25.- septiembre, 1996
Madre: desconocida
"Mother: unknown"
De HufflepuffMommy
Alfa-Bet-eado
septiembre, 1996
Hermione estaba agradecida por haber decidido continuar sus estudios en Runas Antiguas. En cualquier caso, le dio un respiro de Harry y su obsesión sobre la idea de que Draco Malfoy fuera un mortífago.
Honestamente, ¿Malfoy como mortífago? Seguramente Voldemort no reclutaría a un chico de 16 años en sus filas. La idea parecía completamente imposible, pero Harry fue persistente; estaba volviendo loca a Hermione.
Entró al salón de clases del sexto piso y se sentó en el lugar vacío junto a Daphne Greengrass.
—Hola, Daph. —Le dio un abrazo a la chica Slytherin—. Gracias por guardarme un asiento.
—¡Por supuesto! —dijo Daphne—. Sin embargo, estuve tentada a sentarme junto a Terry. —La bruja miró con nostalgia al Ravenclaw, quien actualmente estaba hablando con su compañero de mesa, Zacharias Smith.
Hermione se rio entre dientes.
—Sabes que no me enojaría si lo hicieras.
—¿En serio?
—En serio.
—Bueno, tal vez la próxima clase lo haga —dijo Daphne con determinación.
Hermione le sonrió a su amiga, sabiendo que la bruja en realidad era bastante tímida cuando se trataba de chicos. Luego dirigió su atención al Profesor Babbling que estaba a punto de comenzar la clase.
La amistad de Hermione con Daphne había sido una sorpresa. Ella y la otra bruja compartieron algunas clases optativas sin muchos de sus otros compañeros de casa. Habían empezado a trabajar juntas durante su tercer año; ahora, tres años después, Daphne se había convertido en una de sus mejores y más leales amigas.
Se mantuvieron en contacto durante los veranos usando la lechuza de Daphne hasta que ella le envió a Hermione un diario bidireccional, a través por el cual podían «hablar» entre sí en lugar de tener que esperar a que la lechuza volara de una casa a la otra.
Facilitó la comunicación cuando visitó La Madriguera o Grimmauld Place, por lo que la pobre lechuza no tuvo que averiguar dónde estaba. También mantuvo al mínimo las preguntas de los chicos, por lo que no la interrogaron sobre el porqué era amiga de una Slytherin.
Lo mejor de los diarios fue que, si alguien que no fuese el escritor los miraba, vería galimatías en las páginas.
No es que hablaran de nada serio o importante, pero era bastante agradable que no tuviera que preocuparse de que nadie espiara su vida privada.
Daphne era la única que sabía que estaba enamorada de Ron, por ejemplo, y a su vez, sabía que Daphne estaba enamorada de Terry.
Mientras el profesor Babbling hablaba sobre qué esperar del curso de este año, Hermione miró alrededor del salón al puñado de estudiantes que habían elegido tomar el curso de nivel EXTASIS. La clase sólo estaba conformada por ocho estudiantes: ella, Daphne, Zacharias Smith, Terry Boot, Anthony Goldstein, Lisa Turpin, Mandy Brocklehurst y, para su total consternación, Draco Malfoy.
Se sentó solo al fondo de la habitación, logrando parecer aburrido y hosco mientras miraba por la ventana.
Ella se volvió hacia el frente del salón de clases, decidida a ignorarlo. En lugar de eso, tomó notas y fechas importantes para un próximo proyecto que duraría hasta diciembre, pero no pudo evitar mirar por encima del hombro de vez en cuando.
¿Podría ser un mortífago? Sus ojos se posaron en sus brazos cruzados, como si pudiera ver la Marca Tenebrosa a través de su jersey. Hermione sacudió la cabeza, reprendiéndose a sí misma: estaba actuando igual que Harry.
Hubo movimiento alrededor de la habitación y Hermione se dio cuenta de que se había perdido la parte en la que el Profesor Babbling les decía que eligieran a su compañero para su proyecto.
Hermione giró en su asiento para mirar a Daphne, pero la silla a su lado estaba vacía.
Confundida, Hermione miró alrededor de la habitación y vio que la otra bruja estaba sentada al lado de Terry.
Daphne miró en su dirección y le dedicó una amplia sonrisa con un discreto pulgar hacia arriba.
Hermione le devolvió la sonrisa, feliz por su amiga, luego miró para ver con quién más podía formar equipo.
Zacharias se había asociado con Anthony.
Lisa se sentó con Mandy.
Eso significó….
Hermione cerró los ojos y gimió para sus adentros.
El maldito Draco Malfoy era el único otro estudiante disponible para asociarse.
Ella volvió a mirar en su dirección y notó que él no se había movido; su mirada seguía hacia la ventana.
Hermione recogió sus cosas y fue a reunirse con él. Se detuvo frente a su escritorio y cuando él no la miró, se aclaró la garganta para captar su atención.
Sus ojos grises y pétreos se encontraron con los de ella.
—¿Qué quieres, Granger?
—Somos compañeros de proyecto —afirmó.
—¿Qué proyecto? —Miró a su alrededor la información que estaba escrita en la pizarra y maldijo en voz baja. Él la miró y la despidió—. No necesito una compañera. Ve a buscar a alguien más a quien molestar.
Hermione suspiró.
—No hay nadie más, y las instrucciones establecen que éste es un esfuerzo grupal. Ahora, ¿puedo sentarme para que podamos determinar una hora y un lugar para reunirnos y trabajar en esto?
Una de sus cejas se arqueó.
—¿Por qué tendríamos que reunirnos? ¿No podemos hacerlo simplemente durante la clase?
Hermione sacudió la cabeza mientras se ajustaba el bolso, preguntándose si él había prestado atención a las instrucciones.
—Es un proyecto demasiado grande como para trabajar en él únicamente durante la clase. El profesor Babbling recomienda encarecidamente que trabajemos en él al menos dos veces por semana durante una hora, además del tiempo asignado en clase.
Malfoy se pellizcó el puente de la nariz.
—Sabía que no debía tomar esta maldita clase —murmuró—. Bien, no me importa. Siéntate y resolvamos esto.
—Sabes que tampoco es lo ideal para mí —dijo irritada mientras sacaba un trozo de pergamino—. Bueno, entonces, ¿cuándo estás disponible para reunirnos?
Malfoy se encogió de hombros y volvió a mirar por la ventana.
—Cuando sea. No me importa.
—Bueno, estoy libre los lunes, miércoles y viernes de seis a siete o los martes y jueves de siete a ocho. ¿Qué días te convienen?
—No me importa —repitió.
—Bueno, ¿no entrará en conflicto con las prácticas de Quidditch? Sé que Harry planea tener prácticas los lunes y jueves, así que…
—¿Potter capitán? —se burló—. Me pregunto cómo sucedió eso. Déjame adivinar, ¿la Comadreja continuará en su posición de Guardián sin tener que intentarlo?
Hermione lo fulminó con la mirada.
—Para tu información, Harry está haciendo que Ron haga prueba para el puesto, como todos los demás. Ahora, ¿qué días entrarán en conflicto con las prácticas de Quidditch de Slytherin?
—¿Cómo diablos voy a saberlo? No jugaré este año.
Hermione lo miró boquiabierta, sorprendida.
—¿No lo harás? ¿Por qué?
—¿Por qué te importa? Simplemente no, eso es todo. Están pasando demasiadas malditas cosas como para preocuparme por cosas triviales como el Quidditch.
—¿A qué te…?
—Los martes y miércoles —interrumpió—. Podemos reunirnos esos días.
—Oh, está bien. —Ella anotó los días en el papel—. ¿Biblioteca?
—Claro, lo que sea —dijo con desdén.
—Sabes, probablemente deberías escribir los parámetros de la tarea.
—¿Por qué? Sé que ya has hecho eso por nosotros. No es necesario que ambos lo tengamos.
Hermione apretó los dientes con tanta fuerza que pensó que se iban a romper.
—Porque podría ayudar a prepararte para lo que tenemos que hacer cuando trabajemos en ello.
—Supongo que aprovecharé esa oportunidad. —Miró el gran reloj de la pared—. La clase casi ha terminado. Puedes dejarme en paz ahora —dijo, ahuyentándola.
Hermione puso los ojos en blanco.
—Gracias por el permiso —murmuró.
Tal vez Runas Antiguas no sería el respiro que necesitaba después de todo.
Al día siguiente, en la biblioteca, Hermione abrió su diario y encontró un mensaje de Daphne.
Lamento que te hayas asociado con Draco. Realmente no es tan malo una vez que lo conoces, ¡lo juro!
Lo creeré cuando lo vea. Pero no te preocupes, estaré bien.
¿Cómo es ser compañera de Terry? ¿Le preguntaste tú o él te preguntó?
¡Él me preguntó! Cuando Babbling dijo que buscara un compañero, se giró y me miró. No podía creerlo. ¡Es aún más guapo de cerca!
¡Y él también es muuuuy agradable!
¡Me alegro por ti, Daph, de verdad!
Tengo que irme. Malfoy debería encontrarse conmigo pronto en la biblioteca. ¡Deséanos suerte para que no nos matemos entre nosotros!
Hermione esperó con los libros que necesitaban extendidos, junto con pergaminos de papel en blanco.
Lo único que le faltaba era a su pareja.
Comenzó a trabajar, pensando que Malfoy aparecería pronto, pero cuando pasó una hora, se dio cuenta de que la habían dejado plantada.
Con un resoplido, recogió sus cosas y las volvió a guardar en su bolso.
El idiota rubio recibiría una reprimenda de ella al día siguiente, eso era seguro.
Al día siguiente en Runas Antiguas, caminó hacia donde Malfoy estaba sentado con los pies levantados y depositó su bolso sobre el escritorio con un ruido sordo.
Sus pies cayeron al suelo.
—¿Qué…?
—¿Crees que estás siendo gracioso? —preguntó enojada mientras se sentaba.
—¿Qué te pasa? —preguntó desafiante.
—¿Ayer? ¿Biblioteca? ¿A las siete? ¿Te suena de algo, Malfoy?
—Ah, eso. —Él se encogió de hombros—. Decidí no ir.
—¿Qué quieres decir con que decidiste no ir? —se enfureció ella—. Es para un proyecto, Malfoy, uno en el que me gustaría obtener buenas calificaciones.
—Odio decirte esto Granger, pero me importa un puto hipogrifo volador lo que te gustaría.
Hermione resistió el impulso de gritar. En lugar de eso, cerró los ojos y respiró profundamente tres veces antes de estar lo suficientemente tranquila como para volver a hablar.
—Malfoy, mira, necesitamos trabajar en este proyecto. ¿Podemos por favor dejar de lado nuestras diferencias sólo por esta vez, para trabajar en esto?
Malfoy puso los ojos en blanco mientras giraba la cabeza.
—No.
Hermione lo fulminó con la mirada mientras él continuaba.
—Pero, si podemos vernos en algún lugar que no esté lleno de gente, entonces tal vez pueda sentirme más inclinado a reunirnos.
Ella se enfureció.
—¿Hablas en serio? ¿No quieres que nos reunamos para trabajar en este proyecto porque no quieres que te vean conmigo? Eso es gracioso, no es como si yo quisiera que me vieran contigo. —Ella se puso de pie, lista para rogarle al profesor que le asignara otro compañero—. Vete a besar a un dementor, Malfoy —murmuró con amargura.
Él frunció el ceño en su dirección.
—¿No te resultaría bastante molesto que la gente empezara a preguntar por qué estamos trabajando juntos en un proyecto?
—Simplemente le explicaremos que es para un proyecto…
—Oh, ¿entonces les contaste a Potter y Weasley sobre esta tarea? —preguntó sarcásticamente—. ¿Sobre cómo se supone que tú y yo nos reuniremos dos veces por semana durante los próximos meses para trabajar en ello?
—No, no se los he dicho. Querrían acompañarme para asegurarse de que no… —su voz se apagó, irritada porque él tenía razón.
—¿Que no haga qué, Granger? —presionó—. ¿Bromearte? ¿Herir tus pequeños sentimientos? —se burló—. Te lo dije, tengo mejores cosas que hacer que cosas tan triviales.
—Eso ya lo has dicho. Bueno, ahora, has demostrado tu punto: no trabajar juntos en un espacio público. Entonces, ¿dónde sugieres que nos reunamos?
—Hay una gran cantidad de aulas vacías. Elige una.
—Me gustaría estar cerca de la biblioteca para que podamos conseguir libros cuando los necesitemos —reflexionó—. Y no creo que haya salones vacíos cerca de ahí.
—Entonces supongo que tendrás que revisarlos todos y cargarlos contigo.
Hermione le dedicó una amplia y falsa sonrisa.
—O, aquí tienes una idea, podrías metértelos por el culo.
Él se encogió de hombros.
—No puedo, ya los tienes tan metidos en el tuyo, que no creo poder recuperarlos.
Hermione resopló.
—Bien. ¿Qué tal esto? ¿Recuerdas dónde está la Sala de los Menesteres?
—¿Te refieres al lugar donde tú y Potter tenían el pequeño ejército? Sí, ¿por qué?
—Encuéntrame frente al tapiz a las seis. No llegues tarde —advirtió—. O tomaré una página del libro de Ginny y te maldeciré con un mocomurciélago.
—Como si te tuviera miedo —se burló.
—Bueno —dijo ella, sacando sus cosas de su bolso para finalmente comenzar a trabajar—, deberías estarlo. Ahora, traduce estas… —Rodeó un conjunto de palabras en una lista grande—. Y yo haré estas.
Murmuró algo en voz baja, pero sacó una pluma y un pergamino y se puso a trabajar.
Trabajaron en silencio hasta que el profesor los despidió. Malfoy recogió sus cosas y comenzó a salir de la habitación.
—¡Nos vemos a las seis, Malfoy! —lo llamó Hermione.
Él le respondió levantando el dedo medio y salió sin siquiera mirar en su dirección.
A las seis menos cinco, Malfoy apareció junto al tapiz del séptimo piso. Lo inspeccionó con disgusto antes de mirar la pared en blanco frente a él.
—Entonces, ¿cómo funciona esto?
—Es bastante simple. Tienes que pensar en lo que necesitas, concentrarte en ello y pasar por el área tres veces. La tercera vez, debería aparecer una puerta y dentro habrá una habitación que te ayudará.
—¿Eso es todo?
Hermione asintió.
—Eso es todo. Retrocede, te lo mostraré.
Caminó frente a la pared mientras decía «Un lugar donde Malfoy y yo podemos trabajar en nuestro proyecto» tres veces. En su tercer pase, una puerta se materializó frente a ellos.
Hermione hizo un gesto hacia la puerta.
—Echa un vistazo.
Malfoy caminó hacia adelante y tiró de la manija. Miró al interior antes de dar un paso adentro y Hermione lo siguió.
En la habitación había un gran escritorio, con abundantes plumas, lápices, pergaminos, plumas y tinteros. A ambos lados del escritorio había sillas capitoné y detrás había una estantería con libros similares a los de la biblioteca.
Dos chimeneas flanqueaban la habitación, una cerca del escritorio y la otra con un cómodo sofá frente a ella. La habitación estaba bien iluminada, con linternas flotantes alrededor de los estantes y el área del escritorio.
—No está mal, Granger —dijo mientras dejaba su bolso y sacaba su pergamino de la clase—. ¿Qué pasa si necesitamos algo más? ¿Estamos limitados a lo que ya hay en la habitación o podemos agregar más mientras estemos aquí?
Hermione tomó asiento mientras acercaba un trozo de pergamino.
—El diseño y el tamaño cambiarán según lo necesitemos mientras estemos aquí. Pero estamos limitados. Por ejemplo, la comida no puede aparecer simplemente porque…
—La Ley de Transformación Elemental de Gamp, sí, soy consciente de cómo funciona la magia.
Hermione asintió.
—Exacto. Sin embargo, las bebidas son una excepción. Ha habido momentos en los que he deseado una taza de té y aparecía una.
Malfoy tomó el otro asiento.
—Ya veo. Déjame intentarlo.
Hermione observó cómo él cerraba los ojos brevemente y segundos después aparecía un carrito de té.
Ella arqueó una ceja cuando Malfoy buscó en el bolsillo de su capa y sacó unas galletas envueltas en un paño.
—Sabes que acabamos de cenar, ¿verdad?
—Sí, bueno, no tuve tiempo de terminar o me maldecirían —dijo sarcásticamente mientras le daba un mordisco.
Hermione hizo una leve mueca de dolor.
—Oh, claro. Bueno, podemos cambiarlo a las seis y media si eso te da tiempo para terminar tu comida.
Malfoy se encogió de hombros.
—Está bien. —Terminó su galleta antes de dirigirse al carrito y comenzar a prepararse una taza de té.
—¿Puedo…? —comenzó Hermione, pero se detuvo cuando la mirada de Malfoy se dirigió hacia ella.
—Supongo —dijo finalmente.
—Gracias —Ella se puso de pie y caminó hacia el carrito de té, vertiendo la bebida en una de las tazas junto con un chorrito de leche y dos de azúcar antes de regresar a su silla.
—Ahora —dijo él mientras dejaba su taza en el platillo—. ¿En qué estamos trabajando exactamente? ¿Sólo en traducir runas?
Hermione suspiró con irritación mientras sacaba las instrucciones. Lo tocó una vez y lo duplicó.
—Aquí, esto es todo lo que necesitamos hacer para la tarea, pero básicamente, sí, estamos traduciendo mil runas diferentes de diferentes áreas y encontrando su origen.
Malfoy gimió y, por primera vez, Hermione estuvo de acuerdo con él.
Trabajaron en silencio durante una hora, hablando sólo cuando uno u otro quería verificar su traducción.
—Probablemente deberíamos terminar por hoy —sugirió Hermione—. No sé tú, pero mis ojos se sienten un poco torpes después de todo esto.
—Igual —refunfuñó Malfoy. Se puso de pie y se colgó el bolso al hombro—. De hecho, tengo algo de tiempo libre mañana por si quieres que nos reunamos —sugirió.
—Ah, en realidad no puedo mañana. Harry está realizando pruebas de Quidditch y, bueno, Ron está haciendo pruebas para Guardián otra vez, y…
Malfoy se burló mientras ponía los ojos en blanco.
—La Comadreja no podría bloquear una quaffle incluso si trajera comida atada. Potter debería simplemente reducir sus fallos y buscar a alguien más.
Hermione resopló mientras se levantaba, con los puños en las caderas.
—En realidad, te haré saber que Ron es bastante bueno. Ha estado practicando mucho. Tengo mucha fe en que conseguirá el puesto.
—Sí, tal vez por nepotismo —dijo Malfoy mientras caminaba hacia la puerta.
—¡Eres un idiota! —le gritó mientras él salía de la habitación.
—Ron será el Guardián —murmuró para sí misma mientras guardaba sus pertenencias en su bolso—. Me aseguraré de ello.
Incluso si Hermione tuviera que Confundir a Cormac, nadie la culparía ni sospecharía de ella. Tal como estaban las cosas, se estaba volviendo bastante buena con los hechizos no verbales.
Además, el ceño fruncido en el rostro de Malfoy la próxima vez que se encontraran valdría la pena.
