9.- Cena con Granger


Madre: desconocida

"Mother: unknown"

De HufflepuffMommy

Alfa-Bet-eado


La cena estuvo deliciosa. Descubrió que Granger era bastante hábil en la cocina. Preparó una cena de pollo asado y verduras junto con puré de patatas casero. Estuvo tentado a preguntarle si secretamente albergaba a un elfo doméstico, pero se lo pensó mejor: Merlín sabía que no quería que ella despotricara sobre los derechos de los elfos domésticos. Había oído mucho de eso mientras estaban en Hogwarts.

Lyra, como de costumbre, habló sin cesar durante toda la comida. Volvieron al tema de Halloween y estaban discutiendo sobre sus dulces favoritos cuando Lyra preguntó.

—¿Quieres ir a pedir dulces con nosotros?

Granger la miró, disculpándose.

—Lo siento cariño, tengo que trabajar en la librería esa noche. Pero, si tú y tu papá pasan por ahí, les estaré repartiendo dulces a cualquiera que entre.

Lyra jadeó felizmente.

—¡Siempre vamos a pedir dulces a la Calle Principal! Papá dice que es para apoyar a todos los negocios allí.

—A ella simplemente le gusta ir porque todos la conocen y le dan dulces extra —dijo, mirando con complicidad a su hija.

Su hija se encogió de hombros tímidamente pero no lo negó.

—Bueno, eso lo soluciona —dijo Granger asintiendo—. Ustedes dos tendrán que pasar por la tienda para que pueda ver sus disfraces.

Disfraz —corrigió Draco—. Yo no me disfrazo.

—Bueno, eso no es divertido. ¿Verdad, Lyra?

Lyra asintió vigorosamente en señal de acuerdo.

—Sí, papá. No es nada divertido.

Draco sacudió la cabeza y continuó comiendo mientras las otros dos continuaban con su conversación.

Después de la cena, Lyra preguntó si podía salir y explorar un poco.

—Está bien —dijo Draco—. Pero no vayas tan lejos que no podamos verte desde la casa.

Lyra abrió la puerta trasera y corrió hacia los árboles mientras él y Granger recogían los platos y los colocaban en el fregadero.

—Podemos sentarnos afuera y observarla —sugirió ella. Sacó su varita del bolsillo delantero de su suéter y preparó los platos para que se lavaran solos antes de tomar dos copas de vino y una botella de Merlot—. ¿Quieres una copa? —preguntó.

—Claro.

La siguió y se sentó en una de las tumbonas, frente al patio trasero que se extendía hasta una colina con árboles.

—No es un mal lugar —comentó mientras ella se sentaba—. Con los árboles y el espacio adicional entre los vecinos, tienes mucha privacidad.

—Gracias —dijo ella, tomando un sorbo de su vino—. Definitivamente fue una ventaja elegir este lugar. No quería arriesgarme a que alguien me viera usar magia por accidente.

Draco asintió.

—Puedo entender eso. Debo tener mucho cuidado si alguna vez uso magia en la casa, o al menos asegurarme de que las cortinas estén cerradas.

Los dos observaron mientras Lyra corría, inspeccionando rocas y palos y mirando hacia los árboles.

Draco miró a Granger, quien lo observaba con curiosidad.

Se volvió hacia Lyra mientras tomaba un trago.

—Me imagino que estás tratando de descubrir cómo preguntarme sobre la madre de Lyra, sin parecer grosera o entrometida —tanteó, mirando a Granger y levantó una ceja en cuestión y ella le dio una mirada tímida.

—Me atrapaste —dijo, luego se movió en su asiento para enfrentarlo mejor, metiendo las piernas debajo de ella—. Solo tengo curiosidad: me dijiste que tenías una idea de por qué no sabes quién es ella, pero no estaba segura de que si era algo que querías discutir conmigo.

—Probablemente eres la única persona por aquí con la que puedo discutirlo —admitió—. Por lo general, si alguien pregunta dónde está su madre, digo que se fue después del nacimiento de Lyra, lo que los disuade de cualquier otra pregunta.

Granger asintió.

—Sí, puedo ver por qué le dirías eso a los muggles, pero es más complicado que eso, ¿no? En realidad, no conoces su identidad. —Ella lo miró pensativamente—. Supongo que no es porque te acostaste con bastantes brujas durante el sexto año y dejaste embarazada a una de ellas, pero no estás seguro a cuál.

Draco se rio entre dientes mientras apartaba la mirada de ella y miraba fijamente su copa de vino.

—No, no tuve tiempo para nada de eso. Estaba demasiado ocupado cumpliendo las órdenes del Señor Oscuro —dijo con amargura.

Granger tamborileó con los dedos sobre la mesa mientras fruncía el ceño y pensaba.

—Mi mejor suposición, y supongo que la tuya también, es que tus recuerdos fueron modificados. Pero... ¿por qué?

—Por qué, de hecho —repitió Draco—. Probablemente porque yo era un Mortífago y quería asegurarse de que ella y el bebé estuvieran a salvo.

—¿Tal vez fue para mantenerlos a ambos a salvo? —sugirió Granger—. Tal vez ella era alguien que, cuando Voldemort o tus padres se enteraran, te pondría las cosas difíciles.

—He pensado en eso —admitió Draco asintiendo—. ¿Pero qué pasa con el después? Cuando la guerra terminó, ¿por qué no hablar de Lyra? Seguramente la persona con la que estuve no se avergüenza de ella —dijo, señalando a su hija.

Granger negó con la cabeza.

—No, no, ¿cómo podría estarlo?

—Ahora, avergonzada de , puedo entenderlo, pero no…

—Basta —siseó Granger, molesta—. Te pusieron en una situación imposible. Sea quien sea con quien estuviste tenía que haberlo sabido, Draco.

Draco sacudió la cabeza y suspiró.

—Entonces sólo puedo asumir que, quienquiera que fuera... Murió durante la batalla. ¿Por qué si no abandonaría completamente a su hija?

—O… —añadió Granger pensativamente—. A ella también le alteraron sus recuerdos. Quizás después de dar a luz, para mantener a Lyra a salvo.

Draco reflexionó sobre eso por un momento.

—Supongo que esa es otra posibilidad, sí. Y como Daphne conocía a la madre, probablemente se le asignó la tarea de revertir el hechizo de memoria, pero…

—… Pero murió antes de que pudiera —terminó Hermione.

Draco se frotó las sienes y suspiró.

—De cualquier manera, no hay modo de determinar quién era o es su madre, a menos que le haga análisis de sangre a cada bruja que asistió a Hogwarts ese año, o a su familia, para encontrar una conexión biológica. —Miró de nuevo a Lyra, que corría hacia ellos—. Y no quiero hacerla pasar por eso.

Granger asintió y luego se volvió hacia Lyra que estaba gritando su nombre.

—No pude encontrarlo —dijo Lyra cuando estuvo de regreso en el porche.

Granger miró a Lyra con curiosidad.

—¿Encontrar a quién?

—Tu lechuza —afirmó Lyra.

—Oh, ¿es eso lo que estabas haciendo? —preguntó Granger, riéndose—. Supongo que debería haberte dicho que la envié a Londres hace un par de días. No regresará hasta dentro de unos días. Es un vuelo largo y necesitará descansar antes de regresar.

Lyra se dejó caer abatida en una silla vacía.

—Oh.

—¿Por qué no comemos postre ahora? —sugirió Draco y se alegró de ver regresar la sonrisa de su hija.

—¡Está bien! Iré a buscar las cosas al auto —dijo antes de correr alrededor de la casa hasta donde estaba estacionado su auto.

—Así es —dijo Granger mientras se levantaba—. ¿Trajiste algo para acompañar las galletas?

Draco asintió y abrió la puerta corrediza justo cuando Lyra regresaba por el frente, cargando una bolsa de compras.

—Veamos qué tenemos aquí. —Granger miró dentro—. Un poco de helado, que supongo que está bajo un hechizo de estasis ya que todavía está congelado, y chispas de chocolate.

Draco tomó la bolsa.

—Debes sentarte y esperar en la mesa mientras Lyra y yo preparamos el postre, luego te lo llevaremos.

—Está bien, pero no ensucies mi cocina —dijo, mirándolo burlonamente.

Draco rebuscó en la cocina para encontrar algunos platos y cucharas mientras Lyra ponía cuatro galletas en cada plato. Sacó un poco de helado y lo colocó sobre dos de las galletas. Cuando hubo suficiente amontonado, colocaron la segunda galleta encima. Draco vertió chispas en otro plato y enrolló la parte del helado en ellas, completando el postre.

—¡Oh! —exclamó felizmente Granger cuando Lyra le entregó su plato—. ¡Un sándwich de helado! ¡Qué creativa!

—Papá y yo los hacemos todo el tiempo —dijo Lyra, mordiendo su sándwich, lo que hizo que el helado rezumara por los lados.

Granger se rio suavemente, entregándole una servilleta.

—Mi papá solía desmenuzar galletas encima de su helado y, a veces, también agregaba jarabe de chocolate.

—¡Papá también hace eso! ¡Con crema batida y una cereza encima!

—Parece que a ti y a tu papá realmente les gusta el helado —dijo Granger, mirando a Draco sonriéndole.

—Papá dice que somos galasos.

—Golosos la corrigió él.

—Sí, eso —dijo, comiendo lo último de su postre—. ¿Podemos ver la película ahora?

Granger asintió.

—Sólo si vas a lavarte las manos y la cara primero. —Le señaló el baño.

Draco recogió los platos y los colocó en la cocina. Cuando regresó a la sala, encontró a Granger poniendo el DVD en el reproductor.

—¿Estás segura de que está bien si nos quedamos a ver la película? No quiero entrometerme en todo tu tiempo libre y podemos ir fácilmente a casa y verla allí.

Granger le hizo un gesto.

—Está bien. No estaba mintiendo cuando dije que es una de mis favoritas. —Se sentó al final del sofá.

—Sólo ten cuidado —dijo Draco, sentándose en el otro extremo—. Ella se sabe todos los diálogos, así que probablemente recitará palabra por palabra.

—Yo también solía hacer eso. —Granger le dio una sonrisa suave y melancólica—. Volvía locos a mis padres.

Draco notó que ya eran dos veces las que se refería a sus padres en tiempo pasado. Estaba a punto de preguntar por ellos, pero Lyra entró en la habitación y tomó asiento entre los dos.

—¿Podemos comer palomitas de maíz? —preguntó después de que Granger presionó «Inicio».

—Lyra, acabamos de comer postre —le recordó Draco.

—Lo sé, pero no se puede ver una película sin palomitas de maíz. —Lyra sonaba como si su razonamiento fuera completamente deficiente.

Draco miró a Granger y descubrió que ella estaba reprimiendo una risa.

—Ella se está juntando demasiado contigo; ya hasta suena como tú.

La risa brotó de la bruja y Draco no pudo evitar sonreír.


Cuando terminó la película, Draco miró alrededor de la habitación e hizo una mueca. Había un tazón grande de palomitas de maíz a medio comer, vasos vacíos y grandes cantidades de papel con dibujos esparcidos sobre la mesa de café de Granger.

¿La culpable? Actualmente profundamente dormida, con su cabeza en el regazo de Granger.

—Perdón por el desastre… —comenzó, pero Granger, nuevamente, lo despidió.

—Está bien. Nada que un rápido movimiento de la varita no pueda arreglar.

Draco observó cómo Granger pasaba sus dedos distraídamente por los rizos de Lyra.

—Te agarró cariño.

La bruja miró a la niña y sonrió.

—Yo diría que el sentimiento es mutuo.

Ambos se sentaron en silencio mientras Lyra dormía plácidamente.

—He querido preguntar… —dijo en voz baja—. Acerca de tus padres. Los has mencionado varias veces, pero no pude evitar notar que estaba en tiempo pasado. ¿Están…?

Granger suspiró y apoyó la cabeza en el respaldo del sofá y miró al techo.

—Están vivos. Yo sólo... no los he visto en varios años.

Draco frunció el ceño.

—Lamento oírlo. Si no te importa que te pregunte, ¿por qué? ¿Tuviste una pelea?

Granger negó con la cabeza.

—No, nada de eso. —Ella se volvió para mirarlo con ojos tristes—. No me recuerdan. Usé un hechizo de memoria con ellos antes del sexto año, para mantenerlos a salvo en caso... —Apretó los labios y cerró los ojos antes de continuar—. En caso de que Voldemort pensara en usarlos para llegar hasta mí durante la guerra.

Había perdido a sus padres a causa de la guerra; en el que había estado en el lado opuesto. Draco tragó, reprimiendo la ola de emoción que amenazaba con apoderarse de él...

—Lo siento...

—No lo hagas —dijo con firmeza, pero en voz baja para no despertar a Lyra—. Deja de disculparte por cosas que estaban fuera de tu control. Hice lo que tenía que hacer para proteger a mi familia. No me arrepiento.

Draco la miró atónito por un momento antes de asentir.

—Está bien. ¿Puedo preguntarte algo?

Ante su asentimiento, él continuó.

—¿Por qué no has revertido el hechizo de la memoria?

El cuerpo de Granger se dobló sobre sí mismo y se sintió mal por empujar.

—Lo intenté. Justo después de que todo terminó, fui a Australia y traté de revertirlo. Pero no pude. Siento que hay algo que me falta, pero no sé qué es. Lo intenté. Busqué durante años para descubrirlo, pero simplemente... no pude. —Ella lo miró de nuevo—. El Ministerio los revisa de vez en cuando y me da informes. Lo estaba haciendo yo misma, pero después de un tiempo se volvió demasiado difícil.

Draco asintió, aunque no sabía qué más decir.

—¿Qué hay de tus padres? —preguntó ella en voz baja.

La pregunta lo tomó por sorpresa; después de todo, su padre intentó matarla y su madre intentó entregársela al Señor Oscuro. Quizás estaba siendo educada, ya que le habló de sus padres.

—Mi madre vive en Francia. Viene de visita varias veces al año y mima muchísimo a Lyra —dijo con una sonrisa.

Granger se la devolvió.

—Para eso están las abuelas.

—Es cierto —estuvo de acuerdo—, la mía me daba chocolates a escondidas.

Granger se rio suavemente.

—En lo que respecta a mi padre, falleció en Azkaban.

—Oh... no estaba al tanto. ¿Puedo preguntar qué pasó?

Draco dudó; en realidad nunca habló de su padre, pero decidió que confiaba en que Granger supiera esta información.

—Mi madre pagó para mantener esa información en privado. En lo que respecta al mundo mágico, él todavía se está pudriendo en Azkaban. Apreciaría que siguiera así.

Granger asintió.

—Claro.

—No podía soportar la vida en prisión, ni la culpa, y terminó... —Miró a Lyra para asegurarse de que estuviera dormida y luego regresó con Granger—. Quitándose la vida.

—Eso debe haber sido difícil —dijo en voz baja—. Para ti y tu madre.

Él asintió en reconocimiento. Lyra se movió en sueños y Draco miró el reloj.

—Deberíamos irnos. —Miró a Granger—. Gracias, por cierto.

Ella le dirigió una mirada curiosa.

—¿Por?

—Por la cena. Por entretener a mi hija y soportar sus interminables preguntas; por la conversación. Ha sido agradable poder hablar sin ser cauteloso sobre quién o qué soy realmente.

—Ha sido un placer. Adoro a Lyra y, lo creas o no, también disfruto de tu compañía. —Ella le dedicó una sonrisa—. Es agradable tener una cara familiar aquí, incluso si es la tuya —bromeó.

Los labios de Draco se movieron hacia arriba y sacudió la cabeza.

—Graciosa. —Sacó su varita de su bolsillo y con un movimiento rápido, todas las cosas de Lyra volaron de regreso a su bolso.

Granger se inclinó y besó la frente de Lyra. La acción hizo que sus entrañas se retorcieran, aunque no estaba seguro de por qué.

Lyra se movió y abrió los ojos.

—¿Se acabó la película? —preguntó mientras se frotaba los ojos.

Draco la levantó.

—Sí, princesa. Nos vamos a casa ahora.

—Aww, me perdí la mejor parte.

—No te preocupes, estoy segura de que a tu papá no le importará volver a verla contigo mañana —dijo Granger.

Draco gimió.

—Gracias.

La bruja tuvo la osadía de sonreírle dulcemente.

—Cuando quieras.


¿Dulce, truco u otro capítulo?