Nota de la traductora: es que Severus enfrentándose a Albus lo hace aún más sexy Gred-y-Feorge lo comentaba con una amiga, como a pesar de la imagen que da Severus al mundo y de lo cool que es en muchos aspectos, en otros es demasiado sumiso. Y sin embargo, creo que la forma en la que lo manejó la autora aquí va acorde con el personaje, desafió a un amo por la mujer que amaba aunque había elegido a otro, ahora desafía a este amo por la mujer que ama y que lo ama a él. Es una lástima que no se pueda publicar imágenes, encontré una que es exactamente como me imaginé a Severus recargado contra la pared. Me da gusto que te agraden mis notas, que a veces siento que las alargo demasiado. Y respecto a la escena de cierre del capítulo anterior, no te preocupes que no tendrás que esperar mucho, hasta el próximo miércoles para ser exactos.

Creo que incluso sin ponerse en modo Bellatrix phoenix1993 Albus (y Harry si a esas vamos) no deberían confiarse demasiado en que pueden tratar a la gente como se les de la gana. Imagínate que tanto Severus como Hermione dijeran: ah si, pues a la fregada, ahí se quedan con su guerra, y se desaparecieran junto con los padres de Hermione. Me encantaría ver a esos dos peleando su guerra sin ellos XD

Tómame porque me anhelas

No me elijas porque soy fiel. No me elijas porque soy amable. Si tu corazón se posa en mí, estoy dispuesto a tomarlo. Tómame porque me anhelas o déjame atrás.

Yo sería para ti un fuego en un arco iris; Yo sería para ti una puerta que se abre. El tiempo y las duras lecciones son un tipo de sabiduría. Intenta olvidarlos o no amarme más.

No le pido a tu corazón que me crea, no te pido promesas ni juramentos; siempre que la respuesta sea "sí", esa es la pregunta; Soy el tonto que baila al límite.

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El invierno gradualmente dio paso al comienzo de una primavera escocesa bastante reticente, y Severus y Hermione pasaron sus preciosas y robadas horas practicando Oclumancia y conociéndose cautelosamente el uno al otro. Cada día que pasaba, Severus se encontraba admirando la creciente madurez de Hermione como académica. Poco a poco había emergido de la pequeña sabelotodo que recitaba libros, hasta convertirse en una joven inteligente, lista, profunda y con humor, capaz de dar saltos impresionantes de razonamiento deductivo, lo que le daba ganas de reír. No lo hacía mucho; pero tenía muchas ganas de hacerlo.

Ella era diligente y él la admiraba; se preocupaba por sus T.I.M.O., pero Severus ya conocía los exámenes lo suficientemente bien como para saber que ella los superaría, incluso a estas alturas del año. Su propia confianza en sí misma, ganada con tanto esfuerzo, le dio los principios para comprender cómo aceptarse a sí mismo, no como un individuo imperfecto y desesperado más allá de la redención, sino como un hombre con defectos que intenta hacer lo correcto. Había cuestionado cada uno de sus movimientos durante toda su vida; Hermione le estaba enseñando a confiar en sí mismo.

Severus tuvo poco tiempo para reflexionar sobre esta pequeña y extraña relación, pero cuando lo hizo, lo reconfortó como pocas cosas lo habían hecho en toda su vida. Ahora que Dumbledore había retrocedido y les había dado un poco de espacio para respirar, Severus podía permitirse el lujo de disfrutar de su pequeña leona Gryffindor. Se dio cuenta de que ella le gustaba, aunque sentía que debía estar por encima de pensamientos tan infantiles y mundanos; era un mago adulto, no un estudiante de tercer año que pasaba notas de amor en clase. (¿Te gusto? Marca Sí o No) Había interceptado tantas de ellas en su carrera docente que probablemente podría haberle escrito una, si hubiera querido, a Hermione. A veces, después de unas cuantas copas de vino, se sentía muy tentado a poner la pluma sobre el pergamino.

Era la primera vez en su edad adulta que Severus podía recordar no sentir que simplemente estaba contando las horas hasta que el Señor Oscuro decidiera que era demasiado prescindible para salir con vida. Eso había sido sorprendentemente difícil de aceptar. Admitió que era muy fácil ceder a la facilidad del fatalismo. Vivir era más duro. Fue sorprendente, aterradora y esperanzada la comprensión de que quería vivir más allá de la guerra, para ver lo que le depararía el futuro. Había arruinado muchos aspectos de su vida, pero prefería pensar que con Hermione cerca, eso tal vez no sucediera tanto. Ella no era del tipo que se sentaba y dejaba que aquellos que le importaban arruinaran las cosas.

Severus nunca había sabido lo que se sentía ser verdaderamente parte de una pareja, aunque fuera clandestina. Su tiempo con Lily se trataba, como ahora se daba cuenta, de dar más que de recibir. Se vio obligado a admitir que Lily nunca se había entregado totalmente a él, no como debería hacerlo un verdadero amante. Descubrió que el odio y la ira autodirigidos perdían terreno ante el deseo reacio y temeroso de empezar de nuevo. Al ver todas sus oscuras confesiones detrás de él, Hermione nunca, jamás le habría dado la espalda como lo había hecho Lily. A veces se sentía asombrado, a veces consternado, ante la capacidad de Hermione para perdonar, cuidar y aceptar.

Lily había sido un ideal; la mujer perfecta por excelencia, que le fue negada para siempre. Ella se había abierto camino a través de Hogwarts, toda brillante y vivaz, y él había sido el humo que salía de la chimenea del tren, detrás de ella, siempre cerrando la marcha. Cuando intentaba imaginárselos a los dos juntos ahora, a su edad actual, simplemente no podía hacerlo, sin embargo, había medido a cada mujer desde su muerte con ese estándar tan imposible.

Cuando intentó hacer lo mismo con Hermione, ella partió en dos ese estándar tan rápido que lo dejó aturdido. Una cosa era segura: Hermione nunca iba a competir con un fantasma, y así se lo dijo. Al principio, ella lo había conmocionado hasta provocarle un resentimiento silencioso, luego procedió a obligarlo a crear un nuevo estándar.

Sabía que Lily siempre sería parte de él, pero estaba empezando a comprender que tal vez no tenía que autoflagelarse a diario para demostrarse a sí mismo y al mundo que había cometido un error y que sentía remordimiento por ello. Con toda su vanidad y su orgullo, a pesar de su rechazo final hacia él, Severus creía que Lily realmente estaría feliz de que él encontrara algo de amor entre los vivos. El hecho de que lo hubiera encontrado con una estudiante lo sorprendió, lo preocupó y lo asustó, pero no lo suficiente como para terminarlo. Ya no era capaz de alejarse, ni siquiera por el hijo de Lily.

Su pequeña bruja era tan voraz como él en la búsqueda y discusión del conocimiento; disfrutaba del tira y afloja de conversar con alguien que estaba a su nivel. Incluso tan joven como era, Hermione podía defenderse y sus desafíos, opiniones y argumentos intelectuales sólo sirvieron para aumentar su comprensión y confianza. Era lo único de su vida que remotamente podía calificar de agradable, y se aferraba a ello con una dependencia cada vez mayor que le preocupaba cada día más.

Había llegado a comprender mucho más sobre la bruja nacida de muggles que lo había acogido tan completamente en su corazón; tal como lo había hecho al contarle la historia de su vida esa tarde alucinante, ella había decidido devolverle el favor durante los días y semanas siguientes. Había escuchado, atónito, las revelaciones de su participación en todas las hazañas del llamado "Trío de Oro", con un creciente respeto y horror por su inteligencia y absoluta audacia. Mantuvo la mayoría de sus emociones ocultas. Después de todo, todavía era Severus Snape. No se había convertido en un maldito Gryffindor de la noche a la mañana.

"¿Entonces fue por el Giratiempo que te dió Minerva que lograste completar tantas clases?" Él frunció el ceño. "Las implicaciones de esto son potencialmente devastadoras. No puedo creer que haya sido tan descuidada como para darle a una estudiante de tercer año tanta responsabilidad con algo con el potencial de tener consecuencias tan nefastas". En realidad, estaba celoso. ¿Cuántas veces había anhelado poder retroceder en el tiempo? Sabía que era una fantasía vacía. No era así como funcionaban los giratiempos. Si tuviera la oportunidad de cambiar lo sucedido, ¿habría hecho algo diferente? ¿Estaba el destino sujeto a cambios?

Hermione estaba asintiendo. "Mirando hacia atrás, incluso en este corto período de tiempo, tampoco puedo creer que lo haya hecho". Ella le lanzó una pequeña mirada tímida de reojo. "Tengo que confesar que no fui exactamente honesta con ella. Abusé del artefacto descaradamente".

Severus miró por encima de su gran nariz a su bruja, entrecerrando los ojos. "De verdad, señorita Granger? ¿Y qué forma, por favor dígame, fue este abuso?" Estaba realmente intrigado por cómo Hermione Granger, hasta entonces considerada una mojigata extraordinaria, sentía que había abusado del uso de su secreto de tercer año.

Hermione tuvo la gracia de sonrojarse. "Bueno, ¡no lo usé para hacer trampa, si eso es lo que estás insinuando!"

Él resopló. "Merlín no lo permita, señorita Granger. Nunca insinuaría algo tan sórdido. Sería muy… "Él sonrió. "No-Gryffindor de su parte".

Poniendo los ojos en blanco, Hermione mojó una de las galletas de chocolate favoritas de Severus en su té y se llevó la galleta goteante a la boca. Masticando, dijo: "Es sólo que, a veces, si realmente disfrutaba una clase en particular, o quería recordar algo, regresaba tres o cuatro veces y la repetía".

Severus frunció el ceño. "¿Cómo puede ser? Habría tres o cuatro tú en clase a la vez".

Hermione se sonrojó. Ups. Ella sonrió tímidamente. "Bueno, tomé prestada una capa de invisibilidad y simplemente... me colaba".

Severus estaba atónito. "Pero quién..." Él resopló. "Por supuesto. Potter."

"¡Yo no te conté esto!"

Severus mentalmente puso los ojos en blanco. "De verdad, Hermione. Los estudiantes piensan que los profesores somos muy ciegos. Sabemos cosas". Él sonrió. "Continúa."

Suspiró con nostalgia, como si recordara algo agradable. "¡Regresaba y dormía durante días seguidos! Y si había una comida particularmente buena, comía un poco, me iba, luego regresaba y comía más, porque sabía que la volvería a disfrutar, y luego tenía que volver y hacer ejercicio, así no ganaría mucho peso…"

Ella le dedicó una sonrisa de disculpa. "No te preocupes, ¡no cambié el tiempo ni causé una paradoja! Sin embargo, te sorprendería ver lo poco que se altera durante las repeticiones. Pero después de un tiempo todo se fue acumulando".

Incapaz de contenerse, Severus soltó: "¿Alguna vez repetiste algún momento... en esta clase?" En el momento en que las palabras salieron de su boca, se reprendió a sí mismo por sonar como el tonto enamorado que era. Estaría enviando rosas al Señor Oscuro si seguía a este ritmo.

Hermione sonrió. "¡Vaya, profesor Snape! ¿Está preguntando si usé mi Giratiempo para pasar más tiempo con usted?

Sintiéndose un poco molesto, Severus le dirigió una mirada pétrea. Sin inmutarse, Hermione se inclinó y besó la punta de su enorme nariz. "Todo el tiempo, señor. Especialmente cuando daba clases sobre Pociones curativas. Me colaba usando la capa de Harry".

"¿Por qué pociones curativas? ¿Tienes planes de convertirte en sanadora?"

Hermione reflexionó sobre la pregunta mientras comía otra galleta robada. "Lo he considerado. Pero no es por eso que repetía las clases". Cuando él se negó rotundamente a preguntar por qué, ella cedió. "Sabes que tienes la voz más hermosa cuando das un discurso sobre algo que te importa". Podía sentir los efectos su sonrisa deslizarse bajo la cinturilla de sus pantalones como una pequeña caricia provocadora. "Tu voz siempre me ha dado un pequeño escalofrío".

Ligeramente apaciguado, aceptó el cumplido, horrorizado de poder sentir que su rostro se calentaba, junto con su entrepierna. Después de retorcerse un poco por el sonrojo, Severus la miró de repente. "¿Cuánto tiempo agregaste a tu vida con este experimento del Giratiempo?"

Ella frunció el ceño mientras pensaba, alcanzando las galletas de chocolate nuevamente, solo para que su profesor le diera un pequeño manotazo.

"¡Oye, tú!" Ella chilló, frotándose la mano ofendida.

Él refunfuñó: "Deja de comerte mis galletas".

"¡Yo las traje!" Hermione se reía a pesar de sí misma. Realmente era adorable cuando era truculento.

Él la miró imperiosamente. "Como regalo para mí. Trae las tuyas mañana. Responde la pregunta, Hermione."

Ella tomó su taza de té y le sonrió mientras él ponía los ojos en blanco y colocaba la galleta chocolate en su plato. "Gracias profesor." Ella entrecerró los ojos mientras pensaba. "Bueno, según mis cálculos, gané alrededor de un año y un poco más".

Ante su expresión de asombro, ella se rió. "Me obsesioné. La profesora McGonagall me advirtió sobre eso: la necesidad de regresar y regresar a ciertos momentos. Se vuelve adictivo."

"Pasé mucho tiempo en la Sala de los Menesteres con un pensadero, reviviendo muchos momentos. Probablemente pasé el mismo tiempo merodeando bajo la capa de invisibilidad. Fue una sensación tal, no lo sé". Ella frunció el ceño. "Fue una verdadera sensación de poder el se capaz de retroceder en el tiempo. Hubo varios momentos a los que volví, sólo para revivirlos una y otra vez".

Ella asintió. "¿Cuántas veces tenemos la oportunidad de repetir un momento, de mejorarlo? Tenía que saberlo. A veces podía mejorar las cosas. A veces no podía". Ella lo miró y ambos supieron en lo que estaba pensando: la noche en que ella y Harry salvaron a Sirius Black de los Dementores.

"Severus", comenzó tímidamente. Ella le dedicó una pequeña sonrisa tímida y él la observó atentamente. "Quería decirte esto porque... bueno, porque yo… veras..." De repente se sonrojó.

Desconcertado, respondió con bastante severidad: "¡Solo dilo, Hermione! Nuestro tiempo juntos es bastante limitado sin que tengas que recurrir a la tartamudez". Arqueó una ceja y añadió secamente: "A menos que todavía tengas tu giratiempo y planees repetirlo".

"Oh, al menos podrías ponérmelo más fácil", refunfuñó, sonrojándose aún más. "Estoy tratando de decirte que pronto cumpliré dieciocho años, eso es todo". Ella lo observó atentamente. Cuando él no respondió, ella siguió adelante. "De todos modos, comencé la escuela cuando tenía casi doce años y, según mis cálculos, técnicamente cumpliré dieciocho en un par de meses".

Severus, con expresión inmutable, de repente se dio cuenta de su tartamudeo, de sus insinuaciones. Ella sería mayor de edad. Ella le estaba diciendo, de una manera bastante inusualmente torpe, que quería que fueran amantes. Él la observó atentamente.

Él la deseaba. Sería ridículo decir o pensar lo contrario. Las veladas que pasaron juntos fueron maravillosas e insoportables a partes iguales. Tenerla entre sus brazos, sin aliento por sus besos, sentir la piel fresca y satinada de su cuello bajo sus labios, aventurar una palma cálida sobre un pecho respingón, incluso a través de su ropa, era maravilloso y un ejercicio nocturno que rayaba en el masoquismo mutuo. Cada noche se separaban y ambos corrían a sus respectivos dormitorios para buscar algo de alivio por su propia mano. En momentos como este, Severus sabía con certeza que la abnegación y la disciplina estaban jodidamente sobrevaloradas.

Y, sin embargo, estaba la dulzura de su inocencia que trajo cierta calma a su corazón, que lo hacía sentir fuera de sí mismo y del alcance de su experiencia. Ser deseado de esa manera, escucharla gritar bajo sus manos en movimiento ('¡No me importa, Severus! ¡Por favor, no pares!'), y ser lo suficientemente fuerte para esperar, saborear, temblar con tanta anticipación. Saber que algún día ya no sentirían la necesidad de esperar, era embriagador para él.

Él sería su primero. El primero en tocarla íntimamente; el primero en saborearla, el primero en penetrarla, el primero en entrar a su sedoso cuerpo. Había noches, acostado en su cama, que tenía esos pensamientos y se sentía como un dios. Su primero. Era un privilegio que sólo experimentaría con ella una vez. Nadie más tendría ese honor, ese regalo. Cuando hubiera probado al primero en todo, no habría regreso, ni siquiera con el Giratiempo de Minerva. El cuerpo lo sabría y lo recordaría.

Severus quería saborear cada primera experiencia tal como se le presentaba. En esas largas noches de insomnio, se encontró planificando cada detalle. Empezaría por sus preciosos pechos, luego cubriría cada centímetro de su cuerpo núbil con su boca, sus labios, su lengua, hasta llegar al núcleo, el centro de ella, del nacimiento, de la vida. Él sería creador, Adán y la serpiente, de su Eva; dándole su primer conocimiento de un hombre, sobre como complacerlo también. Sí, eran cosas embriagadoras que hacían soportable su vida cada vez más dura.

Y aun así, quería que ella estuviera completamente segura. "Hermione, este es posiblemente el peor momento que hayan compartido dos amantes desde Romeo y Julieta".

"Lo sé pero - "

"Escúchame, por favor". Levantó la mano. Miró a la joven bruja. Parecía tan confiada y segura, y él pensó que debía endurecer su corazón. Seguía pensando que el mejor y más noble acto sería decirle que dejara de pensar en él de forma romántica, que no estaba destinado a la felicidad ni al amor. Esperó, hasta que pudiera hacer eso, hasta que pudiera decir eso.

Él suspiró. No podía. A la mierda la nobleza, pensó. Quiero esto demasiado. Se desplomó ligeramente. "Tienes que estar segura, Hermione. Sólo puedo ser fuerte por un numero limitado de causas. Te quiero y no podré detenerme. Y una vez que me haya acostado contigo, bruja, me pertenecerás y yo te perteneceré. No tengo miedo de lastimarte físicamente, pero tengo miedo de que quedes atrapada en el fuego cruzado de esta locura en la que vivimos."

Su respuesta fue caminar hasta estar parada detrás de su silla. Unas manos gentiles y suaves se deslizaron en su cabello y comenzaron a masajear su cuero cabelludo, de la misma manera que lo había hecho la noche en Grimmauld Place. Poco a poco se relajó, la sensación de ser acariciado como si fuera un enorme gato era demasiado seductora para resistirse. Después de unos momentos, él hizo un profundo ronroneo de satisfacción y Hermione sonrió.

Mientras movía sus dedos por su cabello sedoso y ligeramente graso, dijo: "Oh, Severus, lo sé. Lo sé. Ahora mismo estoy muy asustada todo el tiempo. Estoy aterrorizada por ti, cada vez que te convocan a... a él. Tengo miedo por Harry, pero sobre todo, tengo miedo de que cuando suceda lo peor, y sucederá, no seré lo suficientemente valiente para hacer lo correcto".

Ella caminó y se sentó en su regazo, apoyando su cabeza contra su hombro; un peso maravilloso y bienvenido contra él, y sin pensar, sus brazos la rodearon, acercándola, compartiendo su calidez. "Lo único que no me da miedo es lo que siento por ti. Sólo creo…" Su voz cambió, se hizo más espesa y Severus la miró. Para su sorpresa, tenía lágrimas en los ojos.

"Simplemente creo que el amor es lo único que nos salvará, como Lily salvó a Harry". Ella hundió la cabeza en su hombro.

Se quedó muy quieto. Aclarándose la garganta con delicadeza, dijo: "Pequeña, ¿me estás diciendo que me amas?" Sacudió la cabeza. "No lo valgo, Hermione. Quiero valer la pena, pero no puedo creer que sea digno de amor".

Hermione se sentó, su respiración era agitada por el llanto. "Severus Snape, NUNCA volverás a decir eso. No lo aceptaré. ¡De todos los magos que he conocido, tú eres más digno de amor de todos! Y no menciones tu pasado, no menciones cosas que sucedieron antes de que yo naciera – "

Él gimió, sintiendo su corazón partirse. "¡Otra razón para no continuar con este enamoramiento conmigo, Hermione! Soy mucho mayor – "

"¡Para! ¡Deja de intentar poner excusas que ni siquiera TÚ quieres escuchar!" dijo ella, sus ojos color ámbar lanzando fuego. Ella le dio un golpe en el pecho. "No lo olvides, te conozco. ¡Sé que estás tratando de alejarme porque crees que eso es lo que se supone que debes hacer! No va a funcionar conmigo".

Ella le rodeó el cuello con los brazos y cambió de posición, hasta quedar a horcajadas sobre él. Él gimió. "¡Hermione, por favor!"

Ella tomó su cabeza entre sus manos. "Dime que me vaya, Severus Snape, porque no quieres esto. Dime que amas a otra persona y nunca podrías amarme a mí. Mírame a los ojos, déjame mirar dentro de tu mente y ver estas cosas, y nunca más te molestaré".

Severus se dio cuenta de que estaba respirando con dificultad, como si hubiera estado corriendo. Para su horror, también estaba al borde de las lágrimas. Se enojó consigo mismo por ser tan condenadamente débil. Pero él todavía se aferraba a ella. Todavía tenía una erección. "Me quitas la hombría, bruja", susurró, sin atreverse a mirarla a los ojos. Sus manos, espontáneamente, se deslizaron por sus muslos hasta descansar en su cintura.

"No, Severus. Te estoy dando la oportunidad de ser un hombre". Entonces levantó la vista y Hermione de repente se sonrojó de nuevo. "Te estoy dando la oportunidad de hacerme mujer. Decir que no eres digno de amor es decirme que no soy digna de notar la diferencia".

Por un momento, ninguno habló. Se mordió el labio inferior y luego se levantó lentamente. Su regazo se sentía terriblemente ligero, aliviado de su grata carga. Ella se arrodilló junto a su silla. "Estamos vinculados ahora. A veces siento que estábamos vinculados desde el principio de los tiempos y que estábamos destinados a este momento". Ella lo miró con total convicción. "Nunca te abandonaré, Severus. Pase lo que pase, sobreviviremos a esto y lucharemos hasta ganar. Pero tienes que pelear conmigo. Tienes que amarme también".

Severus miró a la pequeña bruja, la confianza de la juventud brillando en sus limpios y encantadores ojos, y por un momento, quiso correr. Simplemente tomar su mano y huir de Hogwarts, de Inglaterra, incluso de Europa. La idea era tan dulce y perfecta que por un momento casi se puso de pie y le pidió que se fuera con él. El mundo real lo presionaba y sabía que ella no le permitiría abandonar su deber ni le exigiría que se escapara con ella.

En lugar de eso, le acarició el pelo y ella apoyó la cabeza contra su rodilla. Severus los vio a los dos juntos, hombre y mujer, mago y bruja, Slytherin y Gryffindor, hastiado e inocente. Vio sus similitudes, su concentración, su astucia, su miedo, su poder. Deslizó los dedos por su cabello y sintió una sensación irracional de propiedad, de responsabilidad.

Ella era suya; ella le pertenecía. "Hermione", dijo, su voz rica, llena de poder, de belleza. Ella lo miró expectante.

"Ven aquí."

Ella obedientemente se arrastró hacia sus brazos y él la abrazó. No había nada extraño o incómodo en abrazarla. Con Lily todo había sido codos y rodillas; narices chocando y sonrojándose tímidamente. La edad había cubierto multitud de pecados, pero el simple hecho era que encajaba con Hermione. No importa cómo la abrazara, no importa cómo ella se acurrucara contra él, las piezas encajaban, tanto mental como físicamente.

Suspiró, dejando su destino en manos de los dioses. "Soy tuyo, bruja. Con el tiempo te darás cuenta de que has ganado un montón de bienes de mala calidad, pero yo soy tuyo". Él la abrazó dolorosamente, pero ella no protestó. "Seré tu amor". Suspiró y plantó un beso en su escandaloso cabello. "Llegará un momento en el que posiblemente eso sea todo lo que me quede para dar".

Su respuesta fue tomar su mano entre las suyas y presionar sus labios contra su palma. Él jadeó, cuando su lengua rosada salió disparada y lamió delicadamente el centro, haciendo que su mano se moviera.

Ella lo miró con cariño. "No puedo esperar".

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Exteriormente, nadie podía notar ninguna diferencia entre el Profesor Snape y Hermione. Todavía era malhumorado, parcial, injusto, beligerante y prejuicioso. Era sarcástico, intimidante, arbitrario e irrazonable.

Por dentro, estaba profundamente asustado, tenía más miedo del que había tenido desde que regresó el Señor Oscuro. Estaba enamorado y le tomaba cada gramo de su duro autocontrol no demostrarlo. Nadie sabía que el maestro de Pociones estaba feliz. Eso no serviría en absoluto. Todavía era, para todos los miembros de la facultad y estudiantes menos uno, el Murciélago de las Mazmorras, el mezquino y el imbécil grasiento. Instruía a Hermione constantemente en Oclumancia, tanto para fortalecer sus propias habilidades como para desarrollar las de ella.

Hermione estaba un poco más tranquila, un poco más cautelosa que antes y un poco alejada de Harry y Ron. Harry todavía luchaba con su propia ira y sus dudas, y Ron, atrapado entre los dos, había decidido formar otros vínculos, concretamente con una de las compañeras de cuarto de Hermione, Lavender Brown. Hermione apenas se dio cuenta. Estaba demasiado ocupada preparándose para su T.I.M.O. y se escondió detrás de esta excusa.

La escuela misma había adquirido el carácter de una pesadilla; el Ministerio finalmente había intentado deponer a Dumbledore, lo que provocó que abandonara la escuela de la manera más típica y llamativa de Dumbledore. Severus le confió a Hermione que no se preocupara demasiado; el Director estaba en contacto constante con la Orden, y la nueva Directora Umbridge tenía las manos ocupadas tratando de mantener el control. Entre los gemelos Weasley y el personal amotinado, la directora se estaba volviendo cada vez más inestable.

Decidida a poder descubrir el paradero de Dumbledore a través del cuerpo estudiantil, Umbridge estaba volviendo locos a todos, incluidos el personal y los estudiantes, con su "Brigada Inquisitorial"; Fue sólo gracias a la relación respetuosa del profesor Snape con el Sr. Filch que Hermione pudo reunirse con él para sus "lecciones" adicionales.

Harry todavía actuaba incómodo por lo de Sirius, y la fina capa de respeto que le daba a Severus se volvía más frágil cada día. A Severus no le molestaba en absoluto, pero a Hermione le molestaba que, incluso después de las vacaciones de Pascua, Harry todavía sospechara de Severus.

Hermione decidió pasar las vacaciones de primavera con sus padres, para disgusto de su profesor. Severus se resistía a admitirlo, pero extrañaba a la pequeña empollona. Era una buena compañía cuando no parloteaba tontamente sobre temas que no le interesaban a él. Ella podía ser muy considerada, asegurándose de que su té estuviera acompañado del tipo particular de miel que le gustaba. Le encantaba el chocolate amargo, y compartía generosamente sus compras de Honeydukes con él, y nunca se quejó de que él se comía todas las galletas de chocolate con su té, dejándole a ella las galletas Rich Tea, que, en opinión de Severus, eran una mierda como para sumergirlas en su bebida.

Ella ayudaba a calificar los ensayos de los de primer año e hizo otras pequeñas cosas, como reparar los agujeros de su vieja bufanda, para que estuviera más abrigado afuera en esas frías noches en las que le tocaba hacer rondas. Y cuando terminaban sus lecciones, se besaban como, bueno, como estudiantes de quinto año. Severus se había prometido a sí mismo que no la tocaría hasta que tuviera dieciocho años, y así lo hizo. Estaba contento de sentirla acurrucarse contra él, de escuchar sus pequeños y suaves suspiros de deleite, de saborear su dulce boquita en forma de corazón mientras la succionaba contra la suya. Era cierto que nunca se había masturbado tanto en su vida, pero podía vivir con eso. Ya no parecía un ejercicio tan inútil.

Cuando Hermione le dijo que quería pasar algún tiempo con sus padres, él no dio ninguna indicación de resentimiento o celos. Después de todo, significaría que tenía una excusa para no llevarla a la reunión de la Orden y, por lo tanto, no estaría expuesta al perro sarnoso. Severus no le había dicho a Hermione sobre la orden del Señor Oscuro de llevarla con él a la próxima reunión de la Orden, y Severus sabía que tendría que encontrar una razón plausible por la cual había desafiado los deseos del Señor Oscuro. Sabía que sería castigado, pero su Hermione estaría a salvo.

No era como si ella no fuera a regresar después del descanso, y ya habían planeado pasar varias semanas juntos durante el verano. Pero sabía que mientras ella no estuviera, él volvería a estar solo, y aunque hacía tiempo que se había acostumbrado a comer, dormir y vivir solo durante esos largos y solitarios años, había sido muy fácil aprender a compartir su tiempo con ella. . Su abandono durante las vacaciones de Pascua le hizo demasiado consciente de la soledad que alguna vez fue una parte integral de su vida. Le recordaba demasiado al hombre que había sido, al hombre que seguiría siendo, si no fuera por su intervención.

En verdad, por mucho que a Hermione le hubiera encantado pasar más tiempo en privado con Severus, quería desesperadamente hablar con su madre. Tan segura como estaba de su relación, le preocupaba decepcionar a Severus con su falta de experiencia. Cuando ella le contó sus dudas, él puso los ojos en blanco. "¿Y cuántas amantes parezco haber disfrutado, Hermione? No soy exactamente un Malfoy, mi niña".

Aún así, Hermione tuvo la sensación de que él sabía exactamente lo que estaba haciendo. Sus besos eran demasiado perfectos, demasiado logrados. Éste no era un chico novato; Severus era un hombre. Hermione no se permitía pensar en él durante el día, durante la escuela; La distracción era increíble. Al mirar sus ojos de ébano, sentir sus grandes y cálidas manos rodeándola, su boca consciente e insistente, Hermione pudo sentir su cuerpo doliendo por un deseo incesante. Pensar en él, anhelarlo en medio de la clase de Historia de la Magia, había hecho que se perdiera lecciones enteras sobre las Guerras Goblins.

Anhelaba algo que nunca había experimentado y no podía imaginar a nadie más como amante, especialmente como su primer amante. Quería que su primera vez fuera aquello sobre lo que siempre había leído, todo campanas y fuegos artificiales; pero más que eso, quería que fuera lo mismo para él. Ella no sería la primera, pero quería que fuera tan bueno que se sintiera como la primera.

Ella y su madre siempre habían compartido pensamientos sobre cualquier cosa bajo el sol y, como era de esperar, Jean Granger abordó la decisión de su hija de tomar un amante con el típico aplomo. Se ofreció a compartir su libro La Alegría del Sexo y Hermione no tuvo el valor de decirle a su madre que ya lo había leído de principio a fin. Varias veces.

Si bien su madre no le había preguntado directamente quién era el hombre afortunado, y Hermione no se atrevió a decírselo, sí insinuó que era mayor, con experiencia y que tenían sentimientos muy fuertes el uno por el otro. Jean evaluó a su hija con atención. "¿Lo amas, Hermione?"

Hermione pensó cuidadosamente. "Hay mucho en él que amar. No tiene un atractivo clásico, mamá, pero para mí es muy atractivo. No cree que sea digno, pero lo es".

"Bueno, sin duda se lo dejarás claro, conociéndote, querida", se rió su madre. Ella se puso seria. "Te conozco bastante bien. Si crees que es un hombre digno, entonces lo es. Sólo ten cuidado, Hermione. El amor y el sexo no son lo mismo".

"¡Oh, madre, lo sé!" Dijo Hermione, bastante indignada. "Es un poco complicado ahora mismo, pero creo en él. Es un buen hombre". Miró a su madre con atención. "No puedo pensar en otra persona en la tierra que sea más adecuada para mí".

Pasó el resto del día examinando la sorprendentemente grande colección de libros de su madre sobre el tema del sexo y las técnicas sexuales. "¿Por qué crees que tu padre siempre parece tan satisfecho?" había bromeado su madre, cuando Hermione contempló la gran variedad de literatura dedicada a la experiencia sexual. Sonrojada y riendo, Hermione tomó el almuerzo que le ofrecía su madre y reanudó su lectura del Kama Sutra.

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Cuando la Orden se reunió durante las vacaciones de Pascua, Severus llegó deliberadamente tarde y se sentó atrás. Se dio cuenta de que Black también estaba sentado detrás del grupo en el lado opuesto de la habitación, mirándolo. La reunión fue aburrida e inútil; todos felicitaban a Potter por descubrir su capacidad de sentir los pensamientos del Señor Oscuro y así encontrar una manera de frustrarle el descubrimiento de la profecía. Cuanto menos escuchara Severus sobre esa maldita cosa, mejor. El Señor Oscuro estaba empezando a obsesionarse con ella, y su deseo de encontrarla le había llevado a enviar a Nagini al Departamento de Misterios para localizarla. Potter, una vez más el niño héroe, había salvado el día al ver el ataque de Nagini a Arthur Weasley.

Severus no tenía nada en contra de Arthur Weasley; de hecho, le agradaba bastante el hombre. Era sólo la adoración ciega y aduladora hacia Potter lo que le irritaba los nervios. El chico era tratado como el salvador del mundo, pero todo lo que Severus podía ver era el arrogante parecido del chico con su padre. Black estaba siendo extremadamente servil, y sus aduladores elogios a la grandeza potencial de Potter hicieron que Severus quisiera vomitar.

Cuando la reunión se redujo a poco más que socialización, Severus se levantó para irse y encontró el camino bloqueado por el perro sarnoso. "¿Y cómo está la señorita Granger, Quejicus?" Black se burló de él y Severus se dio cuenta de que el hombre se estaba tambaleando ligeramente.

Severus retrocedió, arrugando su gran nariz ante el hedor a alcohol del hombre. Él ronroneó: "Encantadora, Black. Muy agradecida por mis atenciones." Se arriesgó a esbozar una sonrisa sombría y dijo en voz tan baja que Black tuvo que inclinarse para escuchar: "Mi agradecimiento por empujarla a mis brazos. Después de ese pequeño truco en la Casa de los Gritos, prácticamente me violó en mi estudio." La expresión de odio en el rostro de Black casi valió la agresividad que recibiría cuando le contara a Hermione sobre esta conversación. Le dio a Black una sonrisa de pura lascivia. "Fantasías de detención, ya ves. Ella las ama, ¿y quién soy yo para discutirlo?"

Black lo empujó, "¡Realmente eres un cerdo, Snape! ¿Honestamente esperas que crea que Hermione te folla voluntariamente todas las noches ante las narices de Dumbledore?"

"Yo no tengo que obligarla, Black". Severus ronroneó. "No necesito acorralarla para que haga lo que quiero".

Sirius se acercó a Severus, pareciendo menos borracho por segundos. "No hablemos de acorralar a la gente para que hagan lo que tú quieres, Snape. Eres muy bueno en eso. Todavía no he olvidado lo que hiciste – "

"Caballeros, por favor..." Severus se giró para enfrentar a Remus Lupin, quien estaba observando a ambos hombres con una expresión preocupada en su rostro. "Realmente me estoy cansando de ver sus peleas. Y sus voces se están empezando a elevar".

Severus gruñó, "¡Como si esto realmente te preocupara, Lupin!" Se volvió hacia Black. "Ese pequeño truco con Potter sólo sirvió para abrir una brecha entre Hermione y él, no para alejarla de mí. Mientras tú estás sentado aquí enojándote y removiendo mierda, Hermione y yo estamos trabajando en cómo mantener a Potter a salvo, sin alejar a sus amigos de él." Sus ojos recorrieron a los dos magos con abierto desprecio. "Me enferman los dos". Se giró para irse, cuando Black habló.

"No somos nosotros los que pretendemos follárnosla para presumir entre los Mortífagos, Quejicus". Sin dignificar las palabras de Black con una respuesta, Severus salió rápidamente por la puerta.

La inevitable convocatoria tuvo lugar poco después de la reunión de la Orden. Como Severus le había prometido a Hermione que no le exigirían asistir, luchó por convencer al Señor Oscuro de que Hermione no había asistido debido a la insistencia de su familia en que fuera al extranjero con ellos durante las vacaciones. Citando que habría sido casi imposible eludir los deseos de su familia, Severus soportó los habituales abucheos por "gustarle lo muggle", y ser un mandilón. Severus los ignoró, centrando toda su atención en el Señor Oscuro, quien lo estudió pensativamente.

Voldemort estaba irritable, todavía descontento con la información que Severus le estaba dando, especialmente sobre Dumbledore y su paradero. Estaba enojado porque la misión de Nagini había sido frustrada, aunque Severus tuvo cuidado de no decirle que Potter lo había visto en una visión. La única información redentora que pudo impartir fue convencer al Señor Oscuro de que su coqueteo con Hermione estaba dando resultados.

Sólo tenía que mostrarle a su Amo la feroz discusión entre Potter y Hermione, para ilustrar la supuesta creciente inestabilidad de Potter, su aislamiento de Dumbledore, de aquellos que no deseaban creer que el Señor Oscuro realmente había regresado. Severus pensó que podría salir de la reunión relativamente ileso, hasta que el Señor Oscuro se volvió hacia él.

"¿Severus? ¿Ninguna palabra de agradecimiento por mi… pequeño regalo para tu mascota? ¿Debo tomar esto como una señal de que no fue deseado ni bienvenido?"

El corazón de Severus se hundió. Hizo una reverencia y le dedicó a su Señor una sonrisa sensual y cómplice. "¡Mi Señor, no había estado tan duro en años! Estuve a punto de empalar a la gatita atrevida y, aun así, ella casi me mata a mí." Marcó en un tono sensual en su voz. "Oh, tener la resistencia de la juventud". Hubo varios murmullos de aprobación, pero Voldemort simplemente lo miró.

"Me gustaría mucho ver eso, amigo mío". Sus ojos brillaban de forma antinatural, con un escalofrío de lujuria depravada y vicaria.

Severus hizo una reverencia. "Sería un placer, mi Señor", y llenó la visión de Voldemort con sus grandes ojos líquidos. Aprovechó el primer beso de Hermione y su respuesta gimiendo y sin aliento, ocultando bien la repulsión que sentía por verse obligado a compartir sus momentos más íntimos con este monstruo.

Recordó su encuentro con la puta que se parecía a Hermione, rápidamente cambió su voz, alteró su entorno, y pronto su Amo tenía los ojos oscurecidos, viendo a su maestro de Pociones follándose a su concubina sangre sucia contra la pared, como el pequeño y sucio receptáculo que era. Y a pesar de todo, mientras el Señor Oscuro jugueteaba y se deslizaba por sus pensamientos, Severus bendijo el hecho de haber tomado la precaución de perfeccionar sus habilidades de Oclumancia, así como las de Hermione.

Con un tirón casi de succión, Voldemort abandonó su mente, saboreando la imagen exhibicionista de los amantes. "Entonces, ¿tu pequeña mascota también disfrutó de la Caricia Oscura?"

Severus abrió mucho sus ojos negros y luminosos, sabiendo muy bien el efecto que tenían en su Amo reptil. "Ella estaba extasiada, Mi Señor. Es algo que espera ansiosamente volver a experimentar".

"Tal vez cuando terminen las vacaciones, ella pueda venir y agradecerme en persona".

"Sería un honor para ambos, mi Señor", dijo, inclinándose, rezando para sí mismo, ¡Merlín, por favor no me obligues a traerla aquí! ¡Por favor, que se acabe esta farsa!

El Señor Oscuro observó cuidadosamente a Severus por su reacción, pero todo lo que vio fue la alegría de Severus ante la idea. "Mmm. Quizás su familia sea una distracción demasiado grande. Odiaría saber que tu bienestar está siendo descuidado por un par de sangre sucia".

Se volvió silenciosamente intenso y Severus sintió que sus testículos se encogían de miedo. "Me gusta que disfruten mis regalos, Severus. Y me gusta que me digan que se disfrutan sin tener que preguntar. Quizás este pequeño regalo te recuerde en el futuro que debes mostrar gratitud a tu Amo. ¡Crucio!"

En la casa de su infancia en Surrey, la palma de Hermione le ardió durante varios minutos y, mientras estaba sentada, el dolor se intensificó hasta convertirse en un dolor punzante y doloroso, hasta que sintió como si estuviera sosteniendo su mano en el fuego. Se sentía enferma de preocupación, sabiendo que estaba demasiado lejos para ayudar a Severus. Sabía que lo convocarían y sabía exactamente lo que significaba ese dolor.

Sin saber si funcionaría o no, Hermione evocó el recuerdo del beso de su profesor y gritó: "¡Expecto Patronum!"

Hagrid encontró a Severus una hora más tarde en el punto de aparición. Estaba sobre manos y rodillas, vomitando, jadeando de dolor, pero no tanto como la noche en que había llegado sólo hasta Grimmauld Place. Hagrid ayudó al mago herido a llegar a la enfermería y le dijo a Severus que: "Un hermoso patrous en forma de nutria vino y me guió a encontrarlo, profesor. No sé quién lo envió, pero estaba decidido a que alguien viniera a buscarle."

Severus, con malestar estomacal y demasiado débil para caminar sin ayuda, recordó la noche en que Hermione había huido de él, levantando su varita para conjurar a la pequeña y descarada nutria. E incluso había podido enviarlo como mensajero. A pesar del dolor, sintió que su corazón se hinchaba. Bien, buena chica.

Cuando regresó a la escuela al final de sus dos semanas de vacaciones, Hermione entró a su salón de Pociones con sus compañeros y preparó su poción de acuerdo con las instrucciones de su profesor. Cuando hizo una pregunta y nadie más que ella y Draco Malfoy levantaron la mano para responder, eligió a Malfoy, quien dio una respuesta incorrecta. Cuando Hermione volvió a levantar la mano, su profesor puso los ojos en blanco y dijo: "¿Sí, señorita Granger? ¿Cree nuestra sabelotodo de siempre que podría tener la respuesta correcta?"

"Ajenjo y Asafetida, señor, no Ajenjo y Asfódelo".

Severus le dio una mirada de condescendencia apenas disimulada. Se cruzó de brazos imperiosamente y dijo arrastrando las palabras con voz aburrida: "El énfasis está en la tercera sílaba, señorita Granger. 'A-sa-FE-ti-da'". En su ronroneo retumbante y decadente, añadió con una sonrisa: "Ya no somos tan sabelotodo, ¿verdad?" Los Slytherin se rieron y Hermione reaccionó como siempre lo hacía, bajando la cabeza sobre su pergamino y escribiendo sus correcciones. Severus continuó su sermón, sin dar indicación de si le había dado la respuesta correcta o no.

Cuando la clase terminó y todos se fueron, Hermione le pidió a su profesor una aclaración sobre la poción en la tarea de mañana, y él suspiró y, bastante irritado, aceptó discutirlo. Una vez que el último estudiante se fue, Hermione cerró la puerta, le lanzó protecciones y se acercó a su profesor. Ella lo miró y antes de que pudiera reaccionar, él la rodeó con sus brazos, sus rodillas temblando, hasta que ella cayó al suelo con él. Él tembló y se aferró a ella, y ella a él, diciéndole que todo estaba bien, que ella estaba allí ahora y que, fuera lo que fuese, ella mejoraría las cosas.

Severus se aferró a la chica, maldiciéndose por su debilidad y locura, reprendiéndose por ser el cobarde que era y rogándole que no lo abandonara. En verdad, estaba tan feliz de verla entrar al salón de clases que casi lloró, bendiciendo a los dioses por la única persona en la tierra feliz de verlo.

Mirando a su pequeña bruja, Severus devoró su boca con la suya, gimiendo ante el puro placer de tomar su suave boca, deslizando su lengua entre sus dientes. Él la anhelaba y susurró cada gramo de su deseo en su boca. Observó cómo sus ojos se cerraban por el placer que él le había brindado, y el dolor de su castigo, los horrores de su vida, parecieron desvanecerse. La atrajo hacia él hasta que casi estuvo encima de él, y su boca dejó un rastro de besos calientes por su tierna garganta. Ella gimió de deseo, y para él era como música saber que su boca podía darle lo que su cuerpo aún no le permitía.

"Hermione, pequeña", dijo, impotente, con los ojos cerrados. "Corre a tu Sala Común. Déjame ahora, mientras me quede algo de autocontrol." Ella se rió, un sonido suave y dulce que hizo que su erección fuera dolorosa en sus pantalones. "¡Eres un niña horrible! Vete ahora o no estaré en condiciones de nada más tarde".

Ella lo recompensó con un beso en su gran nariz aguileña. "Sí lo harás. También te extrañé, Severus Snape." Estaba ligeramente sin aliento y tenía la boca húmeda. "No eres el único que ha estado extrañando a su pareja".

Nota de la autora: Título del capítulo y palabras iniciales por Alison Krauss de la canción Take Me For Longing.

Nota de la traductora: por mucho que me gusten los fics que incluyen giratiempos (como por ejemplo mi traducción Corrigiendo el destino, que será actualizada esta semana), a mí también me parece una tremenda irresponsabilidad darle algo tan poderoso a una adolescente y lo que es peor, para algo tan banal como tomar clases extra. Amé a la mamá de Hermione y su forma de tomar todo con filosofía. También amé que Hermione (quien puede ser un personaje bastante inseguro en los libros) vaya ganando más confianza y la vez Severus también lo haga. Son dos personas que batallan con la confianza en si mismos, pero su relación va incrementándola, en lugar de provocar más inseguridades el uno en el otro, y eso es en gran parte por lo que dijo Severus, ellos encajan, no solo físicamente, pero emocional e intelectualmente, vaya que no intentan meter un circulo en una abertura cuadrada. Voldemort es horrible, eso ya lo sabemos pero al parecer también es un mirón depravado, como si le faltaran más defectos. Hasta la próxima!