Pasaron unos días desde el encuentro con los hermanos Matsuno, Karamatsu actuaba calmado dedicándose a las labores del hogar y siempre con una afable sonrisa para el castaño. Atsushi estaba un poco preocupado, su compañero no salía más que para las compras necesarias, y aunque agradecía la comida casera, no lograba que salieran a cenar o de paseo, pero no quería presionarle, optaba por darle su espacio.

Una noche el joven empresario despertó al escuchar lo que parecían murmullos, se irguió mientras tallaba sus ojos, miró hacía la sala, a petición de Kara, este habría dormido en el sofá; se levantó para ir a investigar, el Matsuno se mantenía casi hecho un ovillo, se acercó con cautela sin intención de despertarle, al hincarse se percató que el otro tenía una pesadilla, el ceño fruncido y un par de lágrimas se dejaban notar.

- Karamatsu – le llamó con suavidad moviéndole por el brazo.

El sextillizo despertó de forma abrupta, sentándose de golpe y respirando agitadamente tardo unos segundos en captar la presencia a su lado - ¿Atsushi?

Su voz ligeramente temblorosa oprimió el corazón del nombrado – Está bien, solo fue una pesadilla – con su diestra retiró un mechón rebelde para luego posar la mano sobre su mejilla con cariño.

Kara reaccionó ante el toque con un suspiro de alivio, como si dicho acto realmente le confirmara que ya estaba despierto y fuera de peligro, posó su propia mano sobre la ajena, cerrando sus ojos ante el cálido toque – Perdón por despertarte – se disculpó con voz cansina.

- No importa, ¿Quieres hablar de ello?

- No estoy seguro que pasó, estaba en un callejón oscuro y había dos tipos acercándose, presentí que me harían daño, intenté defenderme pero aun así... – pausó el relato para respirar profundamente, las manos entrelazadas de ambos ahora reposaban sobre su regazo – luego estaba en un cuarto, no sé qué ocurrió pero ellos me rodeaban, los cinco me observaban detenidamente, no decían nada y de igual forma me sentía abrumado, como si me estuviera ahogando, justo cuando comenzaron a acercarse fue que me despertaste. Gracias – finalizó con una temblorosa sonrisa.

Atsushi tragó pesado, deduciendo que la primer parte podía corresponder al asalto y el resto, claramente referente a sus hermanos – Tranquilo, no dejaré que nadie te haga daño – aseguró tomando sus manos – ven conmigo a la recámara – una leve risa salió de sus labios ante el repentino sonrojo del otro – solo dormiremos, no haré nada que te incomode, lo prometo, simplemente quiero tenerte cerca – afirmó sorprendiéndose así mismo por la repentina franqueza.

El Matsuno no pudo evitar sonreír y con ello aceptar su invitación. Fue guiado hasta el dormitorio donde se acomodaron espalda con espalda, pero solo unos instantes después Atsushi pudo sentir como el otro se giraba y se pegaba a su cuerpo, él no hizo movimiento alguno, sintiendo una inexplicable felicidad por tan simple acto.

Los días continuaron pasando, las pesadillas de Kara eran menos frecuentes, teniendo siempre a su lado al castaño que no dudaba en reconfortarle, siendo que poco a poco sus interacciones fueron subiendo de nivel, comportándose como una verdadera pareja.

El primer beso llegó por parte de Atsushi, aunque fue por accidente, aquella noche llegaba del trabajo, exhausto y con la mente casi en blanco no pensó en sus acciones mientras saludaba a su compañero que en cuanto le vio le confirmó que la cena estaba lista, el castaño se retiraba la corbata mientras el otro recibía su maletín, fue una acción involuntaria.

- Gracias – agradeció el gesto y se inclinó para darle un suave beso en los labios, el sextillizo quedó petrificado y completamente ruborizado a mitad de la habitación, Atsushi tardó unos segundos en ser consciente de su reciente acción, del mismo tono rojo que el otro comenzó a disculparse torpemente.

- Esta bien – murmuró el Matsuno – no me molesta – aclaró con una tímida sonrisa que provocó el vuelco del corazón del trajeado.

A partir de ese momento, las muestras de cariño se volvieron cotidianas por parte de ambos.

Karamatsu comenzó a sentirse con mayor seguridad, su actitud mejoraba mostrándose verdaderamente feliz, el castaño le contaba como solía actuar y cuánto le gustaban esas actitudes, atrapándole inclusive una vez posando frente al espejo.

Disfrutaban de una tranquila cena en un pequeño restaurante, conversando y riendo amenamente eran ajenos a su entorno.

- ¿Karamatsu?

La dulce voz femenina detuvo la plática de la pareja. Una joven castaña con vestido rosa le miraba de forma curiosa.

El nombrado miró a su novio nerviosamente, esperando que este la conociera.

- Oh, Totoko – Atsushi le sonrió con amabilidad; si bien no interactuaban desde la escuela, la conocía bien por previas conversaciones con Totty y en especial, porque la chica mantenía su popularidad en los lares. Miró al sextillizo y asintió levemente para indicar que era una conocida.

- Buena noche Totoko – habló el Matsuno con formalidad.

La idol se acercó para verlo mejor, con un saco azul y camisa negra se veía más "normal" de lo que ella estaba acostumbrada – Te ves diferente – mencionó curiosa. Miró al otro joven y sonrió – No lo creo, ¿Estás en una cita? – preguntó con picardía llevando una mano a su boca, ahora tenía claro porque no lo había visto últimamente con sus hermanos o vagando por las calles.

Karamatsu se sonrojo y solo pudo bajar la mirada, no quería explicarse al desconocer la posible reacción de la chica.

- ¡Totoko! – Se acercó una joven pelirosada y de vestido verde - ¿Qué haces? Ya debemos marcharnos, la niñera... Oh, es uno de los Matsuno – detuvo su queja al verle – Buenas noches – saludó al par de chicos.

- Buena noche, soy Atsushi, el novio de Karamatsu – se presentó el castaño, dejando boquiabiertos al nombrado y a Totoko.

- Un gusto, lamento que les interrumpiera su cena – se disculpó tomando el brazo de la otra joven – Nos retiramos, disfruten la noche.

- Aguarda, quiero hablar con Karamatsu – se quejó de inmediato – debo saber cómo consiguió un novio guapo y con dinero.

Nyaa frunció el ceño y no dudo en llevársela pese a las quejas.

En cuanto se alejaron Atsushi observó a su acompañante – Tranquilo, ella es una antigua compañera escolar, no te causará problemas – aseguró con tranquilidad, al notar que aún parecía tenso se decidió a entregarle una sorpresa – creo que es buen momento para esto – mencionó al extenderle una caja negra con moño azul.

Karamatsu no logró disimular su emoción ante el presente – No debiste, no tengo nada para ti – se excusó con verdadera pena.

- Tu compañía es más que suficiente, anda, ábrelo.

El otro obedeció, al levantar la tapa de la caja hallo un reloj negro, sus ojos se iluminaron y una gran sonrisa se dibujó en su rostro; sin embargo, el gesto duró solo unos segundos cuando comenzó a sentir una fuerte punzada que le obligó a soltar la caja para colocar ambas manos a cada lado de la cabeza ejerciendo leve presión como si con ello lograse eliminar el dolor, difusas imágenes de un par de hombres atacándole golpeaban su mente.

Atsushi se levantó de inmediato para colocarse a su costado, preocupado le cuestionaba que ocurría, pero no recibió respuesta, como si no fuese escuchado. Llamó a un mesero para pedir la cuenta y tener listo su auto, llevaría a Kara al hospital cuanto antes.

El joven Matsuno reposaba en una de las habitaciones blancas de aquel hospital, dormía profundamente con ayuda de un analgésico. Afuera, Atsushi y Choroko conversaban de lo ocurrido.

- Solo quería reponer lo que le robaron – explicó el castaño observando la caja negra entre sus manos.

- Eso es lindo, pero el detalle con la amnesia temporal es que está puede regresar en cualquier momento.

- Hoy nos encontramos con una conocida – mencionó con desgano – creí que ella haría demasiadas preguntas y en mi mente solo planeaba posibles respuestas para evadir el tema, al final fui yo quien termino por lastimarlo.

- Debes ser consciente de la probabilidad para que sigan ocurriendo tales encuentros, después de todo, esta es la ciudad donde creció ¿Qué hay de su familia? – indagó tras saber del primer encuentro fallido.

- No hemos sabido nada de ellos, Todomatsu al inicio me mandaba mensajes diciéndome lo mal amigo que soy, al final simplemente dejo de escribir. Supongo que no debo preocuparme por ellos.

- Bueno, una persona, lugar e inclusive un simple objeto puede traer de vuelta sus recuerdos.

El castaño medito unos momentos lo escuchado – Yo, pensaba en la posibilidad de tomar un próximo proyecto en el extranjero y llevarlo conmigo.

- ¿Es broma no?

- ¿Qué tiene de malo?

- ¡Eso es prácticamente un secuestro! No puedes llevar a quien tiene amnesia a otro país.

- Yo lo veo más como unas vacaciones, estará mejor conmigo, yo lo cuidaré.

- No es una mascota ¿Has enloquecido? – Le reprendió con severidad – tienes que decirle la verdad – la doctora se cruzó de brazos mirando en dirección a la habitación – entre más tardes más complicado y doloroso será para él.

- Creí que te emocionaría saber cuánto avanzo esta relación – recalcó con tono juguetón, pero la clara molestia en ella le hizo arrepentirse de lo dicho.

- No te confundas, se perfectamente cuando separar mi lado fujoshi, te estoy hablando como doctora y especialmente como amiga – la mirada decaída en el otro le hizo ablandar su semblante – Atsushi, dime la verdad ¿Sigues fingiendo porque temes herir sus sentimientos o hay algo más que deba saber?

Le miró fijamente unos segundos antes de bajar la vista – Creo que realmente estoy enamorado – confesó con un nudo en la garganta.

Choroko sonrió, le era bastante obvio que aquello pasaría, reprimiendo un grito de felicidad logró mantener la compostura, en especial porque todo se complicaría si continuaba con la farsa – Debes hablar con él, explicarle como terminaron así y lo que es más importante, lo que sientes ahora en realidad.

- ¿Crees que lo entienda o terminará odiándome por mentirle?

- Eso, solo lo sabrás al final, pero debes estar preparado para la decisión que tome ¿Lo entiendes, verdad? – Su amigo solo asintió – Bien, iré a ver otros pacientes, podrán marcharse cuando despierte, mantenme informada de su salud – se despidió con un ademan.

Atsushi fue hasta la habitación, tomó la mano de Karamatsu y le observó con detenimiento – Prometo que te contare la verdad, solo espero que no me odies – susurró con verdadero pesar.

Karamatsu pasaba el día con tranquilidad en el departamento, había terminado los quehaceres y ahora descansaba en el sofá, con el celular en mano revisaba las ofertas de trabajo, pese a que Atsushi no estaba de acuerdo en que trabajara por su última visita al hospital, el sextillizo sentía que no era suficiente limpiar y cocinar, dejó de lado su búsqueda cuando recibió un mensaje, sonrió al ver el nombre de Yanagida en pantalla, el texto era un simple saludo y preguntas por su día a día; el moreno acostumbraba escribirle con frecuencia, contándole anécdotas escolares y, a veces con poca sutilidad, recordándole los momentos cuando salían. Era entretenido conversar con él, pero optó por mantenerlo en secreto de su novio al enterarse que claramente existía un rencor entre ellos, no quería complicar las cosas y a su parece, no hacía nada malo al hablar con un viejo amigo.

Atsushi hizo acto de presencia, sorprendiendo al Matsuno que solo atino a una rápida despedida en el celular – No me avisaste que saldrías temprano, ni siquiera he pensado en que comprar para la cena.

- No te preocupes por ello, hoy saldremos, habrá un festival nocturno al que deseo llevarte, será un día divertido.

Karamatsu se emocionó ante la noticia, aunque le extrañaba los repentinos planes, le agradaba la idea de pasar el día juntos, sin tiempo a perder se apresuró a ir por sus cosas para salir.

Atsushi dejo de sonreír en cuanto el otro le dio la espalda, era el momento de hablar con Karamatsu, pero se aseguraría primero de darle un día perfecto para al menos así, verle feliz un poco más.