Capítulo 3. Reina de Corazones II.
Madoushi, que estaba ultimando los detalles de su fiesta de compromiso, recibió un paquete en nombre del Profesor Li, deseándole éxito en su intervención con NOA. En la posdata le recordaba que no olvidara regarlas cada mañana.
Así que, Madoushi, obediente, abrió el paquete, dejando ver un centro de flores moradas muy bonito que regó cuidadosamente antes de marcharse hacia el hospital. Cuando llegó, saludó alegremente a sus compañeros.
–Te veo muy animada. –dijo el Dr. Terada al cruzarse con ella, lo que le borró la sonrisa. –Buena suerte con NOA.
–Sólo siento hacerlo antes que tú, a pesar de que lleves más tiempo siendo médico. –dijo Madoushi. Tras decirle eso, Terada prefirió seguir su camino. Cuando Madoushi llegó a su mesa, encontró un sobre gris. De él sacó un papel y un naipe negro. Al girarlo vio a la que parecía ser el personaje de la Reina de Corazones de "Alicia en el País de las Maravillas", señalando prepotentemente sobre un montón de huesos y calaveras. Pero en lugar de sostener un báculo con un corazón, sostenía lo que parecía ser un bisturí. Abajo pudo leer Loca de la muerte. –¿Qué diablos es esto?
Confusa, miró a su alrededor, pero no vio nada extraño. Todo el mundo estaba con sus quehaceres. Entonces desplegó el folio y se dio cuenta de que era un informe de hacía ya quince años. Al ver que se trataba de una cirugía laparoscópica que ella practicó, comenzó a ponerse nerviosa, por lo que decidió romperlo todo y tirarlo a la basura.
Mientras tanto, Yamazaki contestó al teléfono que sonaba en una mesa cercana.
–Dra. Madoushi, tiene una llamada de los bomberos. –dijo Yamazaki.
–¿Los bomberos? –Madoushi se puso al teléfono inmediatamente. –Madoushi. ¿Qué? Voy enseguida.
Tras colgar, la doctora se marchó.
–Doctora, tiene la consulta del preoperatorio de la Sra. Yoneyama. –dijo Meiling viendo salir a Madoushi como una exhalación. Pero la doctora no contestó. –¿Qué hacemos?
–Iré yo. –se ofreció Sakura una vez que Madoushi se hubo marchado.
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Sakura comenzó a explicar a la paciente y su hijo qué realizarían durante la operación, con la ayuda de una tablet que ilustraba su esófago.
–En primer lugar, quitaremos la contracción del esófago de la parte superior y lo trasplantaremos al intestino delgado, incluyendo los vasos sanguíneos. –explicaba Sakura, diciéndole lo que le dijo Madoushi. –Utilizaremos equipos de última generación y la operación durará al menos unas diez horas.
Meiling, que estaba también allí, abrió los ojos sorprendida por el hecho de que consideraran realizar una operación así a una paciente con aquella condición física.
–¿Diez horas? –dijo la paciente.
–Es inevitable para completar una cura en la que pueda comer sólido. Como es la primera vez que este equipo se va usar en cirugía digestiva, existen ciertos riesgos y dependiendo de la situación, la muerte podría ser una posibilidad. –explicó Sakura diciéndole la verdad a la paciente. –Si está de acuerdo, firme el consentimiento informado.
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–Parece que la alarma de incendios se ha activado por el humo. –explicó un bombero.
–¿Entonces no ha habido incendio? –preguntó Madoushi ya en su apartamento, donde parecía que todo estaba bien y controlado.
–Había un nebulizador bajo las flores. Empieza a expulsar humo con el contacto con el agua. –explicó el bombero.
–¿Quién me enviaría algo así? –se preguntó Madoushi. Entonces, al ver que no era nada grave, se miró el reloj. –Oh, la consulta preoperatoria.
Para su sorpresa y disgusto, cuando Madoushi llegó al hospital, Sakura le informó que ella había realizado la consulta y que la paciente había rechazado someterse a la cirugía.
–Asumi, ¿quién te crees que eres para realizar la consulta? –dijo Madoushi de mal humor. –¿Cómo has podido hablar con ellos y hacer que rechazaran la operación?
–Lo siento. –dijo Sakura, consciente de que no había hecho nada malo, sino ejercer de doctora contándole la verdad a la paciente.
–Disculpándote no arreglas nada. –dijo Madoushi, al ver su oportunidad perdida.
–Encontré este mensaje en mi mesa. –dijo Sakura pasándole la nota. –Dice que me hiciera cargo de la consulta.
Evidentemente, era una nota que Sakura mismo había escrito, pero eso no se lo iba a decir a Madoushi.
–¡Yo nunca te he dejado este mensaje! –exclamó Madoushi tirando la nota al suelo con frustración.
–Dra. Madoushi, el Profesor Li quiere verla. –dijo un médico que acababa de colgar el teléfono.
Madoushi se puso su bata y se dirigió hacia el despacho de Hien.
–Está acabada. –musitó Terada para sí, que había disfrutado aquel momento de frustración de la doctora. A Sakura no le pasó desapercibida aquella sonrisa sardónica con la se le hizo evidente la mala relación entre colegas.
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Cuando Madoushi se presentó en el despacho de Hien, éste se encendió un cigarro esperando explicaciones mientras miraba hacia la ventana. No le hizo falta preguntar nada, porque la expresión de pocos amigos del Profesor Li le mostró que estaba al tanto de que la paciente no había firmado el consentimiento para la cirugía.
–Esa novata de Sakura Asumi se presentó en la consulta mientras yo estaba fuera y… –se justificó Madoushi.
–¿Podrás hacerla o no? –preguntó Li interrumpiéndola. No le apetecía escuchar rodeos.
–Sí. –respondió Madoushi, tras haber dudado durante unos segundos.
–¿Estás segura? –preguntó Li, mirándola por primera vez.
–Sí. –se reafirmó Madoushi.
–Lo estoy deseando, Profesora Madoushi. –dijo Li.
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–Vamos a realizar la operación con NOA como estaba previsto. –dijo Madoushi ante la sorpresa de todos entrando de repente al departamento donde cada médico tenía su mesa. Madoushi cogió unas cosas y se dirigía de nuevo hacia la salida.
–Pero la paciente no ha dado su consentimiento. –dijo Sakura, haciendo que se detuviera. Volvió la cabeza hacia ella y la fulminó con la mirada.
–¿Quién te crees que soy yo? –dijo Madoushi.
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Madoushi había tenido un día muy ajetreado entre el susto en su casa y el hecho de que la paciente no hubiera firmado el consentimiento informado para la cirugía. Pero no tener el consentimiento no la iba a detener. Ella era mucho más determinada y ambiciosa de lo que todos pensaban. Por eso, aprovechando la soledad del turno de noche, se puso al ordenador, buscó una prueba similar de otro paciente cuyo esófago no estuviera tan estrecho y modificó los datos.
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A la mañana siguiente, la Dra. Madoushi citó a la paciente para volver a realizar la consulta preoperatoria para intentar convencerla de que se sometiera a la cirugía con las pruebas alteradas.
–Como puede ver, Sra. Yoneyama, el lado comprimido del esófago está en la parte de abajo. –explicaba Madoushi mientras señalaba la zona con el dedo. –Al no ser un área tan estrecha podré realizar la operación en unas tres horas.
Madre e hijo se miraron incrédulos.
–Pero ayer me dijeron que serían unas diez horas. –dijo la paciente.
–Lo siento muchísimo. Verá, es que es una doctora nueva y parece ser que no comprendió bien la situación. Le prometo que utilizaré mis mejores habilidades en esta operación. –dijo Madoushi sin dejar de sonreír todo el tiempo. Al ver las dudas de la mujer, Madoushi la cogió de las manos. –Estará bien. Estará tan bien que podrá probar el estofado de su hijo.
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Después de haber convencido a la paciente, citó a Sakura en la azotea. Mientras la esperaba, sacó una botella de agua de una máquina expendedora y bebió mucho más relajada.
–La paciente ha firmado el consentimiento. –dijo Madoushi al ver a Sakura aparecer. –Si hay algo que me quieras decir, dilo.
–Eche un vistazo a esto. Es una imagen de la zona afectada. Es diferente a la que yo he visto de la Sra. Yoneyama. –dijo Sakura. –Quizás haya habido una confusión con los historiales, pero, ¿puede ser que esta imagen sea del historial de otro paciente?
–Tenemos que hacerlo si queremos que se cure completamente. –dijo Madoushi, que con aquella respuesta le confirmaba que la confusión había sido a propósito. –Yo sólo quiero salvar a la paciente.
Flashback.
–Feliz cumpleaños, Sakura.
Su padre le acaba de regalar una edición en tapa dura de "Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas".
–¿Está en inglés? –preguntó Sakura al abrir el libro.
–Sí. –respondió su padre.
–¿Podrás leerlo? –preguntó Yue.
–Claro que sí. –dijo Sakura.
–Alicia, la protagonista, vaga por un mundo desconocido y es avasallada sin piedad por personajes extravagantes, pero ella cree en ella misma y sigue adelante hasta el final. –explicó Fujitaka. –Yo también quiero que tengas esa fuerza.
–Así que por eso me lo has regalado. –dijo Sakura.
–Pero no puedo leerlo. –dijo Yue imitando la voz de Sakura.
–Claro que puedo. –respondió ella.
–Escucha, Sakura. Si crees en ti misma y trabajas duro…
–…mañana será un buen día. –dijeron padre e hija a la vez. Su padre solía decir esa frase muy a menudo.
–Venga, vamos a comer. –dijo Yue.
Fin del flashback.
Flashback.
En los pasillos del Hospital Universitario de Tomoeda, una niña castaña de catorce años corría desesperada hacia los quirófanos.
–Soy Sakura Kinomoto. –dijo Sakura a la primera enfermera que se encontró.
–Tu padre ha vomitado algo de sangre. Los médicos te lo explicarán con más detalle. –dijo la enfermera.
Sakura se sentó a esperar a que alguien saliera, abrazada al libro que le había regalado.
–¿Por qué?¡Papá! –al ver la camilla, con el cuerpo inerte de su padre se temió lo peor. Efectivamente, se apresuraron a cubrir su cara con la sábana. El Dr. Terada tiraba de la camilla mientras que Spinnel se colocó delante de la niña.
–Su condición empeoró durante la operación. –explicó Spinnel.
–¿Qué ha pasado en la operación? –preguntó una desesperada y llorosa Sakura.
–Espera al informe médico. –dijo Spinnel fríamente.
A continuación, a Sakura se le cayó el libro de tapa dura de color rojo púrpura.
–Usted me dijo que se recuperaría. –dijo Sakura dirigiéndose esta vez al Dr. Terada. –Me dijo que ni siquiera haría falta pasar por quirófano. Me dijo que su vida no corría peligro. ¿Por qué ha fracasado la operación?
Fin del flashback.
Flashback.
Llegó el día del funeral. El lugar estaba presidido por una fotografía de un sonriente Fujitaka Kinomoto.
Yue lanzó un periódico al suelo, justo delante de Sakura.
–Yo he escrito ese artículo. Lo he contrastado con el hospital. –dijo Yue.
–Es imposible que mi padre haya hecho esto. –dijo Sakura al ver el titular.
–El Dr. Kinomoto se ha reído de todos nosotros. –siguió Yue. –Cuando mi hermano estaba al borde de la muerte, él estaba ganando dinero sucio.
–Eso no es cierto.
–No era diferente a un asesino. Espero que vivas avergonzada el resto de tu vida. –sentenció Yue.
Entonces Sakura se dirigió al Profesor Li con el periódico.
–Este artículo es un error. Por favor, haga algo. –le pidió Sakura.
–Profesor, ¿es esto cierto? –preguntó el Dr. Terada.
–Tu padre sacó provecho de su posición y se llenó los bolsillos. Tu padre era escoria. –le dijo el Profesor Li.
–¡Eso es mentira!¡Mi padre nunca haría nada como eso! –exclamó Sakura.
Fin del flashback.
Sakura volvió a rememorar aquellos dolorosos recuerdos mientras veía como Madoushi se marchaba.
–Nunca te perdonaré. –dijo Sakura cuando Madoushi ya se había perdido de vista.
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Cuando volvió a casa, Sakura intentó buscar el modo de detener a Madoushi.
–Madoushi ha cambiado los historiales. –se dijo a sí misma. Entonces recordó que Madoushi se echó al bolsillo el CD con las pruebas del otro hospital, y entonces le vino la inspiración. Al girar la mirada vio el artículo de la fiesta de compromiso de Madoushi, cuyo subtítulo rezaba Lo conocí por la cirugía de su abuelo.
Entonces supo qué hacer.
–Su casa.
Sakura cogió el teléfono y marcó el número de la persona que la ayudaría a completar su venganza contra Madoushi.
–¿Spinnel? Tengo que pedirte un favor.
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Llegó el día de la fiesta de compromiso que Madoushi celebraba en su apartamento de lujo y a la que estaban invitados todos sus compañeros. La gente hablaba animadamente mientras los trabajadores del catering se afanaban por complacer a todos los invitados, que felicitaban a los novios y halagaban la belleza de la futura novia. No importaba que llevara bata o llevara un vestido de cóctel como en ese momento. Madoushi era una mujer que desprendía sofisticación por cada poro de su piel. Entre ellos, compañeros como Yamazaki aprovechaban la situación para hacerle la pelota a su jefa. Aunque Madoushi restaba importancia, realmente estaba disfrutando cada vez que alguien le regalaba los oídos.
–Eh, Sakura. ¿Por qué sólo estás bebiendo zumo? –preguntó Meiling a una Sakura que había estado observando el comportamiento de Madoushi desde lejos. –Rara vez nos van a servir un vino tan caro como este. Hay que aprovechar.
–Es que tengo un pequeño problema de sueño. –dijo Sakura sonriéndole.
–Oh, venga. Qué desperdicio. –intentó animarla Meiling. –Incluso los médicos no tenéis un buen salario en el hospital universitario. Deberíamos beber de este vino mientras podamos.
Entonces, Sakura escuchó el timbre de la puerta. El momento se acercaba.
–¿Sí? –atendió Madoushi en el portero automático.
–Sra. Madoushi, tiene un paquete. –dijo el repartidor.
–Adelante. –dijo Madoushi desapareciendo del campo visual de Sakura para poder recibir al repartidor.
–Voy al baño. –dijo Sakura, interrumpiendo a Meiling, que hablaba de un invitado que le parecía simpático pero demasiado mayor para ella.
Pero Sakura no fue al baño, aprovechó el momento y se dirigió hacia el novio, que bebía de su copa mientras miraba por la ventana en soledad.
–Hola. La Dra. Madoushi es mi supervisora. Soy Sakura Asumi. –se presentó Sakura.
–¿De verdad? Encantado.
–¡Atención todos! –reclamó Madoushi la atención unos minutos después, que venía acompañada por un miembro del catering que llevaba un carrito con una caja bastante grande. –¡Es un regalo del director del hospital!
Los invitados aplaudían con entusiasmo. Las únicas que no aplaudían era el equipo de enfermeras, que no sabían cuándo se verían otra vez probando productos gourmet.
Entonces Keiichi levantó la caja. Allí había una bonita tarta que tenía una rosa clavada. Madoushi la sacó, pero entonces, de allí empezó a salir lo que parecía ser sangre. En la rosa venía adjuntado un naipe. Era como el naipe que había recibió en el hospital.
Entonces, Madoushi comenzó a toser. La tarta desprendía un olor extraño que comenzó a afectar a los invitados, que comenzaron a toser. Sakura se cubrió la nariz y la boca con un pañuelo tranquilamente.
–¿Qué es ese olor? –preguntó Meiling.
–Me escuecen los ojos. –dijo otra enfermera.
Madoushi se dirigió hacia la ventana para abrirla, pero Sakura la detuvo.
–Dra. Madoushi, lo mejor sería sacar a todo el mundo de aquí. –dijo Sakura.
–Buena idea. ¡Por aquí, por favor!¡Vamos a la calle! –exclamó Madoushi.
Cuando todos fueron evacuados entre toses, Sakura buscó el despacho de Madoushi. Encendió el ordenador e insertó una memoria USB. Entonces, Keiichi entró en el despacho, pillando a Sakura con las manos en la masa.
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Los invitados se marcharon a casa. Cuando Madoushi volvió al apartamento, vio a su prometido abriendo las ventanas del salón y Madoushi suspiro aliviada al verlo.
–Creo que ya se ha aireado todo. –dijo Keiichi.
–Qué alivio. ¿Quién nos gastaría una broma así? –preguntó Madoushi abrazándose a su futuro marido.
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Al día siguiente tendría lugar una conferencia muy importante. Madoushi iba a presentar frente a todo el equipo médico del hospital la operación que iba a llevar a cabo. Era un hito tan importante que hasta había representación de los medios de comunicación. Entre ellos, Yue Tsukishiro, al que Sakura vio allí sentado cuando entró en la sala.
–Hola de nuevo. –saludó Yue. –He venido a cubrir la conferencia sobre la operación de la que todo el mundo habla.
Sin mediar palabra, Sakura se marchó a su lugar.
–Vamos a comenzar la conferencia. –dijo Yamazaki. La Dra. Madoushi preparó la presentación en el ordenador y se dirigió al estrado.
–Para esta cirugía vamos a emplear el robot médico NOA por primera vez para deshacer la contracción del esófago, acompañado de un injerto vascular utilizando el intestino delgado. La paciente es una mujer de setenta años. –introdujo Madoushi, que cambió a la diapositiva siguiente. Sus compañeros, pasaron la página de la documentación que les había sido entregada previamente. –Los vasos sanguíneos del intestino delgado serán trasplantados a la zona extirpada del esófago y serán reconstruidos hacia la arteria esplénica con la ayuda del endoscopio y utilizando la nanocirugía. ¿Alguna pregunta?
El Profesor Kaito alzó la mano.
–¿Sí, Profesor Kaito?
–Esto es como ir a la casilla de salida, pero, ¿no es la paciente demasiado mayor para un procedimiento así? –preguntó el Profesor Kaito.
–Eso no supondrá ningún problema. Por favor, si miráis la página siguiente, la contracción no es tan estrecha. Realizaré la operación en tres horas. –dijo Madoushi, que pasó a la siguiente pantalla para ilustrar lo que estaba diciendo. Sakura sonrió, mientras los médicos no entendían nada.
–Estos documentos no muestran la misma información de la pantalla. –intervino el Profesor Kaito. Entonces, Madoushi miró a la pantalla y vio la prueba real de la paciente, sin comprender cómo había llegado allí. Estaba segura que había modificado la prueba. –Si haces eso en tres horas, tendrías las manos de dios.
–La imagen de la pantalla es errónea. La real es la de los documentos que tenéis. –dijo Madoushi apurada.
–No, no lo es. –Madoushi no se esperaba ver allí plantado al lado de la puerta a su prometido. –La información real es la de la pantalla.
–Keiichi. –dijo Madoushi sin comprender nada. –¿Por qué?
–He recibido una nota anónima que decía que has cambiado pruebas de un paciente a otro y que pretendes seguir adelante con una cirugía muy arriesgada. –explicó Keiichi, sin revelar que fue Sakura la que le contó todo.
–¿En serio? –musitó Yue para sí mientras se sucedían los murmullos en la sala.
–He venido a confirmarlo. Esa prueba es información de un CD que tenías escondido en un cajón de casa. –dijo Keiichi señalando a la pantalla.
Flashback.
Cuando el prometido de Madoushi entró, tal y como le pidió Sakura durante la fiesta, le explicó lo que pretendía hacer su novia. Para demostrárselo, Sakura, sacó su móvil y le enseñó un vídeo que inteligentemente había grabado con la ayuda de Spinnel. En él, aparecía Spinnel hablando con Madoushi frente al control de enfermería.
–Dra Madoushi. Hay algo que quiero preguntarle sobre el caso de Shozo Takeuchi. –dijo Spinnel, tal y como le pidió Sakura.
–¿Quién?
–Aquel hombre mayor que murió durante la cirugía por un cáncer de esófago. ¿No lo recuerdas? –intentó aclarar Spinnel.
–¿Cómo se supone que voy a recordar a cada paciente que ha muerto bajo mi bisturí? –preguntó Madoushi.
–Morir bajo el bisturí significa morir durante la cirugía. –aclaró Sakura al finalizar el vídeo y ante la cara de desconcierto de Keiichi. –Ese Shozo Takeuchi era tu abuelo, ¿verdad?
Fin del flashback.
–Los pacientes no son ratas de laboratorio ni herramientas para escalar puestos en tu carrera profesional. Alguien que no entiende algo tan obvio como eso no…
–¿Pero qué dices? –interrumpió Madoushi dirigiéndose hacia su prometido. –Sabes que no hay manera de que yo manipulara la información.
–Madoushi. –se levantó el Profesor Li. –Dinos la verdad. ¿Qué información es la real?
–La de los documentos, por supuesto. –respondió Madoushi. Entonces, Sakura se levantó e interrumpió a Madoushi.
–Yo estuve presente en la primera visita de la paciente. –dijo Sakura. Entonces miró a Madoushi, que le pidió con la mirada que mintiera. –La información real es la de ahí.
Cuando Sakura señaló a la pantalla los presentes no paraban de murmurar.
–Para poder llevar la cirugía a cabo en una paciente que no podría resistir, la Dra. Madoushi intercambió la información con la de otro paciente, engañando a la paciente para que firmara el consentimiento informado. –explicó Sakura.
–Das vergüenza. –dijo Keiichi con desprecio, abandonando la sala y poniendo fin así a su compromiso y a su relación.
–Lo siento mucho, Dra. Madoushi. –se disculpó Sakura. –Pero si los pacientes no pueden confiar en sus médicos, ¿en quién pueden confiar?
Madoushi lanzó una mirada desafiante a Sakura y Yamazaki decidió intervenir para poder poner fin a aquel escándalo.
–Lo siento, pero con esto damos la conferencia por concluida. Por favor, vayan abandonando la sala.
–Esto es lo que te mereces por dejar que se te subiera a la cabeza. –dijo el Dr. Terada para sí, que había disfrutado sobremanera de aquel inesperado espectáculo en el que su mayor enemiga había sido ridiculizada públicamente.
Madoushi miró al Profesor Li, que la miraba con decepción infinita.
–¡Yo estoy en lo cierto!¡Esa cirugía es de gran importancia para el avance en el tratamiento médico y de este hospital!¿No lo veis? He dado resultados todo el tiempo. No puedo acabar así. –insistió Madoushi en un intento desesperado por retomar el control. Pero el daño estaba hecho y la doctora había perdido toda credibilidad.
Al igual que la Reina de Corazones, Madoushi es tan inteligente y goza de tanto poder que la soberbia le puede. No ve más allá de lo que quiere ver, como por ejemplo, que su mayor enemiga había estado a su lado todo el tiempo.
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Madoushi esperó a Sakura, que caminaba por un solitario pasillo del hospital después de la fallida conferencia de su supervisora.
–Espera ahí. –dijo Madoushi con rabia. Pero Sakura comenzó a caminar más rápido seguida de Madoushi. –¡He dicho que te esperes!
Finalmente la alcanzó, la cogió del brazo y la enfrentó.
–¿Qué tienes contra mí? –preguntó Madoushi.
–Yo te envié esto. –dijo Sakura, pasándole un folio. Mientras Madoushi veía a quién pertenecía ese informe médico, Sakura sacó una pistola táser del bolsillo de su bata y se la puso a Madoushi a la altura del pecho, generando una descarga que la dejó inconsciente.
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Cuando Madoushi abrió los ojos, vio las luces de quirófano y escuchaba el pitido de los monitores.
–Los efectos de la anestesia aún no se han ido, así que no puedes levantarte todavía, Doctora. –dijo Sakura, que sabía de antemano que Madoushi la buscaría para pedirle explicaciones, por lo que había preparado el quirófano con antelación a la reunión.
–¿Qué intentas hacer? –preguntó Madoushi débilmente. Sakura cogió el informe de su padre y se lo mostró.
–¿Recuerdas lo que hiciste hace quince años durante esta operación? –preguntó Sakura, refiriéndose al informe que sostenía.
–¿Quién diablos eres?
–Para hacerte un nombre dentro de la medicina, insististe en utilizar unos procedimientos que todavía no dominabas y mataste a un paciente que se suponía que no debía de morir. Esa cirugía…
–Eso fue porque la condición del paciente…
–¡No seréis médicos de verdad hasta que no os hayáis cargado al menos a tres pacientes! –exclamó Sakura, diciendo las mismas palabras que Madoushi dijo una vez en quirófano a médicos que todavía se estaban formando. Después cogió otro montón de informes y se los mostró a Madoushi como si le enseñara los naipes. –Estas son las ratas que has sacrificado. Gente cuyo futuro fue robado por tus manos. Gente que asesinaste en este quirófano. Gente como mi padre.
–¿Tu padre? ¿Eres la hija de aquel paciente?
–¿Paciente?¿No lo llamas por su nombre? Se llamaba Fujitaka Kinomoto. No era una rata sin nombre. Era un padre que amaba a su hija, a su trabajo como médico y a toda la gente a su alrededor. –dijo Sakura. Después cogió un bisturí de la bandeja y la amenazó. –¡Tú mataste a mi padre!
–¡No, para, para! –gritó Madoushi. –¡Está bien, lo admito! Es cierto. Me equivoqué. ¡Pero no fui la única responsable!¡Terada, que era mi supervisor en aquel entonces dijo que nuestra reputación peligraba si abríamos el estómago al haber comenzado la laparoscopia!¡Me dijo que no me planteara ni abrirlo!
Flashback.
–¡No hay manera de que lo abras!¿Quieres que mi reputación caiga por los suelos? –dijo el Dr. Terada.
–Tenemos que parar la hemorragia! –dijo Madoushi.
–¡No tengo suficiente campo de visión! –argumentó Terada.
–¡Saquemos la cámara, entonces! –propuso Madoushi.
–¡Las constantes vitales están al límite! –exclamó Terada.
Fin del flashback.
–¿Terada?
–Por favor. Siento lo que hice. –se disculpó Madoushi. –Jamás volveré a hacerlo. Seré una médico decente por el bien de los pacientes. Por favor, perdóname.
Sakura retiró el bisturí y Madoushi suspiró aliviada.
–No tienes derecho a ser médico. –dijo Sakura. A continuación, inyectó más dosis de anestesia en la vía.
–¡No!¡Para!¡Por favor!
–Si le hablas a alguien de mí, te llevaré a juicio con cada una de las familias de tus víctimas. Entonces, te convertirás en una asesina en serie. –amenazó Sakura. –Si no quieres que eso ocurra, no te atrevas a llamarte médico de nuevo.
Tras la amenaza, Madoushi perdió la conciencia.
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Cuando Madoushi despertó, sólo deseaba que aquello sólo hubiera sido un mal sueño, pero se dio cuenta de que continuaba en el quirófano. Al incorporar un poco la cabeza, vio que la parte de la sábana que cubría su vientre había sido el área de operación. Retiró el retal y dio un grito al ver lo que Sakura había hecho. En su abdomen venía grabado F. Kinomoto.
Madoushi pegó un grito ensordecedor.
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Al día siguiente, en los tablones informativos de los médicos informaba que la Dra. Madoushi había dimitido voluntariamente del Hospital Universitario de Tomoeda.
Aquel día, Sakura fue especialmente contenta a trabajar, pero la alegría se le esfumó en cuestión de segundos.
–Sakura Kinomoto. –a Sakura se le heló la sangre al escuchar su verdadero nombre. Finalmente, Yue Tsukishiro, que estaba sentado en una de las butacas del hospital, la había reconocido a su paso. –Te reconocí desde el primer día. Tú también me recuerdas, ¿verdad? ¿Qué intentas hacer en este hospital al cambiarte el apellido?¿Vengarte por tu fallecido padre?
Continuará…
