NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

HOLA DE NUEVO.

EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.

ABRAZO ENORME.

Capitulo 8

Sango se abalanzó sobre el mestizo

-"Nooo Por favor! Usted no comprende!"

Miroku alcanzaba a detenerla. Sabía que Inuyasha no lastimaría a su novia, él solo deseaba averiguar el por qué de semejante locura. Su boca no se cerraba, cómo que Kagome tomó el lugar de Souta? Si eso fuera cierto, Kagome había firmado su sentencia de muerte.

Kikyo tomaba las manos de Inuyasha para quitárselas de encima. El hanyou no estaba presionando, solo inmovilizando. Después de todo amaba a esa mujer. Pero la preocupación por su amiga en este momento podía más.

-"Suéltame! Cómo te atreves a tratarme de esta manera! Soy tu prometida!"

-"Con más razón! Me ocultaste semejante cosa y ahora Kagome está en serio riesgo! Y todos los que sabemos de su absurdo plan, sea cual fuere"

Y así la bajaba al suelo y Kikyo masajeaba su cuello. Inuyasha resoplaba e iba a sentarse en el sillón principal.

-"Ahora habla"

Kikyo lloraba.

Sabía que su novio tenía razón. En su desesperación por saberlo en batalla y sin ayuda ella aceptó ayudar a Kagome, inclusive a sabiendas que su joven prima lo hacía también por Inuyasha.

Ahora se sentía perdida, desesperada. Había ayudado a conducirla a la muerte.

A medida que su llanto aumentaba y al finalmente, ver las dimensiones de la traición cometida, porque ese sería el título de la acusación que Kagome debería afrontar si todo esto salía a la luz, Kikyo se arrodillaba y hundía su rostro en sus manos

-"Por Kami, qué he hecho Sango! Qué he hecho!"

Miroku la levantaba del suelo por los brazos y la sacudía

-"Exacto, has contribuido a su sentencia! Eso es…Muy grave! Cómo pudiste Kikyo! Y tú Sango!"

Inuyasha ya se ponía de pie, su bestia no aceptaba el maltrato por parte de otro macho a su mujer.

Miroku sabía de aquello

-"Sujete a su bestia Lord Inuyasha, soy su hermano mayor, y la estoy interrogando, al igual que usted. Aún no es su pareja, aún está bajo mi tutela"

La bestia si bien más irracional que la de un youkai puro, comprendió y retrocedió. Pero el mestizo se mantuvo cerca para evitar más locura o violencia.

Sango ofendida también sintió sus lágrimas caer, pero el llamado de atención de su amado no le dolió tanto como la evidencia de la gravedad de la situación de su adorada prima.

-"Ellos tienen razón…Hemos sentenciado a Kagome…"

Las primas abrazadas en el piso del despacho simplemente sollozaban

-"Entonces…No tienen nada más que decir?"

Sango abrazaba a Kikyo, arrodilladas las dos.

-"Inuyasha Sama… Adoro a mi prima como si de mi propia hermana se tratara. Yo jamás la lastimaría, jamás la dañaría a sabiendas, pero…"

Sango le relató todo lo sucedido palabra por palabra.

-"No podía dejarla venir sola. Souta no iba a recuperarse a tiempo para honrar el pacto. El necesitaba ayuda"

Sango se puso de pie y lo vio firmemente a los ojos

-"Usted también sabe por qué Kagome hizo lo que hizo, o no lo sabe, Mi lord"

Inuyasha se echaba para atrás en el asiento, derrotado.

Miroku estaba sentado en un sofá al costado junto a la ventana. Tenía su cabeza entre las piernas tomada con sus manos. Sus dedos se enterraban en sus cabellos ébano. Sus ojos violeta, fijos en el suelo.

El mestizo mantenía una mano sobre su boca acodado en los posa brazos del sillón. Sus ojos estaban en los llorosos ojos de Kikyo.

-"Ya no hay nada qué hacer…"

En el Campamento

En un par de horas amanecería. Los compañeros de copas regresaban a los tumbos y resbalones.

Sesshomaru masticaba lo escuchado esa noche y no cabía en sí del asombro. Danaka cargaba a Ginta y Bankotsu, Hakaku caía vergonzosamente pero se negaba a ser ayudado.

-"SHO phuedo sholo! No Sssse prrreoucupen"

Kouga caminaba bastante bien y Kleinez era cargado en el hombro del Daiyoukai como si de un costal se tratase. Sus brazos se hamacaban a medida que el Inu caminaba.

Kouga se acercaba al Lord del Oeste.

-"No le dirá a Higurashi que yo dije todas esas cosas de él verdad?"

-"Le temes al monje lobo?"

-"Podemos dejar los honoríficos a un lado?"

-"Hn."

-"Como a la madre que lo parió: No tienes idea, Sesshomaru"

El Inu lo miraba a los ojos azules. El Ookami no estaba tan borracho. Había hablado conscientemente esa noche, todo lo dicho debía ser verdad.

-"Por qué lo hiciste entonces"

-"No lo sé, estábamos festejando y entre amigos. El maldito monje me robó una mujer una vez, peleamos salvajemente…Aunque luego de aquello nos hicimos buenos amigos. El hermano de Bankotsu dice haber pasado la noche con él…Al parecer fue una bestia, el muchacho no paraba de alabar al sacerdote…pero son solo habladurías… Lo de la mujer no. Esa era mía y se deslumbró con él. Ya viste lo diabólicamente bonito que es…"

-"Hn."

-"Kumazawa dice que le gusta, tal vez el grandote encontró su pareja al fin"

-"A Kumazawa le gustan los machos?"

-"Sep, y Higurashi es muy amable con él, al menos eso dice Kuma"

La información era almacenada rigurosamente.

Una vez en el campamento, saludando a los guardias Sesshomaru entregó a Kleinez en brazos de Kouga y una vez que todos estuvieron en sus tiendas se retiró a descansar.

Desnudo, se arrojó cansado a su futón.

Las palabras escuchadas en la taberna se acomodaban en su cabeza. Su brazo descansaba sobre su frente.

Sesshomaru no comprendía del todo la dinámica del apareamiento entre machos. Sabía que alguno de ellos debía ocupar el sitio de hembra, pero… Se intercambiarían? No, eso seguramente no.

Girando para colocarse de costado en su camastro, la mente del Lord, no le daba respiro.

Higurashi era una bestia…Así había dicho el lobo del Norte… Entonces él era el que ocupaba el sitio de macho. Y todas esas mujeres y hembras enloquecidas…

La bestia observaba y resoplaba. ¿QUÉ? No!

Si Higurashi se veía femenino y actuaba igual. Cómo que macho.

Sacudiendo la cabeza intentaba no pensar más y darle paso al descanso pero las imágenes de Higurashi y su sensual espalda no lo dejaban en paz. Y ese poder que le picaba la piel despertándolo, su desempeño en batalla y la frialdad con la que destajaba dragones a su paso, enfurecido, valiente, poderoso…

Si darse cuenta su corazón latía fuertemente…Su sed de lucha se despertó con el simple recuerdo del Señor del Oriente batallando, ensangrentado y sudoroso. Sus cabellos adheridos a su frente por la sangre y su poder crepitando en sus manos.

Rápidamente se sentó en su futón y se levantó, bebió dos vasos de agua y trató de calmarse. Pero el calor era insoportable. Se cubrió solo con un hakama negro y salió de su tienda y se dirigió al río, lejos, donde encontró a Kumazawa la última vez y allí, se quitó la poca ropa y se deslizó silenciosamente dentro del agua fresca.

-Flash Back-

Aprovechando que Sesshomaru, los Lores y otros habían ido a la aldea, los soldados descansaban, y los guardias no podían abandonar sus puestos, Kagome tomó sus implementos de aseo y partió hacia el río.

La noche estaba particularmente calurosa y ella deseaba bañarse y relajarse. La poza de la tarde anterior había sido fantástica pero sus aguas eran demasiado calientes, necesitaba refrescarse. El día que venía sería de viaje largo hacia el palacio y no sabía cuánto iban tardar en llegar.

Estaba particularmente inquieta, esta noche había luna y ella era muy visible de cualquier ángulo. No podía arriesgarse. Se bañaría con las vendas puestas y un fundoshi.

Ya dentro del río recostada en una pequeña caída de agua, se permitía disfrutar del masaje rítmico de la cascada. Su mente divagaba hacia Souta, seguramente ya estará repuesto, pronto intentará viajar al Oeste… Apenas llegue a palacio, enviaría a Kóhaku para que lo intercepte y le explique lo sucedido y poder acordar un sitio de intercambio.

Nada podía salir mal. Al menos si ella tenía sumo cuidado.

Había cometido una locura y una locura penada con la muerte.

Su locura había logrado salvar a los hijos de Inu No Taisho y el pacto se había honrado, eso era lo importante, la sangre Higurashi era de fiar, y ella había demostrado su valía, su color, se densidad y pureza.

Kagome no era tonta, conocía perfectamente la ley y sabía que si algo salía mal, moriría a manos de los mismos Taisho, o se vería en la obligación de cometer Seppuku para mantener el honor de la familia y de la Casa de las Almas, pero no pudo quedarse con los brazos cruzados y permitir que el Este fuese considerado traidor, ese fue el motivo…Y ayudar a Inuyasha por supuesto, y al Señor del Oeste…Inuyasha se casará con Kikyo…Eso es lo mejor… Y está Sesshomaru.

Sesshomaru…

A vivo tenía en su mente el cuerpo marcado y perfecto del Lord cardinal más poderoso, su corazón comenzaba a agitarse. Y para peor se había parado frente a ella desnudo, cubierto con un lienzo mojado que no dejaba casi nada a la imaginación!

Nunca lo había visto de tan cerca. Tenía los ojos más dorados que Inuyasha, casi como soles, y su rostro, hermoso marcado con las líneas de su status, daban ganas de tocarlas. Serán suaves?

Sin percatarse del tiempo la Miko se mantenía ensoñada con los ojos cerrados recordando al mayor de los Taisho. Musitando sus pensamientos en voz muy baja…

-Fin Flash Back-

El Daiyoukai se sumergía y nadaba hacia la cascada de aquella vez donde encontró al soldado Kumazawa.

Reteniendo la respiración lo más que pudo hasta salir al pie de la cascada, lo que encontró le provocó una sorpresa inmensa…

Higurashi bajo las aguas permanecía con los ojos cerrados, hermosamente iluminado por la luz de la luna. Sus hombros al descubierto brillaban por efecto del agua.

El rostro hermosamente enmarcado por los cabellos sueltos cayendo sobre sus ojos por la humedad, sus rasgos andróginos, atractivos. Largas pestañas, pómulos prominentes pero no demasiado, casi femenino, y esos labios carnosos parecían pronunciar su nombre?

Que si sus marcas eran suaves? Las de quién? Suyas?

Decidió hacerse notar

-"No lo sé"

Kagome se enderezó bruscamente

-"Sesshomaru sama!"

Enseguida intentó calmarse y recobrar el balance. Su rostro tranquilo y frío intentaba acallar el latido de su corazón.

-"Lo asusté, discúlpeme"

Sonriente se acomodó en la roca cerca de Higurashi en otra parte de la caída de agua

-"No, solo me sorprendió, usted discúlpeme a mi"

Vio de reojo los vendajes del monje y recordó al Youkai oso

-"No debería cubrirse"

Kagome abrió los ojos

-"Disculpe?"

-"Kumazawa suele asearse lejos del campamento porque está cubierto de cicatrices y marcas de lucha, bastante…visibles"

La Miko no entendía nada, pero decidió dejarlo continuar. El Inu no era de mucho hablar, era extraño que lo hiciera con ella ahora, lo dejaría explicarse para comprender a lo que se refería y no cometer un error

-"Y si ese fuera su caso, las cicatrices de batalla, son el orgullo de un guerrero…No debería cubrirlas"

La joven miró al Daiyoukai que por un segundo vio sus vendajes y luego a sus ojos de nuevo. Allí Kagome comprendió. Sesshomaru pensaba que ella tenía horrendas cicatrices de batalla en su pecho.

Gracias a Kami Sama…

-"Ya es costumbre Mi Lord. No se preocupe"

-"Hn."

Y así el tiempo transcurrió con los dos sentados bajo la cascada fresca, bañados por la luna y en silencio.

Los corazones palpitando al unísono sin ellos darse cuenta, el reiki y el youki danzando a su alrededor. La bestia observando al monje de ojos cerrados, para grabarse en su mente sus facciones y la belleza de su imagen…