Cinco Furiosos: - Buenos días, maestro. -
Shifu: - Panda. ¡Panda! - Abrió su puerta con fuerza sólo para encontrarse una habitación vacía. - Se rindió. - Dijo tras dejar escapar una risa macabra.
Los Cinco Furiosos siguieron a Shifu al salón de entrenamiento, algo... aliviados por la repentina desaparición de Po.
Víbora: - ¿Qué hacemos ahora maestro? ¿Deberíamos buscarlo? -
Shifu: - No es necesario. -
Grulla: - Si el panda se fue, ¿quién será el Guerrero Dragón? -
Shifu: - Sólo nos queda entrenar, y esperar que con el tiempo el verdadero Guerrero Dragón sea revelado. -
Tras decir eso, Shifu abrió las puertas sólo para ver a Po intentando hacer un split cobre las barras paralelas de bambú. Po se había retirado los vendajes de su cuerpo, y parecía que su hombro no había sufrido una dislocación.
Shifu: - ¿Qué estás haciendo aquí? - Dijo sorprendido, y molesto.
Po: - Oh. Buenos días maestro. Solo quise calentar un poco. - Se estiró y pudo bajar de las barras sin problema.
Shifu: - ¿De verdad creíste que aprenderías a hacer un split en una noche? - Toma dos losas de arcilla y las lanza al aire mientras Tigresa daba un paso al frente. - Se necesitan años para desarrollar la flexibilidad. - Tigresa saltó. - y muchos más para aplicarla en combate.
Cuando Shifu dejó de hablar, Tigresa pateó las losas de arcilla en el aire haciendo un perfecto split. Las losas se hicieron pedazos y cayeron justo después que Tigresa aterrizara. Po miró hacia arriba y agarró una pieza de losa que iva a caer sobre su cabeza.
Po: - Impresionante. - Dijo mientras miraba el fragmento de arcilla.
Shifu: - ¡Baje esa cosa! - Gritó con rabia. - Los únicos recuerdos que guardamos son: puños sangrantes y huesos rotos. -
Po dejó escapar una leve sonrisa. Miró el fragmento de arcilla y lo trituró con la palma de su mano.
Po: - Muy bien. ¿Empezamos? -
Shifu: - Hora de entrenar. -
Los Cinco Furiosos tomaron turnos para enfrentar a Po. La primera fue Víbora, la cual aún sentía un poco de lástima por él.
Víbora: - ¿Estás listo? -
Po: - Siempre lo... -
Po no pudo terminar su frase y Víbora se abalanzó sobre sus pies. La reacción de Po fue muy lenta y no pudo evitar salir volando por el aire. Víbora intentó golpearlo mientras daba vuelta, pero Po usó sus manos para bloquear el golpe mientras caía al suelo. Víbora retrocedió un poco y Po pudo ponerse de pie. Respiró profundamente y traqueó las articulaciones de sus dedos.
Po: - Eso no lo vi venir. Muy bien. Intentémoslo una vez más. -
Po intentó golpear a Víbora, pero terminó golpeando el suelo. Víbora se enrolló en su brazo derecho y le aplicó una llave que lo hizo caer al suelo. Po usó su mano izquierda para darse vuelta e intentar escapar de su agarre, y sin darse cuenta, aplastó a Víbora con su enorme peso. Víbora tuvo que soltarlo, lo cual le dió algo de tiempo para recuperarse. Po sintió algo traquear al darse vuelta, y estaba preocupado por la maestro Víbora, que parecía moverse con dificultad.
Po: - ¿Se encuentra bien, maes? -
Antes que Po pudiese terminar la frase, Víbora hizo un resorte con su cuerpo y se abalanzó sobre el estómago de Po, haciéndolo retroceder varios metros. El panda cayó sobre sus rodillas. Víbora lo había golpeado justo en el epigastrio y le costaba respirar.
Víbora: - El combate no se acaba hasta que el oponente se rinde. - Po la miro con una sonrisa en su rostro.
Po: - Gra... cias. Maes... tra. - Dijo tartamudeando y con falta de aire.
Aún arrodillado, Po saludó a la maestra en señal que se había rendido y que no podía continuar el combate. Lo cual le dió la victoria a la maestra Víbora. El segundo encuentro se produjo contra el maestro Mono cuando Po pudo recobrar el aliento.
En esta ocasión usarían bastones de bambú como armas. Los movimientos de maestro Mono eran demasiado rápidos para que Po pudiera predecirlos, así que intentaba a duras penas cubrirse. En una ocasión, Mono golpeó las manos de Po haciendo que soltara el bastón. Después intentó golpear su cara sin hacerle mucho daño, pero Po le dió un mordisco al bastón de bambú de Mono en su lugar. Mono retrocedió mientras miraba el trozo que le faltaba a su bastón para luego ver a Po con cara de poker.
Po: - ¿Qué? Soy un panda, que te puedo decir. -
Aún así la lucha continuó hasta que Po recibiera un golpe directo en la cabeza que lo tumbó al suelo. La tercera ronda fue contra el Maestro Grulla sobre el inmenso bol de piedra que había dentro de la sala de entrenamiento. Antes de poder empezar, el bol cedió ante el peso de Po, y este cayó dentro, pero se las arregló para poder salir.
Po: - Supongo que perdí de igual manera. -
Ya llegada la tarde, se produjo el cuarto enfrentamiento contra el Maestro Mantis. Era tan rápido que Po no podía ni tan siquiera verlo. Recibía sus golpes uno tras otro, aunque lograba mantenerse de pie mientras cubría su rostro. Sin embargo, su abdomen estaba sufriendo mucho daño, y fue cuestión de tiempo para que se rindiera.
Al ver que Po no se había rendido, Shifu entró en cólera y decidió participar él personalmente. Aunque Po yacía fatigado en el suelo.
Shifu: - He procurado que te sea sencillo panda, pero se acabó. Tu siguiente oponente, seré yo. -
Po tomó una bocanada de aire y se las arregló para ponerse de pie. Se estiró y traqueó los huesos de su cuello y espalda, y finalmente se puso en posición para enfrentar a Shifu. Aunque el resto de los maestros miraban preocupados.
Shifu: - Un paso al frente. -
Po se mostró duda, y por lo contrario, dió un paso hacia atrás. Shifu dejó salir una sonrisa y cargó de frente contra Po. Su técnica era imparable, y golpeó en repetidas ocasiones el ya adolorido cuerpo de Po. El panda hizo lo posible por defenderse, e incluso intentó agarrar a Shifu, pero estaba demasiado agotado para seguirle el ritmo. Finalmente, Shifu lo pateó por la rodilla haciéndolo caer, para finalmente lanzarlo fuera del salón de entrenamiento de una patada. Po cayó sobre las escaleras y rebotó un par de veces. Finalmente pudo detenerse agarrándose con fuerza de los escalones de piedra.
No podía mover un músculo. Le dolía todo el cuerpo, y en particular su brazo derecho. Se quedó inmóvil sobre los escalones mientras los maestros observaban desde la parte superior de la escalera del palacio.
Tigresa: - Si usa el cerebro, ya no volverá a subir. -
Mono: - Pero lo hará. -
Víbora: - No creo que se rinda tan fácilmente. -
Mantis: - Ni le quedará un hueso en pie. - Mantis iba a burlarse, pero la maestra Víbora lo detuvo.
