23.- El cumpleaños de Lyra
Madre: desconocida
"Mother: unknown"
De HufflepuffMommy
Alfa-Bet-eado
—¡Es mi cumpleaños! —Lyra saltó a la cama de Draco, aunque todavía estaba oscuro.
—¿Tu cumpleaños? No, no puede ser posible, ya tuviste uno el año pasado —dijo medio adormilado mientras se cubría la cabeza con el edredón.
Lyra quitó la manta y se puso cara a cara con él.
—¡Cumplo años todos los años, bobo!
—¿En serio? —Él la agarró y comenzó a hacerle cosquillas, luego le cubrió la cara con besos mientras ella se reía—. Bueno, entonces feliz cumpleaños, princesa. ¿Qué quiere desayunar la cumpleañera?
—¡Panqueques! —declaró Lyra—. ¡Los de chispas de chocolate!
—Panqueques con chispas de chocolate, serán. Tú te vistes y te alistas para ir a la escuela mientras yo los preparo.
—¿Puedo usar un vestido bonito para ir a la escuela?
—Creo que sería ilegal no hacerlo en tu cumpleaños —contestó él seriamente y luego le sonrió.
Lyra corrió a su habitación mientras Draco bajaba las escaleras para asegurarse de que su cartel de cumpleaños y sus regalos estuvieran a la vista antes de ir a la cocina para comenzar a mezclar los ingredientes.
—¡Regalos! —dijo Lyra tan pronto como dio el último paso y corrió hacia ellos.
—Conoces las reglas —le recordó Draco—. Los regalos son para después de la escuela, así puedes jugar con ellos de inmediato.
—¿No puedo abrir uno?
Draco apiló panqueques en un plato.
—Ya veremos. Ahora, ¿quieres almíbar, azúcar glaseada o crema batida en estos panqueques?
—Crema batida, por favor —dijo Lyra. Tocó los regalos antes de sentarse a la mesa.
Draco agitó la lata y luego arrojó un gran montón encima de sus panqueques. Había crecido comiendo tortitas, que descubrió que en Estados Unidos se llamaban crepas. Sin embargo, había aprendido a preparar y disfrutar el panqueque americano, especialmente cuando agregaba chispas de chocolate o arándanos a la masa.
—Come —dijo y besó la parte superior de su cabeza.
—¿La señorita Hermione vendrá hoy a mi cumpleaños? —preguntó ella antes de meterse comida en la boca.
—Ella lo está planeando. Y la abuela Cissy dijo...
Draco fue interrumpido por su teléfono celular y vio que Hermione lo estaba llamando.
—Hola —la saludó—. Estábamos hablando de ti.
—Ojalá sean cosas buenas. Ahora, déjame hablar con la persona que realmente estaba buscando.
Draco se rio entre dientes mientras le entregaba su teléfono a Lyra.
—¡Hola, señorita Hermione…! ¡Gracias…! Ajá... Sí... ¡Me hizo panqueques con chispas de chocolate y crema batida! Ajá... No, tengo que esperar hasta después de la escuela... Ajá... Ajá. Está bien, ¡adiós!
Lyra le devolvió el teléfono a Draco, pero cuando se lo acercó a la oreja, se dio cuenta de que Hermione ya había colgado.
Fingió hacer un puchero mientras guardaba su teléfono en su bolsillo.
—Ella ni siquiera se despidió.
Lyra se rio.
—Me dijo que te dijera adiós y que hablaría contigo más tarde.
—Supongo que eso servirá. —Tomó un tenedor y lo usó para robar un trozo de su desayuno.
—¡Oye! —exclamó una indignada Lyra—. Estos son mis panqueques de cumpleaños.
—Sí, bueno, soy tu papá, así que yo también debería comer un poco —dijo, tratando de darle otro bocado a su plato.
Lyra apartó su plato de su alcance y se rio.
—Consigue los tuyos, papá. Estos son míos.
—Bien, bien —cedió Draco.
Los dos desayunaron y luego Lyra terminó de prepararse para la escuela. Ella habló con entusiasmo durante todo el camino, tratando de adivinar qué regalos podría recibir.
Draco sonrió para sí mismo, sabiendo que su hija iba a tener la mejor sorpresa de cumpleaños de su vida.
Trabajó en su tienda el resto del día, agradecido de que el clima estuviera mejorando, considerando que tendría que empezar a pasear a un perro con regularidad. Hermione apareció alrededor de la hora del almuerzo y los dos comieron algunos sándwiches mientras ultimaban los planes para cuando Lyra llegara a casa de la escuela.
—Estaba pensando... ¿Por qué no la recojo de la escuela? —sugirió Hermione—. De esta manera, cuando te vea con Belle, sabrá que el perro es realmente para ella.
—Me parece bien. Además, será como una golosina de cumpleaños elegido por la maravillosa señorita Hermione.
—Hablando de golosinas, le compré una que creo que se la daré de camino a casa.
—Así que tendré una niña hiperactiva con un perro hiperactivo durante el resto de la noche. Genial —dijo sarcásticamente.
Hermione se puso de puntillas para besarle la mejilla.
—No te preocupes, guapo, estaré allí para ayudarte.
—Oh, eso me recuerda… —dijo él—. Mi, eh… Madre está planeando venir a cenar esta noche. Me envió una lechuza hace unos días, pero acabo de recibir la carta esta mañana; de lo contrario, te habría avisado con más de unas pocas horas de antelación.
—Oh, está bien. ¿Querías... quisieras que estuviera ahí mientras ella viene? Siempre puedo irme después de dejar a Lyra y…
Draco tomó su rostro suavemente y esperó a que ella lo mirara.
—Me gustaría mucho que estuvieras allí para cenar esta noche, siempre y cuando estés cómoda.
Hermione asintió.
—Estaré allí entonces. No sólo para Lyra, sino también para ti. —Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y se inclinó hacia él—. ¿Ella sabe de mí? —preguntó contra su jersey.
—Sí, lo sabe. En realidad, sabe de ti desde Navidad.
Hermione levantó la cabeza y lo miró con curiosidad.
—¿Navidad? ¿Le hablaste de mí incluso antes de que empezáramos a salir?
Draco se frotó la nuca.
—Quería concertarme algunas citas cuando fuera a visitarla a Francia durante el verano y se quejó de que no hay brujas en Maine. Lyra escuchó y dijo algo sobre que tú eras una bruja y mi madre reconoció tu nombre de inmediato.
—¡Oh! Y ella estaba… —Hermione tragó saliva—. ¿Estaba de acuerdo con la idea de que tuviéramos una relación?
—Incluso si no lo estuviera, no depende de ella —dijo Draco seriamente—. Pero sí, ella está de acuerdo con eso.
El cuerpo de Hermione se relajó.
—Eso está bien. Entonces, ¿irás alrededor de las dos para llevarte a Belle y yo recogeré a Lyra a las dos y media?
—Suena como un plan.
A las dos en punto, Draco abrió la puerta de Hermione y encontró un cachorro muy emocionado esperándolo. El perro saltó y ladró mientras Draco recogía sus cosas y las metía en su bolsillo.
—Hola a ti también, Belle. ¿Estás lista para volver a casa ahora? —Le acarició las orejas.
Hermione había mencionado lo bien que se portaba el perro. No había tenido ningún accidente en la casa y empezó a usar la puerta encantada para perros con facilidad. Le hizo sentir mejor saber que había elegido al perro adecuado.
Miró a su alrededor buscando a Berlioz y lo encontró acurrucado en la cama de Hermione.
—Pequeño bastardo afortunado —dijo cálidamente y rascó debajo de la barbilla del gatito, lo que le valió un suave ronroneo en respuesta.
Si bien Hermione había pasado numerosas noches en su casa, él todavía no había tenido la oportunidad de pasar la noche en la de ella. Prometió que la próxima vez que Lyra tuviera una fiesta de pijamas se quedaría a pasar la noche en casa de Hermione y traería a Belle también, sabiendo que a Hermione no le importaría.
Se despidió del gato, recogió al perro y se Apareció en su casa.
Tuvo el tiempo justo para hacerle una gran reverencia a Belle cuando Hermione le envió un mensaje de texto diciéndole que ya casi habían llegado.
Esperó dentro, empezando a sentirse nervioso por cómo podría reaccionar Lyra. Llevaba mucho tiempo pidiendo un perro. Sólo esperaba que ella no se enojara demasiado porque se fueron sin ella al refugio.
Escuchó a Lyra antes de que se abriera la puerta mientras hablaba alegremente con Hermione mientras subía las escaleras.
Mientras abría la puerta, gritó:
—¡Papá! La señorita Hermione eligió... —Y se quedó congelada.
Con los ojos muy abiertos, miró al perro, luego a Draco, luego de nuevo al perro antes de dejar escapar el chillido más fuerte que jamás había escuchado.
—¡Dios mío, Dios mío! —jadeó Lyra y se tapó la boca con las manos por la sorpresa. Las lágrimas brotaron de sus ojos—. ¿Es mía?
—Sí —dijo Draco, con la voz quebrada por la emoción.
Lyra corrió y el perro lamió la cara de su hija.
—¡Oh, la amo! ¿Cómo se llama?
Se aclaró la garganta.
—Su nombre es Bella.
—¡Igual que la princesa! —dijo Lyra y abrazó nuevamente al perro.
Hermione rodeó a la pareja en el suelo y deslizó su brazo alrededor de la cintura de Draco. También notó lágrimas en sus ojos.
Él besó la parte superior de su cabeza y la acercó mientras observaban cómo la niña y el perro se conocían.
Draco sabía, sin lugar a duda, que ese iba a ser un cumpleaños que ninguno de ellos olvidaría.
Más tarde, mientras Draco y Hermione trabajaban juntos en la cena (espaguetis y albóndigas, según el pedido de Lyra), escucharon un suave ¡pop! seguido de Lyra gritando «¡Abuela Cissy!».
Draco miró a Hermione quien le dedicó una sonrisa nerviosa.
—¿Lista? —preguntó mientras extendía su mano.
Ella asintió y deslizó su mano en la de él.
—Lista.
Entraron a la sala y Draco encontró a su madre en el sofá con Lyra. Belle tenía sus patas sobre las rodillas de su madre mientras la mujer mayor frotaba la cara del perro.
—Tienes un cachorro muy dulce —le dijo su madre a Lyra.
Draco se aclaró la garganta para llamar la atención de su madre. Cuando levantó la vista y vio quién estaba con él, sonrió antes de levantarse y caminar hacia la pareja.
—Hola, Draco, cariño —saludó, dándole un beso en la mejilla.
—Madre —respondió a modo de saludo antes de girarse hacia Hermione—. Me gustaría presentarte formalmente a Hermione Granger.
Hermione le dedicó una sonrisa a su madre.
—Hola, señora Malfoy. Es un placer conocerla adecuadamente —dijo, extendiendo su mano.
Su madre miró a Hermione, luego a su mano, antes de aceptarla con una sonrisa genuina.
—Es un placer conocerte, querida. Lyra habla de ti todo el tiempo. Mi hijo, sin embargo, ha estado bastante callado —dijo con una delicada ceja levantada en su dirección.
—Sí, bueno, quiero mantener mi vida personal y mis relaciones en privado —contestó él—. Al menos hasta que sienta que es hora de presentarle alguien a mi familia.
—Ya veo —dijo su madre, mirando entre los dos con un brillo en los ojos—. Bueno, ¿por qué no vamos a la sala de estar para que pueda darle a mi única nieta sus regalos de cumpleaños?
—¿Regalos? —preguntó Lyra, levantándose del suelo donde estaba jugando con Belle.
—Pero, por supuesto. Una abuela no viene de visita sin traer regalos, especialmente cuando es el cumpleaños de alguien. Ahora… —Se sentó remilgadamente en el sofá mientras agrandaba los regalos que había traído y los colocaba en la mesa de café—. ¿Cuál crees que deberías abrir primero?
Draco llevó a Hermione a un lado y la sentó en una silla lateral para que pudieran ver a Lyra abrir los regalos que le había dado su abuela.
La cena estuvo bien, incluso si Lyra intentó darle a Belle una albóndiga de su plato. Después de una breve conferencia sobre las sobras de comida apropiadas para los perros, Hermione sacó un pequeño pastel de chocolate que ella misma hizo. Era el mismo pastel que les hizo la primera vez que cenaron juntos, pero con una fresa agregada para su madre.
Más tarde esa noche, cuando la casa estaba oscura y silenciosa, su madre de regreso en Francia y su hija profundamente dormida con su perro en su cama, Hermione se sentó en su regazo, desnuda, y lo montó frente al fuego.
Sus dedos se clavaron en sus caderas y ambos reprimieron gemidos mientras cruzaban el borde juntos.
La fiesta de pijamas con temática de princesas de Lyra fue un éxito, si el sonido de seis niñas pequeñas riendo en la sala de estar era evidencia suficiente. Comenzaron con una fiesta de baile, luego comieron pizza antes de devorar pastelitos y helado.
Habían jugado a disfrazarse, con vestidos de princesa, joyas y maquillaje. Luego, Hermione le dio a cada niña una manicura y pedicura con una variedad de colores de esmalte de uñas que había traído solo para la ocasión. Draco incluso dejó que le maquillaran y le pintaran las uñas también.
Con los muebles de la sala apartados para dejar espacio para cada uno de sus sacos de dormir, las niñas comieron palomitas de maíz y miraron La Bella y la Bestia, en honor al nuevo perro de Lyra, mientras se acostaban para pasar la noche.
—Estoy agotado —dijo Draco mientras se sentaba en la encimera de la cocina y comía una cucharada de helado directamente del cartón, finalmente se quitó toda evidencia de maquillaje y esmalte de uñas—. Recuérdame la próxima vez que quiera una fiesta de pijamas, que sólo puede tener dos o tres amigas. Seis niñas son demasiadas.
Hermione se rio entre dientes mientras tomaba una cuchara del cajón de los cubiertos y se unía a él en el mostrador, tomando una cucharada de helado para ella.
—Pronto se desmayarán —le aseguró. Ella apoyó la cabeza en su hombro mientras se sentaban allí y silenciosamente terminó lo último del postre cremoso—. Sin embargo, fue una fiesta muy genial. Sé que Lyra se divirtió muchísimo.
—Gracias a ti —dijo Draco mientras pasaba un brazo alrededor de su hombro y besaba su sien—. Honestamente, no sé qué habría hecho sin tu ayuda.
—Creo que lo habrías hecho bien. —Ella le dio un codazo juguetonamente—. Eres genial con los niños.
Él tiró de uno de sus rizos.
—Tú también.
Cuando revisaron a las niñas unos momentos después, casi la mitad de ellas estaban desmayadas en sus sacos de dormir mientras que las demás pronto estarían en camino.
—Mira —susurró Hermione—. Dale otros diez minutos y luego podremos irnos a la cama también.
—¿Y estás segura de que quieres dormir aquí en el sofá? —preguntó él mientras la acercaba y besaba su cuello, en un punto que sabía que le debilitaba las rodillas—. Mi cama es mucho más cómoda.
Hermione puso los ojos en blanco con buen humor mientras lo empujaba juguetonamente.
—Una noche no lo matará, Señor Malfoy.
Draco se apretó el corazón dramáticamente.
—¿Estás segura? Tal vez no deberíamos poner a prueba a los dioses.
—Eres ridículo. —Ella le dio un beso rápido—. Y un completo imbécil mimado que no acepta un no por respuesta.
Draco se encogió de hombros.
—Ese soy yo.
Hermione se rio entre dientes mientras negaba con la cabeza.
—Te lo dije, alguien debería estar aquí abajo con las chicas en caso de que algo suceda. Nunca se sabe si una de ellas podría despertarse confundida en cuanto a dónde está, o si a alguien le duele el estómago, o si una de ellas necesita usar el baño y se le olvida dónde está.
—Supongo que tienes razón —admitió con mal humor—. Pero… ¿Mañana?
—Soy toda tuya, lo prometo —dijo y lo besó de nuevo—. Ahora, sube y duerme un poco, porque tengo la sensación de que estas chicas se levantarán al amanecer y estarán listas para desayunar.
—Bien, me iré —dijo y caminó hacia las escaleras—. Pero recuerda, si tienes miedo y necesitas a alguien grande y fuerte que te ayude a sentirte segura, ya sabes dónde encontrarme.
—Lo tendré en cuenta —sonrió ella con suavidad—. Buenas noches, Draco.
Cuando Draco finalmente subió las escaleras, no pudo evitar pensar que nunca olvidaría el séptimo cumpleaños de Lyra.
Y él tampoco lo haría, no cuando finalmente pudo admitir ante sí mismo que estaba enamorado de Hermione Granger.
