Tras una larga caminata, Po y el maestro Shifu finalmente regresaron al Palacio de Jade. Ambos estaban entusiasmados por los resultados del entrenamiento de Po, aunque también estaban algo preocupados por los Cinco Furiosos.

Po: - ¿Cree que ya han vuelto? -

Shifu: - No lo sé, Po. -

Po: - Espero que estén bien. -

Shifu: - Yo también lo espero. - Dijo mientras miraba hacia el suelo preocupado. - Por otro lado. Lo hiciste bien panda. -

Po: - Gracias, maestro. -

Los dos siguieron caminando hasta casi llegar a las escaleras del salón de entrenamiento, pero el sonido de un aleteo a sus espaldas llamó su atención. Al darse vuelta, vieron al maestro Grulla volando con mucha dificultad cargando al resto de maestros, los cuales no movían ni un músculo.

Grulla cayó al suelo junto al resto dándose un fuerte golpe; fatigado y parecía tener un ala rota. La condición de los otros no era mucho mejor. Mantis estaba paralizado, no podía mover un músculo. Mono tenía parte de sus costillas cubiertas de sangre y uno de sus brazos parecía estar dislocado. Víbora se desplomó sobre el suelo como si fuese una alfombra, aunque tenía partes de su cuerpo muy rígidas. Finalmente Tigresa estaba en una especie de coma, tenía sangre saliendo de su boca y hocico, y marcas de zarpazos de garras en varias partes de su cuerpo.

Po: - Chicos. ¡Chicos! ¡Están muertos! No. Respiran. ¿Qué ocurrió? -

Grulla: - Lo sentimos, Maestro. - Dijo mientras miraba a Shifu, para luego caer inconsciente por la fatiga.

Po: - Maestro Grulla. ¡Grulla! -

Shifu: - Po. No tenemos tiempo. Ayúdame a llevarlos a enfermería. -

Po cargó a la mayoría mientras Shifu cargaba a Mantis en sus manos y los llevaron los más rápido que pudieron a enfermería. Allí, los gansos y cerdos sirvientes del palacio los recibieron y comenzaron a atenderlos de inmediato. Po y Shifu esperaron pacientemente hasta que uno de los sirvientes se acercó y les confirmó que la vida de ninguno corría peligro, pero no podrían combatir en un buen tiempo.

Shifu abandonó preocupado el local y se sentó en una de las escaleras del palacio, y Po lo siguió.

Po: - Pudo haberlos matado. ¿Por qué no lo hizo? -

Shifu: - Para asustarnos. Quiere llenarnos de miedo. Pero no va a conseguirlo. -

Po: - Bueno... Debo admitir que estoy bastante asustado ahora mismo. -

Shifu: - Puedes vencerlo, panda. -

Po: - ¿Es una broma? Ellos no pudieron y son cinco maestros. Yo soy solo un yo. -

Shifu: - Pero tú tendrás lo único que nadie más tiene. Ven. Acompáñame. -

Po siguió a Shifu hacia el Salón de los Guerreros y ambos se detuvieron delante del estanque que quedaba justo debajo del Rollo del Dragón.

Po: - ¿Y cree que estoy listo? -

Shifu: - Lo estás. Po. - Miró con orgullo a su alumno, pero Po se veía preocupado.

Shifu tomó el bastón de Oogway que descansaba sobre una de los altares del salón y se acercó al estanque. Respiró profundamente y despejó su mente. Comenzó a blandir el bastón para crear pequeñas corrientes de aire que hicieran mover a las hojas de durazno que reposaban sobre el estanque. Con una serie de movimientos perfectamente sincronizados, las hojas de durazno se alzaron suavemente y una se posó sobre uno de los extremos del rollo del Dragón. Haciendo que este perdiera su balance y cayera sobre el estanque. En el último momento, Shifu agarra el rollo con el bastón, no sin antes tocar levemente el agua y crear una pequeña onda sobre esta. Un sonido seco se propagó y resonó en el silencio del lugar. Shifu se dió vuelta, y le ofreció el rollo a Po.

Sifu: - He aquí el Rollo del Dragón... Es tuyo. - Po lo miraba con entusiasmo y preocupación.

Po: - ¿Qué pasará cuando lo lea? -

Shifu: - Nadie sabe. La leyenda dice que oirás el aleteo de las mariposas. Verás la luz en la cueva más oscura. Y sentirás el universo moverse a tu alrededor. -

Po: - Eso es algo... exagerado. ¿No lo cree? - Shifu rió un poco.

Shifu: - Puede ser. Ahora, léelo, Po. Cumple con tu destino. Léelo. Y conviértete en el Guerrero Dragón. -

Po tomó el rollo mientras las manos le temblaban un poco. Jamás pensó sostener tal reliquia en sus propias manos, mucho menos en ser digno de poder usarla. Removió uno de los extremos del cilindro que contenía el rollo y lo tomó en sus manos. Lo abrió lentamente, con miedo a lo que podía encontrar dentro, pero no estaba preparado para lo que iba a ver.

Shifu: - ¿Qué sucede, Po? - Preguntó al ver la cara de desaprobación de Po.

Po: - Está en blanco. -

Shifu: - ¿Qué? -

Po: - Si. Mire. - Le intentó mostrar el rollo a Shifu, pero este retrocedió.

Shifu: - No. Tengo prohibido ver mirar el... - Se arrepintió de inmediato, tomó el rollo en sus propias manos y lo abría y cerraba una y otra vez con la esperanza que algo apareciera, pero nada ocurría. - En blanco. No lo... No lo entiendo. -

Po suspiró profundamente y se sentó en un escalón mientras se restregaba los ojos con su mano.

Po: - Entonces Todo este tiempo ¿Todo fue una mentira? -

Shifu: - No. Oogway era más sabio que todos juntos. Debe haber una explicación. -

Po: - Por favor. Acéptelo. Me eligió por accidente. Claro que no soy el Guerrero Dragón. ¿A quién engaño? - Po se quedó sentado en el escalón mirando al suelo mientras Shifu perdió su mirada en las tranquilas aguas del estanque. - Y claro que no podré vencer a Tai Lung. Lo destruirá todo y a todos. -

Shifu: - No. Ven conmigo. No tenemos tiempo que perder. -

Po siguió a Shifu hasta la enfermería donde estaba la mayoría de sirvientes del palacio. Allí les explicó la situación y les dió instrucciones de evacuar el valle, junto a los Cinco Furiosos los cuales aún no se despertaban.

Po: - ¿Y usted qué va a hacer, Maestro? -

Shifu: - Pelearé con él. -

Po: - ¿Qué? -

Shifu: - Lo distraeré lo suficiente para que puedan escapar. -

Po: - Pero maestro Shifu. Lo asesinará. -

Shifu: - Por fin habré pagado mi equivocación. - Po lo miraba con tristeza. - Escúchame, Po. Es hora que continúes tu viaje sin mi. Perdóname por dejar en ti la carga de continuar con el legado del Kung Fu. Estoy orgulloso. De ser tu maestro. -

Shifu saludó a Po y este correspondió, sólo para dirigirse al salón principal mientras Po veía como se alejaba. Po estaba destruido, pero no tenía tiempo que perder. Ayudó a los sirvientes del palacio a cargar con algunos de los maestros hasta el pueblo, donde todos los habitantes hacían un caos recogiendo sus cosas para la evacuación.

Po se acercó cabizbajo hasta el restaurante de su padre, donde el Sr. Ping ya tenía una carreta con todo recogido listo para partir.

Po: - Hola, Pa. - El Sr. Ping se dió la vuelta impactado. Y le dió un fuerte abrazo a su hijo.

Mr. Ping: - Que bueno que volviste, hijo. - Ambos se miraron con tristeza.

El Sr. Ping se dió la vuelta e intentó mover su carreta, pero no pudo, así que Po tuvo que relevarlo. El Sr. Ping sabía que Po estaba destruido, así que decidió hablarle de algo diferente para intentar levantar su humor.

Sr. Ping: - Para el siguiente restaurante hay que aceptarlo. El futuro de los fideos son los vegetales en cuadritos. Ya no en rodajas. Y también se me ocurrió, que tal vez ahora tendremos una cocina en la que en verdad quepas de pie. ¿Te gusta? - Po suspiró.

Po: - Suena bien... Pa. - Dijo con voz de ultratumba mientras miraba hacia el piso, pero el Sr. Ping no sabía qué hacer para levantarle el ánimo.

Sr. Ping: - Po. Lamento que las cosas no hayan funcionado No estaba escrito simplemente. - Suspiró. - Po, olvida todo lo demás. Nuestro destino aún nos espera. -

Po: - ¿Qué destino, Pa? Perdí todo lo que siempre había añorado. - Mr. Ping sabía que no había nada que él pudiera hacer, así que intentó otra cosa.

Sr. Ping: - Po. Creo que es el momento de decirte algo que debí decirte hace mucho tiempo. - Po lo miró con ojos deprimidos. - El ingrediente secreto de mi sopa de ingrediente secreto. - Po se le escapó una risa.

Po: - ¿Ahora? -

Sr. Ping: - Si, Po. Ahora. - Miro a ambos lados para verificar que no hubiese nadie cerca. - El ingrediente secreto es... nada. -

Po: - ¿En serio? -

Sr. Ping: - En serio. Nada. No hay ingrediente secreto. -

Po: - Todos estos años. ¿No le echas nada especial? -

Sr. Ping: - No hace falta. Para que algo sea especial debes creer que es especial. -

Po se quedó pensativo por un momento. Tomó el Rollo del Dragón y miró una vez más dentro de él. Gracias a las palabras de su padre había comprendido lo que el rollo quería mostrarle. Así que se dió vuelta y miró al palacio, sabiendo lo que iba a hacer.