15.- Comida china para llevar
Madre: desconocida
"Mother: unknown"
De HufflepuffMommy
Alfa-Bet-eado
El timbre sonó y Draco escuchó los pies de Lyra correr escaleras abajo para abrir la puerta.
—¡Ella está de vuelta! ¡Ella está de vuelta! —chilló de emoción.
Draco miró desde la cocina justo a tiempo para ver a Hermione levantar a Lyra y darle un abrazo, sus bolsas yacieron tiradas en el suelo y la puerta principal estaba abierta de par en par.
—Muy bien, Lyra. Déjala entrar para que pueda cerrar la puerta y no dejar que todo el invierno entre en la casa.
Hermione dejó a Lyra en el suelo y sonrió tímidamente mientras cerraba la puerta.
—Lo siento.
Draco la despidió.
—Todo está bien. Ponte cómoda. Estoy terminando en la cocina y luego saldré enseguida.
Lyra arrastró a Hermione hacia el sofá y la única indicación de que sabía que la bruja lo escuchó fue el sutil asentimiento y la sonrisa que dirigió en su dirección.
Terminó de servir las galletas que Lyra insistió en que hicieran y cuando volvió a entrar a la sala, encontró a Lyra sentada en el suelo con media docena de paquetes envueltos a su alrededor.
—¿Qué es todo esto? —preguntó.
—¡Regalos! ¡De la señorita Hermione! —dijo Lyra emocionada—. Pero tenía que esperarte para abrirlos, ¿puedo abrirlos ahora?
Draco dejó el plato de galletas en una de las mesas laterales y se sentó junto a Hermione.
—Claro, adelante, princesa.
Lyra sonrió y rompió el envoltorio.
—No tenías que regalarle nada —dijo, acercándose a la bruja. Olía a madreselva y lavanda, una combinación de aromas que a él le gustaban recientemente.
Los ojos de Hermione estaban puestos en Lyra, con una suave sonrisa en su rostro.
—Yo quería. —Ella giró la cabeza y lo miró, un suave rubor rosado floreció en sus mejillas—. También tengo un regalo para ti. —Cogió una caja plateada con una cinta verde del suelo cerca de sus pies y se la entregó.
—Tampoco tenías que traerme nada —dijo mientras desataba el lazo. Cuando levantó la tapa de la caja, una gran sonrisa se formó en su rostro—. Me retracto; me lo quedo.
Dentro de la caja había una gran variedad de dulces de La tienda de dulces Sugarplum, con una valiosa cantidad de sus favoritos: pasteles de caldero.
—Pensé en traerte un poco de Londres.
Draco abrió uno de los pastelillos de caldero y lo mordió, disfrutando del pegajoso centro de chocolate. Cerró los ojos brevemente mientras tarareaba con aprobación.
—Te lo agradezco, de verdad. Gracias. Normalmente los dulces que mi madre envía en sus paquetes son para Lyra.
Hermione se rio entre dientes.
—Veo que te han hecho a un lado ahora que le diste una nieta.
—Bueno, ahora que te tengo para darme dulces, supongo que está bien.
El sonrojo en el rostro de Granger se profundizó y volvió su atención a Lyra, quien actualmente estaba desenvolviendo su tercer regalo.
Draco terminó su obsequio mientras hacía un inventario de los regalos de su hija: un dragón morado de peluche que se calentaba cuando lo abrazaba, una caja de dulces similar a la suya, pero más pequeña, algunos lazos para el cabello y diademas para la cabeza, un collar y unos aretes engastados con su piedra de nacimiento, una bola de nieve que mostraba Hogwarts y, por supuesto, libros.
—¿Qué le dices a la señorita Hermione? —preguntó Draco cuando Lyra terminó de abrir todo. Lyra rodeó el cuello de Hermione con sus brazos.
—¡Gracias! Amo mis regalos.
—De nada, bonita.
—¡Tenemos algo para ti también! —Sacó una bolsa roja de debajo del árbol.
—Lo escogí yo sola —sonrió Lyra mientras Hermione extraía el papel de seda blanco de la bolsa. Ella sonrió cuando sacó un par de guantes de cuero de color morado oscuro.
Hermione se los probó y descubrió que le quedaban perfectos.
—¡Son hermosos! Y también muy suaves.
—Es posible que también los haya encantado para que mantengan tus manos cálidas y secas, sin importar el frío y la humedad que haga. —Draco no había podido resistirse a añadir su propio toque. Sólo porque vivieran en un pueblo muggle no significaba que no pudieran aprovechar algunas de las ventajas de la magia.
—Eso es muy dulce de tu parte, gracias. —Hermione se inclinó y le dio un rápido beso en la mejilla. La apertura de sus ojos le dijo que ella también estaba sorprendida por la acción.
Él inclinó la cabeza y asintió.
—De nada. Hicimos unas galletas con chispas de chocolate antes de que vinieras. Lyra esperaba ver una película navideña. —Cogió el plato que tenía al lado y se lo ofreció.
Lyra, que se había ocupado hojeando uno de sus libros nuevos, levantó la vista.
—Vamos a ver la película del Grinch. ¡No la de dibujos animados, sino el de la vida real!
—¡Oh! No la he visto, pero he oído que es buena. —Hermione tomó una galleta y la mordió—. ¿Debería pedir pizza?
Draco la despidió.
—La comida ya está lista —aseguró—. Lyra, ¿por qué no llevas tus cosas a tu habitación para que podamos limpiar y comenzar la película cuando llegue la comida?
Mientras Lyra se disponía a realizar su tarea, Draco y Hermione recogieron el papel de regalo del suelo.
Sonó una notificación de mensaje de texto y Hermione sacó su móvil para comprobarlo. Sus cejas se fruncieron levemente mientras leía el mensaje.
—¿Todo bien?
Hermione asintió mientras guardaba su teléfono en su bolsillo.
—Sí, todo está bien; sólo era Rachel. Me estaba notificando que todos los del trabajo planean reunirse para la víspera de Año Nuevo en The Barnacle.
—Suena divertido —comentó Draco—. He estado allí varias veces. Buen ambiente. Y la música también es bastante buena. ¿Estás planeando ir?
—Creo que sí. —Ella lo miró y luego apartó la mirada con timidez—. Me preguntaba… Es decir, si no tenías planes ya, si… Si te gustaría ir… Conmigo.
Draco la estudió por un momento antes de que una sonrisa se formara en sus labios.
—¿Qué? Hermione Granger... ¿Me estás invitando a salir?
La bruja se sonrojó furiosamente.
—Podemos ir como amigos, si quieres. Sólo quise decir que me gustaría que vinieras. Pero entiendo si ya tienes planes, o no puedes ir porque es de último minuto, o...
Él se rio entre dientes, divertido por sus divagaciones.
—Los padres de Emma se ofrecieron a llevarse a Lyra en Año Nuevo, si yo lo necesitaba. En ese momento no tenía planes, así que lo rechacé, pero parece que después de todo tendré que aceptar su oferta.
Los hombros de Hermione se hundieron aliviados.
—¿En serio? ¿Irás?
—Sí —no pudo evitar sonreír—. Y, aunque me lo pediste, te recogeré en tu casa. ¿Suena bien alrededor de las nueve?
—Las nueve suena genial.
Draco caminó hacia Hermione.
—Y en cuanto a ser una cita, o simplemente como amigos —dijo en voz baja—. ¿Por qué no vemos adónde nos lleva la noche? Sin presiones ni expectativas.
Hermione lo miró con los ojos muy abiertos.
—Me gusta ese plan.
En ese momento sonó el timbre.
—¡Comida! —animó Lyra mientras bajaba las escaleras, desviando la atención de Draco de Hermione.
—Iré por ella —dijo, alcanzando su billetera—. Lyra, ¿por qué no pones la película? Hermione, ¿no te importaría traer algunos tenedores y servilletas?
Después de pagar la comida, se giró y encontró a Hermione mirándolo con curiosidad.
—Me llamaste Hermione. No señorita Hermione... ni Granger. Sólo... Hermione.
—Bueno, ese es tu nombre. —Él le guiñó un ojo mientras pasaba junto a ella.
—Además, eso no es pizza —dijo, señalando las bolsas que tenía en la mano—. Eso huele más a comida china.
Se encogió de hombros con indiferencia.
—Mencionaste antes que tú y tus padres siempre comían comida china la noche de Navidad. Sé que han pasado unos días, pero esperaba que, ya que estabas celebrando con nosotros esta noche, no te importaría.
Sus ojos se suavizaron mientras asentía.
—Eso está perfectamente bien.
Los tres se sentaron en el suelo, con un recipiente de comida frente a cada uno, y comieron mientras comenzaba la película.
Hermione se lució comiendo su comida de manera experta sin dejar caer un solo grano de arroz, y aunque Draco era hábil con los palillos, todavía se encontraba torpemente de vez en cuando.
Lyra intentó usar palillos, pero finalmente cambió a cubiertos cuando la mayor parte de su comida terminó en el recipiente de comida para llevar o en el piso.
—Si tuviéramos un cachorro, él limpiaría este desastre por nosotros —dijo en voz alta.
Hermione lo miró por encima de la cabeza de Lyra y se encogió de hombros como diciendo «Tiene razón» antes de volver a su comida.
Cuando sus estómagos estuvieron llenos, Draco y Hermione regresaron al sofá mientras Lyra se quedó en el suelo para colorear. Aunque había mucho espacio para sentarse, descubrió que no le importaba cuando Hermione se relajó y se inclinó ligeramente hacia él. Aspiró su aroma una vez más y disfrutó del calor donde sus brazos se rozaban. Sabía que, si movía ligeramente el brazo, podría sostener su mano y sus dedos ansiaban entrelazarse entre los de ella.
No lo haría, al menos no todavía, y lo único en lo que podía pensar durante el resto de la noche era en que la víspera de Año Nuevo no llegaría lo suficientemente pronto.
¡Nos vemos la próxima semana! ;)
