Disclaimer

Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi de su obra Ranma 1/2. Sólo los utilizo para mi propio entretenimiento y el de los que leen. No obtengo ningún beneficio monetario por ello.

[Si los personajes fueran míos, tendría a Mousse secuestrado en mi casa]


Nota: Sí, es una nueva historia. Sí, no puedo estar bien de la cabeza y lo asumo. Más aun cuando yo misma dije que no tenía otras historias para adaptar y era verdad. Todo lo que aquí se leerá será "brand-new" y lo iré subiendo en la medida en que las ideas vengan a mi mente. Este nuevo fic es, quizás, diferente a los otros que he escrito. No será trágico (a menos que sea necesario) y se enfocará en la vida de los chicos de Ranma 1/2 como lo que son: adolescentes. Con todos los enredos, travesuras y problemas de la juventud. Es AU, en parte, y trataré de que el OoC sea lo menos posible. Agradezco desde ya su apoyo y paciencia. Si les surgen ideas: háganmelas saber. Sería muy genial incorporarlas :)


Se aceptan todos los comentarios y críticas que sean hechas con respeto. Comentarios ofensivos serán ignorados. Muchas gracias.


Tienes dieciséis, eres hermosa y eres mía.

Eres mi amor, eres mi niña

Nos enamoramos la noche que nos conocimos (oh, nos enamoramos)

Tocaste mi mano, mi corazón estalló (oh qué noche, oh qué noche)

Oh, cuando nos besamos no pude parar.

Johnny Brunette - You're sixteen.

Nabiki presionaba a su hermana para que aceptara ir con ella a la fiesta de fin de verano que tendría lugar en casa de los Kuno. Akane la miraba sin el más mínimo entusiasmo ¿Qué podía hacer ella en esa casa y en esa fiesta? Nabiki sabía perfectamente que Tatewaki la perseguía como un enfermo, algo que a ella le desagradaba infinitamente. No, gracias, tal vez en otra ocasión. No estaría cómoda. Por la tarde habían estado chapoteando en la piscina junto a las amigas de Nabiki y eso la había dejado extenuada. Además, quería ordenar sus cosas para el comienzo de las clases, las materias que verían ese año, adelantar en sus estudios. Eso sí que la motivaba realmente y no las frivolidades de Nabiki.

– Oh Akane, no puedes ser tan aburrida. Las clases empiezan en dos días. Diez meses metidas casi todos los días entre cuadernos, libros y tareas. ¿No crees que es mucho? Anda, vamos; te servirá para tomar aire, aclarar pensamientos. Por lo demás, estoy segurísima de que tus amigas estarán ahí y lo pasarán maravillosamente bien – dijo Nabiki con los ojos brillantes y llena de entusiasmo. Todo servía cuando se trataba de lograr algo. Ella era la experta en conseguir lo imposible.

– Lo dudo. Shampoo fue a visitar a su familia en China, llegará el día lunes, según ella misma dijo. Ukyo aún está de vacaciones y estará de vuelta mañana en la noche. ¿Ves? No tengo nada que hacer ahí. Por lo demás, no somos tan amigas, somos compañeras de clases que nos hemos conocido más durante el último tiempo. Eso es todo –. Akane volvió a sus libros pero la tortura de Nabiki no terminó. Ese tipo de fiestas eran su firmeza porque comercializaba todas las chucherías que había conseguido durante el verano y dejaba en vista nuevos negocios para el futuro. Akane no comprendía la afición de su hermana por el dinero y la facilidad que tenía para conseguirlo.

– Bueno Akane, ¿vendrás conmigo verdad? No llegaremos tarde y lo pasaremos fenomenal – aseguró la chica empresaria. Ante tanta insistencia, y después de varios minutos, Akane cedió. Irían pero no hasta muy tarde y volverían cuando ella quisiera. Bajo esas condiciones, aceptó ir.

– Sí, claro – respondió Nabiki pícaramente, sabiendo que jamás cumpliría su palabra y todo se terminaría haciendo a su modo.

Antes de salir de casa, Soun las interrogó. Ellas sabían que no le gustaba que salieran muy tarde y solas. Los tiempos estaban muy cambiados y la gente peor que nunca. Sí, lo sabían.

– No te preocupes papá. Kuno Tatewaki vendrá a dejarnos cuando todo termine, que no será muy tarde – lo tranquilizó Nabiki. Pero lo que tranquilizó a Soun, intranquilizó a su hermana pequeña. No sabía el detalle ese de que Tatewaki las iría a dejar. Era todo una mentira de Nabiki para que su padre no les cerrará más el paso. Akane no sabía qué era peor: volver a casa con Kuno Tatewaki o mentirle a su padre. Nabiki había vuelto a salirse con la suya, como siempre.

v-v-v-v-v

Realmente los Kuno tenían una cualidad maravillosa: podían transformar cualquier cosa en hermosa. La casa estaba bellamente decorada: luces de colores, guirnaldas de flores, el estanque parecía más grande y hondo, con luces en el interior. Todo era mágico. Pero, de pronto, esa voz que tan bien conocía acabó con esa magia:

– Sabía que vendrías, Akane Tendo – rió un triunfante Tatewaki, jurando que la pequeña Tendo estaba ahí por él. Akane suspiró: no llevaba ni quince minutos en ese lugar y ya se arrpentía de haber ido.

– No vine por ti sino para acompañar a Nabiki, ella me lo pidió – le contestó Akane desdeñosamente. Qué difícil sería todo. Sabía que Kuno Tatewaki no la dejaría en paz en toda la noche. Lo mejor era buscar a Nabiki y quedarse a su lado pero ella tenía trabajo por hacer y no tenía tiempo de atender los temores de su hermana. Por otra parte, Akane ya tenía dieciséis años, edad suficiente para cuidarse sola. Akane la miró sorprendida. ¡Qué mala podía llegar a ser Nabiki! Pero lo peor estaba por venir: un poco más allá estaba Kodachi quien al verla, y con su característica risa, fue donde ella a decirle que no era bienvenida en su casa. Nunca había sabido porque le era tan antipática a Kodachi pero era evidente que, por la razón que fuera, no la soportaba y trataba por todos los medios de atormentarla. Ahora tenía que enfrentar doble problema: los dos hermanitos locos, cada uno con sus ideas desquiciadas. Akane suspiró muy profundamente. Sería una muy larga noche y, por lo mismo, decidió resguardarse de los hermanos Kuno y esperar a Nabiki en un lugar seguro. Detrás de un pilar, alejada de la parte central observó como una decena de aristas comenzaron a desfilar por la sala, desplegando múltiples artes: trucos de magia, acrobacias, bailarines y tantos otros que a todos tenían fascinados pero que a Akane muy poco entretenían debido a la ansiedad que se había apoderado de ella. Se arrepentía de estar ahí. Se lo repitió mil veces: nunca más le haría caso a Nabiki ni aunque le diera una comisión por su asistencia. Se supone que estaba ahí para distraerse un momento pero estaba sucediendo todo lo contrario.

En un momento, y sin saber por qué, alzó su mirada hacia el segundo piso y, entre medio de las luces, papeles de colores y cintas que pululaban en el aire, vio la figura de un muchacho, apoyado en la baranda. La estaba mirando fijamente. No, quizás a alguien detrás de ella; sin embargo, detrás de Akane no estaba nadie. Desvió la mirada hacia el espectáculo, tratando de ignorar al chico de las alturas pero, pasados unos segundos, y sin saber por qué, volvió a mirar hacia arriba. Ahí estaba él, otra vez con su mirada clavada en ella. Comenzó a sentirse muy nerviosa porque, aunque intentaba, no podía dejar de mirar hacia arriba y siempre la escena se repetía: él, con sus grandes ojos pegados en ella. Perturbada, decidió salir al jardín. Probablemente, la música, la gente hablando, la falta de aire, las luces, la estaban mareando y haciendo ver cosas que no eran. Un poco de aire fresco le haría bien. Fue a ubicarse cerca del estanque y con sus dedos, comenzó a juguetear con el agua.

– No quiero pensar que te estás escapando de mí – le dijo una voz varonil, muy cerca del oído. Akane volteó espantada. Era el muchacho del segundo piso quien ahora la miraba sonriendo.

– Claro que no. ¿Por qué debería hacerlo? – contestó Akane, recomponiéndose después del susto y tratando de mostrar desinterés.

– No sé, lo pensé. Te estaba mirando porque creí que eras otra persona y, de ser así, temí ser grosero por no saludarla. Ahora veo que no eras quien pensé – fue la sencilla explicación.

O sea que no la miraba a ella. Sintió una gran molestia en su interior pero se contuvo.

– Lo siento por ti y por la desilusión que te causé –. Akane le dio la espalda y comenzó a caminar por la orilla del estanque, sobre las piedras. Las luces del interior la hacían lucir multicolor, como un arcoiris. El chico la siguió.

– No, no fue tan decepcionante. Fue una agradable sorpresa en realidad – fue todo lo que respondió. Akane estaba aún más nerviosa pero era distinto a lo que sentía cuando estaba cerca de Kuno: no era fastidio, era como aterrador y emocionante a la vez. No contestó nada.

– ¿Viniste sola? – preguntó nuevamente el muchacho. No, fue la respuesta; iba con su hermana. Él dijo que la había visto sola durante toda la noche, nunca vio a nadie cerca de ella, a excepción, claro, del dueño de casa. Akane estaba sorprendida ¿es que acaso la había estado mirando desde el principio, desde que ella llegó? Sí, fue la respuesta del chico.

– Eres un depravado – le contestó, algo molesta.

– ¿Por qué? Ya dije que te confundí con otra persona. Fue un error pero cualquiera puede equivocarse – replicó él con cierta sorna. El diálogo la estaba confundiendo.

– ¿Y esa persona también iba a venir acompañada? – Akane atacó a su vez. El chico rió.

– Realmente, no. Vendría sola. Pensándolo bien, no entiendo cómo te confundí. O, tal vez, supe que no eras ella desde el principio.

– ¿Entonces reconoces que me mirabas a mí? – Akane se sintió halagada aunque no lo demostró. Su alegría duró poco.

– Es decir, supe que no eras ella pero si te encontré parecida, no sé – contestó para luego agregar –: ¡No creerás que te miraba porque me gustaste! – rió él de buena gana. Akane sintió una mezcla de sentimientos: desilusión, ira y esa sensación de que la sangre le subía a la cabeza y le iba a estallar por cualquier parte. ¡Ese tipo se estaba burlando de ella!

– Bueno, como ya sabes que no soy esa persona que buscabas, podrías dejarme sola – replicó ella.

– ¿No te gusta mi compañía?

– Sinceramente, no – respondió Akane tratando de hacer que se fuera aunque, en el fondo muy profundo de su corazón, no quería que lo hiciera.

– Oh, qué desilusión. Creí que podríamos pasar un buen momento aquí, bajo las estrellas – el muchacho miró el cielo de forma romántica.

– Sería mejor que buscaras a la mujer con la que me confundiste. Quizás está allá adentro y no te has dado cuenta. Puede estar buscándote – dijo Akane, cortante.

– ¿Mujer? ¿Quién dijo que te confundí con una mujer?

Eso fue demasiado. ¿Quién creía él que era ella? Furiosa, lo empujó dentro del estanque con todas sus fuerzas. Quedó mirando para ahora reírse ella en su cara cuando saliera empapado, que aprendiera que con ella no se jugaba. Sin embargo, el tiempo comenzó a pasar y el muchacho no salía a la superficie lo que hizo que se preocupara. Se puso de rodillas en el suelo para mirarlo.

– Oye ¿estás bien? – preguntaba pero no obtenía ninguna respuesta. Comenzó a angustiarse, podría haberle pasado algo grave por su culpa. Hasta podía estar muerto. Cuando se acercó un poco más al agua sintió que unos brazos fuertes le rodeaban el cuello y la espalda y la lanzaban a ella también dentro del estanque.

– ¿Creías que querría bañarme solo? – le dijo él, riéndose a carcajadas. Akane salió a flote aterrorizada y trató de ir a la orilla como pudo.

– Estúpido, ¿cómo haces eso? No sé nadar – le dijo jadeando. El chico mostró preocupación.

– Lo siento, no lo sabía. Pero veo que estás bien; nada malo te sucedió.

– Si descontamos el susto que me diste, no, no me sucedió nada malo – dijo Akane mientras tosía suavemente. El muchacho se acercó a ella sonriendo y se colocó en frente, muy cerca.

– Me alegro, no quisiera partir conociéndote de esa manera – rió – : me llamo Ranma Saotome.

– Ah qué bien – respondió Akane demostrando el mayor desinterés.

– ¿Siempre eres así?

– ¿Así cómo?

– Tan… arisca – le dijo Ranma, serio.

– Sólo con la gente que no conozco o no me agrada – respondió Akane, francamente.

– Quiero pensar que soy parte del primer grupo, ¿o no? – Ranma se acercó más a Akane. ¿Qué pretendía?

– No te conozco y, hasta ahora, no me estás agradando – Akane quería salir de ahí pero no podía. O tal vez, no quería.

– ¿Puedo hacer algo para cambiar eso? – y Ranma se acercó más. Akane ya no sabía cómo escabullirse. Y no pudo hacerlo porque antes de hacer cualquier cosa, Ranma la besó. Akane estaba tan sorprendida que no pudo hacer nada, ni siquiera moverse. Cuando él separó sus labios de los de ella, sólo dijo:

– Creo que no te gustó –. No era eso. Era sólo que no lo esperaba. Al ver que Akane no le respondía, Ranma lo intentó una segunda vez. Tampoco obtuvo respuesta de ella pero algo le decía que no le disgutó. A la tercera vez, ya sintió una leve respuesta de parte de la chica: quien puso sus manos sobre los brazos de él, en algo que parecía un tímido abrazo. Lamentablemente, el momento no duró demasiado: la voz de Nabiki llamando a Akane se escuchó.

– Me tengo que ir – dijo Akane mientras salía del estanque, con la respiración agitada. Ranma sonrió: ella no le había dicho su nombre. No sería necesario que lo hiciera.

– ¡Akaneeeeeeee! ¡Es hora de irnos! – Nabiki seguía llamándola.

– Ya voy, ya voy – le contestaba su hermana, mientras se sacudía el agua y se acomodaba la ropa. Nabiki la miró irónicamente. Akane no quería ir a la fiesta y, sin duda, era la que mejor lo había pasado.

– No digas tonterías. ¿Cómo iba a pasarlo bien si me caí al estanque? – le respondió a su hermana. Nabiki sólo sonrió. Si Akane la creía tonta, se equivocaba.

– Akane, te vi. Vi que te estabas besando con un muchacho dentro del agua. ¿Quién es?

– Se llama Ranma Saotome, creo, pero no sé quién es ni nada más de él. ¿Tú lo conoces? – preguntó Akane. Nabiki respondió que no y, por el momento, no importaba. Debían inventar a su padre una excusa para explicar por qué Akane iba empapada. Ya lo pensarían de camino. Akane volteó para mirar y ahí seguía Ranma, dentro del estanque, mirándola. Una extraña sensación le recorrió el cuerpo. Una sensación que nunca antes había experimentado.

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– ¡No puedo creer que un chico te besó en la fiesta de los Kuno! – dijo Ukyo, emocionada, mientras Akane le hacía gestos para que bajara la voz. No quería que nadie se enterara de su aventura de una noche. Ella era muy reservada y nunca se le hubiese ocurrido decir nada pero Nabiki se encargó de que toda la escuela lo supiera. Se sentía tan avergonzada. Ukyo le respondía que a ella no le hubiese molestado, si el chico era guapo, y que, estaba segura de que Akane incluso le había ganado a Shampoo en materia de besos.

– Imposible, Shampoo es la más popular del colegio. Más de un beso debe haber recibido – reflexionó Akane.

No pudieron seguir con la plática porque sonó el timbre que indicaba que era hora de ir a la sala. Un nuevo año empezaba. Una vez instaladas, la profesora les indicó que había noticias que comunicar.

– Por causas de espacio, debido a unos trabajos de remodelación, la escuela de muchachos tendrá que instalarse un tiempo aquí – cuando sintió la exclamación de júbilo de las chicas, se apresuró en decir –: no se alegren tanto. Hombres y mujeres estarán separados –. Una nueva exclamación, esta vez de decepción, se escuchó en el salón.

– Estábamos tan bien hasta la segunda parte de la historia – dijo Ukyo riendo. Tenía la esperanza de encontrarse con muchachos, aunque fuera por ratos. Sería divertido.

– Ay, Ukyo, podrás verlos en los recreos, no sé – respondió Akane sin entusiasmo. A ella le daba lo mismo si el colegio era mixto o no. No estaba interesada más que en sus estudios y en sus prácticas de artes marciales, en donde estaba alcanzado ya el nivel de experta.

– Lo dices porque tú ya tienes un pretendiente. No, yo no me quedaré atrás, ya verás que a más de alguien conoceré – se propuso Ukyo.

Las clases se hicieron eternas. Todas las estudiantes querían ir a mirar al patio en que se supone estarían los muchachos. Por eso, en cuanto sonó el timbre, todas salieron disparadas.

– ¿Tú también irás, Ukyo? – le preguntó Akane.

– Claro que sí. Tu deberías venir también a mirar. ¿O vas a esperar a tu enamorado de verano? – contestó irónicamente.

Por supuesto que no. Y no por causa de su "enamorado de verano" sino porque ella tenía otras cosas de las que preocuparse. Ukyo no insistió, su curiosidad era más fuerte. Además, quería evitar que el grupo rival, tres compañeras de clases, se adelantara y se transformaran en las reinas de la atención. Cruzó hacia al patio de los hombres y comenzó a mirar. No había nada tan espectacular: miles de chicos con el mismo uniforme, sin atractivo. Hasta que, de pronto, uno de ellos le habló.

– Hola, ¿buscas a alguien? –. Ukyo volteó y vio ahí, frente a ella, a un muchacho de grandes ojos azules que le sonreía amablemente. De inmediato se sonrojó.

– Creo que me perdí – le respondió sin saber muy bien qué decir. El muchacho rió. ¡Qué ironía! No conocía su propio colegio. Ukyo respondió que la escuela estaba muy cambiada ese año, seguramente por los ajustes que habían hecho para recibir a los chicos. Sí, ésa era una buena excusa. El muchacho hizo como que le creía.

– Bueno, puedo ayudarte, quizás. Aunque conozco este lugar menos que tú – le dijo mientras la acompañaba a la parte del patio que le correspondía. Ukyo estaba deslumbrada por el joven, era tan guapo, tan amable. Comenzó a sentir un cosquilleo en el estómago y que pisaba sobre nubes. El chico le contó que ese era su primer año en ese colegio, que se suponía era sólo de hombres, e irónicamante ahora resultaba ser mixto.

– ¿No te agrada así? – preguntó ella, un poco preocupada de que él no se sintiera cómodo y decidiera cambiarse de colegio. No era su intención, realmente no le importaba si había chicas en el colegio. Podía ser incluso más divertido.

– ¿Y a ti te gusta que tengamos clases junto a ustedes?

– ¡Me encanta! – dijo Ukyo espontáneamente. Luego quiso arreglar sus dichos: – Es decir, es algo sin importancia: chicos, chicas, da lo mismo.

Ukyo no se dio cuenta de cómo llegó a su destino ni lo que conversó con el joven mientras caminaban. Es decir, entendía la idea central pero no los detalles. Sólo sabía que había quedado prendada, deslumbrada de esa voz varonil, de su hermosa sonrisa, de sus ojos brillantes. Sí, era demasiado para el primer día. Antes de despedirse, dos otros chicos se acercaron.

– ¿Estás conociendo compañeras? – dijo uno de ellos que usaba grandes anteojos y era el más alto de los tres –. Podrías presentarla. O mejor, lo hago por mí mismo: mi nombre es Mousse – dijo el chico. Ukyo lo miró sin mucho interés.

– El mío es Ukyo Kuonji. Me encantaría seguir conversando con ustedes pero debo ir a clases…

– Nosotros también – respondió el tercer joven –: vamos ya –.

Ukyo los quedó mirando, especialmente al de ojos azules, hasta que desaparecieron. Sólo en ese momento se percató de que no había preguntado su nombre. No importa, tenía todos los días para hacerlo porque estaba decidida a volver a encontrarse con él y seguir conociéndolo. Emocionada, llegó tarde a clases pero fue perdonada por la maestra por ser el primer día de clases. Pero sería la última vez, a la próxima, se iba castigada. Se sentó y le escribió una nota a Akane:

Yo también tengo suerte:

Acabo de conocer a un chico guapísimo.

¡Creo que me enamoré!

En cuanto pueda, te lo presento.

Akane sonrió al leer la nota. ¡Vaya revolución que había causado la llegada de un grupo de hombres! Igual que todos los hombres. Sólo faltaba que llegara Shampoo y ver cuál sería su reacción al estado de las cosas, aunque podía imaginarla.

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El padre y la abuela de Shampoo no estaban muy contentos con que la escuela fuera ahora mixta. Si la habían elegido era precisamente por ser solamente para mujeres. El director les aseguró que hombres y mujeres no se mezclarían, los estudiantes estaban separados y sólo podrían encontrarse, quizás, en los recreos. Y ni eso era seguro.

– No es lo que quisieramos para mi bisnieta pero si usted nos asegura que ella no se mezclara con los jóvenes, seguirá asistiendo aquí – sentenció la bisabuela de Shampoo, advirtiendo que si se enteraba de cualquier desarreglo a ese trato, sacaría a Shampoo de la escuela.

– No se preocupe, yo le garantizo que ningún desorden se producirá – prometió el director.

– Nosotros no desconfíamos de mi hija, ella es muy centrada, muy correcta. Espero que el problema no venga de alguno de los jóvenes nuevos – finalizó el padre mirando a su hija, que estaba en frente de él con una cara de inocencia que nadie se atrevería a poner en duda.

– No te preocupes papá. Me mantendré alejada de los hombres – prometio Shampoo.

Habiendo aclarado las cosas, Shampoo se fue a clases. Las chicas aún estaban en el recreo.

– Shampoo, al fin llegas – dijo a modo de saludo Ukyo –: ¿Te enteraste de la noticia?

– ¿Eso de que el colegio es mixto? ¡Por supuesto! Y me parece maravilloso – exclamó completamente embelesada.

– Bueno, tienes que enterarte también que el grupo de las tontas está aprovechando bien el tiempo y han hecho amistad con casi todos ellos. En realidad, a mí no me importa más que uno que acabo de conocer – dijo Ukyo rememorando su encuentro de la mañana.

– Ya veo que has avanzado bastante, Ukyo. ¿Y cómo se llama el afortunado? – preguntó Shampoo interesada.

– No sé, olvidé preguntarle – contestó la muchacha desilusionada.

– Mal. ¿Y tú qué opinas? – le preguntó a Akane.

– Me da igual. No creo que haga una gran diferencia estudiar junto a hombres. De todos modos, estamos separados.

– Akane dice eso porque ella ya tiene un enamorado. Su "amor de verano" – le contó Ukyo a Shampoo. Ésta miró a Akane más que sorprendida. ¿Akane, enamorada? A ella no le interesaban los muchachos, hasta donde se sabía.

– Fue algo que sucedió en una fiesta. No fue nada. No creo que vuelva a verlo – respondió Akane tratando de parecer indiferente. Nadie le creyó realmente.

– Lo que es yo, iré de inmediato a mirar el panorama – dijo Shampoo poniéndose de pie. Las otras dos chicas la miraron sorprendidas: acababa de llegar a la escuela, no había asistido a ninguna clase y pensaba no ir a la primera a la que sí podía asistir. Pues sí, eso mismo haría. En ese momento, un grupo de hombres conversaba en el patio. Para ver mejor, se trepó a un árbol. No había ninguno que a ella le llamara realmente la atención. Todos parecían debiluchos y sin gracia. Quizás si se trepaba a otro árbol podía ver chicos mejores… Así hizo pero no le fue mucho mejor. En ese momento, llegó hasta donde ella estaba un muchacho preguntando si necesitaba algo. La había visto desde abajo y trató de ganar terreno con ella, de forma algo insistente.

– ¡Claro que no, idiota! Y si lo necesitara, no te lo pediría a ti – y acomodándose sobre las ramas, le dio un golpe que lo tiró al suelo. Lamentablemente para ella, el muy cobarde la tomó de uno de sus pies y la trajó con él. Al escuchar el ruido, un grupo de jóvenes se acercó. Uno de ellos se aseguró de que estuviera viva y, al ver que era así, la llevó a la enfermería en brazos. Para su fortuna, estaba bien, nada grave le había sucedido. Cuando Shampoo despertó, se sintió humillada al haber sido derrotada por un pelele y de la forma más humillante posible. Las malas sensaciones se fueron cuando su salvador le habló:

– ¿Te sientes bien? Te diste un golpe muy fuerte…

– Sí, estoy bien. Gracias – contestó ella –: mi nombre es Shampoo. ¿Y el tuyo?

– Yo soy Ranma Saotome – contestó el joven.

Shampoo sintió que su corazón comenzaba a latir a la velocidad de la luz, tanto así, que casi no podía sujetarlo dentro de su pecho. Ranma la acompañó hasta su sala. Fuera de ella estaba Ukyo quien, al verla con el chico del que ella se había prendado, se les acercó.

– ¿Qué pasó Shampoo? – preguntó con los ojos clavados en Ranma. Era como si él fuera el accidentado.

– Nada grave. Tuvo una caída pero ya está bien – le respondió Ranma. Shampoo le sonrió coqueta.

– Muchas gracias por ayudarme – le dijo besándole en la mejilla. Ranma sólo hizo una inclinación con su cabeza y se retiró. Ukyo pidió explicaciones. Shampoo sólo dijo que había encontrado al hombre de su vida.

– ¡No puede ser! ¡A mí me gusta ese chico! Yo lo vi primero – lloriquéo Ukyo.

– ¿Conocías a Ranma? ¿Desde cuándo?

– Desde hoy en la mañana. ¿Se llama Ranma?

– Tú lo viste primero pero no sabes el nombre. ¡Qué bien! Sí, se llama Ranma Saotome y es ahora el dueño de mi corazón – contestó Shampoo suspirando. No, Ukyo no lo permitiría. Si quería a Ranma, tendría que quitárselo.

Cuando Akane vio que ninguna de las dos chicas llegaba a la sala, se preocupó y pidió permiso para salir a buscarlas. Las encontró discutiendo, como lo hacían siempre.

– ¿Qué les pasó ahora? ¿Por qué pelean? – preguntó Akane.

– Porque estamos enamoradas del mismo hombre – respondió Ukyo – pero a ti te consta que yo lo vi primero – le recordó Ukyo a Akane.

– Ah, es el chico que conociste en la mañana… Supongo que sí, que lo viste primero. ¿Y eso qué significa?

– Que al verlo yo primero, soy la que tiene el derecho a estar con él – exclamó Ukyo. Nunca habían llegado a ese tipo de acuerdos entre ellas pero, al parecer, desde ahora corría.

– Está tan enamorada pero no sabía ni su nombre. ¿Qué clase de amor es ése? – dijo Shampoo en tono de burla.

– ¿Y tú lo sabes? – le preguntó Akane.

– Claro que sí: él me dijo sin que yo se lo preguntara – mintió Shampoo –: se llama Ranma Saotome.


Ya está. Primer capítulo up!

Espero que les haya gustado :3

Gracias a todos los que leen y leerán.

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V

Chao