NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

HOLA DE NUEVO.

EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.

ABRAZO ENORME.

Capitulo 4

Algunos días después…

En Hakurei una de las sumas sacerdotisas, Hidoriko, se encontraba meditando. Trataba de pensar un plan para ayudar a Kagome, pero nada se le ocurría. Las demás Miko entrenaban ferozmente y ella, Hidoriko, parecía adormecerse con el tintinear de las armas de combate.

Viendo desde afuera, la vida en el templo se semejaba a la vida de la milicia. Eran eximias guerreras y sacerdotisas, imbatibles a lo hora de luchar con armas o con reiki. Era un verdadero desperdicio no utilizarlas…Pero era comprensible el temor a ser secuestradas por youkai sobre todo dragones para crear guerreros híbridos…Lo único es que tanto entrenaban que perfectamente eran capaces de defenderse, ya no eran las frágiles sacerdotisas de antaño. Aquellas que había que proteger y recluir para evitar sus ruinas, ultrajes con su consecuente prole indeseada o muerte.

Souta cumplía ahora con su deber de concurrir al Oeste en apoyo a los Taisho pero deseaba saludar a Kagome y a Kikyo antes de encaminarse a la Casa de la Luna.

Quiso darle una sorpresa a su gemela y decidió utilizar el viejo pasadizo que llevaba al templo…Kagome se sorprendería y seguramente también ganaría un enorme abrazo de su prima Kikyo.

El tintinear y los violentos gritos y choques de armas le llamaron poderosamente la atención. Qué podría estar sucediendo? No se supone que un templo tenga ese tipo de sonidos bélicos…Era un templo de mujeres después de todo! Algo les estaba sucediendo, eso era seguro. Souta corrió hasta llegar al final del túnel. Este desembocaba en la explanada central un hermoso patio donde se suponía que habría un jardín de arena y rocas divinamente acomodadas, pero…Los que vio lo hizo quedarse en una pieza con la boca abierta.

Como si de amazonas se tratase, las Miko arremetían unas contra otras en una lucha maravillosamente perfecta y poderosa. Su sincronía era imposible y su perfección únicas… Souta como general y estratega que era, estaba boquiabierto y maravillado.

Pero su energía se elevó a los cielos cuando cayó en la cuenta de lo que presenciaba. Las Miko no eran solo eso, eran guerreras, luchadoras expertas y muy poderosas… Y eso para las mujeres Higurashi estaba prohibido después de la horrorosa muerte de Midoriko.

Ese reiki desbocado del Señor del Este, golpeó el aura de Hidoriko y la despertó de su meditación.

-"Souta Sama…Mi Lord…"

-"Hidoriko Sama… Qué significa esto?!"

En el campamento en el Oeste…

Sesshomaru se encontraba en su tienda. Detestaba no dormir bajo las estrellas pero de nuevo se repetía que estaban en servicio y era necesario mantenerse en orden para lograr sus cometidos y llegar a buen término en cuanto a la batalla. De los dragones no se sabía nada desde su retirada. Hoy enviaría sus guardias a la frontera para dirigir el resto de su ejército de vuelta a palacio. Sus soldados youkai se desempeñaban exquisitamente en batalla y en el campamento. Lo único eran los ojos viajeros que perseguían a las humanas cuando iban y venían.

Estaba cansado y alterado interiormente con esa situación. Y para peor Higurashi se estaba convirtiendo en un enigma demasiado complicado. Y cuál es el problema de eso?

La curiosidad natural del Inu no lo dejaba en paz.

Había estado observando durante la tarde como las mujeres le llevaban alimentos y agua a la tienda. Golpeaban y esperaban a ser admitidas para ingresar, pero eso se repetía una veintena de veces en un día. Qué demonios obligaba a Higurashi a esconderse dentro de la tienda?.

Además, las mujeres y el joven exterminador, le alcanzaban un par de ollas de agua caliente para que se higienizara. Por qué no se metía simplemente en el río como los demás?

Apartando la hoja de la entrada de su tienda asomaba su imponente presencia a lo que los del campamento de inmediato reconocían y reverenciaban.

Sesshomaru asentía y continuaba su camino hacia el río. Iba a asearse también, solo que ahora que había mujeres, lo haría más alejado.

Sus ropas caían sobre la hierba de la orilla y ya sin nada, se iba adentrando en las frescas aguas.

Apoyado en unas rocas permanecía sentado mientras el agua caía sobre sus hombros masajeando sus músculos tensos. Mientras su mente divagaba, tocaba varios puntos de reflexión y por supuesto inevitablemente volaba hasta al comportamiento del monje Higurashi.

Durante el día en los entrenamientos era feroz. Hasta los youkai del ejército del Oeste se sumaban a entrenar con los humanos.

Higurashi les sacaba una sonrisa llena de sangre y tierra. A pesar de ser duro con ellos les ofrecía la mano para levantarlos del suelo, o les sanaba los huesos rotos. El youkai respetaba justo esas dos cosas el poder y el honor y el monje del Este los tenía en cantidad.

Algunas veces se quedaba a comer con los soldados, parecían disfrutar de su compañía a pesar de que… El monje era bastante menudo y tal vez algo afeminado, levemente, ninguno de ellos lo molestaba con aquello. Al contrario de a poco se volvían protectores con el Capitán humano.

Higurashi era muy reservado y bastante pulcro. Demasiado.

Siempre estaba impecablemente ataviado y arreglado, era increíblemente hermoso…

De nuevo ese pensamiento.

Cómo era su gemela? No la recordaba.

Por qué nunca la miró? Tal vez era tan bella como su hermano y si así fuera sería una situación interesante para él conocerla y tratarla…

Relajado como estaba sus sentidos no lo alertaron del sonido cercano.

Sólo la energía que le cosquilleaba la piel le llamó la atención, youki y muy intenso…

Rápidamente saltó hasta la orilla manoteó un lienzo para secarse y se lo envolvió a la cintura y siguió el rastro de youki hasta que lo encontró.

Su segundo capitán, un kuma youkai, Capitán Kumazawa se aseaba apartado del resto. Sesshomaru iba a darse la vuelta y regresar. Cualquiera tenía derecho a bañarse donde le apeteciera. Tal vez a Kumazawa le molestaba la presencia de las mujeres por el campamento, quién lo sabría? Pero su respuesta llegó cuando el enorme oso se dio la vuelta dándole la espalda… La horrenda cicatriz que lo cruzaba de punta a punta le erizó la piel al Daiyoukai.

Kumazawa había sido herido de muerte por las garras de Kokuryu y había sobrevivido. Pero las marcas le recordarían aquél suceso eternamente. De pronto sintió algo similar a la congoja y decidió no hacer notar su presencia y retirarse.

Pero cuando lo iba a hacer el Youkai kuma lo vio y de inmediato intentó cubrirse de su Señor.

-"Sesshomaru Sama!"

-"Kumazawa"

Sesshomaru notó la molestia del soldado al notar que lo estaba viendo desnudo y con todas las marcas de su cuerpo.

-"Discúlpeme mi Lord!"

-"Este Sesshomaru no tenía la intención de molestarlo en su aseo Capitán"

-"No me molesta Señor, es que mis marcas son horrendas y ofensivas…Me aseo alejado de los demás para no incomodar o provocar repugnancia"

De pronto todo tuvo sentido. En vez de pensar en su soldado, Higurashi le vino a la cabeza. Tal vez estaba terriblemente marcado y no deseaba exhibirse en el campamento y ofender a nadie…Honorable, honorabilísimo Higurashi Souta. El frágil cuerpo humano…Seguramente las marcas serían extremadamente visibles en el monje.

-"Sus marcas son heridas de guerra, muéstrelas con confianza y seguridad, usted es un guerrero y un guerrero siempre es un orgullo para el Oeste y su Señor"

-"Mi Lord"

El youkai llevaba su puño derecho sobre su corazón

-"Así lo haré Mi Señor!"

El oso sentía el corazón salirse de su pecho. Ya nunca más se escondería, de ahora en más luciría sus cicatrices con orgullo.

Mientras Sesshomaru regresaba ya aseado al campamento, pensaba en el monje. Cómo serían de horrendas sus cicatrices para que se escondiera de esa manera…

Inuyasha intentaba interactuar con Souta pero éste le era esquivo. Si bien se llevaba mejor con Kagome, Souta siempre había sido un gran compañero de entrenamiento y muy agradable a la hora de beber un trago o dos. Su fama entre las féminas del Oeste era muy conocida, el monje parecía ser un excelente amante, siempre disfrutó de una buena charla de mujeres con él, pero ahora le huía y eso tenía alterado al segundo del Oeste.

Kikyo, le repetía que era porque estaba compenetrado en el asunto de la guerra, pero Inuyasha no se tragaba la historia.

Kagome sabía que Inuyasha se daría cuenta si ella no tenía cuidado. Habían sido muy cercanos, temía flaquear ante su mirada inquisitoria. Mejor era alejarse.

Kikyo y los hermanos exterminadores intentaban atender a Kagome lo mejor que podían para que ella no se viera en la obligación de exponerse demasiado.

Pero era muy difícil. Kagome, o más bien Souta se había ido ganando el agrado del ejército del Oeste. Cada tarde lo iban a buscar a su tienda para ir a cazar o entrenar, lo invitaban al río a asearse luego del entrenamiento, o a beber algo y probar sus fuerzas con alguna tontería. Esperar a que los dragones hicieran algún movimiento era lo peor, la espera llevaba a todos a un estado de nerviosismo que podría tornarse peligroso si no lo descargaban de alguna manera. Pulseadas, mahjong, lanzamiento de dagas, o lucha con boken.

Sin darse cuenta, Sesshomaru no le perdía pisada al monje.

Nunca aceptaba ira al río con los soldados, pero las demás actividades parecía disfrutarlas demasiado, eran buenas noticias para la alianza anti Ryu, Kouga siempre intentaba acercarse a Higurashi, se mostraba un tanto protector, eso llamaba un poco la atención del Daiyoukai.

Pero simplemente se mantenía al margen observando.

Esa tarde noche en la cena

Sentados en rededor los exterminadores y algunos humanos se encargaban de servir las porciones de alimentos a todo el campamento.

Las carnes sangrantes y tibias de la caza reciente se presentaban en el animal completo, para que el youkai arrancara el trozo deseado para comer.

Las carnes asadas, calientes y jugosas junto a la olla de arroz para alimentar al ejército de humanos y algunos hanyou que gustaban del sabor de los alimentos cocidos.

Sake, y vino de arroz, risas, anécdotas y flamas. La cena tan agradable después de tanta muerte y destrucción.

Sesshomaru escuchaba desde su tienda los relatos y sentía las comisuras de sus labios elevarse ante algunas ocurrencias. Solo la bocaza del lobo se escuchaba describiendo algunas aventuras y desventuras compartidas con Higurashi y otros soldados.

Sucesos por demás graciosos y desopilantes, relatos de las vivencias del joven Señor del Norte junto al verdadero Souta, que provocaban la sonrisa tímida de Kagome y de los otros parientes de los Higurashi.

Sin darse cuenta, la noche se fue abriendo y el sake haciendo mella en los comensales. El calor molestaba a todos que bebían quizás más de lo recomendable para un ejército respetable y atento. Hasta el Daiyoukai había escapado del calor sofocante de la tienda y se había sentado apoyado en un árbol cercano para trazar unas hojas de ruta, Y escuchar más por supuesto de las aventuras de Higurashi, pero eso, nunca lo iba a aceptar y mucho menos confesar.

Mientras los "HOMBRES" terminaban de cenar, Kikyo y Sango comenzaron a levantar los cuencos de la comida, los cazos y ollas para lavar en el río. Eran demasiados trastos para acarrear y lavar. Como mujer que era, conocía de la lucha de su género por ganarse el respeto y un lugar digno en la sociedad. Algunas cosas se les caían por el camino. Ni uno solo de los hombres ni de los machos se levantaba para ayudarlas.

Verlas luchando con todo revolvió las entrañas de Kagome que sin poder detenerse y antes de darse cuenta, llevaba algunas cosas a lavar detrás de las dos mujeres.

Por supuesto eso llamó la atención de los machos que dejaron de reír y miraron hacia el poderoso monje que caminaba junto a las hembras humanas llevando trastos hacia el río. Enseguida Kohaku imitó la reacción de su prima, riendo y continuando las risotadas iba caminando llevando sus platos y detrás de él de a uno los soldados que rodeaban la fogata hicieron lo mismo.

Si el grandioso Higurashi ayudaba a las mujeres, por qué ellos no?

Sin cortar con la conversación, uno a uno se fueron levantando y acercando los platos a la orilla donde se los dejaban a las mujeres que los lavaban asombradas, Kagome con una rodilla en tierra colaboraba apilando las cosas en dos enormes lienzos que se utilizaban para acarrearlas al campamento, un lienzo era para cada mujer, solo que ella y Kohaku llevarían los utensilios esta vez. Al finalizar el lavado Kikyo y Sango se propusieron acarrear los bultos, pero uno fue cargado por Kagome y el otro era arrebatado de Kohaku por un Inuyasha muy sonriente.

-"Déjame esto a mi debilucho"

Kohaku soltó una risotada

-"Si, seguro mestizo"

Nada de esto escapaba a la mirada penetrante del Lord que observaba desde su lugar elegido.

Shimaru se desperezaba atento a los movimientos de los machos alfa de las manadas aliadas. Se mantenía tranquilo a pesar del tremendo poder reinante en el campamento. Él permanecía como Alfa absoluto del ejército Aliado, mientras que cada alfa subrogaba su estatus temporalmente, adoptando posición de Betas del Oeste. La única manera de que más de un alfa convivieran era esta, una alianza, en la que se mantuvieran como alfas de sus ejércitos pero a la vez siguiendo las órdenes del Alfa de mayor poder en la manada completa. Y todos sabían de quién se trataba, Sesshomaru.

Kagome por su parte echaba el bulto al hombro pero luego de hacer unos cuantos pasos sintió el abandono del pesado montón de vajilla de su espalda.

El príncipe Ookami le quitaba el enorme bulto de la espalda y le guiñaba un ojo.

-"Permítame mostrarle al hanyou lo que es un macho youkai verdaderamente fuerte, onegai Mi Lord"

Kagome sonreía y asentía

-"No hay problema Lord Ookami."

Y el mestizo del Oeste y el Lobo del Norte, se apresuraban para demostrar quién era el más fuerte y veloz.

Los soldados reían y vitoreaban, las mujeres reían por lo bajo y Kagome caminaba junto a ellas negando con la cabeza y sonriendo.

El Daiyoukai no se perdía detalle. Pensaba al comienzo que Higurashi seguramente seguía costumbres humanas, y se admiraba de su fortaleza, cargar semejante peso para un hombre, era un tanto demasiado, pero él lo había cargado sin problemas…

Los gritos y apuestas se oían por el aire, y los soldados reían del asunto relajados y sin problemas.

Problemas…

El problema se basaba en que los soldados Occidentales comenzaron a seguir al Lord Oriental. Hasta se rebajaron a las tareas femeninas en torno a las costumbres. Llevaron los platos sucios al río, y ahora acarreaban los bultos de regreso… Y además los disfrutaban.

Sesshomaru afinaba los ojos…

Si bien el monje no les pidió que ayudasen, lo hicieron. Los soldados aliados y sobre todo, los del Oeste, estaban siguiendo a Higurashi…

Y eso solo podría significar una cosa, problemas.

Sesshomaru era un macho muy territorial, y Shimaru era un asesino despiadado cuando se trataba de defender su estatus de Alfa de Occidente y de cualquier situación en la que se requiriera del liderazgo de una macho tan potente como él. No admitía dudas, jamás y no soportaba que ningún otro macho pusiese en dudas su real mandato. Él era el Alfa absoluto y nada más.

Higurashi era marcadamente un Alfa nato. Pequeño y un tanto delicado, el poder que albergaba ese pequeño cuerpo humano, llamaba a todos los machos del campamento a seguir al menudo monje.

Y sus soldados, estaban acostumbrados a seguir al más poderoso, eso solo querría decir que… Higurashi era tan poderoso como él?

Sesshomaru suspiraba un poco apenado por la posibilidad de la ruptura del tratado entre las Casas, si Shimaru llegaba a desafiar a Higurashi por el poder. Nada bueno saldría de aquello. No deseaba romper el pacto firmado por su padre, pero la voluntad de la bestia era inquebrantable.

Si bien no quería pelear con el monje, pensaba que era una cuestión de tiempo para que su bestia reaccionara ante la amenaza a su estatus, en que el monje parecía convertirse.

Shimaru observaba la interacción de los machos y soldados alrededor del menudo sagrado, y su gruñido bajo se hizo escuchar a los oídos del Lord.

Kagome caminaba cansinamente y sonreía ante las estupideces de Inuyasha y Kouga. Sesshomaru afinaba los ojos

-"Hn…"