Acordaron varias reuniones para poder conversar, al principio en algún café o local de comida, después pasaron a verse en la banca de un parque cercano durante el almuerzo del trajeado, llegando al final a citarse en un pequeño bar tras la jornada laboral de Atsushi.
El castaño estaba cómodo con la compañía, hablar con el sextillizo resultaba sencillo y relajante, sin temas aburridos o estresantes que lo agobiasen terminó siendo su desahogo al arduo trabajo.
Por su parte el Matsuno estaba contento de tener un nuevo amigo, aunque se propuso que aquello no fuese más que una relación de trabajo, al final le fue inevitable congeniar con el joven empresario, quien, como un buen hombre de mundo, tenía variados temas de conversación.
Karamatsu iba en dirección al trabajo de Atsushi, con el paso acelerado y ligeramente preocupado, puesto que, tendrían que haberse visto a la hora del almuerzo en el parque de siempre, pero el de traje no apareció ni respondía sus llamadas. Llegó sin problema ante su oficina, antes de siquiera preguntar o dar razón de su presencia fue interceptado por un joven moreno.
- ¡Matsuno! Que oportuna tu visita.
El sextillizo enarcó una ceja denotando su confusión.
- Lo siento, seguramente no me recuerdas, íbamos juntos en la escuela, soy Yanagida – se presentó al acortar la distancia y estirando su diestra.
El otro estrechó la mano ofrecida, apenas y rememorando un poco el rostro de un amigo de Ichimatsu.
- Fue toda una sorpresa enterarme que estaban juntos, nunca pensé ver a Atsushi en una relación seria, ya sabes, con lo popular que es – mencionó sin soltarle.
- ¿Popular? – repitió el otro.
- Bueno, tu mejor que nadie lo sabe, atrae a cuanta mujer se le cruza, y claro, hombres también – finalizó el apretón de manos con una expresión que el sextillizo no logró interpretar – en fin, ya que estas por aquí hazme un favor y encárgate de que ese terco no muera en la oficina – solicitó mientras le pasaba una pequeña bolsa blanca – te dejo, tengo trabajo que terminar.
Karamatsu le vio alejarse, al revisar el contenido de la bolsa se apresuró dónde Atsushi. En cuanto llegó a la oficina tocó levemente, ante la falta de respuesta se atrevió a entrar, el joven empresario ni siquiera reparaba en su presencia, oculto tras una laptop se le escuchaba teclear con rapidez mientras diversos documentos tapizaban su escritorio.
Atsushi mantenía la vista en la pantalla, ligeramente encorvado y con una expresión de molestia en su rostro; por unos segundos se quedó mirando el objeto triangular que repentinamente hacia acto de presencia ante sus ojos, parpadeo varias veces hasta distinguir el sándwich para después mirar a Karamatsu de pie sonriendo ampliamente. Al recordar su cita se colocó de pie al instante - ¡¿Qué hora es?! – cuestionó a la par que buscaba su celular, el cual estaba sepultado bajo una pila de papeles, al ver en pantalla las llamadas perdidas y los mensajes se dejó caer en su asiento – lo lamento mucho Karamatsu, perdí la noción del tiempo.
- Tranquilo – se estiró un poco para ofrecerle el aperitivo – lamento también presentarme sin avisar, admito que estaba un poco preocupado – de la bolsa saco una bebida de café y la dejó al alcance del otro.
- Gracias, me hacía falta recargar energía.
- Debes agradecerle a tu compañero, no sabía que Yanagida trabajaba aquí, aunque si soy sincero, no lo recordé al verlo – admitió ligeramente apenado mientras tomaba lugar en el sofá cercano a la puerta.
Atsushi se detuvo antes de dar el primer mordisco para mirar fijamente al sextillizo - ¿Yanagida? – Cuando el otro asintió se colocó de pie, con el sándwich y lata en mano se encaminó hasta el cesto de basura para tirar ambos elementos sin duda alguna – Karamatsu, sé que no tengo derecho a decirte con quien puedes hablar, pero si es posible, evita a ese tipo, es un doble cara.
El Matsuno estaba sorprendido, no había presenciado esa actitud en el trajeado – Relax, my friend, como dije, realmente no lo recordaba, no solíamos ser amigos, no tenía muchos – admitió lo último en voz baja y esquivando la mirada.
- Bien, ya que estas aquí, ¿Qué tal si pido algo para comer? – sugirió con el fin de cambiar el tema al recordar que, efectivamente, el sextillizo era bastante tímido en la escuela.
Minutos más tarde, Atsushi continuaba trabajando en su computadora mientras Karamatsu terminaba de acomodar unos documentos por fecha, cerca mantenían un par de platos con algo de comida.
El sextillizo le observó detenidamente, notando así la sutil forma en la que fruncía levemente el ceño cuando se equivoca al teclear o al contrario elevaba un poco la comisura de sus labios cuando parecía estar satisfecho con lo escrito; a momentos despegaba unos segundos la vista del monitor para ver la pantalla del celular, seguramente checando la hora o asegurándose de no tener mensajes; el sextillizo no pudo evitar sonreír cuando al acercarle sutilmente el plato de unicel, el castaño actuó por inercia tomando el tenedor para dar un bocado al ya casi inexistente platillo. El "papel" de asistente era bastante entretenido, y por segundos, se imaginó que aquello fuese algo más allá de una simple actuación, tal vez tener la oportunidad de realmente trabajar a su lado, ayudarle con todo lo administrativo y disfrutar juntos la hora del almuerzo; o quizá, simplemente estar con él. Karamatsu se giró por inercia en cuanto sintió el calor en su rostro ¿Que estaba pensando? ¿Cómo podría siquiera idear escenarios más allá de su trato?
Pero, ¿Y si quisiera que fuese más que un acto? Miró de reojo al de traje, aquel que era agradable, considerado, interesante y, no podía negar, atractivo a la vista.
Tal vez, si le proponía una cita de verdad – Sabes, hay una buena película en cartelera – habló sin pensar, arrepintiéndose al instante que el castaño le miró intrigado – bueno, solo pensé que deberías salir un poco a distraerte, ya sabes, mucho trabajo es bad para el cuerpo – intento justificar su propuesta con rapidez mientras daba la vuelta al escritorio, buscando mantener distancia.
Atsushi regresó su atención al monitor - ¿Qué película es? – cuestionó curioso.
- ¿Cuál? Bueno, una de un guility boy que debe desenmascarar una organización secreta, con persecuciones y muchas explosiones – expuso con un exagerado movimiento de brazos pese a que no era visto. Al finalizar mantuvo la atención sobre el otro, sin notar ninguna expresión ¿Al menos le habría escuchado?
- Esta bien – respondió el castaño repentinamente – en cuanto terminemos esto podemos ir – indicó sin dejar de mirar la pantalla.
Karamatsu no supo que responder, sin embargo, no podía negar que un sentimiento agradable se alojaba ahora en su pecho.
El par de chicos finalizaron el trabajo sin mayor contratiempo, y tal cual acordaron, se dirigieron al cine más cercano en una plaza comercial.
El sextillizo aguardaba mientras el otro compraba los boletos, entretenido viendo la cartelera, agradecía que estuviese en función una película similar a la que, por nervios, describió de la nada. Cuando su acompañante se acercó notó al instante una expresión decaída - ¿Está todo bien?
- Me encontré en la fila a una compañera del trabajo – comenzó a explicar con pesar – como todos saben que estamos en una relación, ella confesó que al inicio creyó que todo era un teatro, pero vernos aquí le hizo cambiar de opinión.
El sextillizo le escuchaba atento, intentando comprender su consternación.
- Ella asumió que como cualquier otra pareja veníamos a ver el estreno romántico del momento, perdón Karamatsu, termine cediendo y compré las entradas para algo diferente a lo que deseabas ver – finalizó estirando la mano que sostenía las entradas mientras que la otra reposaba sobre su frente, completamente avergonzado.
Sujetó lo ofrecido para leer mejor el título de la función: "Turquesa"; en seguida giró para buscar el póster de dicha película. Al centro del afiche una pareja se miraba cariñosamente mientras debajo se hallaba la sinopsis, tras revisarlo se percató que solo era la trama de un millonario enamorado de una bailarina exótica. Quizá no sería tan mala – Entremos entonces – le indicó con una gran sonrisa esperando así tranquilizarlo.
Al ingresar en la sala Atsushi saludó con un leve gesto de mano a la compañera que anteriormente mencionó, mientras ella con su acompañante bajaban a las filas centrales, él junto a Kara tomaron lugar en la fila superior.
-¿Estas seguro de esto? Aun podemos salir – comentó el trajeado mientras observaba a las parejas alrededor.
- No problem – aseguró mientras del bolsillo frontal de su polera sacaba sus gafas oscuras para colocárselas – solo es una película más del monto; además, con esto podremos darle bases a nuestro acto – finalizó volviendo a guardar el accesorio al percatarse que no veía bien con ellos.
Las luces se atenuaron, la pantalla se ilumino y el sonido comenzó a hacer eco en el lugar.
La función llegó a su fin, la iluminación regresó y los presentes comenzaron a salir, algunos curiosos no podían evitar mirar a la pareja que permanecía en sus asientos de la fila superior, siendo que, además de ser ambos hombres, uno de ellos lloraba y se lamentaba entre murmullos.
- ¿Karamatsu? – el castaño intento nuevamente atraer su atención, pero el otro estaba perdido en su gran sufrir.
- ¿Por qué la hermana mayor seguía interponiéndose? ¿No veía lo enamorados que estaban? ¿Por qué no los dejaban ser felices? – murmuraba entre lágrimas.
Atsushi terminó sonriendo ante el espectáculo, pese a que el sextillizo solía mostrarse como alguien de extremada confianza y un tipo cool, en realidad era bastante emocional, lo cual le parecía hasta cierto punto… ¿Adorable? La palabra que describía su pensar le tomó por sorpresa, carraspeo un poco para retomar la compostura, acto que también logro atraer la atención de su acompañante.
- Oh – musitó al notar que eran los únicos en la sala – vaya, creo que me emocione un poco – busco desesperadamente sus gafas, como si dicho accesorio borrara lo ya presenciado – creo que, ya hay que marcharnos.
- Sí, creo que es hora de irnos.
El par de chicos se encaminaron a la salida sin intercambiar más palabras, uno avergonzado por su reciente actuar y el otro comenzando a experimentar un extraño sentir.
Al momento que salían de la sala un par de chicas los vieron a lo lejos – Mira – habló una de ellas, ¿No es Totty?
- Vaya, que escondido lo tenía – respondió por lo bajo la otra con el celular en mano, lista para tomar evidencia de lo visto y reclamarle a quien, hace poco, le habría pedido salir en una cita grupal.
El secreto del segundo sextillizo estaba por descubrirse.
