Aventuras mágicas Parte 2

En la cocina de la Casa Búho, Eda se sumergía en las páginas de un libro titulado "Manipulando los ingredientes a tu voluntad", sosteniéndolo con firmeza sobre la mesa con su mano amputada.

—Wow, un momento doméstico sorprendentemente pacífico. ¿Cuándo será arruinado?

—¡EDAAA!

—Justo ahora —reconoció, mientras observaba cómo Luz entraba corriendo de la mano con su hermano mellizo.

Luis le dio unas palmaditas en la cabeza

—Relaja' que te va a da un patatú, Nutria.

Luz lo miró con reproche.

—Tú tá' suave, brody, que ya te lanza' te con vario truquito.

Luis suspiró con cansancio y se acercó al banco con cojín que descansaba a la izquierda de la mesa. Se dejó caer sobre él con un susurro de alivio, dirigiendo su atención hacia la dama búho.

—Oye, bruja, tienes que enseñarle a esta lutrina desesperada un nuevo hechizo ahora —dijo señalando con su pulgar izquierdo hacia su hermana melliza que lo observaba impaciente.

—Lo siento, Corchito, estos vegetales no se cocinarán solos...

Eda tomó una botella de líquido verde con su mano izquierda.

—Aún.

Con un gesto, vertió la poción sobre los vegetales, y éstos cobraron vida, erguiéndose frente a ella.

—Muy bien, todos a la olla.

En cambio, los vegetales vivientes intentaron escapar desesperadamente, pero en un movimiento ágil, Luis desenvainó su kris y los cortó de un solo tajo.

—Este corte me lo enseñó Jack el Destripador —comentó indiferente, guardando nuevamente el arma en su bolsillo canguro.

—Pero necesito saber dos hechizos para entrar en clase decente en hexside —expresó Luz mientras se aproximaba a la mesa. Eda, por su parte, colocaba los vegetales recién cortados con un hechizo de levitación en la olla que reposaba sobre la cocina eléctrica—. Puedo hacer hechizos de Luz.

Elevó un pergamino de notable tamaño, adornado con un intrincado glifo, y al tocarlo con su diestra, una luminiscencia brotó, haciendo que Eda y Luis instintivamente protegieran sus ojos.

—No me coja una papeleta fotográfica sin dar heads up, Nena —le advirtió Luis, con acento dominicano, mientras se frotaba los ojos.

—Pero al final del día ese es el único hechizo que sé...

Luz se desplomó en el suelo, quedando boca abajo.

—¿Y de quién es la culpa? —preguntó Eda, con los brazos en jarras.

—Tecnicamente tuya, bruja —respondió Luis.

—¡Já! Sí, me atrapaste —admitió Eda con una sonrisa.

Luz se levantó de su asiento, apoyando las manos en la mesa mientras miraba directamente a la bruja.

—Solo enseñame un hechizo ahora. Cualquiera —su voz adquirió un tono sombrío y entrecerró los ojos—. Puede ser el mal más oscuro.

Luis la observó con una ceja arqueada.

—Eh, ¿ahorita te tira má ser la villana Luz en vez de la Luzura?

Luz se acercó a él con ternura y delicadeza, tomando su rostro entre sus manos y acercando su nariz a la suya, susurrándole con una dulce sonrisa:

—Toy happy de que te ponga' en mi pi'ta, lindo.

Luis intercedió rápidamente para apartar a su hermana de un violento empujón, mientras lanzaba una mirada de fastidio hacia la dama búho.

—Ya ponla en órbita, brujilda.

—Bueno, estuve revisando mis textos de magia salvaje.

Eda tomó el libro que reposaba sobre su mano derecha amputada y lo guardó con suavidad entre sus cabellos exuberantes, mientras dejaba escapar un suspiro.

—Pero estoy demasiado ocupada ahora.

—Por favor, Eda —imploró Luz—. Eres la bruja más poderosa de aquí.

—Sí, ¿que pensarían si uno de tus aprendices fuese inscrito en la clase de bebés? —añadió Luis.

Eda posó su mirada en Luis con un brillo de orgullo en sus ojos.

—Atacas mi orgullo. Otra buena jugada, corchito.

Después, dirigió su mirada hacia Luz mientras con cuidado volvía a colocar su mano amputada en su sitio.

—Bueno, en ese caso, esto parece ser un trabajo para el campamento mágico.

Inmediatamente después, la puerta de la cocina se abrió y la "pareja real" ingresó a la cocina.

—Ñaa, ¿dijeron campamento mágico? —dijo Queen con entusiasmo—. Acepto dirigirlo.

King le lanzó una mirada molesta.

—¡Ey, ey, ey, ey! Nadie dirige nada sin el permiso del rey, y aunque tú seas la reina, debes obedecer si no quieres ser castigada.

—Ustedes no formarán parte de esto —les dijo Eda con firmeza—. Luz necesita concentrarse, y no puede estar actuando de manera extraña cada vez que hacen algo adorable.

—¡Yo no soy adorable! —protestó King, haciendo un gesto de desaprobación y pisoteando con su pie izquierdo.

—Ñaaa, pero sí lo eres, mi amor —le replicó Queen juguetona, acariciándole la barbilla con delicadeza—. Igual a un cariñOSITO.

—Yo te daré tu cariñito.

Acto seguido, King se lanzó hacia su reina, y ambos se enzarzaron en un frenético forcejeo en el suelo.

Los ojos de Luz centellearon ligeramente.

—Aw, se están peleando.

—Y eso que aún no están casados —añadió Luis con indiferencia, mientras los "monarcas" se desplazaban hacia la salida de la cocina.

Eda fijó su mirada en la joven Noceda.

—Bueno, no tenemos tiempo que perder —le comunicó, mientras Luis se ponía de pie para cerrar la puerta de la cocina—. Tendrás que seguir mis enseñanzas con exactitud. Tenemos que ir a un lugar especial.

—¡Sí! —respondió Luz con entusiasmo.

—Un lugar donde la energía mágica solo fluye.

Luz se erguió sobre la mesa, sus puños apretados y su mirada desafiante dirigida hacia el techo, mientras Luis sacudía la cabeza en desaprobación.

—¡Si!

—Un lugar como... ¡La rodilla!

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Todos estaban abrigados con prendas de invierno. Luis resaltaba con un abrigo largo y grueso negro, adornado con detalles de piel en el cuello y una capucha con cuernos similares a un ciervo, forrada para mayor comodidad. Debajo, un suéter de lana blanca. Sus pantalones oscuros y ceñidos ofrecían calor y libertad de movimiento, junto con unas botas robustas, bufanda amplia y guantes de cuero.

—¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!

Con una sonrisa radiante, Luz vitoreaba alegremente, agitando los puños en el aire mientras su voz resonaba en eco. Mientras tanto, su hermano, visiblemente molesto por su algarabía, trabajaba con fastidio en la construcción de una enorme bola de nieve. Finalmente, la lanzó directo a la nuca de Luz, haciéndola caer de cara en la nieve.

—Las antiguas brujas venían a la rodilla para desarrollar su magia —explicaba Eda mientras caminaban—. Atraída por su poder natural.

Luz jadeó al contemplar lo que se extendía ante ella, observando lo que parecían ser las ruinas completas de algo que, a su vez, lucían abandonadas.

—¡Fantástico!

—Lindas ruinas antiguas —reconoció Luis con una leve sonrisa.

—Sin embargo, tiene sus propios peligros.

Eda señaló hacia la izquierda, y los hermanos Noceda soltaron un jadeo de sorpresa al descubrir una figura femenina esculpida con exquisita delicadeza y elegancia. Destacaba con gracia gracias a sus singulares características. Sus ojos brillaban como estrellas amarillas de cuatro puntas en contraste con su piel clara, y sus seis brazos finamente definidos sostenían salchichas con pan mientras danzaba en el aire. Además, su largo cabello rubio, con dos largas trenzas, estaba levantado en el aire como si estuviera siendo acariciado por una brisa invisible, añadiendo un toque etéreo y celestial a su presencia. Era una representación de belleza y habilidad que dejaba a los espectadores maravillados ante su magnificencia.

—Ni bruja ni demonio. Un ser misterioso al que yo denomino: La mariposa estelar.

En su cabeza, lucía una tiara de largos cuernos que parecían también antenas, otorgándole un aspecto similar al de una mariposa. Además, el corazón en su pecho estaba adornado con cintas que rodeaban su tronco, añadiendo un toque de encanto adicional. La figura juvenil irradiaba pura alegría a los hermanos Noceda durante su festín aéreo. Cada bocado iba acompañado por destellos de sus ojos estrellados, creando una escena surrealista que desafiaba las expectativas convencionales.

—Es hermosa —dijo Luz.

Los corazones marcados en sus mejillas añadían un toque juguetón a su rostro angelical, mientras que sus majestuosas alas doradas emanaban luz, aportando un elemento mágico a su presencia. Vestida con elegancia en un llamativo vestido amarillo adornado con un corazón en el centro y largas botas del mismo tono, la figura femenina fusionaba la elegancia con la excentricidad de manera única y cautivadora. Su imagen no solo destacaba por su aspecto celestial, sino también por su capacidad para disfrutar de un festín poco convencional mientras ejecutaba una danza celestial en el aire.

—Y peligrosa —advirtió Eda con tono de precaución antes de añadir de manera despreocupada, mientras continuaba caminando seguida por Luis—: Pero tranquilos, si no se meten con ella, no se meterá con ustedes.

—¿Soy yo, o ella está comiendo salchichas? —señaló Luz con curiosidad, antes de que su hermano mellizo la jalará del cuello de su abrigo para llevarla consigo.

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—Aquí es donde nos quedaremos —afirmó Eda con determinación al llegar a las ruinas.

—Decididamente aprenderé mi segundo hechizo aquí —respondió Luz emocionada, corriendo y girando sobre sí misma con los brazos extendidos, mientras Luis sacaba su Kris.

—Y yo me esforzaré por desarrollar... —comenzó a decir Luis, pero se interrumpió al parecer ver algo que lo dejó con las mejillas rojas, mientras su hermana melliza continuaba hablando:

—Una vista hermosa, la magia se siente en el aire, y lo mejor de todo... ¡Estamos solos!

—Yo no estaría tan segura de eso —comentó Eda mientras se aproximaba a los hermanos Noceda, señalando con su bastón en la dirección hacia la cual Luis estaba mirando.

Amity se destacaba entre la nevada con su abrigo vestido morado de manga larga, que resaltaba sobre su suéter granate. Sus pantalones negros contrastaban con el blanco del entorno invernal, mientras que sus guantes gris lavanda añadían un toque de suavidad al conjunto. Las medias negras mantenían sus piernas abrigadas, y las orejeras rosas añadían un toque de color y protección extra contra el frío.

Willow, por otro lado, lucía un estilo más llamativo con su gorra blanca decorada con una pequeña mariposa blanca. Su gran vestido abrigo verde con toques de blanco le daba un aspecto elegante y a la vez acogedor. Las medias índigo combinaban con el vestido, mientras que las botas celestes claro añadían un toque de contraste. Sus guantes verde oscuro completaban el conjunto, proporcionando calidez y estilo. Además, llevaba el cabello trenzado en dos trenzas, que caían sobre sus hombros con gracia, agregando un toque de encanto campestre a su apariencia.

Gus se mantenía cómodo y funcional con sus pantalones y guantes celestes, que contrastaban con su bufanda roja a cuadros. Sus botas grises oscuro y claro le proporcionaban estabilidad en la nieve, mientras que su abrigo gris oscuro con capa y capucha lo protegía del viento y la nieve que caía. Juntos, los tres avanzaban con paso seguro a través de las ruinas.

—Amity, esto es absurdo —dijo Willow, con un tono de exasperación.

—Sí, llevamos horas caminando y solo hemos visto nieve, rocas y árboles, —agregó Gus, sin percatarse de que una luz rojiza se cernía sobre él y las jóvenes brujas—. Pero ninguna...

—¡Cuidado! — lo interrumpió una siniestra voz masculina.

Luis apareció velozmente, con una expresión determinada en su rostro, mientras una leve aura negra lo rodeaba y sus pupilas brillaban en un rojo intenso. Con su Kris en mano, cortó la bola de fuego rojiza que se dirigía hacia Amity, Gus y Willow, protegiéndolos del peligro inminente.

—¡Es tu príncipe encantado! —exclamó Amity, emocionada, mientras miraba a Willow, cuyas mejillas se ruborizaban ante la presencia del joven Noceda.

Repentinamente, Satan Clawthorne, ataviado con un largo abrigo de lana blanca con detalles negros en las solapas y botones, emergió en un destello de luz roja, emanando humo de su pipa. Luis lo miró con ira.

—¡¿QUE PASA CONTIGO, BESTIA?! ¡INTENTASTE CALCINARLOS!

—Relájate, cielo —le dijo Satan, dejando escapar una bocanada de humo entre palabras, su sonrisa pícara reflejando una calma engañosa—. Únicamente pretendía infundirles un poquito de miedo.