¡Bien, ahora tenemos a nuestro querido Percy como narrador! Fue muy díficil tratar de integrar el sentido del humor que caracteriza a Percy, pero trate de hacer lo mejor que pude. También incluí algunos de los pensamientos de Percy de todo lo que vivió cuando Hera le borro la memoria y de lo mal que estuvo con esa situación.

Aquí menciono a un personaje que en teoría no debería estar vivo según el canon, pero como ya les mencione antes, NO tomaré en cuenta las Pruebas de Apolo. Además, porque me niego a aceptar la muerte de dicho personaje, así que si no lo leo, él sigue vivo. Ya sabrán quien es.


CAPÍTULO 3

Percy

Que una maga egipcia estuviera junto a él no era malo. Que lo atacara un pollo gigante, sí lo era.

— Supongo…— dijo Percy — Que esto no puede ser nada bueno.

Sadie Kane lo miró con un brillo en los ojos y se le abalanzó, antes de que pudiera reaccionar.

— Por Isis— dijo Sadie mientras lo abrazaba — Los extrañé mucho a ambos.

— Claro. Yo también. Solo que…— Percy rompió el abrazo y miró a Annabeth, como diciendo ¿Qué es lo que está sucediendo aquí?

Annabeth murmuró algo como Espera a que te cuente. Eso o algo sobre bañar perritos en verano. Lo cierto era que leer los labios, no era su fuerte.

Su novia le redirigió una mirada de pocos amigos a Sadie. No quería saber que había hecho la chica para hacer enojar a Annabeth de esa manera. Pensándolo bien, ¿qué estaba haciendo Sadie ahí? No era un experto en memorizar cosas, pero recordaba haber conocido a Sadie y a Carter hace un tiempo en un ataque con un mago chiflado obsesionado con la inmortalidad. Ambos hermanos les habían dicho a él y a Annabeth que tenían una especie de cuartel general para magos o algo así, cerca de Brooklyn, no en Long Island.

Lo que era aún más extraño, era el aspecto de Sadie. Tenía rasguños bastante evidentes en las muñecas, pero su ropa estaba limpia y decente. Y no solamente eso era eso lo que lo tenía tan confuso, sino que ella estaba portando una camiseta naranja del Campamento Mestizo con el número de la Cabaña de Atenea a sus espaldas. ¿Qué rayos estaba sucediendo?

— Adivino. Debes estar confundido, ¿verdad? Yo también lo estoy — Sadie cruzó de brazos — Y lo estoy porque Drew Tanaka es una semidiosa como ustedes.

— ¿Drew? No entiendo de qué estás hablando— Percy sacudió la cabeza — Exactamente, ¿cómo llegaste al campamento? No se puedes ser semidiós y mago al mismo tiempo, ¿verdad?

Percy miró a Annabeth en busca de respuestas, pero ésta mantenía el ceño fruncido, y se había colocado una mano en la barbilla. Cuando su novia se concentraba de esa manera, lo mejor era dejarla tranquila.

Percy las observó a ambas. Al parecer había llegado un poco tarde a la conmoción, porque no sabía qué rayos estaba pasando. De hecho, se había acercado hasta ellas porque escuchó un alboroto que sucedía cerca de la Cabaña de Atenea. Percy había estado ayudando al equipo azul a ocultar la bandera cerca del Búnker 9. Los miembros de su equipo eran bastante hábiles a la hora del combate. Así que decidió volver al bosque una vez que terminaron de plantear la nueva estrategia que tendrían en ese juego, y buscar a Annabeth. No pasó mucho tiempo cuando se encontró a una gran cantidad de semidioses rodeando a su novia y otra chica —aparentemente menor que ellos—.Cuando llegó hasta su novia, pudo notar que la chica en cuestión era bastante parecida a la hermana de Carter, Sadie Kane. Solo que, ahora no portaba su traje de lino y varitas.

Sadie seguía ahí parada mirándolos a ambos con una sonrisa en el rostro. Annabeth cerró los ojos con fuerza y la vio contar hasta diez, suspiró y finalmente, lo miró.

— Si te refieres a que tenemos problemas, sí que los hay — dijo. Sus ojos eran de un gris tormentoso.

Ella le contó cómo es que algunos de los campistas habían escuchado ruido a las afueras del campamento, y que como Sadie había podido cruzar la frontera, supusieron que era una semidiosa, y la habían llevado hasta la enfermería. Al parecer, el plan de Annabeth era sacarla del campamento lo más pronto posible, sin que nadie lo notara. Pero el plan se había arruinado por la aparición de cierta hija de Afrodita.

— Así que ahora la Cabaña de Hécate estará esperando a una nueva campista— dijo Percy mirando a la niña, quien desvió la mirada.

— Exacto. No podemos explicar de dónde viene Sadie o quién es en verdad. No después de la guerra contra Gaia.

— Sí — convino Percy — No queremos más desacuerdos, como con los romanos.

Percy dirigió su mirada hasta un grupo de campistas que se encontraba cerca de ellos. En el lugar, había un chico rubio con gafas que tenía puesta una camiseta naranja y una armadura del equipo rojo.

— Chicos, basta. Creo que están complicando demasiado las cosas —dijo Sadie encogiéndose de hombros — Tal vez pueda hacer un hechizo de borrado de memoria, y nadie notara que estuve aquí.

— ¿Borrar la memoria? — dijo Annabeth abriendo los ojos — No creo que sea buena idea.

— Si. Habemos personas a las que no nos gusta que nos dejen la mente en blanco.

— Bien. Admito que no es un hechizo fácil pero, ¿qué otra opción tenemos?

Annabeth y él intercambiamos miradas. Percy negó rotundamente con la cabeza hacia la idea de Sadie. Por Poseidón, que prefería volver al Tártaro que volver a perder todo un año de su vida. Bueno, en concreto habían sido ocho meses, pero aun así, no podía perdonar a Hera por lo que había causado. Nunca había hablado con Jason sobre eso. Después de todo, él también había sufrido lo mismo que Percy.

Hace poco más de un año, Hera había decidido que sería divertido intercambiar de lugar a Jason y Percy por un tiempo, solo para ver la reacción de los campistas cuando se encontraran a un griego en un campamento romano y viceversa. ¿Cómo se habrá sentido Jason ante aquello? Percy había pasado un infierno tratando de recordar cómo era su vida, antes de despertar en esa cueva oscura y encontrarse a esa diosa lobo gigante. No había tenido mucha suerte escapando de los monstruos y encontrando su hogar, pero había un solo pensamiento que lo había mantenido con vida todo ese tiempo…Annabeth.

En fin, la idea del borrado de la memoria era un simple no.

— Fue una idea solamente — murmuró Sadie, al darse cuenta de la expresión de Percy.

— Puede simplemente irse, y volver con su hermano — dijo Percy, volviendo al tema— Tu hermano y los demás magos deben de estar buscándote, ¿no?

— Es probable. Pero le dije a la odiosa de Drew Tanaka que mi madre era la diosa Hécate— dijo Sadie y al ver la mirada que Annabeth volvía a lanzarle, añadió— Fue por accidente. En realidad, lo dije porque Isis debe ser la versión egipcia de Hécate, o algo así. Ambas son diosas de la magia, ¿no? Lo siento, pero lo hice sin pensar.

— Como sea. Sadie debe quedarse aquí— intervino Annabeth y miró a Percy— Tú mismo lo dijiste. La Cabaña de Hécate la estará esperando. Pero, tal vez si menciono que formaba parte de las Cazadoras de Artemisa, podamos justificar su ausencia.

— Thalia y las demás chicas no están cerca. Jason habló con ellas hace un par de días — dijo Percy cruzándose de brazos — Además, ¿qué pasará cuando vengan de visita al campamento y no sepan quién es Sadie?

Annabeth maldijo en griego y desvió la mirada con el ceño fruncido. Podía ver como los engranajes de su cabeza se movían rápidamente. A decir verdad, se veía preciosa con esa expresión. Pero no era el momento de darle un cumplido, a menos que quisiera un golpe en la cabeza.

Su novia le había confesado hace unos días que tenía un mal presentimiento, y justo después habían comenzado los sueños. Estando en la universidad de la Nueva Roma la vida ya no era tan complicada, y ya no tenían que estar alertas por si un monstruo los atacaba de repente. Pero, eso no los excluía de tener sueños.

Últimamente, Percy no hacía caso a sus pesadillas. Haber participado en dos grandes profecías en menos de dos años, lo había dejado exhausto. Esperaba ser uno de esos semidioses retirados o veteranos que había conocido cuando recién entro al Campamento Mestizo, como Luke o Clarisse, y ya no participar en ninguna otra misión en su vida. Pero esa noche había sido diferente.

En su sueño, Percy se encontraba en un lugar oscuro, iluminado solamente por una tenue luz blanca, que apenas y veía con el rabillo del ojo. Estaba desesperado, temblando, y tratando de hacer caso omiso a los susurros que se colaban en su mente. Cerró los ojos, y trató de distinguir aquellas voces. Reconoció a una de ellas, era su madre, hablándole sobre su hermanita y padrastro. Otra voz le susurró al oído, era Annabeth, quién le explicaba algo nuevo de arquitectura que había visto en clase esa mañana. Luego, estaba Grover, diciéndole entre balidos y murmullos que lo extrañaba. Había más voces que le hablaban desde el fondo de su cabeza, pero no lograba distinguirlas del todo. Percy permaneció con los ojos cerrados tratando de concentrarse, pero lo que empezó con voces tranquilizadoras de sus seres más preciados, se convirtió en una serie de gritos. Percy se estremeció con fuerza. Quería despertar. Él sabía que estaba en un sueño, pero por alguna razón su cuerpo no le respondía. Los gritos se intensificaron, y los murmullos se transformaron en desgarradoras suplicas y deseos de quitarse la vida. No podía respirar, ni tampoco moverse. Sus extremidades no lo obedecían. Hacía frío. Estar en ese lugar, le provocaba una sensación de terror. Sentía como si mil rostros lo estuvieran observando en ese momento, disfrutando de su sufrimiento, pero no distinguía nada. Cerró los ojos con fuerza, y trató de conservar la cordura. Era como si aquellos que lo estaban observando le absorbieran su energía, su alma, todo. Era imposible que alguien permaneciera ahí sin volverse loco. Una lágrima resbaló por su mejilla, y abrió los ojos.

Estuvo a punto de dejarse llevar por esos sentimientos de locura, y ceder su energía, hasta que los gritos pararon, y lo escuchó. Era su padre. Poseidón habló en su cabeza, como había hecho otras veces cuando Percy era más joven. Solo que en esa ocasión, se le escuchó cansado y, por qué no decirlo, asustado.

— Percy…— habló su padre dentro de su cabeza— Elegiste bien. Hiciste bien en rechazar nuestra oferta— su voz se escuchaba más lejana — Hiciste bien en no ser uno de nosotros. Ser mortal y vivir en la tierra. En no ser un dios.

Percy sintió como el ambiente lo asfixiaba, y la pequeña luz que se colaba por un lado, poco a poco iba desapareciendo. Se sumergió en una completa oscuridad. Sin la capacidad de ver, moverse o si quiera pensar. Su padre podía estar en peligro, y debía ayudarlo.

Despertó.

Percy se encontró respirando entrecortadamente, temblando y sudando frío. Miró a su alrededor, y trató de tranquilizarse al descubrir que seguía en su apartamento de la universidad. Se pasó una mano por su cabello y volteó la vista hacia la ventana. Debía de ser más de media noche, porque el cielo aun permanecía oscuro. Pero ahora dudaba si podría volver a dormir. Esa pesadilla se había sentido real, casi…maligna. Su mente lo transportó hace unos seis años, cuando recién había descubierto que era un semidiós y en más de una ocasión había tenido sueños donde una voz aterradora le hablaba, que en aquella ocasión, había resultado ser Cronos.

Sacudió la cabeza tratando de apartar esos pensamientos y volvió a recostarse en la cama. Seguramente había sido una simple pesadilla. La olvidaría en la mañana, después de almorzar un par de pancakes azules. Todo estaría bien. Pero no pudo volver a dormir por el resto de la noche.

Era de mañana, al día siguiente, cuando se había encontrado a Annabeth en el desayuno. Ella tenía una expresión asustada, y le pidió un poco de tiempo antes de que entraran a clases, para contarle sobre una pesadilla que la había espantado la noche anterior.

Había sido un sueño muy parecido al de Percy, y él se lo confesó de mala gana. Annabeth le advirtió acerca de un mal presentimiento que la había atormentado desde hace días. Todo empeoró cuando recibió una llamada telefónica de Grover, desde el celular de Annabeth, quien les dijo que se encontraba en el Campamento Mestizo.

Percy recalcó que Grover no era muy amante de la tecnología, y que pudo haber enviado un mensaje Iris, pero éste respondió que precisamente de eso quería hablar con ellos, y que aunque quisiera no habría podido hacerlo, porque ni Iris ni ningún otro dios les respondía.

Luego de eso, Grover explicó que la situación en el campamento no era grave, pero que algunos de los chicos sí lo habían notado, y no fue sino hasta que tuvo una charla con Rachel Elizabeth Dare que confirmó que todo iba mal.

Rachel era la oráculo del campamento y una mortal muy unida al dios Apolo. Pero ella había advertido sobre un gran mal que estaba a punto de acercarse, y que necesitaba al mayor número de semidioses reunidos en el campamento para recitar…Si. Una profecía.

Al escuchar eso, Percy suspiró. No otra vez. No quería que fuera como la última vez. Tanto él como Annabeth habían sobrevivido a las etapas más difíciles para un semidiós. A partir de entonces, se suponía que a los monstruos se les dificultaba encontrarlos. Es por eso, que habían decidido mudarse a la universidad de la Nueva Roma. Había esperado tanto por ese momento. Desde que vio el Campamento Júpiter por primera vez, había imaginado una vida junto a Annabeth en ese lugar. Lejos de todos los peligros. Y es que, luego de haber salido del Tártaro, Percy jamás iba a permitir que le hicieran daño a su novia de nuevo. Esa era una oportunidad para protegerla de todo peligro. Donde nadie los volviera a molestar. Ningún dios obstinado o monstruo volvería a cruzarse en su camino. O eso creía.

Para ser sincero, no tenía muchas ganas de regresar al Campamento Mestizo, pero la preocupación de Grover, los hizo decidirse por volver en primer lugar. Él había decidido ignorar sus pesadillas, hasta que alguien más resolviera lo que sea que le estuviera pasando a su padre. Tal vez podía darse el lujo por una vez, de poner una alarma y decir Cinco minutos más, volver a dormir y despertar con todo solucionado. Pero los dioses jamás iban a permitir que eso sucediera. Ahora con Sadie en el campamento, podía ver que la preocupación de Annabeth incrementaba cada vez más, ya que su mal presentimiento podía llegar a cumplirse.

A pesar de que llevaban en el campamento dos días, Annabeth, Grover y él habían decidido no decirles nada a los demás semidioses aún, aunque algunos de ellos ya debían de estar sospechando. Pero Rachel Elizabeth Dare les había advertido que ella quería que más descendientes estuvieran en ese momento cuando ella dijera la profecía. Percy no estaba seguro de a qué se refería la palabra descendientes o por qué no había dicho simplemente semidioses. Pero, esa chica le sacaba de quicio. Por lo tanto, sus amigos y él decidieron pasar unos días en el campamento, para mantener la calma y esperar su destino —como había dicho Annabeth—.

Percy volvió a mirar a Sadie. La última vez que la había visto, le había parecido una chica muy mona y divertida, e incluso le había recordado a sí mismo a esa edad. Por su hiperactividad y carisma, le había llegado a tomar cierto afecto. Sin mencionar que juntos derrotaron a un loco obsesionado con la inmortalidad. Así que, tal vez si nadie más estuviera observándolos, le habría dado un abrazo más largo a esa chica.

Habían permanecido un rato en silencio. Annabeth caminaba con una mano en la barbilla y el ceño fruncido, mientras que Sadie miraba hacia los lados con gesto de aburrimiento. Finalmente, Annabeth volteó para mirarlos a ambos, alzó las cejas y suspiró.

— Tal vez es lo que los dioses quieren — dijo. Percy y Sadie se miraron entre sí confundidos, a lo que Annabeth se apresuró a continuar — Cuando rescataron a Sadie y la llevaron a la enfermería, la reconocí de inmediato. Es por eso que fui a buscarla, y les pedí a todos que me dieran un momento para poder hablar con ella. Me pareció extraño que se hubiera acercado tanto al campamento, en primer lugar.

— Eso fue porque estaba escapando, es decir, enfrentando al monstruo.

— Lo sé. Pero terminaste a solo unos metros de la entrada del campamento— continuó Annabeth — Por eso te mencioné que debías de quedarte aquí, hasta que tus heridas sanaran. Tal vez habías sido enviada. Tal como ocurrió cuando llegaron Jason, Piper y Leo en aquel momento. O cuando tú y yo nos conocimos. Alguien había manipulado los hilos para el encuentro. Pero, también era demasiado arriesgado tenerte por aquí cerca, después de la guerra contra los romanos, por eso quise sacarte antes de que alguien más te viera. Pero no resultó ser el caso. Así que debe de tratarse de la primera opción.

— ¿O sea que…?— comenzó a decir Percy. A veces era difícil seguirle el ritmo a Annabeth.

— Quizá los dioses están preparando algo — explicó.

— Pero tú dijiste que sus dioses no les contestaban las llamadas — dijo Sadie.

— Nuestros dioses no. Pero dijiste que utilizaste el poder de Isis para pelear con el Ipotane, ¿no?

— Si— respondió — Pero te dije que su magia se sintió débil. Tal vez ya no logre comunicarme con ella. Además Walt menciono su problema con Anubis.

— Significa que sus dioses todavía tienen contacto con ustedes. Quizá sea mínimo, pero todavía los están observando. Por lo que alguien podría haberte guiado hasta aquí, con el fin de que te encontráramos. Tal vez a esto se refería Rachel.

— Pero, ¿quién haría algo como…?

— ¡Cuidado! — gritó Percy colocándose delante de Sadie. Había sacado a Contracorriente de su bolsillo, y detenido el movimiento de una espada que se acercaba a ellos.

Chris Rodríguez portaba una armadura con pintura roja, y sostenía una espada en sus manos.

— ¿Dónde está la bandera, Jackson? — exclamó, y comenzó a soltar estocadas a diestra y siniestra.

Percy había estado distraído, pero sus reflejos lo salvaron de evitar que Chris diera un golpe directo contra Sadie. Ambas chicas voltearon hacia ellos. Percy miró hacia los lados, y notó como otros semidioses se acercaban a ellos corriendo. Todos blandiendo espadas y portando armaduras.

Tal parecía que el juego ya había comenzado, y ni siquiera les había dado tiempo de ponerse la armadura. Percy miró a Annabeth mientras combatía con Chris, y ella captó el mensaje. Tomó el brazo de Sadie y se la llevó hacia dentro del bosque, mientras otros cuantos las perseguían.

Percy fijó su vista hasta donde ellas se dirigían y quiso seguirlas, pero no podía quitarse al resto del equipo rojo de encima. Desde que había vuelto del Tártaro sentía que su cuerpo se debilitaba cada vez más con las peleas.

Con la respiración agitada, Percy daba estocadas y golpes hacia aquellos que lo atacaban. Había unos seis u ocho campistas que se abalanzaban contra él. Ni siquiera había tenido la oportunidad de ponerse su armadura o buscar su escudo, por lo que algunos de los ataques que recibió, lo hicieron sangrar.

Esperaba que Annabeth y Sadie estuvieran a salvo, pues los demás campistas las atacarían, buscando la bandera. Las había visto correr hacia el bosque, pero no sabía exactamente a dónde se dirigían.


Percy merodeaba por el bosque. Había pasado un rato desde que él, Annabeth y Sadie se habían separado, y aún no podía localizarlas. El combate contra Chris y sus amigos fue divertido, hasta que la pelea lo cansó, y decidió rociarlos con un poco de agua del lago. Los campistas del equipo rojo habían quedado empapados, y se habían alejado del lugar, dejándolo solo. Así que decidió buscarlas en el bosque, en el lugar en donde las había visto alejarse.

— Vamos, chicas, ¿dónde están? — murmuró Percy, girando su cabeza hacia los lados, pero sin tener suerte.

Caminaba alrededor del bosque y vio a algunas chicas que seguían inmersas en el juego, como hijas de Deméter que hacían crecer hierba para ocultarse y sorprender a su enemigo.

— ¡Hola! — dijo una voz a sus espaldas.

— ¡Cielos! — Percy se dio la vuelta, y colocó una mano en su pecho — Me asustaste.

— Lo siento, pero ese es el juego.

Piper McLean se encontraba frente a él con una sonrisa torcida, una pluma en el cabello, y una armadura con color rojo pintado en el pecho.

— Así que…— Piper lo miró de arriba hacia abajo — ¿Dónde está la bandera, Jackson? Escuché el rumor de que ayudaste a tu equipo a esconderla. Debe ser por aquí, ¿no?

— Lo siento, Piper, pero no estoy participando en el juego— Percy se encaminó a paso veloz.

— ¿Por qué no? — dijo Piper alcanzándolo— Pensé que tú y Annabeth extrañaban este juego. Jason me habló de los juegos que hacen en el Campamento Júpiter y me parecen algo aburridos.

Percy siguió caminando y trató de ignorar un poco a Piper.

— Percy, ¿qué ocurre? ¿Estoy molestando?

— No. Lo siento. Es que intento encontrar a Annabeth y a Sa…Otra chica.

— ¿Sa? — Piper arqueó las cejas.

— Otra chica. Rubia. Recién llegada. ¿La has visto?

— Oh. Escuché sobre ella, pero no. No la he visto. Pero, puedo ayudarte si quieres.

Piper le propuso que entre dos personas era más rápido encontrar a la gente. A lo que Percy — de mala gana— aceptó.

Continuaron paseando por el bosque algunos minutos. De hecho, la compañía de Piper no había sido tan mala. Ella trató de preguntarle la urgencia de encontrar a Annabeth y a la otra chica, pero Percy simplemente desvió el tema. Sabía que su novia podía defenderse sola, al igual que Sadie. Solo quería asegurarse de que estuvieran bien.

Percy se encontraba mirando alrededor y estaba absortó en sus pensamientos. Solo escuchaba vagamente a Piper hablando sobre algo relacionado con Jason, cuando vio un resplandor azulado cerca de la entrada del campamento. Ambos pararon en seco, intercambiaron miradas, y acto seguido se dirigieron hacia aquel lugar.

Se acercaron hasta el punto en donde había surgido esa extraña luz, y notó como otros jugadores también se dirigían hasta aquel lugar confundidos.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, notó como el resplandor azul era emitido por un pollo gigante que se encontraba en el límite del campamento, junto a otro grupo de personas con ropas extrañas. Un pollo que recordaba haber visto antes…

— Carter — murmuró Percy.


Omg, ¿que pasará ahora que los magos entraron al campamento? :O Estoy super emocionada por lo que viene. El capítulo siguiente es desde la perspectiva de Carter Kane, y se explicará como es que encontraron a Sadie. Ya casi esta terminado el capítulo, solo me falta corregir algunas cosas, pero no debo tardar mucho. En ese, se incluiran algunos personajes como Zia, volveremos a ver a Walt, y adelanto que nuestro querido Leo Valdez tendrá una breve aparición.

En fin, chaooo. Reviews plissssss.