... Yo... "

El joven mago no supo que más decir. Se comportó de una manera que normalmente ni siquiera pensaría, todo por la combinación de su lujuria embotellada y la frustración por su querida y amada Lancer siempre estar burlándose del amor que su esposa le profetizaba. La mujer de mechones azules no obstante, negó con su cabeza de derecha a izquierda.

Su mano izquierda fue a su cara, acariciándola buscando calmar su conciencia, tratando de borrar cualquier sentimiento de culpa que podría tener. Entonces, Fujimaru parpadeó. Antes de darse cuenta, todo su alrededor cambió. En lugar de estar en su cuarto en el Enma-Tei, Cuarenta y ocho estaba desnudo, de pie en un pasillo blanco hermosamente decorado, con las tres Tam Lin desnudas a sus pies.

En frente de él, sentada en su trono, estaba su esposa, penetrándole con su frío mirar, similar a una tundra.

La mente del hombre hizo click, reconocía este lugar. Este era el cuarto del trono de Faerie Camelot, así como el cuarto del trono de Morgan en Chaldea. ¿Cómo era posible... ? El hada del paraíso notó las dudas de su amante, así que decidió hablar, permitiéndole mirar atentamente su desnudo cuerpo perfecto, empapado en sudor.

"Parece que te he subestimado en demasía, Master de Chaldea... viendo como has conseguido derrotar a cada una de mis caballeros usando solo tu poder. La historia Pan-humana realmente es especial..."

No le halló sentido a su pequeño discursito en un principio. ¿Qué diantres estaba pasando... ? Morgan esperó por la respuesta de Fujimaru, pero no recibió ninguna por unos cuantos minutos, su mente estaba perdida. Entonces, lo comprendió. Claro… Morgan era la mejor maga que la humanidad y las hadas habían visto.

Si había usado una pequeña ilusión en este lugar, entonces solo podía significar una cosa.

¿Juego de rol... ?

Pensó, sonrojado. La pequeña sonrisa y guiño que Berserker le dio a su amor fue el silencioso "sí", como si pudiese leerle la mente. Y tal vez, de hecho, era capaz. El master de cabello negro se aclaró la garganta, no mentiría… esto era verdaderamente excitante. Si quería "resolver" sus problemas entonces lucharía para salvar la historia Pan-humana una vez más.

"G-gracias... Aprecio sus cumplidos, su majestad... "

La alta reina abrió sus piernas, permitiéndole al mago humano ver su majestuosa feminidad con olor a duraznos en su totalidad. Ritsuka podía sentir toda la vergüenza tras haber destruido brutalmente a Barghest, Mélusine y Baobhan desaparecer conforme su amor y deseo por esa mujer, su lujuria, regresaban. Sus ojos azules brillaron emocionados en el momento en el que vio el pene de su esposo, cubierto de semen, empezando a levantarse.

Un banquete digno para una Reina como ella.

"Tengo una propuesta para ti, Mago de la historia Pan-Humana... "

Habló, mientras su mano izquierda se alzaba, brillando con una flama negra/azulada. Realmente estaba gustándole esto, y a él también. El hecho de que haya pensado en él teniendo sexo con todas ellas como "trama" para salvar el mundo era muy excitante y depravado considerando que se había "follado" a la princesa en el cuarto del trono, en frente de su amada madre.

La esposa tuvo dificultades para mantener su estoicismo, podía acostumbrarse a esto a decir verdad…

"Abandona tu mundo. Ríndete en tu misión de salvar tu planeta, júrame tu lealtad a mi y a la tierra de las hadas, y te recompensaré con los cuerpos de mis caballeros, mi hija, y el mío por el resto de la eternidad. Reina a mi lado y observa la historia Pan-humana deshacerse en nada. Serás libre de correrte en cualquiera de nosotras, en público si lo deseas, para mostrarle al resto de mi reino cuál es tu posición."

Habló, y Fujimaru sintió su corazón acelerarse. Maldita sea, ¿cómo podía ser tan sexy? ¿cómo podían palabras como aquellas salir de su fría y cruel boca con un tono tan serio? Morgan estaba empleando toda su mente en esta pequeña actuación, este "gran final" para la noche, para que pudiera mostrarle todo su amor ahora que las otras tres estaban inconscientes.

Le Fae se detuvo a si misma por unos momentos para admirar el hermoso rostro de su marido, unos cuantos metros lejos de ella. Esta era una pequeña improvisación que pensó mientras tenía sexo con Baobhan Sith, pero era la alta reina de Faerie Britain, y la maga más grandiosa que jamás haya vivido. Claro que sabía una cosa o dos sobre improvisar.

"No importa en qué momento, o qué esté haciendo. Ya sea un festival, un evento importante, una reunión con las líderes de los clanes o un anuncio, siempre pausaré mis deberes para satisfacer tu lujuria en frente de aquellos a mi alrededor, para que sepan que su Reina está fuera de su alcance. Tú y solo tú mancillará mi cuerpo y me reclamará como su alma gemela para que todos lo vean. Todo lo que tienes que hacer… es tomar mi mano. ¿Qué dices, Fujimaru Ritsuka?"

Y la reina finalmente acabó, extendiendo su mano izquierda para que viniera a aceptar el trato. Su mirada azul cielo, no obstante, se llenó con determinación y fuego. Incluso si las cosas hubieran terminado de esta manera pervertida, no habría cambiado su decisión. Muchas personas murieron para que él y Chaldea llegaran a este punto, el rendirse sería escupir en sus sacrificios y memorias.

Debía recuperar su mundo, sin importar qué.

"Lo siento... pero no puedo hacer eso, su Majestad… voy a vencerte y recuperar nuestro hogar, para que yo y todos los demás podamos seguir adelante."

Justo era esa la respuesta que buscaba. Fue precisamente por eso que se enamoró de este hombre. Morgan chasqueó los dedos, telentransportando a su media naranja, su némesis, a su trono. Sus rostros estaban separados por unos milímetros, pero Ritsuka podía sentir perfectamente la sudorosa, fría y suave piel de Morgan. Sus masivos pechos reales esperaban ser tocados, mancillar y manchar el lugar en el que solo ella podía sentarse.

"Entonces no hay nada más que decir, Karudea no Masta."

Sus labios chocaron contra el otro conforme la "Gran batalla" daba inicio. Las manos de Fujimaru fueron alrededor de la figura desnuda de Morgan mientras esta le permitía tocarla cuanto quisiera. En su mente, cada acto que había acontecido aquí fue monitoreado y transmitido a través de la tierra de las hadas. ¿Cómo? A quién le importaba. Solo quería pretender que en alguna parte, Mashu, Cnoc Na Riabh, Arturia y el resto de sus amantes le apoyaban durante todo el trayecto.

Ahora debía derrotar a Morgan por ellas. Y mientras la lengua de esta continuaba golpeando la suya, lamiéndola conforme sus manos jugaban con sus tetas, juró que la haría venirse y gritar si eso era lo necesario para salvar su historia. Ritsuka sintió las manos de la reina alta acariciarle el cabello, mientras su voz salía, ahogada.

Podía sentir su libido. Morgan cambió su humor para intentar y añadir peso al acto, no debía comportarse como su amorosa y cariñosa esposa, no. Ahora mismo debían tener relaciones sexuales y beberse su semen como la gobernante de Faerie Camelot. Es por eso que usó su fuerza superior para empujar el cuerpo de Ritsuka para que cayera en su espalda, permitiéndole descansar en la almohada de su trono.

La lengua de la albina se movió por si sola, extrayendo más mana para empoderarse mientras notaba como, además, le agarraba el culo. Se lo apretaba. En silencio, ella halagó a su amor a la vez que su leche salía de sus pezones, ensuciando su pecho conforme temblaba de gusto.

Avalon Le Fae rompió el beso no mucho después, lamiendo sus propios labios.

"Tus habilidades son impresionantes, Master de Chaldea... no es de extrañar que hayas logrado preñar a mis sirvientas y mi preciosa hija de manera consecutiva..."

Halagó la mujer, antes de que sus dientes y labios se hundieran en el cuello del hombre. Fujimaru dejó salir un gemido mientras la gobernante del sexto Lostbelt empezaba a mover su lengua en su carne, antes de dejar un caminito de besos, lentamente descendiendo de su pecho a su pelvis. Su miembro estaba empapado de esperma, miel y gotas de sangre, pues había tomado tres hímenes, y en solo unos momentos tomaría su cuarto.

Finalmente cara a cara, la Reina tomó su oportunidad para admirar la masculinidad del hombre que salvó al mundo. Si bien toda esta situación había sido fabricada por ella, siempre sería débil ante el miembro de su amado esposo. Morgan cerró sus ojos ligeramente, admirando como su entrepierna ardía en deseo, goteando más de su miel mientras su olor natural penetraba su nariz.

El master de Chaldea miró al hada del paraíso, sintiendo como su corazón ardía. La de ojos azules volvió a chasquear los dedos, haciendo aparecer lo que se veían como pantallas en frente de ambos. Un sonrojo cubrió la cara de Ritsuka, reconociendo quienes le devolvían la mirada por las pequeñas ventanitas que Morgan abrió.

Arturia, Da Vinci, Mashu y Cnoc na Riabh.

Todas ellas desnudas, rodeadas por mujeres que vestían la armadura de Faerie Camelot. Arturia estaba atrapada entre dos caballeras que mamaban sus pechos, una tercera se alimentaba de su vagina, por lo que veía. Mashu se besaba con una hada mientras hacía tijeras con otra, Da Vinci tenía lo que parecía ser un Strap-on de plástico, montando a una y finalmente, Cnoc na Riabh practicaba sexo oral a otra hada a la vez que sus manos se encargaban de otras dos soldados.

Todas estaban "luchando" sus propias batallas al igual que él.

Arturia fue la primera en notar a Ritsuka, no vestía nada salvo la capa y el sombrero azules que Muramasa hizo para ella, sonrojada ante el hecho de que la veía en medio de un acto tan vergonzoso, no obstante, la niña de la profecía perseveró, logrando contener sus gemidos para hablar con la persona que amaba.

"[¡R-Ritsuka... ! ¡p-por favor, da lo mejor de ti! Y-yo... ¡vendré pronto!]"

Gritó la rubia, y el moreno asintió. Morgan se aseguró de hacerle ver como la vagina de la rubia era devorada por la hambrienta hada, a la vez que su lengua empezaba a hacerse cargo de sus bolas. No tenía ningún sirviente masculino en esta línea temporal ficticia que creó, después de todo… su marido era dueño de todas estas mujeres, jamás serían tocadas por la sucia carne masculina de otros.

Sluuurp... sluuurp... sluuurp~

"A-ahhhh~"

No pudo contener su voz cuando la Alta Reina empezó a limpiar su pene. Su lengua buscó y se llevó todo el semen que la cubría. Morgan podía olerlo, la esencia de su hija, de Tam Lin Lancelot y Tam Lin Gawain, impregnadas en la hombría de ese hombre, que las había follado brutalmente hasta el olvido en frente de sus ojos.

Lo había visto todo. Los ojos del humano viajaban de las pantallas flotantes a la cara de su esposa, no sabiendo exactamente a donde quería mirar. Mashu gimió de placer mientras su feminidad hacía su mejor esfuerzo por frotarse contra la mujer que la había llevado al suelo anteriormente, mientras su lengua continuaba lamiendo y tratando de contratacar con tal de comunicarse apropiadamente con su amado Senpai.

Pero era difícil.

La lengua de Morgan bajó en el glande de Ritsuka, arrastrando el semen a su boca para tragarlo. Tenía un olor horrible, pero era uno de sus muchos trucos. Esa entrepierna suministraba a cada mujer en Chaldea con Mana y las reclamaba como suyas, así que debía de ser cuidadosa. Sus ojos se entrecerraron mientras finalmente abría su boca, bajo la atenta mirada masculina.

Disfrutó que viera su expresión llena de lujuria. Tonelico la salvadora movió su lengua ligeramente, bajando su cabeza lenta pero segura, la berserker de ojos azules tragó su miembro, para que todas las mujeres en Faerie Britain lo vieran. Tanto humanas como hadas en este preciso momento veían a su reina luchar contra la Historia Pan-humana, conforme esa larga, gruesa y dura verga era otorgada el privilegio de invadir su garganta.

SLUUUUUUURP~

"Hmmm~"

Y pensar que estaría recibiendo sexo oral de la reina de las hadas en su propio trono, mientras todo su país los veía… Ritsuka se sentía incapaz de respirar. La nariz de Morgan tocaba su pelvis luego de que sus dedos dejaran ir su falo, en su lugar, ahora enfocándose en sus testículos, llenos hasta el tope con ese mana espeso y apestoso que producían.

Mashu parecía notar la cara llena de placer que su Senpai hacía, así que giró su lengua dentro de la boca de la mujer, moviendo sus caderas más salvajemente, él la necesitaba. Debía terminar con estas mujeres tan rápido como pudiera e ir a ayudarlo a derrotar a la Reina Alta Morgan, o sino todo terminaría.

"[Senpai... ¡Ya voy! Por favor... ¡Aguanta!]"

Logró gritar, antes de que otras tres mujeres se le subieran. Ritsuka sintió su genital ser apretado por la garganta de Morgan, quien finalmente empezó a mover su cabeza de arriba abajo. Estaba haciendo esto por su país, por las Hadas, por Bretaña y por su hija. Iba a enseñarle a este humano que sus esfuerzos eran inútiles y luego, su mundo y sus compañeras caerían tal como él.

Chup... chup... sluuurp~

La garganta de la reina estaba tan helada como el resto de su hermoso, suave y perfecto cuerpo, sino es que más. Las manos de Le Fae gentilmente empezaron a acariciar y mimar su escroto, permitiéndoles sentir la helada piel de sus dedos mientras se hundían en la zona. Su lengua giró alrededor de su hombría su cabeza volviendo a ir y venir, más rápido y fuerte esta vez.

Sus labios se arrastraban por su carne, a lo que el Master gritó nuevamente. Su adrenalina y su mente iban a toda velocidad, estaba chupándole más fuerte que Baobhan. El Master de Chaldea se terminó por apoyar en sus codos, sintiendo una almohada en su cabeza poco después, invocada por la bruja invernal para que pudiese sentirse más cómodo.

Ese lindo gesto le hizo sonreír.

"G-gracias su Majestad..."

Dijo, y la reina albina le guiñó el ojo, dándole un pequeño asentimiento antes de continuar su felación. Sus fluidos descendían por sus piernas conforme su cabeza seguía repitiendo los mismos movimientos, Morgan rápidamente dejo ir el miembro de Ritsuka para que pudiese atender sus bolas. Dándoles múltiples besos, su lengua se presionó a si misma contra el derecho, tratándole como un helado.

"Tu pene realmente es impresionante, Master de Chaldea..."

Musitó la Berserker, antes de abrir su boca para tragarse ambos. El grito que salió desde lo más profundo de su garganta hizo eco en el castillo, la mano izquierda de Morgan apretó su miembro palpitante, comenzando a masturbarle. Su fría salía, su piel, todo de ella estaba tan helado que era como una ventisca, pero se mezclaba con su calor tan bien que se sentía maravilloso.

Su lengua se presionaba contra las esferas, llevándolas a encontrarse contra su paladar. Y luego su pulgar se presionó a si mismo contra su glande. Su mano seguía yendo y viniendo, dándole placer con un ritmo lento pero con un agarre firme. La saliva que le cubría funcionaba como extra para otorgarle un sentimiento maravilloso, acompañado con el hecho de que estaba tragándose sus dos bolas con tanta fuerza que parecía querer arrancárselas…

"¡A-Aghhh! ¡Jesucristo!"

Se sentía increíble. Sus palabras hacían eco en su mente. "Tu pene realmente es impresionante, Master de Chaldea..."… Master de Chaldea... Master de Chaldea... carajo, realmente estaba sumiéndose en este sentimiento de ser enemigos nuevamente. Amaba a Morgan un montón, la amaba tanto… pero este escenario ficticio que había creado realmente estaba metiéndose con su cabeza en el buen sentido. Su miembro volvió a palpitar, algo que Tonelico notó mientras por fin soltaba sus bolas, liberándolas de su prisión oral.

No antes de, por supuesto, darles un beso de despedida.

"Patético... ¿dónde está la fuerza con la que metías esta polla en la garganta de mi hija mientras lloraba?"

Cuestionó, burlándose de él. Nunca podría herir a Baobhan Sith, la amaba, pero en esa situación… follarse su garganta mientras lloraba y hacía su mejor esfuerzo para detenerlo, pero siendo incapaz… por dios. ¿Qué clase de pensamientos estaba metiendo su amada reina en su cabeza? No es como si alguna vez sería posible para empezar. Los Servants eran demasiado duros y fuertes como para ser aceptados por algo tan simple como una sesión de sexo duro.

Había visto con sus propios ojos como sus cuerpos regeneraban miembros completos tras tiempo y mana suficiente.

CHOMP~

Morgan no le dejó pensar más, al su boca tragarse su miembro por completo nuevamente, esta vez, siendo la última. La cabeza del hada imitó el mismo movimiento de siempre, pero ahora usando todo su cuerpo cada vez que su cabeza descendía, pues también se estaba excitando ante todas las situaciones y visiones que se había inventado para esta historia ficticia, tan así que empezó a mover su culo.

La lujuria de Ritsuka, su deseo, su amor y lo excitado que se ponía tras cada palabra que salía de esos labios azules… podía sentirlo. Podía sentir todo lo que su marido experimentaba ahora mismo, y la hacía amarlo más, mucho más tras cada segundo. La su glande fue más allá de su garganta, frotándose contra su caverna, Le Fae no pudo evitar encararlo.

Tenía los ojos cerrados, la boca abierta, junto al constante gemir entrecortado… era tan tierno y lindo.

Este hombre... realmente la hacía sentir humana. Su frío corazón latía de amor por él.

Los labios de la gobernante y sus mejillas apretaron su genital más fuerte, usando su lengua a la vez que empujaba nuevamente su falo contra su paladar, mientras el resto que descansaba dentro de su garganta era estrujado. La Reina exhaló largamente una vez que su nariz tocó su cadera, arrastrando sus labios por cada milímetro de su hombría conforme subía.

Sus labios mayores de igual manera palpitaban desesperados, como si estuvieran quemándose. Su vagina deseaba el pene de su esposo, al igual que su vientre, pero debía resistir. Pese a estarse comportando como la Reina Alta de Faerie Britain, su cuerpo había sido transformando permanentemente en el de una esposa amorosa, entregada y apasionada. Traicionaba su voluntad y sus deseos, pero ella era más fuerte.

SLUUUUURP SLUUUURP CHUUUP CHUP CHUUUUP~

Le haría pagar por haberse follado a sus Tam Lin hasta el hartazgo. Le haría correrse, le derrotaría, a Chaldea, y luego tomaría el planeta para su tierra luego de que sobrevivieran a la gran Calamidad. Ritsuka trató de mover sus manos, pero le mantuvo quieto con un simple hechizo de ataduras, para impedirle detener su felación. La cabeza del hada se movía tan rápido como le era posible, con las dulces gotas de sudor helado cayéndole por el rostro.

Su masculinidad palpitaba a tal punto que había alcanzado un ritmo incontrolable. Ritsuka gritó por última vez, antes de sentir como la cabeza de Morgan iba a su punta, lamiéndola con una velocidad tal que parecía haber formado un tornado. Finalmente, bajó hasta que su nariz le golpeó, haciéndole eyacular por fin. Su semen, su mana, salió directamente a su estómago, y la Reina lo aceptó.

Glup... glup... glup~

La semilla de su amado Esposo. El mana de su hermoso, tierno y perfecto Esposo. Tan espeso, como jalea, se pegó a su garganta como siempre, dificultándole el tragarlo al casi ahogarla, pero había terminado por encariñarse con aquel sentimiento. Tragar su semen se había vuelto una pequeña prueba de amor, que siempre adoraba superar, pues como su esposa, era su deber satisfacerlo y malcriarlo a la vez que él la recompensaba por su amor y fidelidad con sus abrazos, sus ojos llenos de amor, diciendo su nombre o murmurando "te amo".

Esos pensamientos hacían a Morgan sonreír, finalmente logrando tragarse hasta la última gota.

"Se acabaron los juegos, Master de Chaldea... es momento de derrotarte frente a tus compatriotas. Regocíjate, pese a que rechazaste mi oferta, te daré el privilegio de ser el primer y último hombre con el que tendré relaciones sexuales."

Tras su pequeño anuncio, Ritsuka movió la cabeza. Morgan había cambiado las posiciones, para que sus cuerpos ahora estuviesen encarando la entrada al pasillo real, Berserker se puso de pie, permitiendo al hombre admirar su hermosa espalda, su largo cabello color nieve, y su enorme culo gordo. Entonces observó sus brazos moverse; sus dedos se cerraron alrededor de sus nalgas, separándolas.

Iba a montarlo hasta la muerte, literalmente. La mujer gentilmente bajó su cuerpo sobre el suyo, tenía una vista perfecta de su miembro y el ano real de aquella hembra. El pequeño agujero se abrió conforme su punta empezaba a abrirse camino, mientras el Hada parecía sufrir un pequeño escalofrío como siempre hacía cuando tenían sexo anal.

"¡A-AHHHHHHH!"

Cuando finalmente se metió dentro de ella, gritó tan fuertemente que su voz debió haber hecho eco en cada rincón del castillo, y dios… quizás la tal vez toda la maldita Faerie Camelot. En las pantallas azules, Cnoc Na Riabh, Da Vinci, Mashu y Arturia le miraron con una expresión preocupada, cada una sintió a su amado en peligro. El pecho del moreno se movió salvajemente intentando respirar, pero era imposible.

Morgan estaba drenándole el mana con su recto, mientras su enorme culo se frotaba contra su cadera, usándole como una silla, como un adorno de su trono en el cual estaba sentada.

"[¡SENPAI! ¡POR FAVOR RESISTE!]"

Gritó Mashu, tratando de superar a sus compañeras. Su lengua se movía rápidamente en la vagina que estaba lamiendo, debía de hacer que estas hadas se corrieran tan rápido como pudiera para poder ayudar a su adorado Master. Su lengua se movió en los pliegues femeninos, penetrando y chupando mientras sus dedos hacían su mejor esfuerzo para encargarse de las otras dos.

Arturia ahora estaba siendo víctima de sexo oral por dos mujeres, cada una de ellas estaba haciéndose cargo de uno de sus agujeros, mientras que otro par estaba chupándole los pezones, extrayendo la preciada leche de la Niña de la Profecía para hacerse más fuertes. No obstante, la chica de Tintagel consiguió contener sus gemidos, mirando a Morgan.

Necesitaba salvarlo, debía hacerlo.

"[Ritsuka... por favor... ¡espérame! ¡No te rindas!~]"

Suplicó, pero las palabras de ánimo se transformaron en un gemido mientras su ano y vagina la hacían correr por onceava vez aquel día. Cnoc Na Riabh y Da Vinci estaban muy ocupadas para hablar, pero aun así, si ni Arturia ni Mashu podían llegar hasta Ritsuka, entonces todo estaba perdido. El rostro estoico de Morgan era frío y cruel, pese al sonrojo en su puente nasal. El poder de la actuación en su máximo esplendor.

"Es inútil, niña de la profecía. Mira atentamente como extraigo hasta la última gota del mana de tu Master."

Replicó la mujer, queriendo aplastar sus esperanzas. Inmediatamente después empezó a montar el pene de cuarenta y ocho a la vez que movía sus nalgas para darle un buen espectáculo y estimularle más. Ritsuka no podía contenerse, hipnotizado ante la vista del voluptuoso y sudoroso cuerpo de su enemiga conforme sus nalgas seguían chocando entre si, justo en frente suyo.

La presión en su pene era inmensa. La Berserker albina se movía a si misma de manera estable, no lo suficientemente lenta como para hacerlo una tortura sexual, pero no lo suficientemente rápido para que se corriera tan rápido. Quería disfrutarlo y que él disfrutara de su cuerpo a la vez. El Master hizo lo mejor que pudo para intentar resistir el placer que ella le daba, enfocándose en las palabras de sus aliados.

Cada uno de ellos estaba dando lo mejor que tenían, sin importar cuán bien Morgan se sintiera, debía luchar, debía vencer a su culo y conquistar aquella apretada y peluda vagina helada.

La Reina Alta, no obstante, pareció notar su determinación. Admirable, pero estúpido a partes iguales.

Plaf plaf plaf plaf plaf~

Escucharle gemir en una mezcla de placer y desesperación solo provocaron a Arturia y Mashu mucho más, a tal punto en que la rubia campesina empezó a llorar, viendo a su amado en tan precaria situación.

"[¡BASTA! ¡DEJA DE FOLLARTE A RITSUKA TAN BRUSCAMENTE! ¡SE SUPONE QUE SU PENE ESTÁ DESTINADO PARA MI!]"

Gritó el hada del paraíso a su camarada, pero Morgan parecía disfrutar del tono de su voz. Esa frase mezclada con aquel rostro lleno de lágrimas eran en extremo estimulantes, los hermosos ojos verdes de Arturia rebosantes de dolor contra la helada mirada azul de Morgan, su cuerpo continuó subiendo y bajando en su amado Master, su ano recibía su enorme y grueso miembro sin esfuerzo alguno.

La reina lamió sus labios lentamente tras imaginar la idea que su mente acababa de concebir. Oh, esto sería magnífico~

"¿Quizás prefieras una vista mejor... Avalon Le Fae... ?"

Preguntó burlesca, deteniendo sus movimientos y apuntando su mano a la pantalla azul donde estaba Arturia. Cubriendo su mano completa en magia, Berserker invocó a Caster en el cuarto del trono, Arturia apareció de la nada, justo frente a ellos, con el bastón en mano. La joven se giró para encarar a la pareja, antes de poder hacer algo más, sus muñecas y piernas fueron encadenadas.

Ahora estaba con ellos, forzada a ver como el hombre que amaba era follado por otra mujer contra su voluntad.

"¡SUÉLTAME! ¡RITSUKA!"

Gritó, intentando ponerse de pie, pero era inútil. Su cuerpo estaba demasiado pesado en compañía de las cadenas mágicas que Morgan le puso. La bruja finalmente retomó sus movimientos, ahora más motivada que nunca antes, Arturia todavía era un hada muy joven, así que su cuerpo palidecía en comparación con Morgan, pese a haber sido bendecida con un culo más gordo y grande que las hadas promedio.

Plaf plaf plaf plaf~

Sus pechos de igual manera empezaron a chocarse. Morgan estaba excitada ante la visión de Arturia llorando en frente de ambos, debido al desdén proveniente de su contraparte de la historia Pan-humana, todo esto era una fantasía, pero una en la que ahora estaba inmersa por completo. El pene de Ritsuka iba más y más profundo de su culo, no podía decidirse entre mantener su actual posición para seguir viendo el rostro de la rubia, o girarse para que esta pudiera ver su masculinidad saliendo y entrando de ella.

Ambas eran muy buenas opciones.

"¿Cuál es el problema, Avalon Le Fae... ? así es como debe de ser. So una mujer mucho más grandiosa que tú, así como una mejor Hada del paraíso. Por lo tanto, es normal que el Master de Chaldea disfrute más de mi cuerpo que del tuyo."

Usó un tono tan condescendiente que el orgullo de Arturia recibió un golpe extremadamente duro.

"¡A... Arturiah!~"

Gimió su nombre, incapaz de no llamarla. Todo esto era una mentira, no era como las cosas sucedieron. Ritsuka jamás podría herir a Arturia, dioses no. Pero era un hombre depravado, y el que ahora ella estuviese viéndole follar a Morgan en este mundo donde todo estaba relacionado al sexo, batallas incluidas, dios le perdone… estaba excitándolo a niveles incalculables.

Morgan ganó una sutil sonrisa en el momento en el que sintió como el pene de su marido se endurecía más dentro de su recto, bien. Todos sus regalos estaban siendo recibidos y ella a la vez, era recompensada. Definitivamente necesitaría pensar en mejores situaciones que fabricar en ilusiones futuras, esto sería una buena forma de vengarse del harem de su esposo, pese a no ser las verdaderas.

"Avalon Le Fae... déjame mostrarte la diferencia entre nosotras..."

La rubia abrió sus ojos en shock; Morgan finalmente optó por girarse, permitiéndole ver en su totalidad como los genitales de su novio abrían las nalgas de la Reina Alta para ir a su culo. El sudor caía por la espalda de Morgan y sus trasero conforme retomaba su cabalgata, ahora bloqueando por completo la mirada de Ritsuka para que viera únicamente su rostro y sus hermosos pechos.

PLAF PLAF PLAF PLAF~

Conforme el cuerpo de la albina se movía más rápida y fuertemente, optó por acostarse sobre él; presionando sus masivos senos contra su rostro y torso, el hada ahora acariciaba su cabello, solo podía verla a ella mientras Arturia era forzada a ver su falo invadir sus adentros. El grito de agonía tan desesperado y doloroso que dejó salir la mujer con cabello dorado se mezcló con los gemidos de su esposo en una bella melodía, que traía consigo olas de placer para el spirit core de Morgan.

Que situación tan maravillosa.

"¡DETENTE! ¡DETENTE! ¡DETENTE AHORA! ¡RITSUKA! ¡NO TE CORRAS! ¡NO IMPORTA QUE TAN RICO Y APRETADO SEA SU CULO! ¡NO TE CORRAS!"

Suplicó, pero el hablar de esa manera, con el corazón tan hecho pedazos, solo lo puso más cachondo. Estaba haciendo su mejor esfuerzo para subirle la moral. Las lágrimas descendiendo por la cara de Arturia junto a la miel femenina que empapaba sus muslos la hacían sentirse sucia. Morgan dejó salir un suspiro, deteniéndose por un breve momento para admirar la sensación del pene de Fujimaru palpitando dentro suyo.

Sollozos escaparon de la boca de la ojiverde, a sabiendas de lo que estaba por suceder.

Si, justo así.

"Vamos, Master of Chaldea..."

Lenta pero segura, la mano de Morgan se dirigió a su rostro, provocando que Cuarenta y ocho mirase a su rostro inexpresivo conforme le llevaba más y más cerca al orgasmo. Su pulgar e índice agarraron su mentón, todo lo que podía ver eran esos hermosos ojos azules, a la vez que únicamente escuchaba a Arturia llorando mientras se arrastraba por el suelo, desesperada por detener a su predecesora.

Quizás... esta era la razón por la que Mélusine amaba molestarla tanto. Estaba empezando a caer presa de este placer, y no podría volver… pero estaba bien. Ritsuka la había elegido como su esposa fuera de esta fantasía, en el mundo real, a ella y solo a ella.

Así que esto era tanto su derecho como su deber.

"Córrete dentro de mí y abandona este mundo. Traiciona el corazón de la persona que más te ama."

"¡NO!"

Gritó una última vez, antes de que Morgan finalmente retomara su movimiento, ahora con todo su poder. El pene de Ritsuka, de su esposo era enfundado por completo con cada movimiento; Le Fae empleaba su fuerza superior para metérselo por completo cada vez que su cadera bajaba, y sacarlo hasta la punta cada vez que subía.

PLAF PLAF PLAF PLAF~

La voz del master salió fuertemente al sentir su falo siendo estrangulado por el culo de su Reina, Morgan había ido demasiado lejos pero ya era muy tarde como para decir "no". Arturia gritó y rogó porque ambos se detuvieran, agitando sus piernas y brazos tratando de liberarse. El Senpai de Mashu sentía como su energía y mana dejaban su cuerpo cada vez que el culo de Morgan chocaba contra su cadera.

Entraba y salía por completo de ella cada vez subía. Cada movimiento era hecho con la intención de hacerle venirse, sin importar qué. Incluso reuniendo toda su determinación y su amor por Arturia, era incapaz de ganar. No contra Morgan, no contra la Reina. Se sentía demasiado bien, por cruel que fuera.

Follaba mucho mejor de lo que Arturia jamás podría soñar.

"Arturia... ¡Lo-... SIENTO!"

Gritó una última vez antes de que el culo de la Reina descendiera con todo su peso y poder sobre el cuerpo del humano, tragándose su pene por completo. Ritsuka dejó salir un grito al por fin venirse, descargándose en su totalidad en el recto de Morgan mientras Arturia gritaba su nombre, y la ojiazul gemía en placer.

SPLUUUUUUUUUUUUURT~

Estaba corriéndose hasta su vida dentro de ella. Tonelico la Salvadora sintió su mana empoderarla mientras dejaba su cuerpo, ahora siendo suyo y solamente suyo. Fujimaru perdió su erección junto a toda su fuerza nuevamente. Morgan tomó la oportunidad para ponerse de pie, sacándose la entrepierna flácida y pequeña de su cuerpo. Solo por lástima deshizo las ataduras de Arturia, a lo que esta corrió en dirección al trono. Su rostro era un desastre de lágrimas, tristeza, desesperanza y pura desesperación.

"¡Ritsuka! ¡Ritsuka! ¡estoy aquí!"

Bramó, las cálidas y saladas lágrimas descendiendo por su rostro mientras llegaba a su lado con claro apuro, sosteniendo su cabeza con su mano izquierda mientras la derecha iba a su entrepierna, tratando de ponerle duro para que pudiese seguir peleando, obviamente se aseguró de que estuviese vivo para empezar.

Él por otro lado, se sentía extremadamente mareado. Sus párpados estaban pesados, y todo lo que podía ver era ese hermoso rostro mirándole mientras las lágrimas le empapaban el rostro. ¿En qué diablos se había convertido esta ilusión… ? llevó su mano al rostro de su amada novia, lo que por consiguiente, la entristeció más.

"Arturia..."

Su voz era débil. El hada miró a su miembro a la vez que analizaba sus circuitos mágicos, necesitaba desesperadamente una recarga de mana. Morgan le había succionado demasiado, pese a que ella también perdió una gran cantidad del mismo peleando con las mujeres fuera del Castillo, sus reservas habían aumentado en demasía tras su peregrinaje.

"¡No hables! ¡déjame sanarte!"

Contestó, rápidamente dirigiéndose a su pelvis para darle una mamada desesperada. Morgan vio el acto con una mirada desinteresada, reposando su cabeza contra los nudillos de su izquierda. La lengua de Arturia empezó a lamer su pequeño miembro cubierto de piel tratando de despertarle.

Sluuurp~ sluuurp sluuurp~

Fue así como se conocieron, pero se rehusaba a decir adiós. No a la persona que amaba, a la persona que le ayudó a crecer, que viajó con ella, a quien le dio su alma. Podían superar esto, juntos, como siempre. Caster movía su cabeza en un intento por transferirle su magia a la vez que le hacía sentir bien.

En su lugar, sollozó al no conseguir reacción alguna, su pulso se debilitaba más y más. Morgan sabía que no había riesgo alguno de fallecimiento de su media naranja, todo era parte de su ilusión, pero diantres si que disfrutaba esto, quizás demasiado. Conforme la lengua de la rubia se movía, tratando de conseguir alguna reacción por parte de su novio, la otra miró sin mayor interés.

"Es inútil. Lo drené por completo."

Habló la gobernante en dirección a la pequeña hada del paraíso, conforme esta pelaba el prepucio del hombre con su lengua para atacar su punta, pero nada cambió. Arturia dejó ir a su amante, frotando su rostro enrojecido contra si miembro, no podía dejarla, no aquí, no sola. Había perdido a todos los que alguna vez había amado, salvo él.

Sin él no sería capaz de continuar viviendo, y no es como si fuera a vivir mucho tiempo luego de su partida, Morgan más que probable extraería hasta la última gota de mana de ella también, ahí mismo.

"Por favor... Ritsuka... despierta... me prometiste que nos casaríamos... que estaríamos juntos por siempre..."

Su súplica continuó, ahora arrastrándose hacia el rostro de su amigo y amante. Si recibir mana mediante sexo oral no era suficiente, entonces tendría que dárselo a través de sexo. Le montaría y le dejaría correrse dentro de ella tantas veces como quisiera, porque lo amaba, y el hada sabía que él la amaba de igual modo.

Las caderas de la chica descendieron en el blando falo del muchacho, sintiéndole invadir sus entrañas. Su cuerpo se movió un poco tras un gemido escaparle de los labios, pero seguía sin abrir los ojos. La cara de Arturia se acercó a la suya, para besarle mientras comenzaba a cabalgarle de manera suave, dulce y amorosa, su mana empezó a introducirse en su sistema.

"Ritsuka... mi Ritsuka... Siempre estaré ahí para ti... "

Conforme salía su confesión, ella continuó llorando. Su pequeño pero gordo trasero descendía por el miembro del hombre mientras presionaba sus pechos contra su pecho. Memorias de ellos juntos invadieron su mente a la vez que sus dedos hacían su mejor esfuerzo para quitarle el sudor y sanarlo a la vez.

Sus caderas iban y bajaban, pero no había mucho que ella pudiera hacer. Los labios de la chica acariciaban su nariz a la vez que se aferraba a su historia juntos, mientras sus adentros chupaban su carne y la apretaban. Tantos planes y promesas, le hubiera encantado dejar este mundo a su lado, ir a Chaldea y ayudar a luchar contra amenazas a la historia Pan-humana, porque por más que odiara su mundo…

A él lo amaba.

"Me prometiste que me embarazarías... que haríamos el amor todos los días... que el día de la coronación de Cnoc Na Riabh haríamos el amor frente a todas las hadas, los tres juntos... por favor... Ritsuka... despierta... "

Musitó, presionando su frente contra la de él, sus caderas se movieron más fuerte, su cuerpo ahora emitía una pequeña aura dorada. Las lágrimas de la mujer continuaban cayendo en el rostro de su amor verdadero, sus manos ahora le apegaban a ella. Arturia cerró sus ojos a la vez que presionaba sus labios contra los de él, sellándolos en un beso amoroso.

Morgan sonrió llevando su mano al cuerpo de Arturia, buscando sacar el miembro de su master de sus pliegues. No obstante, para su sorpresa, antes de que pudiese agarrarlo, otra mano la detuvo. La Alta Reina abrió sus párpados, claramente en shock ante el firme agarre que sometía su muñeca.

El mago de ojos azules se puso de pie, sosteniendo el cuerpo de Arturia con un brazo y la muñeca de Morgan con el otro. Lo había logrado, había logrado darle suficiente de su mana para despertarlo. Fujimaru miró a su compañera con una sonrisa, el hada del paraíso finalmente dejó de llorar, ahora su expresión de desesperación fue reemplazada con una de esperanza.

"Gracias, Arturia... por brindarme tu poder... "

Habló, y el Hada apretó su cuello con un amoroso brazo mientras retiraba su pene de su interior. Un "¡Siempre!" salió de sus labios antes de besarle la mejilla. Le Fae intentó contraatacar, pero no podía. No cuando Ritsuka la inmovilizó contra el cojín de su trono, sus piernas fueron separadas por la niña de Tintagel, dejando expuesta su fría y empapada feminidad.

Ahora que había regresado al campo de batalla, necesitaba acabar a Morgan de la mejor manera que sabía hacerlo. Con un Mating Press. Le Fae no intentó resistirse ante este repentino cambio de eventos, este era su Esposo después de todo. Además esto se trataba de su propio ego, no había forma de que huyera de algo tan inofensivo como el sexo.

"Humano... ¿Realmente crees que puedes quitarme mi mana... ?"

Preguntó fríamente, a la vez que su enemiga tenía una cara feliz. Desde atrás, Arturia lamía sus dos testículos mientras le masturbaba, preparando su pene para entrar en la vagina virgen de la Alta Reina y comenzar la batalla final. Este era su destino, y debía de apoyarlo, trabajar en dirección a su final feliz. La tiranía de Morgan terminaba hoy, aquí mismo.

Miró directamente a sus ojos, su cálida mirada similar al cielo contra la fría mirada de ella, similar a una tundra.

"No lo creo. ¡que podemos!"

Su contraataque comenzó justo al terminar. Morgan dejó salir un pequeño gemido, conteniendo sus deseos a la vez que Ritsuka tomaba su virginidad, entrando en su coño. Su cuerpo ya no tenía himen, eso era cierto. Pero simular uno que pudiese reclamar como suyo en esta pequeña ficción era un trabajo simple.

La voz de Fujimaru salió de su garganta, al sentir como Arturia dejaba caer su cuerpo sobre su espalda; su mano derecha acarició sus músculos, presionando sus pequeños senos contra él, estaba atrapado en un sándwich corporal con las dos hadas del paraíso. La campesina de ojos verdes mordió el cuello de su amante, su izquierda acarició sus testículos buscando estimular la producción de semen.

El rostro de la Reina alta estaba en frente de Ritsuka, a milímetros de besarse. El pelinegro dejó salir un largo y cansado suspiro. La vagina de Morgan realmente estaba cansándole, incluso estando Arturia para apoyarlo, darle amor y poder para que continuara despierto, pero la hada del Clan de la lluvia estaba en una posición similar.

Su mana dejaba su cuerpo a cada segundo conforme él mantenía su masculinidad dentro de su entrepierna, su glande topaba la entrada a su vientre. Iba de ella a él, dándole poder a Arturia que volvía a devolvérselo. Que tontería, que ridiculez… que esa larga y gruesa verga humana suya hubiese tomado su virginidad ahí, en el cuarto de su trono...

Tal como hizo con Mélusine, Barghest y Baobhan Sith hacía una hora...

Caster pareció notar la carencia de acción y motivación en su Master. Felizmente le ayudaría, claro está. La chica separó sus dientes un poquito, antes de morder su oreja. Eso le hizo reaccionar, llevando sus caderas hacia arriba, sacando su falo de las apretadas entrañas de la Reina mientras gemía, para luego Arturia mover sus caderas, empujando a Ritsuka devuelta denntro suyo.

J-joder…

No era la primera vez que tenía sexo con Morgan, pero por algún motivo, estando entre ella y Arturia ahora mismo, sintiendo la fría y sudada piel con olor a duraznitos bajo su cuerpo, junto al gentil y suave cuerpo de la niña de la profecía mimándole la espalda… ¿cómo podía no sentir que su mente estaba al borde del colapso?

Quería esto, quería derrotar y acostarse con esa mujer hasta el hartazgo.

PLAF... PLAF... PLAF~

El que tomara la iniciativa motivó a Arturia, que acarició el pecho de su amado a la vez que su lengua hacía lo mismo con la parte trasera de su oreja. Las caderas del chico golpearon las gordas nalgas de la reina, cuyas piernas no solo rodearon su cuerpo, sino también el de su predecesora. Ninguno de ellos tendría escape alguno.

El miembro de su esposo iba y venía con un movimiento lento pero muy fuerte, empalando sus estrechos, fríos y apretados adentros. Pese a estar en esta tormenta de nieve que era Morgan Le Fae, siempre que Arturia estuviera a su lado, sabía que podría continuar cuanto necesitara. Arturia frotó su nariz y rostro contra el cuello del hombre, dichosa ante el sentimiento de alimentarse de su mana.

"Eso es Ritsuka... continúag... "

Musitó, y el Master abrió su boca. Morgan hizo lo mismo, expectante ante un beso, pero en su lugar, fue a sus pechos. La lengua de este acariciaba su teta derecha mientras la izquierda era apretada, no solo estaba tomando su mana con cada movimiento que hacía, ahora también usaba su leche para restaurar sus energías junto al mana de Arturia.

Que tierno... quizás podría usarlo para llevar el acto del "Villano" más lejos.

"¿Rechazas mi oferta de ser mi esposo tras haber perpetrado acciones similares con mi hija, en frente de mi… y ahora te atreves a tomar la leche que solo sus labios han probado alguna vez?"

Su voz parecía tener un tono molesto, desde atrás la contraparte de Arturia Pendragon sonrió, mientras su mano subía para acariciar la cabeza de su amor. Sus caderas estaban revitalizadas con energía conforme el delicioso néctar caía por su garganta en dirección a su estómago. Esta era la leche de Morgan, la leche de la Reina alta, la leche de Tonelico, que solo había sido probada por Baobhan Sith... y ahora estaba robándosela.

PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF~

"A-Ahhhh~"

¿Cómo podía no penetrarla más fuerte tras escuchar aquella frase? No debería de estar bebiendo esto, no debería de estar profanando el trono de Faerie Camelot de esta manera, pero lo hacía. Estaba follándose el blando, suave, sudoroso y muy, muy gordo culo de la Reina Alta, llegando tan profundo como podía mientras Arturia lamía su nuca, dándole palabras de apoyo.

La voz de Berserker salió más constantemente mientras sentía como la magia abandonaba su cuerpo, las caderas de Ritsuka se movieron con más rapidez, un aura blanca le rodeó a la vez que sus hechizos de comando empezaron a brillar, lo mismo sucedía con Arturia, quien era cubierta por un aura dorada, y Morgan con una azul.

Los tres colores se mezclaron mientras los testículos del hombre golpeaban el trasero del Hada del paraíso, no dejaría ir su deliciosa leche ni su sabrosa carne. Iba a conquistar este Lostbelt, viviría feliz por siempre con Arturia y los demás, ¡salvaría la tierra!~ Ritsuka no pudo contener más su voz, incapaz de seguir bebiendo pues sus pulmones estaban desesperados por aire.

Su pecho ascendía y descendía conforme seguía embistiéndola, Caster gimió estrellando sus labios constantemente contra su cabeza, necesitaba calmarse y seguir quitándole poder a su predecesora, todo mientras aguantaba sus deseos por correrse. No importando cuanto bien se sintiera ni que tan apretada estuviera, no podía correrse, aún no, aún no.

"Ritsuka... hazlo más fuerte... más..."

Dijo por lo bajo, así que lo hizo. El "plaf plaf" que hacía eco en el cuarto aumentó su intensidad, Morgan nuevamente suspiró: un tinte carmesí se hizo presente en su rostro, el hada cerró sus ojos para enfocarse únicamente en el sentimiento de Ritsuka estando dentro suyo, saliendo, entrando, frotando su masivo tamaño contra sus paredes vaginales, había estado guardando su virginidad por seis mil años para este preciso momento. Por supuesto que iba a disfrutar cada segundo de su derrota.

PLAF PLAF PLAF PLAF PLAF~

"Hmnght... Master de Chaldea... "

La lengua del moreno salió mientras sus caderas bajaron tan fuertemente como les fue posible en la reina. Arturia aprovechó la oportunidad para darle más fuerza y energías con un beso. Lágrimas descendían por su rostro nuevamente, pero eran de alegría. Lo había logrado, había llegado justo a tiempo para salvarlo y mantenerlo consigo. Ahora solo debían de mantener este ritmo y la victoria estaría asegurada, junto al futuro de las hadas.

Sluuurp sluuurp sluurp~

Bajo la atenta mirada de Morgan, la niña de la profecía besó a su esposo con un amor y pasión que la hicieron sentir celos de esta realidad ficticia, pero eran tanto acciones como un resultado predecibles. Había creado las copias de esta ficción tan similares a las originales como les fue posible, no había manera alguna de que esta versión de Arturia pasar por alto la oportunidad de besar a su marido.

La chica abrió sus párpados ligeramente, mirando a su antecesora mientras le mostraba como la lengua de Ritsuka se metía en su boca, una muestra de rebeldía, una demostración del lazo que compartía con el hombre que ahora mismo la estaba cogiendo.

Su pene llegó más y más profundo esta vez, las dos manos de la rubia apretaron su cabeza. Fujimaru se motivó conforme su miembro ahora palpitaba; de adentro hacia afuera, entrar y salir, dioses, quería correrse. No podía aguantar más, tenía que, tenía que correrse, lo deseaba tanto. Morgan pareció enojarse lo suficiente como para apretar su falo con tanta fuerza que se lo arrancaría.

PLAFPLAFPLAFPLAFPLAFPLAF~

"Mnght... ¡Malditos... Master de Chaldea... Niña de la profecía! ustedes... ¡no pueden quitarme mi trono!"

Gritó, sintiendo placer ante la pasión y amor que su marido le daba. Arturia finalmente rompió el beso, haciéndole abrir sus ojos para encararla. Se inclinó por completo contra la espalda del hombre, ahora ambos Chaldeanos tenían una vista perfecta del rostro lleno de placer de la bruja, conforme seguía follándosela con tanta intensidad que parecía estar intentando embarazarla.

"¡Arturia... ! ¡Ya... no resisto!"

Gritó cerrando los ojos, penetrando a Morgan con mayor fuerza. Sus manos se hundieron en las tetas de la albina, apretándolas tan fuerte como pudo para sentir su carne. Arturia frotó su mejilla contra la cara de su novio, jadeando junto a él, las auras saliendo de sus cuerpos habían superado la de Morgan en demasía, cada centímetro de su carne entraba y salía de esta.

Esta vez, era Morgan quien quería negarle este placer.

"¡No te atrevas! ¡Ninguno de ustedes es digno de reinar mi país! ¡SACA TU PENE DE MI DE INMEDIATO!"

Demandó, pero su voz se quebró en gemidos muy rápidamente. Arturia ganó una pequeña sonrisa mientras sus brazos rodeaban el cuello de Ritsuka, quien de igual manera cerró sus ojos. La adrenalina, la pasión, el deseo por dominarla, por pelear a favor de lo que era correcto. Si, claro que la desobedecerían, lo habían lagroado: habían ganado. Vivirían felices, juntos, por siempre y para siempre.

"¡Hazlo Ritsuka! ¡Córrete! ¡Córrete dentro de ella tan fuerte como puedas! ¡Y llega tan profundo como te sea posible!"

Contrarrestó la rubia, mientras la mujer de cabello blanco ahora gritaba abiertamente, sintiendo el poder por el que había trabajado tan duro en construir, su reino, su hogar, su todo, siendo arrebatado de ella mientras más ese largo y grueso pene palpitaba. Su semen, esa asqueroso, apestosa y sucia jalea iba a invadir su preciado vientre real, y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

Ritsuka, no obstante, hizo lo inesperado. Si, gritó, pero no fue el nombre de su novia ni la besó como ella esperaba.

"¡M-Me vengo! ¡MORGAN!"

Su voz salió a todo pulmón, con una fuerza tal que parecía estar proviniendo de su misma alma. Ritsuka estrelló su boca contra los de su amada esposa, dándole el golpe final. Sacando su pene por completo de la vagina de la mujer para luego volver a meterlo en su totalidad con solo una embestida, perforando su vientre para llegar a un lugar al que no debía.

Solo entonces, cuando su lengua encontró la de ella y su pene descansó dentro de su cuarto para bebés se dio el gusto de correrse con todo su corazón.

SPLUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURT~

Todo el tiempo, mientras sentía sus energías dejar su cuerpo y sus energías vaciarse, continuó besando y lamiendo aquella deliciosa lengua helada. La lengua de Morgan, la lengua de la Reina Alta, la lengua de Tonelico… la lengua de su esposa. Se sentía conectado a ella, mientras sus piernas apretaban su cadera con una fuerza tal que llegó a sentir algo de dolor.

Los brazos de Morgan rodearon su cuerpo, sus manos reposaron en sus hombros él la abrazó de igual modo. Cada segundo que pasaba, otra descarga de semen venía, más espesa, pegajosa y sucia que la anterior. Pero Morgan aceptaba feliz su amor dentro de ella, permitiendo a su lengua violar su garganta a placer.

Cuando Ritsuka abrió sus ojos una vez más, se sentía al borde de caer en la oscuridad. Había regresado a su cuarto en el Enma-tei, con Morgan debajo suyo. No podía sentir sus piernas, mucho menos su miembro durmiente, que sacó de ella sin esfuerzo. La Reina dejó salir un largo y pesado suspiro tras separar sus bocas.

Pese a haber sido su primera sesión de "roleplay", había sido bastante intensa e interesante para ambos. El marido miró a su esposa, quien le sonrió, percatándose de como sus cejas se curvaron en una expresión preocupada. No obstante, sus labios cayeron en su frente rápidamente para callarle la boca, impidiéndole decir nada.

"Ni siquiera pienses en decir "Lo siento", Esposo mío. Has excedido mis expectativas como siempre lo haces. Mi Bretaña está más unida que antes, gracias a ti. Pude verlo, pude sentirlo y estoy agradecida contigo por haberme permitido presenciarlo. Lo que es más… una vez más demostraste… que eres digno de estar a mi lado..."

El pequeño discurso que soltó le dejó estupefacto. Ritsuka sintió una pequeña lágrima caerle por el ojo, que su otra mitad limpió rápidamente con una lamida. Sentir su cuerpo desfallecer de cansancio provocó que el Master cuarenta y ocho apretaran a su esposa e hija al mismo tiempo, tratando de sostenerlas mientras dormía, como si les suplicara que nunca le abandonaran.

Pero fue como si Lancer y Saber también le escucharan, porque las dos frotaron sus rostros dormidos contra sus hombros.

"Duerme bien, Esposo mío... mañana será otro día, y deseo escuchar más de tus viajes e historias."

Habló la de ojos azules, haciendo que asintiera con una gentil sonrisa. Lo último que Ritsuka sintió antes de acabar en la tierra de Morfeo fue como Morgan le besaba, feliz al saber que todas estarían con él cuando despertara.

.


.

-[Epilogo: Adelante, hacia el eterno mañana]-

"Oi, Montón de mierda. Mueve tu mano más rápido."

Una pequeña risa nerviosa escapó de los labios de Ritsuka tras asentir ante la petición de su hija. Tras cinco días de jugar juegos de mesa, contar y escuchar historias, explorar los alrededores y tener sexo pasional con sus cuatro amadas compañeras, caminaban hacia el puente tras haberle dicho adiós a Beni-Enma, Toshi y todos los otros pichones del Enma-Tei.

El pequeño grupo salió del mismo modo en el que entró.

Con los pechos de Barghest sobre su cabeza, el culo de Mélusine frotándose contra su pelvis, y tanto Baobhan como Morgan demandándole que acariciara sus traseros con sus pieles empapando sus dedos en su esencia con olor a frutas. La Reina de las hadas reposó su cabeza contra el hombro de su esposo, había sido efectivamente una luna de miel maravillosa, una que Morgan jamás olvidaría.

La rosada, no obstante, bufó, claramente furiosa ante el hecho de que su estúpido Master de mierda la había derrotado cada vez que jugaron esa cosa llamada "Tenis de mesa". Cada una de las hadas hizo equipo y combinaciones diferentes contra Ritsuka, al menos dos contra uno, o dos contra dos. Pero había sido una completa pérdida de tiempo.

No consiguieron derrotarlo.

"En serio… ¡¿Cómo carajos lograste vencernos a todas?!"

Reclamó, mirando abajo para ver su rostro a la vez que aparecía una vena en su frente. El único humano del grupo sintió una gota de sudor descender por su nuca, la primera vez que Morgan intentó aprender a jugar, terminó golpeando la pelotita tan fuerte que atravesó la pared de su cuarto. Esa noche Beni casi les cortó las lenguas a los cuatro, desde entonces, decidió que solo jugarían afuera.

Cuando Barghest la golpeó, se convirtió en polvo.

Tomó su tiempo... pero eventualmente aprendieron cuanta fuerza debían de usar.

"¿Supongo que… solo fue pura habilidad?"

Su respuesta solo hizo que la sangre de Archer ardiera tanto como la lava, mientras su esposa dejaba salir su clásico "Sasuga wa ga Otto", Ritsuka era un hombre de muchos talentos... por eso, no mentía del todo. Fue gracias a su hermana mayor que estuvo enseñándole y practicando con él. Rurika pasaba tiempo a su lado durante las tardes cuando sus padres trabajaban, lo que le permitió desarrollar muchas habilidades y hobbies a los que recién ahora, tras Morgan adueñarse de su harem, estaba retornando.

Uno de ellos era pintar. Leonardo le dijo que todavía tenía mucho que aprender, pero im he still had a lot to learn, but he tenía potencial.

"¡OH, NO ME VENGAS CON ESA MIERDA DE "SOLO FUE PURA HABILIDAD"! ¡Y agárrame más fuerte el culo! ¡¿Qué?! ¡¿Acaso eres un eunuco?!"

Sus gritos y quejas sobre que el Master no le mostraba afecto suficiente solo hicieron a Le Fae apretar su cuerpo contra el suyo más fuertemente. Baobhan todavía requería mucho entrenamiento para soportar la lujuria de su nuevo Padre, y Mélusine todavía tenía que aprender a aceptar su matrimonio con Fujimaru. Pero estaba bien, Barghest no podía ser más feliz, Mélusine no podía ser más feliz, Baobhan no podía ser más feliz...

Y Ritsuka junto a Morgan tampoco.

.


.

"¡Ya volví- MOOOS?!"

En el momento en el que reaparecieron en Novum Chaldea casi sufrió un paro cardíaco; una lanza morada había pasado rosándole la cabeza, llevándose consigo algo de su hermoso cabello negro. Fujimaru se giró mirando a la pared, había fallado su objetivo y el cuerpo de Barghest por solo unos cuantos milímetros. Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando se dio cuenta.

Sabía quién era.

"¡Master! ¡¿estás bien?!"

Conforme la Perro negro de Manchester se agachaba tratando de asegurarse de que estaba bien, las lentas pisadas provenientes del pasillo hicieron a Mélusine, Baobhan y Morgan mirar en dirección de donde venía el sonido. Vistiendo su armadura negra como acostumbraba, su capa se agitaba producto del aura de poder y hostilidad que emanaba de su cuerpo. Los dedos de Morgan apretaron Rhongomyniad: su mirada fría y congelada se posó sobre el cuerpo de la Bruja Dragón, cubierto de fuego.

Cara a cara, la Bruja del Invierno, y la Bruja dragón.

"Tonto... tú... puto pedazo de mierda..."

Su voz era venenosa, cargada a tope con ira. La cara de Avenger miró hacia abajo, presenciando como Barghest acariciaba y atendía a su novio tras haber fallado su ataque. Su Spirit Origin estaba lleno de ira y venganza pese a su mente rugir como la de una Berserker. Su bello rostro era un completo desastre, como era de esperarse.

Había estado llorando por siete días consecutivos, sin parar.

"Te lo advertí... ¿cierto... ?... "

No esperó que le contestara. Mientras que Baobhan sacaba su harpa, Mélusine se colocaba su armadura y su máscara, Barghest se concentró únicamente en mantener protegido a Ritsuka. Morgan apuntó su bastón-Rhongomyniad en dirección a la Avenger de Shinjuku, quien sentía como todo el resentimiento y el odio tomaban control de su cabeza.

Le había extrañado mucho esta última semana… No tendría piedad.

"¡QUE TE MATARÍA CUANDO REGRESARAS!"

Las cosas en Novum Chaldea regresaron a la normalidad ese día tras que Jeanne Alter se calmara, y educadamente le pidiera a Morgan el prestarle a Ritsuka para que tuvieran una cita en Luluhawa a la mañana siguiente.

El Fin.