Bachira se quedó sentado por un tiempo indescriptible, pudieron ser 5, 10, 50 minutos y no hubiese notado la diferencia. Isagi tampoco habló, el movimiento dentro del compartimento fue nulo, y si Bachira quiso predecir lo que pasaba en el interior es que Isagi parecía estar en las mismas que él.

No fue tan ingenuo como su apariencia lo dejaba ver, él entendió la naturaleza de la prueba de tocadas y la esencia de Blue Lock de inmediato, y aunque la lucha entre él y los libros fuese una batalla perdida, supo que observar una chica desconocida medio desnuda no fue la mejor de las interacciones y, sobre todo, el lugar en que lo vio. No, no los baños, eso ya es malo de por sí, sino en las instalaciones de Blue Lock.

¿Qué se podía decir en esta situación?, ¿perdón?, ¿no fue mi intención?, cualquier excusa no enmendaría la comprometida situación que él y ella pasaron. Y lo peor fue que ella era el monstruo que estuvo esperando por tanto tiempo, la única persona que el monstruo le dijo que pasara la pelota a voluntad. Al tomar una balanza en perspectivas de lo que debió y no hacer, Bachira tomó una decisión.

- Oye, Isa…

No terminó ni siquiera las primeras palabras antes que el compartimento se volviese a abrir. Parado frente a la puerta estaba Isagi, el mismo chico que le pasó la pelota hace solo unos minutos. Fue extraño, incluso para Bachira, fue un mortal silencio que no dejó cabida a alguna réplica mientras observó a Isagi terminar con sus deberes, limpiarse las manos antes de salir del baño sin una mirada, como si Bachira no fuese más que un espectro.

Raro, no, jodidamente confuso. ¿Fue alguna clase de mensaje?, ¿o señal?, ¿o indicación? Él juró que el ser descubierto de esa manera conllevaría a una incómoda conversación y no… lo que sea que fuese eso. De alguna forma, eso lo hizo sentir aún peor, insignificante de algún modo, fue una frialdad diferente a la de sus compañeros de equipo, fue casi un odio tan desmedido, tan desbordante de pasión que lo único que restó fue la más helada de las actitudes, algo que encontró en tanto menos irónico.

Ahora, ¿qué debía hacer?, ¿eso en dónde lo dejó parado? Bachira no lo supo, pero al menos sí comprendió que estar sentado sobre el frío suelo de un baño no resolvería el pequeño problema que se encontró.

XXX

Los siguientes días fueron un infierno llegado a la tierra. Los entrenamientos instaurados por Ego fueron una locura. Desde una perspectiva positiva, Isagi encontró el enfocar sus emociones negativas en la pura frustración y esfuerzo en el entrenamiento lo llevó a alcanzar nuevos límites y alturas que nunca imaginó. Sin embargo, eso no dejó de ser una tarea infructuosa.

- ¡Isagi! ¡Igaguri! – gritó Raichi, el chico rubio cenizo con los dientes afilados, en un intenso trote con una velocidad que osciló los 20km entre tandas de sprint y trotes rápidos -. ¡Su resistencia es una puta mierda! ¿¡Así piensan que serán los mejores delanteros del mundo!? ¡JA! ¿¡Qué tal si para cuando pierdan contra mí, se meten su mierda de físico por el culo y van a sus casas a lloriquear!?

Fue impresionante, Isagi solo pudo imaginar en sus más profundos sueños llevar el ritmo que llevó Raichi. No solo corrió como si nada con una velocidad media tan alta, sino que tuvo la capacidad de reír y gritar como si fuese una cosa de niños. No fue sorpresa que Isagi e Igaguri fuesen los peores; incluso sin estar en una mala condición física, el mantener el ritmo por tanto tiempo llevó a ambos a un punto casi catatónico.

Eso solo hizo que el mal humor de Isagi creciera como la espuma, casi todos en la habitación la superaron en velocidad o fuerza, incluso Kuon, un chico alto de cabello café oscuro y bastante amable, tuvo su momento de brillar al superar a todos en salto. Sin obviar el hecho que, pese a estar agotados, los chicos continuaron como si nada sus rutinas diarias.

Isagi solo pudo quedarse sobre la banca mientras recuperó el aliento. Sus músculos no se movían, de hecho palpitaban. Esa explosividad no fue algo que pudiese mantener por tanto tiempo, y fue obligada a pasar por pruebas que pasaron la raya entre el superar los límites y el daño físico. Aun así, no hubo nada que pudiese hacer. Sí, el boleto de salida siempre fue bienvenido y más para ella, solo necesitó llamar a Ego, decir su secreto y pedir que inspeccionara un credencial válida, pero no lo deseó.

Incluso entre quejas y lamentos, eso fue lo que Isagi esperó al inscribirse en un programa que se supone fue diseñado para hombres. La responsabilidad de que se lastime no es de Kuon, o Raichi, o Kunigami, o Ego, fue de ella y solo de ella, y por un demonio iba a permitir que sus sueños se quedaran a un lado solo porque su cuerpo se quejó de un entrenamiento por unos cuantos días.

En una nota relacionada, al pensar un poco en eso, Isagi se sorprendió que no fuese expulsada aún. Ese día en el baño fue uno de los momentos más estresantes y desesperanzadores que sintió en toda su vida, solo porque a un chico pervertido se le ocurrió escalar la tina de los baños para… ¿ni idea?, tal vez Bachira era homosexual y solo deseaba ver una espada y se encontró con melones. La realidad del asunto es que Isagi no tuvo una buena imagen del chico de mechones amarillos; desde ese pase que eliminó a Kira hasta el incidente, nada en él daba buena espina. Era la imagen de "buen chico" que la hizo desconfiar, una que usaría a su favor en el momento más inoportuno. Tal vez fue por eso, como una carta para usar a futuro en su contra. Aunque fuesen sus propias conclusiones inducidas por la paranoia, el sentimiento que brotó solo ocasionó que Isagi quedara marcado por el chico abejorro.

Como si fuese una llamada del diablo, Bachira regresó del gimnasio con dos bebidas en la mano. Una vibrante sonrisa resplandeciente pareció destellar el lugar ya iluminado y la tranquilidad con la que actuó solo enervó los sentidos de Isagi.

- Oe, todos se han unido a la cafetería, ¿por qué no…?

Como si fuese una repetición de los eventos de hace unos días, Isagi no tomó importancia a las palabras de Bachira. No obstante, hubo un factor diferencial entre ambos días: su condición física. Todo el cuerpo de Isagi estuvo en su contra, ni siquiera supo cómo pudo volver a pararse por la profunda migraña y las temblorosas piernas de la intensa tortura. Con un paso tambaleante, Isagi se esforzó por abandonar la sala de gimnasio, ¿a dónde? Ni ella mismo supo.

- ¡Oye! ¿Estás bien? – preguntó Bachira justo en el punto en que Isagi pasó sobre él.

- Lo estoy – dijo Isagi, sin mirarlo por completo, incluso si se acercó para intentar ayudarla de su frágil estado -, no necesito tu ayuda.

- ¿Estás segura? Puedo…

- Puedo solo – replicó Isagi, sin muchos ánimos de pelear con el chico amarillo.

Isagi abandonó el área de entrenamiento, sin siquiera recibir la bebida de Bachira. Aunque en circunstancias normales hubiese aceptado el trato del chico de inmediato, en ese momento no tenía la suficiente capacidad de procesar todo lo que estuvo a su alrededor y solo funcionó a punta de voluntad, ni siquiera se dio cuenta en qué momento llegó a la cafetería y comió del horrible Natto del lugar.

Sin muchas energías, Isagi avanzó hasta la habitación pública del equipo Z. Con un afloje sobre su sostén y tomando sin consentimiento dos mantas para cubrir más unas zonas que no deseaba volver revelar al público. Fue demasiado autónomo, pero su cabeza solo no estuvo en su lugar en ese instante. Tanto fue así que, igual que la "amnesia" por entrar en la cafetería y comer, el recuerdo de cerrar los ojos y caer en un sueño reparador fue tan difuso como una neblina.

XXX

Isagi sintió el efecto de la fatiga, el sueño solo agotó su nula resistencia y todo su cuerpo dolió hasta el mínimo movimiento. Fue suerte que sus tripas pedían a gritos alimento porque no podría imaginar soportar ese intenso dolor junto al hambre. Pese a las protestas de su cuerpo, se levantó de su futón, la gran habitación vacía tanto de entretenimiento como de personas. Con un suspiro, Isagi salió en busca de una ducha caliente en uno de los compartimentos privados que encontró en los baños cercanos a la cafetería.

Sus piernas se arrastraron todo el trayecto, el entumecimiento fue mayor al pronosticado, casi consideró una victoria el mantener todo en su interior y no escupir maldiciones e improperios a diestra y siniestra por el estado de su magullado cuerpo. Aun así, no fue una sensación negativa, Isagi solo lo tomó como un desafío más, el doble de esfuerzo que sus otros compañeros ya se exigieron de por sí. Esa perspectiva la animó, la única chica en un entrenamiento intenso de hombres y sobrevivir días consecutivos sin desfallecer, tan inverosímil e irracional para el pensamiento crítico.

Sin embargo, su humor pronto se agrió al interceptar un balón sobre sus pies, la memoria muscular controló sus acciones por breves momentos, una leve mueca de dolor afloró en su rostro. Origen de su trayectoria, un sonriente Bachira se sentó en cuclillas sobre una de las puertas de entrenamiento. Isagi frunció el ceño, barajando las posibilidades de lo que se le ocurrió al "chico abejorro".

- Veo que resucitaste de entre los muertos – Bachira rio, Isagi no supo si tomarlo como una broma juguetona o una burla directa a su persona.

- ¿Para qué es el balón?

- Un entrenamiento, 1 vs 1 – dijo Bachira, lo que solo profundizó el ceño de Isagi.

- Es una broma, ¿verdad?

- Las personas se conocen mejor si interactúan en el área en que son libres… o eso es lo que dice mi madre – la sonrisa de Bachira se volvió más solemne, algo que relajó un poco Isagi -. Quiero conocer más de ti, Isagi.

- ¿Conocerme? Creo que me conoces lo suficiente.

Con una pequeña negación con la cabeza, Isagi continuó su viaje a los baños. Aunque su dolor fue sofocante, aún tuvo la energía para tomar un pequeño entrenamiento con Bachira, el problema radicó en que fue Bachira quien pidió el enfrentamiento. Es cierto que bastante de su desprecio se enfoca en las circunstancias, pero no confiaba en ese chico y sus intenciones. En todo caso, con su humor por los suelos, un duelo fue lo que menos deseó en ese momento.

Con lo que Isagi no contó es que el chico de mechones amarillos sería más persistente de lo que dejaba ver.

- Si no aceptas, les revelaré a los otros un secreto vergonzoso – Bachira habló, las justas para que Isagi escuchara y se detuviera en seco.

- ¿M-Me estás amenazando? – Isagi tartamudeó, sin poder creer que ese chico la amedrentara.

- ¡Sí!

- ¿¡Qué maniático sonríe mientras amenaza a otra persona!? – la indignación superó la compostura.

Aún no pudo creer el entusiasmo detrás de las intenciones de ese chico. Por otra parte, la petición también tuvo sus beneficios, más de los que su mente emocionada pudo prever en un principio. Al final del día no era una mala opción, y sin estar con toda su energía, por lo menos conocería más del estilo del chico.

- Un 1 vs 1…

- Vamos, ¡Acepta! Te prometo que no será tan malo como te imaginas. También puedes conocer más de mí.

Isagi lo meditó un poco más, pequeños asentimientos mentales correspondieron a su razonamiento. Sin duda, esta amenaza sería mejor llevarla a un buen puerto y dejar a un lado las especulaciones y teorías que solo agravarían su humor.

- Bien.

XXX

La sala de entrenamiento estuvo disponible las 24 horas del día, rentar el lugar fue tan sencillo como pasar el identificador del hombro derecho para hacer uso de sus recursos. Con pequeños estiramientos y algo de agua para refrescarse, Bachira e Isagi se prepararon en medio de un amplio cuadrado formado por conos.

- Antes de empezar, quiero que me resuelvas una duda – habló Isagi, algo menos tenso de lo habitual, lo que de inmediato ganó la atención del chico de ojos amarillos -. Me pasaste la pelota en el juego de las atrapadas porque pensaste en "acabar con Kira", ¿verdad? Pero ¿por qué pensar eso? ¿qué hubiese pasado si solo ignoraba el balón? Hubieses sido eliminado.

Bachira pensó, y de verdad pareció que pensó en su respuesta. No obstante, eso no fue más que una distracción para lanzarse contra Isagi, el balón pegado a su pie y el pequeño chico apenas manteniendo el equilibrio para no perder el juego de pies del abejorro.

- Porque dentro de mí vive un monstruo – Bachira detuvo la pelota, no lo suficiente para ganar el equilibrio de Isagi -. Solo puedo escucharlo cuando juego al futbol, pero siempre es sabio, siempre sabe qué hacer, ¿sabes lo que siempre me dice? "Roba el balón danza con él…"

Un cambio de control, Bachira dominó el esférico con su pierna izquierda mientras usó su brazo para interponer el camino de Isagi sobre él. La diferencia de fuerza fue evidente, pero fue más preocupante el despiste que el sencillo y efectivo movimiento efectuó sobre la mente de Isagi.

- Pero esta vez mi monstruo dio una instrucción clara: "Pásala a ese chico, porque en él también hay un monstruo."

Isagi no pudo seguir los acrobáticos movimientos de Bachira, un golpe sobre su dedo grande izquierdo para levantar la bola y un tacón en medio del aire para pasar por el costado ya desequilibrado de Isagi. La calma y facilidad con el que ejecutó todo no pasó desapercibido para su mente, el chico era un completo prodigio en los regates y el 1 vs 1, el más impresionante que alguna vez tuvo la oportunidad de jugar, ¿ese fue el nivel de todos los delanteros de Blue Lock?

Obvio, no todos tuvieron el ágil juego de pies, pero todos tuvieron a sus disposición valiosas armas y recursos que dejaron a todos por la borda. El tiro izquierdo de Kunigami, los tres pulmones de Raichi, el salto vertical de Kuon, y ahora las increíbles jugadas de Bachira.

Sin embargo, lo que más conmovió a Isagi fue el monstruo que mencionó Bachira. Fue discordante, la definición fue algo brusca, carente de sutileza y finura, pero una descripción tan acertada que ella no pudo evitar congeniar aunque sea un poco con él.

- Obviamente todo es instintivo, escucho a ese monstruo y el me guía, eso es todo. Tú también lo escuchas, ¿no? Esa voz. Messi, Cristiano Ronaldo, Noel Noa, todos tienen sus propios monstruos en sus corazones, una verdadera prueba que todos son delanteros – dijo Bachira, mientras dominó el balón por fuera de los conos.

Isagi no estuvo en desacuerdo, tal vez fue la respuesta que buscó de su mescolanza de emociones por eliminar a Kira de esa forma. Si ese "monstruo" suyo fue lo que se necesitó para sobrevivir por más tiempo en Blue Lock, entonces fue primordial buscar qué clase de monstruo ella podría volverse.

- Lo que quiero decir es… Isagi, es por eso por lo que me inscribí a Blue Lock, porque pude encontrar a alguien como tú.

Los ojos de Isagi se abrieron de golpe, sin saber cómo responder a algo como eso. Sin embargo, todo eso fue suficiente para ganar una mejor perspectiva de quién era Meguru Bachira, un chico que su apariencia y su comportamiento se correlacionaron: un despreocupado absoluto, una vibrante bola de energía.

- ¿Es por eso…? – con toda las piezas en su lugar, Isagi pudo crear una imagen de las acciones y comportamientos -, es por eso por lo que no le has contado a nadie.

- Sí. Realmente me tomó por sorpresa. No esperé encontrar a una chica en Blue Lock, y menos que fueras tú… aunque tengas una apariencia muy bonita. Hubiese sido una lástima

Sin embargo, todo eso tuvo sentido si no hubo un factor que descarrila todo esa deducción de personalidad.

- Espera, ¿no te contradices? ¡Me amenazaste para que jugara contigo! ¿¡Revelar el secreto!?

- Oh, sí… nunca especifiqué "cuál" secreto vergonzoso revelaría, solo asumiste.

- ¿E-Entonces? ¿qué clase de secreto es ese? – Isagi lo miró sorprendida, sin creer que ese chico supiese más de ella en solo un par de días.

- ¡Que mi querida Isagi es una cariñosa!

-…¿Qué? – los cables de Isagi sufrieron un cortocircuito, nada tuvo sentido en ese momento y tomó unos sólidos segundos para que la idea se afianzara en su mente.

- ¡Te encanta abrazar a las personas!

- ¿¡Qué dices!? ¡Yo nunca…!

- Tal vez no consciente, pero siempre me abrazas cuando duermes – reveló Bachira, lo que paralizó a Isagi por completo y un escenario no tan agradable de posibilidades inundó su mente.

- ¿S-Siempre te abrazo?

- ¡Sí, siempre abrazas mi pierna! – dijo Bachira, Isagi notó el leve suspiro de alivio que sobresalió de sus labios -. Tienes bastante fuerza, ¿acaso tienes peluches para abrazar?

- No…

- Mentirosa.

Al final fue eso, solo un secreto inocente e inofensivo… claro, si no dimensionaba las burlas de Naruhaya o Raichi si esa información se filtrara. La carga de paranoia e incertidumbre se despejó y un panorama más claro iluminó las posibilidades de Isagi. Bachira nunca fue un enemigo, o un manipulador, ni siquiera una mala persona, y pese a siempre mantener la mente abierta de las posibilidades, la realidad es que se cerró por el miedo que el chico tuvo en su poder (y teóricamente aún lo posee) de destruir todo lo que construyó en ese momento. Sin duda fue peor que el sentimiento de eliminar a Kira, eso fue su completa y consciente culpa.

- Bachira… yo…

- ¿Qué ocurre, Isagi? – preguntó el driblador.

- T-Te debo una disculpa. Me comporté como una idiota en estos días y… no eras tan malo…

- Ninguna toma – Bachira respondió con alegría, Isagi se alegró que fuese una persona que no guardaba rencores, por un momento pensó que sería más difícil que eso. No, no arrebató por completo la culpa, pero al menos la hizo más llevadera.

- Muy bien, ya que somos amigos, ¿puedo llamarte Yoichi…?

- Yui – cortó Isagi, una pequeña sonrisa adornó sus finos labios -. Mi verdadero nombre es Isagi Yui… solo no te confundas y lo digas en público…

- Yui… Yoichi… hmm, no te esforzaste mucho en los nombres, ¿no?

- ¡Hey!

- Vaya, un punto sensible – Bachira se burló, no del todo incorrecto con su suposición -. Creo que me quedaré con Isagi. Ok, ya que todo está zanjado, ¡Vamos a por ello!

Sin embargo, antes de que Bachira o Isagi pudiesen moverse, las bocinas de todo el complejo resonaron.

- Ajem… hemos terminado de compilar los resultados de los últimos tres días. Vayan a sus habitaciones para echar un vistazo a sus nuevos rangos.

Con algo de resignación, ambos abandonaron el área de entrenamiento. Aun así, el avance fue bastante productivo y, pese a la renuencia, terminó por ser, hasta el momento, el suceso más memorable de los últimos tres días. Al entrar en la habitación, Isagi fue recibido por un emocionado Igarashi.

- ¡Oh, Isagi! ¡Mira, mira! Subí algunos puestos desde el 300 ¿¡No es genial!? Ahora soy el 274.

- Genial – Isagi felicitó, fueron 26 puestos por encima de su rango inicial. Haciendo lo propio, miró su propio rango para llevarse una amarga sorpresa.

- Soy el 275…

- Espera, ¿¡Te superé!? ¡Jajajajaja! Alabado sea Buda, veo que mis méritos han sido correspondidos.

Isagi deseó replicar las burlas de Igaguri, pero tampoco se extrañó por el resultado de los rangos. Siempre fue la que terminó de primero, la más agotada, la menos enfocada en los entrenamientos, todo por la excesiva carga física a la que su cuerpo se sometió. La frustró, más de lo que quiso admitir. Para agriar más su emoción, la pantalla de Ego volvió a prenderse.

- Hola, y buen trabajo, diamantes en bruto, ¿disfrutan su estadía en Blue Lock?

- ¡Y una mierda! – gritó Raichi, exasperado -, ¿¡Cómo alguien puede disfrutar de esto!? ¿¡Vivir en un agujero infernal se supone que nos hará mejores!?

Por primera vez, Isagi estuvo de acuerdo con el adolescente malhumorado. Hasta cierto punto, comprendió de algunas decisiones de Ego, pero comer Natto todos los días a todas horas fue una experiencia demasiado desagradable, la hizo añorar la comida preparada en casa. Además de las camas, que solo eran futones pegados uno sobre otros, teniendo que soportar las patadas de Igaguri que la despertaban a mitad de la noche.

- Un futbol de mierda amerita un entorno de mierda, ¿entendiste, cabeza hueca?

Ego procedió a explicar la jerarquía de las instalaciones, la división de los estratos en cinco equipos de la B hasta la Z y como dependiendo del estrato las condiciones del jugador mejoraban. También los rangos influyeron en la composición de esos estratos, el equipo B con los mejores 11 jugadores del conjunto, el C con los rangos 12 al 22 y así hasta terminar con ellos. Lo que terminó de matar el poco ánimo de Isagi fue el juego de las atrapadas; todos los equipos eliminaron a un jugador por el juego, por lo que el rango más bajo ya no era el 300, era…

-…el 275 – oficialmente Isagi era el peor jugador(a) de las instalaciones.

- Oh, rayos, ¿eso significa que sigo siendo de los peores? – se quejó Igaguri -, al menos no soy Isagi.

A pesar del golpe, Isagi se concentró más en la implicaciones de las declaraciones de Ego. Eran lo peor de lo peor, todos y cada uno de los delanteros en el recinto los superaron y esos chicos con habilidades increíbles con el balón no eran más que don nadies con un talento inferior al de la mayoría de las instalaciones. La sola realización fue sorprendente, ¿Japón siempre tuvo tanto talento bruto en su arsenal?, ¿o acaso algo más estaba ocurriendo tras bambalinas? En cualquiera de los dos casos, Isagi no obvió el hecho de que era el rankeado más bajo del que se supone es el peor equipo de Blue Lock.

- Los jugadores en bloques más altos poseen un entrenamiento más avanzado, comidas más jugosas y nutritivas, y una especialización en fortalecimiento de habilidades usados por jugadores élite. ¡En Blue Lock, los mejores jugadores son tratado como reyes! ¡Ganen y ustedes podrán conocer el lujo de esa vida! Eso es el significado de estar en Blue Lock.

Contrario a lo esperado, el ánimo en el grupo solo incrementó al escuchar todos esos lujos. La imaginación fue una fuente poderosa de motivación y perseverancia y en la mente de todos la idea de llegar hasta esa cúspide que describió Ego fue suficiente para avivar la llama de competitividad de todos. Incluso Isagi, la peor rankeada de todas, solo se emocionó ante la idea de superar a cada uno de los delanteros de ese recinto.

- Bienvenidos, diamantes en bruto – la pantalla de Ego desapareció, y un cronómetro para el primer partido contra el equipo X dio comienzo.