Obligación Parental
Todo tu cuerpo se sentía de piedra, el aire te faltaba y tus ojos no podían apartarse de la figura de tu tía de pie a tu costado. Su expresión era de completo asombro, y cuando tuviste la fuerza de levantarte retrocediste como una cría amenazada por un depredador, casi creíste que te fallarían las piernas y que acabarías protagonizando la caída más embarazosa de tu vida. Ella traía en sus manos un par de bolsas con despensa y rápidamente apretó los puños ante la conclusión que llegó su mente en cuestión de segundos. Ahogado en adrenalina apenas registraste el sonido de pasos a tus espaldas, sobresaltándote un poco con el toque de Ashley en tus hombros, quien lucía indiferente con el reencuentro, a diferencia de Andrew que incluso se había colocado por mascara una sonrisa cordial, acción que no entendías, pues no habían venido aquí para fraternizar.
— ¡Bienvenida a casa! —la recibió con tal alegría que te estremeciste.
— ¿Q-Qué están haciendo aquí?
— ¡Sorpresa! Vinimos a visitarlos.
Siempre fuiste amante de las sorpresas pero ésta estaba siendo la peor en tu top diez. Y lo que fue peor, te diste cuenta que odiabas haber sido el primero en ser descubierto, nunca fuiste un buen perdedor cuando se trataba de jugar a las escondidas.
—Oh, ya veo —comentó la Sra. Graves mientras volvía a escanear sus figuras un tanto más recuperada de la impresión, sólo para que este sentimiento fuera reemplazado por disgusto en cuanto Ashley habló.
— ¿Por qué estás en casa tan rápido? ¿Te despidieron o algo así?
—Es… mi día libre. Sólo estaba de compras. —Los ojos verde limón que yacieron confundidos se tornaron suspicaces en un segundo mientras contemplaba sin disimulo a sus hijos del mayor al menor y tú: el parche—. ¿Cómo entraron?
Y cuando pensaste que estaban a nada de ser descubiertos en su travesura, Andrew dijo la excusa más simple, pero no por ello menos sólida.
—Dejaste la puerta abierta, deberías tener más cuidado con eso.
— ¿Lo hice?
—Déjame ayudarte con esas compras.
—…Gracias. Debieron avisarme que vendrían
— ¿Qué te parece un poco de café? ¿Dónde lo guardas? —Por lo que notabas, tu primo-hermano estaba decidido a desviar la atención de tu tía, o al menos aplazar las respuestas a las dudas que tenía escritas en su cara. Vaya que él fingía bien, una vez más estabas celoso de sus habilidades.
—En la alacena superior… Pero, ¿qué pasó con la cuarentena? —La Sra. Graves insistió.
— ¿Quieres leche en tu taza?
—…Seguro. Iré a lavarme la cara, en un momento estaré con ustedes.
Tu tía se retiró hacia el sótano una vez dijo aquello, y cuando se perdió de vista sentiste un gran alivio, estaban a salvo por ahora. Sin embargo, tal parecía que tus hermanos no pensaban lo mismo que tú. Ashley no tardó un minuto en acortar la distancia con Andrew para recriminarle su actuar apenas guardando un poco de compostura susurrando, ya que no le apetecía llamar la atención de su madre en esos precisos instantes.
— ¿Qué demonios estás haciendo?
—Sólo sígueme la corriente por ahora, por favor.
—Ugh, ¿te das cuenta de lo estúpido que fue delatarnos así?
—Ella vio a Archie. ¿Qué más esperabas que hiciera? ¿Qué me escondiera bajo la cama?
—No, sólo podías no haber echado a correr tan estúpidamente a recibirla.
— ¿Qué crees que le hubiera pasado a Archie si no venía a enfrentarla por él?
—Archie no es idiota y lo sabes, él no nos delataría.
—Ya, ya, pero… ugh, no es momento para esto ahora. Será mejor que nos pongamos en obra antes de que ella termine de organizar sus ideas.
—Bueno, en fin, supongo que prepararé el estúpido café —gruñó Ashley después de un muy pesado suspiro, mismo que te hizo sentir profundamente culpable.
—…Lo siento —dijiste con un hilo de voz, avergonzado por haber actuado como el cebo menos útil de la historia y eso que te habías prometido dejar de ser una carga para ellos. Ambos al ver tu expresión suavizaron las suyas de inmediato, compartiendo un acuerdo silencioso.
—No, Archie, no te estamos culpando de nada —dijo Ashley.
—Sí, Archie, estas cosas pasan —añadió Andrew con cierta torpeza—. De hecho, ya que no estaremos en modo sigiloso más, puedo pedirle a mamá que te permita ver la televisión. Apuesto a que contrataron cable para que puedas ver algunas caricaturas. ¿Qué dices?
—A la mierda, no necesitamos su permiso —decidió Ashley encaminándose al televisor frente al sillón para poner el aparato en marcha.
Andrew rodó los ojos con fastidio pero en lugar de regañarla por su impulsividad, prefirió alentarte a que fueras a idiotizarte con la caja para idiotas, una encomienda que aceptaste hacer con timidez, ya que aunque una parte de ti no se sentía cómoda tomándose esas libertades en casa ajena (pertenecía a tus tíos y eso te hacía sentir aún más intruso), la parte más dominante te recordaba cuanto extrañabas sentarte a mirar con tranquilidad los programas que tanto te gustaban.
Ashley te sintonizó un canal infantil y se fue directo al sótano, así como Andrew se retiró a la cocina. A partir de ahí no supiste más de ellos, sumergiéndote sin querer en las imágenes a todo color de la pantalla. No sabías exactamente qué clase de caricatura era ésta pero fue emocionante ver a esos personajes antropomórficos atacándose unos a otros con desmedida violencia, extrayéndose tripas y otras partes del cuerpo que apenas podías darles nombre, al principio te hicieron sentir incómodo pero no tardaste mucho en comenzar a reír y disfrutar de las situaciones ridículas en las que actuaban, creyendo volver a la etapa más pacífica de tu vida.
El tiempo pasó pero lograste notar a tu tía sobre el primer escalón hacia el sótano, te veía tan intensamente que podías asegurar que quería acercarse a ti para iniciar con un interrogatorio, claro que tampoco te perdiste la amargura con la que te apuñalaba a través de sus pupilas, por suerte Andrew salió de la cocina para invitarla a tomar el café que su hermana menor preparó.
—Encontré esto mientras ordenaba la despensa —le dijo tu primo-hermano a la Sra. Graves antes de que cruzara el umbral de la cocina con él—. ¿Te importa si le doy a Archie un paquete?
—…Adelante —concedió, entonces Andrew se aproximó hacia ti, extendiéndote una pequeña bolsa de color metálico que tú no tardaste en identificar como galletas con chispas de chocolate. Se te hizo agua la boca sin que pudieras hacer nada para evitarlo.
— ¿De verdad puedo? —te aseguraste, no te habían comprado muchas golosinas desde que huyeron del edificio de departamentos después de todo.
—Es un buen bocadillo mientras miras televisión. Estaremos en la cocina un rato, ven a buscarnos cuando quieras.
Asentiste y lo dejaste ir para que se uniera a la tensa charla que seguramente le tocaría guiar para que su silenciosa infiltración fallida no empeorase más de la cuenta. Les deseaste suerte a tus primos en tu interior mientras abrías con poca delicadeza el envoltorio de galletas, mismas que te llevaste a la boca, hambriento por el chocolate que te prometían. El sabor era claramente artificial pero no te importaba, amabas esa artificialidad, la extrañabas. El programa que veías oscilaba entre muertes sangrientas y comerciales cero llamativos, pero casi no registraste cuando tu tía emergió de la cocina de vuelta al sótano, dedicándote la misma mirada de antes. Definitivamente quería hablar contigo pero Ashley se apareció para salvarte de ser presa de su propósito. Ellas compartieron un vistazo tan agudo y dolorosamente enemistado que casi percibiste chispas cuando volvieron a desviar la atención de sus ojos para continuar sus objetivos.
— ¿Es bueno lo que estás viendo? —quiso saber tu prima-hermana mientras tomaba asiento a tu lado para acompañarte en tu soledad.
—Algo… —Retorciste nerviosamente las manos entre sí—. ¿Qué pasó?
—Andrew preparará la cena.
— ¿Sabe cocinar? —quisiste saber genuinamente sorprendido, pero Ashley no respondió tu pregunta, perdió su vista y atención en el televisor mientras pasaban una escena de desmembramiento, no pudiste evitar imitarla antes de volverla a ver. ¿Qué podría estar pensando? Se le veía menos animada, de hecho no había rastros de su actitud normal.
—No soporto sus mentiras —comentó de pronto.
— ¿De Andrew? —Tu primo salió de la cocina apenas terminaste de formular aquella pregunta, obteniendo una mirada ansiosa por parte de tu hermana cuando cruzó delante de ustedes.
— ¿Vas a tomar ingredientes del jardín?
—Sí, la sopa que planeo preparar los necesita.
—Te ayudo —se ofreció ella sin tardar, acompañando los pasos de Andrew hasta el sembradío. Tal vez lo estabas imaginando pero te parecía que el semblante de Ashley era distante; te preocupó, así que los seguiste sin apagar la televisión donde ahora resonaban disparos que rebotaban, pasando a segundo plano para ti cuando decidiste que necesitabas escucharlos conversar, justo sobre algo que ya habías tenido en mente cuando viste aquel patio.
—Qué lindo que nuestros padres tuvieran acceso a ingredientes frescos mientras nosotros languidecíamos en nuestro apartamento. Te hace apreciar lo mucho que nos aman —dijo Ashley.
—Vamos… tendremos lo nuestro —la tranquilizó Andrew—. Sólo debemos encontrar la manera de lidiar con esto ahora que ella nos vio.
—Sin dejar testigos —bufó ella con una sonrisa.
—…No saltemos a eso todavía.
—…Lo sabía con un carajo.
—Déjame pensar, por favor. Encontraré qué hacer, ¿de acuerdo?
Tus primos tomaron las cosas que necesitaban y volvieron adentro directo a la cocina, nuevamente ignorándote, así que los acompañaste a una pequeña distancia, curioso por lo que sucedería entre ellos, la televisión todavía encendida y olvidada por ti ahora que andabas como un cachorrito en busca de tus dueños, sin atreverte a interrumpir la perorata que estaban teniendo de la manera más silenciosa que pudiste ver sólo en tus sueños más locos. Cuando miraste al interior de la cocina viste a Andrew cortar cebollas, zanahorias y papas con un cuchillo extrañamente familiar antes de continuar con un generoso trozo de carne. Su vista yacía fija en su actividad, moviéndose prácticamente sin alma, por un instante te preguntaste qué se estaría imaginando mientras cortaba. Se estremeciste. Sin que tú lo supieras en la televisión también se estaba reproduciendo la escena de un lobo con un abrigo sangriento de oveja picando carne con el mismo tipo de cuchillo que Andrew sostenía.
—Por curiosidad. ¿Usaste el cuchillo del cultista para cortar todos estos ingredientes?
—Sí, ¿por qué?
—…Espero que lo hayas lavado primero.
—Obviamente lo he mantenido limpio. —Y continuaron cocinando.
¿Cuchillo del cultista? Registraste. No se estarían refiriendo al mismo que utilizó para asesinar a su antigua vecina, ¿o sí? La idea te estremeció, aunque también agregó algo de emoción a tu corazón palpitante. No sabías por qué, pero el nuevo conocimiento te hacía querer reír y no detenerte. Era raro. Algo estaba ocurriendo en tu cabeza y no estabas seguro si debías preocuparte por ello o no.
—Ashley, puedo ver que algo está pasando. Escúpelo.
—Tengo algo que decirte, pero antes debes prometerme que estarás de acuerdo.
—No voy a prometer eso.
—Bien, entonces no importa.
—Deja de ser tan molesta. ¿Qué es?
—Ugh, vas a ser una perra sobre eso… de verdad quería que llegarás a esa conclusión tú mismo. Pero ya que no vas hacerlo, déjame hacerlo más fácil para ti. Tenemos que matar a mamá y papá. —La emoción de antes se disparó en tu pecho cuando escuchaste eso, se te ocurrió que debías estar asustado pero una sonrisa se dibujó en tu rostro mientras espiabas. ¿Por qué estabas sonriendo? Pero de todos modos escuchaste a Andrew suspirar con rabia—. No. Nada de eso. Necesito sus almas para recargar la cosa esa de clarividencia.
— ¿Es en serio? ¿O sólo lo estás diciendo porque si?
— ¿Uh?
—Es muy interesante que lo menciones ahora de todas tus oportunidades.
—Intenté decírtelo antes pero me callaste. Y otra vez, estaba esperando que llegaras a esa conclusión por ti mismo. Es mi culpa por esperar algo de ti.
—Déjame pensar.
— ¿Qué hay que pensar?
Estabas tan inmerso en la conversación de tus primos que no notaste cuando los pasos de tu tía y un par extra invadieron el ambiente, lo cual logró tensarte. Sin pensarlo mucho corriste hacia Ashley y te escondiste detrás de ella para por fin mirar al cadáver andante de tu tío; de alguna manera su presencia débil fue la que peor te hizo sentir de habitar la misma vivienda que tus primos, no sabías porqué pero verlo te nuevo reanimó un añejo sentimiento en tu cuerpo.
—Hola, niños. Es bueno verlos.
Ese hombre tan animado como un pez muerto contrastaba demasiado con tu padre biológico, que siempre estaba listo para una charla o energías para ocuparse de todo lo que estuviera mal en casa, alguien tan ensimismado en una bruma depresiva te hacía temer que fuera un zombie, por eso preferías a la gente activa, juguetona y risueña, por eso te gustaba más Ashley, por eso huías de los objetos inanimados. A nadie le importó el ruido de la televisión encendida, por eso fue que todos juntos se sentaron a comer… o algo así. No había sillas suficientes. Ashley tomó una pequeña escalera que estuvo arrinconada todo este tiempo y tú, preferiste sentarte en el suelo a su lado por temor a ser atacado por la mordida de ese cadáver andante y ser infectado para siempre, transformándote en uno más de esos hombres sin consciencia.
Es hora de admitirlo, Archie: ese es tu mayor temor. Y tu madre tiene la culpa de ello.
—Esa fue una conversación fascinante —dijo el Sir. Graves y al siguiente segundo agregó—. ¿De qué estábamos hablando? Como sea, niños, estoy cansado por el trabajo. Debo ir a la cama.
— ¿Ustedes dos podrían limpiar? —señaló la Sra. Graves a sus hijos—. Y tú, Archie, ve apagar esa TV ahora.
No, no querías ir solo, no hacia la oscuridad del pasillo, no donde se dirigía ese hombre con un pie en la tumba. Ella te miraba con dureza, absolutamente decidida a que obedecieras a su mandato cuanto antes. Su mirada… ella es exactamente como tu madre biológica. Espera, no vivías mal con tus padres, ¿recuerdas? Por eso es que no has dejado de preguntarte todo este tiempo por qué te abandonaron al cuidado de los Graves, especialmente durante la cuarentena. Hey, Archie. No reescribas la historia, niño travieso.
—Yo iré —anunció Ashley salvándote de la tarea, colocó la escalera donde había estado acomodada antes de ser usada de asiento y salió de la cocina junto a tu tía, volviendo al poco tiempo de que tú y Andrew transportaran los platos al lavadero. En algún punto él trató de convencerte de que fueras a jugar, crearas tus maravillosas esculturas de origami pero guardaste silencio sin responder, así que debió entender la indirecta: No querías merodear en una casa con tu tío semi-muerto presente. Y después de un rato tomó la decisión de hablar con tu prima aún contigo ahí. Debió decidir que no harás nada para intervenir, jaja.
—Ashley, lo he pensado y… no podemos hacerlo.
— ¿Los platos, el robo o el asesinato?
—El robo, no asesinato —declaró mirando de vez en cuando en tu dirección. Te habías sentado en una de las tres sillas como eterno espectador. Si, un televidente, justo como con esas caricaturas violentas de hace poco, estabas observando las Aventuras de Andy y Leyley como cuando ellos eran pequeños y tú ni siquiera comprendías qué hacían o porqué. Seguro lo perturbaste un poco pero continúo su charla con tu prima-hermana—. Entre más lo pienso, menos factible me parece. Basta un reporte a las autoridades para estar bajo su radar. Y si algo le pasa a nuestros padres, ¿a quién crees que pondrán como principales sospechosos?
—Bueno, seguro que no a sus dos hijos y sobrino muertos —Oh, parece que te perdiste esta parte del episodio. Debieron haber encontrado algo interesante mientras tú estabas fuera del radar.
—Pero, ¿esos documentos siquiera son oficiales?
—Incluso así, seguro que los pobres hermanos Graves y el pequeño Fog* perecieron en el fuego.
—Créeme, sólo hace falta que una persona empiece a cavar y de pronto no sólo les alertaremos de que seguimos vivos sino que revelaremos nuestros recientes paraderos. Estaremos mejor asaltando extraños al azar que no tengan ninguna conexión con nosotros.
— ¿Y quién te asegura que esta perra no nos delató ya? A mí me parece que ya nos vendió una vez.
—Quiero decir, asumiendo que me creyera antes, no tiene motivos para hacer algo. Ella es la clase de persona que prefiere mantenerse fuera de todos modos.
—Lo sabía… lo sabía, lo sabía. —Ashley convirtió sus manos en puños y habló entre dientes, claramente exasperada, era divertido verla así pero seguiste mirando sin resaltar.
— ¿…Q-Qué?
—Siempre estás con eso de ser tan cuidadoso pero cuando llega el momento de la verdad, entierras la cabeza en la arena. Carajo, ya que piensas que todo está bien, ¿por qué no te quedas aquí y juegas a la familia feliz un poco más? Apuesto a que te gustaría eso, ¿uh? Parecía que se llevaban muy bien. A diferencia de mí y Archie que estábamos tan apartados de su linda burbuja.
Andrew te dirigió una segunda mirada y de vuelta a tu prima-hermana, mostrándose bastante desplazado emocionalmente. ¿Acaso esa expresión que les mostró una brevedad de tiempo era indicadora de que intentaba encajar con ustedes? ¿O sólo estaba herido de que Ashley lo considerara alguien ajeno a sus realidades? Casi lo compadeciste.
—…Sabes que sólo estaba manteniendo las apariencias, ¿verdad? —La mirada de Andrew se tornó iracunda—. Y ella también. —Vaya manera de referirse a su propia madre. Al fin, Andrew te comenzaba a caer bien, más que antes.
—Para mí se veía igual que siempre.
—Ashley, ¿me estás jodiendo? —Tu hermano se exasperó, pero la expresión de tristeza dibujada en tu prima lo hizo retroceder un poco—. Muy bien, escucha. Te elegí a ti, ¿no? Yo te elegí a ti. — él repitió como si fuera un mantra y lo dijo con tanto sentimiento de por medio que te preguntaste si su raíz era tan profunda como lucía—. Así que si alguien está jugando a la familia feliz, somos tú y yo. Sólo míranos, incluso tenemos un hijo.
Te señaló y eso te hizo sentir incluido. Estás feliz, ¿cierto? Si, sin duda lo estás. Que alegría.
— ¿…Me estás diciendo que no eres feliz? —Contrario a calmarla, sus palabras provocaron una reacción contraria a la esperada en tu mamá sustituta—. No es como si no lo supiera ya.
—A la mierda eso, no fue lo que dije.
Y aquí estaban, de vuelta al tema que llevaban repitiendo en cada una de sus conversaciones. Nunca intervenías porque estabas seguro de que se molestarían contigo y lo que más tratabas de evitar era que te convirtieras en blanco de su furia. Pero una vez no hace daño, ¿cierto? El espectador silencioso tenía derecho de irrumpir en una escena dramática por el bien del cambio. Se te ocurrió que esto era lo que necesitaban, así quizás no peligraría demasiado tu zona de confort, pues si tus primos cruzaban esa línea de no retorno de odio, estarías de vuelta a la soledad absoluta. Verlos amenazarse así con la mirada en verdad te hacía temer que repitieran su discusión del edificio.
—No —suplicaste tímidamente, interponiéndote entre las figuras de tus primos-hermanos, quienes te miraron en shock por tu sorpresiva entrada, especialmente porque sujetaste las manos de cada uno y las apretaste entre las tuyas—. Por favor, no peleen. —Tu voz tembló pero debías ser valiente, ya llegaste hasta aquí, resiste y enfréntate a las consecuencias de tus actos. ¿Te golpearían? ¿Te echarían para que no interfirieras en su pelea como muchas veces hicieron tus padres biológicos? Esperabas que no—. Si pelean, se lastimarán otra vez…
No te atreviste a verles la cara, pero el tirón de Ashley te sorprendió, porque al siguiente instante terminaste presionado contra su cálido cuerpo. Sentías fiebre, estabas asustado por tu actuación pero te sentiste comprendido por primera vez.
—Eres un tonto, Archie —comentó Ashley con voz dulce, estrechándote un poco más. Sentiste la mano de Andrew dedicarte un apretón mucho más amistoso y por eso comprendiste que no estaba celoso de que estuvieras cerca de su hermana. ¿Te estaría aceptando por fin? Eso esperabas—. Andrew y yo sólo estamos decidiendo qué hacer con el trabajo que tenemos delante.
—No me gusta la forma en la que deciden. No quiero que se maten entre ustedes. Maten a todos pero no a nuestra familia de tres.
—Archie… —te llamó Andrew, colocándose a un costado de Ashley para apartarte la cara de su pecho y hacer que lo miraras—. Nosotros no queremos acabar haciendo eso… aunque, quizás tengas razón, estamos siendo demasiado inmaduros con esto. Pero así somos los hermanos, ¿entiendes? Lo has visto, siempre estamos peleando por tonterías.
Tú no dirías que pelean como hermanos pero no pretendías contradecir la explicación de Andrew, era obvio que buscaba consolarte y estaba funcionando de maravilla. Le creías, pero estabas encontrando tu objetivo en esta historia. Cuando vieras que se estaban saliendo de control en sus discusiones fraternales, te interpondrías. No más huir. Parece que estás aprendiendo algo valioso.
—Como sea, lo mejor sería que nos vayamos de aquí —afirmó Andrew devolviendo su atención a la discusión de antes—. Ya se me ocurrirá qué hacer con el dinero y tu baratija.
Viste a Ashley torcer un poco los labios, considerando las palabras de Andrew con mayor tranquilidad, mirándote a ti y después tomando un cuchillo de la repisa para enseguida volverse hacia tu primo-hermano, el cual observó su gesto con intriga. Ella impactó el filo en la tabla para cortar sobresaltándote y haciendo que Andrew se acercara a ella para atrapar su mano e impedirle continuar, así compartiendo miradas. Cuanta tensión sexual. Apartaste la vista.
—Si nos iremos de todas maneras, con la baratija cargada, eso significa que tendremos más posibilidades de sobrevivir.
—Lo entiendo pero… si nos vamos en silencio, no habrá manera de que nos busquen.
Espera, escuchaste pasos. Te zafaste del suave agarre de tu prima y fuiste a mirar, parando en seco cuando te encontraste a tu tía, que te miró con esa expresión oscura que te recordaba a Andrew.
— ¡Tía! —gritaste para ayudar a tus primos-hermanos notarla antes de que fueran hablar demás en sus planes.
— ¿Por qué gritas como si yo fuera una extraña en mi propia casa, niño? —inquirió ella con tanta severidad que te estremeciste aterrorizado. No cabía duda que muchos de estos intimidantes aspectos Andrew los heredó de ella. Se dirigió esta vez a sus hijos—. Y ustedes, ¿qué tanto estaban susurrando que Archie tuvo que alertarlos así?
—N-Nada. ¿Necesitas algo?
La Sra. Graves suspiró y dijo algo para sí misma, una frase que no lograste descifrar su significado. Es decir, ¿se refería a Andrew o a Ashley? ¿Quién era igual a quién?
— ¿Supongo que no tienen ningún amigo con quien quedarse?
—…Oh. —Pudiste darte cuenta por la incomodidad de Andrew que ella los estaba echando sutilmente.
—No hay suficiente espacio en esta casa y ustedes ya están en sus veintes. No sé de qué otra forma decirlo.
—No, no, es…
—Sí, nosotros no estábamos planeando vivir aquí, a pesar de que uno de nosotros es menor de edad, cuya custodia les corresponde a ustedes por cierto —irrumpió Ashley con furia en la conversación semi-pacifica de Andrew y su madre—. Gracias por la invitación de todas formas.
—No es que no les dé la bienvenida para visitarnos, simplemente no hay suficientes habitaciones para que se queden indefinidamente, pero ya que están aquí supongo que una noche no será un problema. Aunque tienen razón, Archie es todavía responsabilidad nuestra. —Tu tía suspiró, seguramente agobiada con la idea de estar obligada hacerse cargo de ti. No era que tú quisieras quedarte pero tampoco tenías idea de cómo resolver este asunto, por eso miraste con ojos aterrados a tu prima que te acarició la cabeza de forma conciliadora—. Su padre y yo ya encontraremos la manera de instalarlo, decidir lo que haremos con él.
—Si vas a tirarlo en un orfanato de mala muerte para que tenga una vida de mierda como huérfano, prefiero quedármelo, muchas gracias —espetó tu prima a la defensiva. Los ojos de la Sra. Graves de pronto parecían menos exhaustos.
—Seguro que sabes cómo cuidar de un niño de su edad —escupió con sarcasmo e ironía. La sangre te hirvió en consecuencia. ¿Cómo se atrevía?
— ¿Y quiénes crees que han estado ejerciendo ese rol desde que nos abandonaste en el departamento a nuestra suerte?
—Ashley… —la reprendió Andrew con cierta dulzura, frotándole un hombro antes de abrazarla por completo, haciendo un recorrido sugerente por su espalda primero, fue un gesto que para tu tía no pasó desapercibido ni pareció aprobarlo ya que viste a su mirada mostrarse asqueada. «Oh, no, no pudo darse cuenta» suplicaste en tus adentros.
—Lo que sea, necesito que comiencen a buscar un sitio donde quedarse a primera hora en la mañana… y probablemente deberían hacerlo en lugares separados.
El agarre de Ashley se tensó sobre tu piel y casi creíste escuchar a Andrew respirar de forma amenazante con aquellas palabras, cuando miraste sus expresiones eran tan oscuras como la de tu tía. Definitivamente no les había gustado que les ordenara separarse el uno del otro.
—Esa es una exigencia exagerada después de que nuestras pocas posesiones se quemaron por completo —espetó Ashley cada vez más indignada con el intercambio.
—Es increíble lo que el dinero puede comprar una vez tienes un trabajo. Y hablando de eso tengo un turno en la mañana, debería irme a la cama. Andrew, puedes tomar el sillón, es decisión de Archie con quien irse a dormir.
—Está bien, buenas noches.
—Buenas noches. —La Sra. Graves esperó a que cualquiera de sus hijos a tú hiciera un movimiento pero los tres se quedaron mirándose unos a otros con tranquilidad, lo cual pareció acabar con lo poco de su paciencia—. ¿Y bien? ¿No se van a la cama?
—Yo todavía no estoy cansado, así que-
Pero ella interrumpió el argumento de Andrew.
—Están bajo mi techo ahora mismo, así que se irán a sus sitios designados para dormir de inmediato. —Ante la falta de reacción por parte de cualquiera de ustedes, ella estalló—. ¡A dormir o lárguense!
No resististe tirar de la mano de Ashley en cuanto la escuchaste gritar. Tu prima acompañó tus pasos de mala gana formando un puchero con los labios mientras era acompañada de cerca por los pasos incomodos de Andrew, bajo la severa mirada de tu tía, quien poco pudo hacer con el guiño travieso que Ashley le lanzó a su hermano mayor en cuanto ella y tú tomaron las escaleras hacia el sótano, él estando obligado a instalarse frente a la TV. Si tu tía pensó que su comportamiento era sugerente no lo mencionó y prefirió irse a la habitación cerrando la puerta de un portazo. El golpe vibró junto a ustedes dos cuando todavía bajaban las escaleras.
—Qué carácter de esa perra, ¿no crees? —bufó Ashley a modo de berrinche.
—Dijo que nos echaría si no la obedecíamos.
— ¿Si? Me hubiera gustado verla intentarlo para no contenerme esta vez. Yo dudo que su cinismo la llevara más lejos de una bala en el entrecejo.
— ¿Piensas en matarla a menudo? —quisiste saber, nervioso por la respuesta aunque también curioso. ¿En qué momento te volviste tan abierto en tu morbosidad? No tenías ni idea.
— ¿Por qué? ¿Quieres ayudarme hacer realidad mis fantasías, Archie?
— ¡No si son muy feas! —exclamaste para no sentirte tan mal. Tu hermana liberó una limpia carcajada—. N-No deberías reír tan fuerte. ¿Qué pasa si nos viene a regañar por eso?
—Nada me gustaría más ahora mismo —admitió yendo a tirarse en la cama con brazos y piernas extendidas, tú la acompañaste sentándote en el borde del colchón.
—Leyley, ¿sacrificarás a mis tíos como hicieron con el guardia?
—Esa es la idea, mi plan perfecto. Necesitamos mi amuleto para esquivar problemas futuros y no podemos hacer eso sin el poder demoniaco.
— ¿Cómo supiste eso? ¿Quién te asegura que las cosas no saldrán mal? Los demonios son seres engañosos, no se puede confiar en su palabra. Siempre están buscando la manera de hacerle un mal al mundo de Dios. ¿Y si el demonio decide atacarte?
—No lo hará —intentó tranquilizarte dándote unas palmadas en la cabeza—. Creo que ese demonio podría volverse mi amigo. Tuvo la decencia de invocarme a su mundo… o bueno, realmente no era su mundo, pero me invocó para advertirme de que el talismán estaba sin energía. Si no estuviera interesado en mí, le habría dado igual que no contara con su poder.
— ¿Y qué haremos si sólo quiere tendernos una trampa? ¿Qué pasa si hay un plan maestro detrás de su amabilidad? ¿¡Y qué tal si-!?
—Sólo cállate, pequeño ratón molesto. —Ashley te agarró un brazo y le obligó caer a la cama junto a ella, donde te rodeó con sus brazos para darte un fuerte apretón. Uno de tus pómulos se enterró en su pecho cerca de su escote, haciendo que la punta de tu nariz rozara su cálida piel, así que te tensaste y ruborizaste. Si Andrew los viera en esa posición tu vida correría peligro. Pero te relajaste (sin reducir ni un poco tu sonrojo) cuando ella empezó acariciar tu espalda baja y nuca con sus suaves manos—. Eso no va a pasar. No lo permitiré. Cuidaré de ti y de Andrew como sea. No dejaré que me los quiten un montón de ojos flotantes. Confía en mí, ¿sí?
—Pero…
—Sé que tú y Andrew son unas pequeñas mierdas paranoicas y no los culpo. Por eso me convertiré en el núcleo que absorba todos sus pesares. Lo único que deben hacer es pertenecerme, sólo a mí. ¿Me pertenecerás, Archie?
—…Si.
—Eso es suficiente.
—Es que…
— ¿Hum?
—Es que no quiero quedarme solo otra vez. Por favor, Leyley. No me abandonen.
—Jamás te dejaré. Mataré a cualquiera que te toque y estoy segura que Andrew también.
Suspiraste por la nariz comenzando a sentirte adormilado, el sueño apoderándose de tu consciencia cada vez más podrida. No podías evitarlo cuando el cuerpo de tu prima se sentía tan bien. Esta era la primera vez que dormías con ella en mucho tiempo. La última vez que estuviste en una misma cama a su lado fue cuando tus padres se fueron para nunca más volver. Ella te estuvo susurrando justo como ahora, diciendo lo imbéciles que eran tus padres por dejar atrás tesoro tan valioso, que esperaba que murieran en un accidente de auto o que los asaltara un asesino en sus casas. Entonces apenas podías entender la gravedad de sus frases, mucho menos sentiste que te importaran las implicaciones, ya que desconectaste tu cerebro en el momento que su calor te envolvió hasta asfixiarte, agarrando tu mente, retorciéndola y moldeándola a su antojo para que te rindieras a su control en el momento indicado.
Así es, el nombre completo de mi OC es Archie Fog. El apellido literal de su padre era Niebla. Hay muchos apellidos raros en este juego de todas maneras, jaja.
