Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 47.
La historia de aquella que vendió su alma al diablo.
"En la venganza el más débil es siempre más feroz" Balzac
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No estaba lista. Lo supe en cuanto tuve la empresa en mis manos. Tenía las indicaciones de Hyõ, pero necesitaba más que eso.
Necesitaba poder, estilo y ser una mujer que no era. No sabía lo suficiente. Era buena con mis manos, pero no tenía un equipo, no uno en el que confiara y lo necesitaba.
Saqué de la caja el número de Amaya D'Angelo y cuando la llamé ella no estaba sorprendida.
—Estaba pensando en que no ibas a llamar nunca.
—No sabía que esperabas mi llamada —le respondí y hasta la imaginé sonriendo irónicamente
—No tengo tiempo —replicó siendo directa así que yo también lo fui.
—Quieres venganza. Yo también la quiero, pero será a mi manera.
—Bien —aceptó las condiciones rápidamente.
—Necesito ayuda con mi empresa, alguien en quien pueda confiar. Y un cambio de look.
—Enviaré a alguien. Puedo enseñarte a manejarla, si me dejas.
—Se de finanzas, pero quiero el poder. Y el respeto. Dime a dónde te veo —acepté su ayuda.
Amaya no fue educada aunque esperaba que lo fuera. Envió a alguien que se encargó de las finanzas por unos días mientras yo iba a su mansión en las afueras de San Francisco. No me saludó cuando entré a su mansión
—Hay una sola cosa que debes saber —ella puso sus manos en mi cuello y las deslizó por sobre mis hombros enderezándome, haciéndome sacar el pecho. Luego levantó mi barbilla y apretó mis caderas —. Con estas —susurró antes de empujarme al frente. Trastabillé tropezandome con mis pasos lo que la hizo bufar de forma indecente —. Con estas robamos miradas Isabella. Si las mueves bien, los hombres temblarán siguiendo tus pasos y harán lo que tu digas sin que se lo pidas.
Amasó mis pechos y sonrió abiertamente cuando la alejé antes de caminar a su armario y abrirlo.
—Y si enseñas bien esas, firmarán contratos millonarios contigo sin leerlos.
Quise negarme a comportarme de esa forma, pero lo que Amaya me enseñó en una semana me abrió el camino al éxito que necesitaba.
Recuerdo que era dura conmigo como nadie nunca lo había sido.
—De nuevo.
—¿De qué mierda me sirve aprender a caminar como una puta?
Amaya sonrió abiertamente levantándose de la silla con un maldito metro de madera en sus manos y me golpeó la pantorrilla izquierda haciéndome doblar las rodillas del dolor. Cuando me incliné a frotarme porque ardió ella me golpeó el cuello y dió dos pasos más para golpear mi otra pantorrilla tirándome al suelo.
—Esperaba que me preguntarás eso —dijo cuando la mire desde el suelo sintiéndome una nada.
—No estoy estudiando para ser una puta.
—Hay momentos Isabella, en los que una mujer también tiene que ser una puta. También a veces somos malditas, bastardas, impertinentes y tozudas. Velo como quieras —alzó sus manos dándole énfasis a su voz y luego me señaló —. Pero no lo veas desde el piso de una maldita habitación como una débil y estúpida niña inocente. No bajo mi mando. La venganza no se logra con sentimientos absurdos que te hacen sudar las manos. Hasta los asesinos seriales, para matar a alguien, usan la ropa adecuada para no llenar la suya propia de sangre. Así que si quieres respeto, venganza y poder, ganatelo.
No lo entendí en ese momento. Quise refutar porque era un argumento estúpido, sin embargo cuando mi auto aparcó frente a Global High y los periodistas se agruparon para fotografiar a la nueva dueña de esa empresa y bajé vestida como si la moda hubiera escupido en mi armario y todo tuvo sentido.
Cuando los periodistas pidieron citas para hacerme entrevistas y cuando logré que los proveedores a los que Charles les debía millones me dieran el tiempo que pedí, dejé de sentirme preocupada.
No fue difícil. Sabía todo lo que tenía que saber, convencí a todos de que tenía una idea de lo que era el éxito y fue entonces cuando, con el apoyo de Amara Motors, sacamos el primer modelo de avión VIP.
El tiempo se convirtió en espuma. No la venganza sin embargo.
Aún así no tenía un equipo y necesitaba alguien en quien confiar.
Emmett no fue difícil de rastrear. Recuerdo que le pedí a Amaya buscarlo e investigarlo y cuando supe dónde estaba fui por él. Él había salvado mi vida una vez así que quizás podría convencerlo de unirse a mi.
No sabía lo roto que él estaba en un principio. Él estaba peleando, literalmente. Estaba usando sus puños para pagar los préstamos universitarios y para poder llevar algo de comer a casa. No había sido su día pues estaba perdiendo, cuando las sirenas de la policía sonaron a lo lejos y la gente se dispersó sin tomarlo en cuenta. Le dije a Banner que me ayudara a levantarlo.
Él me sonrió abiertamente viéndose aliviado, pero se negó en cuanto le dije que era lo que quería. Le ofrecí algo que no pudo rechazar, por supuesto tenía condiciones.
Estaba cuidando a Jackson, era un bebé que había perdido a su madre y Charlotte jugaba a la casita fingiendo ser abnegada.
Ella lo manejaba como a un títere, era el titiritero.
Te sabes el resto.
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Rosalie asintió antes de estirarse y esta vez Isabella le pidió irse. Era casi medianoche cuando ella abrió la puerta del estudio de la mansión. Emmett estaba en el comedor con varios papeles de la oficina regados y una computadora. Ambos se fueron a descansar juntos y cuando todo estuvo en silencio Isabella sacó su teléfono antes de seguir su ritual de subir a la segunda planta por su dosis diaria de masoquismo.
Cuando no bebía, cuando estaba sobria, caminar al segundo piso era como estar descalza sobre miles de alfileres con las puntas para arriba. Doloroso era una palabra que ni siquiera describe el dolor
Era como regresar el tiempo de una forma que haría vomitar a cualquiera.
Cuando escuchó el bip que marcaba las constantes dió un paso al frente y luego otro aún sin entrar, pero sí lo suficientemente cerca.
—Despierta —susurró tan bajo en un ruego antes de sentir su corazón apretarse en un nudo de agonía. Miró el diario y se giró dándole la espalda al amor de su vida para deslizarse al piso del pasillo y recostar su cabeza en el alféizar de la puerta.
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"Leí un artículo que casi me hace caerme de mi silla. Estaba buscando técnicas de estimulación eléctrica no invasiva para leer la actividad cerebral de pacientes en coma cuando la ví, era ella.
Mi Bella.
Quizás rodaría sus ojos o golpearía mi hombro por llamarla así. Ella es mía de todas formas, soy suyo también, la extraño, Dios soy un idiota enamorado. Aberdeen es frío, la gente aquí no sonríe, son competitivos y sin sentimientos.
Soy el mejor alumno, pero no es mi sueño. He dejado de estudiar fotografía, aún así estoy tomando fotos cuando puedo.
Son para ella. Quiero que sus ojos sean lo último y lo primero. Lo son en mis mejores sueños, pero quiero que vea el mundo de la forma en la que yo lo hago para eso son las fotos.
Y si ella está cumpliendo los suyos, sus sueños, estaré feliz y orgulloso. Por Hyõ y porque le prometí cuidarla.
No puedo escribir sobre la devastación que debe haber sido perderlo. Hyõ no me dijo que estaba muriendo, solo mencionó que el cáncer había vuelto. No me dijo que era grave.
Espero que Bella le haya jalado las orejas un poco. Viene Kate. Quiero que se vaya, pero a veces es bueno que esté cerca, ella me recuerda que no viví un sueño, que pertenezco a Isabella.
Te amo cariño.
Edward"
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Cuando Rosalie entró al día siguiente en el auto de Emmett quien iba a llevarla a la oficina se sintió nerviosa.
—Isabella tenía una reunión con uno de los compradores de Asia.
—Ella está distante —le frunció el ceño, pero Emmett sabía que eso solo significaba que algo malo estaba pasando
—Puede que lo estés imaginando.
Sin embargo ambos guardaron silencio por el resto del camino. Lauren estaba esperándola en la entrada cuando aparcaron y fue ella quien, en silencio, la dirigió a una oficina que no era la de Isabella.
Está estaba en el lado opuesto de la torre del edificio. Era enorme y tenía asientos de cuero negro, al menos eso fue lo primero que Rosalie vio; los ventanales eran inmensos y la vista era mejor que la que Isabella tenía de su lado en su oficina. En el escritorio había una placa dorada que decía Akihiro Hyõ Alcock y había paneles de premios
"Premio al diseño perfecto, entregado por Alemania al Haliaeetus"
Rosalie se acercó a ese premio sin notar a Isabella de pie observándola.
—Ese fue el primer avión que construimos —dijo sin poder evitarlo le llamó la atención haciéndola saltar del susto —. Haliaeetus es un tipo de águila. El águila es un ave rapaz capaz de volar a gran altura. Por esta razón se le tiene como un símbolo del cielo y del sol. Conocida como reina de las aves, simbolizan el grado más alto de las jerarquías sociales. Es vista como el símbolo de fuerza más grande del mundo porque llega un momento en su vida en el que pierde todo sus alas, su pico, sus garras y semejante al fénix, si espera lo suficiente, renace de sus cenizas volviéndose más fuerte. O muere.
—Es interesante —Isabella asintió un par de veces antes de caminar hasta el ventanal y mirar San Francisco —¿Puedo preguntar algo?
Nerviosa Rosalie se le acercó a Isabella, quien no la miró, pero asintió intentando infundir aliento, al menos eso quiso creer Rosalie quien siempre pensaba lo mejor de las personas.
—Hyõ había muerto, Edward se había ido. Tenías una empresa y poder, pero ¿Qué fue lo primero que esa Isabella hizo con eso?
La forma en la que Isabella sonrió abiertamente la aterró tanto que le congeló la piel
—Espero que tengas la grabadora.
Rosalie la levantó e Isabella la miró encenderla antes de cruzar sus brazos.
—La venganza empieza como un barco con un agujero tan pequeño que a simple vista no puedes ver y menos en mar abierto. Es como una gota microscópica que de repente se convierte en el jaque mate que anuncia la muerte.
Malik Maroto estaba muerto, Harry había sido un peón. Pero habían dos que eran los siguientes en la lista
Gusano y Randazzo.
Gusano. James Boake, una basura podrida de la calle de Nueva York, un proxeneta controlado por Ivanovic Volkov, el padre de Félix. Él era quien controlaba la mafia de Nueva York, Pensilvania, New Jersey y, a pesar de la distancia, también controlaba la mafia de San Francisco mientras fingía ser un simple dueño de una flota de taxis. Félix heredó todo cuando él murió. El hombre era millonario pero cada centavo que ganaba estaba tan sucio y lleno de mierda que bastaba solo con verlo para saber que estabas muerto si él mandaba a buscarte. James estaba en San Francisco, recuerdo que la última vez que lo había visto yo tenía once años y él le estaba cobrando a Jane por mí. Porque era una esclava.
Como un pescador experimentado usé la caña de pescar más vieja y fácil; saqué el anzuelo, una chica de quince años en un bar fingiendo estar asustada y, por supuesto, una llamada anónima a la policía.
James fue fácil, cayó en la trampa como una maldita hiena hambrienta de sexo con chicas jóvenes y bonitas. La chica se llevó su paga luego de declarar que se había perdido y James había intentado hablarle y violarla. Mentiras pequeñas a las que le agregamos que él por supuesto estaba drogado.
La policía tenía evidencias, demasiada evidencia inculpándolo de crímenes que daban miedo. Dejé que lo juzgarán, dejé que lo condenarán. Fui a su juicio y me senté en primera fila viéndolo palidecer y podría apostar que ese día él se cago de miedo pues me reconoció.
Sus ojos brillaron en reconocimiento y cuando vio mi sonrisa se subió a la silla del estrado señalándome mientras gritaba como loco que él había matado a mi madre y que yo le había puesto una trampa. La gente se alteró por ese hecho y varias mujeres que contraté para ir al juicio se pusieron de pie para solo señarlarlo y crear una distracción. Por supuesto yo ya me había ido y para cuando el juez llamó orden en la sala, nadie pudo identificarme. Lo creyeron loco, no lo suficiente para evitar la cárcel. Fue condenado a cadena perpetua.
Le pagué a un preso para incendiar su cama. Se quemó vivo en un amotinamiento, encerrado en su celda sin poder salir.
Vendí mi primer avión y creamos una flota esa semana.
Randazzo. Jonathan Phil Bikes. No distaba de ser un maldito traicionero fantasma que se escondía en las sombras evitando ser descubierto. Seguía a Félix y se encargaba del trabajo sucio. Se decía en las calles que si le dabas un cuerpo, él sabía cómo no dejar evidencias. Él iba a ser el encargado de desaparecer el cuerpo de René después de que la mataran. Estuvo allí; ató a René a la silla para que James pudiera divertirse. Sabía que esto no iba a traer de entre las cenizas a mi madre, pero que me llevaran los demonios si, teniendo el poder en mis manos, no hacía nada.
Randazzo era una maldita rata escurridiza, fue difícil de localizar pero no imposible.
Esperé a que Félix cometiera un error y lo llamará. Félix estaba cubriéndose de mierda cometiendo tantos errores que si no lo mataron antes fue porque nadie tenía el valor si esos dos estaban. Dejé que Randazzo saliera de su escondite e hice que lo siguieran.
Él sabía que tenía una deuda conmigo. Estaba asustado, decían en las calles. Un fumador nato me dijeron también. Era una maldita chimenea. Así que no fue difícil.
No notó la llave del gas propano de su casa. Una lastima por supuesto que yo las haya abierto todas por accidente la noche que salió porque Félix lo llamó. Me escabullí en su casa y las encendí.
Su casa explotó en mil pedazos cuando él encendió su cigarrillo de la noche. Y fue así como Félix perdió a sus manos derechas. Fue el principio de su fracaso. El comienzo de mi venganza.
Le vendí mi alma al diablo para obtener mi venganza. No me arrepiento de la muerte de esos bastardos si te lo estás preguntando.
Muy buenas! Ahora se entiende cuando Isabella dice durante toda la historia que ella no es la buena. La venganza es su vida y solo Edward le ha dado paz en algún momento. ¿Cuándo se volverán a ver? ¿Se despertará en algún momento? Hay que esperar al siguiente capítulo para averiguar más cositas.
Muchísimas gracias a todas las personas que nos están siguiendo y sobre todo aquellas que dejan un comentario. Sois la gasolina para poder seguir.
Por último, agradecer profundamente las palabras de miop (y la de todas, evidentemente). Todavía hay cosas que mejorar, tanto para Ann que es la escritora, como para mí, que soy la que le da las collejas cuando no me gusta algo y le corrige las historias (ya no sé si hay que poner coma, ; o que narices poner)
Nos leemos en el siguiente capítulo.
Un saludo
