NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

HOLA DE NUEVO.

EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.

ABRAZO ENORME.

Capitulo 2

Kikyo junto a la cama de su primo con su cara desencajada, Inuyasha estaba en el campo de batalla y el Este no había llegado en su auxilio.

Souta estaba de regreso y muy malherido, al borde de la muerte…

El temor por su hermano Miroku y por Inuyasha le oprimía el alma. Y para peor, Kagome no estaba por ninguna parte.

En la enorme sala de recuperación, Hiten no apartaba los ojos de su heredero inconsciente.

Sus curaciones sagradas y el reiki infundido por Kikyo y otros sagrados de su clan lograban que Souta mejorara lentamente, pero eso no era suficiente.

Y Kagome…

Bueno Kagome se encontraba patrullando en compañía de Sango.

La tajilla solía cumplir tareas de vigilancia y protección de las tierras, pero al haber partido los soldados, lo hacía sin compañía, sola y eso asustaba a Kagome que para poder acompañarla, se vistió de soldado con las ropas de Souta y escapó a hurtadillas para encontrarse con ella en los bosques cercanos.

-"Souta?"

-"Nop! Kagome!"

-"Por Kami, son iguales!"

Las primas reían ante las locuras de la joven Miko. Nunca sucedía nada, el Este era dentro de todo seguro, los días de revisión de las fronteras cuando aseguraban que nada sucedía, solían entrenar y luchar cuerpo a cuerpo, ya que eso no le estaba permitido Kagome, ella disfrutaba de poder hacerlo con su prima. Acamparon varios días, los que les tomaba completar la ronda de vigilancia y luego regresar. Cambiando su atuendo al de Miko para ingresar al palacio.

El día que regresó, Hiten se preguntaba, cuando salió que no la vio?, pero su confianza en ella era ciega y absoluta. Seguramente había ido a Hakurei a llevar víveres…Con Sango, por supuesto…La vigilancia no se haría sin soldados o sí?...

El Señor del Este hacía ya cuatro días que estaba así. Respiraba tranquilo y ya no tenía fiebre, pero había estado realmente mal.

Kagome corrió para arrojarse sobre Souta.

-"¿Qué sucedió?!"

Tomaba su mano, y acariciaba su frente.

Hiten respondía

-"Fueron emboscados, no sabemos nada de tu primo Miroku, se supone que se dirigía al Oeste a prevenir a Sesshomaru e Inuyasha"

-"Eres fuerte Souta, debes luchar y recuperarte. El Este te necesita…Yo…Yo te necesito"

Y rompiendo en llanto la joven mujer liberó un poco de tensión abrazando a su hermano.

Los ojos apenas abiertos del joven y la mano suavemente viajando a apoyarse en la cabeza de Kagome.

-"No llores, Kagome, debes ser fuerte ya que deberás hacerte cargo de todo hasta que me recupere por completo"

La mirada emocionada y la sonrisa grande y franca de la sacerdotisa al ver a su gemelo viéndola directamente a los ojos. La única diferencia entre ellos además del género, eran sus ojos.

Souta era dueño de unos ojos color avellana brillantes y vivaces, una mirada cálida, pero fuerte y decidida. Kagome por su parte tenía los ojos oscuros, tanto que a veces, parecían negros…

Su mirada era de una potencia y una profundidad que provocaba a la gente apartar la vista de ellos. Cambiando de tonalidades de acuerdo al estado de ánimo los ojos de Kagome podían verse azul oscuro, o casi negros si la ira dominaba sobre su temperamento.

Mientras, Kagome infundía reiki sanador en su gemelo. El veneno en el cuerpo del Señor del Este era de una clase jamás vista, Youki, reiki oscuro y alguna pócima de hechicería antigua, que todos suponían provendría del maligno Onigumo.

Apenas lograba sentarse en su asiento real, asistía a algunas charlas y regresaba a duras penas a su habitación.

Souta hacía esfuerzos inimaginables por sanar para finalmente cumplir el pacto con el Oeste.

Kikyo se lamentaba en el salón llorando amargamente en brazos de su abuelo Hiten, su desesperación por su amado Inuyasha luchando sin el apoyo del Este.

Sango sostenía su preocupación por su primo Miroku, lo amaba pero no podía hacer nada para ayudar, él no había regresado, él debía estar ya en el Oeste…Si Kami la ayudaba…

La preocupación en los rostros de Hiten, Souta, Kikyo y los demás era desgarradora para Kagome. Todo era amargura y tensión en el Este. La Casa de las Almas estaba sumida en un verdadero caos.

Y para peor…

Su amado secreto estaba en peligro, a pesar de haber elegido a su prima, Inuyasha siempre estaría en su corazón. También ella temía por su seguridad y bienestar. No podía quedarse con las manos cruzadas. No lo dejaría morir…

En el Oeste

Miroku y los mensajeros arribaban a los portales del palacio de la Luna.

Los youkai vigía, un águila y un Halcón gritaban avisando su llegada.

En Palacio se preparaban ante cualquier amenaza. Inuyasha se asomaba para recibir a los extraños.

¡NO ERAN EXTRAÑOS!

Al abrirse los portales permanecía detrás de la barrera protectora de energía. Inuyasha lo reconocía de inmediato…Después de todo era su futuro cuñado.

-"Oniisan! Bajen el domo! Ayúdenlos de inmediato!"

Algunas heridas los marcaban superficialmente, nada como lo de Souta. Sin embargo el agotamiento les doblegaba al final.

Cayendo desmayados en los portales frente a los soldados del Oeste.

Sesshomaru frunció el ceño al escuchar Oniisan, Si el príncipe Miroku llegó a duras penas, con los mensajeros del Oeste, sin soldados del Este, y sin su Señor…

Algo muy malo debió haberles sucedido

-"Llévenlos al ala de sanadores de inmediato!"

Enseguida los tropeles de youkai acarreando al humano del Este y a los mensajeros dentro de palacio.

Sesshomaru rechinaba los dientes.

Evidentemente Onigumo Náraku les llevaba la delantera.

Inuyasha apretaba los puños, Kikyo estaba aún en el Este ¿Qué demonios pudo haber sucedido para que Miroku llegara solo, sin Souta, sin soldados, herido y agotado?

Enseguida Sesshomaru convocó una reunión en su despacho

En él estaban el Señor del Norte Kouga Ookami, Inuyasha, El general tigre, Danaka Akira, mano derecha del Lord del Oeste, el heredero derrocado Príncipe Kleinez Hyò, de la Casa Cardinal del Sur, algunos funcionarios y aliados a la causa.

-"No es necesario que les diga que algo demasiado malo debió haber sucedido para que el príncipe Houshi haya llegado en ese estado y solo"

-"Keh! Yo digo que vayamos al Este a ver qué sucedió y a patearles el culo a esos mugrosos dragones, si Oniisan llegó en ese estado es porque ellos están allá!"

-"No podemos actuar con la cabeza caliente Inuyasha!"

-"Pero Kikyo está allá, y los demás también necesitan ayuda"

-"Deja de pensar con lo que tienes entre las piernas! Aliento de perro… Esos humanos son más peligrosos de lo que imaginas, pueden cuidarse solos!"

Kouga estaba exultante

-"Danaka! Envíen emisarios al Este avisando que el príncipe Houshi llegó y está vivo."

-"Hai Mi Lord!"

Sesshomaru recostado en su sillón restregaba su frente y declaraba en voz baja

-"Lo mejor es esperar a que el Este resuelva sus inconvenientes y no descuidar la frontera hasta que llegue Lord Souta con los refuerzos"

-"Eso dices porque no tienes alguien que realmente te importe, alguien a quién proteger…"

-"Esta noche descansaremos seguros en el palacio, los soldados necesitan sanación, alimento y descanso, mañana al amanecer, partiremos de nuevo a la frontera"

-"Eso dijiste hace cuatro días! Keh! Tu corazón de hielo no te llevará a nada bueno, algún día latirá por alguien y te dará un dolor muy grande en el trasero…Y espero con ansias poder ver la llegada de ese día"

Y sin más, Inuyasha se giró y se fue insultando por lo bajo, pero lo suficientemente audible para que Sesshomaru escuchara sus afectuosos apelativos

-"Idiota, pedante…"

Sesshomaru bufaba negando con su cabeza, para de nuevo mirar hacia los recién llegados.

Sus emisarios sanaban rápido, mientras que el príncipe Miroku, tomaría su tiempo.

Los aliados y soldados se retiraban apara alistarse para partir en la madrugada.

Kouga caminó por el largo pasillo hasta desaparecer rumbo a sus aposentos designados.

El macho Inu pasó por el ala médica a ver al monje y su recuperación. Luego reverenció a los sanadores para retirarse.

-"Avísenme de inmediato si hay algún cambio en la condición del monje"

-"Hai Sesshomaru Sama"

Cerrando las puertas detrás de él emprendía su retiro para asearse y planificar estrategias para el día siguiente. No podría descansar.

De pronto, las palabras de Inu No Taisho resonaron en mente del Daiyoukai…"Alguien a quién proteger"

Su mente viajaba hasta su pequeña Rin, una luz en su oscura vida de demonio. Desde su llegada, su instinto de protección se había multiplicado astronómicamente.

Mientras se alejaba del ala médica caminaba lentamente hacia su dormitorio, en la madrugada partirían de nuevo hacia la frontera, los dragones se habían replegado seguramente hacia el monte Fuji, y no les dejaría dar un paso más cerca de sus dominios. Si eso sucedía, apoderarse del Norte y del Este sería cuestión de días para ellos y a eso, no lo iba a permitir así su vida se perdiera en el intento.

Su armadura caía pesadamente en el suelo del onsen, sus ropas a un lado.

Arrojándose de cabeza en la zona profunda de la poza nadó apenas para llegar a una parte más baja para sentarse y apoyar su espalda en una roca saliente a modo de respaldo, donde suspiró y se relajó unos momentos.

Su mente por otra parte, no pensaba descansar

¿De qué mierda hablaba ese mestizo? Claro que tenía a quién proteger…Rin y el Oeste entero acaso no era suficiente? A no ser que se refiriera a una hembra como la Miko que él cortejaba…Pues en ese caso no. No la necesitaba. Siempre que deseaba, tenía la hembra que prefiriera para su deleite y relax. Ese pensamiento le provocaba levantar una comisura de la boca, solo que… No las soportaba más que eso, y no permitía que ingresaran a sus aposentos, para aquellos menesteres buscaba otra habitación o un simplemente un lugar apartado. Eran hembras…Sólo eso, hembras, nada más…

Desde su escritorio en su habitación, observaba la luna por la ventana.

Suspiraba. Sus músculos lejos de relajarse se hinchaban cada vez que recordaba la batalla de días anteriores y la manera en la que sus emisarios y el nieto de Hiten habían llegado, casi al borde de la muerte… Esos dragones se volvían más y más peligrosos. Había que detenerlos…

Su rabia se marcaba en las palmas de sus manos, donde se enterraban sus afiladas garras mientras pensaba, en la traición, en la muerte de Touga, en su pequeña Rin…

La madrugada se acercaba y pronto podría descargar un poco de esa rabia si se encontraba con algunos traidores cerca de sus tierras, seguramente así sería, la sed de dominio del clan Ryu y de Onigumo eran desmedidas…Pronto los atraparía… Pronto…

En el Este…

Hiten Higurashi se encontraba sentado encorvado con su cabeza sostenida con ambas manos, los codos sobre sus rodillas y sus dedos enterrados en su larga cabellera canosa.

-"Giisan… "

La melódica voz de Kagome lo despertó de su martirio

Sentada en perfecto seiza frente a él, la más hermosa vista, su nieta Kagome y sus profundos ojos.

-"Kagome…"

Ahora tomaba sus manos entre las suyas

-"Souta estará bien en unos días…Abuelo"

-"Si, pero… No tenemos unos días, el Oeste está cayendo, y es sin dudas el poder más grande entre las Casas cardinales. Si Taisho cae, caemos todos."

-"Yo iré abuelo, tu permanece aquí, y protege las tierras"

Kóhaku muy decidido se erguía frente a su abuelo

Hiten continuaba

-"Kagome…Tu deberás dirigirte a proteger a las Miko del monte Hakurei. Debes reforzar y sostener la protección energética sobre las aldeas y el palacio de las Almas. Seguramente los Ryu y algún malviviente intentará tomar ventaja sobre el templo de mujeres solas"

Kikyo se adelantaba

-"Yo la acompañaré abuelo, yo también iré a reforzar el campo de energía"

Y regresando a su posición inicial, el anciano continuaba hablando en voz cada vez más baja

-"Ya se han perdido demasiadas vidas culpa de esos malditos Dragones"

Kagome acariciaba la espalda de su abuelo, Kikyo cubría su rostro para llorar desconsoladamente

-"Inuyasha"

Los demás observaban desde atrás, Sango y Kóhaku se angustiaban por la pena de su abuelo, Sango sufría pensando en Miroku…

-"Pobre abuelo…"

-"Miroku…Está solo en el Oeste…Habrá llegado bien?, Estará vivo acaso?"

-"No pienses estupideces Sango, claro que llegó bien. Las malas noticias viajan de prisa, ya sabríamos si algo malo hubiese sucedido"

-"No estoy tan segura…"

En la frontera, Náraku sostenía las cabezas de los emisarios del Oeste…

-"Y así, se terminó el pacto Taisho – Higurashi"

Y todos reían mientras el hanyou arrojaba las cabezas para ser devoradas por sus soldados

-"Al amanecer…El Oeste caerá! JAJAJJAJAJAJAJAJAJAAJA!"

Mientras el malvado mitad dragón cumplía con sus objetivos y su primo se enorgullecía, en el Este, el ejército se alistaba para partir.

-Flash Back-

La cena había transcurrido muy amargamente, nadie había podido probar bocado y la preocupación los llenaba de conflicto. Kagome dulcemente se había ofrecido para realizar una muy refinada ceremonia del té, para su abuelo y hermano. De alguna manera esperaba aliviar un poco su corazón.

Exquisita y perfecta, sus movimiento hipnóticos…Y el delicioso té corría por sus gargantas reconfortándolos interiormente…En la habitación más tarde, Hiten envuelto en silencio lograba conciliar el sueño, al fin…

Los primos salían del ala médica del palacio de las Almas. Souta descansaba ahora, estaba decidido a partir al amanecer. A pesar de sus costillas rotas casi ya sanas, y su recuperación asombrosa, estaba débil, la lanza que lo atravesara, contenía reiki oscuro y veneno de youkai, un conjuro espeluznante para terminar con su vida y su alma. Eso era lo que lo mantenía limitado, debilitado, recuperarse de aquello, si le tomaría tiempo, y eso era de lo que no disponían.

Souta lo sabía, pero también sabía que no podían faltar al pacto. Muchas vidas dependían de ello, muchas vidas se perderían a manos del clan Ryu y no podía permitírselo, planeaba asistir al Oeste y recuperarse en camino. No importaba si él moría defendiendo el honor del clan Higurashi.

Dando la orden a sus soldados de prepararse para partir al alba, de más estaba decir que la negativa de Hiten y Kagome fue rotunda, sin embargo el joven general, Kikyo y Sango estuvieron de acuerdo y se prepararon para acompañar a las tropas y a su primo al Oeste, ambas deseaban ver a sus amores, asegurándole a su abuelo que lo protegerían…Sin embargo Kagome era contundente con su negativa, era la segunda al mando, no podían contradecirla, lo cual, aliviaba al abuelo Higurashi en su temor de perder a Souta.

-"Pospondré mi viaje al monte Hakurei abuelo, y permaneceré aquí junto a Souta y a ti"

-"De ninguna manera, Kagome, tú debes continuar tu entrenamiento, y fortalecer el campo de reiki y nosotros lidiaremos con los dragones, esa es tarea de los hombres"

-"Pero abuelo…"

-"Nada de peros…Si Souta no puede, yo iré al Oeste, alguien DEBE honrar el pacto, tú debes honrar tu legado, mañana partirás hacia Hakurei y yo me ocuparé de lo demás, junto a tu hermano. Y tú Kikyo te encargarás de llevarla y permanecer con ella, al menos hasta que la guerra termine. Ya he enviado a los soldados y esperan por Souta o por mí en Hakurei"

Eso no detuvo ni por un minuto a Kagome, ella también temía perder a su gemelo. Como si se tratara de una tromba, salió del recinto enfurecida por la mente retrógrada de su abuelo. Era evidente que ella era más que capaz de ayudar, ¿por qué su abuelo no podía verlo?

Detrás de ella en el salón aún, Hiten miraba hacia la puerta que se cerraba con violencia y se decía para sí

"Kagome…Perder a Souta sería terrible y la pena horrorosa…Pero perderte a ti…Eso no podría soportarlo…"

En la madrugada, el frío de la noche otoñal mantenía despiertos a los guardias. La cercanía del Océano provocaba que la brisa marina soplara incesantemente. Kagome se dirigía a los establos para tomar su caballo y partir al Oeste. Vestía el uniforme de un capitán que alcanzó a robar del lavadero. Souta tenía el suyo en su dormitorio, se vio en la necesidad de agarrar el primero que encontró. Sigilosa y silenciosa recorrió la explanada cubierta con una capa rustica de de piel de oso con capucha, iba a velocidad asombrosa.

Los guardias que la vieron la detuvieron

-"Alto ahí!"

Kagome se enderezó y bajó su capucha, y respondió intentando emular la voz de su gemelo

-"Buenas Noches"

-"General Souta, es bueno verlo repuesto"

-"Debo alistar mi caballo"

-"Disculpe General, continúe"

Asintiendo ella se subió la capucha y siguió hacia las caballerizas

Pero la joven no contaba con que alguien la estuviera siguiendo.

Le cubrieron la boca con una mano.

Ella pataleó y comenzó a golpear a sus atacantes y estos le decían que no grite que espere

Los tres encapuchados la arrastraron hacia un apeadero cerrado.

Al dejarla libre, uno se alejaba con sus manos hacia adelante para calmarla y otro, descubría tres bolas de piedra luna que estaban sobre las mesadas para alumbrar en las noches.

El tercer encapuchado se quitaba la capucha y revelaba el rostro enojado de Kikyo.

-"Piensas ir al Oeste solo, verdad? Nosotros también iremos, no importa qué"

-"Kikyo? Sango? Kóhaku? ¿Pero qué demonios hacen?"

-"Cómo que qué hacemos? Iremos contigo al Oeste!"

Los profundos ojos brillaban en la noche

-"Souta?"

Susurrando intentaba ocultar su voz

-"Prometan ahora y por sus almas, que si van al Oeste me obedecerán y harán lo que yo les ordene. De otra manera partiré solo, al amanecer"

Los tres se miraban y asentían con sus cabezas

-"Claro! Por eso te acompañaremos"

-"Si, queremos ayudar!"

Kagome se ponía de pie, sus pechos se marcaban debajo de la armadura y sus ojos azules eran imposibles de ignorar.

Sango que estaba más cerca de las piedras brillantes de pronto cubría su boca con sus manos

-"Por Kami…Eres Kagome"

Ella se veía exactamente igual a Souta, no había diferencia aparte de las evidentes. Los primos confundidos le decían

-"Cómo que Kagome?!"

-"Qué haces?"

-"Estás loca?!"

-"No puedes!"

-"Acaso tienen una idea mejor? Debemos honrar el pacto! Debemos detener al clan Ryu y Souta no puede! No importa lo que diga, no tiene las fuerzas suficientes! Morirá antes de llegar al Oeste. No voy a permitirlo! Taisho y Nuestro padre dieron su vida por ganar esta lucha contra el clan de dragones traidores…No podemos mirar para un costado…De otro modo Inuyasha y los demás van a morir"

A medida que terminaba de hablar, los ojos de Kagome se iban llenando de lágrimas. Sango se le acercaba y le ponía una mano en el hombro.

Kikyo se mantenía de brazos cruzados y su cara de pocos amigos era reemplazada por una muy triste. Sus ojos derramaban lágrimas a cada palabra que Kagome pronunciaba

-"Estás loca, lo sabes"

-"No tengo tiempo para esto…Debo partir de inmediato"

-"Acaso no escuchaste lo que te dijimos antes? Iremos contigo"

-"Eso se lo dijeron a Souta, no a mi"

Kóhaku por su parte, caminaba alrededor de su prima y mientras lo hacía rascaba su barbilla.

Las tres mujeres lo veían intrigadas

-"Pues si yo no te conociera tanto, prima, yo verdaderamente creería que eras Souta. Además, peleando eres mejor que él. Me he preguntado muchas veces si algún día te casarás. Hasta a mi me asustas"

Las dos mujeres restantes la miraban

-"Es verdad, podrías pasar por Souta"

Kikyo era sacerdotisa no se confiaba en lo que los ojos veían

-"Qué harás con tus… pechos, tu aroma y feromonas, con tus períodos? Cómo ocultarás todo eso a los agudísimos sentidos youkai?"

Sango y Kóhaku se sentían derrotados

Kagome por su parte sacaba de entre sus ropas un vial con un líquido negro

A sabiendas de lo que era, la Miko mayor abría sus enormes ojos café

-"Es imposible…"

-"Nop, no lo es y si no tienen nada más que decir, tengo un ejército que guiar rumbo al poniente. Con respecto a mis pechos…Los vendaré. Soy muy buena con los vendajes"

Cierto era, la mejor en cuanto a inmovilizar miembros lastimados.

-"Espera! Iré contigo!"

-"Kikyo?"

-"Pensándolo bien…No quiero que muera y la culpa me persiga el resto de mi vida. Es una idea tan loca que…Puede funcionar y por encima de todo, quiero estar junto a Inuyasha"

Kagome la veía de reojo, sentía el filo de sus palabras. Aunque Inuyasha jamás sería suyo, ella lucharía a su lado. Sango le tomaba el brazo, no estaba del todo de acuerdo con la locura

-"Qué es ese líquido extraño? Y tú deberías detenerla no alentarla!"

-"Acaso tú no deseas ver a Miroku? Además Souta se nos unirá en algunos días y nos intercambiaremos, nadie se dará cuenta"

-"Esto es distinto…Están hablando de Alta Traición!"

Kikyo se acercaba a su prima exterminadora y muy cerca de su cara le decía

-"Para mí, Inuyasha vale eso y mucho más, cuánto vale mi hermano para ti?"

Sango le respondía

-"Si, claro, porque no es tu pescuezo el que van a cortar si alguien se entera del alocado plan al que estás empujando a Kagome. Y Miroku lo es todo!"

-"Basta!"

Kagome cansada del incómodo contratiempo, comenzaba a retirarse

Kóhaku saludaba mientras salía detrás de Kagome

-"Adiós"

Las mujeres los veían alejarse

-"Espérenme!"

Kikyo se apresuró

Y Sango también corrió detrás de ellos. Kagome sacaba una bolsa y de ella su traje de Miko. Se adentraba en una caballeriza desocupada

-"Iré con mi ropa de sacerdotisa y en Hakurei, me cambiaré y beberé "La Negra Oscuridad", luego emprenderemos el verdadero viaje"

-"La Negra Oscuridad? Es una broma verdad?"

-"Y eso qué es?"

Los pasos de algún sirviente los alertó a callar y entrar rápidamente al cubículo donde Kagome se cambiaba de ropa.

Allí continuaron susurrando y alistándose para la partida. Cada uno traía consigo un morral con elementos para el viaje y algunas armas de mano.

Kikyo susurraba

-"Es un brebaje que se preparaba en la antigüedad para ocultar el aroma de las mujeres sagradas del olfato youkai, así, jamás encontraban los templos, ni eran capaces de rastrearlas. Grandes masacres pudieron ser evitadas gracias a ese brebaje, sólo que su fórmula es muy complicada de realizar…Los ingredientes son muy difíciles de conseguir. Es ese líquido negro de la botellita"

Sango agregaba

-"La Oscuridad, es una poción muy fuerte y efectiva que crearon las Miko en épocas de Midoriko para ocultar su esencia a los youkai, desde siempre los demonios han buscado exterminar a los sagrados pero luego descubrieron el potencial de procrear con sacerdotisas poderosas y en vez de asesinarlas las violaban y secuestraban para crear hijos mestizos inmunes a reiki y youki, lo que los hacía muy difíciles de destruir. Beber la pócima, era la mejor manera de ocultar el aroma de mujer a los afilados sentidos youkai…Enmascara todas las características aromáticas femeninas por el tiempo que sea utilizado"

-"Si, lo que sea. No me gusta, pero iré de todos modos"

-"A mí me parece brillante!"

Kóhaku estaba exultante! Iría a la batalla por fin.

Nada debía fallar. Nadie podía saber. Para los guardias de la Casa de las Almas, Souta partía al Oeste.

Los soldados estaban acampados en Hakurei esperando por las Miko y su general. Ni bien arribaran y las Miko ingresaran al templo de la montaña ellos seguirían hacia Occidente.

Aún no amanecía y un sonido alertó a los soldados que se prepararon apara repeler un ataque, pero en cambio las cuatro figuras salieron de las sombras Las dos Miko, y los dos exterminadores.

-"Hubo un cambio de planes, esperaremos a Souta, yo me quedaré en el templo reforzando el domo y luego Kikyo viajará con ustedes y mis primos"

La palabra de la princesa no se discutía

En los que los soldados pensaban que llegaría Souta, Kagome se cambiaba de atuendos en el templo.

Las sacerdotisas no estaban de acuerdo con su proceder, pero le vieron sentido y decidieron ayudar, todas habían deseado luchar pero les había sido prohibido.

Más viales de Negra Oscuridad le fueron entregados a Kagome y su prima se ofreció a vestirla con el uniforme.

-"Pudiste tomar un uniforme de soldado raso, tenías que llamar la atención"

-"Si? Pues Souta pelea con uno de general, yo tomé una bolsa de la lavandería que tenía una marca roja, pensé que era uno sencillo"

-"Capitán servirá"

Kikyo ayudaba a vendar el pecho de Kagome y colocarle la ropa y armadura de capitán una vez más. Sango ataba sus cabellos al estilo Guerrero en una cola alta, Kagome acomodaba las katanas en la cadera, las crestas reales, discretas pero hermosas… Era la viva imagen de Souta, idénticos o casi.

-" Listo…Cómo me veo?"

Las bocas abiertas de sus primos le dijeron todo

-"Hablaré lo menos posible y ustedes se mantendrán lejos de problemas, entendido?"

Todos asentían.

Tomados de la mano en un círculo se veían y en silencio oraban por el éxito de lograr la paz y que su plan no fuese el causante de una catástrofe mayor.

Las mujeres serias y con lágrimas en los ojos agradecían a Kagome por su valentía.

-"Ruego a Kami por que tengas éxito, Oneesan"

Kagome respondía

-"Yo ruego porque TODOS tengamos éxito y los traidores paguen y sean desterrados para siempre"…

Las sacerdotisas Higurashi oraban por ellos y los bendecían y les daban protecciones y ofudas para llevar con ellos. Por si acaso…

Guiaron a Kagome-Souta por un pasaje que llevaba a más o menos un kilómetro del templo. Allí le ofrecieron un caballo blanco como el de Souta y un cayado de monje imbuido con energía sagrada.

En ese momento Kagome bebió la pócima y arrojó el vial a un costado

Agradecida por toda la ayuda se despidió y se encaminó hacia el campamento de jóvenes soldados.

El ejército esperaba listo y los caballos nerviosos y con bríos rascaban el piso inquietos.

Kikyo bajaba las escaleras del templo junto a sus primos, una Miko parecida a Kagome saludaba desde arriba.

Todos creyeron que se trataba de ella.

Los soldados esperaban ver a su superior al mando sano y recuperado guiarlos a la batalla. Confiaban ciegamente en él, lo seguirían al fin del mundo, tal vez allí se dirigían, pues iban tras los pasos de Onigumo, y ese bien podría ser su propio fin, Souta era poseedor de toda su fe, aunque esta vez, solo esta vez, desearían que se les uniera la segunda al mando, Kagome, ella era feroz, y su manejo de reiki era impecable. Sin menospreciar a su comandante, y aunque ella fuese mujer, tenía grandes dotes de guerrera y cuando los dos estaban juntos eran imbatibles. Ella debía permanecer en el templo a cumplir con sus deberes, pero soñar no costaba nada.

En seguida la silueta del caballo blanco y su general aparecieron por el sendero ensombrecido

-"General Souta!"

-"Bienvenido general!"

El uniforme no era de general

-"Seré Capitán, mi armadura está estropeada"

Los soldados asintieron y se alistaron para partir.

La sacerdotisa con su traje de Miko y los exterminadores con sus uniformes negros.

Montando el caballo blanco como su gemelo, Kagome encabezaba la columna de soldados y el ejército de sagrados emprendía su largo camino, entre algunas luces que vislumbraban el próximo amanecer.

Para los allegados de palacio, los gemelos y los exterminadores partían honorablemente con el ejército a cumplir con el Oeste y el pacto ancestral y las Miko a Hakurei.

En su dormitorio Hiten soñaba con un mundo feliz y Souta en su cuarto se giraba para continuar descansando.

-Fin Flash Back-

Con una rodilla en tierra, el poderoso Señor del Oeste jadeaba agitado observando su bota y su pierna ensangrentada. Tokijin clavada en la tierra sosteniendo el peso de su enorme cuerpo, Bakussaiga en su otra mano y Tensseiga que palpitaba desde su funda en su cadera.

El Lord Inu luchaba, destajaba, mutilaba y decapitaba, Bakussaiga desintegraba todos los despojos a su paso, Colmillo Sagrado se utilizaba reviviendo a sus propios soldados que caían como moscas por doquier, las katanas demoníacas, sembraban el terror y la desesperanza en sus enemigos, pero nada parecía ser suficiente. El ejército del Oeste se desempeñaba con maestría en la batalla, sin embargo la avanzada Ryu, no se detenía.

A lo lejos Inuyasha y Tessaiga dejaban profundos surcos en la tierra. Las Garras de Acero y el viento cortante, explosiones violentas salpicaban de sangre y despojos el paisaje del Oeste.

Soldados enemigos volaban por los lados y hacia arriba. El poder de la sangre Taisho se dejaba en evidencia en ese mestizo enloquecido que en cada mandoble derrochaba poderío causando profundo orgullo en el pecho de su medio hermano que se hinchaba a cada golpe de katana de su alguna vez, despreciado hermano.

Humedad similar a lágrimas enturbiaban sus ojos, el general Taisho había muerto en batalla años atrás…Si él pudiera ver lo majestuoso y poderoso que se había convertido Inuyasha…Si él lo pudiera ver…

El sudor mezclado con sangre rodaba por su frente cayendo a sus ojos causando profundo ardor. La sangre mezclada con arena dejaba un sabor metálico y amargo en su boca, los músculos de su cuerpo temblaban por efecto del cansancio y la rabia. Su rodilla se sentía como apoyada sobre brasas…

Los dragones junto a Náraku iban por los herederos del Inu No Taisho. Uno tras otro youkai tras youkai arremetían contra ellos de a uno y a veces juntos. El Lobo del Norte agotado como estaba intentaba resistir y respaldarlos, pero sus fuerzas lo abandonaban lentamente. Goraishii destajaba a diestra y siniestra, pero los enemigos parecían superarlos de uno a mil.

Inuyasha era cortado en su espalda y caía con las rodillas en la tierra.

Mientras Onigumo lo tomaba por los cabellos, su intención era decapitar al mestizo de Occidente.

Sesshomaru no lograba quitarse la avanzada de los ryu. De a diez se turnaban para atacarlo e incapacitarlo evitándole poder acudir a asistir a Inuyasha. Sus ojos veían con horror como los dragones los vencían uno a uno.

El Ookami, Kouga boca abajo cubierto de sangre y Goraishii inerte en su mano.

Su poderoso ejército cayendo lentamente, Danaka y Kleinez peleando mano a mano por sus vidas con sus espadas y garras, escupiendo sangre y él mismo, el poderoso Taisho Sesshomaru intentando quitarse de encima los viciosos dragones que enceguecidos buscaban su muerte.

El aire le ardía en la garganta…La piernas le temblaban…Acaso moriría allí…

De pronto como si de una saeta encendida se tratara, el intenso calor del reiki sagrado y la furia descontrolada de un soldado humano lo pasaban de largo arremetiendo contra una avanzada youkai de los dragones, despertándolo de sus cavilaciones

Revoleando su katana imbuida en su aura sagrada destajaba los demonios atacantes mandoble tras mandoble con una maestría y una ferocidad que despertaba la bestia del macho Inu que lo observaba en una especie de frenesí sangriento invitándolo a unirse a él.

La enorme bola de reiki que lanzó el soldado fue a dar de lleno en el cuerpo de Onigumo que soltó a Inuyasha de inmediato y lo ahuyentó para evitar morir a su contacto.

-"AARRRGGGHHHHHH! MALDITO HUMANO!"

Los exterminadores detrás y la sacerdotisa que corría a levantar y socorrer a Inuyasha.

La mirada brillante detrás de la máscara de samurái, Higurashi Souta, el Este había honrado el pacto.

El menudo pero muy poderoso Lord Oriental, Higurashi Souta era en verdad temible a la hora de batallar. Su hambre de sangre siempre maravillaba a los demonios aliados que luchaban a su lado. La energía sagrada a veces los curaba, otras veces derretía a sus enemigos dejando simplemente un charco de una sustancia gelatinosa y verde que chisporroteaba hasta desaparecer escurriéndose entre las rocas.

Admirado, temido y muy respetado el Capitán Higurashi encabezaba las columnas de soldados aliados que enfrentaban a los dragones y sus seguidores disidentes. Ver el despliegue de poder y sangre que Higurashi dejaba a su paso los incitaba a unirse al frenesí.

Sesshomaru limpiaba su boca de sangre y tierra, el espectáculo sangriento del Señor del Este lo atraía a luchar una vez más. La emoción corría por sus venas, la bestia se relamía y su corazón helado latía como un tambor de guerra anunciando el ataque del mismísimo Señor del Oeste.

Posando la mirada ahora en su propio antebrazo ensangrentado desclavó a Tokijin y se puso de pie tomando una gran bocanada de aire para arremeter una vez más contra el enemigo.

Nada lo detendría, nada lo apartaría de obtener la libertad del Oeste, la posibilidad de recuperar la paz y la armonía de todo el mundo conocido yacía en la esperanza de ganar esta guerra impía y maldita…