NO SOY DUEÑO DE INUYASHA. PERO SI SOY DUEÑO DE MIS HISTORIAS Y NO DOY PERMISO A NADIE A UTILIZARLAS.
HOLA DE NUEVO.
EN ESTE VIAJE LOS LLEVARÉ A UNA HISTORIA DIFERENTE, CON AVENTURAS, CONFLICTOS ROMANCE… UNA HISTORIA MUY DESDE EL FONDO DE MI IMAGINACIÓN. NO ES LA PRIMERA DE ESTE GÉNERO NI SERÁ LA ÚLTIMA, PERO ESPERO QUE SEA UNA DE LAS MÁS ENTRETENIDAS.
MIL DISCULPAS POR DEJAR PASAR TANTO TIEMPO EN ACTUALIZAR, CON ESTA PANDEMIA TAN HORRENDA, ESTAMOS TODOS ALTERADOS, CON MÁS RAZÓN ESCRIBIRÉ CADA VEZ QUE PUEDA, SI EN ALGO PUEDO ALEGRARLOS UN POCO,ESO ME HARÁ INMENSAMENTE FELIZ.
HUBO UNA FILTRACIÓN EN WATTPAD, ME HACKEARON LA CUENTA Y EL MAIL, YA NO ME PERMITE INGRESAR NI UTILIZAR MIS CONTRASEÑAS, OBVIAMENTE NO PODRÉ TERMINAR DE PUBLICAR NADA ALLÍ, A NO SER QUE ABRA OTRA CUENTA. LO CUAL VOY A PENSAR DOS VECES. SI ALGUIEN TIENE CUENTA ALLÍ, POR FAVOR DE VER ALGÚN MENSAJE DESAGRADABLE O ALTERACIONES EN MIS HISTORIAS, SEPAN DISCULPAR, NO SERÉ YO QUIEN ESTÉ DETRÁS DE AQUELLO. DESDE YA REITERO MIS DISCULPAS.
CON ALGUNAS DIFICULTADES PARA ESCRIBIR Y ACTUALIZAR, ESPERO SEPAN DISCULPAR LA DEMORA.
UN ABRAZO GIGANTE Y QUÉDENSE EN SUS CASAS, CUíDENSE MUCHO.
GRACIAS POR SU CARIÑO, TIENEN EL MÍO.
Capítulo 36
Y así se hizo.
De inmediato Irasue abrió un portal que se abrió en el centro del salón principal del palacio guarida de los Lobos del Norte.
-"Lord Kouga…."
El joven lobo se giró rápidamente
-"Irasue Dono! Pero no es posible!"
-"Hay una reyerta muy importante en el Este…"
Viendo a la mismísima madre de Sesshomaru frente a él, rápidamente se compuso y respondió
-"Lo sé, han llegado noticias escalofriantes mi ejército está preparado para la batalla"
Inuyasha interrumpió
-"No hace falta que vengas sarnoso, tu pueblo te necesita"
Inuyasha tenía razón. Sin embargo el Señor del Norte había preparado todo por si acaso se les ocurriera a los reptiles regresar. Estaban recuperándose del tremendo golpe propinado por los mismos dragones que ahora atacaban a Oriente.
-"Los clanes de las montañas tienen guaridas ocultas, en ellas está seguro mi pueblo. Sólo mi ejército y yo permanecemos en tierras bajas. Y estamos listos para asistir a Occidente y honrar el pacto"
-"Yo iré también"
-"Inuyasha…"
Los ojos del hanyou se abrieron con la sorpresa. Al igual que Irasue, Kouga nunca lo llamaba por su nombre.
-"Lo que resta de la sangre de Inu No Taisho no debe perderse. Si algo sucediera, el Oeste cuenta contigo y contigo nada más"
Los dragones habían acabado con el gran General perro, Sesshomaru era espeluznantemente poderoso, sin embargo Todos eran cautelosos a la hora hablar, si de enfrentarse a los reptiles traidores se trataba.
-"Keh! El hijo de putas, con perdón de la dama aquí presente, se las va a ingeniar para patearles las pelotas a esos malnacidos!"
-"Entonces seremos dos"
Kouga sonreía pero su mirada fija en el mestizo le comunicaba su intención de no fallar, y de luchar hasta morir
-"Solo trata de no perecer en el intento, piojoso"
-"Ja! Si claro, como si fuese tan fácil derrumbarme aliento de perro…"
Volviéndose hacia la Dama del oeste
-"Lady Irasue, estamos listos, si fuera tan amable de ahorrarnos el viaje"
-"Asegúrate de que regresen todos, lobo"
-"Esa es la idea… "
Y así el meidou se fue agrandando hasta permitir que el majestuoso ejército del Norte encabezado por su líder, Kouga fue adentrándose en él hasta que el último traspasó y el portal se cerró.
En el Este los dragones revoloteaban escupiendo fuego sobre los aliados que repelían sus ataques, estaban tan compenetrados en la lucha que no se daban cuenta de lo mucho que necesitaban ayuda.
Y esa ayuda no se hizo esperar.
El inmenso meidou se abrió en el centro de la explanada del palacio del sol y el Norte arremetió con sus lanzas y gritos de guerra sin detenerse ni siquiera a mirar donde se encontraban. Los cruces de espadas, lanzas, fuego y garras eran tremendos.
Sesshomaru y Kleinez peleaban espalda con espalda.
El leopardo vio a Kouga pasar frente a ellos
-"El Señor del Norte ha llegado!"
Sesshomaru no perdió tiempo en mirar y continuó su lucha.
Había visto en portal por supuesto, pero pensó que Inuyasha sería el que apareciera.
Nadie más que su madre podría estar detrás de aquello, su madre… muerta sumida en el inframundo, seguramente desde donde estaba, junto a su padre y a Izayoi lo estaría protegiendo
-"Arigatô, madre"
Con todo ese fuego gritos y ruido sus palabras solo quedaron para él y para Irasue que lo controlaba de cerca con su medallón
Ella sonrió
Inuyasha por supuesto algo tuvo que decir
-"Miren al infeliz Gracias mamá, gracias mami, Keh! A Bakussaiga es a la que deberías agradecerle"
La hermosa Inu pura sangre lo miró
Ese mestizo era adorable a sus ojos.
No pudo más que apenas levantar la comisura de sus labios
-"Eres tan tierno, semi humano"
-"Si, si ya calla que no escucho los lloriqueos de Sesshomaru"
Esa era la clase de relación que unía a esos dos, luego de la partida del General. La dama del Oeste debió regresar, no soportaba ver a sus cachorros enfrentando los problemas todos los días solos, si no fuese por el valeroso General tigre…
Controlaba todo desde las sombras, hasta que un día decidió presentarse frente al que ella pensó era el más débil. Pero como se había equivocado…Cuando lo confrontó, un Inuyasha de 11 años humanos logró desenvainar a Tetsussaiga, la llamada Tessaiga y la enfrentó con ella. Irasue asombrada pudo ver en su dorada mirada el fuego ardiente de la sangre Taisho. Luego de aquello nunca se alejó demasiado. De vez en vez lo visitaba y controlaba a su hijo, ellos eran el futuro del Oeste aunque le quedaran pocas apariciones ella no los abandonaría. Había costado un poco pero la paz al fin reinaba, al menos entre ellos dos.
-"Y hablando de eso… Cuándo le dirás que no has muerto? Eh? sabes que el malparido no te lo perdonará"
La hermosa dama del Oeste estaba segura que así sería. Pero si ella no ocultara la realidad de su desaparición, Sesshomaru jamás se hubiese quedado en el Oeste ni hubiese tomado posesión del palacio de la Luna, ni mucho menos hubiese mantenido a salvo sus tierras, su gente y su legado. Ofendido como estaba con todo y todos con la "debilidad" de su madre por morir, la "debilidad de su padre por emparejar a una humana y tener un medio hermano hanyou, eso era demasiado! El entonces joven Daiyoukai hubiese dejado todo atrás por alejarse de lo que había considerado un lastre, una vergüenza, una humillación, dejándola a ella con todo y desapareciendo para nunca regresar.
Obrando como ella lo hizo, no le dejó otra alternativa que abrazar su legado y transformarse en el Señor del Oeste, llevando a su actual gloria a la casa de la Luna enorgulleciéndola a ella y a todos los antepasados del clan Inu plata.
Suspirando un poco y jugando con una hebra del cabello del mestizo
-"A su debido tiempo lo sabrá"
Inuyasha le quitó su cabello de entre los dedos y se giró alejándose un poco
-"Si tú lo dices…"
El mestizo se juntaba de hombros, él sabía que tiempos muy duros se avecinaban para su medio hermano, si descubría que Kagome lo había engañado, todos los que supieron de aquello, también y para empeorar las cosas, Irasue se había convertido en guardiana y señora del inframundo, no había muerto como le habían hecho creer tantas veces…Toda la vida. Sesshomaru se enfrentaría entonces a la peor traición cometida contra un ser humano, o un youkai, en la historia de Japón y lo peor de todo es que se había cometido contra un Lord Cardinal. Y el más poderoso y peligroso.
-"No olvides que soy la Señora del inframundo, yo gobierno la muerte, deberá aceptarlo si o si"
En Hakurei el ejército de Mikos estaba formado y expectante, completamente en silencio.
Sango, Kikyo, Hodoriko rodeaban y abrazaban a Kagome.
-"Te ves impresionante como siempre"
-"Gracias Kikyo…"
-"Kagome… Nosotras…"
-"Ni lo intentes, Sango, ella no te escuchará"
-"Lo sé, pero todo esto y antes…Será considerado alta traición"
La exterminadora estaba muy compungida.
Las sacerdotisas también, pero estaban decididas a asistir en la batalla pase lo que pase.
-"Vamos, el abuelo no tarda en terminar de sacar las armas"
-"Kagome…Sesshomaru no se caracteriza por ser un macho comprensivo y tolerante"
-"Si, también sé que ustedes, Inuyasha y Kohaku serán acusados junto conmigo"
-"Eso no nos importa!"
-"No importa!"
Las jovencitas al unísono respondían
Kagome las veía con ternura infinita
-"Ven? A mí tampoco me importa lo que pase, si con eso logro que Oriente se salve y los dragones sean detenidos y desterrados!"
Las mujeres comprendieron, se pusieron en su lugar y ellas hubiesen hecho exactamente lo mismo.
Ajustándose la pechera de la armadura comenzó a caminar. Las primas y su futura cuñada también vestían atuendos de batalla.
Hiten corría con las dos ayudantes y cuando salió del templo, lo que vio, provocó que las armas cayeran de sus brazos desparramándose en el piso.
-"Pero qué…?!"
El imponente ejército sagrado estaba formado con perfección. Sus líneas y uniformes eran fantásticos. Blanco y plata para simbolizar su extrema pureza y valor.
Kagome ingresaba a paso firme hacia el centro del lugar
-"Prepárense! Ya partimos!"
El anciano no daba crédito a sus ojos
-"Ka…Kagome…"
Ella quedó frente a las demás.
Su armadura de capitán inspiraba a las demás mujeres luchadoras.
-"Qué significa esto?"
-"Te amo abuelo, pero no hay tiempo de explicar ahora, las demás compañeras lo harán"
Y girándose Con un movimiento de su brazo indicó al poderoso ejército que avanzara.
-"Kikyo, los caballos"
-"Están listos afuera del pasadizo"
Los ojos del anciano…
"Kikyo también?"
Estaba entre el orgullo y la desesperación. Ellas eran la respuesta a sus súplicas a Kami, pero eran sus nietas, sus purísimas nietas y se iban a la guerra contra la raza más inmunda que existía en el Japón
Las guerreras poco a poco fueron desapareciendo dentro del túnel secreto.
Las Miko más jovencitas y algunas ancianas ayudaron al monje a regresar las armas al museo.
Hiten no decía una palabra, estaba aterrado. Era maravilloso por supuesto, pero guerreras en vez de sacerdotisas? Qué dirán aquellos que confiaron sus hijas a Hakurei para protegerlas, para cultivar sus dotes de sanación y manejo de sus energías…
-"Por kami qué es esto?!"
Una joven sacerdotisa le respondía
-"Esto Higurashi Sama es lo que ve, El ejército de Hakurei"
El monje se iba desvaneciendo y las jóvenes ayudantes lo sostuvieron.
Le acercaron un asiento, le abanicaron también.
Con mucha ternura, lo acompañaron dentro del Templo, donde una anciana Miko le servía té y algunas masas.
-"Hakurei era como una tumba a la que nos enviaron a envejecer y morir… No prefiere ver que estas maravillosas y poderosas mujeres hicieron algo fantástico con sus vidas?"
Los ojos del anciano se llenaron de lágrimas. Esa anciana debe haber pasado toda su vida entre esas cuatro paredes. Tantas noches perdió el sueño pensando en eso mismo, Kagome era una luz en sus vidas y sería enviada al templo para pasar el resto de sus días recluida apagándose sin remedio… No vería sus hijos ni sus herederos, suavemente el alivio le llenaba el alma. Ahora ese temor se había desintegrado transformándose en esperanza.
El hombre se puso de pie y flanqueado por las ayudantes y la anciana fue al salón de meditación donde se encontraban las otras jovencitas tejiendo y bordando.
Preocupadas bajaron sus labores y lo vieron fijamente a los ojos esperando ser juzgadas y condenadas.
Pero la sonrisa del monje les dio el alivio que necesitaban.
-"Este anciano puede respirar aliviado ahora, han hecho algo maravilloso, felicitaciones!"
Las sacerdotisas se sintieron muy felices
-"Mírense! Son dignas herederas de Midoriko sama!"
La carne de gallina se apoderaba de su piel, ellas vibraban con las hermosas palabras del gran monje Higurashi.
-"Se veían imponentes verdad?"
Las niñas sonrientes respondían
-"Hai!"
En su mente, mientras saboreaba una masa repetía
"Ten cuidado con Sesshomaru, Kagome…"
Cabalgando firmemente el Capitán Higurashi encabezaba un enorme regimiento de sacerdotisas extremadamente peligrosas y mortíferas.
Frente a ellas las luces de la batalla que se reflejaban en el cielo oscuro de la noche cerrada, les indicaban el camino directo a la Casa del Este.
Kagome cerraba y apretaba la mandíbula.
"Resiste Souta, ya voy…"
Su mente viajaba a hora al macho Inu de ojos dorados y plateados cabellos.
"Mi amor… Lucharé a tu lado hasta el fin…"
Los ojos se enturbiaban por lágrimas de tristeza
"Luego te daré mi katana y mi armadura, tú harás conmigo lo que consideres mejor"
En el Este, Danaka recobraba el conocimiento.
Notablemente mejor se incorporaba y se colocaba sus armas a la cadera y sus pieles.
Noriko estaba en la puerta por salir a buscar más soldados caídos.
A punto de salir del palacio Danaka se quedó mirando a la hermosa sacerdotisa que amagaba que salía y que no, ya que las bombas de fuego no cesaban de caer.
-"Si me permite, Miko Sama, yo la ayudaré"
Noriko se giró y al hacerlo se encontró con el hermoso y noble General tigre de la Casa de la Luna.
-"Danaka Sama…No debería estar levantado!"
-"Higurashi… Dono…"
Su memoria era clara, la esposa del difunto Higurashi Ken. La profunda reverencia en agradecimiento.
-"Gracias por salvarme"
-"Tora Sama… Usted no debe reverenciar agradeciendo, soy yo quien debe hacerlo"
La bella mujer le tomó las enormes manos con garras
-"Usted ha hecho tanto por Ken y por la alianza…"
Cierto era que Danaka había ido "ablandando" a Sesshomaru con los siglos acerca de sus negativas ideas con respecto a los humanos. Aquello había logrado que el clan Higurashi despertara el interés del Oeste, el heredero del general Inu, comprobó la lealtad y hombría de bien del clan humano, lo que llevó a que la alianza dejara de ser una utopía para convertirse en una poderosa realidad.
Ahora muchos años después, las circunstancias los llevaban a reencontrarse.
Lamentablemente en el peor de los escenarios.
-"No se preocupe General, vaya, el regimiento de aliados seguro lo necesita"
-"Está usted segura Higurashi Sama"
Las explosiones los aturdían, apenas se escuchaban.
-"Hai!, Estaremos bien"
Mirando hacia atrás un gran número de sacerdotes y Miko sanadoras atendían a los heridos y otros esperaban las órdenes de la dama Higurashi para salir en busca de más.
El tigre asintió, desenvainó sus katanas y de un salto se perdió entre el humo, las chispas y las salpicaduras de sangre
