Atsushi llevaba unos segundos observando desde el marco de la recamara al Matsuno que frente al espejo parecía batallar con su corbata - ¿Necesitas ayuda? - preguntó ligeramente divertido al verlo sonrojarse; el Matsuno asintió desviando la mirada.

Karamatsu miraba de reojo al chico que tenía enfrente, vaya momento que eligió para ponerse nervioso y olvidar como atar su corbata, pero le era inevitable, estaba por conocer al jefe del otro y llevar a cabo su tan practicado "papel". Pensar aquello le hizo componer una mueca de tristeza al saber que tras esa noche no tendría más razones para frecuentar al que poco a poco comenzaba a considerar un buen amigo. Sumado a ello estaba la situación con su familia, siendo que desde su salida no había vuelto o intentado contactarles, pero tras aquella noche tendría que regresar y enfrentarlos.

- Listo – el castaño dio un paso atrás para admirarle mejor – estas perfecto – admitió con una sonrisa llena de emoción – Bien, aquí vamos - finalizó para dar pie a su próximo encuentro.

Momentos más tarde, Karamatsu estaba ante una mesa cercana a la ventana, observando a través del cristal a los transeúntes aguardaba por la compañía, Atsushi habría salido a realizar una llamada ante la demora de su jefe. Mientras tanto, se entretenía en mirar su reloj en la muñeca izquierda, recién lo estaba estrenando y no podía negar que le encantaba dicho accesorio.

- Vaya, ¿Que tenemos aquí?

El Matsuno volteó hacia el hombre que se detuvo a su lado - ¿Disculpe?

- ¿Te importa si te hago compañía? Un chico tan lindo no debería estar solo – el sujeto de cabellera rubia y apariencia extranjera no aguardo respuesta, tomando lugar frente al otro.

El sextillizo miró al rededor en busca de Atsushi – Lo siento, pero vengo acompañado – explicó con educación aguardando a que se marchara.

- Oh, vamos, dame una oportunidad, la pasaremos bien, lo prometo – estiró su brazo para alcanzar a rozar la diestra del sextillizo.

En respuesta, este retiró de inmediato su mano – Por favor, retírese cuanto antes, vengo con mi novio – aseguró con firmeza y ligera expresión de frialdad.

- ¿De verdad? Eso me rompe el corazón – dramatizó con un puchero.

- Está siendo bastante molesto escucharle, deberían enseñarle buenos modales.

- Si tú eres mi maestro, gustoso acepto la lección – canturreo antes de guiñar un ojo.

El sextillizo estaba por dejar relucir su peor lado, sin embargo, tuvo la oportuna y necesaria intervención.

- Vaya, veo que ya se conocieron – Atsushi hizo acto de presencia.

El par en la mesa se miraron unos segundos antes de comprender lo ocurrido.

- Así que eres el famoso novio – el rubio sonrió ampliamente – no me presente apropiadamente, mi nombre es Lewis Akemi.

- Matsuno Karamatsu – respondió sin atreverse a mirarlo y con una ligera inclinación de la cabeza.

El castaño tomó su lugar cerca de Kara, alistándose todos para ordenar.

Pese al tropiezo inicial, la convivencia se torno amena y pacífica.

- Entonces, ¿Cómo se conocieron? – cuestionó el rubio bastante intrigado.

- Íbamos juntos a la escuela – explicó el castaño – años después me reencontré con su hermano más joven y simplemente retomamos el contacto.

- Ya veo, ¿Eran buenos amigos en aquel entonces?

La interrogante tomo por sorpresa al par de chicos, siendo que no esperaban preguntas del pasado, Atsushi pensaba en solo responder con un simple y rogar por no seguir con el tema; sin embargo, el sextillizo se adelantó.

- No, de hecho ni siquiera solíamos interactuar más allá de ser simples compañeros.

- Dime ¿Cómo era él en la escuela? – cuestionó con verdadera curiosidad pese a la pesada mirada de su empleado.

- Era un buen estudiante, siempre estaba rodeado de amigos y era educado con los profesores – relató con una suave sonrisa.

El castaño suspiro discretamente, agradecido de que el otro lograra improvisar una respuesta.

- No ha cambiado mucho al de ahora, pero cuéntame algo divertido, ¡Algo gracioso o vergonzoso!

Atsushi rodó los ojos.

En cambio, la expresión del sextillizo consistió en una sutil risa – bueno, hay un pequeño detalle imposible de olvidar, su peinado en definitiva no estaba a la moda.

El castaño clavó de inmediato la mirada en su "novio" De todo lo posible a recordar, ¿Eso era lo primero es su mente?

- ¿En serio? ¿Cómo era? – incitó el rubio a que prosiguiera el relato.

- Era como si le hubiesen colocado un recipiente sobre la cabeza y recortado todo lo que sobresalía.

- ¡Un peinado de hongo! – exclamó Akemi. Su risa se incrementaba a la par del tono rojizo en el rostro del aludido.

Karamatsu dejo de reír para limpiar una lágrima que se habría escapado ante el esfuerzo – pero, debo admitir que pese a su look, era bastante adorable.

- Ya veo, te gustaba en ese entonces, ¿Cierto? – el tono juguetón del jefe descoloco por un segundo al Matsuno.

-Bueno, no sabría decirlo con exactitud, solo sé que le observaba a la distancia, se llevaba bien con todos y siempre estaba dispuesto a ayudar, era admirable – finalizó con una sonrisa acompañada con un leve rubor, provocando en los presentes el mismo pensar: "Él es adorable"

Atsushi no dijo nada, confundido un poco al no saber si todo lo escuchado fue una verdad oculta o mera actuación del sextillizo

Cuando el castaño se excusó para ir al sanitario, el rubio aprovecho para cambiar de asiento y acercarse al otro – sobre nuestro primer encuentro, lamento si te incomode, no le cuentes a Atsushi – pidió juntando las manos y con una sonrisa ladina – no quiero tenerlo de mal humor en la oficina – admitió divertido.

- Entiendo, no diré nada – aseguró sobando su cuello, no estaba seguro de la razón, pero tampoco quería que el trajeado se enterase.

- Lamento mucho que te vieras involucrado en un escándalo de oficina, Atsushi me contó que planeaban mantenerlo en secreto por un tiempo, espero esto no conllevara problemas con tu familia o en el trabajo.

- No, nada de eso, actualmente no estoy trabajando y mi familia, bueno... – bajó un poco el tono de voz.

- Oh, lo entiendo – murmuró el rubio antes de tomar las manos de Kara entre las propias – en ocasiones las personas necesitan tiempo para procesar ciertos temas, pero, si realmente te aman al final lo aceptaran.

El Matsuno se mantuvo en silencio, a pesar de que la relación era un acto, estaba dolido por la reacción de sus hermanos, ¿Qué hubiese pasado si en realidad salía con alguien de su mismo sexo? Ante tal pensamiento no pudo evitar componer una expresión consternada.

- No estés triste – intentó animarle retomando su atención – tienes a Atsushi, y ahora a mí, cuentas con mi apoyo para todo – sonrió al ver que la expresión del otro pasaba a la sorpresa; sin despegar la mano izquierda, uso la otra para sacar del saco una tarjeta de presentación – eres un chico agradable y sé qué haces muy feliz a Atsushi, lo distingo con solo observar cómo te mira y la forma en que sonríe – colocó la tarjeta en manos del sextillizo y volvió a colocar la propia – cuentas conmigo de ahora en adelante. El sextillizo sintió el calor invadiendo su rostro.

Atsushi carraspeo para llamar su atención – disculpen, ¿Interrumpo algo? – cuestionó con una sonrisa que a ninguno de los dos presentes les provocó tranquilidad.

- Todo bien, solo hablábamos – Akemi soltó de inmediato la manos ajenas, levantado un poco las propias en señal de paz.

Por su parte, Kara no supo que responder, tal vez solo eran ideas suyas, pero le pareció como si el trajeado estuviese celoso. Observó la tarjeta con los datos del jefe y sintió una calidez en su pecho, no recordaba cuando fue la última vez que alguien le ofrecía apoyo incondicional, en especial, con tan poco de conocerse, guardo el recuadro en el bolsillo de su camisa manteniendo una sutil sonrisa en su rostro.

Tras despedirse del rubio, Atsushi y Karamatsu aguardaron un poco fuera del restaurante.

- Bueno, todo salió bastante bien – comentó el sextillizo con un deje de tristeza al saber finalizado su papel.

- No sabes cuánto te agradezco por esto, ahora solo aguardare a qué se aburran del tema y en su momento diré que terminamos – dijo lo último en un suspiro.

- Claro, no problem – aseguró mostrando el pulgar – entonces, me marcho.

- Aguarda, ya es tarde, déjame llevarte

- No es necesario, pasaré a casa de un friend que vive cerca

- ¿Estás seguro?

- ¡Of course! - respondió antes de iniciar su andar – avísame si necesitas algo en el futuro – finalizó sin girarse a mirarlo, siendo que, por una extraña razón, sentía que si lo miraba directo a los ojos el hueco en su estómago se acrecentaría.

Atsushi no se atrevió a detenerle, simplemente observándole alejarse.

Karamatsu consideró sus opciones, podía ir directo a casa e intentar arreglar las cosas o pedir asilo nuevamente con Chibita. Se detuvo abruptamente al recordar que su cambio de ropa se habría quedado en casa de Atsushi - ¿Debería ir con él? – se cuestionó en voz alta.

- Hey amigo – la repentina voz a su espalda le tomó por sorpresa, dos sujetos se habían acercado sin que se diera cuenta - ¿Sabes qué hora es?

- ¿La hora? – repitió mientras levantaba el brazo para ver su reloj, aquel detalle del castaño. Antes de responder uno de los tipos le sostuvo por la muñeca.

- Vaya, que bonito reloj – masculló con una expresión cómplice hacia su compañero.

Karamatsu miró rápidamente a su alrededor, percatándose así que eran los únicos en la calle y comprendiendo las intenciones de los extraños; con un brusco movimiento se zafó del agarre; bufó por lo bajo ante lo que se avecinaba listo para cualquier situación, sin embargo, en cuanto divisó un arma en la cintura de uno de ellos, comprendió que no debía arriesgarse.

Analizando sus opciones optó por sacar su cartera y arrojarla con fuerza, logrando así darle de lleno en el rostro a uno de ellos, distrayendo al otro en el proceso y consiguiendo los segundos necesarios para salir corriendo; pasando un par de cuadras se reprendió por no aceptar haberse ido con Atsushi, la nula presencia de personas le hacía caer en cuenta de lo tarde que debía ser o bien, lo peligroso de esas calles. Al dar vuelta en una esquina se detuvo bruscamente al notar que era un callejón, sin tiempo a retomar el camino fue interceptado por los tipos que le seguían.

- Ya tienen mi dinero y no tengo celular – aclaró de inmediato, esperando así evitar una pelea.

- ¡Qué divertido! – Respondió de forma irónica uno de ellos - ¿En serio piensas que está basura es suficiente? – cuestionó mostrando la cartera azul brillante del sextillizo.

- Entrega el maldito reloj y quizá no te vaya tan mal – indicó el otro comenzando a acercarse.

Karamatsu coloco la mano sobre el accesorio por inercia, sabía que no debía arriesgar su vida por algo material, pero el hecho de que se fuese un detalle del castaño complicaba su decisión.

- ¿Qué esperas? – le apuró el otro colocando su mano sobre el arma en una clara amenaza.

Ante ello, Kara retrocedió un paso por inercia dejando en claro que no estaba dispuesto a obedecer pese al peligro.

El par de hombres intercambiaron una mirada cómplice antes de decidirse a atacar al de traje blanco.

El sextillizo no dudo en defenderse, la ventaja de tener cinco hermanos era estar acostumbrado a las pelas. El primer golpe dirigido a su rostro fue evitado con destreza, logrando devolver un ataque directo al estómago de su oponente, ante cada agresión lograba dar una respuesta sin fallar, sin embargo, el cansancio comenzó a jugarle en contra cuando los bribones sincronizaron sus ataques, ante cada segundo le era más complicado defenderse.

El sujeto que portaba el arma en la cintura sacó la misma para observarla unos segundos, esta no tenía balas y solo la usaba para amedrentar, pero de igual modo le seria de utilidad.

Solo se requirió un momento de distracción por parte del Matsuno para que el ladrón se colocase a su espalda para propinarle un fuerte golpe en la cabeza.

Karamatsu cayó de rodillas en cuanto un fuerte dolor al costado de la cabeza se hizo presente, colocó su mano derecha donde las punzadas comenzaban a sentirse; aprovechándose de su desconcierto uno de los asaltantes sujeto con brusquedad su brazo izquierdo para retirarle con velocidad el reloj.

El par de hombres se jactaron de su víctima, propinándole un par de golpes más antes de huir dejándole tendido en el piso.

El sextillizo miró en su mano las manchas de sangre mientras el mismo liquido comenzaba a escurrir por su sien, cerrando con lentitud sus ojos un solo pensamiento se hacía presente: "Debí ir con Atsushi"