Los personajes de She-ra and the Princesses of Power son propiedad de Nate Stevenson y Dreamworks Animation y las razas y ubicaciones son propiedad de Games WorkShop.
(En colaboración con davidomega59)
Una niña de orejas espigadas de color gris con ligeras betas de color castaño como su cabello es plateado con castaño algo largo, sus ojos de iris azul zafiro y con una uñas cortas y con una cola de loba larga que se movía de manera pausada mientras ve a Catra con curiosidad.
— Tus orejas son raras —. Le dice la niña.
— Hmmm —. Catra desvía la mirada.
— Y tu cabello está desordenado.
— Me gusta así.
— Y huele un poco mal.
— Han pasado cosas, ¿de acuerdo?
— ¿Qué cosas?
— ¿Dónde están tus padres?
— No sé.
— Dijeron que volvían en diez minutos. Ya pasaron más de diez minutos.
— Papá debe haberse atrasado.
Por lo que Koda había mencionado, su padre trabaja un poco de todo pero especialmente es un herrero y por la reciente lluvia y los daños que vio en algunas viviendas se ha dedicado a reparar los daños.
Pronto escuchó las risas de aquel niño latoso junto a la voz de un hombre. Fue la mujer que vio al despertar la primera en entrar a la casa seguida por Koda y el padre de ambos niños que al verla despierta esboza una sonrisa.
— Ah, finalmente despertaste —, dice el hombre de complexión alta pero también delgado y con una cola y orejas como las de la niña y un pequeño corte en la oreja derecha, — Es un alivio. Por un segundo pensé que no lo lograrías —. Catra hace una mueca ante el comentario.
— Por favor, Tamir, ¿por qué le dices eso? —, reprende la mujer quien se acerca a Catra y le da unas pequeñas palmadas en el hombro, — Tal vez solo se sentía muy cansada. A lo mejor ha estado viajando por días.
— No lo dije con esa intención. Solo que es un alivio que despertó. Con esa lluvia y con el río creciendo además del frío puede ser peligroso o peor, si las trampas puestas por ahí sin permiso puede lastimar a alguien —. El padre voltea a ver a Koda quien ríe nerviosamente.
La niña sigue sin despegar la vista de Catra.
— Aleu, ¿podrías traer los platos? —. La niña se levanta y hace lo que su madre le pide.
— Espero que tengas hambre. No será mucho pero es suficiente —. Dice con la mujer con humildad.
— Ursa tiene el don de que aunque sea poco, la comida te llene lo suficiente —, dice Tamir mientras observa con cariño a su esposa, — Por cierto, ¿cómo te llamas?
La mirada de Catra se pierde y duda en responder.
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la
Let's start a new life from the darkness
Until the light reveals the end
Sinister faces, growing curses
This is my last war
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels playing disguised)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (With devil's faces)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Children cling to their coins)
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (Squeezing out their wisdom)
La-La-La-La
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti (Angels planning disguised)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ta (Rastis! Rastis!) (With devil's faces)
Ba-ba-ri-as-ras-ti-ti-ti-ras-ti-ti
(Children cling on to their)
Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la (Very last coins)
Destruction and regeneration.
You are the real enemy. (Rastis! Rastis! Ra-ti-ti-la)
War!.
(My) War!.
(My) War!.
Rastis! Rastis! Rastis! Rastis!
— No podemos volver atras, ya no. El mundo que conocimos, y sus conflictos son algo del pasado, una era terminada que se olvidara con el tiempo. Esta era, es una de verdadera guerra, una que jamas sera olvidada. - Testimonio de un refugiado bajo sospecha de se cultista del Caos.
— ¿Te apetece un poco más, Catra? —. Pregunta Ursa al ver el plato de la felina vacío.
— No, muchas gracias —. Responde un tanto incómoda.
— ¿Cómo llegaste a ese río? —. Pregunta de pronto el niño.
— ¡Koda! —. Reprende Ursa.
— ¿Vamos a fingir que no sentimos curiosidad?
— Pudiste haberlo preguntado de mejor manera —. Dice la niña, Aleu, al parecer
— O pudieron no haberlo preguntado —, dice Tamir, — Vamos, levanten sus platos.
Los niños levantan sus platos y Tamir suspira y se dirige a Catra.
— Perdónalos. Aún no terminan de entender lo que pasa allá afuera —. El hombre se rasca la parte posterior de la cabeza.
— Está bien, son niños después de todo —. Dice Catra con un tono de nostalgia.
— Si no te molesta, porque realmente me preocupa, ¿cómo fue que llegaste ahí? —. Pregunta Ursa.
— Bueno, el mundo se volvió loco ¿no? A veces hay que huir y otras hay que pelear y… las condiciones no siempre lo favorecen a uno —. Responde Catra agachando la mirada.
— ¿Pero ibas sola? ¿Tienes familia o amigos? —. Pregunta Tamir mientras Koda y Aleu vuelven a sentarse a la mesa. Catra levanta un poco las orejas y las cejas pero aún con la mirada baja.
— No… ya no… —. Es lo único que dice.
— Como lo siento —. Dice Ursa.
— ¿Y de dónde eres? —. Pregunta entonces Koda.
Un nudo se forma en la garganta de Catra. Duda mucho sobre las palabras que iba a decir y se preguntaba si debía decir algo siquiera y simplemente hacerle entender que no quiere hablar sobre eso y marcharse o simplemente quedarse en silencio esperando comprensión.
¿Comprensión? ¿Se podía esperar algo así por parte ellos? Seguramente no la obtendría ni muerta. Ni aquí ni en ningún lado.
Catra, la Capitana de la Fuerza de La Horda. Aquella que guió a La Horda hasta casi alcanzar la victoria absoluta, aplastando pueblo tras pueblo, ocupando territorio tras territorio y la culpable directa de que Etheria esté como esté. Aquella que traicionó a aquellos que le tenían cierta estima y haciéndose odiar por aquellos con los que creció. Un soldado. Una sobreviviente.
— Crecí en un pueblo no muy lejos de Luna Brillante, casi llegando a la desembocadura del río que rodea el castillo. Nunca… nunca conocí a mis padres. Fui acogida por… un lugar para niños sin hogar, no era el mejor lugar para estar pero había un techo y comida... Yo... Tuve una mejor amiga, éramos inseparables, teníamos nuestros desacuerdos pero era la única persona que siempre estuvo ahí para mí. Pero un día se fue y me dejó ahí... estaba muy enojada y descargué mi ira y frustración sobre otros y... incluso con quienes no debí. Cuando esto pasó hice mi camino sola, haciendo lo posible y a veces incluso me pregunté qué había de malo conmigo y que tal vez merecí todo lo que me pasó... incluso cuando tropecé con ese río —. En ningún momento Catra levantó la mirada hasta que terminó de hablar topándose con aquello que no espero ver por parte de quien sea hacia ella.
Cuatro miradas viéndola con empatía y una de estas llena cariño, un aura tan cálida y reconfortante que le hizo estremecer y sentir un pinchazo en el pecho. Ursa extiende su mano y toma la de Catra que está sobre la mesa, Catra la aprieta inconscientemente como si fuera un salvavidas. Se sentía cálida, y su mirada era de preocupación genuina. Se sentía... ¿querida?. ¿Cómo? La acababan de conocer.
Un par de manos fuertes sobre sus hombros lejos de asustarla o incomodarla por tener a alguien invadiendo su espacio personal la hace sentir segura y a salvo.
— Puedes quedarte el tiempo que gustes. Si es que quieres irte en algún momento —. Le dice Tamir con voz baja y en tono calmado, como si fuera una roca de la cual sostenerse sin preocupación.
No. Creo que no dice para sí misma para luego soltar un cansado suspiro. Dudaba que pudiera quedarse en algún lado, y mucho menos cuando supieran quién era ella realmente.
El eslizón de cresta roja observa desde la segura distancia de las alturas viendo como una pequeña partida de Corruptos caminan entre la sucia polución de las raíces negras se extiende poco a poco. La estrella de ocho puntas pintada sobre sus ropas, marcada con sangre su piel o ya directamente hecha sobre su piel al haberse mutilado de manera grotesca.
No debían ser más de una docena de ellos, aunque siempre están repartidos por varios puntos. El eslizón agudiza la vista para ver a sus demás compañeros ocultos entre las copas de los árboles donde las raíces todavía no llegaban. Preparando las cerbatanas, jala aire para disparar hasta que ve a un par de Corruptos caer al suelo.
Una capucha negra, unos ojos negros y una piel pálida recobra un par de dagas que se clavaron en los dos caídos y abate a otro más que se le abalanzaba. Virotes disparados hieren a los Corruptos que se lanzan al ataque, el cruce de armas no duró mucho. La habilidad marcial de los druchii sobrepasan a la de cualquier adorador del Caos ordinario y desprovistos de entrenamiento.
Todos cayeron ante las espadas druchii cuando otros Corruptos aparecen, dos de ellos con grandes cadenas. El asesino Khainita que inició la refriega hace girar sus cuchillas invitándolos a pelear, aquellos dos que cargan las cadenas las jalan hacia adelante para que se presente un engendro hecho de músculos y colmillos. El jalón le quitó las cadenas que lo ataban y una vez libre ataca a los elfos que reanudan los disparos de sus ballestas.
El asesino casi es devorado de no ser jalado por el látigo de hojas de un asrai quien da la orden de lanzar andanadas de flechas contra el engendro pero solo consiguieron hacerlo enojar. Tanto druchii como asrai se lanzaron al combate cuerpo a cuerpo contra aquello y aunque lograban atravesar la carne no logran hacerle daño y son arrojados contra los troncos con huesos rotos, heridas graves en el abdomen y hubo uno que otro que se quebró el cuello y quedó tendido con un fino hilo de sangre brotando de su nariz.
Los eslizones dispararon sus dardos contra los adoradores para neutralizar esa segunda amenaza mientras los asrai eludían como podían con sus gráciles y rápidos movimientos al monstruo. Un rugido se oye un guerrero saurio arremete contra el engendro y ambos empiezan una pugna de fuerza para ver quien se sobrepone a quien. El saurio usa todo su fuerza para hacer retroceder a aquella cosa pero estaban casi igualados, un segundo saurio agarra al engendro de la parte posterior y empieza a jalarlo, el primer saurio cambia de táctica y empieza a jalar también.
La carne se abre exponiendo huesos fracturados mientras ambos bestias jalan a la bestia hasta que Trog Kant aparece y derriba al engendro haciendo que su mutada materia cediera y se partiera por la mitad dejando al saurio cubierto por el sucio interior del engendro mientras ruge al aire y sacude en señal de victoria mientras gotas de sangre repulsiva caen a los pies de Velshakir.
La corsaria ve el cuerpo del engendro desgarrado y ve a aquel asesino junto a la druchii que lo jaló con su látigo, Velsharki se enfurece y saca su espada.
— ¡Eres una vergüenza, Pulgrizh! —, el golpe es detenido por el agarre de Aramis acompañado de Millhadris. Velshakir sonríe de lado con sorna, — ¿Puedes decirle a los tuyos que…?
— Que no hieran el orgullo de los tuyos —, Interrumpe Aramis. Velshakir intenta acercarse al elfo pero Millhadris se pone enmedio de ellos.
— Algunos hacemos lo que podemos para mantener esta alianza —. Dice la elfa, muchas quejas tanto por parte de los elfos oscuros como de los elfos silvanos se empiezan a escuchar, Trog Kant vuelve a rugir pasando su mirada de un lado a otro para que guarden silencio.
— Si actuamos por nuestra cuenta haremos más daño que bien —. Tek'un habla uniéndose a la partida de exploración.
— ¿Hay noticias? —. Pregunta Millhadris.
— Ya hemos elegido un par de puntos para construir puestos de avanzada para…
— No, no, no —, interviene Velshakir, — No has entendido, lagartija, Nada de pequeños puestos de avanzada. Fuertes, torres, torreones, muros. ¡Hay que ganar terreno!
— Lo haremos pero… —. Millhadris quería razonar pero Velshakir ese día no estaba de humor.
— Princesa, no entiendes sobre esto. Deja que yo me encargue.
— ¿Qué te hace pensar que no entiendo? ¿Qué es lo que no entiendo según tu?
— Por favor, han dependido de los insípidos bretonianos durante siglos. De lo contrario, su bosque habría ardido hace mucho —. Escupe la corsaria.
— El terreno no nos favorece del todo. Hay que… — Tek'un es interrumpido por la corsaria.
— ¡Naggaroth no es un terreno favorable y hemos prosperado! —. Grita un druchii.
— ¡A base de esclavitud! —. Recrimina un asrai.
Por tercera vez, Trog Kant ruge para hacerlos callar. Millhadris se masajea las sienes, nunca creyó que llegaría a sentir estrés en su vida.
— ¡Suficiente! —, se voltea a Velshakir, — ¿Quieres recrear las monstruosas fortalezas de esa tundra que llamas hogar? Adelante. Hazlo aquí. Yo me encargaré que los demás lugares sean realmente útiles —. La elfa se aleja para ir a hablar con Tek'un.
— Vaya, vaya. La princesa está empezando a romperse, o tal vez está mostrando quien es en realidad —. Velshakir sonríe con una macabra satisfacción.
Después de que la arena se levantó y no vio más rastro de Tung Lashor lo único que vio fue oscuridad y solo sus pasos hacían eco en aquella habitación con paredes de piedra. Huntara buscó durante horas buscó la salida de aquel lugar sin éxito.
Aún tenían bastante presente a aquella voz reclamando su posición.
Nosotros no servimos. Reinamos.
No sintió cuando ni como fue arrastrada a ese lugar, lejos de la ambición de Tung Lashor pero estar ahí no era mejor. La oscuridad la abrumaba y el frió del lugar la hacía tiritar y para despejar su mente se dedicaba a hacer flexiones, abdominales, trotar de un lugar a otro. Se golpeó varias veces contra la pared hasta que al fin logró calcular el tamaño del lugar. No era pequeño recinto sino una cámara entera que por el eco que se hace el techo estaba bastante alto.
Lo peor fue cuando de en un momento, porque no tenía forma de saber cuando era de día y cuando de noche, una enorme luz azul espectral iluminaba todo desde arriba cegándola y la misma voz hacía preguntas.
¿Cuándo fue que empezaste a ver Asaph?
¿Qué susurra la diosa áspid?
¿Has soñado con ellos?
¿Ellos te han visto?
¿Qué camino debemos seguir?
¿Qué busca Basth aquí?
Huntara no tenía ni la más remota idea de lo que estaban preguntando ni quería saberlo, ni con toda su fuerza junta podría soportar mucho tiempo así pues la oscuridad es una dama voraz que devora la cordura de a poco.
Hasta que finalmente una puerta se abre lentamente haciendo sonar sus bisagras de piedra y arrastrándose por el duro suelo donde una figura delgada yace de pie y camina hacia ella. Aún cegada por la luz no logra ver ninguna facción hasta que su cuerpo se tensa al ver aquel rostro cadavérico con ojos brillantes. Ojos de ese mismo azul que la lleva atormentando desde hace ya tiempo.
— Esto no está funcionando —, dice el esqueleto, — Si realmente eres tú, privada de tus sentidos y tu razón no nos sirves de nada. Pero he de admitir que tu fuerza, no solo la de tu carne sino, también la de tu mente, es sobresaliente.
— Por favor —. Súplica Huntara.
— Lamento si los alimentos que se te han dado no han sido de tu agrado, ya no… recordamos muy bien lo que es el alimentarse —. El tono formal de tal rara criatura le provoca escalofríos.
— ¿Qué quieren de mí? ¿Qué es lo que buscan?
— Sentido. Propósito. Una oportunidad de discernir aquello por lo que estamos aquí. Escuchamos decir que en este desierto los más fuertes hacen las reglas más no aplica en las tierras más allá, donde ya no hay reglas, no hay ley, no hay justicia. Ninguna excepto por aquella que la reemplazó , — Huntara intenta encontrar el sentido en aquellas palabras para poder sentirse en paz, — Si eres tú quien debe hacer eso, entonces deberás venir conmigo y si aún no lo sabes tal vez juntos podríamos buscar ese camino.
— ¿Qué eres? —. Pregunta Huntara en busca de razón.
— Mi nombre Kafele Neffasom, regente de la ciudad de Makeph, acérrimo aliado de Lybaras y su gobernante, la Reina Khalida Neferher. ¿Y tú nombre es…? —. Le hace un ademán para que se presente así como él lo hizo.
— Yo… yo soy la dueña de este desierto —. Huntara se para recta y aprieta los puños. Si algo le enseñó el Desierto Carmesí es a aprovechar las oportunidades.
— ¡Muy bien, bajenlo! —, anuncia Tamir mientras otros habitantes de la aldea empiezan a bajar un techo de madera mediante un sistema de poleas, — ¡Despacio, despacio! ¡Un poco más a la izquierda!
— ¡No hace falta que hagas eso, Tamir! ¡Mi precisión es inmejorable! —. Exclama un trabajador que, si la memoria no le falla a Catra, se llama Feck Shand.
El techo de madera baja de a poco hasta que cuando llegó el momento de soltarlo por completo este se ladea y cae estrepitosamente contra el suelo levantando una ligera capa de polvo y las risas de algunos así como la preocupación de otros.
Catra se siente extrañada al ver como la risa puede con algunos ante tan horrible fallo que en otro momento y en otro lugar no solo ameritaría que se privara de alimentos al responsable sino también una reprimenda y un castigo de acuerdo a la gravedad.
— Bueno creo que lo dejaremos para mañana —, dice Tamir con una sonrisa, — No hay nubes de lluvia o, bueno, nubes raras así que no creo nos debamos preocupar porque esos granos se mojen. Solo pongan la lona y vámonos.
— ¿De verdad van a dejarlo así? — Pregunta Catra con tono de voz neutro.
— Ya es tarde —. Responde Tamir.
— Deben ser poco más de las tres de la tarde, apenas —. Catra levanta una ceja.
— Es mejor estar todos adentro antes del anochecer. Y me gusta estar el tiempo que pueda en casa porque no sabes lo mucho que los extraño cuando me toca estar en las murallas —, la mirada de Tamir se llena de una extraña nostalgia, — Vamos, Catra —, le da una palmada ligera en el hombro y la anima a caminar con él, — Tienes bastante fuerza para estar tan flaca. Aunque tal vez sea por la falta de comida que tenias —, menciona Tamir con una risa al recordar varios momentos donde el estómago de Catra gruñó sin esperarlo aún luego de comer. Eso la hizo sonrojarse de la vergüenza como en sus recuerdos de tales momentos.
A la mañana siguiente de que llegó a aquella villa Catra no tardó en enterarse que no muchos se sentían cómodos con su presencia allí, no podía culparlos, una desconocida que encuentras por ahí y la llevas a tu casa no puede levantar más que sospechas como mínimo, así que Tamir dispuso que los ayudara a reparar los daños causados por las lluvias y situaciones varias.
Catra notó su sorpresa al ver lo competente que podía ser. Aunque claro, no importa que tan duro haya sido su entrenamiento en el pasado, no cargaba cosas pesadas con regularidad y por lo mismo sus hombros le dolían un poco al igual que la parte baja de su espalda.
Tuvo que tolerar las miradas indiscretas de las personas que la veían raro y que murmuraban cosas entre ellos sin embargo no la dejaban de lado cuando se tenían que hacer las reparaciones en las estructuras.
No parecía haber alguien realmente a cargo, cada uno expresaba como podían hacer los trabajos de la manera más eficiente mientras otros sugerían formas de hacerlo más rápido pero todo siempre se decía si Tamir estaba presente. No era un encargado, ni mucho menos un líder o un guía, sino más bien un mediador; el primero entre iguales. Si la mayoría estaba de acuerdo, se hacía.
— Ya regresamos —. Anuncia Tamir.
Tanto Aleu como Koda se lanzan sobre su padre a abrazarlo y a preguntar mil cosas muy rápido y al mismo tiempo mientras el hombre intenta caminar con los dos niños en ambas piernas mientras Tamir tiene una sonrisa de lado a lado.
Catra solo observa con una sensación un poco rara que la recorría por completo hasta que siente unas pequeñas palmadas en sus hombros y ve a Ursa golpeándola suavemente.
— Estás llena de polvo y tus manos están sucias —, dice la mujer para luego dirigirse a un baúl de donde saca unas ropas, — Ten. Lávate y ponte esto, creo que te quedará bien. Yo las usaba cuando tenía tu edad.
Catra no le da muchas vueltas y lo hace. La prendas le quedaban un poco largas y holgadas, sobre todo la blusa corinta, pero los pantalones grises le quedaban bien y se sienten cálidos, sin embargo se dejó la manga de su vieja ropa para cubrir esas marcas en su brazo.
Tenía que conseguir vendajes para cubrirlos mejor.
Tal como la noche anterior ella y la familia se sientan a comer lo que preparó Ursa, veía que los padres y los chicos hablaban y hablaban pero ella tenía la mirada perdida con un zumbido en sus oídos mientras reconsidera una y mil veces lo que debe hacer porque siente que no debe permanecer ahí pero no quiere marcharse porque realmente se siente… bien.
Se siente genuinamente bien. Si bien tiene poca paciencia para tolerar los momentos de Koda y a Aleu mirándola fijamente con una curiosidad propia de un niño pero aún así la hace sentir rara. Pero la actitud de Tamir de querer incluirla en todo y esos pequeños gestos y actos por parte de Ursa como despertarla con suavidad por la mañana o haberle dado una porción extra de comida porque notó como a veces se tocaba el estómago intentando no sentir más hambre de la normal, la hacían sentir bien y divagaba sobre cómo era posible como en los tiempos que corren y todo lo que había hecho ahora podía sentir algo así. Una parte de ella se preguntaba si todo era un sueño o una ilusión, porque de ninguna forma podía estar sintiéndose bien... Después de todo no merece ser tratada como si fuera inocente.
Sin darse cuenta realmente ya era hora de dormir otra vez.
— Dejaré estás sábanas aquí por si sientes frio. Hay veces que de repente empieza a helar mucho —. Ursa deja unas sábanas sobre el mismo baúl de dónde sacó la ropa que le entregó.
Las luces se apagaron, el silencio reinó y lo único que resaltaba en la oscuridad de ese pequeño hogar eran los brillantes ojos de Catra que miraron al techo durante horas pensando lo mismo que pensó durante la mayor parte del día hasta que el cansancio le ganó y cerró los ojos, y poco a poco sintió como se iba quedando dormida.
Soñó con las estrellas, soñó con aquella costa por la que caminó, soñó con montañas y bosques.
Vio nubes arremolinadas sobre una porción de tierra en medio del mar.
Vio una jungla cálida y salvaje.
Vio una tierra fría y agreste.
Vio tierras fértiles y caballos corriendo por amplios campos.
Vio pilares y puertas talladas en la piedra de una montaña.
Vio una muralla de proporciones titánicas con islas flotantes a su alrededor.
Una ciudad blanca desde donde pudo ver a un gran lobo blanco en el centro de la misma.
También una ciudad esplendorosa desde donde un gran palacio una figura alta y luminosa sosteniendo una poderosa arma en su mano.
Vio otra ciudad desde emanaba el olor a pólvora y otra más que parecía estar dibujada en el ojo de un gran ser hecho de bosque.
Vio una tierra sombría y nublada para luego ver un desierto árido y seco con estructuras triangulares a la distancia.
Vuelve a ver una gran ciudad donde la nieve cae hasta convertirse en una fuerte tormenta y entre la tormenta ve una cadena de montañas desde donde presiente peligro y entre el aullido del viento hay algo que destaca.
Un rugido. Un rugido poderoso de un ser tan grande como majestuoso ha de ser el verlo. Un rugido que de alguna manera siente que debe seguir pero no puede porque sabe que está soñando.
Despierta, pero no despierta agitada. Simplemente despierta y parpadea un par de veces para después dormir de manera plácida durante todo el resto de la noche. Algo que intenta saborear lo más que pueda, porque sabe que lo más probable es que las pesadillas regresen pronto.
A warning to the people
The good and the evil
This is war
To the soldier, the civilian
The martyr, the victim
This is war
It's the moment of truth, and the moment to lie
The moment to live and the moment to die
The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight
To the right, to the left
We will fight to the death
To the edge of the earth
It's a brave new world from the last to the first
To the right, to the left
We will fight to the death
To the edge of the earth
It's a brave new world, It's a brave new world, It's a brave new world
A brave new world
The war is won
The war is won
A brave new world
