[Diciembre.2023] Un capítulo de Pascua para Navidad jeje.


Le prometeré la luna

By Aurum Black

Capítulo 10: Sacando clavos

Los días pasaron. La primera semana entera después de Pascua, Ginny se la pasó con Marie, durmiendo en su departamento para evitar irse al suyo y ver a Harry. Aún se sentía muy confundida, con el corazón hecho un nudo, pero al menos sentía que poniendo un poco de distancia podía pensar con un poco de claridad. O al menos no sentirse tan descolocada y desesperada, como si el mundo se fuera a terminar. Intentaba decirse que todo aquello era una etapa, una fase que tenía que superar. Marie insistía que sólo necesitaba adecuada distracción. Tenía una cita en puerta con Derek, pero no se sentía convencida del todo, la culpa de estarlo usando y la fiereza con la que sus sentimientos por Harry se aferraban en su ser, le causaban nervios e inseguridad.

Cuando Valerie regresó de sus vacaciones, Ginny decidió volver a su departamento, puesto que no quería que la otra pelirroja se enterara de toda aquella situación, aunque eso implicara ver a Harry de nuevo. Se encontró a su mejor amigo comiendo pasta mientras veía una película muggle. Se paró a recibirla en cuanto la vio cruzar la puerta.

—Pensé que no querías volver a verme nunca más...

Ginny rodó los ojos sin poder evitar sonreír. Qué hombre tan dramático. Dejó su pequeña mochila con ropa y artículos personales en el suelo.

—Sabes que no podría vivir sin tu fastidioso culo... —le dijo mientras se sacaba los zapatos y los tiraba a un lado —y tu deliciosa pasta —dijo acercándose a la cocina siguiendo el olor de la comida. Sin preguntar ni decir más se sirvió una gran ración, con Harry siguiéndola y sin despegar la vista de ella.

—¿Y bien?

—¿Qué?

—¿Qué tal te la pasaste?

Ella sólo se encogió de hombros.

—Nada muy interesante. Sólo, descansando...

—Suena divertido —dijo el con sarcasmo pero sonriendo

Ginny sólo rodó los ojos visiblemente, haciéndolo reír.

—Necesitaba un poco eso... y salir de mi rutina

Él asintió. Luego sacó dos vasos de un cabinete y sirvió agua para ambos.

—Me da gusto.

Ambos se dirigieron de regreso a la sala y se sentaron juntos a comer frente a la televisión. Después de pasar una semana entera sin verlo, Ginny sentía que lo necesitaba cerca. Sin pensarlo ni poder detenerse, se acomodó junto a él, subiendo los pies al sofá y doblando sus rodillas hacia Harry, tocando suavemente las piernas de Harry con una de ellas. Harry le sonrió y se giró hacia ella apenas unos centímetros, para luego voltear a ver la tele. Aquella cercanía era normal para ellos. Ginny por fin se cuestionaba si aquello era normal para un par de amigos. Algo en su cabeza le decía que no.

Se llevó un poco de pasta a la boca casi de forma automática; el delicioso sabor la sacó de sus vacilaciones.

—Por Merlín —dijo con la boca llena —Mmmmm —masticó degustando y haciendo más sonidos— Es lo más delicioso que he comido en mi vida.

Harry rió halagado, mientras la veía engullir todo el plato.

—¿Tu novio no te dió de comer?

—No es mi novio —Harry enarcó una ceja, entre sorprendido e incrédulo.

—¿Es porque no te da de comer?

Ginny le dio un manotazo en el brazo, pero ambos rieron.

—Saldremos a cenar mañana después del partido.

Ninguno de los dos dijo nada más por un buen rato, y se quedaron viendo la película, mientras terminaban de comer.

Ginny se levantó, recogiendo los platos sucios y llevándolos a la cocina.

—¿Té? — preguntó ella, preparando la tetera sin esperar respuesta, él murmuró algo que ella interpretó como sí.

Regresó junto a él con dos tazas humeantes y las puso en la mesita frente a ellos. Luego se volvió a sentar en el sofá, esta vez poniendo algo de distancia entre ambos.

—¿Crees...? —balbuceó Harry de pronto —Derek y tu... ¿es algo serio?

Ginny sintió una mezcla de emociones en su estómago, que no sabía cómo describir.

—No lo sé... —admitió ella sin pensar. Se aclaró la garganta. —¿Tal vez?

Harry sólo asintió.

Ginny se quedó con la cabeza en blanco sin saber qué más decir. No podía evitar querer sobre analizar el interés de Harry. En el fondo de su corazón, quería que Harry estuviera celoso. Que de pronto abriera los ojos y se diera cuenta que allí estaba ella frente a él. Todo ese tiempo, ahí junto a él. Que era ella quien lo amaba y lo iba a amar como nadie más. Que eran el uno para el otro. Que no tenían por qué seguir desperdiciando el tiempo que podrían usar para estar juntos. Casi se encontró deseando que Harry le leyera los pensamientos para que él supiera todo aquello sin tener que confesarle lo que sentía. Sin tener que pasar por el inquietante proceso y el miedo de ser rechazada por él.

—Sólo... —dijo él interrumpiendo el silencio —Obviamente deseo que salga todo bien entre ustedes... pero si te llega a tratar mal, no dudes por un segundo en decirme —la miró a los ojos muy serio —Recuerda que siempre puedes confiar en mí, Gin.

Ella sintió su corazón enfriarse. Sintió ganas de llorar. Ella sólo asintió con una sonrisa triste, para luego evadir su mirada.

—Yo también espero que salga todo bien —dijo fijando la vista en la tele.

—No suenas muy convencida

Se encogió de hombros.

—No quiero hacerme ilusiones y acabar como una estúpida con el corazón roto. Ya sabes como soy.

—No te desanimes, Ginny —le apretó la mano cariñosamente — Eres maravillosa y mereces alguien que te quiera bien y te trate bien —le acarició el rostro y le acomodó el cabello por detrás de la oreja. Un par de lágrimas escaparon por su rostro al instante, sin que pudiera siquiera notarlas formarse en sus ojos. —Oh Gin, no llores bonita

Harry la envolvió en sus brazos y ella no pudo más que llorar y dejarse consolar por el hombre que le causaba aquella desazón que le partía el corazón en pedacitos. Sentía que aquello era una broma cruel del universo. Una paradoja de esas que hacen explotar las líneas del tiempo. Ginny sólo quería que Harry la quisiera como ella a él. No quería a nadie más, sólo a él.

—No te enojes conmigo —dijo él de pronto mientras le pasaba las manos por la espalda intentando reconfortarla— pero si te hace sentir mejor, investigué a Derek y no tiene nada sospechoso. Parece que es un buen tipo...

Ginny se separó de él, limpiándose el rostro con las manos

—¿Hiciste qué?

—Dije "no te enojes conmigo" —la miró con ojos de culpa —sólo no quiero que te lastime

Ginny lo miró fijamente, entre halagada y enojada. Entre enamorada, confundida y dolida. Con el corazón roto pero lleno de amor.

—Eres peor que todos mis hermanos juntos

—Debatible –dijo él, tomando las tazas de té de la mesita, ofreciéndole una a Ginny. Sorbieron el té en silencio y luego Harry de disculpó puesto que debía salir al día siguiente en la madrugada a su retiro de aurores por una semana entera, y aún tenía que empacar. —Pórtate bien —le dijo dándole un beso en la cabeza para luego retirarse a su habitación.

Ginny se quedó un buen rato hundida en el sofá, repasando en su cabeza todo lo que acaba de suceder. Pero entre cada palabra, cada toque y cada acción que analizaba, había algo que ocupaba toda su atención. Que Harry la había llamado bonita, y era algo que nunca antes había hecho.


Cuando despertó al día siguiente Harry ya se había ido. Ginny se preparó para su partido. Amaba poder enfocar sus pensamientos y energía en el quidditch. No había nada en el mundo que pudiera absorberla y despejarla de cualquier problema que tuviera. Cuando se encontraba en el aire, simplemente dejaba de pensar. Mente en blanco. Dejarse llevar por el juego. Entrar en esa danza entre otras tantas personas volando.

Aquella tarde Ginny dio uno de los mejores partidos de su vida. Tal vez el mejor hasta ese momento. En ocasiones anteriores había entregado la misma energía, pero esta vez tenía más experiencia y madurez. El equipo entero jugó de forma increíble. Todas las jugadas les habían salido magistrales. Ginny rompió su récord de puntos anotados. Por primera vez había perdido la cuenta de las veces que su quaffle había cruzado alguno de los aros contrarios. Ginny estaba en su elemento. Por encima de cualquier otra cosa , el quidditch era algo sobre lo que sentía que tenía absoluto control.

La euforia al final del partido de repente se detuvo, cuando se encontró pensando en Harry, queriendo contarle todo acerca del juego y de cómo le había ido. Se encontró queriendo que él la quisiera, una vez más. Que la sorprendiera llegando con un ramo de flores a felicitarla. O que tan sólo la tomara entre sus brazos y la besara, perdidos en el furor de la celebración. Tal como había sucedido cuando eran jóvenes en Hogwarts. Hacía tanto que no pensaba en su primer beso con Harry en aquella sala común llena de gente, que al recordar aquel momento, que de algún modo había enterrado en su memoria, le dolió el corazón.

Trató de sacudirse el descontento momentáneo y seguir vitoreando con sus compañeros de equipo. Al llegar a los vestidores, recordó que tenía una cita con Derek aquella noche, y por un momento sintió ganas de cancelarle. Se encontraba exhausta, hambrienta y sintiendo el frío del desamor. De repente sintió ganas de irse a casa, ordenar una pizza, y ver películas románticas muggles mientras comía helado. Por un segundo sintió el pesar de tener que arreglarse y prepararse mentalmente para una cita. Se dio una ducha rápida en las regaderas de mujeres y luego de ponerse sus pantalones deportivos de licra y una sudadera ligera, empacó todas sus cosas con descuido en su mochila. Se encontró a Derek sentado en el área compartida del vestidor, notoriamente esperándola. Se levantó de inmediato al verla salir de los baños de chicas.

—Sé que acordamos cenar más tarde y tenemos reservación pero ¿te parece si vamos ahora por una pizza o algo así? Me estoy muriendo de hambre —le dijo él con una sonrisa apenada. Ginny lo miró y sintió agradecimiento.

—Me leíste la mente —le dijo respondiéndole la sonrisa.

Derek le extendió la mano, que ella tomó con timidez y suavidad. Los dos salieron de los vestidores, tomados de la mano, sin decir más, ante las miradas y comentarios pícaros de los demás en el equipo. Ginny cruzó mirada con Marie que participaba en aquel bullicio. Su amiga le sonrió como dándole valor.

Ginny se dijo a sí misma que esta era su mejor oportunidad para sacarse del corazón a Harry. Derek era el perfecto clavo que iba a sacar, o al menos intentar sacar, el clavo que era Harry. Derek era atractivo, amable, tenían buena química, compartían profesión y pasión por el quidditch, era dulce y besaba bien. ¿Qué más quería? Incluso Harry le había dado el visto bueno. No había nada que la detuviera. Harry no la iba a querer de la forma en que ella necesitaba, así que era hora de salir adelante.

Cenaron en un lugar pequeño y no muy elegante, pero donde la pizza estuvo deliciosa. Ginny se sintió relajada al estar con Derek, sin tener que pretender buenos modales o recato. Ambos engulleron la pizza en cuestión de minutos, sin parar de hablar emocionados del partido y de todas las jugadas y momentos que iban recordando.

Después de la cena, Derek la llevó a un bar donde tocaban música instrumental en vivo. Se sentaron en una esquina, en aquel lugar con las luces bajas y un par de velas alumbrando las mesas. Al ver el menú de bebidas, Ginny se dio cuenta que aquel era un bar de puro Gin y riendo divertido, Derek le dijo que ese era su bar favorito y el Gin su bebida favorita. Los dos pidieron un par de cócteles y se los fueron tomando poco a poco mientras observaban y escuchaban a la banda tocar suaves melodías. Ginny se fue sintiendo más relajada, sintiendo el Gin llegar a su cabeza. Derek le tomó la mano y luego se inclinó para besarla. Ginny se dejó perder entre sus labios, simplemente apagando el cerebro. Se besaron una y otra y otra vez. Entre sorbos a sus bebidas. Entre conversaciones cortas y canciones. Entre dedos entrelazados y caricias gentiles. Cuando Derek le pasó la mano por el cabello, despejando su oreja, para acercársele y susurrarle un "me gustas mucho", Ginny sintió un cosquilleo en la espina dorsal. Lo besó y sin pensarlo simplemente le preguntó en un susurro "¿quieres ir a mi departamento?".

Ginny dejó su mente en blanco, dejándose llevar por las sensaciones y por la emoción del momento. Envalentonada un poco por el alcohol. Todo iba pasando más rápido de lo que, en retrospectiva, tal vez debió ir más lento. Lo siguiente que supo fue que estaban en su habitación, besándose, tocándose, desvistiéndose el uno al otro, cayendo en su cama. Sólo cuando estuvo desnuda bajo su fornido cuerpo, Ginny sintió miedo. Lo miró de repente muy lúcida y consciente de lo que estaba a punto de ocurrir. Su mirada nerviosa se encontró los ojos azules de Derek, y lo único que pudo pensar es que hubiera preferido encontrar unos ojos verdes.

Derek notó que algo iba mal. Se detuvo y la miró interrogante. Le dio un beso tierno en el rostro y le preguntó si estaba bien.

—Sí, lo siento... es sólo...

Pero no se le ocurrió que decir. El momento de pasión y desenfreno claramente se había ido. Derek se quitó de encima y se recostó junto a ella.

—Está bien, no tienes que decir nada. —Ginny de pronto sintió ganas de cubrir su cuerpo, sintiéndose estúpida. Se sentó en la cama. Tomó su jersey de las avispas y se lo puso con una rapidez inusual. Derek también se volvió a poner la ropa interior. —Te queda bien —le dijo al mirarla y entonces ella se dio cuenta que se había puesto el jersey de Derek y no el suyo.

—Oh, lo siento

—No, está bien. Déjatelo puesta —le dijo sonriendo evitando que se lo quitara y Ginny se sintió agradecida pues no quería volver a quedar desnuda.

—Lo siento... —le dijo ella bajando la mirada, sintiéndose avergonzada

—No hay nada que disculpar —Derek le acarició el brazo con cuidado —Yo... no sabía si mencionarlo, pero Marie me contó que... eres... virgen —dijo casi en un susurro. Ginny exhaló sorprendida, ofendida y avergonzada —No te enojes con Marie, ella sólo quería que te hiciera sentir cómoda y que te tratara bien —Ginny apretó los ojos sin saber qué decir —Y aprecio que me lo haya dicho, porque no quiero que te sientas presionada por mí. —Se acercó más hacia ella y le tomó el rostro con delicadeza. La beso tiernamente y Ginny se relajó —No vamos a hacer nada que tu no quieras, te lo prometo —le dijo mirándola a los ojos con ternura.

–Gracias– le susurró ella echándole los brazos al cuello y dejando que él la abrazara por la cintura. Por un lado, Ginny se sintió furiosa con Marie por haberle contado su secreto. Por el otro lado, se encontraba muy agradecida por hacerle la vida más simple. Sintió un gran peso irse de sus hombros.

Se quedaron platicando un rato más, en que Derek le siguió asegurando que entendía la situación y que estaba contento y dispuesto a irse con calma, hasta que Ginny se sintiera lista. Después, él indicó que tenía que irse pues estaba muy cansado. Ginny se mordió la lengua para no invitarlo a quedarse con ella, puesto que no quería que dejara de abrazarla. Se sentía tan bien estar rodeada por aquellos musculosos brazos, que no quería que se fuera nunca. Al final decidió no detenerlo, e irse con calma, como él le había dicho. Todo aquello la hacía sentir más segura y tranquila de seguir saliendo con él.

Al final, ambos se levantaron de la cama y comenzaron a recoger sus prendas desperdigadas por la habitación.

–Merlín...–dijo él en un suspiro –Eres lo más sexy que he visto en mi vida – Ginny volteó a verlo sin comprender – Quiero decir ahí... la luz, el fondo, los colores, tú... todo es perfecto – él hizo una seña con con sus manos, formando un cuadro. Ginny sólo llevaba puesto el jersey de Derek, el cual le llegaba a los muslos. La luz de su habitación provenía sólo de un par de cálidas lámparas – Quisiera capturarte y enmarcarte

En aquellas largas pláticas con Derek, Ginny había descubierto que era aficionado y amante de la fotografía.

–¿Quieres sacarme una foto?

–¿Hablas en serio?

Ella asintió, apuntando a donde estaba su propio teléfono móvil.

–Intenta que no se vea mucho mi cara

Ginny se alborotó el cabello, que ya se encontraba despeinado, y lo usó para cubrirse el rostro. Derek la dirigió y ella sólo obedeció. Le pidió que se volteara, dándole la espalda. Luego, que girara un poco la cabeza sobre su hombro y se acomodara el cabello de lado. Que recargara el peso en una de sus piernas y que flexionara un poco la otra. Le dio un par de indicaciones más, para perfeccionar cada ángulo y parte de su cuerpo. Intentaron un par de poses diferentes para sus brazos y manos.

–Ahí es – le dijo al final –Uff, es la foto perfecta.

Ginny se acercó hacia él, quien le enseño la fotografía que acababa de sacar. Ginny jadeó maravillada. Parecía una foto profesional. Se veía hermosa, sexy, inalcanzable. Su cabello pelirrojo brillaba cálidamente bajo la luz de la habitación. Su cuerpo contorneado destacaba debajo del jersey de Derek, que mostraba en letras cuadradas el apellido "Wilson"y debajo el número 6. El jersey terminaba en los muslos de Ginny. Sus piernas desnudas se veían firmes y musculosas, producto del quidditch. El rostro de Ginny se asomaba un poco por sobre su hombro, pero no se distinguía del todo por la sombra que su cabello provocaba sobre sus facciones. Una mano descansaba relajada a su costado y con la otra se tomaba el cabello de forma seductora.

–Wow. Me haces lucir como modelo.

–Sólo se trata de encuadrar lo que ya es naturalmente bello.

Ginny rió sonrojándose y lo empujó amistosamente.

–Para ya..

Aunque en realidad quería que siguiera llenándola de halagos y cumplidos, porque era justo lo que su corazón y su ego necesitaban. Saberse bella, joven, deseada.


La semana pasó de prisa, debido a que salió con Derek casi todos los días. Comieron juntos, salieron a dar un paseo por el parque cercano a su departamento, platicaron por horas. Lo que más le emocionaba de estar con él, era la expectativa de todo lo que esa relación podía llegar a ser. Hacer más cosas juntos, ir a lugares, compartir gustos, aventurarse a nuevas actividades, abrir la mente hacia un mundo desconocido.

Harry volvió la noche del viernes. Derek y Ginny estaban simplemente sentados en la sala después de su entrenamiento, platicando y tomando sorbos de un whiskey de fuego ligero, mientras escuchaban música de las brujas de Macbeth de fondo.

Ginny brincó de su asiento en cuanto él cruzó la puerta.

–¡Harry!

–Hey... –dijo él visiblemente sorprendido pero dedicándole una sonrisa amable –Lo siento, no te avisé que regresaba hoy...

–No te preocupes. ¿Cómo te fue? ¿Quieres un poco de whiskey? ¿O agua?

Harry dejó su maleta en el piso y colgó su chaqueta en el perchero.

–Un poco de agua por ahora –le dijo mientras se sacaba los zapatos y los botaba a un lado. Mientras Ginny convocaba un vaso nuevo con su varita y una botella de agua, Harry se acercó a la sala y se inclinó hacia Derek, ofreciéndole la mano –Creo que no nos hemos presentado oficialmente –le dijo él.

–Creo que no. Un placer–le contestó Derek estrechándole la mano. Ginny servía agua para Harry, sintiéndose estúpidamente nerviosa.

–Escuché que al partido anterior de las avispas le están llamando el mejor de la temporada –dijo Harry sentándose en el sofá pequeño.

Derek asintió volteando a ver a Ginny con una sonrisa.

–Todo salió muy bien ese día, todos dimos el mejor partido. No sé si vamos a sobrevivir a las expectativas –bromeó Derek

–Espero que sí, porque me perdí el anterior –dijo Harry. Ginny le entregó el vaso y le acercó la botella, poniéndola en la mesita de centro. —Gracias, Gin.

Harry le sonrió y ella apenas pudo sonreírle de vuelta. Volvió a sentarse junto a Derek, sintiéndose muy consciente de la situación de repente. Le entraron ganas de huir. No sé le ocurría qué decir. Harry interrumpió el silencio entre ellos después de vaciar su vaso de un trago.

—Creo que me iré a dormir. Estoy exhausto —Se levantó y tomó la botella de agua de la mesita. Ginny y Derek sólo asintieron. Harry tomó su maleta del piso y antes de irse a su recámara se dirigió de nuevo a ellos —Supongo que los veo mañana en el cumpleaños de George...

—Sólo a mí —dijo Ginny —Derek ya tenía planes.

—De hecho yo también debo irme. –dijo Derek mirando su reloj de mano –Mañana es el cumpleaños de mi hermanita

—Ah no sabía que tenías una hermana pequeña –dijo Harry muy natural. Ginny sólo lo miraba sorprendida y un poco sospechosa por su cordialidad. Luego recordó que Harry había investigado a Derek y seguramente sabía todo eso y más de él–¿cuántos cumple?

—Quince —contestó Derek riendo —no necesariamente pequeña, pero para mí lo es.

Harry asintió.

—Así como ella —dijo apuntando a Ginny con un dedo —Siempre será la hermanita pequeña de sus hermanos.

—Es lo que he escuchado —Derek miró a Ginny sonriendo —tiene sentido

Ginny rodó los ojos bufando y Derek le hizo un cariño en el brazo.

—Bueno. Supongo que te veré pronto de cualquier modo. —le dijo Harry a Derek, quien le respondió con un gesto amable de cabeza. Luego se volteó hacia Ginny —¿A qué hora nos vamos mañana?

—Umm, creo que yo llegaré al lunch por mi cuenta. Tengo que ir por mi vestido y a arreglarme al departamento de Marie.

—Oh... OK. Entonces nos vemos allá, supongo.

—Sí —asintió levemente —Qué descanses Harry.

Harry se despidió y se fue a su recámara, cerrando la puerta detrás de él. Derek se fue casi enseguida. Ginny pensó que aquello había salido bien, aunque seguía teniendo un vacío extraño en el estómago y el pecho cada que Harry estaba en su presencia. Ella sólo rogaba que con el tiempo fuera desapareciendo y que sus sentimientos disminuyeran o al menos quedaran encerrados en algún lugar de sí misma, como lo habían estado por casi cinco años.


–Piernas... es lo único que puedo pensar en cuanto te veo –dijo Marie aplaudiendio emocionada después de ayudarla a arreglarse para la fiesta de cumpleaños de su hermano George.

Ginny suspiró mirándose al espejo. Aquel día siempre era muy emocional para ella. Por supuesto que celebraba la vida de su hermano, pero era para todos difícil conmemorar también a Fred. No se volvía menos complicado con el tiempo. Tal vez por eso todos se tomaban muy en serio aquella fecha. Era como si todos necesitaran estar juntos y recordar a Fred a través de George, y naturalmente, estar con George para que no tuviera que pasar aquel día solo. Era como un acuerdo que no se había discutido, pero la familia Weasley y amigos querían estar ahí para él incondicionalmente, apoyarlo, distraerlo, acompañarlo en su duelo.

–No sé si me va a resultar incómodo después de un rato –dijo Ginny un poco insegura de su vestido. Se giró hacia ambos lados, mirando su reflejo en el espejo. Llevaba puesto un vestido de verano modesto, amarillo con estampado de flores. Era uno de esos vestidos que envolvían el cuerpo y se amarraban por el frente, destacando su cintura y caderas. El escote era recatado y las mangas caían ligeras sobre sus brazos; la falda caía sobre sus muslos formando un ligero ángulo en forma de v inversa. –¿Crees que deba alargar la falda un poco?

–No, así te ves perfecta –insistió Marie

Ginny se mordió el labio, acomodándose el peinado que iba muy recogido, dejando ver su cuello.

–Opino lo mismo –dijo de pronto Valerie, que se encontraba en el lugar, y aunque no se había involucrado en arreglarla, expresaba sus ideas sin que se le preguntara. –Se vería un poco inapropiado de no ser por los zapatos. Los zapatos te hacen ver elegante.

Ginny asintió puesto que Valerie tenía toda la razón. Ginny llevaba unas sandalias amarillas de tacón alto y una tira delgada en el tobillo, que se amarraba en un pequeño moño de lado. Había comprado esos zapatos hacía casi un año pero nunca se los había puesto. Ginny no podía dejar de mirarse los pies.

–No me los quiero quitar nunca –dijo Ginny modelando sus pies ante el espejo.

–Ya sé, necesito unos así –dijo Marie embelesada también –Vas a levantar miradas y envidias de seguro.

Marie tenía toda la razón. No hubo persona que no volteara a verla al pasar mientras estaban en la recepción de aquel elegante lugar. Ginny esperaba un poco llamar la atención, pero no de aquel modo. Los cumplidos no se hicieron esperar, de hombres y mujeres por igual, diciéndole lo guapa que se veía, lo mucho que gustaba su atuendo y lo bien que le había sentado el quidditch. Algunos familiares lejanos y amigos de George incluso le pidieron su autógrafo. Su mamá se escandalizó un poco por lo corto de su vestido, y su papá se puso emocional diciéndole que su pequeña niña ya no lo era más. Ginny resopló molesta, pero los ignoró lo mejor que pudo.

La reunión era más grande de lo que Ginny había esperado, con familiares y amistades de George de diferentes lugares y años. Varias caras conocidas de Hogwarts estaban allí. Ginny saludó y platicó con mucha gente que no veía desde aquellos años.

—Bueno, ¿y a tí quien te dió permiso de volverte el centro de atención en mi fiesta? —le dijo George al finalmente llegar junto a ella

—Lo siento, hermano —le contestó con una sonrisa y se hundió entre su pecho abrazándolo —Feliz cumpleaños —Lo apretó con fuerza, sintiendo mil emociones llenarle el pecho. No pudo evitar pensar en Fred—Te quiero mucho.

—Y yo a ti, pecosa—George le dio un beso en la frente —Sabes que eres hermosa siempre, pero hoy te pasaste hermanita —Ginny le sonrió halagada.

George tomó dos copas de champagne de una mesa cercana. Le dio una a Ginny y los dos brindaron.

Platicó con su hermano por un buen rato, pero luego él se tuvo que ir a saludar a más invitados. Luego lo vio con Angelina Johnson, su ex novia del colegio y no pudo evitar sonreírle haciéndole gestos y miradas exageradas; él sólo trató de ignorarla lo más que pudo. Enseguida Luna Lovegood, Neville Longbottom y Dean Thomas se acercaron hacia ella. Los saludo a todos muy alegre de volverlos a ver ya que no se frecuentaban mucho.

—Wow Ginny —le dijo Dean después de abrazarla amistosamente —Te recordaba guapa pero no así de deslumbrante

—No es el cumplido que crees que es, Dean—le dijo Luna mientras Neville reía

—Si estás esperando tener suerte con Ginny, no creo que te funcione —dijo él

—¡Sólo estoy siendo sincero! —se defendió él sonrojándose—No era con afán de ofender...

—No te preocupes—dijo Ginny restándole importancia con un gesto de mano. No quiso decirles que no era el primer comentario de ese tipo que le hacían aquella noche.

—Además yo tengo novia —dijo Dean aún muy sonrojado —No estoy intentando coquetear...

—Esta bien, Dean. No lo tomé como eso... Sólo te están tomando el pelo.

Luna y Neville rieron divertidos mientras Dean se quejaba.

—¡Harry! —dijo Luna de pronto saludando hacia el otro lado de donde ellos estaban

Al levantar la mirada se encontró con unos ojos verdes esmeralda que la veían con intensidad a lo lejos. Se sintió cohibida por un segundo. Su corazón se emocionó sin qué pudiera evitarlo y se maldijo a sí misma. Harry comenzó a caminar hacia ellos sin dejar de verla, mientras ella trataba de actuar natural. Pensó que se veía extremadamente guapo con un atuendo que ella misma le había elegido aquella tarde que fueron de compras al Londres muggle. Parecía que había pasado una eternidad. Harry vestía camisa y pantalón de vestir obscuros, y una corbata que combinaba con sus ojos. Tenía un andar muy varonil. Su cabello estaba alborotado como siempre. Ginny tuvo que respirar profundamente para calmar su nerviosismo y repentina emoción. Se sentía estúpida pero justificadamente atraída hacia Harry. Una vez más se encontró imaginando escenarios en que él la envolvía entre sus brazos, la besaba y —

—Merlín, es como usar un giratiempo y estar otra vez en Howgarts —dijo Neville de pronto

Al llegar Harry junto a ellos, fue que Ginny se dio cuenta que no iba solo.

—¡Qué guapa estás, Ginny! —dijo con tono alegre y efusivo Cho Chang, acercándosele para darle un beso en cada mejilla y abrazarla, mientras ella se quedaba petrificada.