En cuanto posó sus labios y hundió bajo su peso la tierna piel, involuntariamente soltó un gemido de satisfacción, que provocó un notorio estremecimiento en Chizuru. Levantó la mirada hacia ella, sin despegar su boca de allí, y le mostró una juguetona sonrisa antes de dedicarse por completo a su tarea. Exploró cada centímetro hasta saciarse, aunque creía que nunca se cansaría de ello, siempre atento a cómo reaccionaba ella. Para cuando llegó al ya turgente pezón, enrolló su lengua alrededor, y aplicó una suave succión que segundos después aumentó de intensidad.

- ¡Aaah! No, espera, eso fue...

- ¿No te gustó?

- N-no es que no me haya gustado... Umm... Sólo que...

- Hmph, entiendo, no hace falta que digas más. Empieza a acostumbrarte a disfrutar los placeres sensuales sin reprimirte, esposa mía. Deberías sentirte agradecida de lo que estoy haciendo para ti.

- Lo dices como si fuera fácil no sentir un poco de vergüenza.

- Lo sé, pero entiende que no por nada las artes amatorias pueden llamarse así, y tanto humanos como demonios gozan de ello –Subió rápidamente para alinear sus rostros, besarla, y susurrar junto a sus labios– No hay nada de malo en disfrutar de ser amada, Chizuru.

Ese comentario la derritió por completo, incluso era la primera vez que oía algo como "ser amada" de parte de Kazama, era todavía muy esquivo para referirse al amor, y aún más el expresarlo admitiendo que se sentía así por ella. Pero no iba a presionarlo ni exigírselo, sabía con seguridad que el tiempo lo ablandaría como ya estaba sucediendo esa misma noche, y tenía la intuición de que él abriría su corazón mucho más una vez fueran un matrimonio oficial. Sin embargo, podía hacerle saber que había entendido a la perfección sus intenciones y lo que intentaba decirle, y así como él era quien estaba dando el primer paso adelante hacia la intimidad física, ella bien podría hacerlo desde el poner sus sentimientos en palabras.

- Gracias, y de verdad siento que me amas, Chikage, por eso te confío mi cuerpo hoy.

Lo notó titubear un brevísimo instante, a la par de ver cómo los ojos carmesí se abrían ligeramente más, como si algo hubiera impactado en él. A pesar de ello, Kazama no era alguien que quisiera exponer su vulnerabilidad, así que rápidamente se ocupó en volver a recorrerle la piel con caricias y besos en sentido descendente, hasta regresar a sus pechos. Era verdaderamente delicioso sentir la intensa y cálida humedad de sus labios y lengua recorrerla, los pequeños mordiscos que la sobresaltaban y la cosquilleaban agradablemente, y todo el sinfín de nuevas sensaciones que provenía de la estimulación de su sensible cuerpo.

El demonio repitió aquellas atenciones sobre el otro pecho, aprovechando también la oportunidad para no dejar al primero desatendido, por lo que lo acarició y masajeó a gusto. Satisfecho con todo eso, continuó bajando por el abdomen de la joven, abriendo por completo la yukata y dejándola caer sobre el futón, con ello pudiendo observar al fin enteramente el cuerpo desnudo de su amada.

Por más que ella intentara taparse por la instintiva vergüenza, el fuerte cuerpo de él le bloqueaba el intento, por lo cual Chizuru no pudo más que sonrojarse furiosamente y mirar a un lado.

- No me mires tan fijamente ahí, por favor –Pidió, en un tímido murmullo.

- No te preocupes, haré algo más que mirarte, esposa mía –Contestó él con tono juguetón.

- ¿Q-qué? ¡Ooh!

Kazama la sorprendió al agarrarla de los muslos y separárselos con firmeza hacia afuera, exponiendo aún más su intimidad. Agachándose un poco más debajo de donde estaba, procedió a besarle tentadoramente en la suavísima piel de los muslos internos, dejando escapar un ronco gemido de satisfacción. No la dejó protestar ni pedirle que dejara de hacer algo así allí abajo, era demasiado tarde para ese tipo de timidez, por lo que buscó abrumarla con agradables sensaciones que la dejaran sin palabras. La proximidad al centro de su cuerpo lo hizo percatarse del más sutil y salvaje aroma que lo llamaba, a pesar de su inexperiencia podía decir con certeza que era el de la excitación, el del cuerpo de la mujer preparándose para recibirlo. Sólo pensar aquello también le produjo una oleada de calor en su entrepierna, y maldijo el tener que contenerse todavía un rato más antes de poder unirse y hacerla suya.

Para cuando el almizclado aroma se volvió insoportable de ignorar, la agarró con más firmeza de un muslo y de las caderas, y adelantó su rostro para al fin poder saborearla con toda su boca. Sonrió para sí ante el fuerte estremecimiento y agudo gemido de Chizuru, y procedió a depositar atrevidas y sensuales caricias con sus labios y lengua tal como lo había hecho en el resto del cuerpo de ella. Le fascinaba cómo se sentía el tacto de aquella íntima carne, tan suave y húmeda, además de que se había potenciado aún más el excitante aroma, lo estaba volviendo cada vez más loco de deseo, y encontró al saborear con su lengua que era una salvaje delicia.

Tanteó distintas formas de besarla allí, de los más ligeros y provocadores roces, o lamidas con la suavidad de una pluma, hasta otras más atrevidas, como apoyar su boca entera, succionar cada trocito de piel, y empujar su lengua con firmeza y profundidad, queriendo explorar y saborear cada milímetro de ella. La sentía retorcerse, gemir y jadear cada vez más sonoramente, sin protestar y empujarlo, por lo cual creía que estaba haciendo las cosas bastante bien, satisfaciendo de paso su orgullo masculino. Él no se había dado cuenta, pero también ya estaba intensamente sonrojado y jadeante, aunque de puro deseo, era como si no quisiese detenerse ni alejarse hasta no verla desarmarse bajo él, quería hacerla conocer la más alta cumbre de placer, una que sin embargo él sí estaba familiarizado ya que no había sido ajeno a tocarse cuando un fuerte impulso sexual lo había asaltado a solas, en particular durante esos interminables cinco meses de separación en los que no había dejado de pensar en ella ni un solo día, repitiendo también en su mente la sensación de ese inolvidable primer beso que habían compartido, lejos de ser casto y tímido.

En la cuidadosa y extensa educación que había recibido, había también oído de los cuidados que debía tener con la primera vez de una mujer demonio, eran tan preciadas que provocarles dolor era de lo más reprochable, por lo cual todavía recordaba instrucciones de cómo proceder para minimizar esa incomodidad. La ventaja de ser demonios, era que cualquier herida se curaba al instante, por lo cual sólo era cuestión de que ese posible incómodo primer momento pasara rápido, reemplazado por el verdadero placer íntimo.

Pensando en ello, Kazama tanteó con recorrer primero con su lengua la delicada entrada, percibiendo otro fuerte estremecimiento y jadeo de parte de Chizuru, aunque sin quejido alguno. La introdujo lentamente para recorrer lo que podía del interior, que para su satisfacción rebozaba de lubricación. Luego volvió a posar su boca alrededor del botoncito más sensible de piel que las féminas tenían, y en su lugar introdujo con muchísimo cuidado su dedo en la intimidad de ella, buscando que las paredes internas cedieran. Continuó así un par de minutos más, gozando mientras tanto del poder complacer a su amada, cada gemido de ella era melodía para sus oídos, hasta que creyó que estaba lista para recibir un dedo más, suponía que eso sería suficiente para prepararla para recibirlo.

Ante la nueva intrusión que ofreció un poco más de resistencia, percibió como la joven se tensó, cerrando sus dedos con fuerza en la tela sedosa de la yukata de él, y se detuvo de inmediato para observarla.

- ¿Te he lastimado, Chizuru?

- N-no, creo que no. Siento que es muy intenso, pero no podría decir que es dolor como tal. Umm... Puedes continuar.

- ¿Segura? No tengo prisa, mi única prioridad es que sea placentero para ti.

- Es inevitable que haya algo de molestia, ¿verdad? Oí eso una vez, sobre las mujeres.

- Sí, pero eso no quiere decir que tengas que guardártelo si sientes dolor.

- Estoy bien, de verdad. Gracias por tu preocupación, Chikage, estás siendo muy gentil conmigo.

- Hmph, por supuesto.

Aliviado, Kazama volvió a mover sus dedos con mucha delicadeza dentro de ella. En lugar de hacerlo hacia adentro y afuera, optó por moverlos de forma circular, como un masaje interno, y para su satisfacción se encontró con que eso estaba relajando visiblemente a la castaña. Retomó también sus caricias orales, insistiendo en lamer y succionar esa protuberancia tan sensible, hasta que un momento después le sorprendió mucho darse cuenta que no era él el único que se movía, sino que Chizuru también empezaba a acomodarse instintivamente para buscar mejorar las sensaciones placenteras. No hizo ningún comentario al respecto para no volverla consciente y tímida, por el contrario, renovó el ímpetu de sus acciones para hacerla olvidar por completo de la mente, que se entregara a él sin reservas.

Una inmensa satisfacción lo recorrió después, cuando su fino oído captó que la respiración jadeante de su mujer se volvía más sonora y urgente, a la par de gemidos más cortos y agudos, como si le costara controlar lo que pasaba dentro de su cuerpo. Ante aquella realización, sabiendo lo que estaba por venir, se concentró en mantener aquel ritmo, y en ocasiones probar con aumentar un poco más la intensidad.

- Chi-Chikage, no, espera... Siento algo raro en mí –Alcanzó ella a decir.

- No te preocupes, Chizuru, sé lo que es. Déjalo fluir, te sentirás mucho mejor pronto, ya verás. Mi hermosa esposa alcanzará la cumbre del placer en su primera experiencia íntima conmigo, eres sobresaliente en todo. Como era de esperar, estamos destinados a estar juntos.

- ¿Qué estás diciendo? Esas cosas... –Protestó la castaña, incrédula de que él hiciera comentarios tan pomposos en un momento así.

- Calla, y concéntrate en disfrutar.

- Eres tú el que...

Kazama gruñó, y silenció el intento de contestación con una combinación de caricia interna y succión con sus labios especialmente potente, que la hizo soltar un sonoro gemido. Como imaginaba, luego de continuar un minuto más así, percibió cómo la respiración de Chizuru se ahogó luego de un jadeo, a la vez que sintió cómo el interior de ella comprimía y pulsaba alrededor de sus dedos. El golpe de gracia, aunque más bien para él, fue que en el instante en que alejó su cabeza para poder contemplarla entera, su propia boca cayó abierta cuando vio que el cabello castaño se había vuelto platinado, con dos pequeños y adorables cuernos adornando la cabeza de ella, y los ojos cobrizos entrecerrados y perdidos en el limbo del placer eran de un brillante tono dorado. Era un fenómeno maravilloso y digno de deleitarse contemplándolo, lo había sorprendido por completo.

Con mucho cuidado removió sus dedos, sin despegar sus ojos rojos de ella, y para su satisfacción ella terminó de atravesar su orgasmo y volvió a respirar en pesados jadeos, pero su apariencia no cambió después de eso. Gateó sobre el cuerpo de la joven hasta estar cara a cara otra vez, mirándola intensamente mientras grababa en su retina la preciosa vista que ella le ofrecía, era incluso más hermosa en su forma original, sumamente noble y poderosa.

- Chizuru. Eres digna de incontables elogios, esposa mía. Mírate.

- ¿Yo? Tú fuiste el que provocó esto en mí... ¿Qué me hiciste?

- Lo que tenía que hacer para complacer a mi esposa en su máxima expresión. Pero no me refería a eso, sino a esto.

Tomó delicadamente un mechón de cabello suelto de ella entre sus dedos, y se lo puso frente al rostro para que lo viera. Los ojos dorados se abrieron mucho, primero encontrándolo muy extraño, como si no reconociera que era suyo, y luego una incrédula y feliz sonrisa adornó sus labios.

- ¡¿Yo me veo así?! ¡¿Me transformé?!

- Así es, quién diría que un clímax sexual podría lograrlo de forma involuntaria, qué interesante. No sólo el cabello, tus ojos son como el sol, tan hermosa. Y siente esto...

Kazama le tomó una mano, dándole primero un dulce y caballeroso beso en la palma mientras la miraba con afecto y orgullo, y luego se la llevó para que ella tocara uno de sus propios cuernos, sorprendiéndola aún más.

- Oh... ¿También esto? Tuve una sensación extraña que algo crecía en mi cabeza, pero a la vez estaba sintiendo tantas cosas intensas que no alcancé a darme cuenta.

- Es una novedad también para mí, me enseñaste una nueva posibilidad hoy. Bien, entonces corresponde que esté a tu altura, y si vamos a unirnos por completo, yo también me convierta para que ambos estemos en nuestra forma verdadera.

Con una elegante e hipnotizante facilidad, el demonio tomó una profunda respiración sin dejar de mirarla a los ojos, y con una brisa de pura energía que rodeó su cuerpo, de pronto él también tenía su cabello platinado, ojos dorados, y dos pares de cuernos en la frente, propio de la apariencia del líder más poderoso del clan. A Chizuru el corazón se le saltó un par de latidos, al contemplar lo hermoso que él lucía así, si bien siempre le había parecido increíblemente guapo e imponente, el poder ver esa apariencia mientras él estaba relajado y sonriendo con cálida felicidad, era simplemente una visión de otro mundo. La joven no pudo evitar acariciarle la mejilla con ternura, y se impulsó para besarlo en los labios, estaba demasiado abrumada por todo lo que había sucedido, y todo su ser quería amar al fuerte demonio que era suyo, y al cual ella se estaba entregando en cuerpo y alma.

- Chikage... Déjame hacer algo por ti –Pidió, deslizando su mano de forma sugerente por el fuerte torso de él.

- Si bien me encantaría que así sea, no puedo concederte eso, Chizuru.

- ¿Eh? ¿Por qué no? Quiero hacerte sentir bien también.

- Me halagas, pero honestamente no quiero esperar un segundo más para hacerte mía –Acercó sus labios al oído de ella– Sin embargo, si gustas puedo tomar tu palabra como una promesa, y podrás satisfacer tu impulso de complacerme cuanto gustes en nuestra noche de bodas. Lo esperaré con ganas, ¿estás de acuerdo?

La joven se sonrojó intensamente ante el ofrecimiento, y asintió con timidez, provocando una risa libre y de lo más seductora de parte de Kazama.

- Excelente. Ahora bien, puedo consentirte un poco, y permitir que seas tú quien me despoje de mis ropas.

- E-Está bien...

A pesar de lo envalentonada que había estado segundos atrás, de pronto Chizuru se vio un tanto intimidada con el hecho de ponerle las manos encima al demonio para desnudarlo, en particular porque sabía que lo siguiente iba a ser contemplarlo desnudo en todo su esplendor. Tenía que hacer el esfuerzo de contenerse de mirarle el cuerpo directamente, era imposible ignorar el bulto que asomaba bajo la yukata. Lo cierto era que nunca había visto a un hombre desnudo y excitado, y de por sí Kazama además de tener un cuerpo escultural y bien musculado, tenía un aura muy imponente.

Tomando una profunda respiración para reunir coraje y vencer su timidez, la joven se sentó prolijamente al lado de él sobre sus pantorrillas, pero oyó un chasqueo de irritación y soltó un chillido cuando él la agarró por la muñeca y la jaló para guiarla a sentarse a horcajadas de él, por encima de su cadera.

- ¡Ah! ¡Chikage! –Exclamó, con las mejillas rojas como un tomate, al darse cuenta no sólo la posición en la que estaban, sino que en ese momento sentía el bulto mucho más notorio chocando directamente contra su trasero.

- Me irritaba la idea de ver que te estabas preparando con la frialdad de una ceremonia, si quieres guarda esa delicadeza para el protocolo de nuestra noche de bodas cuando estés vestida con el shiromuku y todo lo demás. Actúa con la dignidad propia de alguien de tu status como líder del clan Yukimura, no seas tan tímida.

- Esto es algo totalmente diferente.

- Te dije antes que no quería esperar mucho más, así que no hagas precisamente lo contrario. Desvísteme de una vez.

- ¡B-Bueno! ¡Ya entendí!

Echando humo por las orejas, se dispuso a su tarea. Sin embargo, se dio cuenta que estaba sentada justo sobre el nudo del cinto de tela, por lo cual no iba a poder desvestirlo así. Se arrastró hacia atrás con la intención de sentarse sobre los muslos de él, pero al hacerlo, un gemido escapó de sus labios al sentir el placentero roce del excitado miembro a lo largo de su intimidad.

- Ooh...

Chizuru se sobresaltó cuando de pronto sintió las fuertes y grandes manos de Kazama sobre su trasero, deteniéndola. Dudó si había hecho algo mal, cuando de pronto sus ojos dorados se abrieron al ver un ligero sonrojo en las mejillas de él, una vista de lo más inusual.

- Umm... ¿Qué hice?

- No me provoques de esa forma.

- ¡No fue adrede!

Sin previo aviso, el demonio se sentó ágilmente para alcanzar a rodearla por la cintura, antes de jalar de ella y dar media vuelta para quedar nuevamente encima, apoyando sus manos y rodillas sobre el futón.

- Hazlo ahora, desvísteme.

- ¿Por qué el cambio?

- Porque presentí que iba a volverse una tortura contenerme. Debí suponer que tu falta de obediencia no sería una excepción incluso en algo como esto.

La joven rodó los ojos, apenas conteniendo una sonrisa burlona. Sin embargo, tenía que admitir que la actual posición era más cómoda para ella, sin sentirse tan expuesta en su desnudez, estar así encima de él todavía le parecía muy osado. Desató con facilidad el nudo del obi, y ni bien se lo quitó, la yukata se abrió por sí sola, revelando el más que atractivo y sólido cuerpo de Kazama. Chizuru se sonrojó cuando sus ojos se dirigieron automáticamente a la entrepierna de él, imposible de ignorar, comprobando rápidamente que no le había errado a la suposición de que su futuro esposo era un espécimen ejemplar de demonio líder en cada absoluto detalle. Si bien no tenía referencia con otros hombres, le pareció que estaba generosa y proporcionalmente dotado allí abajo.

- ¿Te gusta lo que ves? Era de esperar, pero no te sientas cohibida de admirarme, me complace saber que mi esposa me encuentra deseable y digno de elogio.

- Un poco de humildad no te haría daño –Murmuró entre dientes.

- ¿Perdón? ¿Qué has dicho? –Cuestionó él, frunciendo el entrecejo.

- No importa.

- ¿Quieres tocarlo? –Preguntó Kazama con la voz endemoniadamente grave y acaramelada.

- ¿E-eh? –La voz de la joven salió como un graznido, sonrojándose furiosamente.

- Me oíste bien.

- ¡Sí, pero lo dices de esa forma, como si simplemente me atreviera a bajar la mano y... ha-hacer eso!

El demonio la miró a los ojos en silencio unos segundos, y soltó un suave suspiro. Chizuru no sabía si estaba desilusionado, o tal vez frustrándose un poco de que ella fuese tan tímida, siendo que originalmente la idea de estar juntos íntimamente esa noche había surgido precisamente de ella. Pensando en eso, y en que él no había tenido reserva alguna en hacer algo más que tocarla en sus partes más íntimas, se dio cuenta lo ridículo que era su comportamiento, aunque no pudiese evitarlo ya que todo era demasiado nuevo y atrevido. Negó con la cabeza como para deshacerse de toda esa maraña de dudas y reafirmó su determinación, con ello llamando la atención de él, que la miró con curiosidad y expectativa.

- Perdón, Chikage, no quiero parecer indecisa, es sólo que...

- No hace falta que te expliques –La interrumpió, con voz serena– Un poco de recato y delicadeza están bien y son esperables de una mujer sin experiencia. Si te provoco, es sólo para demostrarte que me agradaría verte más confiada y directa.

Chizuru lo miró con calidez, no dejaba de sorprenderle gratamente cómo Kazama siempre buscaba la forma de entenderla y ser paciente, quitándole todo el peso que pudiera sentir, y empujándola a ser más resuelta y confiada. Agradecida con su gentileza, llevó una mano al rostro de él para acariciarle la mejilla, y luego la deslizó para enterrar sus dedos en la suave melena platinada, jalándolo un poco para atraerlo y besarlo. Sus labios se curvaron en una sonrisa al percibir que él también había sonreído mientras dejaba salir un suave gemido de satisfacción que reverberó en su boca, haciéndole acordar a un gato ronroneando.

Empezando a regresar al sensual ambiente previo una vez profundizaron los besos y la cálida cercanía de sus cuerpos, Chizuru movió sus manos para bajarle la yukata por los brazos, la sedosa y ligera tela cayendo a un lado, y disfrutó poder deslizar sus manos por toda la amplia y esculpida espalda de Kazama, abrazándolo con fuerza y acariciándolo con más confianza, hasta llevar las manos a las caderas de él. Apenas podía distraer su atención de cómo punzaba el erecto miembro contra su bajo abdomen y entrepierna, un roce de lo más estimulante que la hacía anhelar más y dejar atrás su timidez.

Cuando él reaccionó a sus caricias y se empujó más contra ella, la joven inconscientemente bajó las manos para acompañar el movimiento apoyando sus manos contra el tierno y a la vez firme trasero de él. Se dio cuenta demasiado tarde de lo que había hecho, cuando lo sintió sobresaltarse y luego soltar una grave risa.

- Heh...

- P-perdón, yo...

- No vuelvas a pedir perdón –La interrumpió, impidiendo que siguiera hablando al besarla profundamente, con la intención de arrancarla de todos los pensamientos que no tuvieran que ver con centrarse en el candente presente.

Compartieron ese largo y apasionado beso, después del cual Chizuru notó que el demonio había llevado su cadera hacia atrás y un lado. Por un instante dudó el motivo, hasta que se dio cuenta que él debía de estar ofreciéndole una disimulada oportunidad para que ella colara su mano y lo tocara. Sin desaprovecharla, le acarició la cintura y deslizó su mano al frente, recorriendo con la yema de sus dedos el bien musculado abdomen, demasiado atractivo y excitante de sentir, y luego sus manos tantearon un firme músculo con forma de "V". Un rincón de su mente debió darse cuenta a dónde llevaría eso, pero más bien fue el sentir una suave y un tanto mullida zona de vellos. Trató de ignorar el calor de su rostro, y juntó todo su coraje para bajar un poco más y al fin acariciarle el miembro. Le sorprendió la textura aterciopelada y turgente, agradablemente dura y a la vez suave.

Al menor roce de sus dedos, percibió un fuerte estremecimiento de parte de Kazama, junto a un suavísimo gemido que escapó de sus labios. Intuyó que esa parte era tan sensible como su propio centro íntimo, por lo que trató de ser lo más delicada que pudo a la hora de mover su mano para tantearlo en toda su extensión, hasta animarse a rodear su grosura.

- Aaaah...

En esa ocasión, fue Chizuru la que sintió un agradable y eléctrico estremecimiento recorriéndole la columna, al oír justo junto a su oído el erótico gemido del demonio. Titubeó un momento, pero fue animada por él cuando le mordisqueó el lóbulo y le susurró que siguiera, halagando su inexperta habilidad. Envalentonándose gracias a la idea de que ella podía también darle placer a su hombre, movió su mano instintivamente y con más seguridad, atenta a las reacciones de Kazama. Le sorprendió cuando se percató que él estaba comenzando a empujarse contra su mano en un lento vaivén, favoreciendo el ritmo de la caricia íntima, y ella buscó sincronizarse. A pesar de que parecía estar haciéndolo bien, de pronto los ojos dorados se clavaron en los de ella con fiereza, y luego de darle un fogoso beso que la dejó casi borracha de deseo, él le agarró la muñeca y le subió la mano hasta apoyarla en el futón junto a su cabeza, entrelazando sus dedos con la mano de él.

- ¿Fui brusca o hice algo mal? –Preguntó con pena.

- No, esposa mía, todo lo contrario. Estabas siendo excepcional en complacerme, pero alcancé tal grado de impaciencia porque sea tu interior el que me acobije y no tu mano, que debí detenerte para que podamos continuar con nuestra unión destinada.

Ante eso, Chizuru quedó boquiabierta, y para variar, con las mejillas rojas como tomates. Su expresión debió de ser tan evidente y hasta cómica, que Kazama parpadeó y luego afinó su mirada sobre ella.

- ¿A qué viene esa expresión?

- N-no, es que... Oh, dios, Chikage... ¿Cómo haces para decir tan tranquilo cosas como esa?

- Lo digo tranquilo porque me siento tranquilo, aunque mi cuerpo esté notablemente más ansioso por compartir más placer...

- ¡A eso me refiero! No quiero decirlo porque tu ego se subirá a las nubes más de lo normal, pero dices las cosas más atrevidas con tanta elegancia que a veces me cuesta darme cuenta lo que significan esas palabras.

Tal como imaginaba, una confiada y orgullosa expresión adornó el rostro del demonio, muy satisfecho de sí.

- Es natural, es producto de mi noble crianza, no me rebajaría a decir vulgaridades impropias del líder de uno de lo más importantes linajes de demonios de pura sangre.

- Ah, ya volviste a hablar como siempre. Bueno, mejor así –Dijo Chizuru con una risilla. Al menos estaba más acostumbrada a esas declaraciones, y no a las que describían el acto íntimo con la delicadeza de un poema.

Sin contestarle a ello, Kazama sonrió contento, y bajó su cuerpo a la vez que asentaba su peso sobre las rodillas, dejando eso y el codo de la mano que tenía entrelazada para tener un buen soporte, mientras bajaba la otra mano para guiar a la joven a separar más sus piernas y rodearle las caderas con las mismas. Se miraron a los ojos, ya tranquilos ambos, él no quería perderse ni un segundo de la expresión de su amada al momento de completar la unión de sus cuerpos, en especial con su sublime y hermosa apariencia de demonio. Le acarició con delicadeza el muslo para transmitirle calma, y decidió primero anticiparla y tentarla un poco, empujándose contra ella de forma que sus sexos se frotaran.

Ver a Chizuru entrecerrar los ojos y dejar escapar un suave gemido se estaba convirtiendo en una de sus vistas favoritas, por lo que se centró sin prisa alguna en repetir aquellos sensuales y lentos movimientos tan estimulantes. Lo que verdaderamente buscaba, era que ella misma fuera la que se volviera ansiosa por recibirlo, esperaría ese punto dulce en que le rogara por más, para consentirla con todo su ser luego. Cerró brevemente los ojos cuando sintió que su preciada esposa apoyó su mano libre sobre el pecho de él, justo sobre su corazón, un gesto tan tierno, y bajó su cuerpo aún más para besarla largamente, empujando con suavidad su lengua contra la de ella.

Tal como esperaba, apenas un minuto después Chizuru comenzó a mover su cuerpo en sincronía instintiva, buscando más placer en el contacto, y colgó su brazo por el cuello de él para atraerlo con fuerza, antes de deslizar esa mano para dejarla sobre la musculosa espalda. Tomando eso como señal para continuar, dejó de besarla para conectar sus miradas doradas, y pedirle consentimiento.

- Chizuru, ¿me permites el honor de entrar en ti?

- Sí, sí... –Susurró ella, con la voz rebosante de anhelo y deseo en iguales partes– Chikage, por favor...

Ambos recortaron la escasa distancia que los separaba al mismo tiempo para besarse y pegar sus cuerpos con más ímpetu, antes de que Kazama llevara la mano a su miembro para ayudarse a guiarlo a la entrada femenina. En cuanto se alineó, la miró intensamente con atención y devoción, y lentamente empezó a empujarse hacia adelante para entrar. Si bien estaba sumamente apretado dentro, la sensación de cómo el interior de ella lo recibía y lo comprimía milímetro a milímetro era celestial, la temperatura tan cálida y la cómoda humedad lo volvían simplemente sublime, no existía otra sensación como aquella unión.

A pesar de su gozo, no pudo evitar percibir la expresión de abrume de Chizuru, su boca abierta en un jadeo ahogado, y los ojos dorados entreabiertos y desenfocados ya que todo su ser se concentraba en lo que estaba sintiendo, aunque también había una innegable sombra de incomodidad. Sabiendo que había hecho todo lo posible para que fuera más agradable para ella, no se detuvo y continuó con ese imposiblemente lento y constante ritmo, hasta que finalmente se introdujo por completo dentro de ella.

- ¿Estás bien, Chizuru? ¿Sientes dolor?

- Oh... Umm... No sé bien cómo describirlo. Fue como si algo me quemara por dentro mientras entrabas, sí dolió un poco, pero creo que ya pasó... Fuiste muy cuidadoso y gentil.

Apenado y preocupado, Kazama le acarició la mejilla con ternura, e hizo algo que nunca antes: Le dio un sentido beso en la frente a su mujer, no encontraba otra forma ni palabras para transmitirle calma y agradecimiento. Ante eso, la joven se quedó muy quieta, muy sorprendida, y sonrió un poco más, se le había derretido el corazón por completo. Todavía no podía decir que encontrara un placer tan agradable como las cosas que habían hecho antes, pero suponía que era cuestión de unos minutos más hasta que su cuerpo se adaptara, tenía entendido que las relaciones íntimas eran también muy disfrutables.

- Quédate un momento así quieto, conmigo –Susurró ella, buscando sus labios para darle un casto beso– Además, como soy un demonio, cualquier herida sanará al instante, ¿verdad?

- Así es. Mientras tanto, déjame decirte algo que me causa gran satisfacción.

- ¿Qué es?

- Como era de esperar de la mujer que elegí como mi digna esposa, me colma de felicidad el hecho de que es tan evidente que estabas destinada a mí. Nos acoplamos a la perfección, me recibes en mi totalidad, ni de menos, ni de más. No estaba equivocado al pensar que perfecta para mí, y por supuesto que yo también soy perfecto para ti. ¿No lo crees así, esposa mía?

- Otra vez diciendo cosas como esas como si nada –Dijo Chizuru, suspirando, Kazama era incorregible, pero lo quería así– Es...Es un poco intenso, te siento hasta en lo más profundo de mí. Podría decir que tienes razón en que no es "demasiado" o más de lo que podría soportar.

Contestó con tono trabajoso, todavía era una sensación muy intensa cuánto la estaba colmando, era cierto que tampoco creía que hubiera ni un centímetro de sobra ni en falta dentro de ella.

- ¿Te gusta?

Si bien pretendió decirlo con su usual confianza y temple, Chizuru percibió un dejo de incertidumbre, como si temiera que ella no lo encontrara tan agradable como él. Ese instante velado de inseguridad le hizo querer darle tranquilidad, Kazama de verdad se preocupaba demasiado por ella.

- Sí, y estoy segura que me gustará mucho más en unos minutos.

- Dedicaré mi mayor esfuerzo para que así sea, como mereces.

El demonio se tomó varios segundos más acatar el pedido de quietud, mientras la miraba a los ojos y le acariciaba el largo cabello platinado con delicadeza, incluso tomando un mechón entre sus dedos y dándole un beso, sin dejar de hacer contacto visual. Cuando creyó que ya le había dado la pausa suficiente, le avisó que volvería a moverse, y llevó hacia atrás las caderas para salir casi por completo de ella, para luego volver a empujarse dentro, siempre lento. Los dos gimieron al unísono, la sensación era tanto más intensa en esa lentitud, permitiéndoles absorber cada detalle de cómo sus cuerpos se fusionaban y sus nervios eran estimulados deliciosamente.

Pronto no fue sólo placentero para Kazama, sino también para Chizuru, que comenzó a gemir con auténtico gozo, su interior ya se había acostumbrado y recibía perfectamente los suaves empujes, por suerte no tan profundos cada vez. Tanto así, que su cuerpo naturalmente fue buscando acompasarse al de él, elevando o meneando ligeramente las caderas a su encuentro. No sólo eso, sino que apenas alcanzaba a entender cómo su corazón latía al punto casi de estallarle en el pecho, no sólo a nivel físico, sino también por un calor producto de un intenso sentimiento de amor hacia su pareja. No tenía en claro si esa emoción ya estaba allí de antes, revelándose como una flor en el momento justo de la temporada luego de ser nutrida, o si era por la repentina intensidad de aquella intimidad que había dado lugar a algo nuevo dentro de ella. Cualquiera fuera el caso, era como si necesitara escalar más alto, como si buscara algo más que fundirse con él para alcanzar la plenitud.

- Chikage, puedes hacerlo más fuerte... Quiero sentirte más.

Sin decir palabra, el demonio agradeció el ofrecimiento y aumentó el ritmo e ímpetu de sus embestidas. La verdad era que, para su propia vergüenza, tenía que admitir que los pensamientos conscientes empezaban a escapar de su mente a causa de cómo el placer comenzaba a dominarlo, su cuerpo y sus instintos más crudos ganaban la pulseada, y estaba seguro que tendría que esforzarse mucho por hacer algún comentario astuto. No esperaba que su querida mujer tuviera un "inocente" pero fulminante as en la manga que podría desarmarlo por completo.

- Chikage...

- Dime.

- Te amo.

Lo dijo con tanta determinación y calidez, sus ojos dorados brillantes y tan sonrientes como sus labios, que Kazama quedó casi paralizado por un instante, como si el tiempo se hubiera detenido, simplemente cautivado.

- Chizuru –Susurró con voz rasposa, rezumante de pasión, rodeándola por los hombros con un brazo para contenerla, mientras entrelazaba los dedos de la otra mano juntos– Mi hermosa Chizuru...

Tuvo que callarse allí, porque además de que le costaba mucho verbalizar sus más profundos y vulnerables sentimientos, creía que si exponía su corazón su cuerpo también iba a "liberarse", sólo que de una forma que sería contraproducente para continuar con la entrega mutua. En su lugar, prefirió transmitírselo con sentidos y apasionados besos, lo cual además era una completa delicia, unidos y entrelazados en sus bocas, sus cuerpos, y sus sexos.

A pesar de sus mejores esfuerzos por seguir un buen rato más, era demasiada la combinación de estimulación sensual y emocional, tenía que aceptar que por más conocimientos y educación que hubiera recibido, o que fuese ya el líder cabeza de su clan con tanto peso sobre sus hombros, todavía era un joven demonio sin experiencia sexual. Controlar su cuerpo en esas condiciones no era nada parecido a la disciplina que había desarrollado como guerrero, y era mucho más difícil controlarse cuando cada fibra de su ser resonaba con la mujer demonio entre sus brazos.

Tragándose su orgullo, tuvo que hacerle saber a su amada que estaba muy próximo a acabar, en especial para anticiparla a que debía salir de ella de una forma un tanto repentina, por más que no tuviera ningún deseo de hacerlo. Sin embargo, no esperaba que Chizuru cruzara sus piernas por encima de la cintura de él, imposibilitando separar sus cuerpos.

- ¿Qué haces? –Gruñó jadeante, sus ojos muy abiertos por la incredulidad– Suéltame ahora mismo, obedéceme...

- Está bien, Chikage –Lo interrumpió ella, sonriéndole con comprensión, aunque su mirada era muy seria, consciente de lo que hacía.

- No, podría embarazarte –Replicó, apresurado– Suficiente con que estamos haciendo esto antes de casarnos, pero...

- Ya lo sé, pero no lo quiero de otra forma. Ya acepté todo lo que significa ser tu esposa. Hazlo.

Kazama apretó los dientes. Maldecía cómo siempre esa valiente y testaruda mujer lo empujaba a todos sus límites, aunque no podía decir honestamente que él no quería también continuar hasta el final tal como estaban, entregándose todo de sí. Ya no le cabía ninguna duda que por las dudas debería apresurar la celebración de la boda a poco de llegar, los demonios eran más sensibles en detectar cuando una mujer ya había sido reclamada e impregnada satisfactoriamente, como líder no podía dar el mal ejemplo de romper la mitad de las reglas. Pero de ser sincero, prefería ser amonestado por ello, a interrumpir el éxtasis del momento más íntimo y hermoso de toda su vida, único e irrepetible.

Tomando la decisión, miró a Chizuru a los ojos y asintió, sellando su determinación con un beso. La abrazó con más fuerza, ella también rodeándolo y clavando sus uñas en la espalda de él al sentirlo aumentar aún más el vigor de sus embistes. Repitieron el nombre del otro contra sus labios en un susurro jadeante, los ojos dorados conectados como imanes, a medida que se aproximaba cada vez más el clímax de Kazama.

La joven intuyó el instante previo ya que pudo sentir cómo el miembro del demonio comenzó a pulsar en su interior, y una abundante y cálida humedad la llenó mientras lo oía gemir guturalmente. Por varios segundos él no pudo más que entregarse a su intenso orgasmo, el momento más vulnerable de su vida, a la vez totalmente tranquilo entre los dulces brazos de su mujer. Ni bien recuperó algo de su consciencia y gobierno sobre su cuerpo, la abrazó con firmeza y se giró con ella hasta cambiar de posición, quedando él abajo mientras jadeaba pesadamente. No había salido todavía de su interior, por lo cual ambos continuaron disfrutando el seguir unidos y plenos. Unos minutos después, fue Chizuru la que se preocupó de estar cansándolo con su peso, y se separó un poco para dejarlo salir de su interior, y luego deslizarse ligeramente para recostarse al lado, aunque todavía apoyando parte de su cuerpo sobre el de él, la calidez era demasiado tentadora.

La joven aprovechó la oportunidad para contemplar a Kazama como nunca antes lo había visto, sonrojado y jadeante además de lo hermoso que era, el cabello platinado brillando como la luz de luna, y a la vez los ojos dorados como dos cálidos soles. Incluso con sus intimidantes dos pares de cuernos, o quizás desde el momento en que la sangre auténtica de ella había despertado, verlo en su forma original era igual o hasta más atractivo. Para cuando él se serenó un poco, compartieron una dulce sonrisa, y apoyó su mejilla contra el pecho de él, bajo el cual el corazón seguía latiendo agitado y con fuerza. El demonio no tenía la intención de moverse ni un milímetro, demasiado a gusto así, por lo que se limitó a acariciarle la espalda y deslizar los dedos de la otra mano entre las sedosas hebras de cabello todavía platinado de ella, mientras la miraba con admiración y una serena sonrisa.

- Tu belleza femenina como demonio es sublime. No puedo esperar a verte con esta apariencia y vestida con un elegante y exquisito kimono que te siente perfecto. Los elegiré personalmente para ti, mi buen gusto realzará todos tus atractivos naturales, ya verás.

- Tú también eres muy guapo así, aunque el Chikage de mi mente sigue apareciendo con sus hermosos y únicos ojos rojos.

- ¿Te gusta más mi apariencia mundana?

- Hmm, creo que más bien es que hasta ahora, los mejores recuerdos que tengo de nosotros juntos han sido con tu apariencia normal. Y es más... suave, por así decirlo.

Un segundo después que Chizuru dijera eso, sintió una suave y cálida brisa proveniente del propio cuerpo de Kazama, y con ello volvió a su apariencia "humana". La joven soltó una risilla, le causaba tanta gracia como ternura que él no perdiera un segundo en satisfacer sus gustos y caprichos. No importaba qué tan orgulloso estuviera de ser un demonio, su prioridad seguía siendo consentirla a ella.

En ese momento se dio cuenta que no sabía bien cómo volver a su apariencia normal, pero intuyó que podía visualizar la transformación mientras pensaba en bajar su energía. Para su sorpresa, sintió un cosquilleo recorriéndola entera, en particular en el frente de su cabeza, así como esa peculiar brisa que anticipaba el cambio, y un instante después volvió a ver su cabello castaño entre los dedos de Kazama.

- Bien hecho, Chizuru. No me importaba seguir viéndote como estabas, sin embargo, me satisface ver que lo hayas deducido por ti misma, es evidente que te vas acostumbrando a tu sangre de demonio.

- Un poco sí, me había olvidado incluso que seguía en esa forma, aunque ahora que lo pienso, me sentía un poco más enérgica, o algo así.

- Es natural, somos una raza superior –Dijo él con orgullo, alzando un poco la nariz.

La joven alzó las cejas cuando le vino fugazmente la imagen de que esa actitud tan digna que era como una pose de quién se ofrece como objeto de admiración, era comparable a la de cierto animal. No era la primera vez que lo pensaba, Kazama ya había tenido un par de esas actitudes. Y cada segundo que lo pensaba, más segura estaba de que el animal espiritual del demonio debía ser el de algún felino. Sonrió con picardía al pensar que la comparación de cuánto se había suavizado el carácter de su futuro esposo en el último tiempo, era como el de un feroz tigre convertido en un relativamente dócil gato.

- ¿Qué pasa? –Kazama interrumpió sus pensamientos, mirándola con ojos entrecerrados– ¿A qué viene esa sonrisa burlona dirigida a mí? ¿Osas negar nuestra superioridad y contradecirme en lo que dije antes?

- Nada de eso. Sólo de pronto me vino a la mente que tu personalidad es bastante afín a la de los gatos, fácilmente te veo teniendo uno como mascota –Contestó, divertida con la imagen en su cabeza.

- ¿En qué consideras me parezco a ese animal? –Inquirió, alzando una ceja.

- Bueno... Los gatos tienen siempre ese aire noble y digno, como una pizca arrogante podría ser –soltó una risilla con picardía– Son independientes, tranquilos, prefieren una vida pacífica, ellos deciden cuándo vienen a ti, y cuánta atención es aceptable de tu parte, o se ponen ariscos... Algunos te hacen sentir que deberíamos sentirnos honrados de que nos permitan acariciarlos o tenerlos en brazos. También son dulces y cariñosos, son una compañía muy confortante, y a veces te traen regalos como prueba de su afecto, o cazan todos los bichos y alimañas que pretendan entrar al hogar que protegen.

Kazama la oyó con interés, teniendo sentimientos encontrados ante cómo Chizuru describía a los gatos, pero en el fondo tenía que admitir que se sentía un tanto identificado. Por sobre todo, le gustó la expresión que ella tenía en los ojos, un brillo dulce y nostálgico.

- ¿Te gustan los gatos?

- Sí, mucho, siempre y cuando no sean demasiado ariscos.

- Bien, cuando nos mudemos a nuestra nueva ubicación con mi clan, te conseguiré diez, los ejemplares más exquisitos de sangre pura que haya en este lado del mundo, dignos para mi esposa.

- No necesito diez ni me importa esa exigencia de pureza, Chikage... Tampoco te estaba pidiendo uno.

- No te vendría mal imitar alguna de sus virtudes, ya que los admiras –La aleccionó el demonio– Sólo acepta con agradecimiento lo que te ofrezco, puedo tolerar que cuestiones situaciones que no te agraden, pero no veo el motivo de que rechaces una gentileza mía dedicada a tu felicidad.

- Sí, sí...

Como prefería mantener ese ambiente tan confortable y de buen humor, le dio la razón y depositó un casto beso sobre el pecho de él, antes de volver a apoyar la cabeza allí y relajarse. Definitivamente ese lugar era el más cómodo y cálido del mundo. Kazama se relajó también, secretamente débil a los gestos afectuosos de su mujer, y se movió apenas para agarrar las sábanas y mantas del futón, y cubrirse ambos con ellas, acurrucándose más juntos. El rubio la contempló mientras ella cedía al sopor del inminente sueño, y cuando percibió que estaba a punto de caer dormida, le dio un largo y suavísimo beso en la frente.

- Duerme bien, mi amada Chizuru.

Buenas! Espero que hayan disfrutado esta lectura, tenía muchas ganas de escribir algo para esta parejita tan potente y hermosa, y redimir un poco la verdadera personalidad de Kazama, que a pesar de su gran orgullo y actitudes arrogantes, por dentro sabemos que es un dulce y totalmente softie con Chizuru jaja. Así que amor y fuego para ellos, merecidísimo final feliz!

Gracias por leer y apoyar, reviews siempre bien recibidas y un mimo al corazón! Buena semana!