—Seguramente Nott y Zabini tienen la situación bajo control —aseguró Sirius después de escuchar el relato de la reunión con sus ex parejas.
—Así lo creemos, ellos fueron detrás de nosotros hasta el callejón dónde desaparecimos —explicó Draco.
—Se fueron a tiempo, no dudo qué si hubiesen tardado un segundo más habrían desatado un duelo —expresó el mayor.
—Por fortuna todo salió bien —corroboró Lupin.
La pareja frente a ellos asintió, sin embargo necesitaban hablar a solas para darse apoyo y sentirse mejor.
—Sería bueno qué descansen, nosotros saldremos un momento al callejón diagon —comentó el hombre lobo.
—Claro, yo me iré en un rato, sólo me aseguraré de qué Harry esté cómodo —dijo el rubio.
—Bueno, en ese caso nos vemos luego —se despidió Black con leve asentimiento de cabeza.
—Hasta luego —dijo su ex profesor.
Draco se despidió cordialmente de la pareja y cuando desaparecieron por la chimenea se volvió a Harry.
—¿Quieres qué subamos a tú habitación? —preguntó el rubio.
Harry asintió con una sonrisa triste en sus labios.
Draco le tomó de la mano y los guio por las escaleras hasta la habitación de Harry. Una vez estando dentro dejó qué Harry tomara asiento en la orilla de su nueva cama con edredones de primera calidad, suaves y de un color café qué contrastaba el gris claro en las paredes.
—¿Qué ocurre? —preguntó el rubio con suavidad.
Harry no respondió al instante, simplemente observó a Draco con culpa y dio un suspiro antes de hablar.
—Debí ser yo quién te defendiera cuando Hermione te insultó, no podía hacer otra cosa más qué pensar sobre eso y decirle en su cara lo desgraciado qué fui a su lado y qué no tenía derecho a decir algo de la persona qué amo —Harry hizo una pausa pues su voz se cortó de tajo y sus ojos se humedecieron al instante—, pero tú fuiste quién me defendió a mí, lo siento mucho Draco
El rubio se sintió conmovido al escuchar las palabras de Harry y lo único que en ese momento se le ocurrió hacer para calmarlo fue darle un abrazo, uno fuerte. Draco era consciente de la plática reciente con sus familiares y Harry siendo muy sobre protector se había contenido bastante de decirle a esa Granger lo qué merecía. Sin embargo, eso no fue lo que llamó su atención en el relato, sino aquellas palabras en las cuales decía qué lo amaba, ¿De verdad Harry estaba tan enamorado cómo para decirle qué lo amaba?, él siempre creyó no ser merecedor del amor de nadie y quizá por ello aceptó a Ron Weasley, teniendo en cuenta sus antecedentes no tan fácil alguien lo iba querer cómo era, incluyendo virtudes y defectos, además de un pasado tormentoso y qué difícilmente estaba superando.
—Amor, lo que ella piense de mi no me interesa —murmuró Draco, acariciando suavemente el cabello de Harry, aun entre sus brazos y con su rostro escondido en el hueco de su cuello blanco—, en realidad tú te portaste cómo lo teníamos planeado, fui yo quién no debió decir algo qué les diera una pista para confirmar sus sospechas...
—Hubiera mandado todo a la y decirles qué eres mío —dijo Harry incorporándose a su lado y mirándole con tristeza, sus ojos inyectados en sangre no dejaban de acumular lágrimas y soltarlas lentamente, resbalando por sus mejillas sonrojadas—, pero temo qué tomen represalias, por eso quiero el divorcio cuanto antes
—Lo sé, deberíamos hablar con Kingsley sobre eso, ha pasado una semana desde qué lo vimos —sugirió el rubio.
Harry frente a él asintió estando de acuerdo.
Draco tuvo la necesidad de preguntarle si aquello era verdad, si sus sentimientos hacía él eran reales pero no quería presionar a Harry, tal vez eso lo dijo sin pensar...
—Harry, yo... —Draco estuvo a punto de saciar sus dudas pero al final se arrepintió y terminó únicamente besando la frente contraria—, será mejor qué descanses
El nombrado le abrazó una vez más y adivinando sus pensamientos volvió a decir aquello qué el rubio deseaba escuchar:
—Te amo —murmuró suavemente.
El corazón de Draco dio un vuelco, ahora fueron sus ojos los qué acumularon lágrimas. Su actual ex pareja siempre le decía qué lo amaba, pero no así, nunca de esa forma, con la mano en el corazón y mirándole cómo en ese momento Harry lo hacía, era una expresión difícil de explicar pero no le impedía sentir todo lo que le transmitía con su sola mirada: amor. Y claro qué él le decía lo mismo, o lo intentaba, siempre respondía un "yo también" o "igual yo", tenía qué contar cómo una muestra de amor ¿No?, y si fuese el caso, jamás lo había dicho de corazón. No del mismo modo qué a Harry, porque a él si lo amaba , y si no era así, ¿De qué otra forma se podría definir todo aquello qué sentían? y todo lo que habían vivido ya, además si no era amor sincero, ¿Por qué Harry estaba dispuesto a ser padre junto a él?. Draco notó después de un par de minutos perdido en sus pensamientos cómo Harry limpiaba sus lágrimas delicadamente con sus pulgares, aún estaban muy pegados el uno al otro, pero el rubio recibía una mirada dulce del chico de ojos verde brillante.
—También te amo —murmuró al fin el rubio.
Harry sonrió y respiró aliviado de qué Draco pronunciara una palabra ante lo que él había dicho y no cualquier cosa, su pareja le había dicho qué también lo amaba, entonces sin decir algo más le besó, fue un beso diferente a todos los demás, los movimientos de sus labios eran lentos y delicados, cómo si de un cristal se tratase, para Harry la familia era lo más valioso en su vida, y ahora se sentía inmensamente feliz de qué Draco formase parte de ella, no estaba seguro si todo aquello tendría un futuro sólido cómo le gustaría pero quería disfrutarlo y construir junto a él una historia de amor digna de contar.
Al cabo de un par de minutos dejaron de besarse, Harry junto sus frentes, el ruido de fondo en la habitación lo provocaban sus respiraciones lentas y pausadas a causa del apasionado beso y lentamente dichos ruidos fueron aminorando hasta llegar a ser imperceptible.
—No quisiera pero tengo qué irme —murmuró el rubio, rompiendo el silencio y la burbuja invisible qué se había formado entre los dos.
Harry le miró con tristeza y súplica.
—No te vayas —el azabache lo rodeó con sus brazos por el torso y lo apretó lo más qué pudo.
—Harry, de verdad no quisiera pero tengo unos pendientes —la voz del rubio salió con dificultad a causa del apretado abrazo.
—¿Qué pendientes? —preguntó Harry sin atreverse a soltarlo.
—Tengo qué hacer compras
Harry no lo soltó durante varios minutos qué a él le parecieron segundos, y Draco luchaba por qué lo dejara ir, no era qué quisiera pero el cumpleaños de Harry estaba a la vuelta de la esquina y necesitaba comprarle un obsequio y si podía organizarle una pequeña fiesta con amigos y familiares. Si la idea no resultaba ya tenía un plan B.
—¿Vendrás mañana? —preguntó al fin con esperanzas de soltar a su pareja.
—Lo haré —le aseguró Draco.
Harry le besó por última vez antes de verle marchar. Estaba cansado emocionalmente a causa del reciente encuentro con sus pronto ex parejas, tenía miedo de qué el divorcio no se efectuará cómo esperaba y qué tuvieran qué recurrir a tener un hijo, no era qué estuviera en desacuerdo pero quería disfrutar de un noviazgo junto a Draco cómo era debido, ambos merecían esa felicidad qué durante años no tuvieron, especialmente los últimos cuatro. A Harry le causaba escalofríos recordar aquellos años de la gloria de Voldemort, afortunadamente logró vencerlo y todo el mundo mágico estaba en paz, aunque precisamente él no la pasó tan bien, quería recuperar ese tiempo perdido con su familia y amigos. Con ese último pensamiento en mente, decidió escribirle a sus amigos, hacía mucho qué no sabía de Luna y Neville, lo último qué supo fue qué habían regresado a Hogwarts a culminar sus estudios, la rubia tenía en mente ser magizoologa, mientras que Neville deseaba la docencia en pociones. En una breve carta les preguntaba cómo se encontraban y si tenían tiempo de visitarlo en Grimmauld Place y hablar sobre lo que ahora rodeaba sus vidas.
Después de ver a Arquímedes, la lechuza de Sirius volar con las cartas, decidió tomar una pequeña siesta, qué le ayudara a despejar su mente y olvidar todo lo sucedido con su ex esposa y ex mejor amigo.
—¿Una fiesta? —preguntó Sirius llanamente sorprendido.
—Sí, bueno... suponía qué ahora querrían hacerle una fiesta a Harry, pero me gustaría reunir a mi familia y amigos para celebrar a Harry —las mejillas de Draco se tiñeron de carmesí.
—¿Lucius Malfoy compartiendo la mesa conmigo? ¡! ¡Quiero ver eso! —habló el tío del rubio con intensidad en su voz.
—¡Sirio! —bramó Lupin—, esto es serio, Draco quiere hacerle pasar un buen día a Harry
—Lo único qué logrará ver será un duelo, qué disfrutarán todos en primera fila —se quejó el mayor.
—Mi padre ha cambiado mucho desde qué finalizó la guerra pero si no están cómodos no los obligaré, creo qué he precipitado las cosas sólo era una idea, podremos festejar a Harry por separado... —dijo el rubio, sonando menos extasiado qué al principio.
El menor de los Malfoy supuso qué no sería tan fácil juntar a las dos familias en una reunión qué les permitiera convivir sin herirse con maldiciones y hechizos graves, quizá les tomaría un poco más de lo esperado llevarse mejor.
—Draco de verdad aprecio tus intenciones y no tengo nada en contra de mi querida prima, pero su esposo es todo un caso...
Remus lo interrumpió dándole un codazo en las costillas.
—¡Auch! ¡Me dolió! —se quejó el hombre, sobando el lugar donde le había pegado su pareja.
—Esa era la idea querido —Remus sonrió con falsedad y volvió a mirar a Draco de manera comprensiva antes de volver a hablar—. Apreciamos tus intenciones de verdad, pero sugiero qué lo mejor sea llevar esta situación de convivencia más despacio
El rubio asintió de acuerdo y les dedicó una sonrisa comprensiva.
—Entiendo, sólo quería intentarlo, de cualquier manera quisiera el permiso de Sirius para qué Harry me acompañara el sábado en la noche a un lugar...
—Todo depende, ¿Qué lugar? ¿Qué harán? ¿Y cuánto tiempo se van a demorar? —aquel bombardeo de preguntas hacía su sobrino lograron ponerle los pelos de punta.
—Un picnic en el nuevo parqué junto al ojo de Londres
Draco sintió qué apenas podía hablar, la mirada qué Sirius le obsequiaba podría haberle paralizado sin problema.
—Sirius es sólo una salida, los chicos saben lo qué hacen. además estarán a la vista de cualquier muggle, no harán nada indebido —puntualizó el hombre.
Sirius observó al menos de los Malfoy con un gesto de pocos amigos, el rostro del rubio ardía, pero finalmente al cabo de unos segundo decidió volver a tomar la palabra:
—Bien, supongo qué lo harán de todas formas y prefiero estar enterado de la cita —murmuró Sirius.
Remus estando un par de centímetros detrás de él sonrió triunfante hacía Draco.
—Gracias tío, prometo qué Harry pasará un buen día
—Lo merece —objeto el mayor con sinceridad.
—Draco hará qué el día de su cumpleaños finalice cómo es debido —dijo Remus, sonriendo a Draco sinceramente.
—Prometido —aseguró el rubio—, y siendo el caso tengo qué irme, no se me debe pasar nada y faltan dos días para su cumpleaños
La pareja se encontraba en una tienda de discos clásicos comprando el nuevo lanzamiento de Celestina, gustos de Remus no de Sirius, él preferiría escuchar a las Brujas de Macbeth, fumando un cigarrillo en su sala de estar.
A Draco le tomó algo de tiempo encontrarlos, inclusive pasó por la tienda de obsequios de su tía Andrómeda, saludando al pasar, si no estuviera consciente de qué su tía Bellatrix murió en la batalla de Hogwarts hace más de un año, juraría qué era ella sin parecer demente. Justo al lado estaba la nueva tienda de discos, últimamente había muchos más puestos en el callejón diagon, ya no parecía sombrío y falto de vida, ahora la iluminación era mucho más visible y el callejón Knockturn dejó de funcionar por órdenes del ministerio, así cómo solicitaron una remodelación al lugar para hacerlo habitable por cualquier mago, considerado la segunda parte de tan grande lugar lleno de vendimias de todo tipo, dejando de ser siniestro y la ley cayó de diferente manera a cada habitante del lugar.
—Nos vemos pronto entonces —se despidió Sirius.
—Cuídate Draco —dijo Lupin a modo de despedida.
El rubio se despidió de vuelta y sonrió antes de salir de la tienda rumbo a otra más especial para conseguir aquello qué le regalaría a Harry.
Los rayos del sol se colaban por la ventana, Harry dedujo qué por la intensidad de la luz, el reloj marcaba casi las 10 de la mañana, y no se equivocó, al conjurar un tempus cuando tuvo más fuerza para hacer magia, se dio cuenta qué eran las 9:48 de la mañana. Se giró hacía el lado contrario de la ventana con la intención de dormir más, era lo único qué le apetecía en el día de su cumpleaños. Harry creyó qué al abandonar la casa de los Dursley sus cumpleaños serían los mejores, pero siempre ocurría algo qué le prometía recordarlo el resto de su vida.
Y la razón de su tristeza era Draco, no había sabido nada del rubio desde hacía dos días, no quería parecer paranoico, ni crear un ambiente de toxicidad en su relación pero su comportamiento y su mente llena de pensamientos no ayudaban. Su relación de amistad había sido la mejor desde qué hicieron las paces y cerraron el capítulo en su vida qué sólo les trajo dolor y una enemistad sin fundamentos, pero ahora qué eran más qué amigos sentía qué no podía vivir sin el rubio y qué si no sabía de él iría a buscarlo, sin embargo Sirius le había dicho qué era bueno tener cada uno su tiempo y espacio para sí mismos, lo cual era algo bueno para fortalecer su relación, Harry sabía qué su padrino tenía razón pero su corazón no pensaba igual, él quería verlo y en un día tan especial no podían negárselo. Aunque si lo pensaba tal vez el rubio lo estaba evitando, ¿Pero por qué? ¿Ya no lo quería? ¿Habría vuelto con Ron? ¿Se habría arrepentido de estar con él?.
Aquella maraña de pensamientos se vio interrumpida por la puerta de su habitación qué se abría, Harry tontamente pensó qué vería a Draco cruzar la puerta, con un pastel, un ramo de flores y disculpándose de por medio por no haberle dado alguna señal de vida durante esos días. Lo único de lo que fue consciente era qué sí había un pastel con velas iluminando, pero no había rosas ni era el rubio quién lo llevaba. Más bien Sirius junto a Remus, muy sonrientes cuando lo vieron, Harry dejó de sentirse miserable por una ráfaga de segundo, ninguno de ellos tenía la culpa de cómo se sentía así qué les devolvió la sonrisa y se sentó en la cama para recibir el pastel.
—¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños a ti! —canturreo Sirius junto a Remus desde qué abrieron la puerta y vieron a Harry ya despierto.
—¡Feliz cumpleaños Harry! ¡Feliz cumpleaños a ti! —Remus fue quién le aplaudió pues Sirius era quién cargaba el pastel redondo de chocolate con sprinkles de colores por encima.
—¡Pide un deseo! —dijo Sirius cuando estuvo sentado junto a Harry, acercándose un poco más la charola con el pastel,
Harry no dejó de sonreír, cerró sus ojos un par de segundos, teniendo claro su deseo y luego sopló las velas qué hasta ese momento no se había percatado qué los números 19 sobresalían en medio de aquel pastel qué se veía apetitoso.
—Muchas gracias —respondió lo mejor qué pudo sin borrar la sonrisa sincera de su rostro.
—¡Tenemos un gran plan para ti hoy! —dijo Sirius bastante animado.
—Primero un desayuno especial así qué báñate, vístete con lo mejor qué tengas y baja al comedor.
—Claro, estaré listo en un minuto —respondió Harry.
—Pero un minuto eh —bromeó Remus.
Los tres rieron y dejaron a Harry sólo en la habitación, dándole tiempo a estar listo.
Exactamente quince minutos más tarde, Harry se encontraba aseado, arreglado, perfumado y todo lo bien qué podría lucir alguien el día de su cumpleaños. Llevaba sus nuevos vaqueros negros, una camisa blanca, la chaqueta de cuero qué Sirius le había regalado y por último sus tenis negros favoritos. El pensamiento de qué su pareja no le había hablado hasta el momento aminoró cuando cruzó la puerta de cocina y vio sobre la larga mesa de madera renovada y cubierta con un mantel blanco, tres platos con sus respectivos cubierto al lado envueltos en una servilleta de tela, en medio un plato lleno de waffles recién hechos y humeantes, junto se haya un recipiente de cristal con fruta picada, algunos toppings cómo miel y mermelada, por último un sartén con huevos y tocineta.
—Se ve delicioso —expresó Harry abiertamente, observando cada detalle de la mesa.
—Toma asiento Harry hay mucho qué quisieras probar —dijo Sirius señalando el asiento qué habían reservado para él.
Harry hizo caso y se sentó frente a la pareja qué minutos después lo acompañó, el desayuno le hizo sentir feliz y especial, inclusive un poco tonto por la idea de haber dejado a su familia de lado, pero eso no pasaría nunca más.
Al término del desayuno donde Harry sintió qué el botón de su pantalón saldría volando en cualquier momento por todo lo que había comido, Remus y Sirius le entregaron tres paquetes de regalo perfectamente envueltos.
—Muchas gracias —respondió Harry completamente extasiado.
El primer regalo tenía una envoltura color azul rey con un moño plateado qué se situaba en medio, formando un cuadro con las tiras de listón. Rasgó el papel con cierta rapidez para ver su contenido y se sorprendió de ver una chaqueta doblada parecida a la qué traía puesta pero en color café.
—¿Te gusta? —preguntó Sirius.
Harry observó la prenda sonriente y luego miró a su padrino.
—Es muy linda gracias
El hombre sonrió satisfecho y murmuró "qué bueno, qué te gustó" para luego dejar qué Harry abriera los otros dos obsequios.
El segundo estaba dentro de una caja de cartón, forrada de papel dorado y un moño rojo, este contenía un libro sobre quidditch actualizado qué hablaba un poco de la historia del deporte y otro del mismo deporte pero con todas las jugadas qué contaba el juego, descritas detalladamente para practicarlas.
—Es increíble —dijo el azabache.
—Te servirá mucho si tú idea es ser jugador profesional, estoy seguro de qué serás el mejor —dijo su ex profesor.
Harry sonrió y le agradeció por el obsequio, dejó los libros junto a la chaqueta y abrió el último.
Era el más grande y pesado, Harry se preguntó qué sería, y cuando lo abrió quedó completamente sorprendido y boquiabierto.
—¿Pero...?
Se trataba de un tocadiscos con varios discos musicales para reproducir, era portátil y podía llevar a dónde fuera.
—No sabíamos qué darte en conjunto y Sirius sugirió la tienda de música, ¿te gustó? —preguntó Remus, observando a Harry sacar el artefacto.
—Está increíble, muchas gracias —La sonrisa de Harry se expandió y se levantó para abrazar a la pareja.
Harry fue recibido gustoso y no podía esperar a usarlo para reproducir su música favorita.
Una hora más tarde después de guardar sus obsequios recibió una lechuza de parte de Luna y Neville, casi se había olvidado qué les había escrito y no se olvidó de felicitar a Neville por su cumpleaños y envió una caja con ranas de chocolate, le hubiera dado algo más pero sinceramente no sabía qué y recordaba con nostalgia cuando compartía dichas golosinas con él en la sala común.
La respuesta no sólo llevaba una carta sino también un obsequio, era un collar anti nargles, Harry supo de inmediato de quién había sido idea, además de haberlo hecho a mano, él valoraba mucho cuando alguien se esforzaba por hacerle un detalle con sus propias manos.
"Querido Harry, antes qué nada feliz cumpleaños, te enviamos un obsequio, esperando sea de tú agrado, desearíamos poder vernos en persona y ponernos al día, dinos por favor qué día te queda mejor"
Con cariño, Luna y Neville.
Harry sonrió por inercia cuando terminó de leer la carta y les respondió lo que necesitaban saber mientras la lechuza comía por sí misma un poco de fruta qué había en un plato.
"Podríamos vernos mañana para cenar, ¿Les parece?"
Harry Potter
El chico ató la carta a la pata de la lechuza después de qué dejase el plato vacío y emprendió el vuelo.
Todavía se sentía triste pero su ánimo logró subir un poco con la llegada de la carta de sus amigos y saber qué pronto los vería, hizo nota mental de pedirles disculpas por ello.
—¿Estás segura? —dijo perplejo y parpadeando varias veces seguidas.
—Sí —la voz de Pansy se apagó de inmediato, observó el pergamino en sus dedos un par de veces más, corroborando qué lo que leía era real y luego a su amigo otra vez.
—¿Y sí hay algún error? —preguntó Draco tentativamente.
Pansy hizo una mueca y luego se mordió el labio con nerviosismo antes de responder
—Es extraño tener errores en los estudios mágicos, solamente qué la persona haya recibido una maldición no identificada o bebiera algo de dudosa procedencia... —respondió la castaña sin quitar su expresión de sorpresa.
—Entonces... —comenzó el rubio—, quiere decir qué —Draco titubeó al hablar.
—Sí, Draco, estás esperando un hijo de Potter, aproximadamente tienes una semana —informó Pansy.
Draco se recargo en el respaldo de la silla cómo si algo muy pesado lo hubiera empujado, su piel estaba más pálida de lo normal, sus ojos desorbitados indicaron qué se encontraba perdido en sus pensamientos, Pansy también lo estaba, no esperaba qué tan pronto fuese a quedar embarazado pero sí sucedió al poco tiempo de estar juntos sólo podía significar una cosa; la magia de ambos era los suficientemente poderosas juntas, ellos habían nacido para estar juntos.
El rubio había acudido a cita con su amiga en San Mungo el día del cumpleaños de Harry pues había amanecido con un severo dolor de cabeza y muchas ganas de vomitar, claramente maldijo el momento en qué fue a caer enfermo, era el cumpleaños de Harry, y no podía darse el lujo de sentirse mal, por lo que después de beber una poción para las náuseas y el dolor de cabeza fue directo al consultorio de su amiga quién era medibruja para hacerse un chequeo y prevenir alguna enfermedad, tenía qué estar completamente saludable ese día, pero nunca imaginó qué el estudio de sangre le revelara qué tenía una semana de gestación, Draco era consciente de su decisión junto a Harry para tener hijos si la demanda de divorcio salía mal, pero no esperaba qué fuera tan pronto, estaba feliz y asustado.
—¡Por dios Draco! —exclamó de pronto Pansy—. ¡Vas a tener un hijo!
La chica se soltó a llorar, cubrió su rostro con sus manos y Draco al fin salió de su transe y abrazó a su amiga, recargando su rostro en su pecho, sin dejar su posición. Rato después se descubrió el rostro y observó a su amigo quién también había estado llorando.
—¿Le vas a decir? —preguntó separándose de él para ir por un pañuelo y dárselo, Draco se limpió el rostro cómo pudo y ella le imitó.
—No, bueno sí —se corrigió al instante—, pero no se lo diré en su cumpleaños, quiero qué pase un día especial sin pensar en nada más qué él y su felicidad, además todavía no están listos los papeles de divorcio y me gustaría qué mi embarazo avance un poco más —dijo el rubio, al finalizar terminó de limpiar sus lágrimas y su nariz.
Pansy asintió comprensiva, con una sonrisa tierna en su rostro.
—Me parece qué es lo mejor
—Serás la única persona qué lo sepa además de mí
—Tú secreto está a salvo conmigo, pero el guardarle el secreto a mi novio te va a costar qué yo sea la madrina de ese bebé —la castaña sonrió más ampliamente y dio un pequeño grito de felicidad.
—Por supuesto —dijo el rubio y abrazó de nuevo a su amiga—, gracias Pans.
—No hay de qué —respondió la chica.
—Bueno, ahora qué soy consciente de lo que sucede debo regresar a planear la cena con Harry —habló separándose de su amiga.
—Buena suerte y ándate con cuidado ah y ven a verme el siguiente mes, no queremos descuidar a mi sobrino
—Para nada, aquí estaré puntual
Dicho esto, Draco le dió un beso a Pansy en la mejilla a modo de despedida y salió del consultorio rumbo a la red flú, necesitaba pasar a la tienda de regalos de su tía donde encontraría todo aquello qué buscaba para qué el cumpleaños de Harry fuera especial.
La hora de comer se prolongó un poco más de lo esperado, extrañamente Remus y Sirius discutían sobre el lugar qué debían llevar a comer a Harry, a él no le interesaba el lugar, sólo quería estar con su familia ese día qué habían decidido pasar explorando Londres a pie.
Entraron a diferentes tiendas en las cuales compraron ropa para su padrino, normalmente los magos no usaban ese tipo de chaquetas de cuero pero él era un experto en confrontar las reglas, tal cómo su padre y él mismo, Remus por el contrario intentaba qué pasara un buen momento y Harry se dio cuenta qué, lo que a Sirius le hacía feliz, también hacía feliz a Remus.
Caminaron por más rato por las grandes avenidas de Londres, recorriendo además de boutiques, algunos parques y librerías, sin embargo el tema del banquete era aún el tema de discusión en la pareja, eran cerca de las seis de la tarde, Harry estaba por abrir la boca y decir qué podían comprar algo y cenar en casa, estaba verdaderamente cansado de tanto caminar. Cuando Sirius observó a Harry y habló:
—¿Qué dices de un banquete al aire libre? —dijo Sirius.
Harry lo pensó por un momento, el haber estado encerrado tanto tiempo le hacía querer pasar más tiempo en el exterior, sin embargo su agotamiento le estaba ganando, pero no quería decepcionar a su padrino ante su repentino entusiasmo y qué al fin iban a comer y descansar.
—No hay problema —dijo Harry.
—Entonces iremos al restaurante qué está en la otra esquina y traeremos la comida, no te muevas de aquí hasta qué volvamos, ¿de acuerdo? —dijo Remus.
—Aquí espero
Harry sintió una enorme felicidad cuando tomó asiento en una de tantas bancas de madera del parque, pronto se dio cuenta qué se encontraba en Greenwich Park, el lugar era agradable, el campo amplio le traía tranquilidad, era un lugar perfecto para pasar horas leyendo debajo de un árbol, una banca o inclusive un picnic cómo el qué su padrino sugirió. Había personas de diferentes edades paseando por ahí, algunos iban con sus mascotas y otros simplemente iban solos caminando y escuchando música en sus audífonos, Harry era consciente de qué la vida muggle no era tan mala, a excepción de los Dursley, convivir con ellos era una tortura y la vida qué llevaban era todo un caso digno de contar y del qué no le encantaba acordarse.
No fue consciente de cuánto tiempo pasó hasta qué notó cómo la gente qué antes habitaba el parque lo iba desocupando, Harry se preguntó por el paradero de la pareja qué no llegaba, no tenía idea de cuánto podría demorar alguien atendiendo pedidos para llevar, sin embargo tuvo un extraño presentimiento y decidió levantarse, buscarlos y volver a casa, ya había descansado lo suficiente cómo para caminar un poco más y aparecerse.
De pronto la reja qué protegía el lugar se cerró por sí sola, impidiéndole salir, Harry se asustó y sacó la varita del interior de la chaqueta y apuntó con esta en dirección a la reja, ese tipo de situaciones nunca le traían nada bueno y teniendo en cuenta qué la loca de su ex era la persona qué probablemente quisiera hacerle daño no se iba quedar de brazos cruzados hasta qué apareciera, sin embargo nada ocurrió durante largos segundos, el corazón el chico palpitaba fuertemente, al final decidió dar pequeños pasos hasta ahí, observando a su paso por si alguien aparecía pero nada ocurrió, se acercó más y sin bajar la guardia apresuró el paso hacía la enorme reja y abrirla, sin embargo la soltó tan rápido cómo la tomó, y apenas fue consciente de lo que ocurrió a su alrededor. De pronto se había iluminado, era cómo si miles de luces estuvieran pegadas a cada pequeño barandal, formando espirales en color dorado. El tercer nombre de Harry era curioso y no se contuvo a tentar la reja, aún con la varita firme en la mano, y cuando la tocó no ocurrió nada, eran solamente unas luces alumbrando de una manera especial y casi mágico por qué no veía algún tipo de cable ni enchufe qué utilizaban los muggles para encender luces.
Giró sobre sus talones y observó la banca en la que había estado sentado así cómo el árbol qué le hizo sombra, sorprendiéndose más de lo que ya estaba.
La copa del árbol que tenía abundantes hojas verdes también se iluminó, Harry estaba seguro qué se trataba de las mismas luces qué tenían las rejas negras, Harry frunció el ceño, su corazón seguía palpitando, dio pasos lentos todavía con la varita en mano y apuntando hacía ese nuevo lugar iluminado, estando a escasos metros la luz de la banca qué ocupó hacía pocos minutos también se iluminó, pero de un tono rosa claro, eran cómo pequeños destellos esparcidos por toda la madera y lo que terminó de confundirlo fue ver entre el árbol y aquella banca de madera un mantel blanco sobre el césped podado, qué no estaba sólo, encima había al menos cinco charolas cubiertas con tapaderas de plata, una canasta con una servilleta de cuadros negros y rojos, un ramo de flores en el centro, cojines de diferentes formas, tamaños y colores entre el árbol y el mantel, y por último a un lado del enorme árbol observó a una persona qué estaba de pie observándolo con discreción, Harry podría reconocerlo hasta con los ojos cerrados.
La varita resbaló de sus dedos y sin prestarle atención corrió hacía Draco cómo rayo de luz.
—Feliz cumpleaños amor —susurró en su oído cuando tuvo a Harry fuertemente abrazado.
Harry no respondió de inmediato, se había soltado a llorar sin control después de verlo, sí qué lo había extrañado.
—¿Te gustó la sorpresa? —preguntó el rubio.
Harry asintió sin tener capacidad de articular una palabra debido a su reciente conmoción.
—Te amo Harry —le murmuró al oído.
—También te amo —respondió entre sollozos—, te extrañé...
—Y yo a ti amor, lamento no haberte dicho nada pero estaba planeando tú sorpresa de cumpleaños —explicó el rubio.
"Además, me enteré qué esperamos un hijo" —pensó. Draco cumpliría su promesa de mantenerse al margen con la reciente noticia de su próxima paternidad.
Harry no volvió a decir nada pero le respondió al rubio dándole un apasionado beso en los labios, hablando de manera silenciosa todo aquello qué sentía, no contaron el tiempo qué pasaron con sus labios juntos pero les pareció un abrir y cerrar de ojos.
Al apartarse con la respiración agitada y los labios hinchados se sonrieron con mucho más entusiasmo. Draco tomó su mano y los guió hasta los cojines en lo que se acomodaron.
—Es maravilloso, muchas gracias —dijo el azabache.
—No hay de qué, preparé algunas cosas yo mismo y lo demás los elfos lo hicieron, en especial Winky qué, luego de llegar a trabajar a la casa oye tú nombre y se asegura de dar lo mejor —dijo el rubio.
Harry se rió. —Fue un camino difícil, pero sé qué no podría estar más feliz qué con una familia así
—Concuerdo amor
Dicho esto levantó la primera tapa qué cubría unos pequeños panecillos brioche con un trozo de carne del mismo tamaño qué el pan, se veía sumamente jugosa y el aroma qué emanaba era delicioso, las hamburguesas eran el platillo favorito del azabache cuando comían juntos.
—Es sólo la entrada —comentó el rubio al ver la expresión de sorpresa del cumpleañero.
—Wow, es increíble —Harry le miró sonriendo y volvió a besar sus labios— Gracias
—Por nada, ahora come —Draco tomó uno de los bocadillos para dárselo a Harry quién lo mordió con gusto, para esas horas su estómago demandaba algo para comer y disfrutaba cada bocado.
La cena pasó entre pláticas, risas, comida, besos, más pláticas, diversión y más comida, ambos estaban a punto de explotar de tanto qué comieron.
A Harry le fue inevitable rememorar su último cumpleaños, el número 18, Hermione decidió la hora qué debían levantarse y cumplir las actividades qué organizó para su cumpleaños, aquí había dos cosas por analizar, la primera sería qué la chica solamente buscaba hacerle pasar un buen día a su en ese entonces novio, llena de sus actividades y/o comidas favoritas. La realidad era que no, la castaña parecía no conocer a su marido, o fingía no hacerlo, el desayuno fue lo único qué no estuvo tan mal, por qué a partir de ahí la castaña se tomó el tiempo de organizar con un mes de anticipación ese día, su segunda actividad fue ir de compras a Londres, siempre se quejaba de la ropa vieja de Harry, y a él le molestaba qué no le preguntara si quería cambiar su ropa, era prácticamente una orden qué debía cumplir, cual empleado del ministerio. La segunda actividad en pareja fue una comida en casa de sus ex suegros, Harry trató de ser lo más amable posible a pesar de no estar del todo cómodo pues los señores no eran tan diferente a su hija y comprendía por qué ella actuaba de esa manera. Lo siguiente fue compartir un pastel elegido al gusto de Hermione y sus padres pues consideró más sus gustos qué los de él, y en ese momento a Harry le fue inevitable comparar dicha situación pues ahora tenía frente a él media tarta de melaza, su favorita, la otra mitad se la había devorado con gusto, mientras que el rubio comió sólo una rebanada.
—No quiero tener un novio gordo, así que harás dieta por una semana —bromeó el rubio.
Harry se río con pesadez, estaba tan lleno qué el estómago le dolía y le impedía moverse.
—Es tú culpa por haber traído comida deliciosa y mi favorita —respondió Harry, observando al hermoso rubio.
La pareja se encontraba recostada bajo la enorme copa de un árbol, Draco colocó dos cojines en el tronco para recargarse y después hizo qué Harry se recostara en su pecho.
—Siempre supe qué adorabas la tarta de melaza pero no creí qué tanto —Harry río en respuesta.
—Y las mini hamburguesas estaban igual de extraordinarias, todo lo qué trajiste lo era, muchas gracias amor —dijo Harry sin dejar de mirarle.
Draco sonrió y dejó un beso en la frente.
—Te haría el amor en este momento, pero estoy demasiado lleno cómo para soportar una actividad física cómo esa
Draco se sonrojó y golpeó cariñosamente el brazo de Harry.
—Sólo piensas en eso... —dijo con fingida molestia.
—Es qué te veo y no puedo evitarlo.
Harry se colocó un poco más de lado para besarlo lento y profundo durante largos segundos.
—Tendremos más tiempo mañana, le prometí a Sirius qué llegaríamos temprano
Y Harry recordó hasta ese momento qué tenía padrino.
—Me olvide de Sirius —Harry tuvo la decencia de avergonzarse.
—¿Y es tú padrino? No eres buen ahijado —bromeó Draco.
—Lo siento, es qué ver todo esto y a ti fue lo mejor qué me ha pasado en mucho tiempo... Te amo
—También te amo —respondió el rubio y suspiró profundamente sin poder evitarlo.
Minutos después Draco comenzó a guardar todo en la canasta qué llevaba, gracias a un hechizo las cosas quedaron en perfecto orden dentro y el jardín estaba completamente despejado y limpio.
—¿Cómo hiciste para qué nadie viniera en todo este rato? —preguntó Harry levantándose con ligera dificultad.
—Sirius confundió al muggle qué vigila el parque —confesó el rubio.
Harry se río e imaginó la escena de su padrino encantando a un muggle para qué no molestara en un buen rato, siendo reñido por Remus en el camino.
—Son unos tramposos, primero me dejaron sólo y después tuve un susto de muerte, hasta qué te vi...
—Y luego dijiste, ¡Oh miren, qué chico tan guapo! —ambos se rieron.
—Bastante guapo y bueno... —dijo Harry.
Draco se sonrojó
—Es hora de irnos —respondió Draco cambiando el tema.
—¿Esta vez sí nos veremos mañana?
Draco asintió sonriendo.
—Te espero en Grimmauld Place —dijo Harry rodeando con sus brazos el cuello de Draco.
—Ahí estaré —respondió el chico de ojos grises antes de besarle de nuevo.
Al cabo de una sesión larga de besos, mimos y palabras cursis de ambos, se aparecieron en sus respectivas casas, estando seguros de haber pasado el mejor día de sus vidas.
Dos semanas más tarde Kingsley les informó qué la demanda de divorcio estaba lista, sólo tenían que llenar sus datos personales y llevar el acta de matrimonio original, Harry recordó qué Hermione debía tenerla, y Draco conservaba el papel en su antigua casa y dadas las circunstancias ninguno pretendía volver para recuperar esos papeles. No tuvieron más remedio qué solicitar otra acta qué les tomó otra semana recibir, sin embargo ninguno perdió el tiempo durante esos días, Harry se había reunido con sus amigos Luna y Neville tal cómo lo acordaron, había sido un encuentro muy esperado y emotivo, el chico de anteojos se sinceró y les contó la nueva vida qué tenía ahora junto al rubio, ambos se sorprendieron pero le demostraron su apoyo, después de todo no era tan mala esa relación sí le había traído a Harry la oportunidad de recuperar su antigua vida, e inclusive mejorarla.
La cita para firmar el divorcio había llegado, era 28 de Agosto, a Harry le urgía ser libre y al fin poder formalizar su relación con Draco, ese día tenía un mal presentimiento, no quería ser pesimista pero no iba a estar tranquilo hasta ver hecho cenizas los papeles de matrimonio, sabía qué Hermione y Ron pondrían mil trabas para retrasar lo más posible el divorcio, sin embargo, con la ayuda de Kingsley habían logrado tener todo a su favor.
—Señorita Granger cómo le repito, no hay más qué hacer, el divorcio está hecho, de todas formas se quemará —indicó por enésima vez la secretaria del registro civil de magos y brujas.
—Pero yo no quiero firmar —objetó la chica.
—Bueno, sólo requiere una firma y si el señor Harry Potter aquí presente lo hace el divorcio se anulará —comentó la bruja.
Hermione fulminaba a Harry con la mirada pero a él poco le importó.
—Lo mismo ocurre con el señor Weasley, el papel será inválido una vez qué firme
Ninguno dijo nada durante varios segundos, Ron estaba a punto de echarse a llorar por quinta vez, y la bruja no tuvo más paciencia.
—Hágame el favor de firmar, señor Malfoy usted primero —dijo la bruja de apellido Riguetti.
Draco se acercó a paso lento al escritorio y tomó la pluma qué la bruja le ofrecía para luego estampar su firma, cuando el documento se hizo cenizas al fin respiró aliviado. Weasley se echó a llorar escandalosamente.
—Señor Potter ahora usted
Ignorando las amenazas de Hermione, Harry firmó la hoja y fueron testigos de cómo el acta de matrimonio se consumía por el fuego.
—Si ustedes conservan otra copia para este momento deben estar hechas cenizas, ahora el divorcio es válido, los jóvenes Potter y Malfoy son libres a partir de este momento.
Harry no cabía de la felicidad, al fin podría andar con Draco de la mano por el callejón diagón si quería, podría besarlo dónde y cuando le apeteciera sin temor alguno.
Draco también estaba tan feliz cómo él qué se abrazaron fuertemente.
Por el contrario Hermione lanzaba improperios a todo el mundo, incluido Ron qué no dejaba de llorar, la juez tuvo qué hacerle callar e invitarla a salir, pero ella se negó a mover un pie.
—Somos libres... murmuró el rubio.
—Lo sé amor...
Y sin tomar en cuenta el lugar donde estaban Harry besó a Draco, era un beso diferente a los qué muchas veces se habían dado, con sabor a libertad y felicidad.
—Te amo —dijo Harry al separarse.
—También te amo Harry.
—¡Era verdad! —gritó Ron completamente enfurecido.
—¡Sí! ¡Draco y yo hemos estado juntos todo este tiempo! —respondió Harry en voz alta.
—¡Eras mi mejor amigo! ¡¿Cómo pudiste?! —la rabia qué sentía Ron en ese momento era imposible de explicar.
—Descubrí qué Draco era mucho mejor compañía, él me entendía, me hacía feliz, nos dábamos apoyo, pasábamos tiempo juntos descubriendo la similitud en nuestra forma de ser y de pensar, no fuimos conscientes de nada hasta qué un día lo besé — explicó Harry.
Ron los observaba con la boca abierta, la bruja juez tenía la intención de decir algo pero no podía, la situación era alarmante y prefirió quedarse en caso de qué la pareja a quienes acaba de divorciar necesitaran su ayuda.
—¡Malfoy eres una! —fue el turno de Hermione de gritar.
—¡Cállate estúpida, no vuelvas a insultar a Draco por qué no tienes idea de lo que soy capaz! ¡Serás una cucaracha comparada con Voldemort, así que tú decides si quieres seguir gritando estupideces!
Harry explotó, nunca lo habían visto tan enojado y eso asustó a los presentes.
—Amor por favor tranquilízate, es mejor irnos de aquí...
Harry volteó a verlo y asintió aún enfurecido.
Draco tomó su mano y se encaminaron a la salida, no sin antes recibir un agradecimiento y una disculpa hacía la juez por parte del rubio.
Estando a escasos centímetros de salir, escucharon cómo un hechizo iba directo hacía ellos, Harry lo esquivó y cubrió a Draco con su cuerpo haciéndolos a un lado, pero antes de qué el azabache pudiera tomar su varita, Hermione volvió lanzar un hechizo qué si bien destruyó los cristales de la oficina, también le había dado a Draco.
Hermione gritó cómo una loca y Harry lo único qué fue consciente fue ver a su pareja inconsciente sobre el suelo de la oficina, con restos de cristales sobre su abrigo negro y antes de pensarlo lanzó un merecido Crucio hacía la castaña, ni siquiera le importaron sus desgarradores gritos, y mucho menos se percató cuando Riguetti desapareció en busca de ayuda.
—Amor —la voz de Harry tembló, tomó al rubio de la cabeza y lo recostó en su regazo, pronto se dio cuenta de la hemorragia de sangre, qué venía del estómago del rubio.
Observó rápidamente su rostro, estaba pálido y sin color alguno, parecía muerto, Harry sintió qué en ese momento estaba dejando de respirar.
¡Hola buenas noches! Este capítulo quería subirlo cómo regalo del día del amor y la amistad, pero no lograba terminar el capítulo cómo quería, además tuve cosas qué hacer entre esas tomar clases y tareas, afortunadamente no terminamos la semana sin capítulo y eso me hace feliz.
Aunque el capítulo no terminó precisamente feliz fue lo suficiente cómo para compensar el 14 de Febrero, espero qué les haya gustado, muchas gracias por leer y sigue lo bueno...
Ale ❤️
