Qué tal! Aún sigo aquí. Perdón por la tardanza, pero estoy de vuelta. Espero disfruten de este capítulo. Pronto estaré subiendo el siguiente.

Saludos a todos los lectores que le han dado una oportunidad a esta historia. Abrazos y disfruten la lectura.


CAPÍTULO XIX

Horas antes en Corea…

Encendió su segundo cigarrillo y acomodó sus gafas oscuras con aburrimiento, echó un vistazo a su reloj de pulsera. Llevaba casi tres horas afuera de la Residencia Yoon. Se acomodó la chamarra de cuero mientras aspiraba el humo de la nicotina, aún era muy temprano y el frío le hacía desear un café y una cama caliente. Pero aquí estaba, vigilando los pasos de quien había sido su amiga, quien había hecho de él y de sus amigos, mejores personas. Se preguntaba, si todo estaba perdido, confiaba en que no. Jihoo seguramente ya estaría en el orfanato. Su amigo no esperaba compañía, pero no pensaba dejarlo solo a merced de esos traficantes. Su vuelo estaba reservado para dentro de una hora, así que pronto tendría que dejar lo que estaba haciendo. Durante días, había estado vigilando los pasos de Jandi, específicamente, desde el incidente en el muelle. Temía por la vida de su amigo, así que mantenía vigilancia en el senado y en la Residencia Yoon. Sabía que Jandi se encontraba en la casa, porque su guardia le avisó que la había visto llegar con Jihoo la noche anterior, y hasta el momento, no había señales de que hubiera salido. Le preocupaba el hecho de que tal vez, Jihoo estaba volviendo a sentir enamoramiento por ella, pues según su vigilante, Jandi había salido de la casa Yoon la

Madrugada del día en que él y Yi Young fueron de visita para ver a Doyun. Según su guardia, caminaba de prisa como si estuviera huyendo de algo o alguien. Ese día, Jihoo tenía una herida en la cabeza. No quiso preguntar nada, pero el hecho de que no mencionara el origen de su accidente y que ella no se encontrara en la casa, estando su hijo allí, Fue muy sospechoso. Sentía que había pasado algo grave y él podría estar encubriéndola, sobre todo, cuando fue él Mismo quien la trajo a casa, además de que tuvo la confianza de salir fuera del país y dejarla en su hogar. Jihoo era muy celoso de sus pertenencias, y después de ellos, la única persona de su confianza para estar en la residencia, era Ha Jae Kyung. Jandi fue de su completa confianza muchos años atrás, cuando aún eran estudiantes, pero dejó de serlo después de varios percances que sucedieron entre ellos, y sobre todo, después de la muerte de Junpyo. Por eso era extraño que ahora tuviera esas actitudes con ella.

El Intercomunicador sonó.

-Adelante- contestó sin ánimo.

- El auto de la Señora So se aproxima- Woobin arrugó el entrecejo.

-Enterado- ¿Qué hacía GaEul aquí? Se preguntó. La vió bajar sola sin su mayordomo, ni siquiera un guardia de seguridad. Después de varios minutos salió nuevamente acompañada de Jae Kyung. El auto arrancó, por lo que habló por el Inter comunicador nuevamente.

-Líder Alfa-

-Adelante-

-Sigue el auto de la señora So-

-Enterado- Jae Kyung en casa de Jihoo con Jandi ahí. Era un milagro que hubiera salido ilesa. Sabía el resentimiento que Jandi le tenía a Jae Kyung, y el que GaEul ahora fuera su amiga, era un duro golpe para la viuda de Gu. Estaba a punto de arrancar su auto, cuando vio salir a Jandi de la residencia acompañada solo del chofer. Decidió seguirla. Habían avanzado unos minutos, cuando el auto de Jandi aumentó la velocidad y comenzó a cambiar bruscamente la ruta. ¡Que diablos! Al parecer el Chofer de Jihoo lo había descubierto, era muy astuto. El hubiera podido igualmente acelerar para seguir la misma ruta, pero decidió seguirlos de forma más discreta. Para su sorpresa, otro auto blindado también los seguía en la ruta alterna, se aseguró de no perderlos de vista. El chofer de Jihoo se estacionó en la entrada principal de una plaza comercial, el auto blindado lo hizo un poco más alejado. Decidió quedarse rezagado sin perderlos de vista a ambos. Jandi bajó despreocupada como una mujer común que va de compras. Una vez dentro, vio bajar del auto blindado a varios hombres, pero solo uno de ellos entró a la plaza, era un hombre con rasgos japoneses, muy bien vestido. Traía gafas por lo que se le hizo difícil reconocerlo. Se colocó sus gafas y entró al centro comercial. Ya adentro, pudo ver al hombre japonés detenerse en una joyería, él hizo como que veía unos Rolex, levantó un poco la vista y entonces el hombre se quitó las gafas para observar con detenimiento una esclava. El rostro se le hizo familiar, pero no lograba descifrar bien de quién se trataba. Una vez que el hombre terminó su compra, lo vió salir del establecimiento hacia otro que estaba más adelante. Pensó que se marcharía, pero se detuvo mirando en una dirección. Siguió su mirada y vio a Jandi en una tienda de ropa masculina. El hombre dió grandes zancadas hacia el lugar donde estaba ella, Woobin lo siguió sin que se diera cuenta. Decidió quedarse afuera del local observando a través del cristal, pero lo suficientemente cerca para visualizar lo que sucedería. El hombre se acercó a Jandi por detrás, más sin embargo, ella no se mostró sorprendida, parecía conocerlo. La tomó del brazo y hablaron un poco, en el transcurso, sonrió para su adentros al por fin reconocer, quien era ese tipo. Takeshi Kaneshiro, un conocido mafioso Japonés miembro de los Yakuza. Famoso por tener nexos con la mafia italiana de los Calabressa. Fue socio de Junpyo en Japón. Se encontraron algunas veces en la mansión Gu, aunque él nunca le tuvo confianza a pesar de que era prácticamente la mano derecha de su fallecido amigo. Junpyo rompió la sociedad después de un altercado en el que estaba involucrada Jandi, Junpyo sospechaba de un amorío entre ellos. Posteriormente él lo volvió a encontrar cuando en un operativo de su Padre, atraparon a miembros de los Calabressa y algunos yakuza. Takeshi llegó a hablar con su Padre para una tregua a cambio de soltar a sus hombres. En ese momento, se dió cuenta de que era un hombre con mucho poder y muy peligroso. Temía por la vida de Junpyo. Pero nunca logró encontrar nada que relacionara a este hombre con los atentados que sufrió su amigo antes de morir. Woobin sintió un escalofrío recorrerle la espalda, al ver como la acercaba a él y la besaba apasionadamente. Bajó la cabeza para no mirar la escena, la sangre se le calentó al darse cuenta de que las sospechas de Junpyo eran ciertas, y por lo visto, ese romance nunca terminó. Solo esperaba que sus suposiciones de que Jihoo estuviera enamorándose de ella, fueran equivocadas, porque su amigo no solo sufriría de nuevo la decepción de no ser correspondido, sino que además, su vida estaría todavía más en riesgo. Volvió nuevamente su vista hacia ellos y apretó la mandíbula cuando se despidieron con un beso corto. Así de mal se sentía la traición. Necesitaba saber qué hacer a continuación, Jihoo no podía involucrar sus sentimientos, no debía bajar la guardia, la situación ahora se había tornado sumamente crítica y peligrosa. A pesar de todo, aún le tenía estima a Jandi y tenía la esperanza de que no fuera "La Viuda Negra" , pero el que un Mafioso como Takeshi estuviera frecuentándola, no era buena señal. Salió de la plaza poco después de que Jandi saliera del local. Su ánimo no era el mejor, estaba realmente decepcionado y desconcertado, también algo enojado por haberle dado el beneficio de la duda, por comprobar que la dulce Jandi que conoció, ya no existía. Porque posiblemente Jihoo estaría aún más en peligro con ese tipo rondándolo y podría terminar como Junpyo. Golpeó varias veces el volante y suspiró. Había llamado a Yi Yeong para hablar de lo sucedido, pero estaba retrasado para su vuelo. No sabía si hablarlo por teléfono o mejor esperar a cuando regresara con Jihoo y decirlo con ellos dos presentes. -¡Demonios!- exclamó golpeando una vez más el volante de su vehículo. Su intercomunicador sonó.

- Príncipe Song- respiró hondo para tranquilizarse.

-Adelante Líder Alfa-

-La señora So ya está en su casa, fue al centro comercial con la señorita Jae, pero acaban de llegar a la residencia-

- Perfecto. ¿El Señor So está en casa?- dijo preguntando por Yi Yeong.

-El está aquí- cerró los ojos y apretó el intercomunicador. Decidió mejor hablarlo cuando estuviera Jihoo presente.

- ¿Algún recado?-

- No, dile que… pronto le pediré que nos reunamos y que cuide a su esposa-

- Estoy escuchando Woobin, Soy Yi Yeong- contestó su amigo por el intercomunicador. Woobin sonrió, seguramente le había arrebatado el intercomunicador a su guardia.

- Yi Yeong, no podremos hablar hoy-

-¿A dónde vas? Te escuchabas muy alterado-

- Voy a buscar a YiYo, el muy insensato se fue solo sin avisar-

- Voy contigo. Cómprame un boleto de avión-

-¡No! Yi Yeong. Es importante que te quedes. GaEul te necesita. No la dejes sola- hubo silencio por unos segundos. Woobin volvió a hablar.

-¿Escuchaste YiYoung? ¡No te muevas! Es importante que estés con GaEul-

-Siento que me estás ocultando algo importante. ¿Qué descubriste?-se escuchó la voz de Yi Yeong irritado. Woobin cerró los ojos y se tocó el puente de la nariz.

- Yi Yeong, la situación es más seria de lo que pensamos. Tenemos que doblar refuerzos y estar más alertas. Solo confía en Mi cuando te digo que no dejes sola a GaEul-

-De acuerdo. Pero, apenas regresen, debemos reunirnos en el lugar del árbol- Woobin sabía que se refería a la casa donde se reunieron la última vez para las misiones de Junpyo.

-¡Así lo haremos! Hay muchas cosas que discutir. Te mantendré informado-

De acuerdo! Debo irme. Que tengas un buen viaje. Háblame cuando estés con él-

- ¡Esta bien! ¡Te llamaré!- colgó el teléfono. Miró nuevamente su reloj. -¡me lleva el demonio!- exclamó. Le quedaba menos de media hora para tomar su vuelo. Arrancó su convertible a toda velocidad rumbo al aeropuerto.


Estaba en la sala de reuniones de Shinwa. Miraba a todos los socios e inversionistas que hablaban de sus propuestas para llevar a Shinwa a un nivel más alto, y así recuperar la credibilidad en los clientes, la cual se estaba desmoronando con la Muerte de Gu Junpyo. La noche ya estaba pronunciada, solo quería irse a casa. Miraba una y otra vez su celular, ¿Por qué no le había llamado? El dijo que llamaría.

-¿Qué opina usted Señora Gu?- Jandi escuchó el apellido y reaccionó al instante. Miró a todos con nerviosismo, pues su mente divagaba cuando estaban debatiendo, y no sabía exactamente de qué tema estaban hablando. El secretario Jung se dió cuenta y se acercó a ella.

-¿Quieren saber cómo piensa recuperar a los clientes que se han ido?- le dijo en voz baja. Jandi le agradeció con la mirada. Él sonrió comprensivamente. Endureció su mirada y con la seguridad de ser la líder, les habló fuerte y con determinación.

- Organizaremos un evento para nuestros clientes de forma que vuelvan a tener confianza en nosotros. Invitaremos a los Empresarios más importantes e influyentes. Será un evento exclusivo y de calidad, así ellos no verán un Shinwa en decadencia, sino al contrario, un Shinwa más fuerte y con miras al futuro- Nadie dijo nada, no parecían convencidos o entusiasmados. Un hombre de avanzada edad, habló decidido.

-La propuesta parece buena, sin embargo, todos aquí nos hemos preguntado, si tiene la seguridad de recuperar la gloria de Shinwa. Nos aseguró que su relación con el Senador Yoon aportaría confiabilidad a los clientes. Nos dijo que él sería parte de las inversiones para solidificar la economía de Shinwa, pero, ni siquiera se ha asomado por aquí – Jandi apretó la mandíbula. Esos idiotas estaban dudando de ella. Enojada habló de nuevo.

-El Senador Yoon es mi esposo, él colaborará- Otro hombre soltó una risita y tomó la palabra-

-Discúlpeme Señora, pero usted no ha sido presentada formalmente en el Senado y… aún usa su apellido de viuda de Gu- Jandi apretó los puños, sentía que le hervía la sangre. Estos imbeciles querían ridiculizarla, no iba a permitirlo.

-He dicho, que el Senador Yoon está involucrado, y además, él tiene sus propios asuntos, por lo que me dejó la total libertad de seguir al frente de Shinwa, no necesita estar presente en estas reuniones- se puso de pie dispuesta a dar por terminada la reunión, no quería más comentarios malintencionados y burlones.

-Doy por finalizada esta reunión, les llegará pronto el itinerario del evento. Gracias a todos por su tiempo- cerró la carpeta de informes y salió con pasos agigantados de la sala. Estaba furiosa, no soportaba a esos viejos alacranes. ¿Cómo se atrevían a cuestionarla? Y lo peor de todo, es que en parte tenían razón. Jihoo no había presentado nada para ayudar a las inversiones de Shinwa,y tampoco había hecho público su enlace matrimonial. Además de que ella, Ni siquiera usaba el apellido Yoon más que en presencia de su Marido. Tendría que hablar con él a su regreso. Sabía los términos en que se habían casado, pero ahora, necesitaba que él cooperara. ¡Maldita sea! En qué momento bajó la guardia con ese Bombero. Llegó hasta la biblioteca y se encerró allí. Fijó su vista en el sofá que se hallaba en la sala de lectura, y recordó ese día cuando él le curó las heridas. Ese fue el principio de todo. Ahora tenía impregnado su olor, sus caricias, sus besos. Le importaba muy poco que su matrimonio fuera solo por conveniencia, para ser sincera consigo misma, ya ni siquiera recordaba el motivo por el que se casó en primer lugar. Enterró el rostro en sus manos, ese hombre ocupaba todos sus pensamientos y hacía palpitar su corazón como un tren en picada. Había dicho que lo haría sufrir después de que él se enamorara de ella, y estaba mordiendo sus propias palabras. Él no podía saberlo, no debía saberlo. Una vez Junpyo le dijo, que si había alguien de quien se podría enamorar intensamente después de él, ese no sería otro que su hermano Yiyo. ¡Cuanta razón tenía! En Momentos se preguntaba, si en el pasado estaba enamorada de ambos. Eso no era posible ¿no? Sin embargo, no puede decir que antes de Junpyo y durante su matrimonio, no haya sentido algo sumamente fuerte e importante por su Bombero. Él era parte vital en su mundo. El día que rompieron su amistad, lloró amargamente, se puso peor que cuando intentó suicidarse, pues ni siquiera a Junpyo lo dejaba entrar a su habitación y tampoco le decía el motivo de su desdicha. Pero el dolor era insoportable. Saber que lo había perdido y que ya no estaría ahí para ella, la tenía desconsolada. Cuando decidió salir, se encontró con más enfrentamientos con la familia Gu, su vida comenzó a convertirse en un infierno. Junpyo se alejaba de ella y no se daba cuenta de lo que estaba pasando. Se empezó a llenar de amargura y odio hacia todos y el único bálsamo que tenía cuando había problemas, ya no estaba. Jihoo regresó varias veces para visitar a Junpyo y darle clases de música a Doyun, se convirtió en su mentor. Y eso la consumía de rabia. Por lo que optaba por tratarlo igual o peor que a los demás. Intentaba humillarlo para que se fuera y no regresara. Era doloroso verlo y que la ignorara, mientras que le ofrecía su amabilidad y amor a su esposo e hijo. En alguna ocasión intentó doblegar su orgullo y recibir el consuelo que necesitaba de él, pero no lo hizo. Él ya estaba diferente, había cambiado, podía percibirlo. Al principio a pesar de ignorarla, sabía que él estaba resentido, y que se daba cuenta de ella, sabía que lo lastimaba con cada palabra que le decía. Pero ahora, su indiferencia era real, ella ya no le importaba. Y eso dolía aún más. Sobre todo cuando él siguió adelante, lo escuchó varias veces platicar con Junpyo y decirle que tenía a alguien esperándolo en casa, que viajaría a algún lugar acompañado. En ese momento, le consumía la duda de saber, quién podría ser la que le había robado el corazón de su bombero. Ahora podría asegurar, que esa compañía, siempre fue Jae Kyung. Debió imaginarlo ese día que la encontró en su casa con Junpyo.

4 años atrás

Se tiró en el sillón de la sala de estar y se quitó los altos tacones. Estiró los brazos y echó la cabeza hacia atrás. Era reconfortante sentir el cómodo terciopelo en su cabeza. Había tenido un día muy agitado en la empresa, reuniones tras reuniones la habían agotado física y mentalmente. Desde que Junpyo se ausentaba por largos periodos debido a que se sentía indispuesto, ella había tomado el rol de Presidenta, así que tenía que supervisar los negocios y contratos que estaban pendientes. De pronto, unas risas provenientes del bar interrumpieron su momento de paz. Abrió los ojos y así descalza fue hacia el origen del alegre sonido. Al llegar se cruzó de brazos y carraspeó para alertar de su presencia a los que se encontraban brindando y riendo.

-¿Interrumpo?- dijo con un toque de acidez en su voz.

-¡Hola Jandi!- Junpyo me estaba contando de aquella vez que fueron a la Isla Jeju y él no pudo pescar nada para ti.

-¡Ah vaya! No sabía que hablaban de mi a mis espaldas- dijo acercándose y tomando una copa para servirse del licor que ellos bebían. Tomó del líquido ante la atenta mirada de ambos, especialmente la de su esposo. Bebía para apaciguar la rabia que empezaba a consumirla. Hacía tiempo que su esposo no tenía tiempo para ella, siempre estaba indispuesto o enojado. Había momentos en que lo desconocía por completo y a veces le daban miedo sus ataques de ira. Pero ahora, se veía tan feliz bebiendo con su ex prometida. Quería golpearlos a los dos y a ella desfigurarle la maldita sonrisa que tenía. Lo que más odio le daba, es que ella se veía tan feliz y despreocupada. En cambio ella, cada vez perdía más su esencia y se llenaba de rencor.

- Hoy te ves bien cariño- dijo dirigiéndose a Junpyo - Pudiste haberme apoyado en la Compañía.

- No me sentía bien Jandi. Pero estoy mejor ahora- contestó él mirando a Jae Kyung. Jandi apretó la mandíbula. Era un cínico.

- ¿Y qué haces aquí? Disculpa que sea directa, pero tiene años que no sabíamos nada de ti, y de repente te veo en mi casa bebiendo con Mi Marido, no es algo normal- le dijo Jandi con un toque de ironía. Jae Kyung sonrió delicadamente. Abrió la boca para contestar pero la interrumpió una voz.

- ¡Estas aquí!- Jihoo había llegado a ellos y se acercó a Jae Kyung con alegría. Le acarició la espalda y le dio un beso en la mejilla. Jandi sintió que le hervía la sangre. Esa mujer estaba siendo el motivo de alegría de ambos hombres. Pudo ver el brillo en los ojos de ella cuando vio a su bombero. Sentía que empezaba a odiarla. Esos hombres que antes daban todo por ella, ahora la ignoraban, la odiaban, y en cambio, eran amables y cariñosos con la mujer que en el pasado la hizo sufrir. Se fijó en la amplia sonrisa en el rostro de Junpyo, ¿acaso la estaba frecuentando? ¿Se veía con ella a sus espaldas?

- ¿No te aburriste?- le preguntó él preocupado.

- ¿Aburrirse? Está conmigo hermano. Nadie se aburre con Junpyo- Los tres reían después del comentario, ignorando por completo la presencia de Jandi.

-Creo, que es tiempo de que me vaya- dijo Jae Kyung- Uno de los inversionistas del grupo JK está aquí y quedamos en vernos. ¡Eso! Si es aburrido. – Terminó diciendo mientras volteaba los ojos.

-¡Te acompaño!- se apresuró a decir Jihoo – Así no te aburrirás tanto-Ella sonrió todavía más. Lo que a Jandi le revolvió el estómago.

- Entonces… ¡se van!- Junpyo terminó su copa y suspiró profundamente. -¡Que lástima!- ¿Te veré pronto?- dijo dirigiéndose a Jae Kyung y besándole la mano. Jandi ya no pudo contener su enojo. Y a propósito derramó su copa sobre ella.

-¡Oh! Perdóname, estoy cansada y tropecé mi copa. ¡Lo siento! – decía mientras intentaba inútilmente limpiarle el líquido en su costoso vestido. Jae Kyung sonrió y le hizo ademán con la mano para no darle importancia al hecho. Mientras Jihoo y Junpyo la miraban con enojo.

-¡Eres una tonta!- le dijo Junpyo enojado. Ella levantó los hombros y lo miró desafiante. Jihoo hacía tiempo que no le dirigía la palabra, sin embargo, le sorprendió cuando le habló duramente a su amigo.

-¡No le hables así! ¡No es necesario!-

-¡Tu viste lo que hizo!- le respondió Junpyo alterado.-¡Estoy harto de tus desplantes!- dijo enojado enfrentándola y rompiendo su copa en el piso. Jihoo se interpuso entre él y Jandi. Puso sus manos en los hombros de su amigo para tranquilizarlo.

-¡Basta Junpyo! Es mejor que te lleve a tu recámara. Necesitas descansar- Junpyo parecía aturdido y como niño obediente dejó que Jihoo lo condujera hacia su recámara. Al pasar junto a Jae Kyung le gesticuló que lo esperara. A lo que ella hizo un asentimiento de cabeza en respuesta. Jandi tenía lágrimas contenidas, el hombre que amaba, su esposo, la trataba cada vez peor, el amor que una vez se tuvieron se desvanecía poco a poco sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo. Estaba perdiendo todo. Perdió a su familia cuando ellos deslumbrados por el dinero se fueron a vivir fuera del país, perdió a sus amigos, lo perdió a él, al único hombre que la había amado sin condiciones y que siempre estaba para ella, perdió a su hijo, y ahora, también estaba perdiendo a su esposo. Miró con odio a Jae Kyung, ella tenía todo lo que ella estaba perdiendo, amigos, familia y a los dos hombres más importantes para ella.

-Puedes llevarla a la tintorería, ya no la tienen mis Padres, pero conozco al dueño, te harán un descuento-

-Gracias Jandi. No es nada. Puedo sacar la mancha yo misma, no te preocupes- le contestó amablemente.

-¿Sigues en América?- le preguntó Jandi, quería saber qué tan cerca estaba de ellos.

- Hace tres años que estoy viviendo en Francia. JK quería expandirse a Europa y me ofrecí para ser la representante en ese país-

- Te ha ido bien, ¿no?-

-Más o menos- contestó haciendo una mueca

-¿Qué hacías en mi casa con Mi Marido?- le preguntó directamente. Jae Kyung se puso seria.

-Solo estoy de visita- Jandi alzó las cejas.

- ¿ah si? Nadie me informó de eso. A mi casa solo entra la gente que yo haya autorizado-

- No sabía eso. Aunque supongo que Junpyo también está autorizado-

- ¿El te invitó? ¿Sigues encaprichada con él? – le dijo con los ojos encendidos acercándosele de forma que la dejó acorralada entre la barra y ella. Jae Kyung tenía los ojos asustados.

-No, Jandi. Yo solo lo recuerdo con cariño, pero ya no me interesa- dijo nerviosa poniendo sus manos de espaldas a la barra.

- No lo parecía. Se veían muy cómodos los dos. Mira Jae Kyung, sé que sabes pelear y tienes guardaespaldas fuertes y capaces, pero si te vuelvo a ver en mi casa o cerca de Mi Marido, puedes sufrir graves consecuencias-

- ¿Me estás amenazando?-

-Tómalo como quieras- respondió despreocupadamente.

-¿Pasa algo?- La voz de Jihoo interrumpió el momento.

-Nada, Jihoo. Es mejor que nos vayamos.!Adiós Jandi!- dijo mirándola y acercándose a Jihoo. El la tomó de los hombros y arrugó el entrecejo, miró a Jandi sobre su hombro y ella no pudo descifrar su mirada. Aunque el hecho de que él la mirara, la descolocó, pues desde hacía tiempo ni siquiera eso recibía de él. Sin decir nada, salió con Jae Kyung de la Mansión.

Presente:

En ese momento ella estaba equivocada. Pensó que Jae Kyun seguía interesada en Junpyo y sintió celos, odio. Pero ahora puede deducir, que ella estaba ahí por Jihoo, no por su entonces esposo. Ella se estaba convirtiendo en alguien cercano a él. Estaba llenando el vacío que ella había dejado. ¡Que tonta había sido! A estas alturas, Jihoo y ella podrían estar enamorados. Y eso le dió miedo. Todos estos años, quien había estado junto a él compartiendo alegrías, tristezas, éxitos, viajes, muestras de cariño, sonrisas y miradas, había sido aquella mujer a la que le rompió el corazón cuando tuvo que cancelar su boda, para que el amor de su vida pudiera

Ser libre de amarla a ella. Su sacrificio tuvo una mayor recompensa, pues ahora ella era feliz y además, recibiendo el cariño y el amor de su bombero, el hombre que ella rechazó, y quien le había entregado su vida entera sin esperar nada a cambio. Un hombre que fue capaz de olvidarse de sí mismo con tal de verla feliz, y que nunca la abandonó hasta el día en que ella misma lo sacó de su vida. Viéndolo claramente, Jae Kyung Ganó y ella era la perdedora.

Una vez más miró la pantalla de su celular. No había ningún mensaje. Aún no había llamadas. Estaba cayendo la tarde y aún no tenía noticias. ¿Qué estaría haciendo? No le dijo a donde viajaría, ni mucho menos para qué. Tal vez eran asuntos del senado. Respiró hondo al darse cuenta de que aún no tenían suficiente confianza el uno con el otro. GaEul le había dado su número para que le llamara. Se preguntaba si podría hacerlo. Su dedo pulgar quedó en el aire, simplemente era muy difícil escribir los números. Su antigua amiga era casi una desconocida, además de que seguramente estaría con Jae Kyung. Pero su corazón se ensanchó al recordar sus cálidos ojos invitándola a comer en la tienda de gachas. Esperaba con ansias ese momento, ¿será que podrían recuperar su amistad? Algo dentro de ella se llenó de esperanza. Quizás, no todo estaba perdido. La pantalla del celular empezó a parpadear, su corazón se aceleró anticipándose a quien estaba detrás de la bocina. No espero más de dos segundos y contestó.

-¿Hola?-

Que rápido contestaste Florecita! ¿Esperabas alguna llamada?-

Su entusiasmo cayó al suelo, la decepción la invadió haciendo que su corazón se sintiera acongojado.

-¿Qué quieres Takeshi?- Contestó con fastidio.

- Un auto negro está afuera de tu casa. No hables con nadie, solo sube al vehículo. Te veo en diez minutos-

La llamada se cortó. Jandi ya se estaba cansando de esta doble vida. Quería terminar con todo pronto. No merecía a alguien como Jihoo, después de todo, quizás era mejor hacer que la odiara nuevamente. Fue a su recámara y se quitó la ropa ejecutiva, sacó de su armario una caja que contenía una indumentaria negra, pantalones ajustados, camisa sport de lycra sin mangas y una chamarra de cuero ajustada al cuerpo. Metió todo en su bolso de mano. Y se puso un vestido ligero y sus gafas oscuras. Su Mayordomo y el secretario Jung no le preguntarían nada, la gente de servicio no debía saber de sus actividades extraordinarias. Bajó rápidamente y pudo ver el lujoso auto negro estacionado cerca de la entrada a la Mansión. Sin hablar con nadie llegó hasta él, mientras el chofer le abría la puerta trasera para que abordara.

-Vigila que no te sigan Man Shik- dijo con autoridad, el hombre solo inclinó la cabeza hacia adelante.


Cerraba los ojos con fuerza y apretaba los dientes para no gritar. Gotas de sudor corrían por su frente, mientras permanecía sentado con el brazo derecho reposando sobre la mesa de comer y que ahora se hallaba repleta de material antiséptico y analgésicos para el dolor.

-Ya casi termino Jihoo. Solo aguanta un poco más-

Woobin aplicaba un líquido antiséptico en la herida del brazo y colocaba unas vendas, tenía experiencia en curación de heridas de bala. Muchas veces él mismo tuvo que curarse, y ahora, lo estaba haciendo con su amigo, para no tener que visitar un hospital. No les convenía que vieran a Jihoo con esa herida en un lugar público, podría ser descubierto o levantar sospechas.

-¡Listo! En unos días estarás como nuevo-

-Es una Suerte que la bala no haya penetrado- dijo Jihoo mirándose el brazo

-¡Así es! Eran muchos. Creo que te arriesgaste demasiado-

- Woobin, esos niños…-

-¡Lo sé!- lo interrumpió. Pero por ahora, no podemos hacer nada. Todo debe seguir su curso. ¿Qué les dijiste?- Jihoo suspiró y se puso de pie.

- Harán una sustracción. Les dije que quería un bebé recién nacido, uno especial, que fuera Coreano y… de familia rica-

- ¿Les diste alguna fecha?-

- Les di un máximo de dos semanas. La… Mujer aún no da a luz-

- Pero entonces, ¿ellos ya la tienen ubicada?-

-Ellos vigilan todo Woobin. Los estudian, saben a quienes van a sustraer, no lo hacen al azar. Dicen que tienen un contacto que se encarga de buscar a las familias y es una persona cercana a la burocracia-

- Entonces debe ser alguien de Élite, alguien cercano y de confianza- concluía Woobin.

-¿Pudiste encontrar algo?-

- saqué unos documentos, pienso que son del bebé que estamos buscando. Pero tengo miedo de descubrir cuál fue su destino. Aunque también es muy probable que no esté vivo- Le dijo con desasosiego. El esperaba que el hijo de su difunto amigo estuviera vivo, pero temiendo el destino que pudo haber tenido, tal vez era mejor que se hallara muerto. Era muy difícil confiar en que estuviera con vida, y dentro de una buena familia.

- Si está vivo… ¿se lo dirás a Jandi?- le preguntó Woobin con cautela. Jihoo se quedó un momento pensativo.

-¡No lo sé! Quizás lo haga. Ella… merece saber la verdad-

Tomó su celular y miró la pantalla, ya era muy tarde para llamarle, pero él se lo había prometido.

-¿Vas a llamarle? ¿Ahora?- le preguntó Woobin.

-Prometí hacerlo y me preocupa que esté bien- Woobin se cruzó de brazos y negó con la cabeza.

-No deberías preocuparte tanto, seguro está bien. Tampoco creo que esté sola- Jihoo arrugó el entrecejo.

-¿De qué hablas?-

Woobin descruzó los brazos y se inclinó hacia su amigo para hablarle mirándolo directamente.

-Dime una cosa Jihoo. ¿Te estás enamorando de Jandi?- Jihoo lo miró unos segundos y después giró su cabeza a un lado. Agachó la cabeza y se puso de pie para darle la espalda. Metió las manos en los bolsillos del pantalón.

-¡No lo sé!- contestó. Se dió la vuelta y caminó hacia Woobin.

-Últimamente, me preocupo mucho por ella. Quiero… verla bien. Y… ya no me es tan indiferente- Se pasó las manos por el cabello.

-Sé que habíamos dicho que no debo involucrarme con ella- continuó diciendo. – Pero… han pasado cosas, situaciones y… no sé, cada vez la siento más cercana. Además, estoy casi seguro que Jandi no es la responsable de la muerte de Junpyo. Creo… que es una víctima más- Woobin se puso de pie furioso y se acercó a Jihoo.

-¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¡Por eso no debías involucrar sentimientos! ¡Ahora no estás viendo con claridad! –

- ¡Ella no lo hizo!-

-¿Cómo puedes estar tan seguro? Todas las pruebas la involucran a ella-

-¡No tenemos suficientes pruebas para inculparla!- los dos hombres hablaban alzando la voz.

-No necesitamos tantas pruebas. JANDI ES LA VIUDA NEGRA. La vi el día de tu boda en la madrugada en un desembarque de Hakik, tu estuviste en su casa, ¿no la viste salir ese día?- Jihoo bajó la cabeza y recordó haber escuchado la puerta del cuarto de Jandi que se abría y cerraba muy entrada la noche y cuando él salió por agua, ella estaba ahí, despierta, en realidad, recordando bien ese momento, no se veía como que se haya levantado de la cama. Más bien parecía que apenas iba a dormir.

- No estoy seguro- dijo un poco dubitativo.

- La viuda Negra, es la que recibe el Hakik, y la que ordena hacia donde va. Ella infiltró esa droga en el senado. No puedes confiar en ella, te hará lo mismo que a Junpyo. ¿Has hablado con tu secretaria estos días? El encargado de la publicidad de tu campaña y el jefe de mantenimiento están hospitalizados, los encontraron en sus casas al borde de la muerte, por sobredosis, ¿No se te hace sospechoso?-

- La estás juzgando mal- Woobin se tapó los ojos con exasperación y se pasó las manos por el pelo.

-Jihoo, eres el siguiente. Te lo dije ese día-

-Entonces debemos apresurarnos para atraparlos a todos. No me preguntes cómo lo sé. Pero te aseguro, que no es Jandi, no es ella a quien debemos perseguir- le

Contestó con seguridad. Woobin resopló preguntándose, si debía decirle lo que vio en la plaza comercial antes de ir a buscarlo. Puso sus manos en la cintura y respiró hondo.

-Bien, solo contéstame una cosa…-

- Dime-

- ¿Sabes quién es Takeshi Kaneshiro? –


No sabía cuánto tiempo había pasado desde que salió de casa. Las calles se veían solitarias, así que tal vez ya era media noche. No le llamó. Todo el día estuvo esperando su llamada y nunca llegó. Tenía el corazón apretado, le hubiera gustado escucharlo antes de embarcarse de nuevo a ese mundo. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? No quería hablar con su acompañante, tampoco tenía ganas de mirarlo, ni siquiera para admirar su belleza, algo que la cautivó en el pasado y que ahora le causaba arrepentimiento. Fue tan débil, estaba tan lastimada, que unas palabras bonitas, hicieron que poco a poco cayera en sus brazos, y por ende, a ese mundo del que quería escapar. Sin embargo, aún no era momento de hacerlo, tenía que desenmascararlo, y que le confesara que fue él quien provocó la muerte de su difunto esposo. Le ocultó el tráfico de esa droga de la India, la engañó diciendo que necesitaba hacer un negocio para Shinwa, y que debía hacer algunas transacciones desde su cuenta porque no aceptaban cuentas japonesas, solo europeas, y tuvo que usar su cuenta de Suiza. Una cuenta que abrió para ella y Doyun, con el fin de huir de todo y de todos, cuando peor se sentía. No sabía que era para pagar esa maldita droga. Obviamente él no iba a usar su cuenta, podían investigarlo, tonta. Fue tan tonta.

Le creyó todo, incluso cuando dijo que la apoyaría para tratar a Junpyo y que mejorará su salud, a pesar de ya no ser socios. Pero que lo hacía por amor a ella.

-Estás muy callada- Ella lo enfrentó.

-¿Por qué no me dijiste que tienes a otra haciendo mi trabajo?-

-¡Ah! Ya viste mi señuelo- le contestó con tranquilidad sonriendo de forma descarada, mientras sacaba un puro de su bolsillo. Lo encendió y después le ofreció a Jandi un cigarro, a lo que ella no se negó. Moría por uno en estos momentos.

- Tengo que protegerte, cariño. Ella sabe que si en algún momento se complican las cosas, debe morir antes que tú- Jandi sintió furia contenida y apretó la mandíbula. Ya no hizo más preguntas. De repente su celular comenzó a sonar. Jandi sentía latir su corazón muy rápido. No podía ser que le estuviera llamando. En este momento era muy inoportuno. Un ligera gota de sudor comenzó a caer lentamente. Cortó la llamada sin responder. Takeshi la miró con una ceja levantada.

-¿Por qué no contestaste?-

- No era importante. Le contestó intentando sonar despreocupada. A los pocos segundos, el aparato comenzó a sonar de nuevo. ¡Maldición! Dijo para sus adentros. Tomó de nuevo el celular, pero esta vez lo apagó por completo. El la miraba de forma extraña.

- Me fastidia que me llamen por estupideces de Shinwa- le dijo ya un poco más segura. Eso pareció convincente porque lo vio relajarse después de su respuesta. El auto se estacionó en una arboleda junto a un pequeño lago. Del otro lado podía verse una enorme mansión, iluminada por la luz de la luna. Jandi no reconocía ese lugar. Nunca antes había ido.

-¿Dónde estamos?- preguntó.

- Te estoy mostrando el lugar donde haremos nuestro próximo movimiento. En este lugar vive una persona que tú conoces muy bien, y por ahora necesitamos de sus servicios, aunque ella aún no lo sepa-

-¿Ella?-

- Te voy a contar una historia, Jandi. Una historia que nunca le he dicho a nadie.

Hace muchos años, mi Padre fue un hombre muy poderoso, era amigo de los altos mandos de Corea, una herencia de mi abuelo, que de generación en generación mantuvo el negocio familiar y la reputación que los distinguía. Sin embargo, un día, mi padre fue desterrado, y le quitaron todo su poderío, por órdenes del entonces presidente de Corea, lo mandaron a hacer los trabajos más viles y le quitaron todo lo que por años le había pertenecido. Hubo un enfrentamiento, mi Padre intentó recuperar su lugar y detener la humillación a la que fue sometido. Debo decir, que perdió esa batalla, pues él ya estaba muy debilitado, pero pudo quitarle al hombre que le destruyó la vida, algo que para él era muy valioso-

Jandi escuchaba con atención el relato. Y le intrigaba de quién podría estar hablando. Takeshi continuó.

-En su último aliento de vida, pudo causarle el mayor dolor que puede sufrir un Hombre. Le quitó a su hijo y a toda su familia- sonrió de medio lado y Jandi se preguntaba por qué le contaba eso.

- ¿Mató al hijo del presidente?- preguntó Jandi sintiendo latir su corazón muy fuerte. Esperaba que no se tratara de la persona que ella imaginaba.

-Lo hizo parecer un accidente. Mi padre después del enfrentamiento, iba muy malherido en su automóvil, pero sabía a dónde dirigirse, esperó a la familia afuera de su casa y los siguió, después se estrelló con ellos, provocándoles la muerte, mientras que él siguió en su vehículo para morir solo- Jandi sentía ganas de gritar.

-Lo que mi Padre no supo, es que.. no murieron todos, el hijo pequeño sobrevivió de forma milagrosa- Rio un poco y siguió con su relato.

-Durante años me dediqué a seguirle los pasos a ese niño. Así llegué hasta las personas más cercanas a él. Poco a poco hemos ido levantándonos y queremos volver a ser tan poderosos como lo éramos antes de lo que sucedió años atrás. Quiero vengar a mi Padre y recuperarlo todo, no puedo dejar que él se alce en el poder. Debo decir, que llegar a él ha sido muy difícil, el heredero de Shinwa nos impedía acercarnos a él, varios años no supimos de su paradero y sabíamos que la única manera de que reapareciera, era con la muerte de su protector. Y lo logramos, ahora tenemos que sacarlo del

Juego, pero primero, debemos quitarle todo lo que para él es importante, solo así podremos debilitarlo. Creo que sabes de quién te hablo- dijo mirándola de forma burlona y aprehensiva- Tu esposo, no debe llegar a la presidencia. Pero tiene mucha gente que lo protege. Ya le quitamos al hombre que más nos impedía hacer algún movimiento, y que además, era muy importante para él. Pero desconocemos quienes son las personas por las que él daría la vida. Así es como llegamos a este lugar. Gracias a ti, sabemos que ella es una de las personas importantes- Mientras decía eso unos autos se estacionaban frente a la casa.

-Ya casi va a amanecer. Ella saldrá por esa puerta a su rutina. La hemos estudiado por mucho tiempo. Sabemos que sale a ejercitarse muy temprano antes de ir a sus labores. Tendrás la primicia, cariño-

-¿Qué vas a hacer?- le preguntó con la voz temblorosa.

-Solo será un incentivo para presionar a nuestro senador. En estos momentos, ella es muy importante para él, se ve que le tiene mucho estima, quizás ¿amor? Algo que obviamente no siente por ti, lo que es una ventaja, porque quedas fuera de foco, querida. Por ahora te he revelado nuestro modo de operación. Debilitamos al oponente quitándole lo que más ama. Mi Padre le arrebató al Presidente a su hijo, lo que hizo que él renunciara a la Presidencia y se exiliara, de alguna forma ganó. Y ahora, haremos lo mismo con su nieto- Dijo endureciendo su expresión, mientras volvía su vista hacia el otro lado del lago. Jandi tragó fuerte. Al fin lo había confesado, él había asesinado a Junpyo. Poco a poco fue arrebatándole todo hasta matarlo, y estaba segura de que tuvo ayuda, alguien cercano debió ser sus ojos dentro de la mansión, alguien que los odiaba lo suficiente para colaborar con la sed de venganza de quien hasta hace poco, era su amante. De pronto cayó en la cuenta de algo que le oprimió el corazón, y le hizo sentir miedo. Todo este tiempo, pensó que quien había cometido el asesinato lo había hecho por ambición, por obtener las riquezas del Imperio Shinwa, pero ahora se daba cuenta, que sus motivos iban más allá del dinero, ellos querían poder y destruir por completo a quien consideraban su enemigo, lamentablemente su difunto esposo, sólo fue un escalón para llegar a su verdadero objetivo. Sintió un escalofrío al darse cuenta del peligro en el que se encontraba el hombre que ahora ocupaba su corazón, y al mismo tiempo, su mente la llevó a un niño de cabellos negros rizados, corriendo a los brazos de su actual esposo en el funeral del Heredero de Shinwa. Ese niño, era lo más valioso y lo más importante que tenía Yoon Jihoo.