NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
HOLA DE NUEVO.
EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.
ABRAZO ENORME.
Capitulo 17
Desperdicio…
El poder de la mujer era conocido, mas no por él. Sabía lo que se decía de ella, pero por seguro, nada.
Él no lo había visto.
Lo que sí había visto era su belleza…
Era verdaderamente preciosa.
Más aún que las más hermosas hembras youkai que hubiese conocido… Y no eran pocas.
Una mujer humana bella como pocas que había mirado o al menos que le hubiese prestado atención.
"LA" Miko, la que será suprema sacerdotisa. Más poderosa que la actual Hidoriko Sama. Estaba en su casa ahora…
Era hermosa, poderosa…
Poderosa no estaba tan seguro, igual no debía pensar en ella.
Pronto se retiraría de la vida corriente y abrazaría el título más alto entre los sagrados…Era un verdadero honor, pero… Si lo pensaba también, Shimaru tenía razón, un verdadero desperdicio.
Dónde estuvo todo este tiempo… Entrenó en Oeste y…No la vio.
Fue de visita protocolar al Este y Tampoco la vio…
Aunque tampoco había visto demasiado a Souta, al menos lo recordaba. Pero a ella?
Hubiera jurado que sus ojos eran aquellos que le robaron la calma.
Luego vio al monje de pie cerca suyo…Sus ojos eran muy oscuros, se convencía de que era él con quien había convivido las últimas semanas en el campamento…
Pensar otra cosa no tendría sentido …Y sería una traición además. Algo que los Higurashi no harían jamás.
Aquel del campamento era un hombre y ésta era una mujer
Una hembra, mujer…semejante poder…
Imposible…
"Si así fuera, hasta este Sesshomaru se sentiría atraído por ella"
"Poder o no, ya te sientes atraído por ella"
"Tonterías"
Shimaru escuchaba de lejos. Pero su lengua era muy afilada a la hora de responderle al Lord.
Sentía intensos movimientos del reiki de la hembra, mas no lo agredían…No comprendía…Se suponía que aunque amistosa, la relación entre youkai y sagrados siempre estaba "adornada" por leves incidentes.
No se parecía a esto. Nada se parecía a esto…
Mientras el macho Inu se aseaba y cambiaba de atuendo para el almuerzo, su mente divagaba entre todos esos pensamientos.
Fruncía el seño. Estaba cansado de pensar en estos gemelos. Ya no deseaba más.
Estaba preocupado por el silencio del Ryu.
Nunca había pasado tanto tiempo sin tener noticias del nefasto clan. Y para colmo tenía la reunión protocolar en "su casa" por así decirlo. El Oeste se vestía con los estandartes de todas las casas cardinales. Incluyendo al Sur, con el viejo estandarte del clan felino ondeando en las alturas.
Lo restauraría…Terminaría lo que su padre había comenzado siglos atrás. Vengaría su muerte y la de la madre de Inuyasha…Y la del padre de Kagome…
Kagome…
"Kagome…"
¿QUÉ?!
Ahora decía Kagome?
Acaso no tenía bastante con todo ese lío del monje para ahora agregarle una Suprema sacerdotisa que jamás iba a poder … Poder…
Poder qué?
Tener, tocar, disfrutar… Amar?
En qué demonios estaba pensando!
Sacudía su cabeza
Era evidente su agotamiento mental y su agitamiento también
Cómo un sola letra podía cambiar por completo el significado de una palabra?
Agotado y agitado… Y todo por esos malditos gemelos Higurashi.
Harto.
Se lo repetía hasta el cansancio
La bestia cubría su cabeza y orejas con sus manos
"Ahora lloras?"
"Cállate!"
"Hn."
Kagome en su dormitorio estaba acurrucada temblando sobre el futón se había cubierto con una manta hasta la cabeza y Sango y Kikyo intentaban arrastrarla fuera.
-"Vamos Kagome, SAL!"
-"Anda niña! Que ya será la hora del almuerzo"
-"NO IRÉ!"
-"Debes ir!"
-"NO!"
-"Cobarde!"
-"SÏ!"
En lo que ellas jalaban de la colcha golpes en la puerta llamaron su atención.
-"Quién es?"
-"Inuyasha"
Kagome se sentaba en el futón y Kikyo respondía
-"Pasa"
Inuyasha caminaba lentamente observando el tremendo lío que había en el cuarto, y era un enorme cuarto.
-"Vaya…Lucha de almohadas eh? Denme una!"
Kikyo bufando se cruzaba de brazos
-"Esta necia no quiere salir de la cama! Ya será la hora del almuerzo, Sesshomaru…Ya sabes cómo es"
-"Sí, ya lo sé"
Sentándose en la cama el mestizo le tomó las manos a su amiga
-"La has hecho linda esta vez Kagome"
Ella enseguida quitó sus manos, cubrió su cara y comenzó a llorar
-"Lo sé…Pero tenía que ayudarlos, tenía que honrar el pacto, la promesa…El nombre de los Higurashi estaba en juego…Tú estabas en riesgo…Sesshomaru estaba en riesgo"
Al pronunciar el nombre del Daiyoukai su voz se endulzaba
-"Sessho…?"
Inuyasha se ponía de pie
-"Válgame Kami Sama! Te enamoraste del culo ese!"
Las mujeres lo miraban
-"Qué dices"
-"Inuyasha? Cariño?"
-"Eso, que Kagome se ha enamorado del hijo de putas de Sesshomaru!"
-"No puede ser"
-"No oíste su voz cuando dijo Sesshomaru? Le gusta!"
Las primas miraban ahora a la sacerdotisa avergonzada, Sango se acercaba a ella y acariciaba su cabello
-"Es eso verdad?"
Kagome solo sollozaba pero no negaba nada. Kikyo alzaba los brazos
-"Era lo que nos faltaba!"
Inuyasha ya perdía la paciencia con su prometida
-"Ya cállate Kikyo!"
Caminando hacia Kagome otra vez se agachaba para quedar a la altura de sus ojos
-"No llores, no te preocupes…Ya todo se solucionará"
Las mujeres y el mestizo sentían sus corazones salirse del pecho. Estaban preocupados, caminaban por un borde demasiado angosto y no podían resbalar ni siquiera un poco, o caerían al vacío.
Y aún estaba la traición de por medio, y para empeorar la presión, Kagome parecía haberse enamorado del Lord Occidental.
Más golpes en la puerta.
Hiten llegaba a buscar a sus nietas.
Kagome saltó del futón y fue a arrojarse a las aguas cálidas para asearse y ocultar los rastros de su llanto, en lo que el anciano ingresaba y se sentaba a esperarla.
Las otras nietas lo entretendrían junto a Inuyasha.
-"Sango, Kikyo, porqué no ayudan a Kagome a vestirse para la cena? Inuyasha y yo tenemos algo que discutir"
-"Sí abuelo"
Una vez a solas Inuyasha casi susurrando interrogaba al anciano monje
-"Usted dirá, Hiten sama"
-"Mm?"
-"Quería discutir algo conmigo"
-"Ah no, si no hago eso esperaríamos por Kagome toda la noche"
El hanyou reía de la astucia del monje
-"Lo tendré en cuenta cuando quiera apresurar a Kikyo"
-"Si, hazlo"
Y reían por lo bajo.
-"Lo que si haré es hablar con Sesshomaru Sama…Es tiempo de que Kikyo y tú se casen formalmente"
El mestizo sentía mariposas en el estómago. Se casaría? Wow eso no lo esperaba.
-"Eso si aún deseas unirte a mi nieta."
Inuyasha miraba al monje
-"Claro que la quiero, pero me gustaría retrasar las cosas un poco, al menos hasta que la guerra con el clan Ryu termine"
La sensatez del mestizo alegraba al anciano
-"Está bien, solo espero que esta guerra de porquería termine para que me conviertas en bisabuelo"
Ambos sonreían y se emocionaban.
Luego de unos minutos, varios minutos las mujeres salieron.
Hermosas, vistosas, atractivas, sensuales, sus kimonos de seda fina exquisitamente tramados y adornados.
Inuyasha se sonrojaba al ver a Kikyo
-"Wow te ves… Bonita"
-"Bonita? Solo eso?"
Al verlo a los ojos y notar su sonrojo y el ardiente dorado, supo que corría riesgo de ser devorada por lo que decidió disfrutar el momento y abrió su abanico para ocultar su sonrisa malévola.
Sango por su parte en rosa y verde agua se veía impresionante. Sólo pensaba.
"Ojalá Miroku se sonrojara así"
Suspirando para ofrecerle el brazo a su abuelo.
Hiten orgulloso de la belleza de sus nietas estiraba su cuello para ver a Kagome.
Pero lo que vio lo asombró aún más.
Un antiguo traje de Miko, que había pertenecido a Midoriko, blanco casi impoluto y rojo carmesí, con algunas marcas de los siglos y numerosas batallas, y las rebeldes manchas de sangre de la legendaria Sacerdotisa que se negaban a quitarse de la tela. Su reiki y su aroma permanecían en el atuendo.
La sencillez extrema, solo aumentaba la belleza de su hermosa nieta.
-"Oh, Kagome…"
Sus primas sonreían.
-" Ella es así sencilla y esa es su máxima belleza"
-"Es el traje de Midoriko Sama…"
La joven asentía
-"La mayoría de los youkai aquí presentes, la conocieron y deben recordarla con mucha estima, me parece una manera de honrar la hospitalidad del Oeste presentar a los herederos de la gran Midoriko Sama y en su memoria y representación, exhibir su traje. Sin dudas lo recordarán al verlo abuelo"
Kagome deseaba honrar su Casa cardinal y a su ancestro, pero más buscaba verse diferente a Souta y alejar toda atención sobre ella. Pensaba que sus primas se veían tan hermosas que nadie miraría a una sacerdotisa en traje de Miko.
Y así feliz le dio el brazo a su abuelo y los tres junto a Sango e Hiten se dirigieron al salón de reuniones.
Inuyasha y Kikyo caminaban un poco más rezagados.
-"Hiten Sama quiere que nos casemos pronto"
Kikyo lo miró repentinamente y su rostro se comenzaba a iluminar
-"Vamos a esperar, hasta que la situación de Kagome no se aclare, no podemos distraernos con otras cosas"
La joven Miko se entristecía, sabía que era su culpa en parte. Si deseaba casarse con él, tendría que ayudar a esclarecer el problema, gran problema de su prima para que todo termine de la mejor manera y no en alguna desgracia o peor, en una pena de muerte.
Su sangre se helaba de miedo. Su reiki se disparaba, Hiten y Kagome se volteaban a verla
-"Kikyo?"
-"No es nada, solo discutimos con Inuyasha, ya sabes cómo es"
Kagome y su abuelo reían
-"Sí, lo sabemos"
El hanyou caminaba serio y pensativo con su novia tomada de su brazo. Desde un costado llegaba Souta ataviado impresionantemente con las ropas negras con crestas doradas características del Este.
-"Hey llegamos tarde?"
Inuyasha negaba con la cabeza
-"Justo a tiempo"
En la entrada del salón principal se escuchaban las voces y murmullos del interior.
Dentro un hervidero de youkai y numerosos humanos y sagrados intercambiaban opiniones. Sesshomaru observaba un tanto aburrido la curiosa interacción.
Como siempre Inuyasha estaba retrasado.
Las Miko deben estar en camino. Hacía unos momentos había sentido una leve molestia debido a reiki errático.
Seguramente su hermano hizo enojar a la heredera del Este. Ella era poseedora de un carácter bastante difícil, y eso sí lo sabía, había escuchado a Inuyasha decirlo innumerables veces
"Kagome no se casará nunca! Tiene un carácter de los mil demonios"
Aunque se sentía un poco decepcionado debido a ese "LEVE" reiki que había sentido. Esperaba algo diferente.
Imaginó que todo ese poder del que todos hablaban podría ser capaz de rostizar a un demonio en segundos, pero lo anterior había sido patético, un patético intento de energía sagrada.
El impresionante aura sagrado del joven heredero de Oriente se hizo sentir
Los presentes giraban hacia la entrada, se disponían a saludar a la Casa real de las Almas.
Sesshomaru atentamente afinaba los ojos y los fijaba en el ingreso, ese aura no había sido broma.
Los representantes del Este habían llegado
En el Norte…
Náraku sacaba violentamente su katana del costado de un lobo gris. Siempre atacaba a sus enemigos con conjuros y maldiciones o hechizos, pero su maldad estaba creciendo y comenzaba a tomar gusto en asesinar con sus propias manos.
-"Náraku Sama…Ya no queda nadie"
-"Ah! Excelente! Ahora veamos que tal estamos de riquezas…Al palacio a buscar!"
Y así la asquerosa horda de dragones y traidores ingresaban y saqueaban todo a su paso.
-" No rompan demasiado, recuerden que esta será mi morada de ahora en más!"
Abriéndose paso entre los muertos, Onigumo llegó al asiento real y pateando el cuerpo sin vida del viejo General Ookami a un lado, el pobre lobo había sido asesor encargado del palacio hasta el regreso de Lord Kouga, mientras el cadáver caía estrepitosamente al piso, tomaba su lugar en el sitio.
-"Ahora si…Ahora soy un Señor"
Mientras uno a uno, se apilaban los muertos para encender una hoguera. Unos eran arrojados a la enorme pila y otros devorados por los dragones. Carentes de escrúpulos en todo sentido, no se fijaban en nada cuando su estómago les pedía atención.
De entre la montaña de cadáveres, dos jóvenes lobeznos heridos pero que habían sobrevivido, aprovecharon el ingreso de la horda al palacio y alcanzaron a huir hacia los bosques montañosos. Tenían que llegar al Oeste y pedir auxilio. Contar lo sucedido y rápido.
Muchos días y noches transcurrieron entre peligros, dolores, lidiando con sus heridas y pasando frío y hambre, pero su entereza los había llevado hasta las mismísimas puertas del palacio de la Luna
Los vigías que guardaban la seguridad del palacio los alcanzaron a ver y cuando se acercaban a ellos los pobres lobeznos cayeron agotados y sin fuerzas para resistir más…
De nuevo en el salón ingresaban Souta, Hiten, Inuyasha y Kikyo, Sango y al final, Kagome.
La joven no se veía detrás de la comitiva Oriental, a medida que se fueron acomodando solo quedó ella de pie y el silencio se apoderó del salón.
Era la viva imagen de Midoriko y con sus ropas ceremoniales, se parecía aún más.
Los youkai más ancianos reverenciaron a la joven
-"Higurashi Sama"
Kagome tímidamente reverenció de vuelta
-"Arigatò"
Sesshomaru no pudo evitar acercarse a ella y ofrecerle su puño para que ella lo tome y conducirla a su sitio junto a Souta.
Estaba vestida con las célebres ropas de la legendaria Miko, Él lo sabía, reconocía el leve aroma de la antigua sacerdotisa mezclado con… Bosque, brisa marina, sol y viento fresco, que era el aroma de la esencia de Kagome.
Simplemente vestida así, pero se veía impresionante, atractiva, y a causa de la cantidad de poderosos youkai rodeándola, su poder se comenzaba a sentir.
La energía sagrada se dispersaba en el aire con el perfume de su esencia los youkai muy honrados con su detalle observaban cómo la joven avanzaba con refinada cadencia hasta tomar asiento en perfecto seiza junto al Señor de Oriente.
El reiki continuaba cosquilleándole la piel al Daiyoukai.
La bestia sentía en su mismísima naturaleza la seducción de la dulce y peligrosa energía que lo recorría de punta a punta.
El grito de alarma se desataba pero lejos de preocuparlo lo atraía cada vez más.
Sesshomaru sentía el temblor en su musculatura, apenas lograba contenerse.
Estaba confundido, jamás había experimentado algo semejante, al punto de comenzar a sudar en frío.
Ta bella, tan peligrosa, y nunca sería suya…
Se negaba a pensar en eso, ella era una simple sacerdotisa humana y ya.
Ubicándose en su lugar, se disponía a comer, pero no pudo evitar revisar de a momentos a la sacerdotisa con el rabillo del ojo.
A su lado la Miko de su hermano.
Kagome y la prometida de su medio hermano se parecían mucho ahora que se fijaba.
Mientras metía un trozo de carne sangrante en su boca continuaba reflexionando.
La Miko de su hermano, se notaba muy fina y correcta, su seiza y modales eran perfectos, Kagome sin embargo se notaba incómoda y un tanto torpe si se quería. El Daiyoukai encontraba que las comisuras de su boca se levantaban sin querer.
Acaso le causaba simpatía?
Fuera ideas extrañas! Sake!
La copa de ardiente vino de arroz enjuagaba su boca barriendo con su calor los restos de la carne masticada.
Los palillos de nuevo a la boca pero el sabor de ese trozo de carne se amargaba de repente.
Kouga Ookami desde su asiento se levantaba y se acercaba para agacharse a conversar con la más joven de las mujeres Higurashi.
Las risas y reacciones de la joven eran adorables, pero Sesshomaru sin saberlo se sentía molesto.
Por qué la familiaridad con el lobo?
Y para peor el soldado Bankotsu y su hermano divertido se acercaban también.
Las risotadas de los machos y la hembra sonrojada, qué podrían haberle dicho que la hiciera avergonzar así?
Tragar la carne molida ya era un suplicio.
Sabía a hiel y no quería comer más nada.
Su mirada continuaba de paseo, mientras probaba suerte con un cuenco de arroz de la comida de los humanos.
"Sabe horrible, cómo los humanos puede comer esto?"
Dejando el cuenco en la mesa lograba ver a Higurashi Hiten y Souta que reían tímidamente, los demás humanos se llamaban al silencio. Extraña reacción de esos ningen, o su respeto por su Señora era demasiado.
Fuera como fuera sin casi quererlo el Lord Occidental simplemente no lo resistió
-"Kagome Sama…"
La profunda y penetrante voz hizo que todo el recinto se callara dejando un silencio más que sepulcral.
Nadie lo podía creer, Sesshomaru había hablado y nada más ni nada menos que a la sacerdotisa de Oriente.
Ya con tantos ojos sobre él, el Daiyoukai tuvo que pensar rápidamente en algo diferente a su molestia anterior.
-"Ha conocido palacio ya?"
La pobre temblaba como una hoja al viento. La voz de su amado le hacía vibrar cada una de las fibras de su cuerpo.
-"EEtto… Hai, Sango y Kikyo me condujeron por el palacio y me mostraron un poco"
Al ver una conversación frívola, los presentes de a poco comenzaron a cuchichear igual que antes, cada uno en lo suyo a excepción de Inuyasha y el grupo más cercano.
-"Este Sesshomaru puede mostrarle el resto después del almuerzo"
Oh No! Su corazón se saldría por su boca. Qué respondía?
Lentamente llevó su mano a su pecho para intentar calmarse, mas su rostro no demostraba nada.
-"Sería un honor, Taisho Sama"
Ahora el corazón latiendo fuerte era el del Lord.
Por qué?, escapaba a su razonamiento.
De a poco Kouga y los demás regresaron a sus asientos.
Asintiéndole a la mujer, el Señor del Oeste, continuó devorando la carne de jabalí de su plato, con muy finos modales masculinos, pero devorando al fin. Ahora la carne le sabía a gloria, qué curioso…
En su mente se adelantaba a pensar a qué lugares la llevaría para que conozca su casa, porque el Oeste era eso, su casa, y aunque no se comprendía a sí mismo, deseaba compartir esa experiencia con la sacerdotisa Higurashi.
Higurashi…
Higurashi…
Dónde estaba Higurashi?, Ah sí, junto a su abuelo, qué bueno que esta Miko parecía tener el poder de quitar al monje de su mente…
Aunque si lo pensaba un poco, no podía olvidarse de esos ojos tan oscuros que lo llevaban al fondo de un abismo.
Un abismo que aunque se resistiera con todas las fuerzas de su corazón, desesperadamente quería conocer…
