La vida en el nuevo hogar de Dis se había asentado, ahora tenía a dos pequeños a los que cuidar, y aunque lo negaréis ante todos, eso era lo que necesitaba si corazón alguien a quien cuidar. Por las mañanas iban a la escuela de Edoras de donde ya había conseguido hacer amigos, gracias a que los niños pequeños no suelen tener prejuicios. Mientras tanto ella trabajaba en la herrería donde había sido bienvenida gratamente por el herrero Elfhild. Un hombre ya mayor que estaba cerca de la jubilación que la había aceptado con los brazos abiertos. Con lo que le pagaba a la semana estaba decidida a devolverme a Thengel hasta el último céntimo.
Tanto el con su hermana habían estado varias veces en su casa para ver cómo estaban los niños y al igual que ella se habían enseñado con ellos. Habían empezado ya a comprender el Westron pero aún les costaba.
Era de noche ya, hacía ya dos meses y le tranquilidad se había sentado en el hogar. Dis cocinaba la cena mientras Aris le contaba cómo le había ido el día y su hermano soltaba comentarios de vez en cuando, mientras dibujaba en un papel.
-El profesor me dijo que teníamos que llevar mañana un trabajo sobre nuestra familia y no sé qué poner.-le dijo Balen
-Di la verdad, tienes que sentirte orgulloso de dónde procedes y no avergonzarte. Que estén muertos no significa que ya no sean tu familia.
-Señorita Dis, ¿tienes familia?-le preguntó Balen.
La mirada de Dis se entristeció y las lágrimas amenazaban con caer.
-¡Tonto! La has hecho llorar, no ves que si fuera así no estaría cuando de nostros. -Le reprendió su hermana.
-Lo siento señorita Dis -le dijo Balen con los ojos debajo de lágrimas.
Ella se acercó a ambos y les abrazó como si fueran sus propios hijos.
-No me queda nadie, algún día cuando seáis algo mayores os contaré las aventuras de dos traviesos hermanos que siguieron a sus tío a luchar contra un dragón.
-¿Tiene final feliz? -le preguntó Aris
-Bueno -Dis le dirigió una sonrisa triste-depende de a quien le preguntes. Pero Nobueno, no hablemos cosas tristes ahora. Vamos a cenar.
Ya era de noche y Balen y Aris ya estaban en la cama ya habérseles leído un cuento. Dis se encontraba mirando al fuego pensando en lo que había ganado y perdido. Cuando oyó un batir de alas. Eran dos cuervos de Erebor, uno llevaba una bolsa abultada y el otro un sobre grueso.
Decidió que lo mejor eras primero le la carta para ver si eso le daba una pista sobre la bolsa. En el sobre había dos cartas, en la permitiera reconoció la letra firme y elegante de Balin, y en la segunda una letra más vasta y temblorosa que pertenecía a su primo Dain. Decidió dejar los problemas para más tarde y comenzó con la de Balin.
Querida Dis:
Me alegra saber que has encontrado un lugar en el que quedarte y donde eres feliz. Por aquí todo va bien, conseguimos regresar a Erebor son grandes sobresaltos(incluso Thranduil no se comportó como un idiota) . Mi hermano manda saludos y se disculpa por no escribirte personalmente. Tito está volviendo a su cauce y Erebor empieza a resplandecer como antaño. La gente te hecha de menos, siempre fuiste una constante mientras Thorin realizaba sus viajes, pero a la vez entienden tus razones.
Respecto a la pregunta sobre los jóvenes Aris y Balen, Ori y yo preguntamos entre los recién llegados y buscamos en los libros, Pepi desgraciadamente no encontramos a ningún familiar lo suficientemente cercano. La bala que acompañe a mi carta es un regalo de Bofur y Bifur, quienes al enterarse quisieron mandarles algunos juguetes.
Me alegro de que hayas encontrado algo por lo que seguir. Seguiremos en contacto.
Tu querido amigo,
Balín
Con lágrimas en los ojos dejo las primeras carta y tomo la de Dain
Querida prima:
Me alegra saber que llegaste daba y salva a las tierras de Rohan. Comprendo tus razones y las entiendo, pero has de saber que si algún día quisieras volver aquí te recibiríamos con las puertas abiertas. Incluso si decidieras tomar el trono que por derecho es tuyo datos un paso atrás y te lo devolvería.
Espero que te estén tratando bien por esas tierras, pero ya sabes si algún problema me mandas una carta y en dos semanas me planto allí con un ejército para enseñarles a esos caballistas de poca monta lo que es bueno.
Me alegro por ti,
Dain Pie de Hierro,
Rey de la montaña solitaria
Dos terminó de leer la carta y se puso a escribir la respuesta refieres dándoles las gracias a ambos.
