7.- El Día Perezoso


Madre: desconocida

"Mother: unknown"

De HufflepuffMommy

Alfa-Bet-eado


Mientras Lyra interrogaba sin parar a su invitada a cenar, Draco se sentó al otro extremo del sofá y escuchó. Uno podría aprender mucho simplemente permaneciendo en silencio, una lección que desearía haber aprendido a una edad más temprana. Descubrió que el color favorito de la bruja era el morado oscuro, el primer hechizo que aprendió fue Lumos, seguido de Nox, y su libro favorito era un empate entre Matilda y Hogwarts: Una Historia. Incluso obtuvo una descripción detallada de la sala común de Gryffindor y cómo eran sus dormitorios. Draco se sorprendió de cómo los Gryffindor de su año estaban agrupados en una habitación mientras que los Slytherin tenían habitaciones separadas.

Cuando había pasado casi sesenta minutos de la hora habitual de acostarse de su hija, Draco le informó a Lyra que era momento de acostarse.

Ella se quejó al principio y le rogó que se quedara despierta «sólo un poco más», pero Granger la convenció de irse, prometiéndole un hechizo más, pero sólo si se preparaba rápidamente.

Mientras Lyra subía corriendo las escaleras, Draco se inclinó.

—Gracias, a ella le encanta esto. Le he contado sobre el mundo mágico, por supuesto, pero creo que escucharlo de otra persona lo hace más emocionante.

—Ella es un gran tesoro, de verdad. ¿Ha mostrado ya algún signo de magia?

—Aquí y allá, especialmente cuando era más pequeña. Los niños pequeños con poderes mágicos que tienen rabietas conllevan accidentes bastante interesantes.

—Me lo puedo imaginar —reflexionó Granger—. Sin embargo, ¿no tiene problemas en la escuela?

Draco negó con la cabeza.

—No, gracias a Merlín. Ella ama su escuela y a sus amigos. No estoy seguro de qué haría si accidentalmente usara magia allí.

—Estoy segura de que MACUSA tiene protocolos establecidos, al igual que el Ministerio de Magia, que generalmente implica obliviar a los muggles —informó Granger—. Dependiendo de la gravedad de lo sucedido, también podría significar un traslado para ustedes.

Draco asintió mientras bebía lo último de su vino y dejaba la copa.

—Sé todo eso. Quise decir lo que haría con Lyra. —Giró la cabeza para asegurarse de que ella no bajara las escaleras—. Se le rompería el corazón si tuviéramos que irnos. Bar Harbor es todo lo que conoce: creció aquí.

—¿Por qué te mudaste aquí? —preguntó ella.

—Me lo sugirió un miembro de la familia —dijo, luego inclinó la cabeza cuando escuchó a su hija bajar las escaleras y bajó la voz—. Puedo explicarlo más tarde.

Granger asintió, luego levantó la vista y le sonrió a Lyra mientras entraba a la habitación nuevamente, vestida con un pijama morado con gatos por todos lados.

—¡Estoy lista! —exclamó Lyra, sentándose junto a la bruja mayor una vez más—. ¿Te gustan mis pijamas? Las elegí porque son tu color favorito y porque te gustan los gatos.

Hermione parecía igualmente enamorada.

—¡Los amo! Son muy lindos.

—¿Puedes hacer tu hechizo ahora?

Granger asintió, luego tomó la copa de vino vacía que Draco había dejado y usó su varita para transfigurarla en un frasco de vidrio.

—¡Guau! ¡Eso es genial!

Granger se rio entre dientes.

—Gracias, pero hay más. Mira... —susurró frigus ignis y una llama azul cobró vida dentro del frasco.

—Wow... —Lyra miró a Granger con ojos muy abiertos y desconcertados—. ¿Puedo sostenerlo?

Granger sonrió y le entregó el frasco.

—Es una llama fría, así que no te quemará. Únicamente durará unas cuantas horas, pero pensé que podrías colocarla en tu habitación como una luz de noche.

—¿Puedo, papá? —preguntó Lyra.

No pudo resistirse a sus encantos.

—Claro, princesa. Pero ahora realmente es hora de ir a dormir. ¿Por qué no le das las buenas noches a la señorita Hermione y le agradeces por venir?

Lyra le entregó a Draco el frasco para que pudiera usar ambos brazos para abrazar a Granger, enterrando su rostro en los rizos de la bruja.

—Gracias por venir —dijo Lyra, con la voz amortiguada.

Granger le devolvió el abrazo a Lyra, con una suave sonrisa en sus labios mientras abrazaba a la hija de él.

—De nada. Gracias a ti por invitarme.

—¿Podemos cenar en tu casa la próxima vez? —preguntó Lyra cuando finalmente la soltó.

—Lyra, no es de buena educación invitarte a la casa de otra persona —la regañó Draco.

—Lo siento. —Miró por el rabillo del ojo hacia Granger—. Pero… ¿Podemos?

Draco suspiró y se frotó la frente.

—Lyra…

Granger lo tomó con calma.

—Hablaré con tu padre al respecto, ¿de acuerdo? —Luego bajó la voz apenas por encima de un susurro—. Pero quizás deberías irte a la cama antes de meterte en problemas.

Lyra soltó una risita, le quitó el frasco a su padre y se dirigió a las escaleras.

—Iré en un momento para arroparte. —Draco se puso de pie—. Sólo voy a acompañar a la señorita Hermione.

Lyra dio un paso adelante y se giró.

—¿Vas a darle un beso de buenas noches?

Atónito ante la pregunta, Draco se quedó helado. No fue hasta que Granger reprimió una risa que se dio cuenta de que su hija todavía estaba esperando una respuesta.

—Hum, no. No voy a besarla.

—Ah, pues deberías. —Luego, subió apresuradamente las escaleras.

Granger, que se tapaba la boca y con risa en los ojos, se había puesto de un tono rosado claro.

—Lo siento… —comenzó, pero la bruja finalmente soltó una carcajada y lo despidió.

—Está bien. De verdad. —Se colgó el bolso al hombro y salió.

Cuando llegaron al auto, Draco hizo una pausa.

—Gracias de nuevo por venir. Estoy segura de que Lyra estará hablando de esta cena sin parar durante las próximas dos semanas.

Granger se rio entre dientes mientras abría la puerta del lado del pasajero y arrojaba su bolso adentro.

—Gracias por invitarme. Yo también la pasé muy bien —dijo, girándose hacia el lado del conductor—. Bueno, supongo que nos vemos por ahí, considerando que trabajamos al lado del otro.

Esta vez, Draco dejó escapar una risita.

—Supongo que sí. Nos vemos, Granger.

Había comenzado a caminar de regreso a su casa cuando la escuchó pronunciar su nombre. Él se giró y arqueó una ceja en dirección a ella.

—Sabes que puedes llamarme Hermione, ¿verdad? —dijo ella, con los ojos brillando de diversión—. Quiero decir, después de todo, cené en tu casa.

Draco se apoyó contra el marco de la puerta y fingió pensar en su sugerencia.

—Creo que me quedaré con Granger. Menos vocales —bromeó.

Riendo, se metió en su coche, saludó con la mano y se alejó calle abajo.

Draco la observó hasta que ella dobló la esquina, luego subió las escaleras y encontró a Lyra sentada en la cama, leyendo un libro. Ella lo miró cuando él entró.

—Entonces, ¿la besaste?

Draco sacudió la cabeza y apagó la luz. En la oscuridad, la llama de la campanilla bañaba la habitación con un suave resplandor. Se sentó en el borde de su cama y le apartó algunos de los rizos de la cara.

—No, no lo hice. La señorita Hermione y yo solamente nos estamos haciendo amigos.

—Ah, bueno, tal vez la próxima vez. ¿Crees que le gusto a la señorita Hermione?

—Por supuesto que sí —Draco no dudó en responder.

—Genial —dijo Lyra. Dejó escapar un bostezo y cerró los ojos, abrazando a Otis contra ella—. Porque creo que ella podría ser mi mamá.

Draco frunció ligeramente el ceño mientras veía a su hija quedarse dormida. Tendría que preguntarle por la mañana por qué pensaba que Granger era su madre.

Él le había dicho, por supuesto, que no estaba seguro de quién era su madre y, tal vez porque ella todavía era demasiado pequeña para entenderlo, nunca le había preguntado al respecto.

¿No le acababa de decir a Lyra el otro día que él y Granger no se llevaban bien en la escuela? Aparentemente, esas cosas no importaban cuando se le ocurrían a la mente de una niña de seis años.

Después de que Draco salió de la habitación de Lyra y cerró la puerta, caminó por el pasillo hasta el último dormitorio, que estaba mágicamente cerrado y, en el caso de que de alguna manera lo dejara abierto, se colocó una línea de edad para mantener alejada a su curiosa pequeña.

Su casa contaba con cinco dormitorios, más de lo necesario para los dos, pero ocupó todas las habitaciones. El dormitorio principal era suyo, al igual que la habitación contigua que era de Lyra. Su madre reclamó uno para sus visitas y el dormitorio de abajo se convirtió en oficina.

En el quinto dormitorio usaba un laboratorio de pociones y un lugar donde preparaba los ingredientes para su elaboración. Aunque no usó las pociones de su laboratorio en los productos que vendió a los muggles, disfrutó del pasatiempo e hizo varias pociones para donar al hospital en Dirigo Square cuando lo visitó.

Como hacía todas las noches, caminó y revisó los calderos que estaban hirviendo a fuego lento, ajustando las temperaturas y agregando ingredientes según fuera necesario. Una pócima calmante, estaba lista para ser embotellada, pero Draco la dejó a un lado para trabajar en la preparación de ingredientes para otra que planeaba comenzar al día siguiente.

Puede resultar tedioso para algunos, pero a Draco le gustaba la metodología de cortar, triturar, pesar y medir ingredientes. Encendió la radio muggle para escuchar música (descubrió que le gustaba bastante el rock, especialmente Aerosmith) y se perdió en su trabajo.


A la mañana siguiente, cuando Lyra saltó a la cama de Draco para despertarlo, le preguntó si podía desayunar un trozo de pastel.

—¿Pastel? ¿Para el desayuno? —preguntó aturdido mientras agarraba a su hija y la acurrucaba contra su costado, esperando poder dormir unos minutos más.

—Es básicamente como una dona, sólo que con una forma diferente.

—Supongo que tienes razón —reflexionó, sabiendo que ella probablemente había pensado en esto antes de preguntar. Se sentó y se estiró—. Bueno, entonces supongo que será pastel para el desayuno.

—¿¡De verdad!?

Draco observó divertido cómo su hija se metía pastel en la boca unos momentos después. Tomó su propia rebanada para el desayuno y tarareó pensativamente.—Deberíamos agradecer a la señorita Hermione por hacer de sobra para poder desayunarlo —dijo.

Tan pronto como mencionó el nombre de la bruja, le vinieron a la mente recuerdos de lo que Lyra dijo la noche anterior.

—Hablando de ella... ¿Recuerdas lo que dijiste antes de quedarte dormida?

Lyra levantó la vista y frunció el ceño.

—No.

—Dijiste que pensabas que ella era tu madre —dijo él con cuidado, evaluando su reacción—. ¿Hay alguna razón en particular?

Lyra se mordió el labio mientras miraba hacia abajo y su tenedor empujaba algunas migas de pastel.

—Yo sólo… tuve este sentimiento después de verla en el mercadillo de que… De que la conozco de alguna parte.

—Princesa, eso es imposible —explicó suavemente—. Eras sólo una bebé cuando estabas en Inglaterra y, aun así, ella nunca te conoció. Además, ¿recuerdas cuando dije que no era amable con ella en la escuela?

Lyra asintió, todavía sin mirarlo.

—Sí…

—Eso significa que ella y yo nunca estuvimos en una relación como para haberte tenido —le explicó.

Las cejas de Lyra se fruncieron cuando finalmente lo miró.

—¿Tienes que estar en una relación para tener un bebé?

—Bueno, normalmente es lo preferido, sí —contestó—. Aunque a veces sucede por accidente cuando dos personas no están en una relación.

Lyra se animó.

—¿Eso significa que pudo haber sucedido?

Draco negó con la cabeza.

—No, amor, no pudo haber sido así. No entre la señorita Hermione y yo. Hay algo que una mamá y un papá tienen que hacer para tener un bebé y nosotros no hicimos eso.

—¿Qué tienes que hacer? —preguntó con curiosidad.

Esa es una conversación que hay que tener más adelante, cuando seas mayor.

—Pero paaapáaa.

—Lyra —dijo Draco con un suspiro cansado—. Ahora no, ¿vale?

Lyra resopló.

—Seh.

Ella bebió su leche, luego levantó lentamente la vista y le sonrió con picardía.

—Si estoy en lo cierto acerca de que la señorita Hermione es mi mamá, ¿puedo tener un cachorro?

Draco llevó sus platos vacíos al fregadero.

—Princesa, si tienes razón, puedes tener dos cachorros.

—¡! —dijo en voz baja, lo suficientemente fuerte como para hacer que Draco se riera y negara con la cabeza.

—Muy bien, ¿por qué no eliges una película para ver y comenzamos el Día Perezoso?

—¿Podemos ver La Sirenita? —preguntó esperanzada.

Draco le levantó una ceja.

—¿Otra vez? ¿No lo has visto lo suficiente como para poder decir todos los diálogos en este momento? —bromeó.

Lyra se rio y luego asintió.

—Es mi película de princesas favorita porque ella solo tiene un papá, como yo. Por favor, ¿podemos verla? —suplicó, sacando el labio inferior y batiendo las pestañas.

Draco puso los ojos en blanco cómicamente.

Bien, supongo.

Lyra aplaudió y luego fue a la sala para poner la película en el reproductor de DVD.

A Draco se le había ocurrido el Día perezoso hace unos años, dedicando un día entero a ver películas, leer libros o hacer lo que Lyra quisiera hacer. Cuando era niño, nunca le permitieron tener un día de descanso: sus días siempre estaban llenos de lecciones de algún tipo, ya fueran idiomas, clases de baile o lectura de libros viejos, polvorientos y aburridos de la biblioteca Malfoy. Quería que Lyra tuviera una infancia mejor que esa.

Después de lavar los platos, Draco se sentó en el sofá y Lyra se acurrucó contra él antes de suspirar satisfecha.

Esto, justo aquí, fue la razón por la que soportó ver esta película por enésima vez, siempre y cuando hiciera feliz a su hija.

—¿Sabes? —dijo después de ver la película durante unos minutos—. Las sirenas reales no se ven así. Se parecen más a peces con brazos y su cabello parece algas.

—¡Shh! —lo calló Lyra, golpeándolo juguetonamente con el codo—. No hables durante la película... a menos que cantes.

Draco se rio entre dientes, luego tomó un libro que estaba en la mesa auxiliar y leyó mientras su hija cantaba con Ariel.


¿Uno más? Creo que te estoy malcriando...