"Tendrás que enamorarla poco a poco, si haces todo de golpe ella se va a dar cuenta, por eso te dejo este sobre con las instrucciones que debes seguir al pie de la letra. Recuerda: No queremos errores.
1.- Empieza siendo su amigo, es agresiva, pero no dudo que quiera pasar tiempo contigo, eh visto cuántas veces te ha ayudado.
2.- Hazle detalles. Quizás algún dulce o ayudarle con la tarea, creeme viejo, con eso siempre caen.
3.- Escríbele una carta. Las chicas aman a los hombres sensibles y poéticos.
4.- Acompañala a casa. Espera al menos dos meses, dile que quieres acompañarla a su casa, carga su mochila y caminen lo más cerca posible.
5.- Invitala a salir. Te aseguro que no te va a rechazar.
Y cuando veas que siempre te busca y quiera estar contigo, viejo, ya la habrás tenido. Tienes un año para enamorarla, pero recuerda que no tanto, no queremos una loca obsesiva conociendo a Helga. Quizás sientas asco, y no te culpó. Siempre te ha humillado y menospreciado, así que es justo lo que se merece después de tanto pisotearte. Cuando lo creas conveniente, dile la verdad, dile que...
Helga Geraldine Pataki es solo una parte de tu apuesta para conseguir que Lila sea tu novia.
Después de todo, ¿Quién quisiera ser pareja de alguien como ella? Ni siquiera Phoebe la aguanta, quizás con esto comprenda la horrible persona que es y se pudra de una vez".
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Sus ojos no dejaban de derramar lágrimas gruesas mientras apretaba esa hoja de papel con aquellas instrucciones, ni siquiera podía hablar, solo escuchó como su corazón se quebrara en miles de pedazos. Todos esos besos, sonrojos y abrazos eran una mentira. Sus palabras, la manera que tenía de reconfortarla... Absolutamente todo era falso. Sabía que había sido cruel con él, le encantaba molestarlo, pero era porque lo amaba, solo que el tonto cabeza de balón nunca la notó, pero estaba segura que nunca le había hecho daño... No como él se lo estaba provocando a ella.
—¿Qué es esto, Arnold?— Respiro profundo y menciono al creador de todas esas mentiras, que estaba parado en el umbral de su habitación sorprendido.
—He-Helga verás... Déjame explicarte.— Dejo la bandeja de comida que había subido después de que su abuelo lo llamara, y con las manos temblando se fue acercando a la rubia que seguía sosteniendo ese papel.
—¿Explicarme? ¿Qué me vas a explicar? ¿Necesitas más tiempo para terminar tu apuesta? ¿Fue divertido? — Con coraje destrozó la hoja y fue a buscar sus cosas, no iba a permitir que la viera llorar de nuevo... Se acabó.
—¡No! ¡Helga! ¡Escúchame! —
El más bajo la tomo de los hombros cuando vió su ademán de querer marcharse, sin embargo, nadie lo había preparado para ver en primera fila un corazón roto a través de la mirada. Se quedó perplejo, Helga de verdad lo amaba y apenas se estaba dando cuenta que él también le correspondía, pero ahora esa carta había destruido su relación. Era un imbécil, ella tenía unos sentimientos tan puros, que ahora solo quedaba odio y rencor en sus ojos.
—¡Suéltame! ¡No te quiero volver a ver jamás en mi vida! — Estaba descontrolada, dolida, sentía que en cualquier momento se podría morir y no importaba, ya no. El sujeto pensó que podría amarla, su mejor amiga... Se habían burlado de ella a sus espaldas. Arnold no la soltaba así que con un jalón, soltó una de sus manos y procedió a abofetear su mejilla con las últimas fuerzas que le quedaban a su cuerpo vacío. —Te amaba Arnold... Te amo...— volvió a llorar mientras bajaba los hombros, ya no importaba si la veía destruida, eso es lo que querían, quizás con eso la dejarían en paz. — Te amo tanto... Ganaste... Felicidades, cuéntales que estoy muy enamorada...— Levanto su mirada para conectarla con el de ojos verdes que ni siquiera la contradecía. — Diles que me destruiste y que ganaron... Que jamás voy a hacerles nada de nuevo, será como si nunca hubiera existido...— Sujeto la correa de su bolsa con fuerza antes de salir corriendo fuera de esa habitación donde tantas veces habían hecho el amor... Donde siempre se decían te amo... Dónde despertaba en sus brazos después de haber dormido con él toda la noche. La habitación que supo era el escenario de una mentira llamada relación.
El más bajo intento seguirla pero ella ya se había perdido en la esquina de la calle. Se maldijo internamente y se sentó debajo de una farola, llevando sus manos a sus cabellos desordenados mientras intentaba borrar sus lágrimas. ¿Por qué no se lo contó? ¿Qué haría sin ella?
Sintió su bolsillo vibrar con la leyenda de Gerald en la pantalla de su celular. Lo puso en alta voz.
—Viejo, ¿Dónde estás? Dice Phoebe que Helga no le contesta las llamadas y está preguntando por ella... Dime dónde...—
— Gerald, ella lo sabe...— Interrumpió a su amigo que de inmediato se quedó en silencio un buen rato.
—Oh no...— Rió sin ganas por aquella reacción y cortó la llamada, cerrando los ojos mientras sentía como la lluvia comenzaba a mojarlo.
Regresó a su casa, sintiendo un vacío. Hace menos de media hora ambos estaban bien, después de despertar juntos quiso ir a prepararle el desayuno y después... soledad.
Mentiría si dijera que ya no recordaba la apuesta, el si se había enamorado, pero la verdad era algo que tenía muy presente todos los días y no porque quisiera continuar con ella, al final, el que resultó enamorado fue él.
¿Qué haría ahora? ¿Cómo es que se vive sin ella? ¿En qué momento se enamoró? Lo recordaba vagamente.
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