NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.

HOLA DE NUEVO.

EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.

MIL DISCULPAS POR DEJAR PASAR TANTO TIEMPO EN ACTUALIZAR, CON ESTA PANDEMIA TAN HORRENDA, ESTAMOS TODOS ALTERADOS, CON MÁS RAZÓN ESCRIBIRÉ CADA VEZ QUE PUEDA, SI EN ALGO PUEDO ALEGRARLOS UN POCO,ESO ME HARÁ INMENSAMENTE FELIZ.

HUBO UNA FILTRACIÓN EN WATTPAD, ME HACKEARON LA CUENTA Y EL MAIL, YA NO ME PERMITE INGRESAR NI UTILIZAR MIS CONTRASEÑAS, OBVIAMENTE NO PODRÉ TERMINAR DE PUBLICAR NADA ALLÍ, A NO SER QUE ABRA OTRA CUENTA. LO CUAL VOY A PENSAR DOS VECES. SI ALGUIEN TIENE CUENTA ALLÍ, POR FAVOR DE VER ALGÚN MENSAJE DESAGRADABLE O ALTERACIONES EN MIS HISTORIAS, SEPAN DISCULPAR, NO SERÉ YO QUIEN ESTÉ DETRÁS DE AQUELLO. DESDE YA REITERO MIS DISCULPAS.

CON ALGUNAS DIFICULTADES PARA ESCRIBIR Y ACTUALIZAR, ESPERO SEPAN DISCULPAR LA DEMORA.

UN ABRAZO GIGANTE Y QUÉDENSE EN SUS CASAS, CUíDENSE MUCHO.

GRACIAS POR SU CARIÑO, TIENEN EL MÍO.

Capítulo 35

En Hakurei las Miko y el anciano meditaban y oraban mientras las luces de la cuidad y su guerra se vislumbraban desde la cima.

Kagome intentaba orar pero las lágrimas de miedo y rabia no le permitían ver nada.

Cerraba sus ojos para intentarlo pero era inútil.

Kikyo y Sango no le quitaban los ojos de encima. De a ratos observaban también al anciano que musitaba sus mantras tranquilo al parecer.

Nada podría estar más lejos de la verdad.

Hiten estaba desesperado pensando en su Hija, su nieto, sus gentes, su tierra.

De nuevo los dragones.

Habían causado tanto daño ya.

Su hijo, Taisho Touga, medio ejército del Norte, casi todo el ejército del Sur, y gran parte del ejército aliado del Este y Oeste habían sido el precio a pagar de la caída del clan Neko a manos del maligno Dragón Ryokotsusei… Ahora su hijo, y su muy peligroso sobrino…

Nada bueno podría salir de todo aquello.

De pronto la explosión de energía en la explanada.

Kagome miró a su anciano abuelo levantarse del suelo quejándose y maldiciendo por doquier.

-"Jiisan?"

-"Malnacidos, que sus almas se pudran en los infiernos y que nada de ellos quede sobre la faz de la tierra y ojalá los desintegren y el viento se lleve sus asquerosas cenizas!"

La joven Miko sonrió conociendo el fuerte carácter de su abuelo y verlo perder los estribos, era muy gracioso, tragicómico quizás pero ver que por fin reaccionaba era una bocanada de aire fresco para ella.

Las demás Miko estallaban en risas que intentaban esconder.

Hidoriko se ponía de pie y comenzaba a seguir al anciano.

-"Todas! Vayan a hacer sus tareas, luego … veremos"

Y así las Miko hicieron lo que su directora espiritual les indicaba

El anciano no cesaba de despotricar, estaba exaltado pero no en una buena forma.

Quería estar allá, necesitaba estar allá, prefería mil veces morir en batalla que escondido en un templo lleno de mujeres.

Hidoriko y Kagome se mantenían cerca de él, pero no lograban calmar el fuerte temperamento del anciano monje.

-"Pueden sentirlo? Pueden?"

Hiten se refería a la fluctuación de la energía sagrada que de a ratos parecía decaer.

Cuando eso sucedía el youki se elevaba, para luego decaer y elevarse el reiki otra vez.

La guerra era encarnizada al parecer.

-"Si, por supuesto que siento las fluctuaciones"

-"También yo, abuelo"

-"Tengo que hacer algo! Urgente!"

Hidoriko y Kagome se miraron dudando acerca si decirle o no

Cómo tomaría el anciano del Este el hecho de que Hakurei ya no fuera solo un templo de meditación y reclusorio para las mujeres sagradas, sino un formador de guerreras, de luchadoras expertas en el manejo de armas y diversas técnicas de lucha cuerpo a cuerpo, sin nombrar su entrenamiento en el uso de sus energías también como defensa, no solo para sanar y purificar.

Podría Higurashi Hiten resistir una novedad como esa?

Mientras caminaban siguiendo al anciano este ingresó al recinto de armas antiguas del templo.

Debería verse como un museo, y así era, solo que más adentro estaba otro cuarto lleno de las armas de combate de las Miko y… La armadura de Capitán que Kagome había sustraído tiempo atrás.

-"Hiten Sama"

-"Jiisan"

Pero él no se detenía

-"Voy a entrenarlas!"

Dijo y abrió las puertas del salón

Se había decido a entrenar a las Miko con las viejas armas de antaño.

Si habían servido antes, también servirían ahora.

-"Pero, abuelo"

-"Ayúdenme a llevarlas a la explanada, y reúnan a las demás, se necesita un milagro para detener a los reptiles de mierda y eso es lo que voy a fabricar ¡UN MILAGRO! Vayan! ¡! AHORA!"

Kagome intentó detener a su abuelo tal vez contarle que no era necesario todo aquello, que ellas podían viajar hacia palacio con su poderoso ejército, pero el anciano estaba enloquecido y no quería escuchar razones.

Kagome le dijo a Hidoriko que reuniera a las demás. Que se preparen para la batalla y que por la entrada trasera buscaran sus armamentos.

-"Diles que se formen en el frente del templo"

La suma sacerdotisa asintió y eso hizo.

Kagome por su parte se dirigió al otro salón oculto.

Mientras el anciano acarreó como pudo varias armas y las dejaba en el piso de la explanada y regresaba en busca de más.

Con la ayuda de un par de sacerdotisas que encontró en los pasillos, continuó su ardua tarea.

Unos momentos después, las Miko ya listas se formaban y permanecían allí en espera de órdenes, completamente ataviadas y preparadas, con sus armas en las manos, esperaban órdenes de su General, Higurashi Kagome. Ellas, no sabían por qué estaban allí si el anciano sacerdote aún podría descubrirlas pero eran mandatos de la suprema sacerdotisa y la heredera del Este. Si ellas pensaron que era correcto así era.

Kagome estaba de pie frente a la armadura de Capitán.

Vieja y maltrecha, tenía roturas causadas por lanzas, espadas y flechas, roturas que ahora no encontraba. Había sido restaurada, remendada, reforjada y lustrada por las sacerdotisas cuando ella la dejó en Hakurei.

Se veía hermosa

"Ven vieja amiga, tú y yo, vamos a cabalgar una vez más"

Hidoriko ingresaba por la puerta oculta.

-"Yo te ayudaré Kagome Sama"

-"Sama? No te parece demasiado? Cuando seas la esposa de Souta yo tendré que llamarte Hidoriko Sama"

Mientras se vestía, su corazón se constreñía, sabía que a Sesshomaru no le iba a gustar que le hubiera mentido, sabía que quizás le significara morir por traición, pero su tierra, su gente, la vida de su hermano, la vida de su amor estaban pendiendo de un hilo, o quizás no. Pero nada le importaba, tenía que verlo con sus propios ojos, vengar la muerte de su padre, detener la locura que esos reptiles habían sembrado en el mundo, robándole las esperanzas y la fe a los habitantes, salvar lo que se pudiera aunque le significara perder el amor y la confianza del Señor del Oeste.

Sango y Kikyo se colaban silenciosamente.

Sus corazones se quebraban a medida de ver como cada pieza de la armadura iba quedando en su lugar

-"Sabes que a Sesshomaru no le va a gustar esto"

-"Si, sabíamos a lo que nos enfrentábamos desde el principio"

-"Así es, pero Kagome"

-"Amo a Sesshomaru, aunque al principio lo hice por Inuyasha, por honrar el pacto, sigue siendo por amor, amor del bueno, y por esa clase de amor, vale la pena morir"

En el Este la cruenta guerra estaba recrudeciendo minuto a minuto, Sesshomaru estaba ya con sus manos en la tierra, de su nariz goteaba sudor y sangre cayendo, bautizando el campo de batalla con la sangre del general perro.

A su lado caía casi rendido, Miroku.

-"Monje! Refuerza la entrada de palacio! Allí están las miko sanadoras y ellas corren más riesgo que nosotros!"

-"Sí, mi Lord!"

Y así Miroku corría con las pocas fuerzas que le quedaban para intentar refrenar la acometida reptil, en contra de las sacerdotisas.

Ellas sanaban y purificaban a los caídos y mucho s de ellos se restablecían como para continuar luchando, y si se daban cuenta los dragones se convertirían en las próximas víctimas del ataque feroz.

Souta blandía su katana a diestra y siniestra arrastrando a un gran número de dragones a su muerte.

Estaba agotado y no estaban ganando. Sentía en su corazón que necesitaban el apoyo de Hakurei.

Pero cómo llegar hasta ellas?... Cada elemento era necesario no podía prescindir de nadie para ir a avisar.

Y estaba la reacción de todos, los señores gobernantes y terratenientes, muchos de ellos habían tenido hijas sagradas y las habían recluido en el Templo, parta que llevaran una vida de recogimiento, meditación y crecimiento espiritual…

Con qué se encontrarían?

Con eximias guerreras perfectamente capaces de protegerse y proteger a toda una nación.

Souta negaba con la cabeza suspirando, definitivamente no sería bueno el resultado de exponer a las sacerdotisas y su ejército, pero…

Sesshomaru caía cerca del Señor del este y alcanzaba a verlo mover su cabeza en negación.

Acaso se estaba dando por vencido?

Acaso eso había sido todo?

-"A qué le dice que no, Lord Higurashi"

La profunda voz del temible Señor del Oeste retumbaba en su pecho.

Se giró para verlo.

-"No debo perder más tiempo y debo volver al frente"

Sesshomaru afinó los ojos dorados

-"En ese caso… Lo acompañaré"

Y ambos con sus katanas en ambas manos arremetieron contra los dragones.

En el choque el gemelo fue expelido con violencia pero el Daiyoukai lo atrapó en el aire.

-"Arigatô Taisho Sama"

Medio gritando Souta agradeció que le evitara una caída horrenda.

-"Hn"

Los ojos de oro brillante con los reflejos del fuego y la noche se fijaron en los ojos del joven sagrado.

En eso una explosión los hizo reaccionar a Souta cerrar los ojos por la sorpresa y a Sesshomaru apretar al joven contra sí.

Ninguno supo qué hacer cuando se encontraron en el suelo de repente, de pie entre todo el pandemonio.

Ambos buscaron un flanco y atacaron, no hubo tiempo de pensar en aquello.

En el Oeste, Inuyasha insultaba a diestra y siniestra desesperado por no estar con ellos.

Observaba la batalla en el medallón de Irasue que había llegado al Oeste para quedarse.

No dejaría solo al mestizo y menos a su "nieta" Rin y al pueblo de la Luna.

-"Cálmate, nada logras con ponerte de esa manera, hanyou"

-"No me vengas con esa mierda de hanyou aquí, mestizo de allá, hoy no me importa! Quiero estar allá y patearles el culo a esos gusanos apestosos"

Irasue desearía transportarlo hasta allá, pero era más que necesario que sostuviera el trono del Oeste. Sin Sesshomaru allí, nadie podría hacerlo, solo la sangre de un Taisho podría mantener la gloria de Occidente.

Al ver la explosión, Irasue se decidió

-"Llamaré al lobo del Norte"

-"¿Qué? Al sarnoso de Kouga? Ese ni sabe encontrarse su propio culo, va a poder ayudar al idiota!"

-"Inuyasha"

Al escuchar su nombre pronunciado por su madre del corazón quedó en silencio.

Los bellos ojos dorados de ambos se encontraron

-"Todo va a estar bien, cachorro, ya verás"