Karamatsu no podía estar más feliz, todo inició con una función de cine de una película que el sextillizo deseaba ver, seguido de una cena en un bonito restaurante y al final, la idea inicial del castaño: El festival nocturno.

El Matsuno miraba con emoción los puestos, con una gabardina beige no resentía el frio, mientras su acompañante se abrigaba con una gabardina negra.

Los puestos llenos de luces, el aroma de los diversos aperitivos y la risa de los niños generaban el ambiente propicio para pasar un buen rato, produciendo sentimientos positivos y agradables para todos los visitantes. Sin embargo, entre la multitud, el castaño apenas y lograba mantener una sonrisa ocasional; Atsushi asentía a todo lo dicho por el Matsuno con una pequeña curva en sus labios, expresión que se desvanecía en cuanto su acompañante dejaba de mirarle.

Mientras el par de chicos aguardaban en un puesto de comida, a lo lejos eran observados sin darse cuenta.

- Debe ser una jodida broma – musitó el más joven de los sextillizos.

- Aquí estas Todomatsu, es grosero de tu parte dejarnos atrás – le reprendió el tercer Matsuno al acercarse - ¿Escuchaste? – Al notar que estaba concentrado observó en la misma dirección - ¿Karamatsu nii san? – pronunció con sorpresa.

- No puedo creer que estén aquí, hay que acercarnos un poco – sugirió con notoria molestia.

- No creo que sea buena idea – intentó protestar, pero al ser ignorado no tuvo más opción que seguir al menor en cuanto este comenzó a escabullirse entre las personas.

Atsushi aguardaba en una banca mientras Karamatsu estaba formado para comprar un aperitivo.

- Hola Atsushi – se escuchó una voz femenina a su lado.

El nombrado giró para encontrarse con su amiga doctora portando un yukata verde – Choroko, hola, te ves linda – aseguró al moverse un poco para invitarla a sentarse.

La joven aceptó la silenciosa invitación – Gracias, quede de verme con unas amigas pero llegue algo temprano y te vi a lo lejos – miró en dirección al sextillizo quien era ajeno a su presencia - ¿Cómo ha estado?

- Mejor, no ha tenido dolores de cabeza; sigue sin indicios de recuperar la memoria – tras unos segundos de silencio añadió – Tenias razón, no podemos seguir así, le contaré la verdad hoy.

Ella suspiró - ¿Ya sabes cómo abordar lo del trato?

- Esa es la parte difícil, no sé por dónde empezar, ¿le digo que realmente estoy enamorado o inicio diciéndole que nuestra relación era falsa? ¿Cómo explicarle que todo empezó porque le pagaba para fingir ser ni novio?

- Sé que es complicado, pero confió en que sabrás como manejarlo, solo ten calma y recuerda que pase lo que pase, respetaras su decisión.

- Lo sé, por eso mismo no puedo evitar sentir miedo.

Choroko no dijo más, recibiendo un mensaje al celular se enteró que sus amigas ya la buscaban – debo irme, suerte, espero todo salga bien – se despidió con un ademán antes de retirarse.

Atsushi suspiró pesadamente, cambiado su semblante a una sonrisa se colocó de pie para ir al encuentro de su novio quien ya tenía en sus manos algo de takoyaki.

La pareja continuó su paseo, ajenos al par de rostros similares que ocultos tras uno de los puestos habrían escuchado toda la conversación; un rápido intercambio de miradas y salieron corriendo en búsqueda del resto de hermanos.

Después de algunos juegos, aperitivos y una amena conversación, la pareja se encaminaba a un lugar más solitario, una pequeña colina con barandas en la orilla era perfecta para admirar la luna sobre las luces de la ciudad.

Karamatsu respiró profundamente al recargarse en la protección de metal, dejando ir el aire en un suspiro que le hacía sentir completamente liberado.

Atsushi observó dicha acción suspirando también, pero con un sentimiento agridulce – Yo, tengo algo que contarte – inició mientras se acercaba – es algo importante y de verdad lamento no haberlo dicho antes.

El rostro pacifico del sextillizo cambio a un semblante de preocupación - ¿Qué ocurre?

- Antes que nada, quiero que sepas cuanto te quiero, el tiempo que pasamos juntos es invaluable y daría lo que fuera por seguir así – tomó las manos del otro con suavidad – nunca llegué a sentir algo similar con nadie – miró fijamente al otro, sintiendo un hueco en el estómago mientras dudaba de su plan, pero presintiendo que tenía que confesarse antes de cualquier cosa, no lo pensó más – Karamatsu, te amo.

El sextillizo retuvo el aliento unos segundos, con una inevitable sonrisa y un notorio sonrojo, pudo sentir la calidez invadiendo su pecho – Yo...

- ¡Karamatsu!

El grito a poca distancia asustó al par que inmediatamente miraron con horror y disgusto a los cinco hermanos acercándose. Atsushi no dudo en colocar a Kara tras de sí, sin quitar la vista del Matsuno de polera roja que encabezaba al resto.

- A un lado, me llevo a mi hermano – declaró el mayor cara a cara con el castaño, con una seriedad poco usual pero determinada.

El joven empresario no se dejó amedrentar, sintiendo como su novio se sujetaba con claro temor de su brazo – Él no va a ninguna parte.

- Es suficiente Atsushi – habló Todomatsu detrás del mayor – ya sabemos la verdad.

El nombrado se tensó al escucharlo, intercalando la mirada entre el de rosa y el de rojo, este último firme frente a él con expresión desafiante.

- Karamatsu nii san, sabemos lo de tu amnesia ¿Por qué no lo mencionaste en el centro comercial? – cuestionó Choromatsu.

El segundo sextillizo se tensó al escuchar aquello - ¿Lo saben? – repitió nervioso. Al ver que asentía prosiguió – yo, no sabía cómo decirlo – confesó con un ligero sentimiento liberador al ver que un par de rostros mostraban genuina preocupación.

- Basta de charla, nos vamos ahora – Osomatsu ordenó mientras se estiraba para tomar el brazo de su hermano.

Atsushi reaccionó empujando al mayor mientras Kara retrocedía un par de pasos.

Tal acción solo provocó la ira del primogénito que no dudo en sujetar por el cuello de la ropa al castaño, iniciando así un enfrentamiento.

Karamatsu de inmediato intentó frenar a su novio - ¡Detente Atsushi! – suplicaba en vano intentando separarlos. Acto que repitió el tercer nini reprendiendo y forcejeando con el mayor.

- Esto se sale de control – se quejó el de rosa yendo hasta los otros dos presentes – Haz algo Ichimatsu nii san.

- ¿Yo? – se quejó al instante, pero tras analizar la situación y un leve gruñido se decidió a actuar – Bien, Jyushimatsu, ve por mierdamatsu para largarnos cuanto antes.

- Espera, ¿Qué hay de Osomatsu nii san y Atsushi? – preguntó Totty preocupado.

- Pueden matarse entre ellos si quieren, la idea solo era llevar al idiota de vuelta a casa y así será – con una seña confirmó su orden al quinto hermano que no dudo en correr hacia su objetivo.

Karamatsu no lograba frenar al par que, pese a centrarse más en el jaloneo de prendas, ya comenzaban a notarse algunas marcas rojas por sus rostros resultantes de un par de golpes bien acertados. El segundo Matsuno, inmerso en su tarea, no fue consiente del momento en que alguien se posicionó tras de él hasta que fue repentinamente levantado.

- ¡Hey! – protestó al sujetarse de la ropa de quien le transportaba, temeroso de caer.

- ¡Te tengo Karamatsu nii san! – afirmó el quinto llevándole sobre el hombro, intentando sujetarle por las piernas para frenar su pataleo.

Atsushi reaccionó al escucharlo, logrando empujar a su oponente intento ir tras el de amarillo; sin embargo, el de morado se plantó enfrente y sin duda alguna impacto el puño contra su rostro, derribándole al acto.

- ¡Atsushi! – Karamatsu se removió ante lo visto, pero sin lograr zafarse del que parecía tener fuerza sobrehumana.

- Ya es suficiente – indicó Osomatsu limpiando la sangre de su boca con la manga, siendo seguido por Choromatsu se plantó frente al castaño que estaba sentado en el suelo con una mano sobre su nariz sangrante - ¿Te divertiste jugando con mi hermano? – cuestionó con notorio coraje – eres un maldito bastardo.

- ¡Ya basta! ¿Por qué no pueden dejarnos en paz? – se dejó escuchar la gruesa voz de Karamatsu al preguntar.

- Jyushimatsu, bájalo – ordenó Osomatsu con calma.

El de amarillo lo meditó unos segundos pero al final terminó por obedecer.

Kara, en cuanto toco el suelo, no dudo en correr hacia Atsushi.

El mayor previendo su acción lo sujeto por el brazo en cuanto pasó a su lado, impidiéndole así llegar al castaño – Quiero que lo mires a los ojos y le digas la verdad – le indicó al del suelo que no levantaba el rostro.

- ¿De qué hablas? – el segundo sintió un desconocido temor al preguntar aquello, ignorando por momentos el dolor que sentía en el brazo por el fuerte agarre.

Ante el sepulcral silencio que duró unos segundos, Osomatsu rechisto con molestia – Todo fue una farsa, nunca fueron novios, él te pagaba para fingir ser su pareja – le delató sin miramientos – en cuanto perdiste la memoria se aprovechó de la situación, que mejor que no tener que seguir gastando por lo que ahora conseguías gratis ¿Cierto Atsushi?

- Eso es mentira – refutó Kara al instante – Él jamás haría algo así – miró al castaño esperando la negativa, que gritara que todo era una vil mentira de sus hermanos para arruinar lo que tenían, pero él seguía sin levantar la vista - ¿Atsushi? – le llamó con un nudo en la garganta.

Osomatsu liberó al menor en cuanto notó su expresión.

Atsushi retiró la mano de su nariz y observó las pequeñas manchas de sangre antes de hablar – lo lamento Karamatsu, de verdad quería contarte la verdad, pero, lo siento, sólo déjame explicar... – calló en cuanto se atrevió a mirarlo, sintiendo un profundo dolor en el pecho ante la dolorosa expresión en el Matsuno, comprendiendo la total decepción que le estaba provocando.

Karamatsu cortó el contacto visual al girar el rostro en cuanto sintió el picor en sus ojos, estaba confundido por sentirse triste, enojado y asustado a la vez, pero en definitiva no estaba dispuesto a seguir con una escena soltándose a llorar, con gran esfuerzo se mantuvo firme; sujetó la manga de la polera roja a su lado – Nii san, ¿Puedes llevarme a casa? – pidió firme pero con tono bajo.

El nombrado cambió su fría expresión por una amplia sonrisa – Claro Karamatsu, papá y mamá han estado preguntando por ti, se pondrán contentos – respondió mientras que usaba la mano libre para revolver cariñosamente el cabello del menor, acto seguido le abrazo por los hombros para comenzar a guiarle.

- ¡Karamatsu! – Atsushi se levantó de inmediato, pero el de verde, con los otros tres menores tras de él, se colocaron de barrera.

- No vuelvas a acercarte a Karamatsu nii san – advirtió Choromatsu – yo mismo terminare de romperte la cara si te vuelves a aparecer – finalizó pasando su pulgar por el cuello en una seña amenazante.

Atsushi no le prestó mucha atención, apenas y alcanzando a ver a Karamatsu que continuaba alejándose.

El resto de hermanos no tardaron en seguir a los dos mayores.

El castaño se quedó inmóvil, por primera vez en su vida no sabía que hacer o cómo reaccionar, era consciente de que su mentira tendría consecuencias, pero nunca imaginó tal magnitud.

El trayecto a la residencia Matsuno fue incómodo para el segundo hermano, al inicio del camino fue bombardeado con preguntas en torno a su situación médica, si realmente no recordaba nada y en especial sobre su convivencia con el joven empresario, en el último tema algunos de ellos cuestionaban cosas que el sextillizo consideraba demasiado personales; Karamatsu se limitaba a monosílabos como respuestas, a simplemente decir "no se" o llanamente no responder. A mitad de camino parecieron aburrirse del tema, hablando de tonterías él solo pudo limitarse a seguirlos, ansioso, pero sin más opciones.

Cuando llegaron a la casa, Karamatsu se quedó de pie fuera de la puerta, con un sentimiento de añoranza emergiendo; los cinco hermanos entraron sin esperar, uno de ellos anunciando su regreso y avisando que " lo habían encontrado", pocos segundos después una mujer con lentes se asomó.

- ¡Karamatsu! ¿Dónde estuviste todo éste tiempo? – Le reprendió levemente, suspirando aliviada de por fin verle – tus hermanos no fueron claros, espero tengas buenas razones para preocupar así a tu madre – finalizó con las manos en la cintura.

El nombrado no supo que responder, claramente no reconocía a la mujer que tenía enfrente, pero aun así sentía la indescriptible necesidad de abrazarla, acto que llevó a cabo tras una muy breve consideración.

Matsuyo se sorprendió, asombro que aumentó al escucharle sollozar, si bien ella sabía que su hijo en el fondo era bastante sentimental y podía terminar llorando por cualquier cosa, su instinto maternal le indicaba que aquel llanto era diferente; correspondió el abrazo y acarició la espalda de su hijo en busca de confortarle, compartiendo el dolor que transmitía.

El resto de hermanos y el padre presenciaron la escena desde el pasillo, Osomatsu pasó la diestra por su cuello, en definitiva tendrían una larga charla para aclarar todo.