NARUTO y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto para su diversión y mi entretenimiento.
Desde el secuestro de Gaara, Temari no recordaba lo que era vivir el pánico como si fuese una espectadora. Era un día normal, como cualquier otro mientras recogía las cosas del desayuno y cuidaba de su hija más joven, Shikamari, de apenas dos años de edad. Tenía documentos importantes que revisar para una asamblea que tendría en algunas semanas. Shikadai partió a misión, Shikamaru se fue a trabajar, junto a Shikari, para dejarla de camino en la escuela. No habían pasado ni dos horas cuando una de las ancianas del complejo Nara vino corriendo a su puerta. Vociferaba palabras sueltas. Entre la confusión, entendió las palabras "atentado" y "escuela". Por un momento, respiró y uso el raciocinio para no entrar en pánico, alejando de su mente la realidad de que Shikari se encontraba en el lugar, pero se apagó en el momento que vio la llamada perdida de Sakura en su teléfono.
No recuerda mucho después de lo que hizo o dijo, más allá de tomar a Shikamari y dejarla con su suegra, sin entregarle mucha explicación. Corrió durante todo el trayecto hacia el hospital, usando las pantuflas que utilizaba en su hogar, pasando por el lugar de los acontecimientos, la viva imagen del caos, desesperación y muerte. Le recordó a los tiempos de guerra, los que nunca quiso que alcanzara a sus hijos. El hospital es la extensión de lo que vio en el lugar donde los niños están supuestos a aprender y jugar. A pesar del desconcierto, no tardó en encontrar a Sakura entre la multitud. Solo allí, sintió que volvió a la realidad; el peso de la situación cayendo de repente sobre sus hombros, amenazando con dejarla sin aire.
–Necesito que te mentalices, no me interesa cuan ruda seas, es tu hija la que está en esa habitación y necesito que la calmes lo suficiente para comenzar el tratamiento. De ello depende su vida. – No sabe cómo lo hizo, pero se quitó su traje de madre y hasta de ser humano, acallando sus sentimientos. Entró a la habitación, ignoró el cuerpo herido de su pequeña, ignorando las vendas, los tubos y todos los pergaminos que estaban dispuesto para el tratamiento. Decidió ignorar el líquido carmesí que recorría sus venas. Estuvo a punto de flaquear cuando escuchó la débil voz que usualmente era sinónimo de alegría y optimismo. El dolor y el miedo eran evidente en su voz.
–Sé que duele, pero los médicos lo están haciendo por tu bien.
–Oka–san…tengo miedo. El hombre malo…
–No te va a lastimar de nuevo, lo prometo…– una pequeña sonrisa adornó su rostro.
–Oka-san, pude proteger a algunos de mis amigos… Ellos…siguen bien, ¿verdad? –Temari se paralizó por unos segundos, su mirada cristalizándose, amenazando con destruir todo su esfuerzo de autocontrol.
–Oka-san te ama mucho. Estoy orgullosa de ti. – ningún tipo de dolor que haya experimentado en su vida, se comparaba con la sensación punzante que no le permitía respirar.
Para él, era uno de los peores días de su vida. Primero, nunca imaginó que un atentado de tal magnitud pudiera ocurrir de manera interna, mucho menos, que lo perpetrarían en uno de los lugares que más cela de toda la aldea: la academia. Segundo, saber que de cierta manera el motivo fue provocado con él, por un individuo que no aceptaba la nueva realidad entre las aldeas y decidió que la manera de demostrar su punto era acabar con la vida de niños inocentes, siendo su principal objetivo, su pequeña Shikari, al ser la representación perfecta de su causa. Aun no salía de su estupor cuando tuvo que fungir su rol de Consejero sobre su rol de padre.
El día fue un caos entre la contabilización de daños y pérdidas humanas. Fue aun peor cuando vio el nombre de su pequeña princesa entre los niños en estado crítico. Se controló lo mejor que pudo mientras el atacante relataba sus motivos con soberbia y orgullo. Relató como se infiltró en la escuela como profesor, ganándose la confianza de todos, como parte de su plan. Resultó ser hijo de uno de los soldados caídos durante la invasión de Suna hacia Konoha. Durante todos esos años estuvo guardando ese rencor, planeando cómo podría ser su venganza. Conocía las instalaciones al dedillo, por lo que, se interpuso en la respuesta de los demás decentes por minutos valiosos. Usando armas ninjas de última generación, logró magnificar su alcance durante los pocos minutos que pudo operar. Pocos minutos, donde logró crear una tragedia.
El patriarca Nara se reclamaba cómo fue tan ingenuo como para no valorar la variable de que un ataque podría venir desde adentro. Fue tan ingenuo pensando en los enemigos externos eran los únicos. Un habitante de su propia villa acabó con la vida de unos inocentes e hirió a muchos más de gravedad. Se sentía aún más culpable por el hecho de que su Shikari estaba en esa lista por el simple hecho de ser su hija. Cumplir con su deber fue lo que le mantuvo en una pieza, pero cuando fue momento de ir al hospital, Naruto fue quien lo guio. Temía lo que encontraría en el lugar.
Fue peor de lo que su imaginación podría crear.
Le fallaron las piernas al vislumbrar a su hija del medio en semejante condiciones. La imagen de Temari no le ayudó tampoco. Había soportado las primeras 24 horas sola con la situación y en su rostro se podía notar. Solo atinó a besar su frente, abrazándola como una manera de mantenerse en una pieza. Habían pasado por tantas cosas que nunca pensó que podría existir dolor aun mayor que el que sintió cuando su padre y sensei murieron. Sus pesadillas le dieron una idea de lo que podría sentir al perder a Temari o a sus hijos. Tener esa posibilidad tan cerca era asfixiante.
–¿Qué dijo Sakura?
–Los daños…son catastróficos y…–la voz se le corta. – no pueden seguir tratándola hasta que recobre la consciencia, pero…no prometen que eso pueda pasar.
–Va a despertar.
–¿Qué tal si no? ¿Qué se supone que hagamos? – Shikamaru no tenía respuesta, él tampoco quería conocer esa realidad. Observó a Temari, sus ojos tan apagados que parecían de otro color. – He superado muchas cosas, me he hecho la fuerte en muchas otras, pero…no creo que pueda con esta…
–Temari, no digas…
–¿Cómo voy a superar el hecho de que mi hija fue atacada porque soy su madre?
–Antes me decías…
–Antes no era madre…– Shikamaru lo sabía, él se sentía igual. El tener hijos no solo lo hacía fuerte, también débil porque para ellos, entregar su vida, era más fácil que perder a cualquiera de sus hijos. Shikamaru atinó a abrazarla nueva vez, sabiendo que en pocas horas deberá seguir con su labor y quitarse el traje de padre y esposo. Temari volverá a enfrentar la situación sin él. –Lo peor es que…ella hizo lo que le hemos inculcado: ayudar. Sato nos lo confirmó cuando lo reunieron con Sakura; le dijo que Shikari le salvó la vida a él y a varios chicos más. Los escondió y terminó recibiendo todo…ella…debí enseñarle a ser cobarde y egoísta de vez en cuanto, por lo menos por ahora, debí…suena horrible, pero…– no lo aguantó mas.
Shikamaru temía que fuese como el episodio del que le informaron unas horas atrás donde Hinata, Ino y Karui tuvieron que contenerla en una habitación mientras su esposa dejaba salir todo lo que estuvo reteniendo desde que se enteró del atentado. Por más que se sintiera el peor esposo del mundo, reconocía que él no hubiese sido de ayuda al presenciar el quebranto de su problemática. Siempre fue débil ante el dolor de su esposa.
–Yo…también tengo miedo, Tem. – se atrevió a mirarlo, encontrando las lágrimas que estuvo aguantando durante todo el día, las que ella derramó sin parar en su ausencia y que comenzaban nuevamente. Su llanto le trajo muchos recuerdos de juventud, donde muchas veces tuvo que contenerlo y mantenerlo en una pieza. En esta ocasión, ella se unió a su llanto y se permitieron llorar antes de ingresar a la habitación. Rogando, que existiera un nuevo amanecer para su pequeña Shikari.
:(
