Lala Lulu: Hola! ¡Sí, sí y sí! ¡Más de 10mil palabras de pura rikhura! Cierren las cortinas, preparen el hielo, limonada. Hijos míos, a gozar se ha dicho. Sacamos pase directo al Valle del Placerrr. ¬¬
¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!
No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…
"Cómo te atreves a mirarme así
A ser tan bella ¿Y encima sonreír?
Mía, hoy serás mía por fin
Cierra los ojos, déjate querer
Quiero llevarte al valle del placer
Mía, hoy serás mía lo sé
Déjame robar el gran secreto de tu piel
Déjate llevar, por tus instintos de mujer
ENTRÉGATE
Aún no te siento
Deja que tu cuerpo se acostumbre a mi calor
ENTRÉGATE
Mi prisionera
La pasión no espera y yo no puedo más de amor
Abre los ojos, no me hagas sufrir
No te das cuenta que tengo sed de ti
Mía, hoy serás mía por fin
Déjame besar el brillo de tu desnudez
Déjame llegar, a ese rincón que yo soñé…" Entrégate, canción de Luis Miguel.
Capítulo 7
Fin de semana… Al fin. Lita trotaba junto a Raditz y se partían de la risa de lo rápido que desistió Mina. —Cuando ella era joven, te lo juro Kakarotto… —Lita da una vuelta donde pasan junto a Mina estirándose. — ¡Uy! —Una botella vuela por encima de su cabeza.
— ¿Era Joven? —Mina fallaba en su proyectil. — ¡Soy joven mis queridos amigos! —Se para en la banca con un pie y cae al suelo. — ¡Auch, Auch! ¡Calambre, calambre! —Hace un puchero enorme, mientras vienen a asistirla. Toma agua sin parar.
En la casa de los hermanos Son, está Bardock. Bardock tenía una vida tranquila, luego de enviudar, se enfocó en sus hijos. Una parte de él admite, que le daba un miedo irracional el pensar cuando sus hijos dejaran la casa. Pero bien dicen los chinos, que hay que tener cuidado con los deseos, porque pueden hacerse realidad. Sus hijos pasan los treintas y todavía no han encontrado una mujer para sentar cabeza. —…O un hombre… A éstas alturas yo no juzgaría ¿Verdad? —Le pregunta a su perra, mientras termina de estirar en la terraza. —Saiya, yo que creía que a éstas alturas me iba a quedar contigo. —La agarra de las orejas y la sacude un poco. Escucha el bullicio y las risas ingresar a la casa.
—… Mi padre dijo que saldría con la perra, que le debía varios paseos por la costa. —Kakarotto comenta, busca botellas de agua y reparte a todos.
—Oh ¿Tienen mascota? —Mina pregunta. Kakarotto le señala en un rincón de la enorme sala.
—Sí, es gigante. —Kakarotto bebe el agua y jadea. —La adoptamos para readaptación. Pero solo se lleva bien con nuestro padre, tiene sus mañas.
— ¿Readaptación? —Lita le pregunta.
—Sí. —Raditz se sienta junto a ella. —Verás, cuando alguien ha prestado servicio al Ejército y en especial al Servicio Secreto como nosotros, pues adaptarse a la vida civil es muy duro.
—Sip. Quien más años prestó de servicio de nosotros es Nappa. —Kakarotto les explica. —Creo que por eso solo puede mantener plantas vivas. —Se parte de la risa con su hermano.
—Oooh, Servicio Secreto. —Mina habla muy coqueta. —Así que ésos cuerpos tienen ¿Licencia para Matar?—Todos voltean al sentir los pasos acercarse.
—Muy buenos días. —Bardock saluda de lejos.
—Buenos días papá. —Saludan los hermanos al unísono.
—Muy buenos días para usted también Señor. —Mina se acerca muy alegre. —Qué lástima que no nos acompañó, la pasamos muy bien. —Da un salto al escucharlo gruñir.
Bardock mira a la mujer de ojos verdes, que le pone los ojos en blanco por su presencia. —"Qué se cree ésa mujer. Es tan insolente."—Resopla de lado, frunce el ceño.
—Bien, vamos a la sala de entrenamientos. —Raditz pasa un brazo por arriba de Lita y la señala. —Voy a ver qué tan fuerte golpea Lita ¿Quieres venir?
—No. —Bardock responde sin bajarle la mirada a ésa mujer. —Me conformo con saber que no salieron a beber por ahí. —Queda mirando a Raditz, como un regaño.
—Ayyy, papá. —Raditz se acerca de un salto, estira una mejilla. —Deja de ser tan amargado o te vas a arrugar. —Se ríe, pero su padre rechista. — ¿Vamos señoritas?
Se levantan y lo siguen. Mina se acerca a susurrarles a los hermanos. —Oigan, su padre como que da miedos de a ratos. Se parece a Vegeta, pero sin mirada psicópata.
Quien se queda atrás es Lita, se voltea a Bardock. —Mira, creo que estás sobreprotegiendo a tu hijo. El sobrevivió a un accidente muy grave, necesita que lo alientes a salir adelante.
Bardock levanta una ceja. — ¿Disculpa?—Rechista de lado. —Sabes, tu amiga Serena parece más seria y menos descarada. Lástima que mi hijo apuntó mal.
—Vaya, pareces querer seguir montado en tu corcel. Ya pedí disculpas ¿Qué más quieres?
—Ni me recuerdes lo que pasó. —Bardock la señala. —Y más te vale que no le hayas contado a nadie.
—Ppfff. Por favor. —Lita ondea su cabello atado de lado. — ¿Quién querría saber de tus miserias? — Miente, porque ya es demasiado tarde. —"Nunca sospeché que Raditz sería tan bocón para contarle a Mina…"—Se mortifica por dentro.
Bardock resopla fúrico, se acerca como un toro embravecido ¡Maldición! ¡Ésta mujer lo saca de quicio! —Aléjate de mi hijo, él debe dejar de corretear faldas y buscarse una mujer de verdad.
Lita se cruza de brazos y saca el pecho. —Nada de lo que me digas me alejará de Raditz, estaré junto a él así te retuerzas del coraje. —Sacude su botella de agua.
Bardock no puede creer la desfachatez de ésta mujer. Saca el pecho y la mira desde arriba para intimidarla. — No te atrevas a seguir faltándome el respeto bajo mi propio ¡Aaahh!
Lita grita junto con Bardock, algo muy pesado la acaba de empujar desde la espalda. —Auch, pero qué mier—Un par de ladridos los ponen al tanto. Lita sacude la cabeza, su botella de agua se derramó en el pecho de los dos.
Bardock apunta a Lita, que está apoyada sobre su pecho, con ambas manos en sus pectorales. Su mirada verde se ve tan inocente de pronto, traga duro al sentir los pezones de la mujer a través de la tela mojada. — ¿E-Estás bien? —Su voz se corta sin querer.
—Eh, sí. —Lita suaviza su tono, se apoya en Bardock para levantarse. Queda con los ojos desorbitados. —"¡Oh por Dios!"—Lita observa cómo se trasluce el pecho de Bardock y su abdomen a través de la tela. Se da cuenta que quedó con la boca abierta, así que se compone y sale de arriba de él.
Bardock sacude la cabeza, trata de desviar la mirada de los pechos de Lita que se dejan ver por la tela mojada. Tose fuerte para aclarar su voz, se levanta del suelo. — ¡Saiya! ¿Qué crees que haces? —Ve a ésa perra traidora rodeando a Lita y pidiéndole atención. Frunce el ceño.
Lita mira abajo y pega un salto, su brasier de entrenamiento trasluce sus pezones. Se cubre con un brazo e intenta no caer de nuevo por la perra que la rodea y tironea su mano. —Jajaja, ya basta perrita… —Ríe nerviosa, se siente fuera de lugar. —Es enorme ¿Qué raza es?
—Creo que es una cruza entre ovejero alemán y labrador. —Bardock capta de inmediato que quiere cambiar de tema. —No estoy seguro, la adoptamos de un refugio…
Raditz aparece por el pasillo. —Oigan ¿Todo bien? Escuché a la perra… —Se frena abruptamente. Los ve mojados y a ésa perra mañosa moviendo la cola y tironeando a Lita. —Aaahh…
— ¡Todo bien! —Bardock responde, su voz suena como un tiro. Baja la vista. —Saiya entró y empujó a Lita… —Empieza a sudar como testigo falso. —No pasó nada más. — ¿Sí? ¿Y por qué tan nervioso? El subconsciente de Bardock lo mira por encima de su hombro.
—Sí. No pasó nada. —Lita se acerca a Raditz. — ¿Me-Me prestas una camiseta o una chaqueta?
—Sí, seguro. —Raditz mira encima de su hombro. —"Mi papá… ¡¿Tiene las orejas rojas?!"—Su sonrisa cambia a una llena de malicia. Tal parece, que a Bardock, no le molesta tanto la presencia de Lita.
Bardock busca agua fría, la más helada. Bebe como si tuviera brasas por dentro, mira a su entrepierna. Rechista casi cortando su lengua. —Traidor… —Acusa a su pene. —Y tú ni me mires… —Regaña a la perra. El animal se sienta y larga un quejido triste. Bardock se acerca a darle una caricia. — ¿Qué te pasa? Tú no juegas con nadie más que conmigo. —Intenta distraerse hablando a su mascota. Se va de inmediato a bañarse. No quiere ni pensar en lo que ésos ojos verdes lo hicieron sentir.
Raditz le daba una camiseta a Lita. —… Ya te lo digo, mi padre siempre es así. Incluso en el trabajo, es difícil que se lleve bien con alguien a la primera.
—Hmp, es un viejo amargado, eso es lo que es… —Lita sale y se da cuenta que no le queda mal. —Oye ¿Tú entras en esto?
—Sip. —Raditz responde. —Es mi ropa de entrenamiento, es respirable y elástica. Muy parecido al enterizo que debo ponerme debajo del uniforme para correr.
—Mmm… Hablando de eso. —Lita sale con él para entrenar. — ¿Has vuelto a la pista?
Raditz exhala duro. —Sí y no… Voy de a poco…
—Mmm… ¿Y el otro problema? —Lita lo apunta con la mirada a su entrepierna. Le pone los ojos en blanco. —Insisto que deberías ver un médico. —Frunce los labios.
—Jaja, deja de regañarme como si fueras mi madre. —La empuja un poco de lado.
—No creo que Rei haga amuletos o un ritual para revivir eso. —Muy presumida agita su dedo índice.
—Que no está muerto, está… Durmiendo. —Raditz se da cuenta, que ni siquiera siente el impulso de masturbarse. —"Oh mierda…"—Se frota el puente de su nariz, se resiste a darle la razón a Lita.
—Jajaja ¿Es una bella durmiente? ¿Necesita un besito? —Lita une sus manos y se burla.
Raditz abre de par en par la puerta y queda en sorpresa. — ¡Oigan! ¡¿No deberían estar calentando?!
Mina y Kakarotto devoraban los bentos que preparó Lita. —Mmh, ez que ezta deliziozo. —Kakarotto habla con la boca llena, traga el bocado. —Mina me estaba contando un súper chisme…
—Sí. Serena fue a pasar el fin de semana en casa de Vegeta. —Mina levanta sus palillos.
— ¡¿QUÉ?! —Raditz toma unos palillos, se sienta con ellos en forma de Loto.
—Sí ¿Por qué tanto escándalo? —Lita no comprende, abre uno de los bentos.
Kakarotto y Raditz se miran entre sí. —Verán, Vegeta nunca ha llevado a una mujer a su casa. —Raditz corta las risas, un poco preocupado hace girar los palillos en su mano.
—No quiero sonar entrometida. —Mina habla, todos resoplan una risa sarcástica. —Bueno, verán chicos. Serena es nuestra amiga, una hermana y siento que hay algo de Vegeta que a ustedes les preocupa ¿Pueden contarnos?
Raditz exhala, las ve preocupadas y con justa razón. —Él tuvo una vida difícil. Seguro saben que vivió en hogares sustitutos, hasta que Nappa lo adoptó… Le cuesta horrores confiar, relacionarse. Ni hablar de una relación seria con una mujer.
—Deja de justificarlo. —Kakarotto presiona sus palillos, su tono y sus gestos son serios. —No soy quién para meterme, pero sigo pensando que Serena, es demasiado buena para él ¿En verdad crees que puede actuar diferente? A él solo le importa competir y ganar. Mira en el lío que te metió, casi te mata en la pista. —Escucha a su hermano mayor rechistar.
Lita y Mina se miran entre sí y se preocupan. —Mmm, qué mal…Mi amiga parecía ilusionada. —Lita se recuerda estar atenta y enviarle un mensaje para saber si está bien.
—Ay Lita ¿De verdad crees que Serena va a cambiar de la noche a la mañana? —Mina comenta, porque saben muy bien que Serena todavía tiene a Darien a su alrededor. —Creo que los dos tienen en común una sola cosa; que se tienen unas ganas de follarse que derrite los glaciares.
— ¿Y nada más? ¿Sólo eso? —Lita levanta los hombros y las manos en rendición.
—Lo demás depende exclusivamente de ellos. —Mina mira el reloj. — Quizás sólo quieren saciar su lujuria y listo.
—Vegeta se levantó al amanecer… —Raditz dice, como dato de color sobre la ansiedad de Vegeta.
—Lo sabemos, porque nuestra amiga también… —Lita conversa, mira de reojo a la puerta doble, sintió que había alguien ahí. —"¿Bardock?"—Agita su cabeza para no pensar tonterías.
Ése día, sábado, casi las cinco de la mañana, Serena tenía los ojos pegados al techo. Ya le daba dolor de cabeza intentar dormir. Se levanta al baño. Mira su barriga y sus piernas. —Mmm, tal vez hacer un poco de ejercicio antes de ir —Presiona sus pliegues. — ¡Ay! ¡¿Por qué estoy asumiendo que me va a ver desnuda?! —Se cubre la boca, sus amigas aún duermen. Su subconsciente se baja sus gafas y le pregunta si es o se hace la estúpida por sus comentarios. —Un baño, una buena ducha fría, con mucho jabón, bien a conciencia. —Murmura para sí misma.
Los primeros rayos del sol acompañan el trote de Vegeta, la playa se ve tranquila. Durmió apenas cuatro horas, se la pasó limpiando y acomodando algunas cosas. Una suerte para él, que no tiene tantos muebles o decoración. Le empieza a preocupar mínimamente, si puede darle sueño mientras esté con Serena. —"Jaja, me la llevaría más rápido a la cama entonces…"—Se ríe de su chiste interno. Al entrar, le da de comer a su gato. Es muy temprano para alimentarlo, pero sabe lo huraño que es con las visitas, y si hay gente en casa no vuelve hasta que los invitados se van.
En casa de Serena, ella secaba su cabello con una toalla, tenía otra desde su pecho. —Buenos días Mina. —Serena saluda a la somnolienta rubia.
—Mmm… ¿Serena? —Mina mira el reloj. — ¿Tan temprano?
—Lo siento, te desperté. —Serena la ve tratando de despegar sus párpados. —Jaja, me costó dormirme así que quise aprovechar el tiempo.
Mina bosteza grande, estira sus brazos, se dirige al baño. —Bueno, ya sabes lo que dicen, al que madruga… —Se va semidormida a orinar.
Serena arreglaba un pequeño bolso con ropa. También acomodaba las preguntas que quería hacerle a Vegeta ¿Qué pasó con Bulma Briefs? ¿Se enamoró y le rompió el corazón? Piensa que tendría sentido el porqué se comporta así. Como un hombre que teme abrirse íntimamente con una mujer, que prefiere mantenerlas lejos para que no vuelvan a dañarlo. Sacude la cabeza, se le hace bizarro imaginar así a Vegeta, un mujeriego con el corazón roto. —Ése tipo es tan duro, seguro se traga el coraje, solo para no dañar su orgullo. —También piensa en la enemistad con Kakarotto ¿Será que los dos competían por Bulma? Y Milk… ¿Hace cuánto que Milk está enamorada de Vegeta? ¿Por qué se queda cerca, viéndolo con otras mujeres? ¿Será que está esperando su oportunidad? Se frota la frente, son demasiados pensamientos negativos. Se peina frente al espejo. —Creo que sería bueno decirle, que si lo nuestro no funciona, separar bien lo profesional de lo personal. —Se dice al espejo, mira las fotos de Darien alrededor del marco. —Seguro me viste, me está yendo más que bien. Ya tengo muchas ideas, Jajaja, te van a encantar. — Habla con Darien, piensa en el trabajo y eso la hace sentir mejor. Se peina con unas hebillas y deja caer sus rizos en cascadas, se voltea al closet. —Mmm ¿Y con qué ropa voy? —Golpetea sus dedos en su pequeño tocador.
De: Serena
Buenos días. Perdón por la hora, pero quería saber si vendrás en motocicleta.
Vegeta sale de bañarse, secándose la cabeza, lee el mensaje. Una sonrisa cuadrada se forma en su cara, al ver que está tan ansiosa como él.
De: Vegeta
Buenos días Serena. Hace ratos que estoy despierto. Iba a ir en el auto, es más cómodo para traer tu bolso. Si prefieres la motocicleta, con gusto cambio de planes.
—Qué considerado es cuando quiere. —Serena se emociona al ver que le respondió de inmediato.
De: Serena
En auto está bien, sólo era para saber qué ropa ponerme…
Vegeta muerde su labio inferior, con jeans, con vestido, con falda. Quiere experimentar quitarle a Serena todo tipo de prendas. Respira fuerte para alejar la idea de provocarla con frases indecentes. —Mejor será cuando la tenga aquí y no pueda huir. —Sonríe de lado.
De: Vegeta
De acuerdo. Cuando estés lista, avísame y voy de inmediato.
Serena tuerce los labios y levanta una ceja, siente que faltó un chiste o provocación de índole sexual como Vegeta suele hacer. —Tal vez está un poco dormido ¡Hmp! O debe sentirse triunfal al saber que acepté todo esto. —A Serena se le hace imposible imaginar buenas intenciones en ése chico malo. Va a cerrar el bolso y cae en cuenta que no puso ropa para dormir. — ¿Pero qué me pongo? —Busca en el closet, no tiene ni un camisón de seda o elegante o bordado. —Todos parecen del siglo pasado. —Estira las mangas largas y los volados. —Me recuerdan a novela Victoriana… ¡Ay Dios! Desde el secundario que uso lo mismo. —Piensa un poco con desilusión, luego se le ocurre pedirle algo a Mina. —No, no. Será el cuento de nunca acabar. —Revuelve y se encuentra con unos pantaloncillos cortos que usa para la playa y una camiseta sencilla que suele usar para trotar. —Sí me queda bien. No hace falta que me vista como ésas zorras con las que él estuvo, que vea que también puedo ser sexy. —De todas maneras, reflexiona que debe comprarse ropa de mujer adulta para dormir. —Adulta, elegante y sexy… —Se dice al espejo. Se pone una blusa blanca, con volados y sin mangas, una falda corta de color azul oscuro y con pliegues. Al terminar de maquillarse y ponerse perfume, se da cuenta que algo le falta. —Labios rosa… —Se pone el brillo labial, se estremece al pensar en la boca de Vegeta cepillando su boca.
De: Serena
Perdón si te hice esperar. Ya estoy lista.
Serena envía y de golpe todos los pensamientos negativos vuelven a ella. Mira las fotos y la camisa de Darien colgada en la puerta del closet, la toma y la guarda en una percha con sus otras cosas. Deja una caricia mientras su ceño se entristece. —Creo que pienso en todo lo malo, porque tengo miedo… —Dice en voz alta su diagnóstico. Se va a su joyero, toma la sortija. —Tengo miedo de empezar de nuevo, de caer de nuevo, de chocar y no poder recuperarme. —Se la pone en su dedo, le deja un beso, su ansiedad merma y suspira. Dice su deseo—Por una nueva Carrera… —Lo vuelve a guardar y sale de la habitación.
— ¿Ves? Te lo dije, madrugó como nunca. —Mina le habla a Lita, señala a Serena ya lista.
—Buenos días Serena. —Lita se acerca a verla. —Estás muy bonita. Hay café recién hecho…
—Oh, mejor no. Gracias, seguro ya viene a buscarme. —Serena le dice con una sonrisa.
—Yo me hubiera puesto más sexy, un vestidito apretado con escote y tacones altos. —Mina muerde su labio, se acerca a Serena y le levanta la falda.
Le estrella su cartera en la cara. —Y es por eso que madrugué y preferí hacerlo todo yo sola. —Serena señala a su amiga atrevida.
— ¿Y qué hay en el bolso? ¿Condones, ropa interior comestible? ¿Juguetes? —Mina revisa un poco.
Serena la aleja de nuevo. —Ay Mina, qué atrevida eres. Con razón el padre de Kakarotto y Raditz desconfía. Te habrá visto a ti primero. —La pica con un dedo.
—Ay, chicas. Ya saben que es todo broma. —Mina se ríe muy pícara. —Pero si quieren no es broma.
Lita piensa en eso que dijo Serena. — ¿Habla mal de nosotras? —Frunce el ceño.
—Mmm, no tan así. —Serena se explica. —Solo dice que soy muy diferente a lo que esperaba, que al conocerlas a ustedes está preocupado porque sus hijos sigan en las mismas. Jajaja, me da mucha risa, parece una madre sobreprotectora.
—Tiene sentido. —Mina comenta. —El enviudó muy joven de pronto, nunca tuvo ninguna otra mujer. Eso me juró Kakarotto. —Piensa unos momentos. —Ése es otro, que al igual que Serena necesita unas buenas sacudidas para sanar su depresión. —Dice sin pensar, parpadea por haber metido la pata.
— ¡Jajaja! Mina, para ti todo se cura con sexo. —Serena se parte de la risa. Lita y Mina levantan los hombros, les pareció extraño que ella estallara a carcajadas y no las regañe.
Serena se endereza, escucha un auto. —Bueno, es mi señal. —Se acerca a sus amigas, les da un beso enorme y entre risas se despide. Hace un par de pasos afuera. —"Bien Serena, trata de pensar racionalmente. Es buen momento de despejar dudas y sobre todo poner las condiciones en las que van a seguir viéndose. Cabeza fría, cabeza fría…"—Si así de fácil fuera de hacerlo. Al levantar la vista ahí está Vegeta, saliendo del Subaru de la primera cita, con una camisa arremangada y unos pantalones oscuros. Sí, todo se fue a la mierda, se acerca trotando.
Ni siquiera lo dejó ir a tocar la puerta, Serena se acercaba con su bolso. Su subconsciente quiere golpearlo en toda la cara por la sonrisa de imbécil que tiene. Una sonrisa que con su ceño fruncido da terror, pero no parece espantar el trote alegre de Serena hasta él. —Buenos días Serena.
Serena se frena a un paso, con su bolso entre sus manos. —Buenos días Vegeta. —Se pone de puntitas, al mismo tiempo que los brazos de Vegeta la envuelven y la acercan para un beso. —"Oh, su perfume, su calor… Su sabor…"
Lita espiaba por la cortina. —Deberíamos grabarlos para que vean lo que ellos mismo no quieren ver.
— ¡Ay qué puta envidia! —Mina come un pan con mantequilla para el coraje.
Se besan suave, sin sacar la lengua. Se alejan un poco, miran a los lados. Temprano a ésa hora no parece haber nadie levantado. —"¡Por mis pelotas que extrañaba sus labios!"—La mente de Vegeta se desahoga. —Qué suerte para ti, que el auto no está con los vidrios oscuros. —Levanta sus cejas, dibuja un gesto lascivo. No la suelta de su agarre, casi que la levanta del suelo. —"No quiero soltarla, quiero más, saborearla todavía más…"
—Jajaja, aun si los tuviera. —Serena enreda sus brazos a su cuello. —Me puse mi cinturón de castidad.
—Oooh… Siempre tuve la extraña fantasía de usar la sierra eléctrica en la cama. —Vegeta frunce el ceño, escucha el estómago de ambos. —Creo que mejor desayunamos al llegar.
Serena se suelta de un salto, se cubre la cara enrojecida. —Ah-Ay sí. —"Justo ahora te despiertas". Regaña a su estómago. Y al meterse al auto, también cae en la realización, que el estómago de Vegeta también gruñó. Le gusta verlo un poquito nervioso por eso.
Vegeta maneja, en el silencio siente como lo mira. —Puedes poner música si quieres.
—Jummm… Veamos qué escuchas tú. —Serena muy traviesa, pone la lista. —Oh, mira nada más… Rock' n Roll.
—Lo que tú quieras escuchar. —Vegeta mueve los dedos en el volante, la escucha tararear y dejar la lista de Rock. —"Parece que también nos gusta…"—Piensa con satisfacción.
Está relajada, está a gusto. En especial porque lo ve a él de la misma manera. Sabe su dirección, porque la vio en los archivos de la oficina. —Que todos vivan así de cerca, me parece gracioso.
—En el momento, no me pareció gracioso. —Vegeta se queja. —Pero sí una buena oferta. Era una caja de arena para gatos cuando llegamos.
Serena mira los alrededores, llenos de árboles y casas con jardín frontal. Bajando por la izquierda, parece entrar a una zona bastante apartada.
—De aquel lado está el parque, bajando se va a la playa. Y entre las colinas, bien escondido y donde nadie quería comprar, estamos nosotros. —Vegeta le explica, frena y señala. Son tres residencias con vista al mar. — La casa grande, de dos pisos es de la Familia Son, es la que más se nota a través de los cedros. Como sabrás, tres idiotas juntos necesitan espacio para no chocarse. —Vegeta bromea y recibe un golpe con la cartera de Serena. —Je, Nappa es la de estilo cabaña y la mía es la que está rodeada de paredes de piedras vistas.
—Vaya, no te bastó con los cedros para tener privacidad ¿Y tienes torres de tiro y cerca eléctrica? —Serena se cruza de brazos y bromea.
—Oh, no puedes culparme por querer privacidad. —Vegeta se voltea a ella, queda casi tocándola con la nariz. Su aroma natural está mezclado con perfume, le alegra que sea un perfume suave que no contamina su esencia. —Vamos de una vez. —Corta completamente el ambiente, clava sus dedos al volante, tratando de aguantar un poco más su deseo.
Serena parpadea, presiona sus uñas en sus brazos. Se limita a asentir, porque en verdad está ansiosa. —Wow… —Serena de nuevo queda con los ojos redondos, mientras entran a la cochera. Se quita el cinturón.
Está por bajar, Vegeta la detiene. —Espera, yo te abro.
Serena se queda en su lugar, su corazón late muy fuerte. —Gracias. Qué caballero. —Muy irónica.
Vegeta la ayuda a bajar, toma su bolso. — ¡Oh! —Se dobla de dolor poético. —Siempre pensando mal de mí. —Lamenta con sarcasmo.
Serena le frunce la vista. —Sí… Ya veremos. —Relaja sus hombros, él toma su mano para guiarla adentro, observa las motocicletas a un lado y otro auto cubierto. Se aferra a la mano de Vegeta, hasta debe recordarse no apretársela de a ratos. —Wow, de nuevo Wow. — Levanta las cejas al techo. La casa es amplia, una zona común entre la cocina, sala de estar y el comedor, un ventanal con terraza con vista al mar.
Se siente un poco jactancioso al verla así. —Bueno, me gustan los espacios grandes. Pasé mucho tiempo en cajas oscuras y pequeñas. — Le explica y deja su bolso sobre el sillón frente a la televisión. —No lo voy a negar, me siento orgulloso. Fueron más de diez años para terminarla como quería.
Serena se quita su chaqueta, Vegeta de inmediato despliega caballerosidad y se la cuelga en el recibidor junto a su cartera. Quitan sus zapatos en la entrada. —Bien… —Están en silencio, Serena ondea sus manos de atrás, adelante. Reprime sus nervios, mira al piso. — ¿Por dónde empezamos?
Vegeta se queda frente a ella, la toma del mentón. —Creo que… —El agua brota en su boca. —Podemos empezar por un orgasmo.
Serena parpadea grande y lo aleja con una mano. — ¿Disculpa? —Pero se ruboriza de solo imaginarlo.
Vegeta toma ésa mano que intenta alejarlo. —Serena… No juguemos a los tontos. —Su voz es grave, sus ojos negros miran fijo a sus ojos azules sin darle salida. —Tenemos tantos antojos…No vamos a poder hablar, con éstos deseos sin control. —Lleva la mano de Serena a su mejilla, la baja a su cuello. —Probemos un poco, el uno del otro, para calmarnos.
Serena se deja atraer hacia él. Abre y cierra la boca, esperando encontrar una respuesta, algo para contradecirlo. —No-No lo digas así… —"¡Ay mierda! ¡Es lo más inteligente que se le ocurre a mi mente lujuriosa en éstos momentos!" Serena se reprende, frustrada.
La mano de Serena se sostiene de su cuello al soltarla, pasa su brazo por su cintura y baja a su trasero. Abre la boca y ella abre la suya, dejando notar su respiración agitada, caliente. Saca la lengua y con la punta, le da una lamida desde su mentón a la punta de su nariz. Mira un poco alrededor, cualquier superficie es buena para fornicarla ahora mismo. —Grrr… Serena. —Un gruñido gutural de lujuria une sus bocas abiertas, pero sólo alcanzan presionarse por unos segundos y darse un par de succiones.
— ¡Aaah! —Serena se asusta con algo que se prende a su pierna, seguido de un maullido. —Jajaja, mira nada más esto. —Se inclina a acariciarlo.
—Hmp, es Tama. —Vegeta frunce el ceño muy enojado. —Qué inoportuno.
—Oh, no le digas eso. —Serena ve que el gato se tira en el suelo y ronronea del gusto. —Jajaja. Te imaginé con un perro, de ésos grandotes y llenos de energía.
—Ah, pues. Bardock es el del perro. —Vegeta mira a Serena y a su gato, llevándose bien a la primera. —Me parece extraño, por lo general sólo socializa conmigo.
—Jajaja, así que te caigo bien. —Serena charla con el gato. —Yo tenía una gatita cuando era niña, debe ser por eso. —Se encoge de hombros tratando de encontrar una explicación.
—O también es posible, que el gato desconfíe demasiado de ti y quiere tenerte un ojo bien puesto. —Vegeta se cruza de brazos.
—Por favor... —Serena pone los ojos en blanco, se endereza. —Bien, me gustaría conocer el resto de la casa. —Dice muy contenta. Al ver en detalle, puede darse cuenta que no tiene muchos muebles o decoración. — ¿Miras mucha televisión? —Consulta al caminar en la sala, en una repisa tiene un par de fotos con su Uniforme, graduado del Colegio Militar y un par de soldaditos de juguete. De ésos verdes y hechos de plástico. Toca uno y sonríe.
Vegeta la ve tocando sus juguetes, no sabe porqué lo emociona. Se sacude para contestar su pregunta. —Ah, no. En verdad miro noticias en internet y es más para ver videos o repeticiones de carreras. —Vegeta se acerca al mueble junto a la televisión. —Y ahí tengo consolas de juegos, cuando vienen a tomar cervezas, perdemos un poco el tiempo ahí. Pero más tiempo perdemos en la mesa de billar, o en el póker es donde llegamos a amanecer jugando.
—Ja… —Serena se acerca a un lado. —Tienes un futbolín… —Toca las manijas del juego y la superficie vidriada. Siguen el recorrido, por una habitación para entrenar, la habitación de huéspedes y la habitación principal. Un poco desconfiada, pero con curiosidad, Serena se adentra. —Hmmm, todo normal… La típica casa de un soltero.
Vegeta resopla una risa por la nariz. — ¿Y qué esperabas encontrar?
—Mmm, no lo sé, algún muerto por ahí. —Serena se va cerca de la ventana, aprecia la vista. Y la luz de la mañana reflejándose en el movimiento del mar.
—Los enterré a todos bien temprano, así que no quedó ni un hueso suelto. —Vegeta dice en chiste, se acerca a ella para abrazarla por detrás.
Serena siente su cuerpo a punto de pegarse con el de ella, lo esquiva como un juego. —A ver, el closet. Por lo general siempre quedan evidencias ahí… —Abre las puertas corredizas. —Wow, mucho Wow otra vez.
—No está muy lleno. Te lo dije, me gusta el espacio. —Vegeta le muestra todos los trajes de carreras, que los guarda por un valor sentimental, junto a su uniforme de la Escuela Militar. Está todo a la vista en estantes y hay pequeños cajones, una banqueta al medio y un par de espejos de cuerpo completo.
De nuevo el silencio, la tensión de sus cuerpos acercándose. Se mira con él en el reflejo y ve lo mismo, deseo puro y sus estómagos exigiendo comida.
—Agh, si no es el gato, es mi estómago. —Vegeta se frota al cara y voltea para esconder su pena.
—Vamos, yo tampoco desayuné. —Serena lo toma de la mano y sin protestas se van a la cocina. —Permiso… ¿Tienes para hacer café o té?—Serena se estira a las alacenas.
Vegeta la ayuda a alcanzar la puerta. —No, por favor, eres mi invitada ¿Qué quieres desayunar?
—Uh, no lo sé ¿Qué desayunan las chicas que amanecen aquí? —Muy sugerente le pregunta, saca el pecho en desafío, busca unas tazas mientras espera la respuesta.
Resopla, un poco indignado de su incredulidad. —No te miento, nunca traje a ninguna mujer a mi casa ¿Café? —Vegeta la ve asentir, no puede evitar rodearla, tenerla cerca. — ¿Fruta? —Ofrece, y ella encantada. Vegeta alcanza un recipiente con fruta cortada, sin dejar de tener a Serena encerrada entre sus brazos.
—A pesar de que la evidencia te respalda… —Serena se deja abrazar, le da risa que la guíe al refrigerador. —Parece que sabes cómo tratar a una chica en casa. —Saca la leche y Vegeta toma unos sándwiches que compró para hoy. —Oh, son de harina integral… —Luego ve con atención a los estantes dentro del refrigerador, hay varias porciones etiquetadas por día y casi todas de lo mismo. —Brócoli y pollo.
—Pavo también. —Vegeta le señala. —Tengo un permitido una vez al mes. Así que debo tener cuidado, ya fui a comer mi comida favorita contigo.
—Así que eres de carne y hueso después de todo. —Serena cierra. —Lo siento, te hago romper la rutina en plena temporada. —Frunce el ceño. —Podemos comer lo que comes a diario, no hay problemas. Te habrás dado cuenta que no me vendría mal una dieta más estricta.
—Te veo bien, con buena forma. —Comenta mirándole el trasero. Voltea el rostro y cambia de tema. —Con que tenga cuidado y refuerce con cardio no debería haber inconveniente. —Vegeta no se preocupa, tiene buen metabolismo. —Milk nos da la dieta, pero no es tan estricta.
Serena presiona los labios y asiente. El asunto de Milk reflota en su mente, pero prefiere disfrutar del desayuno. Se sienta en la barra, toma un sándwich. — ¿Eres más de motocicletas no? Al entrar a la cochera las vi bien apartadas y acomodadas.
—Sí, pero yo diría más que soy de "ésas" motocicletas. —Vegeta sirve el café, y calienta la leche con miel en el vapor. —El auto que estaba cubierto es un Audi R8, lo tengo como reserva de valor. Si quieres podemos dar una vuelta, es un convertible. —Termina de preparar las dos tazas y las deja sobre la barra.
—Un paseo al atardecer, en un convertible último modelo… —Serena bebe el café recién servido, se pone contenta al haber acertado con todo lo que supuso; la llevó a probar su comida favorita, en su motocicleta favorita. — Dime el sitio de internet donde consultas sobre citas, porque acierta en cada detalle.
—Espero seguir acertando. — Vegeta se sienta con su café, le pasa un sándwich. Sonríe con ella, pero recuerda cómo metió la pata en la última cita en el Hotel. — ¿Seiya no se equivocaba?
¡Auch! Si no es su lengua, es la de él. Serena queda un poco impactada. —Ah, bueno… Pues ¿De dónde viene ésa pregunta? —Levanta el tono ofendida.
Vegeta se encoge de hombros. —No lo sé... Parece que no te afecta haber roto con él. —Vegeta une unos cabos sueltos. —Bien dijiste, que no puedes tener intimidad sin ser íntima.
Serena muerde su labio inferior, con temor de admitirlo en voz alta. —Creo que… Simplemente creí en todas ésas cosas que me dijo. Aunque sabía que eran mentiras, solo quería probar si…
La ve incómoda. Alcanza su flequillo dorado con la punta de sus dedos y lo acomoda. —Lo entiendo, a veces las emociones nos ciegan. Por eso trato de mantener los límites. —Vegeta no comprende porqué dijo eso sin filtro. Toma su café, tratando de encontrar la manera de cambiar de tema.
Serena toma aire, una parte de su mente concluye, que lo de Bulma Briefs es muy posible. —No creo haber sentido esto con Seiya ¿Y tú?
— ¿Seiya? Nop, no es mi tipo. —Vegeta niega sincero y larga unas risas.
—Estúpido. —Serena le pellizca el brazo.
Frunce el ceño. — Te habrás dado cuenta, que me es imposible poner límites o barreras contigo.
—Lo mismo pienso de ti. —Serena da vueltas su taza en la mano.
Vegeta se sienta cerca de ella, pegando su silla alta. Pasa un brazo por su cintura, se acerca a susurrarle. —Me da algo de miedo admitir, que me alegra tenerte aquí y que me siento bien de que sea contigo con quien rompo éste límite.
—Eso también me asusta y… Me hace sentir especial, pero en el fondo no creo que lo sea. —Serena confiesa con timidez, acaricia la punta de su nariz por su mejilla.
—Lo eres Serena, no lo dudes. —Vegeta busca su cuello, le deja un beso. Un suspiro y otro, de él y de ella. Serena le deja un beso en la altura de su manzana de adán. Cuánta tentación y al alcance de las manos. —Mmm, mejor comer algo primero. —Toma su taza y le guiña un ojo.
Siguen desayunando, Serena mira alrededor. —No te mataría tener una alfombra, y unas cortinas más lindas. — Ve que son de ésas que bajan como pantallas blancas.
—A veces no tengo tiempo de limpiar todo. Pienso en practicidad. —Vegeta responde, pero toma nota; alfombra, cortinas de tela… No suena mal.
— ¿Limpias? ¿No tienes sirvienta? —A Serena se la hace extraño, es una casa grande.
—Tengo ayuda ocasional, pero por lo general yo mantengo mis cosas. Suena un poco neurótico.
—Mmhmm… Seiya tenía empleados hasta para levantarle sus calcetines. —Lo dice despectiva. —Eres una especie de chico malo, pero independiente.
Vegeta siente que gana puntos y eso lo hace sonreír. —Deberías dejar de intentar "descifrarme"… —La pica con un dedo. —Tranquilamente puedo decir que, estabas aburrida de tu vida y es por eso que buscas "chicos malos". Sólo para saciar tus fantasías sexuales frustradas…
Serena frunce los labios, se encoge de hombros. —Interesante… Analicemos ésa posibilidad.
La ve tomar el último sorbo de café con leche. —Con gusto. —Responde al desafío. La toma de la cintura y la sienta en la barra, la hace gritar por el movimiento brusco, corre todo a un lado con el brazo. Vegeta toma los restos de la espuma de la leche en su taza, con dos dedos lo pinta sobre sus labios.
—Vege-¡Mmh!—Serena es callada por un beso y la lengua implacable de Vegeta que le da un giro completo a su boca. Se aferra a él, se separa buscando aire, sintió que casi le voltea todos los dientes.
—Café, leche, miel y tu boca; perfectos. —Vegeta habla con la voz grave, baja con besos por el cuello de Serena, la escucha suspirar mientras abre sus piernas. Deja una ínfima mordida, a la altura de su pulso que la deja temblando.
—Ah Vegeta… —Suspira y se deja consumir por sus caricias.
Sus manos suben por sus lados, arrastrando su toque hasta atrapar sus pechos. Mete las manos debajo de su blusa y de su brasier. —Serena, ya están duros. —Toma un pedazo de melocotón entre los dientes.
Serena se pone roja, él levanta su blusa y sus pechos saltan con descaro. La hace saltar de un gemido cuando pasa la fruta por sus puntas endurecidas y luego los devora dentro de su boca. La lengua caliente de Vegeta, combinado con la textura fresca de la fruta, la hacen retorcerse de placer. Da otro salto, cuando en el seno libre le rocía un poco de jugo de toronja rosa, la gota fría se desliza por su pecho.
Vegeta la ve erizarse, sigue el recorrido del líquido con su lengua. La rocía un poco más, disfrutando de su piel aterciopelada. —"Quiero comerla…" —Mete la lengua en su ombligo. —Mmm, me pregunto qué tal estará la fruta con más proteína. —Murmura con lascivia y se mete debajo de su pequeña falda.
—Oh mi Dios. —Serena se aferra a los bordes de la barra, la vajilla resuena al chocarla, pero no cae. Los dedos de Vegeta se arrastran por sus muslos, mientras quita sus bragas y las deja en uno de sus tobillos. Puede sentir que Vegeta no aleja su rostro de su centro, porque su respiración tibia choca contra ella.
Tan hermosa, de color rosa, enrojecida por arriba, con su botón endurecido. Vegeta se relame y empieza a besarla desde la base, hasta darle una succión a su clítoris. Ella chorrea y lo junta en sus dedos, no desperdicia nada, mete un dedo. —Tan suave y apretada. —Quita y lame su índice.
— ¡Nnh! —Serena curva su espalda, los dedos de Vegeta acaban de darle una pequeña sacudida a su clítoris y su lengua se metió en ella para beber sus jugos.
Vegeta se acerca a besarla, quiere verla a los ojos mientras mete sus dedos. — Mírame ¿Buen sabor?
Serena se relame, en tanto él le dio de probar la salinidad de su propia boca. —Sí. —Admite con la voz quebrada y su mirada azul entreabierta. De nuevo otro estímulo de sus dedos se da lugar, pero ésta vez dentro de ella. El roce de sus yemas callosas y sus falanges flexionándose para apretar ése lugar rugoso y sensible.
La ve ponerse roja hasta la cima de sus pechos, los lame, mordisquea sus pezones y empieza a sacudirla completa, embistiéndola con los dedos. Sus jugos femeninos salpican toda su mano, baja a chupar su clítoris, le da un giro con la lengua.
Su cuerpo se tensa a más no poder sobre ésa superficie dura, pero lo hace con gusto. —Sí, oh sí… —Tira la cabeza hacia atrás al fin su cuerpo recibe la recompensa que esperaba, junto a una nueva sensación, la sensación de sentirse vaciar en pleno orgasmo.
Flácida entre sus manos, sin poner resistencia a sus atenciones, sin excusas para recibir placer. Así es como Vegeta quería tenerla y más ahora al ver cómo lo roció completo. —Qué delicia… —Relame sus dedos mientras junta los restos en su rostro. —Un desayuno completo. —Ahora la ve encogerse de la pena y ocultar su cuerpo. —Jmjm, Serena no sé qué me gusta más, follarte o ver cómo te vienes en mi cara. —La toma de la cintura, enreda sus piernas a su cadera. —Me encanta que seas así de sensible…
—Yo…Aaah… —Serena aún tiene la mente nublada por el éxtasis reciente, sus manos no dejan de estimular sus pezones y su boca traga sus respuestas. —Qui-Quiero besarte, tocarte más… —Empieza a desabotonar su camisa, a besarlo más activamente. Agranda la vista del gusto al ver su cuerpo moreno en plena luz del día. —"¿Se-Será normal?"—Sigue el camino de sus venas con la punta de sus dedos. Se aprieta contra él y puede sentir su miembro duro. Traga saliva y baja una mano para quitar su cinturón.
Vegeta aleja las manos, pero no su cuerpo. —Todo tuyo… —Le asegura elevando un poco la cadera, dejando expuesta su entrepierna inflamada. La mira a los ojos y se relame en labio superior.
Los ojos penetrantes de Vegeta la hacen sentir demasiado expuesta. Con los dedos temblorosos, descubre la pelvis de Vegeta. Pasa sus palmas completas desde su cuello hasta la zona de su bóxer, donde un par de venas resaltan, palpitantes. Está en tan buena forma, tan esculpido, está segura que hay venas y músculos que no sabía que existían o que podían resaltar de ésta manera, aun con su piel morena.
De nuevo puede ver a Serena asombrada, eso eleva su ego y su polla casi por igual. Saca aún más el pecho, y se apoya contra los bordes dejándola encerrada. —No es que no me guste tu inspección detallada. —Le habla al oído. —Pero justo te detuviste en la parte más interesante.
—Oh, tú siempre tan desesperado… —Serena dice con mucha coquetería, pasa las yemas de sus dedos por la comisura de sus músculos, sube y baja tortuosamente. Toca explícitamente con sus pulgares los pezones de Vegeta, está segura de que su miembro no sólo está saltando, sino que emana calor como brasas vivas. Pasa sus uñas hasta abajo, atrapa el elástico de su bóxer. Y como resorte de carne, su virilidad saluda a la luz del sol de la mañana. Presiona por reflejo la mandíbula, Serena no puede creer que todo eso entre en ella, incluso la punta tan gruesa.
Su sangre se quema de anticipación, el juego de caricias de sus finas manos fue demasiado. —Quería hacerlo en la cama, pero ya no aguanto. —Vegeta saca un condón de su bolsillo trasero.
Serena ya no escucha nada más que sus latidos estridentes, toda su sangre va a un solo punto y hierve al verlo bajar la funda con una mano. Enreda sus piernas a él, lo presiona con fuerza.
Con una mano se acomoda en su entrada, ya estaba chorreando hasta la barra. Qué vista tan candente tiene de Serena, con las piernas abiertas, esperando ser penetrada. —Tu humedad es increíble… —Supone que es así por su sensibilidad.
— ¡Aaah! ¡Mmh!—Serena larga un lloriqueo al sentirlo entrar. Lo abraza y clava sus uñas por encima de su camisa.
—Cuidado, te sientes tan apretada. —Vegeta gruñe en su oído, al sentir la base tocar con la zona baja de sus muslos, se retira y empieza las embestidas.
— ¡Ah, Vegeta! ¡No, no! —Serena chilla, pero no puede detener sus propias caderas, se agita contra él, golpeteando divinamente su pelvis y se corre. —Oh no… —Presiona su frente en su pecho y se queja.
—Oh sí Serena… —Le levanta del mentón con un dedo, deja besos sobre sus labios inflamados, sus manos tiran de sus pezones. —Hay que seguir. —La toma del trasero, clava sus dedos casi levantándola de la superficie. Retoma el ritmo, se sacuden por completo. En cada penetración, Serena lo absorbe en su calor. —Grrr, mujer, tu coño es el mejor. —Empieza a acelerar, baja la vista y la unión perfecta de sus sexos salpica a los lados.
Ésas palabras solo empujan al abismo de la lujuria. — ¡Ah! ¡Dios! —Acompaña sus movimientos, todo su cuerpo acelera con él, sus pechos rebotan, su vientre se presiona junto a los saltos que da la punta de su miembro, su mente está en blanco y lo único que puede ver, es a Vegeta tan perdido como ella.
— ¡Serena! —Vegeta grita su nombre, el tirón de sus testículos hizo que toda su polla temblara. Se corre con ella, la sostiene entre sus brazos, aunque siente sus rodillas ceder un poco. Supone que es por la intensidad de su orgasmo. De a poco buscan aire, están enrojecidos y agitados. —Ah, por Dios… —Vegeta siente que le arde la vista y una gota de sudor corre por su frente y la de ella. Toma firme la base y se separa.
Lo ve quitarse el condón lleno, los restos de su semen quedan pegados, a su todavía, muy activa virilidad. —Lo siento. No fue suficiente. —Serena habla lamentándose.
—No te confundas, fue exquisito. —Vegeta la levanta de la cintura. —Pero fueron demasiados días y demasiada tentación.
Serena se prende de él, como un mono a una rama. —Sigamos… Pero en la cama. —Su tono es dulce.
¡Su puta madre! ¿Cómo es posible? La acaba de follar, pero su tono inocente lo deja tan listo y adolorido de deseo, que no puede reprimir sus ansias. Se la lleva a la cama.
—Cuidado. —Serena larga una risita temblorosa, le recuerda que todavía tiene los pantalones hasta las rodillas. Pero bien aferrada, lo sigue besando y deja caer su camisa por el camino. Su brasier ya estaba de adorno, subido a su pecho, lo hace volar junto a su blusa. — ¡Ah! —Grita un poquito cuando caen juntos, rebotando en la cama. — ¿El gato suele entrar a la habitación? —Mira alrededor.
—Que no se le ocurra. —Vegeta arroja su pantalón con fuerza a la puerta, la termina de cerrar con un zapato que estaba suelto.
Serena larga unas risas, se abraza a él de nuevo, ruedan en la cama, sus lenguas imitan a sus cuerpos mientras los restos de tela que les quedaba caen alrededor de la cama. Todo es tan mojado y caliente, Serena muerde el labio inferior de Vegeta, se lo estira un poco y luego lo lame. Vegeta repite, pero luego de eso muerde su mentón, pasa el filo de sus dientes por la línea de su mandíbula, va hasta su oreja y la tironea muy suave entre sus dientes. Pasa su índice por su pulso exaltado, la besa, deja una lamida pesada. Ella enreda sus dedos a su cabellera negra, mientras sus piernas se elevan para pegar y frotar sus sexos desnudos. Hechos una madeja de brazos y piernas, da vueltas meneándose muy lento.
Serena queda arriba, se sostiene del abdomen de Vegeta, en tanto él ya alista una funda sobre su polla. —No…No tengo mucha práctica. —Levanta su cadera.
Vegeta levanta una ceja. — ¿Ah sí? Pues parece que conmigo salen tus talentos naturales. —Pasa su mano desde sus pechos, a su ombligo, la sostiene de la cadera.
—Mmh… —Serena presiona los labios, mira hacia abajo. —Mi cuerpo no está tan…
—Pensaba dejarte a ti todo el trabajo ¿Debo darte una lección de lo mucho que me calientas otra vez? —La ve negar con ésa timidez tan encantadora. —Bien, prosigue. Es todo tuyo. —Con el índice y su pulgar, le da un golpecito a su glande.
Lo ve agitarse de un lado al otro con ése golpe. Mira a un lado y lo toma entre sus manos. Mira abajo para apuntar bien. — ¿Así? —Serena empieza a bajar, la anticipación es tanta que su centro se moja alrededor. Vegeta le asiente, mordiéndose el labio y moviendo su cadera para ayudarla. Llega a la base. —Vegeta… Nnh. —Empieza moverse, a dejarse llevar, esto se siente bien, demasiado. Y la frecuencia de orgasmos no parece disminuir su deseo. Mejor dicho, sus deseos. Porque está más segura que nunca de que sienten lo mismo, que quieren entregarse de una vez por todas a todas éstas sensaciones. Sin importar las consecuencias.
Entrelazan sus dedos, Serena lo monta y gracias a los orgasmos anteriores pueden saborearse mutuamente como Vegeta deseaba. La Prisa de sus Deseos ha bajado, pero no su apetito y su líbido, que parece tener resistencia infinita ahora. Y Vegeta no sabe porqué el tiempo se hace laxo. Con otras mujeres, luego del primer o tercer encuentro las sensaciones disminuían, pero con Serena es todo lo opuesto. —"Parece que nunca voy a llenarme…"—Es la primera vez que lo piensa y su sistema de defensa no recurre en automático a alejarla. En cambio la acerca, bebe de sus senos, gira sus pezones en la boca. Ella acaricia su cuerpo, en especial la ve pasar los dedos en sus cicatrices. En parte, él usa su musculatura para disminuir su atención a las marcas de su cuerpo. Pero Serena parece hasta apreciarlas en cada beso, en cada caricia. Cuando ella clava sus uñas en su espalda, son ésas cicatrices las que él quiere llevar para siempre. —Más duro Serena, aráñame más fuerte. —Susurra y la besa con la boca abierta.
Serena obedece, sus caderas aceleran de golpe, otra vez no tiene control. Ya no sabe cuánto tiempo estuvo encima de él sin parar. Sólo quiere y necesita éste placer que los desarma y los mantiene unidos. —Estoy cerca…Me voy a correr.
—Sí, me vengo. Se-Serena. —Vegeta busca su boca, queda con los ojos abiertos, disfrutando de cada detalle cuando la ve entregarse a su éxtasis. Sus rizos dorados y alborotados, su piel enrojecida, su boca inflamada y sus ojos azules entreabiertos. Sus pechos carnosos y las curvas de sus caderas acelerándolo.
Otra caída se da en la cama, Serena busca cubrirse entre las sábanas y descansar. Siente las piernas de goma. —"Creo que nunca estuve tanto tiempo así…"— Pero escucha otro sobre rasgarse y lo ve volar a un lado. Sus rodillas se retuercen con las palpitaciones de su pelvis ¿Cómo es posible que ella también quiera más? —E-Espera, esperemos unos oh… —Es arrastrada desde las caderas.
Vegeta está de rodillas la toma del trasero y la deja mirando a la cabecera. — ¿Duele? —Susurra a su oído, pasa una mano por los labios de su vagina y culmina su toque en el clítoris.
Su voz tiembla, se aferra a las almohadas. El miembro de Vegeta juguetea en círculos contra su intimidad mojada. Sonríe de lado, le gusta. Su punta empieza a abrirse paso, gime alto. — ¡Ah, tan profundo!
Vegeta sostiene sus riendas, su vista se nubla de deseos animales y crudos de poseerla salvajemente. Se contiene para no dañarla. —Sí, iremos despacio. —Llega a la base y da una embestida. Luego otra y otra, empieza a ver a Serena moverse con él, amoldando su trasero perfectamente con su pelvis. —Qué erótica… —Peina su labio inferior entre sus dientes. Empiezan a moverse más rápido.
La cama se mueve y la cabecera empieza a agitarse. —Uy… —Serena es consciente y se detiene un poco. Apoya las manos en el respaldo, es amplio y tapizado en cuero, cubre un poco más que el amplio de la cama. Vegeta la abraza desde la mitad del cuerpo y chupa su oreja. —Ah…
Tironea un poco su lóbulo, está tan roja que arde contra su lengua. —Jmjm, anda Serena. Rompamos la cama. —Se apoya con ella, con una mano contra la cabecera de la cama. Larga un gruñido gutural, y vuelve a moverse, pero más intenso, más duro, sin dejarla escapar.
Los golpes de la cama, los rechinidos de la madera, los gritos salvajes de los dos, junto a los golpes duros de sus caderas, es todo lo que llena las paredes. Mientras pierden el sentido del tiempo.
De nuevo la ola de placer empieza hacer hervir la sangre de los dos. Es increíble, sus cuerpos entienden las señales y aceleran juntos, mucho antes de poder verbalizarlo ya están al borde.
—Oh, sí. Vegeta, se siente bien. —Serena siente cómo el miembro de Vegeta pulsa ansioso por descargarse. — ¡Ah sí! ¡Vegeta! —Se mueve más rápido contra él.
— ¡Carajo! ¡Se siente muy bien! ¡Sí! —Vegeta se deja llevar, están arrodillados en la cama, apretados contra la cabecera. Pierde las riendas con ella y se entrega al éxtasis. De nuevo sin aire, sudando. Lentamente se detienen, saboreando cada onza del orgasmo que se esparce en sus cuerpos. Se acuestan en las almohadas, se miran a los ojos. —Quiero hacerte maldecir. —Vegeta declara en voz baja, seca el flequillo húmedo de Serena.
— ¿Qué?—Serena limpia un par de gotas que escurrían en el pecho de Vegeta. Dibuja una sonrisa al verlo sonreír con los ojos entreabiertos.
—Que quiero hacerte maldecir, que te portes mal… —Vegeta se va rápido debajo de las sábanas.
—Ah, no. Vegeta. —Serena lo regaña en voz alta. —Qué sucio.
Vegeta se resiste a salir de entre sus piernas. —Uh-Uh… Para nada, ahora está más rica, suave y caliente. —Cubre con toda su boca su vagina, la limpia con toda la lengua.
—Ah, Ve-¡Vegeta! —Serena chilla ofendida, trata de golpearlo para que se aleje.
—Eso, grita mi nombre. —Vegeta moja bien sus labios, toma aire e inserta su lengua. Con una mano masajea su clítoris y con la otra alcanza a amasar sus senos. —No voy a detenerme…—Habla, deja una lamida grande. —… Si puedo hacerte correr sin parar.
Serena se tira a las almohadas, levanta las sábanas y ahí está ése engreído hijo de puta, guiñando un ojo y pasándola como nunca. Lo cubre un poco enojada, frota sus ojos llorosos, toda su piel arde y el estímulo de Vegeta acrecienta sus latidos. Su lengua girando, combinando las succiones, la dejan rendida. —Ah, Ah ¡Mmh! —Se sostiene a las sábanas en los puños, su espalda se curva y la ola de placer está por chocar. Lloriquea lujuriosa, sus ojos vuelven a humedecerse. —Voy a acabar. —Advierte, pero él no parece dispuesto a moverse, sino a tragarla más fuerte. Vegeta se acerca a ella, la besa, la abraza y acaricia sus lados dejándola absorber las sensaciones del orgasmo. —Jmjm, que cochino eres… —Lo regaña y la da unos golpecitos en el hombro.
—Jaja, no me parece así, todo lo contrario. Tienes un sabor glorioso. —Vegeta chupa sus dedos, como si estuvieran bañados en chocolate. Intercambian caricias, la deja acostarse en su pecho. No huye, se queda, disfruta de sus miradas conectadas, las sonrisas, sus piernas entrelazadas.
La punta de su miembro arde como nunca, la actividad carnal fue muy intensa. Lo mismo le sucede a Serena, siente la carne adolorida. Pero por extraño que les parezca a los dos, sienten que si se siguen acariciando como lo hacen ahora, van a estar montados arriba del otro buscando el éxtasis de nuevo.
Serena pasa sus dedos por la boca de Vegeta, se la ve un poco enrojecida, muerde su labio interior por el apetito que le ha despertado. Apetito por sus besos. Se acerca, la respuesta de la boca de Vegeta es perfecta, se amolda sus labios y hasta la muerde brusco como le gusta. —Vas a dejarme marcas.
—Espero sean marcas pequeñas, que solo yo pueda ver. —Vegeta baja una mano por la espalda de Serena, acaricia toda su espina hasta la línea de su trasero. —Tu piel es tan tersa…
Serena disfruta la voz de Vegeta, ésa voz grave, baja y masculina. —Y la tuya. —Pasa los dedos por sus marcas. — ¿Tus cicatrices son todas del ejército?
—Algunas. —Vegeta responde casi a secas, su gesto se frunce profundo.
Serena siente su cambio, deja su mano quieta en su pecho. —No quería hacerte recordar cosas feas.
—No, ya no me duele. —La aprieta un poco más y alcanza a besar su cabeza. —Las más grandes las tengo de pequeño, creo que por eso me concentré tanto en entrenar para que mi musculatura opacara las cicatrices. —Le confiesa, jamás se lo dijo a nadie. Ésta mujer derrumba demasiado fácil sus defensas.
Serena está tentada en preguntar por eso, por saber en detalle de su infancia, pero mejor no arruina el momento. El fin de semana recién empieza. —Hm. Te confieso que me gustan, pareces vikingo. Jajaja.
—Supongo que es como todo. —Vegeta se ríe y peina sus rizos dorados entre sus dedos. —Como cuando chocas, las abolladuras le dan carácter al auto. Debes acomodarte y ver cómo seguir.
—No vayas a chocar tan duro. —Serena oculta la tristeza que le brota, al solo pensar en eso. —He visto cómo manejas, ahora lo he estado viendo más minuciosa en las grabaciones.
— ¿Qué te parece? —Dice altanero.
—Que eres muy imprudente, manejas muy salvaje. —Serena exhala fuerte por la nariz al escuchar su risita burlona. —Hay momentos que no sé cómo no te echaron de la pista ¿Cómo te aguanta Bardock o Nappa? Seguro te quedas callado como las piedras y los dejas ahogarse de la rabia.
—Aaah, el ambiente era perfecto ¿Podemos anotar en una pizarra quién arruina más el momento?
—No es una competencia. —Serena infla sus mejillas.
—Mala perdedora. —Vegeta le levanta la punta de su nariz.
—Vi lo que pasó con Raditz. —Serena dice en voz baja, se pone boca arriba, usa sus manos como referencia de los autos. —Iban codo a codo a tomar la curva, habían dos más adelante y los de atrás iban a aprovechar ahí para rebasarlos. Sin embargo, Raditz tocó al de adelante en plena cúspide de ésa curva. Ése corredor pudo contener el auto y amortiguar en la barrera. Pero Raditz se levantó desde atrás por el golpe y voló por los aires. —Traga duro, lo vio sólo una vez y casi se larga a llorar en la oficina.
Vegeta toma sus manos en el aire, la envuelve en sus brazos y las sábanas. —Él está bien.
Serena inhala, el perfume de Vegeta le da calma. —La prensa opina dos cosas, que tú lo mandaste a chocar a ése corredor y te salió mal. También que fue una especie de venganza contra Kakarotto.
—No me importa lo que piensen o digan de mí. Pero asumo las consecuencias, ésa táctica fue idea mía. —Vegeta se pone serio ante la mirada decepcionada de Serena. —Arriesgué a mi "hombre ala", no quiero que él sufra ninguna consecuencia. Es por eso que lo quiero ver correr de nuevo, es bueno, seguro lo viste en las grabaciones. Quiero el Liderazgo, es cierto, pero lo quiero ganando de verdad, sin trampas. Jamás sería capaz de algo tan bajo, no importa lo que te haya contado Kakarotto.
Serena parpadea con curiosidad, siente que de a poco va ubicando algunos clavos sueltos. Sí, definitivamente hay algo personal entre Kakarotto y Vegeta. Va a tomar aire para seguir hablando.
— ¿Almuerzo en la cama? ¿Qué te parece? —Vegeta cambia de tema de inmediato.
Serena resopla haciendo resonar sus labios. —"Está bien, voy a permitirle esquivar eso."—Empieza a buscar en la mesita de noche un reloj. — ¿Qué hora es? —Vegeta le pasa el reloj que estaba de su lado. Queda con las cejas en alto, al ver que ya es pasado mediodía. Se sienta y cubre su pecho con las sábanas. —Oh sí, seguro ya tienes hambre. Quiero tomar una ducha primero.
—Mmm, no tengo tanta hambre, pero ya es hora. —Vegeta se sienta en la cama, le señala el baño para que lo use a su gusto. Observa a Serena insegura para ir. — ¿Qué pasa?
—Es que mi bolso quedó en la sala, traje mis toallas ahí. —Serena explica, le da pena andar semidesnuda en casa ajena.
— ¿Toallas? —Vegeta levanta una ceja. —Yo tengo toallas mujer. —Levanta el tono.
Serena une sus índices y frunce sus labios con pena. —Ay, es que me da cosa, no quería venir y usar todo como si fuera un Hotel o algo así.
— ¡Eres rara! —Vegeta exclama en tanto se parte de la risa, acaban de tener sexo salvaje en la cocina, en la cama, le acaba de comer la vagina en pleno post-orgasmo y ella está ahí, tan tímida que es adorable. — ¡Ven aquí! —Se abalanza sobre ella.
— ¡¿Qué?! ¡Espera! ¡Aaah! —Serena es levantada, lucha por tener las sábanas cubriendo su pudor.
Vegeta siente la resistencia de las sábanas, todavía enganchadas a la cama. Las atrapa con una mano y la tironea hasta zafarla. —Jeje, listo. —Camina hasta el baño en su cuarto.
Serena mira hacia abajo, Vegeta descalzo y la punta de las sábanas arrastrándose por el piso. —Sabes, sería muy gracioso que te tropieces con la tela y choquemos contra el suelo.
—No dudes de mis reflejos. —Vegeta la ve sosteniéndose de él, recostándose en su pecho. —"Como un ángel…"—El pensamiento lo abruma, traga duro y mira fijo adelante. —Traigo tu bolso.
La deja en el piso y Serena queda abrumada, no sólo porque está segura que un rubor cruzó el rostro de Vegeta. —"¡Diablos! ¡Ése trasero!"—Saca la cabeza para seguir recreándose la vista en plena luz del día. Cierra la puerta y le sale vapor por la nariz y las orejas. Quita las sábanas y las deja dobladas de lado. El baño es grande, con una bañera ovalada y ducha integrada. Mira las perillas, tiene función para llenar la bañera, usar el duchador de mano y ¡Bingo! La ducha. —Jajaja…Mira nada más. —Serena pone la mano, el agua cae desde un panel cuadrado, como fina lluvia y hasta puede seleccionar la potencia. Acomoda la temperatura, enrolla su cabello y se mete. —Oh, es muy relajante. —Sonríe y no piensa en nada más.
Vegeta entra a la habitación con el bolso de Serena, lo deja a un lado junto a su teléfono. También recogió un poco la ropa que dejaron tirada. Se mete al baño, a través de la mampara, como si fuera una muestra de arte exclusiva para él; el agua dibuja la espalda de Serena. Delicadamente la ve enjuagarse un poco de espuma, que cae en cámara lenta desde sus caderas a sus muslos. La cascada de agua golpea sus hombros y culmina en su trasero. Despacio sin hacer ruido se acerca, abre el panel de vidrio.
— ¡Ah! ¡¿Qué?! —Serena queda dura del susto, el cuerpo de Vegeta la envuelve debajo del agua.
— ¿Que qué? Es mi baño y hago lo que quiero. —Vegeta declara muy determinado.
—Ya salgo, es solo por el sudor. —A Serena le tiembla la voz. Siente el pene duro de Vegeta por detrás. —Mmm. —La saliva brota en su boca.
—Sí, yo también sudé mucho. —Vegeta alcanza la esponja y el jabón. —Hmmm, como es mi casa y mando yo ¿Quieres bañarme? —La ofrece la esponja.
— ¡¿QUÉ?! —A Serena le estalla la nariz en sangre y le vuela la tapa de los sesos.
Vegeta se ríe, pero la ayuda. La toma del mentón y le levanta la cabeza. Limpia bien toda la sangre. —Jajaja, está bien, me conformo con compartir la ducha. — Se moja hasta el cabello y se sacude. Con el cuerpo enjabonado, la toma de frente entre sus brazos. Busca su cuello, lo roza con la punta de su nariz.
Serena ya se siente flácida entre sus brazos, tal parece ser su cuello su punto débil. Se excita al sentir su punta tocar su ombligo. —Me bañé antes de venir. —Serena lo ayuda a enjuagarse.
—Yo también. —Vegeta mira sus finos dedos, cepillando su piel, quitando la espuma en sus músculos, produciéndole chispas que se canalizan en sus venas, en su sangre. Una sonrisa llena de maldad quiere formarse cuando la ve esquivar, muy estratégicamente la zona más íntima en su pelvis. Pasa las manos por el cuerpo de Serena, le quita la espuma que se le pegó al cuerpo. Ella enreda sus brazos a su cuello, se acercan para besarse. Sus bocas arden desgastadas, sienten unas pequeñas cosquillas en sus labios hinchados. Sus lenguas chocan y giran. Al separarse, negro y azul, están queriendo lo mismo.
Serena puede ver que Vegeta mira a los estantes del baño, buscando una caja de condones. —No puedo tener hijos. —Lleva su puño a la boca y aclara su garganta. —Tampoco tengo nada contagioso… Me hice un chequeo médico completo antes de entrar a trabajar. —Serena recuerda las "condiciones" que él tiene con las mujeres.
Vegeta voltea, entre ofendido y sorprendido. —No se trata de eso. —Apaga la ducha de un manotazo, la voltea contra la pared. —Ya te lo dije, quiero protegerte… —Jadea caliente contra su oído. —Pero tú eres a veces, tan insolente y cabeza dura. —Toma su trasero entre sus manos, lo aprieta haciéndola gemir. —Pero en éste culo me voy a cobrar todas.
Serena mira hacia abajo, Vegeta puso su erección entre sus piernas. Un chiste sale de su boca. —Tal vez eres tú el que tiene algo contagioso. —En la primera fricción, una nalgada la hace saltar. — ¡Au! —Chilla y se voltea, tirando flechas de fuego con los ojos.
— ¡Jajaja! Pasas de candente a inocente, de tímida a agresiva. Y ésa lengua tuya. Grrr… — Presiona su polla entre los muslos de Serena. —De cualquier manera, te ves tierna ¿Lo sabes Serena? —La nalguea de nuevo, lo hace con cuidado, no quiere provocarle dolor realmente. —"Tierna", jamás pensé ni dije ésa palabra, sólo contigo.
Su sangre corre más rápido, el ardor en su trasero sólo incrementa el toque de Vegeta, como si sintiera sus manos callosas debajo de la piel. Se sostiene con las palmas de los azulejos. Empieza a gemir con él, cruza sus piernas y su glande se toca directamente con su clítoris en cada retirada. —Tan grande, caliente… —Describe lo que ve y siente entre sus piernas.
Vegeta la toma de sus pechos para seguir el movimiento, su miembro está empapado contra los labios de su centro. —Tú también Serena, tan caliente… —Busca su boca, mete su lengua y se dejan llevar. Se agitan juntos, el vapor de sus cuerpos empaña el ambiente. Vegeta presiona los azulejos con una mano, junto a la mano de Serena. — ¿Estás cerca? —Vegeta murmura, pega su mejilla con la de ella. Sus pieles queman. Serena asiente y libera un grito, los dos se contenían. — ¡Sí Serena! Déjalo. Déjalo venir. —Vegeta murmura con la voz ronca. Ambos tambalean frente al placer. De nuevo, se toman unos segundos para saborearlo. El frío azulejo los alivia. Vegeta vuelve a encender la ducha, un poco más fría para relajarse.
Serena se vestía en el closet de Vegeta, misma blusa, pero con unos jeans para estar más cómoda. Se mira en el espejo grande. —Debería maquillarme un poco. —Mira sus imperfecciones y frunce el ceño, se pone un poco de base y polvo traslúcido. Retoca sus labios y rápido arquea un poco sus pestañas. — ¡Auch!—Se pellizcó el párpado sin querer. —Hmp, es más fácil cuando lo hace Mina. —Se frota el ojo. Suspira y piensa que fue bueno que trajera lubricante y condones en su bolso. —Porque si así empezamos… ¿Piensa tener sexo en cada parte de la casa? —Ahora tanto su Ángel como su Demonio tienen el rostro de Mina. Su Demonio le dice: "¡¿Qué importa el lugar?! Querida, tú solo hazlo. Te lo mereces ¡Siente al máximo!". Su Ángel está de acuerdo: "Bueno, bien puedes decirle que te sientes más cómoda haciéndolo en la cama ¡Pero que te lo siga haciendo todo el día sin parar! ¡Uujuuu!". Choca los cinco con su versión demoníaca. Serena sacude a sus voces internas, como si limpiara el polvo. Escucha a Vegeta en la habitación.
Vegeta entra con un par de bandejas, hay una mesa de té en la habitación, con un par de almohadones. Viste una camiseta simple y pantalones largos de algodón. —Completé con arroz integral, pero si tienes más hambre, podemos pedir pizzas.
Serena lo ve tan sexy así de sencillo. —No, así va a estar bien. —"Ay, que no sepa que como como un cerdo." Su Demonio reaparece: "Querida, comiste como si no hubiera mañana en la cita de las patatas" Su Ángel interrumpe: "Seamos justas, hace añares no la veíamos con hambre de verdad". Se sienta y lo ayuda a acomodar los platos. —Esto es sano, no debo comer tanto. Engordo muy fácil, ya te lo dije. —Se distrae al ver su teléfono, un mensaje de Mina. Se pregunta si la está espiando por ahí.
—Mmm ¿Haces ejercicios? ¿Sales a caminar o algo? —Vegeta pregunta sin mirarla a la cara, porque él sabe muy bien la respuesta. —"Sí, del día que la acosaste. Ni hablemos cuando la rastreaste por redes sociales."—Su subconsciente le habla con sarcasmo. Gruñe, toma sus palillos y empieza a comer.
—Camino, a veces troto. Más para ayudarme a pensar que para adelgazar. —Toma los palillos y aplaude. —Buen provecho ¡Mmh! Es muy rico.
—Es una sazón que hace Milk, puedes echarlo hasta a las piedras y hacerlas deliciosas. —Vegeta sonríe de lado, sabía que le iba a gustar.
—Bueno, ahí es mi punto débil. No soy muy buena en la cocina. —Serena piensa en Milk con algo de envidia. Tiene un cuerpo de lujo, trabaja con él y además parece que cocina como los Dioses.
—Jaja, pues yo tampoco. Sólo lo básico, hervir pechugas, arroz. Carne asada. —Vegeta comenta y la ve un poco decaída. —No busco que me cocines. —Toca su mejilla.
Serena se relaja y ahí se le prende una lámpara. — ¡Sé hacer Hotcakes! ¡De avena y manzana! Muy sanos. —Sonríe brillante. —Puedo seguir recetas, pero no prometo que tenga buena cara en el plato.
—Lo importante es el sabor. —Vegeta la ve animada y eso lo pone de buenas.
— ¡Sí! ¡Eso mismo digo yo todo el tiempo! —Serena salta, se siente más conectada a él. Se acerca con su almohadón y descansa la cabeza en el hombro de Vegeta. —Mira… —Le muestra la foto que envió Mina.
Vegeta observa una selfie con la castaña, la rubia alborotada y los hermanos Son. —Hmp, sí. Invité a Raditz temprano a entrenar y me dijo que no podía, porque estaría con ellas.
—Kakarotto no me ha hablado mal de ti. —Serena recuerda la charla en la cama, lo escucha zumbar en afirmación. Lo ve tomar agua. — ¿Qué pasa entre ustedes? ¿Por qué se llevan mal?
Vegeta se encoge de hombros. —Siempre nos llevamos así. Me llevo bien con Raditz porque tenemos la misma edad, fuimos muy cómplices. Kakarotto tiene otro tipo de carácter, como habrás visto. —Miente. Una garra negra quiere salirse de la puerta del ático. La cierra de inmediato, enfocando su mente en Serena.
—Mmm… También hay un rumor respecto a Bulma Briefs y ustedes dos… —Serena indaga, lo siente enderezarse y extremadamente molesto. Tiembla del miedo. —So-Sólo porque debo saber, es parte de mi trabajo. —De inmediato quiere enmendarse, sacude las manos. —Ve-Verás hay algo que se llama "campaña negativa", debo saber qué puede usar en tu contra para dañar tu imagen pública.
—A los chicos malos no nos importa el qué dirán. —Vegeta mueve la cabeza hacia ella, tratando de desarmar su estado de ánimo actual. —Si llegas a tener problemas con eso, dímelo y veremos qué hacer. —La toma de la mano y la acerca de nuevo. Serena no se merece ser afectada por sus mierdas del pasado. Tiene ganas auténticas de que a su lado esté segura. —Kakarotto es mi rival, tenemos la mala fortuna de trabajar juntos. Es algo de hombres, no lo entenderías.
— ¡Oh! ¡Disculpe usted, Caballero de Escudo y Espada! —Serena jadea poéticamente. —Qué tonta, yo una mujer, tratando de entender el "Código de Machos".
Vegeta se ríe con la boca llena. Mira su teléfono, es un correo, lo lee. Decide ignorarlo, lo hunde en su mente, nada va a arruinar éste momento. En la ventana, por el balcón que conecta con la terraza de la sala de estar, aparece Tama. Vegeta va a decirle que lo deje, pero Serena se levanta al trote para atender a ése gato caprichoso.
Casi no hablan, pero el silencio ya no es incómodo como al inicio. Serena ya no siente el impulso de hablar para calmar sus nervios. Piensa en hacer algo para ayudar a Raditz en su miedo a la pista, le parece irónico e hipócrita, porque ella también teme acercarse a ése lugar y ni siquiera sería para correr. Su mente le recuerda a Setsuna, diciéndole que no es responsabilidad de ella "arreglar" a nadie. Acalla todo lo negativo en su mente. Disfruta de la compañía de Vegeta y no le importa nada más. Así, superficialmente, todo parece tan sencillo y perfecto.
—Un centavo por tus pensamientos. —Vegeta mete la mano en su melena dorada.
—Jeje, no pensaba en nada. Irónicamente, solo estaba sintiendo, sintiendo como hace mucho no lo hacía. —Declara sin filtros, se sorprende, Vegeta la hizo bajar demasiado al guardia.
— ¿Sí? —La ve asentir y cerrar los ojos. — ¿Desde Seiya? —Ella niega. — ¿Darien? —Le gustaría entender, que le explique bien lo que le sucede. — ¿Es por eso que no vas a las pistas?
—Sí, pero no quiero hablar de eso. —Serena toma agua, Vegeta la tironea de sorpresa y le deja un beso, con sus labios perfectamente alineados.
—Cierto, no pensemos en ésas cosas. —Si ella no quiere hacerlo, no va a forzarla. Le basta con que Serena haya dejado de lado todo eso, para dejarse llevar por lo que sienten. Los dos terminan de comer. —Mmm, me tienta un postre y está dentro de ésos jeans.
—Ay, pero qué ¡Aaah! —La taclean al suelo, las manos de Vegeta se meten a su blusa, acarician su espalda. De nuevo la nariz y los labios de Vegeta peinando su pulso, luego sus dientes tironeando su pezón duro por encima del brasier.
—Serena… Me pones… —Susurra como un animal hambriento, menea su cadera y la hace sentir su erección. Ella enreda sus piernas y aumenta la fricción. La levanta para seguir probando la resistencia de la madera de la cama.
…
No creo, en verdad no creo poder superar todo esto, demasiado hot, demasiado smut, demasiado todo ¡Aaaaahh! Ojalá les haya gustado ¡Hasta el próximo viernes!
Saluditos…
Nita-chan84: Ay, pobre Ami, sí me siento mal por ella. Pobrecita, el universo se lo va a compensar, lo prometo, muaaajajaja. Sí será difícil hacer borrón y cuenta nueva, le llevará tiempo dejar de sentirse así de traicionada. Y Vergeta y Serena ya de tanto mirarse pueden hasta hacer el deliziozo con telepatía XD Sí, disfruté cada momento de ése SÍ de la Usagi. Jajaja éste Kakarotto todo mujeriego, me pone horny :v Y sí, pistas y pistas ya vamos a cantarles ¡TENGO TODO EXCEPTO A TIIIII! (¿Te hice spoiler :v?) Jajaja eso de las palpitaciones Hmmm ¿Eres el nuevo Nostradamus de los fics? XD Me gusta ésta Dieciocho, más desinhibida, ay que ella está llenita de amor, no ha mejor terapia que una buena folla—Digo, digo, el amor jeje, matrimonio feliz, trabajo, los hijos XD Mira, mira, interesante el último párrafo de tu rw. Cierto, eso quería mostrar con ellos dos, se encuentran en medio de sus crisis ¿Podrán ver lo que hay ahí? Bueno, el universo ya les dice "Blanco es y gallina lo pone" XD ya veremos qué tan Handy es Raditz con las necesidades de Rei ¬¬ Muchas gracias por tu rw, un beso virtual enorme.
OhaioIzumikun: Sí! Triunfó el bien! En tu cara Seiya, Jajaja, ya verás, esto es sólo el primer paso. Tarble, hermano menor, fiel esposo y hombre de negocios. Grrr… Qué bueno que estás casado papacito, si no XD Ahí se sacudió el avispero, esperemos que Serena pueda escuchar bien a través del bullicio. Ami primero dejará pasar un poco el tiempo, tratará de sanar. Y al ReiDitz el universo no les da señales ¡Le da gritos desaforados! ¡PÓNGANSE A FOLLAR! Jajaja. Un gran abrazo mi ciela.
