NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
HOLA DE NUEVO.
EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.
ENTRE ALGUNAS COMPLICACIONES ESCRIBO Y ESCRIBO, PERO TENGANME PACIENCIA ALLÍ VOY PASITO A PASITO.
ABRAZO ENORME.
Capitulo 28
Dejarla ir no era una opción.
Él es Taisho Sesshomaru, Idaina Daiyoukai y esa era la hembra que él deseaba. Nada la apartaría de él.
O si?
Iban a salir del estudio cuando Sesshomaru tomó del brazo a Kagome y la hizo girarse para verlo a los ojos
-"Sesshomaru Sama?"
-"Sesshomaru…"
Los ojos ardientes sobre ella, iban lentamente desde la punta de los pies hacia arriba, quedándose unos momentos en sus piernas y luego en su pecho donde la seda roja no dejaba mucho a la imaginación, el pálido cuello y los carnosos labios que provocaban al macho Inu a lamerse los suyos, para terminar en los azules y brillantes ojos femeninos
-"Bien…Sesshomaru"
-"No vuelvas a usar esa…prenda tan…sugestiva cuando deambules por palacio…"
Kagome se miraba y tomaba conciencia de que estaba vestida solo con eso!
Su rubor y nervios la hacían intentar cerrarla mejor, pero era inútil, sus llenos pechos solo sostenían la tela y se negaban a ser ocultados.
Su manita bajaba hasta tomar el ruedo de uno de los lados frontales de la vestimenta y jalar para intentar estirarla y cubrirse mejor, pero de nuevo…Inútil.
La mirada penetrante del macho.
Sesshomaru se acercó a la joven hasta casi cubrirla con su altura
-"Mi…Mi Lord…Es la yukata de mi madre, la uso para sentirla cerca"
-"Hn…"
El Daiyoukai recorrió el cuello de la miko con una garra hasta llegar al broche de nácar de la yukata. Al mismo tiempo fue lentamente bajando su rostro hasta quedar mejilla con mejilla
Cerca de su oído con su voz más sensual
-"Sólo para tu Lord, sacerdotisa"
Kagome tragó duro y su sonrojo llenó de satisfacción al Señor del Oeste, el mensaje había sido claro.
Y sin más abrió la puerta y la invitó a salir delicadamente para seguirla muy de cerca.
Deseaba ver su caminar tan atractivo.
Hiten alistaba sus pertenencias en su cuarto. Temprano les había dicho a sus nietos que al día siguiente partirían al Este. Sólo faltaba contárselo a Kagome.
Caminando por el pasillo casi frente al dormitorio del anciano monje, por poco y lo llevan por delante
-"Ah Taisho Sama, Kagome hija… Es bueno encontrarlo juntos…"
Ambos sonrojados pero un tanto lejos uno del otro para guardar apariencias
-"Higurashi Sama…"
-"Abuelo"
-"Kagome! Ve a ver a tus primos que están como locos buscándote"
-"A mí?"
-"Así es, anda, ve!"
Bajando la mirada un poco el anciano se sorprendió por la liviandad con la que su nieta deambulaba por palacio casi desnuda!
-"Es esa la yukata de tu madre? Es bastante inconveniente para que la uses de esa manera! Ve a cambiarte y luego reúnete con tus primos!"
La joven reverenció rápidamente y salió al encuentro con sus parientes y amigos que ahora que lo recordaba, los había dejado mirando cuando corrió a huir de Sesshomaru.
-"Disculpe por favor mi Lord…Ella no ha querido ofenderlo…Es joven y tiene mucho que aprender"
¿Ofendido? Sesshomaru tragaba bien duro.
El Inu la observaba alejarse y su corazón palpitaba fuerte, esa era su prometida, si, esa que se alejaba …Tan hermosa…
Un momento, seguía en yukata!
Y saldría a la escalinata!
Se volteó velozmente, la alcanzaría antes de que saliera, pero… el aciano lo distrajo de su cometido
-"Iba justo a verlo Lord Sesshomaru, quería despedirme y agradecerle su hospitalidad, el deber no espera mi Lord"
El rostro inexpresivo del Lord que ocultaba magistralmente la sorpresa y la amargura
Kagome partiría a Hakurei, y por el momento no había nada que se pudiera hacer…
Sesshomaru tenía un nudo en el estómago.
Por primera vez en su vida no sabía qué hacer. La inquietud por la falta de ropa de su "novia" se esfumaba frente a la inesperada noticia.
Aclarando su garganta asintió respetuosamente
-"Siempre es un honor, y un placer, Higurashi Sama"
El frío se clavaba en su alma, la desazón de saber lo poco que le quedaba por hacer ante la inminencia de ese viaje. Kagome lentamente desaparecía hacia el frente del palacio y así la vería desaparecer mañana al amanecer.
-"Bien, Taisho Sama iré a alistar los últimos detalles para la partida, oyasuminasai, mi Lord"
-"Buenas…Noches Higurashi Sama…"
Volteando a ver a la mujer una vez más, el monje le había asestado un golpe mortal en su corazón, ahora más que nunca quedaba la protección preparada para las hembras, la nueva ley, aún quedaba esa esperanza… Originalmente había pensado en Rin, ahora pensaba en Rin y Kagome…Y Krisstal y su madre, Irasue. De pronto todas las hembras y mujeres de su entorno cobraban importancia ¡Cuánto tiempo de desprotección e injusticia! Tuvo que admitir que no le importó jamás hasta que Rin entró en su vida.
-"Hiten Sama…Esta noche el Oeste celebrará un banquete en su honor para agradecer su asistencia en momentos de necesidad y honra al pacto ancestral"
-"Oh, Domo Sesshomaru sama, será un placer compartir con usted la última cena en la tierra de la Luna…"
Reverenciando al anciano el Inu se comenzó a dirigir a la explanada, su INTERÉS estaba en paños menores y derrochando poder sagrado entre machos youkai que no estaba seguro podrían resistir acercarse a ella por mucho tiempo.
Llegando a las escalinatas Kagome vio al grupo que se encontraba allí.
Hasta Miroku se había llegado a buscarla
Todos se voltearon a verla
-"Bueno, Ya se te quitó la locura? Por tu vestimenta creo que no"
-"Inuyasha!"
Kikyo golpeaba a su novio en la cabeza
-"Bueno tal vez ahora que regresen al Este se tranquilicen un poco las cosas"
El rostro de la joven palideció.
-"Regresar?"
-"Keh! El viejo no te lo dijo? Mañana partirán al amanecer"
Kagome no pudo ya con su corazón que se partía.
Inuyasha insistía en averiguar dónde había estado todo ese tiempo
-"Y? Dinos, dónde estabas? Te encontraste con el bastardo? Te andaba buscando"
Ella no lograba sacudirse la sensación de desamparo.
-"A ver, somos tooooodo oídos"
Sango vio la mirada de la joven y supo que algo había sucedido
-"No hay nada de qué hablar, ya se siente mejor, ya apareció y eso es lo que importa, ven Kagome vamos adentro, para prepararnos"
La tomó del brazo y la comenzó a llevar con ella, Kikyo se les sumó, los machos quedaron afuera
-"Nunca entenderé a las mujeres"
Miroku rascaba su cabeza
-"No hay que entenderlas, hay que amarlas, por no decir co…"
-"Hasta ahí hentai, no necesito escucharlo de tu sucia boca…"
Las risotadas de todos ellos y comenzaron a encaminarse hacia el salón.
Inuyasha no era estúpido, y además, su amiga apestaba a Sesshomaru por todo su cuerpo…De inmediato se dirigiría a verlo y averiguar qué estaba pasando.
Sesshomaru se encontraba muy alterado en su habitación. Iba por la tercera copa de sake y no lograba que su mandíbula inferior dejara de presionar trabando la mordida. Casi en la explanada escuchó los comentarios de su medio hermano y los demás. También percibió el aroma de angustia en Kagome y la reacción de sobreprotección de sus primas y decidió regresar a su habitación y tratar de reunirse con la Miko más tarde y ver cómo se encontraba.
Era evidente que la noticia de la partida la había sorprendido y no gratamente.
Tragaba el ardiente licor y no sentía satisfacción en absoluto.
Antes había funcionado todas las veces, pero ahora, no sentía más que desazón.
Los golpes en la puerta y el ingreso sin autorización…Seguro era Inuyasha.
El hanyou caminó hacia el interior del recinto y se encontró con el Daiyoukai sentado en un sillón, con un gran vaso de sake en la mano y mirando hacia la pared donde una pintura muy antigua de un Inu en su forma perfecta se veía en sus patas traseras y como rugiendo
-"Vete"
-"Keh! Así recibes a tu hermano?"
-"Medio hermano…Qué quieres?"
-"Qué pretendes acercándote a Kagome de esa manera?"
-"No te incumbe"
-"Claro que sí, Kagome es mi mejor amiga y me incumbe todo lo que a ella se refiere"
Los ojos ardientes del Lord se fijaron en los del mestizo
-"A ti solo debe importarte lo que le suceda a la otra Miko, tu hembra, no la mía"
-"Tuya?"
Inuyasha caminó hasta quedar frente a su hermano.
-"Los humanos no te gustan"
-"Ella si"
Empujando la botella hacia Inuyasha se volvió a reclinar en su asiento
-"Sírvete"
El mestizo lo observó unos momentos y luego aceptó la oferta y se sentó con su vaso lleno frente a Sesshomaru
-"Y bien?"
-"No hay nada de qué hablar"
-"No me salgas con esta mierda Sesshomaru, habla ahora! Sabes lo que está en juego si se te ocurre bromear con ella…"
-"No bromeo"
-"Más que todo…No rompas su corazón"
-"Y tú me lo dices"
-"Justamente por eso lo digo…Yo fui un maldito que no pudo corresponder a su afecto, Sesshomaru…Y no sabes cuánto lo intenté. Pero mi corazón ya había elegido y aunque me negara a aceptarlo al comienzo, luego ya no pude ignorar mis sentimientos, ni los de Kikyo"
El Daiyoukai tragaba más licor pero no articulaba palabra
-"Luego ya no vino más al Oeste y el resto, ya lo sabes"
Sesshomaru se servía otro vaso lleno. Inuyasha se lo quitaba
-"Crees que con esto solucionarás algo?"
-"Devuélvemelo!"
-"No."
-"Hanyou…"
-"Dije…NO"
Abalanzándose sobre el mestizo Sesshomaru le propinó un fuerte golpe de puño que lo arrancó de su asiento estrellándolo contra la pared del onsen. Poco faltó para que la atraviese y caiga dentro del agua.
-"Si crees que eso solucionará algo…Pues te equivocas, pero adelante creo que disfrutaremos de la pelea"
Golpe tras golpe el Inu y su medio hermano se abalanzaban y se atacaban provocando ruidos estridentes y tremendos retumbes en palacio. Los invitados del ancestral castillo se asomaban a las puertas de sus habitaciones, pero de pronto…Nada.
La calma reinó y como si nada todos regresaron a sus quehaceres…
-Flashback-
Danaka y Kleinez conversaban acerca de los rituales de unión de los clanes felinos. Intentaban recuperar su cultura y costumbres, por supuesto, el leopardo lo hacía por intereses propios, cosa que no ignoraba el tigre, pero si su Señor no estaba listo para confesar, él, no lo humillaría diciéndole "Yo sé que es para la sanadora eh?"
De pronto la terrible explosión y los retumbes comenzaron.
El youki enfurecido era muy reconocible, Sesshomaru estaba enojado y mucho.
El otro youki obviamente era el de Inuyasha, Danaka negaba con su cabeza mientas comenzaba a correr hacia las habitaciones del Inu.
-"Danaka sama!"
-"Discúlpeme, Lord Kleinez, pero tengo urgencia"
El apuro del tigre atrajo al leopardo y corrió por detrás.
Kagome, Sango y Kikyo estaban en la entrada del dormitorio de Kagome. Al fluctuar el aura del los machos que luchaban, ellas sintieron el movimiento energético y por unos instantes se quedaron mirando hacia el dormitorio del Lord.
En ese instante Danaka y Kleinez pasaron a su lado
-"Con permiso Damas"
-"Danaka Sama?"
Los felinos desaparecieron rápidamente y en segundos la energía se calmó.
Las hembras sentían las energías fluctuar nuevamente
Y corrieron detrás
Danaka dio tres golpes rápidamente en la puerta pero no esperó autorización. Ingresó y fue directamente a Sesshomaru
-"Kleinez San, ocúpese de Lord Inuyasha!"
Danaka sostenía a Sesshomaru de los brazos, los ojos del Lord Inu estaban rojos como la sangre.
-"Mi Lord…Onegai…No obligue a este viejo tigre a enfrentarse a usted"
El Inu estaba ciego de ira, ignoraba por completo al general tora
Su mirada ígnea se detenía fijamente en su medio hermano que también estaba a merced de su bestia, lo cual, no era para nada bueno, la bestia de Inuyasha era completamente salvaje.
Kagome y Kikyo ingresaron corriendo al dormitorio y se encontraron con los felinos forcejeando contra sus "novios" y estos perdidos en sus bestias y cubiertos de sangre y harapos
Kikyo no pudo más que gritar
-"Inuyasha!"
Sesshomaru se soltaba del agarre del tigre y arremetía contra el mestizo.
Kleinez cayó a un costado de la habitación Danaka era arrastrado contra Inuyasha quedando en medio de los hermanos
-"Sesshomaru deténgase, le prometí a su padre que no permitiría este tipo de comportamiento entre ustedes!"
A duras penas el tora lograba apartar un poco al Inu
Aterrorizada a sabiendas de la descomunal fuerza de Sesshomaru por su pura sangre, pero ignorante de la naturaleza indomable de la bestia del hanyou, la mayor de las Miko, corrió hasta alcanzar al hanyou.
Con lágrimas en sus ojos lo tomaba de sus brazos
-"Inu…"
El violento zarpazo no se hizo esperar, la hermosa mujer fue a dar a los pies de su prima.
Kagome se arrodilló a verla
-"Kikyo!, Kikyo! Estás bien?"
Kagome miró a los hermanos en pugna y el dolor la golpeó al ver a su amor en ese estado y a ambos ensangrentados y fuera de sí.
Solo atinó a susurrar
-"Sesshomaru"
Al escuchar su voz la bestia del Daiyoukai sacudió la cabeza, intentó volver en si
Las manos de la joven se incendiaban en color rosa. Su reiki ardía envolviéndolo todo. Los youkai sentían el peso extraordinario del reiki y apenas lograban respirar
-"Kleinez San, Danaka, onegai salgan rápido"
Sango los instaba a abandonar el recinto.
Kagome comenzaba a caminar
Los ojos dorados ganaban terreno ante el rojo de la bestia, la cordura encontraba su camino
-"Ka…Gome"
La pequeña figura de la Miko se acercó al Inu.
Sus azules ojos parecieron helar la sangre del macho que sintió una horrible sensación de vergüenza frente a esta valiente y honorable mujer
-"De verdad Sesshomaru?"
Él no halló las palabras para responderle. Ella volteó a ver al mestizo ahora
-"Y tú?"
Inuyasha la miraba con los ojos rojos y la cara deformada
Solo el gruñido feroz respondió a su pregunta, Sesshomaru miró a su alrededor recobrando la conciencia, vio a Sango, mirando todo pero sin intervenir, a Kikyo levantándose del piso con una horrenda herida que le cruzaba el rostro, a Kleinez y Danaka que salían del lugar, no entendía por qué la taijiya, y la otra Miko no hacían nada para defender a la joven, estaba atento a la reacción de Inuyasha, pero ella de nuevo lo sorprendió
-"PLAFFF!"
La tremenda cachetada imbuida en reiki se estrelló en la cara del mestizo que voló a caer en la entrada del dormitorio con la boca abajo tosía escupiendo sangre
-"Quien derrame sangre Higurashi pagará derramando la propia"
Caminando en dirección a la salida pasó junto al Daiyoukai y apenas lo vio de reojo
Ya sobre Inuyasha pasó por encima de su cuerpo esquivando de pisarlo, se volvió y le dijo
-"Nadie lastima a mi familia y se sale con la suya, ni siquiera tú que te llevo en el alma"
Inuyasha sentado ya limpiaba con el dorso de su manga de la rata de fuego, su sangrante boca producto del extremo correctivo de la Miko.
La bestia había retrocedido cuando sintió la energía sagrada quemarle el rostro. De pronto, el aroma de la sangre de Kikyo.
La tristeza y amargura del hanyou era insoportable para él. Había lastimado lo que más amaba, perdido en su bestia…No tenía perdón.
-"Lo sé, Kagome…Lo siento"
Y así salieron las tres hijas del Este dejando a los machos asombrados y avergonzados.
Los felinos esperaban afuera apoyados en la pared.
Al pasar las hermosas mujeres asintieron respetuosamente
Danaka no lograba esconder la semi sonrisa que mostraba su cara
El Leopardo comentaba
-"Las hembras humanas son de temer"
-"Las hembras Higurashi lo son"
Luego ingresaron de nuevo a la habitación del Daiyoukai
Sesshomaru tenía un sabor agrio en la boca
-"Alístense, la cena es en una hora"
Y sin más se dirigía al onsen, antes de salir los tres que quedaban, Inuyasha con voz firme le dijo a su hermano
-"Ella se merece el mundo"
El Inu se detuvo
-"Todo lo que le des, será poco…Y matarme no va ayudarte en tu cometido, aunque no me gusta lo que haces, si ella es feliz no diré nada pero…Este mestizo tiene una petición que hacer…"
-"Akira San…"
-"Hai Sesshomaru Sama"
Enseguida el tora jaló de la manga al leopardo para salir del dormitorio.
Supo de inmediato que el Inu no deseaba que escucharan lo que tenían que hablar con el mestizo.
-"Vamos Lord Kleinez buscaremos al monje Miroku y será bueno ir a los baños termales y quitarnos un poco la tensión"
Sesshomaru se volteó a ver a Inuyasha a los ojos
-"Y bien?"
-"Los humanos…Tienen un gran poder de sacrificio…"
El Daiyoukai recordaba la manera feroz en la que Souta había luchado frente a los dragones por honor y cumplir el pacto. Por defender al Oeste. La fortaleza con la que la princesa de Occidente había llevado la cercanía a Inuyasha y la otra Miko soportando el dolor de un desamor inmenso, por amor a él y a su prima
La manera en la que Kagome huía cuando pensaba que lo había ofendido o lastimado y comprendió, que los humanos eran capaces de cualquier cosa por amor.
-"Hn."
-"Entonces recuérdalo siempre, porque tal vez, un día pienses que el mundo se acaba, que la vida es una burla, que los humanos y la gente que te rodea, son traicioneros…Pero sólo son eso, humanos y el amor los hace cometer locuras"
Sesshomaru miraba los gestos de su medio hermano. Rara vez lo veía hablar tan sereno y tan serio. Buscaba un atisbo de mentira o burla en sus palabras, pero no lo encontró, tampoco comprendía el por qué de estas palabras tan sentidas pero de nuevo supo que él realmente amaba a Kagome como a una pequeña hermana.
Sus ojos flameantes brillaban con sinceridad ante lo dicho por el mestizo y asintió
-"Hn."
-"Hn, mi culo esponjoso…Promételo!"
-"Lo recordaré"
Y sin más se giró y se perdió detrás de la puerta del onsen.
Inuyasha pensaba en su interior
"Ojalá y lo recuerdes…Porque si no lo haces…Mucha sangre correrá y tú sufrirás la horrenda culpa por los cientos de miles de años de vida que tienes por delante…Aniki"
-"Sesshomaru Sama!"
Jaken corría desesperado
-"Tu amo bonito se estará lavando el culo ahora"
Escupiendo en el piso lustroso del enorme dormitorio, Inuyasha procedió a retirarse sin cerrar la puerta detrás de él.
Jaken lo veía muy extrañado, era muy inusual ver a Inuyasha tan serio
-"Seguro mi amo le dio una buena golpiza…Jah! Después de todo es solo un hanyou"
Sesshomaru escuchaba desde la poza de agua.
"Ignorante de Jaken … Los hanyou son mucho más poderosos de lo que jamás imaginarías"
"Y si ese hanyou fuese hijo de una Higurashi y un Taisho, aún más"…
-Fin Flashback-
De a uno los machos que se preparaban para la cena ingresaban en los baños termales de la arena de entrenamiento.
Kleinez, Inuyasha, Miroku y algunos soldados se relajaban en el calor de las ambaradas aguas.
En silencio restregaban sus hombros enfocaban sus pensamientos en la guerra y en sus futuros
Alrededor del mestizo el agua se teñia de rojo, lo cual para nada era extraño entre los soldados, Sesshomaru siempre tomaba cuentas del hanyou en los entrenamientos, seguramente entrenaron en alguna parte antes del baño.
En cuanto a Kleinez, no deseaba inmiscuirse entre los asuntos de los Taisho, pero era evidente que las mujeres Higurashi eran lo suficientemente poderosas como para atraer a semejantes machos. Por lo que había logrado vislumbrar ambos machos tenían interés en ellas, aunque sólo Inuyasha manifestara abiertamente sus sentimientos hacia la mayor de las Miko.
La sanadora era extraordinariamente inteligente y bella. De su poder, no dudaba era youkai pura sangre, y la deseaba cada vez más, en sus planes estaba unirse a ella cuanto antes si es que lo aceptaba…Entonces le interesó saber acerca de las intenciones del mestizo para con su sacerdotisa, se uniría a ella? Esperaría a que la guerra termine? con todo de la guerra y demás, hasta cuándo debería esperar para unirse a Krisstal?
-"Inuyasha Sama…Piensa unirse con su Miko pronto?"
El hanyou abría los ojos para encontrarse con el rostro hermoso del leopardo que lo observaba con mucha atención.
-"Nada me agradaría más, mi Lord, pero…Hay tantas cosas que solucionar antes de ponerme a pensar en mi, en nosotros"
-"Ya veo…La guerra nos tiene a todos en vilo"
En sus cuerpos el vapor obraba maravillas relajándolos, mas sus pensamientos los mantenían atentos a cada situación.
-"Si solo fuese la guerra…Me uniría a ella ahora mismo"
-"Entonces mi Lord…Hay algo aún peor?"
-"Muchísimo peor amigo neko…Muchísimo peor"
Kleinez miraba al mestizo y veía un Inuyasha cabizbajo lo cual no era muy común. En su mente retumbaban sus palabras "si solo fuera por la guerra me uniría a ella ahora mismo"
Entonces sus inseguridades y miedos se esfumaban en pos de realizar sus anhelos…La sanadora era todo lo que ocupaba su mente…Si el mestizo de Occidente no le temía a la guerra él tampoco.
Apostaría a la vida…
-"Quiero unirme a Krisstal San"
-"Mmm?"
-"La sanadora, la quiero, quiero que sea mi pareja"
-"Keh! Entonces ve por ella! Esos hijos de puta de los Ryu no deben ser los causantes de más frustraciones de lo que ya son"
-"Y entonces…Si para lo demás que lo atribula…Pudiera ser de ayuda, mi Lord…No dude en contar conmigo"
-"Lo sé Lord Hyò…Pero créame, mientras menos sepan de aquello…Menos vidas se pondrán en riesgo"
-"Vidas en riesgo? Mi Lord, exijo ayudar!"
-"Respetuosamente rechazo su ayuda…Y es mejor así…"
Sin darle tiempo a decir nada más, Inuyasha se levantó del Onsen y caminó hacia la salida tomando sus lienzos de secado y sus armas volteó y asintió saludando a los que dejaba atrás
-"Los veré en la cena"
Y se retiró
Los vapores densos dificultaban la visión.
Danaka guardaba silencio
Solo la voz del sacerdote Miroku llamó la atención del leopardo
-"Mi Lord…Créale a mi Oniisan…Es mejor si menos sabe"
Dentro del cuarto de Kagome, Sango no alcanzó a cerrar la puerta que la joven corrió a su cama y se desplomó sobre ella
Abría la boca gritando en silencio y cubría su rostro con el cobertor. Sus puños se aferraban a las sábanas y restregaba su rostro en el futón en negación. Su llanto silencioso rompió el corazón de la exterminadora y de Kikyo
-"Kagome! Qué te sucede?"
Kikyo se sentaba junto a ella
Kagome se incorporaba y acariciaba el hombro de Kikyo sobre el zarpazo de Inuyasha
-"Hijo de puta…"
-"Wow esa es la boca de la suprema sacerdotisa?"
El rostro lloroso de la joven Miko, conmovía a sus primas, que no comprendían el por qué de sus lágrimas.
Sollozando la joven ponía sus manos sobre las heridas y su reiki comenzaba la curación.
Suavemente el ardor y dolor se esfumaban dejando lugar a la placentera tibieza de la energía sagrada.
La carne desgarrada y la sangre brillaban y de a poco se reducían hasta desaparecer dejando la piel prístina y saludable a la vista.
Sango observaba
-"Kikyo tienes una hermosa piel sabías?"
-"Oh! Gracias Sango!"
Kagome ahora acariciaba el rostro de su prima
-"Mejor?"
-"Si, mucho! Gracias"
Sango se acercaba y acariciaba la cabeza de Kikyo
-"Maldito infeliz… Inuyasha se pierde ante su bestia, ya ha sucedido antes"
-"La próxima vez voy a purificarle el culo"
Kikyo simplemente suspiraba
-"Son los riesgos de amar a un youkai…A un hanyou"
Dejándose caer de nuevo en la cama ahora Kagome escondía la cara en la almohada y gritaba hasta que sus pulmones le ardieron.
Ahora las dos mujeres se desesperaban por la más pequeña
-"Qué sucede Kagome?"
-"Enojada con Inuyasha?"
-"No"
-"Enojada con Sesshomaru?"
La pequeña sacerdotisa negaba de nuevo contra la cama
-"Ya no estás enojada…"
-"No"
-"Bien, eso es bueno."
Kikyo caminaba ahora hacia la ventana
-"Y dime…Todo esta huída y demás fue solo por el beso de Sesshomaru?"
Sango se enojaba
-"Déjala, Kikyo"
-"Sólo quiero saber, o acaso debo matarlo por hacerte algo más?"
Kagome se sentaba y ponía su cabello detrás de su oreja sollozando
-"En parte…"
Las primas se acercaron a ella y se sentaron en la cama también.
-"Como dijo Inuyasha allá afuera, somos tooodas oídos"
Kagome les contó acerca de sus dudas y de la manera que el Inu la había encontrado y demás.
De la extraña y paulatina atracción que comenzó en ella y aparentemente se desarrolló también en él.
Y finalmente de su pedido de cortejo.
Las mujeres no lograban cerrar sus bocas.
Ahora eran cortejantes? Algo se les había escapado?
Las primas le repitieron casi al mismo tiempo
-"Acaso estás loca?"
-"Estás loca!"
-"Puede ser, pero también sé que estoy enamorada de Sesshomaru y haría cualquier cosa por él"
Caminaba ahora y se sentaba para arreglarse el cabello.
-"De todos modos no hay nada que yo pueda hacer, más que cenar y marcharme al amanecer"
Kikyo y Sango la seguían con la mirada
-"Lamentablemente no puedo hacer nada para evitar mi destino, por lo que me aferraré a lo que tengo ahora y después…Bueno, después aun no llega"
La tristeza y la congoja por el destino y la pena de su prima las acercaba a ella y la abrazaban frente al espejo.
Kikyo secretamente había estado un tanto celosa cuando crecían de los extraordinarios poderes demostrados por Kagome cada día. Siempre la quiso mucho, sus celos no eran malos, tan solo añoraba ser tan poderosa, pero ahora, sabía que gracias a esos poderes Kagome tenía marcado su destino, y en cambio ella, podría vivir en libertad, unirse a Inuyasha y formar una familia cuando quisiera…Kagome, no. Eso la llenó de tristeza. Su abrazo sincero hacia Kagome intentaba reconfortarla mientras una lágrima furtiva caía oculta por su mejilla.
-"Kami nos va a ayudar"
-"Si, él no nos dejará solas"
Pero la mayor de las Miko y la Taijiya se miraban sin decir nada
De verdad podría Kami ser tan cruel?
En la cena ya todos sentados, Danaka observaba a su Lord. Su extraño comportamiento y la constante manía de jugar con su copa de sake.
La futura suprema sacerdotisa, ahora vestía un hermoso kimono verde agua, y había recogido su cabello, y lo había adornado exquisitamente, al parecer esta noche, había dejado su humildad para verse espectacular, en verdad era un desperdicio que semejante ejemplar femenino se tuviera que apagar en un templo, con su belleza y poder ocultos al mundo solo para cumplir una tradición ridícula y sin sentido. Danaka comprendía la atracción que Sesshomaru sentía por ella y le agradaba la idea de que se unieran si acaso eso fuera posible…
Había tanto en juego… Quizás la reclusión de las Miko poderosas estando la amenaza Ryu latente, terminaba siendo una buena idea, si todas las hembras que estaban en Hakurei tenían el poder que Kagome demostraba tener, no quería imaginar lo que sucedería si los dragones secuestraran esas verdaderas "Armas" sagradas y comenzaran a criar con ellas… El resultado sería desastroso, cientos de hanyou peligrosamente potentes atacando por doquier y sirviéndole al impío Kokuryu.
El fin del mundo…
Horror…
Su mirada continuaba hacia los invitados ahora
En realidad todas las hembras se habían vestido como de fiesta para esta cena que ya todos sabían sería la última con los invitados del Este.
Sesshomaru observaba en silencio a los comensales
Los machos humanos y monjes relumbraban con sus vestimentas, Danaka se veía majestuoso, la sanadora brillaba en su asiento y su felino enamorado no lograba quitarle los ojos de encima. Ella correspondía sonriéndole tímidamente. Estaba seguro que esos dos pronto se unirían…Si acaso el tímido leopardo se atreviese a hacer algún movimiento.
Inuyasha y Kikyo comían convidándose diversos bocadillos, Miroku le guiñaba un ojo a sango que se derretía detrás de su abanico pero…
Su mirada se quedaba a hora en su hermosa novia secreta. Querría gritar a los cuatro vientos que esa mujer humana era suya, que se uniría a ella, que procrearía con gusto todos los hijos que pudiera a su lado, que los humanos, youkai o hanyou eran lo mismo para él, siempre que su estandarte fuese el honor, a él no le interesaba su raza ni su origen. Que el gran Asesino Perfecto, la perfección de matar, desearía ver nacer, crecer y poder entrenar y mostrar con orgullo a sus hijos hanyou al mundo, que nada lo haría más feliz…
Tanto lo había cambiado el…
El…
Qué iba a decir? Amor?
Acaso eso era el amor? Verte pasar toda tu vida junto a ese ser que tanto deseas?
Aceptar con agrado y sonreír a lo que ese ser tan especial haga o diga? Aunque no estuvieras de acuerdo de todo?...
Oh Kami…
Estaba enamorado…
Estaba perdido…
Apoyándose en la mesa alcanzó su vaso de sake y mientras miraba a Kagome tragaba el delicioso y ardiente licor…
Ella de pronto sintió su mirada y volteó a verlo.
Allí se quedaron, sumidos en las miradas del otro, sin importar si alguien lo notaba o no.
Todo lo que sentían intentaban decirlo con esas miradas furtivas.
El ambiente afable y grato, se teñía de agridulce para los enamorados secretos que se miraban de a momentos anhelándose.
El mestizo de Occidente que alentaba al Señor del Sur y le asentía dándole ánimo.
La respiración entrecortada del leopardo y su repentina decisión.
Poniéndose de pie Inuyasha golpeaba una copa contra la mesa varias veces
-"Atención!"
Las miradas de todos se quedaban el él
-"Aquí el amigo Hyò , tiene algo que comunicar"
Kleinez sudaba a mares pero bajando el contenido de su copa de sake de un trago se puso de pie y se dirigió a la sanadora
-"Krisstal San…El legítimo Señor del Sur… ese que fue derrocado y su trono robado…ese que no posee, ni tierras ni corona…Ese Lord se ha enamorado de una sanadora y quisiera saber si ella acepta unirse a él para acompañarlo a recuperar lo que le corresponde por derecho y sentarse a su lado como su compañera y pareja, para reconstruir el reino del Sur y formar una familia, criar a sus cachorros en tierras seguras y prósperas…"
Krisstal sentía que las piernas no le responderían si intentaba ponerse de pie.
Acaso le estaba proponiendo unión? Realmente le gustaba a ese hermoso macho?. Ella se sentía fascinada y un poco abrumada por la cantidad de ojos que la observaban muy curiosos.
Sus ojos fueron directamente a Sesshomaru
Él apenas asintió
Ella se emocionaba. Su padrino lo aceptaba y dependía de ella lo demás. Ya no lograba respirar con calma y el leopardo para empeorarlo continuaba con su maravilloso discurso.
Krisstal rogaba a su corazón
"Resiste, resiste!"
El musculoso y sensual felino ahora la miraba de frente y sin tapujos
-"No puedo prometerte cosa alguna por el momento, más que mi lealtad, y devoción absolutas…No te prometo una vida tranquila y sin problemas, pero sí, plena de afecto y cuidados…Yo mismo me encargaré de que seas feliz y nada te falte, Krisstal San"
Ella a duras penas se levantó de su asiento
-"Esta simple sanadora estaría encantada de acompañarlo Lord Kleinez, pero no soy más que esto, un médico, no tengo tierras, ni elementos de valor…"
-"Toda usted es más valiosa para este Lord, que cualquier ser viviente, cosa o elemento en existencia y sería un honor convertirla en la Señora del Sur"
El silencio reinante se rompía con los sonidos de los vasos y copas golpeando las mesas alentando a la hembra a aceptar la oferta romántica.
Krisstal colocaba un mechón de su cabello detrás de su oreja, sonrojada y sonriente bajaba la mirada y luego de suspirar se enderezaba y fijaba sus ojos violáceos maravillosos en el hermoso macho neko
-"Entonces… Yo, Krisstal , que soy solo una sanadora y médico… Acepto unirme a usted y acompañarlo con mucho gusto"
La explosión de regocijo y brindis. Los parabienes y mejores deseos. Las miradas de Kagome y Sesshomaru, de Inuyasha y Kikyo, ellos deberían esperar y dependían de demasiadas situaciones antes de poder concretar cualquier deseo de unión…
Suspiraban y bebían sonriendo, felices por sus amigos, pero sintiendo desazón por su futuro incierto.
Inuyasha si quisiera podría unirse a Kikyo, pero él también era culpable de traición y no dejaría viuda a su amada ni sola a su amiga del alma atravesar por el escarnio si todo aquello saliera a la luz. Sus ojos iban hasta su hermano
"Ojalá tu amor por ella sea tan fuerte que logres perdonar algún día"
Más tarde la cena transcurría con el mutismo del Inu y el barullo de los comensales.
Kagome se veía en la necesidad de responder a los comentarios y preguntas intentando sostener una sonrisa. Pero Sesshomaru solo estaba mudo y sus ojos brillantes se fijaban en la Miko discretamente.
Su mente ideaba millares de situaciones posibles para apartar a su novia de Hakurei, pero todas eran demasiado rebuscadas y ninguna terminaba con una verdadera solución al problema. Y lo peor, la asquerosa amenaza Ryu que se cernía sobre el mundo. Ya era tiempo de que mostraran su repulsiva cara por alguna parte. Sesshomaru temía por el Este, era el sitio más lógico para atacar. A pesar de tener frente a él a Kagome, su alma si inquietaba, Souta estaba solo y lejos, más le valía a Kumazawa que diera su vida protegiendo al gemelo de Oriente o él mismo lo destajaría con sus propias manos.
De nuevo esa sensación de pertenencia por el macho del Este. Sensación que lo frustraba y molestaba bastante.
Su humor se opacaba.
Y el sake encontró su camino velozmente a su garganta
-"Sírveme!"
La potente voz del Inu y la veloz respuesta de Jaken
-"Si mi amo!"
Kagome volteaba a ver a su flamante cortejante y sólo atinaba a eso, mirarlo confundida un tanto. Acaso estaba de mal humor…
Pronto habría una celebración en el Oeste debería estar feliz, pero no se lo notaba feliz, o sería por lo de su partida y tal vez eso lo estaba mortificando…
Cómo saber… En el fondo ella deseaba que así fuera, porque significaría que ella era importante, verdaderamente importante para él.
Sesshomaru se esforzaba para no voltear la enorme mesa y volar a todos los comensales lejos arrebatar su sacerdotisa y huir con ella.
No podía hacer eso.
Por más que lo deseara con todas sus fuerzas.
Debería soportar la cena y tratar de hacer sentir bien a los comensales, pero le era muy difícil.
Ya finalizada la cena los habitantes de palacio se dispersaban en grupos, parejas o solitarios a ultimar detalles antes de la partida de los Orientales.
Los que se quedaban intentaban apartar la amenaza de los dragones y planificar su futuro, apostando al triunfo de los aliados, por supuesto.
Y a la fe.
Ya sola en la penumbra apenas iluminada por un par de estatuillas de piedra luna, Krisstal toda un médico, finalizaba su labor y acomodaba los elementos para dejar todo a la mano y en correcto orden, si bien era la ahijada del Oeste, siempre había vivido en Oriente y temía por la guerra y su gente, estaría preparada por cualquier cosa. Ella era uno de ellos, de los apostadores a futuro, era la sanadora , se alistaba por si se necesitaba de urgencia, siempre rogando a Kami que no sucediera.
Respirando profundamente fuera del recinto el príncipe felino intentaba ganar coraje para invitarla a caminar por el jardín. Ya lo había aceptado, estaba tan emocionado que no lograba pensar con claridad.
Sentía su corazón salirse de su pecho, él era un macho fuerte y valiente, el último de su clase y esa era su prometida y deseaba estar a solas con ella. Pero era un tanto vergonzoso.
Sus ojos cristalinos y penetrantes la observaban desde la penumbra, la deseaba, tanto…. Aunque a veces se sentía culpable por tenerla en su mente todo el tiempo y hacer de lado la horrible realidad de la guerra.
Si, esa maldita guerra era la causante de la casi extinción de su clan y de la muerte de sus padres y familia.
Él era el último leopardo de las nieves que quedaba en el mundo. La guerra debía ser todo lo que ocupara su mente, recuperar el trono del Sur y reconstruir.
Pero para el joven Lord, Krisstal se había convertido en todo.
Ella se notaba demasiado ocupada y no quería importunarla. Mejor sería invitarla mañana cuando no estuviera tan atareada.
Dándose la media vuelta con intenciones de alejarse, se llevó por delante a Sesshomaru que se dirigía a los dormitorios.
-"Lord Hyò"
-"Sesshoma…Sama, onegai, discúlpeme!"
La mano del Inu se posó en el hombro del felino.
-"Veo que encontró algo de su agrado en el Oeste mi lord"
El macho Inu disfrutaba con el sonrojo del joven leopardo, y a la vez lo envidiaba si se quería decir de esa forma, porque podría cortejarla y unirse a ella cuando quisiera, pero Kagome y él no podrían, al menos no tan fácilmente.
Deseaba la felicidad de su joven ahijada y también sentía que el pobre gato necesitaba recuperar su legado.
-"No desperdicie la oportunidad de ser feliz, Lord Kleinez, o acaso enfrentar a mi ahijada le asusta más que los dragones?"
Sonrojado a más no poder agachaba la mirada
-"Es que…Me siento egoísta mi Lord, yo aquí pensando en Krisstal San y soñando como un cachorro enamorado y los Ryu arrasando con el mundo. Yo me siento un traidor"
Sesshomaru observaba los gestos del felino
-"Nadie mejor"
El leopardo no entendía sus palabras
-"Mi Lord?"
-"Nadie mejor para la ahijada del Oeste que un macho honorable y poderoso como usted"
El Daiyoukai se erguía frente al joven destronado Señor del Sur.
-"No hay traición en vivir. Y eso es lo que está haciendo usted Kleinez Sama, vivir y apostar a la vida. Si acepta un consejo de éste Lord, no pierda tiempo, aférrese a su felicidad, usted mismo lo dijo, el Ryu está al acecho y todo se puede perder en un instante."
-"Lucharemos!"
-"Por supuesto, pero puede que no ganemos y en el último aliento se arrepentiría de no haber abrazado la esperanza a tiempo"
Los ojos de los Señores cardinales brillaban con el lejano reflejo de la habitación de la sala del sanatorio.
El rostro de Sesshomaru dejó entrever una veta de añoranza. El joven Lord no lo dejó pasar.
-"Y usted mi Lord…Debería aferrarse también"
El macho Inu regresó a su máscara ilegible
-"Buenas noches Lord Hyò"
Asintió con su cabeza y comenzó a alejarse, Kleinez suspiró indeciso y finamente se atrevió
-"Somos los Señores de los cuatro puntos Cardinales, somos absolutos en este mundo, nosotros tenemos la última palabra"
Sesshomaru se detuvo pero no volteó, solo esperó a que el leopardo terminara de hablar
-"Siempre podemos cambiar algunas costumbres que ya no son de utilidad, ya sabe"
El Inu sonrió apenas, de inmediato supo que su deseo por la Miko no era un secreto para Kleinez, continuó su camino pero de espaldas agregó
-"En unos días, la luna será azul, será una buena época para una ceremonia de unión youkai, ya sabe"
El neko resoplaba riendo
-"Lo tendré en cuenta, Mi Lord"
Así el Daiyoukai continuó su camino hacia su habitación y el joven neko acomodó su haori y sus katanas mientras caminaba hacia el recinto donde se encontraba Krisstal.
El suave carraspeo atrajo la atención de la joven doctora.
-"Necesitas ayuda, Krisstal San?"
Entrada la madrugada y a un par de horas de la partida, los humanos que no estaban de guardia dormían.
O eso intentaban
Al menos Kagome lo intentaba…
Su respiración era intensa y errática… Sacudía de a momentos su cabeza negando
-"No!... No! Guardias! No!"
Su hermoso cuerpo estaba bañado en sudor. Su energía sagrada comenzaba a fluctuar incomodando el sueño de los demás sagrados y alterando los sentidos de los youkai.
Aún sumidos en sus sueños… Sentían la incomodidad de sus almas…
Para Kagome todo pasaba frente a sus ojos y no podía hacer nada…
Agazapados entre las sombras los dragones y su ejército esperaban el mínimo descuido para atacar el palacio. Pero era una fortaleza sagrada al igual que el templo del monte.
Náraku le había sugerido a su tío que lo mejor sería atacar el puerto, que era vital para la supervivencia del clan sagrado, pero Kokuryu se dirigió directamente al palacio de las Almas.
El grupo de invasores, se deslizaba dentro de la fortaleza sagrada. Náraku, el maligno hanyou, esparcía una bruma venenosa que ponía a los guardias y habitantes de palacio en un estado de somnolencia profunda. Eso les permitía a los dragones ingresar sin ser vistos ni detenidos.
Los que tuvieran un alma más poderosa resistirían y eso ellos lo sabían y lo esperaban del General Gobernante del Este, pero no se detendrían por eso.
Entre penumbras y vapores tóxicos, la avanzada Ryu dentro del castillo Higurashi era indetenible. Tomaban las armas, las riquezas, los alimentos, incendiaban las estancias interiores, los cuadros y pinturas antiguas, los tapices y cortinas, los jardines y demás. Arrancaban a las mujeres de sus lechos y arrastradas por el cabello las arrojaban en la plazoleta de ingreso.
Náraku y su tío por su parte se encontraban de pie junto al General Souta que dormía muy alterado, como luchando y no lograba despertar.
Los intrusos al ver esto sonrieron y luego comenzaron a reír cada vez más fuerte, mientras Náraku sacaba un puñal de sus vestiduras y se lo entregaba al Lord Ryu.
-"Mátalo!"
El dragón sin pensarlo dos veces tomó el puñal con ambas manos y con la mirada desquiciada y riendo enloquecido clavó la afilada hoja en el cuerpo del Señor del Este causando que abriera los ojos de pronto para cerrarlos unos segundos después y para siempre…
