Atsushi despertó, por segunda vez en el día a causa del sonar de su teléfono, respondió con desgano y escuchó lo más atento posible a su jefe.

- / Sé que te di el día libre, pero de verdad es una emergencia, es sobre el último convenio con el extranjero, solo firmaran si estás presente / - explicó rápidamente.

- Ya veo, pero no quisiera dejar a Karamatsu solo – respondió mientras se levantaba, asomándose un poco para alcanzar a ver al joven durmiente.

- / Entiendo, pero en serio te necesito aquí ahora, ¿Por qué no lo traes contigo? Les invitaré el almuerzo, prometo que no llevará mucho tiempo / -

Atsushi lo meditó unos segundos.

- /Ahora que, si realmente es complicado supongo que puedo pedírselo a Yanagida / -

- Voy para allá – respondió el castaño por inercia, golpeando su frente al siguiente segundo por haber caído tan fácilmente. Tras colgar miró el reloj de la pantalla, su siesta duro poco más de una hora, esperaba que con ello Karamatsu hubiese descansado, ahora tendría que despertarle para explicarle lo ocurrido.

En cuanto llegaron al edificio se toparon con Akemi en la entrada, quien no dudo en tomar por el brazo al trajeado en cuanto le vio - ¡Rápido! Los inversionistas ansían verte.

- Pero… - intento protestar al mirar a Karamatsu.

- No te preocupes – con una seña llamó a una joven empleada que iba pasando – Acompáñale por favor hasta la oficina de Atsushi. Aguarda ahí, prometo que no tardará – le aseguró al sextillizo mientras ya comenzaba a empujar al castaño, sin darles tiempo más que para un rápido intercambio de miradas.

La chica guío al de azul entre los cubículos hasta que fueron interceptados por un joven moreno - ¡Karamatsu! No te había visto en un rato – comentó casual, analizando los vendajes pero sin preguntar por ello.

- Oh, Yanagida, así que se conocen – habló la chica – que coincidencia, ¿Podrías llevarle a la oficina de Atsushi por favor? Debo entregar este reporte cuanto antes – explicó al mostrar la carpeta entre sus manos.

- Por supuesto – aceptó gustoso colocando sus manos sobre los hombros del otro para empezar a llevarle por el camino indicado.

Al cruzar la ´puerta de la oficina el joven empresario no dudo en cuestionarle al otro su clara incomodidad – Ahora ni siquiera me has saludado, ¿Es por tu novio? – inquirió divertido.

- Eh, no – respondió nervioso – es solo que, recién tuve un incidente y, bueno, no puedo recordar nada – señalo la venda en su cabeza – lo siento, pero, ¿De dónde nos conocemos?

- Espera, ¿Estas bromeando? – Al verle negar suavemente apenas y pudo evitar que una sonrisa se formara en su rostro – esto es, inesperado, nos conocemos desde la escuela, ¿Realmente no me recuerdas? – se acercó un poco, analizando sus expresiones en búsqueda de alguna mueca burlesca.

- N-no, lo lamento, ¿Somos amigos? – preguntó tímidamente, con una leve esperanza de hallar a otra persona que le ayudase a redescubrir quien era.

El moreno le sujetó con suavidad por la barbilla - ¿Amigos? Fuimos mucho más que eso, al menos antes de que Atsushi apareciera – la expresión desconcertada le hizo reír – pero si en algún momento quieres saber más, con gusto te hablaré de ello – le soltó para buscar en su bolsillo una tarjeta de presentación y entregársela – puedes llamar cuando quieras – aseguró antes de alejarse – oh, y algo que deberías saber, es que tú novio es bastante celoso, por lo que nuestro encuentro de hoy deberá ser mejor mantenerlo en secreto.

Karamatsu no respondió, con un leve calor en el rostro se limitó a observar la tarjeta entre sus manos, con crecientes dudas sobre su persona.

Tras la espera, Atsushi por fin hizo acto de presencia, hallando al Matsuno frente al librero con un ejemplar entre manos – lamento la demora – se excusó al entrar.

- No hay problema – respondió al dejar el libro en su lugar.

- Akemi se ofreció a pagar la comida, ¿Te parece si vamos en búsqueda de algo?

- Claro, pero antes, sé que ya te hice muchas preguntas, pero recién me percate que no tengo un teléfono, lo que me lleva a pensar que fue robado durante el asalto y eso me hace notar que necesito uno nuevo, pero no sé dónde guardo mi dinero, lo que me llevo también a preguntarme, ¿A que me dedico? ¿En dónde trabajo? ¿Debo avisarle a alguien lo ocurrido? – habló ligeramente apresurado, tras recibir la tarjeta de presentación se dio cuenta que no tenía forma de comunicarse y por ende, hiló el resto de ideas.

Atsushi desvío la mirada meditando la respuesta ya que, en efecto, ese tema no había sido conversado – No debes preocuparte por nada, yo me haré cargo de todo gasto – aseguró confiado de que el dinero era su preocupación – lo que desees, solo debes pedirlo – finalizó con expresión triunfante.

Karamatsu se mostró claramente decepcionado, juntando sus manos frente al pecho no pudo evitar exteriorizar su pensamiento – Me lo temía, seguramente tengo un trabajo vergonzoso o decepcionante, ¿Por qué otra razón no podrías mencionarlo? Quizá esa sea también la razón por la que mi familia no me quiere – dedujo al instante.

- No, no, te equivocas – se apresuró para tomar sus manos entre las propias – sí tenías un trabajo, solo que, no te gustaba y decidiste que buscarías algo nuevo, algo más acordé a ti – explicó rápidamente.

- ¿De verdad? – preguntó tímidamente. El castaño asintió – pero, ¿En que soy bueno? ¿Qué seria acorde para mí?

- Tranquilo, te ayudare con ello, con todo – aseguró afianzando el agarre. El Matsuno suspiro, ligeramente aliviado confiaría ahora en su novio.

Tal como Atsushi indicó, tras la comida se encaminaron al centro comercial donde se hizo cargo de lo necesario para mantener bien a Karamatsu, iniciando con la compra de todos los artículos personales necesarios, así como ropa y algunos accesorios.

El Matsuno aguardaba en una banca con un par de bolsas a su lado mientras el otro habría ido al sanitario, aprovechaba el tiempo para configurar el nuevo teléfono que su novio, pese a las negativas, insistió en comprarle, guardo el número de Yanagida para escribirle en otro momento; mientras se hallaba distraído no fue consiente de la persona que se acercaba.

- ¿Nii san?

Karamatsu miró confundido al chico de polera amarilla y gran sonrisa que tenía enfrente, tardando un poco en procesar que claramente era uno de sus hermanos, pero sin saber reconocerlo en base al anuario.

- H-hola – tartamudeó ligeramente nervioso. Mirando a los lados en búsqueda del castaño.

- ¿Qué haces? ¿Te escondes de Totty porque está enojado? – preguntó con inocencia ladeando su cabeza.

El mayor se encogió en su lugar y oprimió el teléfono contra su pecho, bajando la mirada no sabía cómo responder. Quería preguntar su nombre, saber quién era Totty y en especial si él también se oponía a su relación, sin embargo, no se atrevía a pronunciar nada.

- ¡Hey, ¿Qué haces Jyushimatsu?!

El grito se escuchó a poca distancia, haciendo que el par mirase al colorido grupo que se acercaba, al frente de todos el chico de rojo que hizo el llamado se detuvo frente al de azul – Oh, es Karamatsu –mencionó con ligero desinterés.

- Vaya, que desagradable sorpresa –expresó el de rosa mientras se cruzaba de brazos y le daba la espalda.

- Coincido con Totty, mierdamatsu es muy desagradable – se jactó el de morado con su filosa sonrisa.

- ¿Qué haces aquí Karamatsu niisan? – inquirió el de verde.

El nombrado tragó pesado, analizando cada rostro, sintiendo que su corazón latía cada vez más rápido. ¿Cómo empezar a explicarles lo ocurrido? – Bueno, solo, estaba de compras – contestó nervioso, sin lograr pensar en otra respuesta.

El silencio se mantuvo unos segundos, el tiempo suficiente para que el de rosa se posicionara ante el segundo Matsuno – Debes estar bromeando, vienes con él ¿Cierto? – sin dejarle responder le arrebato el teléfono de entre las manos - ¡Lo sabía! – exclamo al ver el aparato y después las bolsas – no puedo creer que seas tan patético, aceptando regalos caros a cambio de… - detuvo sus palabras al sentir una mano en su hombro.

- Ya basta Totty – el de rojo suspiro pesado – si haces una escena nos correrán de aquí.

- ¿Y cómo quieres que reaccione? Ni siquiera se defiende, es claro que no sabe lo que es vergüenza.

Karamatsu se mantuvo con las manos sobre sus piernas, oprimiendo ligeramente la tela del pantalón y haciendo todo lo posible por no llorar observaba un punto fijo del suelo; ahora reconocía al apodado "Totty" como el hermano que le grito por teléfono, del resto no podía identificarlos. Él solo quería aclarar las cosas, explicar lo que le pasaba y quizá, obtener apoyo familiar, pero claramente no obtendría nada de eso, ni siquiera preguntaron la razón de sus vendajes ¿Tan poco les importaba su bienestar?

- ¡Ja! Totty hizo llorar al idiota – se mofó el de morado, provocando que el resto mirase en dirección al de azul, quien, en cuanto escucho aquello llevó rápidamente una de sus manos al rostro, sintiendo la humedad en su mejilla no fue consciente del momento en que las lágrimas se habrían hecho presentes.

- ¡Por favor! – Todomatsu estiro los brazos al cielo – No es posible que seas tan dramático – le reprendió por su reacción.

El segundo nini solo atino a cubrir su boca con ambas manos, evitando cualquier sonido e intentando en vano reprimir el llanto, extrañamente el trato de aquellos con rostro similar le provocaban un desconocido pero doloroso sentir.

- ¡Karamatsu!

El nombrado giró rápidamente, viendo a Atsushi correr en su encuentro.

Antes de permitir que el de traje llegase hasta el sextillizo, Totty se interpuso en el camino – Hasta que apareces, tenemos que hablar – sentencio con firmeza.

El castaño paseo la vista por todos los presentes para terminar descubriendo el celular en manos del menor – No tengo nada de qué hablar contigo – aseguró antes de inclinarse un poco y arrebatarle el teléfono, acto seguido paso a su lado empujándole levemente - ¿Estas bien? – se agacho frente a Kara, quien negó suavemente.

- Vámonos, por favor – suplicó débilmente, intentando no llorar más fuerte.

Atsushi se levantó, guardo el teléfono y tomó las bolsas con una mano para ofrecer la otra a su acompañante.

- Espera, no puedes irte así – Choromatsu intento replicar.

- ¿Niisan no vendrá a casa? – preguntaba Jyushimatsu tras el de morado, confundido por lo presenciado.

- No, mierdamatsu nos abandona por su noviecito – escupió con desdén el de cabello desalineado.

Atsushi ignoro por completo al resto de hermanos, aparentemente no tuvieron tiempo de hablar para enterarse del accidente, colocando al otro de pie no dudo en querer llevárselo cuanto antes.

Al pasar junto a Todomatsu, este no dudo en sujetar a Karamatsu por la muñeca izquierda, provocando un leve quejido del mayor – ¡Aguarda!

El trajeado reacciono soltando a Kara para empujar al de rosa y hacer que lo liberase, siendo el menor atrapado por Choromatsu para evitar su caída, a la par que Osomatsu se apresuraba a interponerse entre sus hermanos y el castaño.

- Hey niño rico, deberías calmarte – advirtió el primogénito con tono hostil – vamos Karamatsu, tenemos que hablar – se dirigió a quien dio un salto al escuchar su nombre.

- Él no va con ustedes – advirtió el trajeado estirando su brazo frente a su novio, recalcando así sus palabras.

- No te hablo a ti – respondió el de rojo con notable molestia.

- Se ira conmigo, no dejare que vuelvan a provocar su llanto.

- Karamatsu – repitió el de rojo con autoridad, mirando como el otro sujetaba el brazo que le protegía.

- Vámonos – pidió el de azul casi en un susurro, sin dirigirle la mirada a quien le habló.

Atsushi se irguió con superioridad, abrazando protectoramente por los hombros al de azul, comenzó a guiarle lejos del grupo que no dijo nada al momento.

Osomatsu se quedó viendo al par alejándose, confundido ante lo ocurrido e ignorando los reclamos de sus hermanos intentaba procesar el extraño sentir, siendo que, por segundos, se habría sentido de vuelta en el pasado, presenciando a un tímido e indefenso Karamatsu, solo que en esta ocasión no buscaba refugio en su niisan.