Esa mañana, Kyojuro había salido al bosque a entrenar. El día era espectacular y pensó en darse un baño al terminar, comer algo, buscar a Yuzuki por la tarde y ir juntos a las aguas termales que había cerca de su casa. Y luego llevarla a la Mansión a dormir.
Vagando en esos pensamientos se encontró sonriendo nuevamente y se detuvo un momento. Repasó brevemente los últimos acontecimientos de su vida y sintió una horda de mariposas en el estómago. Estaba enamorado y por primera vez en, prácticamente, su vida, lo reconoció plenamente, abrazó ese sentir, se hundió en el universo de sensaciones que le brindaba Yuzuki, los besos, su risa, su cuerpo, su interior. Disfrutarlos a sus anchas lo hacía sumamente feliz y era muy consciente de que irradiaba esa energía. Su propio hermano se lo había dicho.
En eso pensaba cuando sintió el graznido inconfundible de su cuervo.
Se detuvo y miró al cielo.
Y las mariposas en el estómago se volvieron oscuras y densas.
Regresó a su casa luego de que el cuervo le diera el mensaje de su padre, a toda velocidad y con el corazón saliéndosele por la boca.
Llegando, vio que había un automóvil detenido a unos metros de la entrada y aminoró su marcha. No vio quien manejaba, puesto que Kyojuro llegó por detrás, pero no necesitó ser un genio para saber que ese era el protagonista de la noticia que le llevó su cuervo.
Oculto por los árboles, corrió, dio un salto y estuvo detrás del muro de su casa en un abrir y cerrar de ojos.
-Padre...- Llamó en voz alta al entrar, mientras se dirigía a su habitación.
-¿Donde está Yuzuki?- quiso saber Shinjuro cuando vio a su primogénito.
-En este momento debe estar trabajando. No quise ir a buscarla, no quiero alarmarla, asi que envíe al cuervo a vigilarla de cerca. Pero si había pensado en pasar la noche con ella aquí.-
- Me parece correcto. Ese tipo está totalmente loco.-
- Pero...¿que pasó?-
Shinjuro le contó sobre la charla que había tenido con Koichi. Y Kyojuro sintió el corazón hacérsele un puño.
- ¿Y que puedo hacer?-
Shinjuro dudó en hablar.
- Quizá...debas pedir su mano mate su padre antes que de su plan avance a un punto de no retorno.-
Kyojuro miró a su padre y habló.
- Esto no es una competencia sobre quién se queda primero con el premio, Padre.- dijo Kyojuro.
- Lo sé. Lo entiendo y respeto y estoy orgulloso que pienses eso, hijo. Pero no hay muchas otras salidas. ¿Van a huír por siempre? ¿Realmente quieres vivir mirando sobre tu hombro otra vez?-
Kyojuro no dijo nada.
No es que no quiera casarse con Yuzuki. Lo había pensado ya un par de veces. Sobre todo en la madrugada cuando estaba sólo en su habitación, lejos de ella. Notó, por supuesto, que cada vez se le hacía más difícil y doloroso separarse, incluso cuando estaban relativamente cerca. Su relación iba viento en popa, acelerar las cosas quizá lo arruinaría todo. Realmente tenía miedo de arruinarlo.
- No Padre, voy a traerla aquí y protegerla.- se negó el primogénito.- Iré a hablar con Tetsuo Gotō y le diré que su hija no volverá.
- Volverás a encerrarla otra vez, y por tiempo indeterminado.- sentenció Shinjuro.- No es que van a dejar de buscarla, ese loco es capaz de ir casa por casa rastreándola.-
- Lo sé. Pero yo no soy el villano aquí.- Dijo finalmente Kyojuro.- No me hagas sentir cómo tal.-
- No pongas palabras en mí boca que no he dicho, Kyojuro.- Dijo Shinjuro, frunciendo el ceño.- Sabes muy bien que a veces la vida nos precipita a tomar acciones.-
- Yuzuki no es un objeto que haya que reclamar. Además, sé muy bien que aún espera noticias de su padre, y decirle lo que pasó para finalizar con una propuesta de matrimonio forzada, por más amor que haya de por medio, es un mal inicio. Yo iré a hablar con Tetsuo a su tiempo.-
- Eres demasiado idealista, hijo.- le reprochó su padre.- Y tiempo no es algo que les sobre en este momento.
- Lo tengo en claro.- contestó Kyojuro y agregó.- Pero no creo que forzar algo como esto sea tampoco la solución.
Padre e hijo se quedaron en silencio un momento. Shinjuro sabía que si a su hijo se le metía algo en la cabeza, sacárselo era prácticamente imposible.
Supo que debía entonces dejar que los eventos se desarrollen como el destino los había dispuesto.
-Esta bien. Respetaré tu decisión, eres un hombre ya, y ella ya es adulta también. Sólo ten en cuenta que las cosas quiza no salgan como estás pensando que saldrán.- le dijo.
Esa noche, luego de cenar, Kyojuro habló con Yuzuki.
Y a medida que él iba hablando, ella sentía que su mundo se caía a pedazos, como un castillo de naipes. Pasó por muchas emociones muy fuertes durante todo el relato. Pero a fin de cuentas, de fondo, solo le quedó el miedo y la desesperanza.
Koichi.
Si, recordaba a su primo menor. No es que haya tenido mucho trato con él, pero a pesar de la corta diferencia de edad (él era 2 años menor que ella) eran agua y aceite.
Mientras que Yuzuki era vivaz, enérgica y curiosa; él era aburrido, malcriado y engreído. Yuzuki recordaba muy bien cómo maltrataba al personal de su residencia, a diferencia de ella, que realmente los apreciaba, como a Aiko, por ejemplo.
Era un hombre estructurado por demás y a Yuzuki le parecía sumamente desesperante. Sin contar que no era atractivo al menos para ella.
- ¿Que voy a hacer? Vendrán por mi.- dijo ella.
- Te quedarás aquí el tiempo que sea necesario... Padre y yo ya hemos discutido sobre esto.-
- Perderé mi trabajo y mi casa por esto...- sollozó ella.- Volveré a perderlo todo.-
- Son pérdidas menores si lo consideras bien.- dijo Kyojuro.- Yo hablaré con la bibliotecaria, quizá entienda la situación...-
- No puedo creer que esto este pasando...- Dijo ella, caminando en círculos en la habitación de Kyojuro.- Todo este tiempo sin una carta, ninguna noticia y de repente...-
- No había forma de prever esto.- dijo Kyojuro.
- Ahora que soy realmente feliz...por primera vez en muchos, muchos años.- Yuzuki se sentó, o más bien, cayó rendida al piso. Se cubrió el rostro con las manos e intentó con toda su fuerza no llorar. Pero fue imposible, porque sintió que todo lo que había logrado ahora se escapaba de sus manos como arena.
Kyojuro se sentó a su lado y la abrazó.
Había descartado pedirle matrimonio.
Él no hacía así las cosas. Y ella se merecía algo mejor. Ella merecía poder contarle a sus hijos el día de mañana que se casó por amor y cuando ella quiso, y enseñarles a qué su voz debe ser escuchada.
Kyojuro estaba seguro de que ella aceptaría si él se lo pedía. Pero, de una forma u otra, la estaba forzando a casarse.
La mantendría a salvo.
Hasta que él pudiera ir a hablar con Tetsuo y pedirle la mano de su hija.
- Lamento encerrarte otra vez...-Susurro él, acariciando su cabeza.- Odio ser yo quien lo haga.-
- Prefiero que seas tú, y no Koichi.- susurró ella.
- Lo solucionaremos de alguna forma.- Dijo suavevemente Kyojuro, y deslizó.- Aunque tengamos que huir...-
Ella asintió.
Y la idea de huir con él no le sonó mal.
~*~
Pasó tiempo. Más de dos semanas, y no hubo una nueva visita ni ninguna otra novedad, pornoonqur poco a poco Yuzuki fue bajando la guardia, y pensando que quizá Koichi tuvo el suficiente cerebro e instinto como para saber que ningún ser humano cuerdo se enfrentaría a dos samuráis para conseguir un pez gordo.
Entonces, una mañana Yuzuki estaba en la puerta, barriendo.
Adentro Rengoku Padre y el primogénito dormían, y ella y Senjuro se levantaron temprano, desayunaron y acordaron hacer las tareas de la casa. Así que, mientras él se ocupaba de otras cosas, ella limpiaba.
- Vaya, es verdad que dicen que la espera y perseverancia traen frutos.- Una voz a sus espaldas rompió el silencio matutino.
Yuzuki se dio vuelta, para encontrarse con el cañón de un revólver apuntándola justo entre sus ojos.- Tanto tiempo sin verte, prima. Si que eres escurridiza.-
Ella no pudo decir nada. Se paralizó y se aferró con fuerza a la escoba. Koichi la miraba desde el otro lado del arma, sus ojos parecían inyectadas en sangre y tenía unas bolsas oscuras debajo de ellos, acentando su mirada fría. Yuzuki supo que no había dormido en toda la noche, quizá aguardandola. No pudo evitar preguntarse hace cuánto estaba esperando este momento de vulnerabilidad.
Ahora tenía enfrente un maniático con un arma e insomnio, una pésima combinación.
- ¿En serio vas a secuestrarme a punta de pistola?- Yuzuki hizo acopio de toda su fuerza de voluntad y habló casi en un suspiro, tratando de no flaquear.
- No me dejaste muchas opciones, ¿sabes? Ni tú ni el viejo patriarca de esta familia de engreídos- Dijo él, llevando hacia atrás el martillo del arma.- Aunque si lo prefieres...-Dijo él, e hizo sonar suavemente con la otra mano la campana de la puerta.
Yuzuki sintió que el alma se le iba al piso. Las piernas le flaquearon y rogó a todos los dioses que Senjuro no haya escuchado.
Pero como un mal juego del destino, el jovencito apareció al momento y Koichi movió la mira de su arma desde Yuzuki a la cabeza de Senjuro, que quedó en shock por lo que vio.
-...Si lo prefieres puedo volarle los sesos a él.-
-No por favor. Quieto. Iré contigo.- sollozó Yuzuki, alzando las manos para tratar de calmarlo.- Iré...-
- Buena chica...- Sonrió Koichi sin quitarle la vista de encima al chico indefenso.
Senjuro miró a Yuzuki con los ojos bien abiertos y no dijo nada. Sintió que cada músculo de su cuerpo se volvió de piedra, y que el corazón iba a salirsele por la boca.
-Ve, Senjuro.- Ella le hizo un ademán con la cabeza para que se meta adentro.-Vete ya. Ahora.-
Koichi le extendió la mano a su prima y cuando está la tomó, él tiró de ella con toda su fuerza y la pegó a su cuerpo, quedando la espalda de ella contra el pecho de Koichi, que rodeó el cuello de la chica con un brazo sin dejar de apuntarle a Senjuro.
- Ahora vas a esperar a que yo me la lleve para correr con papi. ¿Entendido mocoso?- susurró él hombre armado.
Senjuro hervía de odio. Yuzuki podía ver el fuego en su mirada...
- Te vas a arrepentir de esto...- siseó el jovencito, con los puños apretados.
Koichi rió por lo bajo y se alejó caminando sin darle la espalda a Senjuro, sin romper el contacto visual con él y sin aflojar ni un poco el agarre del cuello de Yuzuki.
Una vez fuera de la casa, la tomó por el cabello y la arrastró hasta, donde había ocultado su automóvil.
Abrió la puerta, la arrojó dentro y él se apresuró a subir.
Cuando Senjuro los perdió de vista se giró y entró a la casa llamando a su padre y hermano a los gritos, desesperado.
En un ataque de llanto les contó lo sucedido, y Kyojuro sin dudarlo salió a buscar a Yuzuki.
Su cuervo lo siguió por detrás.
-Lo siento Padre...lo siento, no pude protegerla.- Lloró Senjuro.
- Tranquilo hijo. Sólo los cobardes se esconden tras la pólvora. No podías hacer nada.- dijo Shinjuro, y acarició el cabello de su apesadumbrado hijo menor.
La sangre le hervía tanto como a él, pero sabía que Senjuro realmente no había podido hacer nada, y por más cruel que suene, Shinjuro prefirió perder a Yuzuki en lugar de perder a su hijo.
A lo lejos en el camino, Kyojuro divisó el automóvil.
Hubiera podido alcanzarlo. Pero cuando estaba a punto hacerlo, un pensamiento atroz gritó dentro de su mente
"Si llegas junto a ellos y se ve acorralado, quizá la mate. Y luego se mate él. No tendría sentido pero hay gente que prefiere morir a perder."
Se detuvo poco a poco en el camino y vio el auto desaparecer en las volutas de polvo que elevaba a su paso.
Su cuervo, por otro lado, si los alcanzó. Kyojuro escuchó a lo lejos una detonación. Y un montón de plumas volar en el aire.
-No...- Suspiró, y fue hacia allá
En el piso, en un charco rojo, el cuervo kasugai que lo acompañó por años hacia inmóvil, con un hoyo en el pecho.
Kyojuro lo tomó en sus manos, y lo apretó contra su pecho.
Se quedó ahí, bajo el sol de la mañana y en un silencio sepulcral viendola alejarse.
El corazón pesó una tonelada. Las manos le temblaron y su boca se resecó. Aferró con fuerza el empuñe de su Katana y quiso gritar desde el fondo de su alma.
"No estás derrotado. Ve y recuperala. Traela se vuelta, hazla tu esposa. Y dale la vida feliz que merece. Muévete." Se dijo, pero las piernas parecían no responderle. Hacia demasiado tiempo que no sentía esa sensación y eso lo abrumó. "¿Realmente la amas? Entonces ve y recuperala. Muévete y recupera a la mujer que amas, traela a tu lado." La voz en su mente sonó como su madre, y eso lo sacó del pozo. Se dio media vuelta, volvió a su casa a toda velocidad.
Necesitaba prepararse y salir.
Sabía donde irían.
Entonces tendría que ir detrás de ellos.
