El campo de batalla era una imagen que dejaría marcas en las mentes de las personas más descerebradas.
Cuerpos tendidos, y armas esparcidas por el suelo o incrustadas en los cuerpos.
Montañas de cadáveres, sin importar la facción a la que pertenezcan.
Charcos de sangre, alas, incluso miembros separados de su cuerpo en todos lados.
Una visión desgarradora de una guerra que había comenzado hacía mucho tiempo.
La magnitud de la perdida era incomprensible. Era imposible contar a los seres que habían muerto.
Sus pies pasaron por los charcos de sangre, manchando sus botas de oro con sus pasos lentos y pesados.
Sus piernas se cubrían con una armadura dorada, aquella que había portado con tanto orgullo cuando era la mano derecha y la voluntad de Dios.
Líneas rojas y negras recorrían la armadura, brillando como rubíes y una noche de luna llena.
Su torso desnudo estaba recibiendo todas las ondas de viento provenientes del norte, a donde se dirigía.
La cicatriz en su pecho, producto de la misma Amaterasu, resaltaba como la debilidad de un enemigo el cuál desconocías.
Una hombrera y un brazalete bañados en oro adornaban su brazo derecho. La hombrera tenía un diseño con el símbolo de Lucifer, y el brazalete el mismo símbolo de forma inversa.
Su antebrazo izquierdo tenía un brazalete de oro, el cual cubría la totalidad desde la muñeca hasta el codo.
Sus pasos lentos y seguros, con los puños apretados, daban un aíre de autoridad.
Una figura estaba bajando por las nubes del Inframundo, de forma tan lenta que parecía una película de terror.
Piernas de grandes músculos, definidos como si no tuviera un poco de grasa en su cuerpo, cubiertas tras unas botas de oro que deja sus dedos al descubierto, y una toga blanca, la cual se engancha en su cintura con la parte restante.
Brazaletes de oro en sus antebrazos, solo siendo el principio de brazos de un tamaño abrumador, como si fuese un Titán.
Marcas doradas y finas como una línea recorrían su torso, desde su abdomen y su pecho hasta sus brazos.
La mitad de su torso estaba descubierta, siendo la otra parte cubierta por la toga, enganchando la parte de su espalda con el pecho gracias a un broche de oro.
Una larga barba blanca se hizo visible.
Su rostro arrugado, sus ojos blancos, sin pupilas, y su largo cabello blanco, eran un símbolo de su clara antigüedad.
Grandes e imponentes alas doradas destellaban en su espalda.
La figura que caminaba por el campo de batalla se detuvo. Levantó su cabeza, y sus ojos se enfocaron en su único objetivo.
Aquél, por el que había salido al campo de batalla por primera vez en toda la guerra.
Aquél, por quien dejó de lado muchas cosas para alcanzar su objetivo.
Aquél hombre era su propio padre.
Ninguna batalla se había detenido mientras uno bajaba del cielo mismo, y el otro seguía caminando de forma lenta hacía el mismo.
Padre e hijo estaban separados por kilómetros de distancia. Aún así, parecía que ambos estaban a solo milímetros.
El aura que emana de ambos forma una bruma increíble, que empieza a cubrir el mismo cielo del inframundo de color dorado y negro.
El sonido del metal resonó en el suelo, mientras aquellas botas de oro goteaban la sangre de los charcos por los que había pasado.
Un estruendo resonó cuando aquél hombre adulto mayor tocó el suelo con su pie.
Con los brazos cruzados, aquel hombre se quedó esperando a su hijo.
Aquella creación de la cual había estado tan orgulloso hace muchos eones.
La distancia se acortó. Ambos hombres estaban de pie, con posturas firmes y erguidas, viendo fijamente a los ojos del otro, mientras más de 100 metros los separaban.
"¿Qué vas a hacer ahora, padre?"
Aquellos ojos sin pupila, que brillaban como el cielo en un día sin nubes, nunca se separaron de la mirada carmesí del otro hombre.
La diferencia de altura era clara, incluso a la distancia. Mientras uno solo llegaba a los dos metros, el hombre mayor llegaba a dos metros con cincuenta.
"Este es un asunto que debo atender personalmente. No voy a cruzarme de brazos mientras tú sales para darle caza y muerte a mis hijos".
Incluso tras un bufido, la expresión sería de su rostro no cambio.
"Hablas como si fueses el padre perfecto. Te recuerdo que has asesinado a tus hijos y creaste otros totalmente inútiles e incompetentes".
Un gruñido. Esa fue la respuesta que recibió por sus palabras.
El cielo se oscureció en todo el inframundo, haciendo que los diablos en las ciudades vean, por primera vez sin ir al mundo humano, la misma noche.
"Te he subestimado mucho, hijo mío. Creía que serías igual que al momento de tu caída, pero no veo en tus ojos las virtudes que anteriormente tenías cuando eras mi mano derecha".
El color de sus ojos brilló en molestia. Aquel rojo se transformó en carmesí potente, hasta cambiar a un color similar al fuego.
"Haré esto sencillo para ti. Sométete, y sírveme de por vida".
Una risa seca salió de sus labios. La burla brilló en su expresión.
"No sirvo a nadie".
Las manos de aquel hombre brillaron en luz pura, rodeándolas en una esfera.
"Entonces no me dejas elección".
En ese mismo momento, los pies de ambos se movieron. De pasos lentos y seguros, hasta correr el uno hacía el otro.
Con el brazo en alto, y su mano formando un puño, el hombre de dos metros saltó listo para golpear a su padre, pero el tomó el puño con su mano izquierda, y con la derecha lanzó su propio golpe.
Ambos atravesaron el cielo mientras subían.
Usando su otra mano, bloqueó el puño del hombre que buscaba su rostro.
El forcejeo se hizo presente entre ambos. Ninguno iba a ceder ante el otro, con gruñidos casi animales mientras buscaban librarse el uno del otro.
"¡Ningún ángel y menos un demonio puede ser igual a mi! ¡El primer Dios! ¡Arrepiéntete de todo lo que has dicho niño!"
Usando su cabeza, el hombre de ojos rojos lanzó un cabezazo, el cual conectó con su oponente, pero no lo liberó del forcejeo.
"¡Los dioses son mezquinos y patéticos! ¡Ahora verás lo fuerte que soy!"
Ninguno se dio cuenta que ambos estaban volando por el universo, superando por mucho la velocidad de la luz mientras salían de la dimensión del Inframundo y navegaban por medio de las estrellas.
Un codazo rompió la nariz del hombre mayor, que devolvió el golpe con un puñetazo al rostro de su hijo, que le hizo girar la cabeza un poco.
Rápidamente se recompusieron y volvieron al forcejeo, entre puñetazos y codazos.
Golpe derecho, golpe izquierdo. Gancho. Desvió y codazo.
Volviendo a la conciencia del entorno, un portal se abrió detrás del hombre mayor, y ambos terminaron pasando por ahí.
Ahora cayendo ambos en picada, un puñetazo del hombre más joven los separó, mientras el hombre mayor se agarraba la mandíbula, sintiendo un leve dolor por el golpe demoledor que recibió.
Cayeron de pie. Un cráter se formó debajo del más joven, que notó estaban sobre lo alto de una torre, atravesando el cielo y las nubes, pero no llegando al espacio.
Miró a su padre. La mandíbula se había desviado por su golpe, y parecía que la parte inferior de su rostro estaba partida hacía la derecha.
El icor cayó de su nariz y boca a montones cuando la acomodó, sanando de forma lenta sus heridas.
Naruto Lucifer contra Dios.
La energía titilante de las estrellas tiño el escenario alrededor de la cima de aquella torre.
Los ojos de aquel ángel caído reflejaban la profundidad del abismo, un desafío a la luz divina de Dios.
Las constelaciones temblaron ante la inminencia de una colisión divina.
Sin saberlo, seres celestiales observaban desde su dominio aquel suceso a ocurrir, mientras el universo mismo temblaba en anticipación ante la inminente confrontación del pecado original y el líder del cielo.
La estrella de la mañana decidió el primer desafío.
Un enfrentamiento directo.
Corrió hacia Elohim, que repitió la acción con toda confianza.
Naruto se deslizó debajo de Elohim, antes de levantarse con el impulso de sus dedos. Elohim se giró, viendo como Naruto lanzó múltiples patadas a su torso, las cuales desvió con sus palmas antes que el Lucifer de un saltó hacía atrás.
Volvió hacía Elohim, lanzando una patada baja con destino a su pantorrilla. El Dios saltó sobre la patada, y con el primer impulso al tocar el suelo, lanzó dos puñetazos hacía Naruto, que conectaron con su destino.
El rostro del demonio giró, antes de tirar su torso hacía atrás para evitar una patada ascendente de Elohim, el cual apoyó su peso en sus manos, antes de saltar hacía atrás.
Izquierda. Derecha. Izquierda. Naruto lanzó 3 golpes que conectaron con el rostro de su padre, que sintió la fuerza detrás de ellos.
Pasó debajo de una patada giratoria del Dios. Se levantó con el impulso, como si estuviese haciendo una sentadilla, y giró todo su cuerpo en el aíre, dando 2 patadas hacía el abdomen de Elohim, que escuchó y sintió aquellos golpes conectar y remover sus órganos internos.
Pasó debajo de la tercer patada y lanzó un gancho derecho al rostro de su hijo. Naruto movió su cuerpo a un lado, dejando pasar aquel golpe.
Los siguientes golpes de Naruto fueron esquivados por Elohim.
Ambos lanzaron un puñetazo al abdomen del otro, pero terminaron chocando su puños.
¡Flusssss!
Una onda de choque salió, producto del mismo golpe de puños.
Aquella onda de choque resonó con potencia, y mató muchas estrellas alrededor del escenario.
Apenas separados, lanzaron una patada alta. Sus pantorrillas se chocaron, generando una segunda onda de choque que tuvo el mismo resultado que el golpe de puños.
Sus piernas se enlazaron mientras la bajaban.
Naruto no tuvo ni un nanosegundo para reaccionar a tres golpes rápidos a su costado derecho, una vez separaron sus piernas. No hizo ningún gesto de dolor, más allá de una leve mueca.
Reaccionando rápidamente, y aumentando su poder en base, bloqueo un puñetazo hacía su pecho con su antebrazo, y desvió un golpe a su rostro con su palma.
Atrapó la muñeca de Elohim ante un gancho que iba a su abdomen.
Sus músculos parecieron crecer mientras las venas resaltaban en su cuerpo. Un fuerte puñetazo conectó con el abdomen de Elohim.
¡FLUSSSSSS!
Una onda de viento similar a un huracán salió de la espalda de Elohim, mientras Icor caía de su boca y manchaba tanto el brazo como el rostro y el torso de Naruto.
Una patada potente conectó con su abdomen, haciéndolo trastabillar mientras escupía una flema de considerable tamaño con color dorado por el icor.
Lanzó un rápido puñetazo hacia el rostro de Naruto, superando la velocidad de la luz en 10 veces.
El Lucifer giró a una velocidad superior su cuerpo, antes de tener que agacharse un poco más rápido para evitar un jab que tenía como destino su mandíbula.
Lanzó un golpe recto con su derecha al rostro de Elohim, que pasó debajo del mismo, esquivando en consecuencia un segundo golpe curvo de izquierda.
Su puño derecho fue hacía el pecho de Naruto, encorvando al caído que escupió sangre negra al suelo.
Una patada al abdomen lo encorvó un poco más, pero reaccionó a tiempo para el contraataque.
Giró en el aire y lanzó una patada de 360 grados a 11 veces la velocidad de la luz, haciendo que Elohim gire su rostro con un corte en el mismo.
El icor manchó la barba del Dios, tiñendo la misma de un color dorado.
Un gancho levantó al Dios del suelo, antes de volar unos metros atrás por una patada en su abdomen.
Giró en el aíre y se recompuso, tomando distancia de Naruto.
Estiró su mano, con una expresión severa.
"Niño insolente".
Cinco clones surgieron del poder de Elohim, con una fracción de poder del mismo.
Llegaron frente a Naruto en tiempo record, pero el demonio no se inmuto.
Pasó debajo del primer golpe, afirmando su mano con todos los dedos juntos, antes de cortar la cabeza del clon con su mano.
Giró sobre 3 ganchos y 2 patadas de hacha hacía el, antes de chasquear los dedos.
"¡Quédate quieto!"
La realidad pareció distorsionarse alrededor de Naruto, hasta expandirse por todo el terreno de combate.
Los colores grisáceos resaltaron mientras los clones de Elohim se movían en cámara lenta. Naruto se movió a ritmo humano, cortando las cabezas de los clones en un instante.
Con otro chasquido de dedos, el tiempo volvió a la normalidad, mientras Elohim veía con curiosidad el poder de su hijo.
Sus clones se deshicieron en icor dorado.
Él no había resultado afectado por la magia de su hijo, pero sintió que lo uso de forma muy débil.
Como si no se hubiese esforzado.
Naruto estaba de espaldas a Elohim. Se giró levemente, para verlo sobre su hombro.
"Pelea, padre".
La mirada de Elohim se endureció, antes de correr hacía su hijo nuevamente.
Giró en el aíre, lanzando un combo de 10 patadas giratorias cargadas de energía de luz hacía Naruto. El Lucifer movió sus manos como si fuesen agua y desvió las patadas de su padre, usando una buena cantidad de su fuerza para evitar ser golpeado.
Una patada giratoria casi golpea los oblicuos de Elohim, pero lo desvió con su palma hacía el suelo. Usando esa pierna como apoyo, Naruto giró y lanzó otra patada de talón hacía el rostro de su padre, el cual movió su cuerpo para atrás, evitando dicho golpe.
Tiró su rostro hacia atrás, evitando el puñetazo directo con la derecha del Dios, y desvió hacía su costado el jab izquierdo.
Nuevamente, un puñetazo izquierdo suyo conectó con la barbilla de Elohim, pero el mismo pudo esquivar el segundo golpe con derecha, dejando pasar su puño hacía abajo.
Dios buscó conectar su puño derecho con el costado de Naruto, pero el atrapó el puño con su mano izquierda, forcejeando levemente.
El puño izquierdo era esperado por Naruto, que liberó la mano de Elohim y usó ambas para agarrar el brazo izquierdo de su padre y usar su próximo movimiento.
¡Crack!
El brazo izquierdo de Elohim se retorció en un ángulo extraño, ante los ojos adoloridos del Dios.
Usando la diferencia de altura y el brazo roto, Naruto se balanceó.
Su pierna derecha se fortaleció con una gran cantidad de fuerza, antes que el empeine de su pie conecte con la mejilla de Elohim.
Un sonido similar al de un rayo cayendo resonó cuando la patada conectó, y Elohim salió volando muchos metros a lo lejos, antes de detenerse contra el borde.
Un crujido asqueroso resonó cuando el Dios se puso de pie, acomodando su brazo con un gesto de dolor en su rostro.
Aunque sus heridas habían cerrado, su barba aún goteaba icor por la cantidad que salió de sus mejillas, boca y nariz por los golpes.
Naruto lanzó una flema de considerable tamaño, viendo la sangre oscura en la misma. Miró nuevamente a su padre, que estaba algo encorvado, agarrando su abdomen y su brazo levemente.
Ambos reaparecieron de repente a centímetros, con sus brazos retraídos, su cuerpo girado levemente, y sus pies en el aire.
Un fuerte golpe conectó con el rostro de ambos, enviándolos a volar hasta chocar de espaldas contra los pilares que mantenían a la torre en lo alto.
Naruto puso su mano en el suelo, estando en cuclillas. Su otra mano tenía su rostro, acomodando su mandíbula al sentir que se la habían sacado de su lugar.
Elohim se despegó lentamente de la roca, encorvándose un poco mientras daba leves jadeos.
Un gruñido escapó de su boca. Sus ojos brillaron, pareciendo las mismas estrellas.
El poder y el aura de Elohim salieron a flote.
Una luz inigualable que no venía de ninguna fuente visible, sino que fluía directamente de su ser. Su poder parece incalculable, pero aún así, no alteró a su hijo frente a el.
Naruto no se iba a quedar atrás.
Un gruñido gutural escapó de sus labios. Los dedos de su mano crujieron, mientras sus uñas se alargaban en garras afiladas.
Su piel se volvió pálida, como si fuese un muerto. La esclerótica de sus ojos se volvió negra. El iris roja pareció brillar como el fuego del mismo infierno.
Sus músculos aumentaron levemente en tamaño, mientras marcas negras aparecían a lo largo de sus brazos, pecho y cuello.
El gruñido se volvió un rugido.
Un rugido que resonó en todo el universo.
Un rugido que pedía sangre.
Que pedía muerte.
Paró unos segundos, antes de apretar los dientes.
"¡GGRRRRAAAAAAAAAAGGGGHHHH!"
El cielo tembló. Las estrellas se murieron cuando una cantidad absurda de energía oscura, la cual opaco por completo la luz del Dios bíblico como si fuese un agujero negro.
Planetas, estrellas, y algunos sistemas solares fueron destruidos solo por el rugido resonante en todo el universo.
Los humanos en la tierra temblaron de miedo, no sabiendo que era el causante de tal acto, y que llenó de miedo el corazón de todos.
Los dioses se levantaron de sus lugares, sin importar donde estaban, para ver en una única dirección.
El lugar proveniente del rugido.
El fin del mundo.
Elohim miró con sorpresa toda la energía oscura proveniente de su hijo, que seguía en su rugido gutural, mientras parecía absorber y emanar mucha más energía con cada segundo.
"Así de fuerte te has vuelto, hijo mío…"
De repente, toda la energía oscura fue absorbida por el epicentro de la misma, ahora emanando oscuridad pura a su alrededor.
Un gruñido hizo que Elohim miré la figura de su hijo, ahora transformado en un verdadero demonio.
Piel pálida, y músculos levemente más grandes que antes. La esclerótica de sus ojos de color negro, y el iris roja como siempre. Distintas marcas negras recorrían su cuerpo, mientras la armadura de oro se volvió algo oscura.
La hombrera y el brazalete en sus brazos seguían siendo de oro, no afectados visiblemente por la energía.
Un halo negro, hecho de sombras, reposaba sobre su cabeza, flotando como cuando era un ángel y tenía un halo hecho de oro puro y luz.
Pequeños ojos se formaron debajo de sus ojos, siendo estos totalmente rojos. Marcas finas similares a cicatrices hechas de sangre bajaban de su frente hacía sus mejillas, pasando por sus ojos.
Su cabello, ahora más largo y de un blanco pálido, se meció con el viento.
Una leve risa resonó desde su garganta, e incluso así, Elohim sintió que era una burla por su rostro levemente sorprendido.
"Hora del segundo round, anciano".
Un suspiro ronco salió de la boca de Elohim, viendo a su hijo con seriedad.
"Que domines algo como la energía oscura no te hará evitar tu derrota ante mí, hijo mío. No te he dotado de sabiduría para eso".
La sonrisa burlona y la mirada soberbia fueron la única respuesta para Elohim.
Ya era hora del segundo round.
