Lala Lulu: Hola! Bien, confesando con la mano en el corazón, ésta dramática y tensa escena, iba a ponerla en el cap anterior y dejar cliffhanger, pero no, no pude. Sé muy bien el estrés y la ira que nos queda cuando quedamos en "chan. Chan… Chaaannn!" Así que a darle. Como siempre advertidos, ésta es una historia para adultos.

¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!

No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…

"No me fío jamás de las miradas

De los brazos que abrazan sin razón

No me gustan las frases regaladas

Que me llenan de nada el corazón

No me fío de aquel que me conoce

Ni siquiera recuerdo bien su voz

De esa niña que dice haber besado

Esos besos que jamás me dio

No me puedo fiar

El miedo me ha hecho frío

Compréndeme

Si ya ni en mí confío

Mi soledad

Tal vez, la adulación

Me han roto el corazón

Y siento hastío

No me fío

No me fío de aquel que no me mira

Que tendrá contra mí su corazón

Me da miedo entregarme a tus caricias

Pues me han hecho tanto daño, amor

No me fío de aquel que hace favores

Y presume de hacerlos por amor

No confío en aquel que vende amores

El amor jamás es un favor…" No me fío, canción de Luis Miguel.

Capítulo 8

El sol cae por la ventana, las sábanas en la cama de Vegeta no conocen la paz. El movimiento intenso de sus cuerpos dibuja pliegues en la tela. Las respiraciones son calientes y jadeantes. —Ah, Vegeta… Ya…Es de noche. — Serena trata de hablar arriba de él. —Tengo las piernas cansadas.

Vegeta voltea la posición, toma una de las piernas de Serena y la deja en su hombro. La otra se la sostiene en el aire, flexionada. Disminuye la velocidad de sus movimientos, al ser una posición más profunda. —Sshhh, sí. Tranquila. Yo te ayudo. —Presiona las rodillas contra el colchón y presiona sus muslos con los de ella. — ¿Sigues bien? ¿Necesitas más lubricante?

Serena gime y se aferra a las almohadas. —Estoy bien, pero hay que cepillarse los dientes, traje una camiseta y pantalones cortos para dormir. —Abre un poco los ojos, el aire se le va cuando Vegeta tira su peso sobre ella, tocando el fondo de su ser.

—Jaja, qué chica buena eres. —Vegeta la besa muy lento, culmina con una lamida sobre sus labios. —Los chicos malos dormimos desnudos. —Dice con una sonrisa y ella también se ríe y lo abraza.

Quedaron dormidos, rendidos sin más, perdieron la cuenta del tiempo y los condones. Sus emociones parecen infinitas y recircular una y otra vez, pero sus cuerpos son tan mortales como cualquier otro y les exige dormir.

No sabe qué hora es, solo puede sentir movimiento alrededor. Serena se gira en la cama y abre los ojos, aun es de noche y está sola. — ¿Vegeta qué pasa? —Lo ve juntando sus cosas en el bolso.

— ¿Qué crees que pasa? —Vegeta responde fríamente, presiona la mandíbula.

Lo ve muy enojado, se nota que se vistió rápido, con sus pantalones y camiseta un poco desarreglados. Se levanta, sus piernas parecen querer ceder y su vientre duele un poco. Pero toma el control y busca su mirada. Vegeta la esquiva. —Vegeta ¿Qué mierda pasa? —Con desesperación, Serena insiste. Trata de tocarlo, de mirarlo.

Vegeta rechista cuando Serena lo toca, la toma del brazo y la arroja en la cama. — ¡Que te vistas carajo! —La ve saltar del miedo por su grito, pero de inmediato lo obedece.

Serena se pone su blusa y su chaqueta, no hay tiempo para la formalidad del brasier. Se sube las bragas y en el instante que tiene puestos los pantalones es arrastrada del brazo por Vegeta. — ¡¿Qué mierda te pasa maldito animal?! —Serena lo empuja, le da un par de golpes, pero no le hace nada.

—Ya te cogí y ahora ya no tengo ganas. — Vegeta mira hacia adelante, quiere sacarla lo más pronto posible. Se esfuerza para mantenerse igual de frío. Escucha un suspiro triste de Serena. —"¡No! ¡Sácala de aquí! ¡Sácala ahora!" —Su mente le advierte con desesperación.

Serena abre los ojos, al mismo tiempo que Vegeta le abre la puerta para sacarla. Se resiste se voltea a él. —Tú no lo dices de verdad ¡Dime ahora mismo qué te pasa! —En la mente de Serena no es posible, no cabe la posibilidad de que un hombre la trate así, después de que compartieron tanto y no sólo en la cama.

Vegeta vuelve a tomarla del brazo, casi levantándola del suelo. — ¡¿Acaso creías que te follaría todo el fin de semana?! —La sacude, en su mirada azul hay miedo, decepción. Vegeta se ríe. — ¡No eres la gran cosa! —La arroja afuera, con su bolso y su teléfono.

Serena sostiene su caída con las manos y las rodillas, el portazo detrás de ella la hace saltar. La piedra de la entrada es dura y fría, pero no tanto como la realidad que la acaba de chocar a toda velocidad. La volvió a alejar, como si cargara la peste, como si diera asco. Siente asco de ella misma ahora y dolor en todo su cuerpo. —"Él me lo advirtió... No sabe dar cariño…"

Serena mira de lado su teléfono en el suelo, tiene un mensaje de Rei. No sabe cuánto pasó, ahí sin poder moverse, pero el rocío de la madrugada le eriza la piel.

De: Rei

Serena, sabes que no estoy muy de acuerdo con las ideas de Mina sobre ése tipo. Pero si confiaste en él para estar el fin de semana, quiero que sepas que lo único que espero es que la pases genial. Y por favor, debemos organizar una extensa reunión para que nos cuentes todos los detalles.

Te quiero amiga, lo sabes.

—Estúpida. —Serena sisea a sí misma, traga las piedras que se acumulan en su garganta ¿Está por llorar? ¡No! ¡Ése maldito no merece ni una lágrima! Resultó que sus banderas rojas no eran en vano. Es un egocéntrico que solo la vio como un reto, un juguete difícil de conseguir ¿Y qué hizo Serena? Se le entregó en bandeja de plata. Todos los detalles que tuvo con ella, eran una vil y cruel trampa. Solo recordarlo la empieza a enfurecer, cierra su puño, arrastrando sus uñas contra la piedra. Todas ésas cosas crueles que le dijo y le hizo no le saldrán gratis.

La oscuridad es un lugar conocido para Vegeta, pero es la primera vez que siente paz en ella. Que puede dejarse ir en sus sueños, sin mentalizarse en todas ésas cosas, que lo ayudan a luchar contra sus monstruos, contra él mismo. Hoy duerme abrazado a Serena, sin pensar en nada más.

Vegeta sabe lo que es chocar, la agitación de su cuerpo, el impulso. Tener que controlar todo el caos alrededor, hace que se dispare adrenalina a su cerebro. Pero ésta vez ése disparo lo entumece, no lo deja actuar. Escucha el jadeo de una mujer, el llanto desesperado.

—Vegeta, Ve-Vegeta…Ayúdame, por favor. Sálvame. —La voz de Bulma.

Abre los ojos de golpe, está dentro de una camioneta; la camioneta de Bulma. La ve atrapada en el asiento del acompañante. La sangre y los golpes del choque, sus ojos celestes brillando con lágrimas que caen sin parar. —Bulma…Yo… —Intenta zafarse del cinturón, no puede, está atrapado. Ruge y se sacude frustrado.

—Vegeta, por favor, te lo ruego, ayúdame. —Bulma ruega con su respiración agitada.

El jadeo incesante, su cuerpo tembloroso, todo le indica a Vegeta que no le queda tiempo. — ¡Bulma! ¡Resiste! —No puede soltarse. — ¡Voy a ayudarte, voy a salvarte! ¡RESISTE! —Alguien tira de su cinturón de Seguridad, lo hace caer de espaldas.

— ¡Mira lo que hiciste! ¡Maldito mocoso de mierda!

Mira al suelo, la muñeca de porcelana de su madre, la acaba de hacer trizas contra el suelo. Mira sus manos, es un niño de apenas cuatro años. Era tan bonita, nunca le dieron juguetes, sólo tiene unos soldaditos de plástico que encontró una vez en la basura. Quería jugar unos momentos y devolverla sin que nadie lo viera. —Ma-Mamá, perdón. Fue sin quer ¡Ah!—Un golpe en seco, hace que su cabeza rebote contra el suelo.

— ¡No me llames mamá pedazo de mierda! —Le acierta otro golpe en la cara. — ¡Por eso nunca te regalamos nada! ¡Destruyes todo lo que tocas! ¡Pendejo destructor!

Vegeta se encoge, saborea la sangre que cae de su nariz. Se queda sollozando del miedo, siente los pasos de su padre, acercándose a la habitación. Llora por anticipado por la paliza que va a darle.

— ¡¿Qué carajos es el escándalo?! —El padre de Vegeta mira la situación, como si fuera un perro lo patea un poco en el suelo. — ¿Qué hizo?

—Rompió mi muñeca de porcelana, era muy valiosa para mí. —Chilla la mujer. —Siempre quise una cuando era niña. —Enciende un cigarro.

Vegeta espía con un ojo a su madre, ve sus tatuajes y los que tiene su padre en el pecho y el brazo.

Su padre pide un cigarro a su madre. Se inclina a levantarlo, toma al niño del rostro, forzándolo a mostrar su cara. —Jajaja ¿Juegas con muñecas? Mira como llora, es un llorón de mierda. —Le larga el humo en la cara y se le ríe. — ¡Deja de llorar! —Lo sacude del cabello. —Te enseñaré a no llorar, voy a golpearte hasta que dejes de chillar.

Vegeta presiona los dientes, ése olor al humo le da asco y le quema la nariz. Se resiste lo más que puede, pero no evita que las lágrimas le caigan en cascadas. — ¡No la quería romper! ¡Perdón! ¡Aaah! —Es arrastrado del brazo por su madre.

— ¡Ahora verás! ¡Hoy dormirás con los gusanos!

— ¡No! ¡No mamá! ¡No mamá por favor! —Patalea y como defensa la rasguña en el brazo.

— ¡Que dejes de decirme mamá! —Molesta con el niño lo sacude.

Lo meten en la caja donde suelen castigarlo, es parecido donde duerme, pero es peor, tiene una pequeña grieta arriba. Donde le tiran gusanos e insectos que se le trepan al cuerpo. — ¡No! ¡No por favor! ¡No, no, no! —La voz desaforada del niño que pide ayuda, no ablanda el corazón de ésas personas. Golpea y se sacude con todas sus fuerzas, pero los insectos se le suben, se meten debajo de su ropa, lo pican. Sabe que esto no se termina, lo peor vendrá después, cuando lo maten de hambre para que se los coma.

Jadea y abre los ojos, como si alguien lo hubiera estado ahogando. Se endereza de golpe, quita el brazo que tenía debajo de Serena. Mira sus brazos, levanta las sábanas. Tiene la horrible sensación de los insectos trepándolo, se sacude la nariz y los hombros. Los hormigueos están ahí, como si acabara de salir de ésa caja. Mira sus manos. —"Soy un adulto, soy un adulto. Yo no lloro, soy fuerte. No soy un mocoso llorón." —Mira a un lado, está Serena. Está tan dormida que no sintió sus movimientos. Está de espaldas, con su melena dorada de lado, las sábanas tapando su pecho desnudo. —"Soy un adulto ¡Un maldito adulto!"—Se repite, pero no funciona, siente el sabor de los gusanos en la boca y se asquea ¿Por qué después de tanto tiempo tiene ésas pesadillas? Cree saber la respuesta, ése maldito correo que leyó en el almuerzo, con su abogado dándole malas noticias. Quería ignorarlo, creyó tener control sobre sus emociones, pero ahora, ha perdido completamente el volante y no puede volver a ponerse en el camino. Necesita calmarse, observa a Serena, la toca, la escucha suspirar dormida. Tan suave y delicada, quiere hacerla suya y olvidarse de todo. No obstante se aleja, la sensación de los insectos caminando por todo su cuerpo lo atosiga. —"¡No! ¡Le voy a hacer daño! ¡Se le van a pegar los insectos! ¡No quiero! ¡La voy a romper! ¡Ella se merece algo mejor!" —Vegeta se levanta en pánico, atrapa sus pantalones. Necesita sacar a Serena de aquí, salvarla de las garras de los monstruos que lo consumen. —"No voy a dejar que la toquen, ni las sombras ni los insectos ¡Nada!"

La escucha despertar, su vista se va a ése rostro somnoliento con la almohada marcada en su mejilla. Se ve tan hermosa. —"Mujer, no. No me lo hagas más difícil."—Usa toda su fuerza para no abalanzarse a ella. Su mirada azul, inocente y confundida, son como ataques mortales en su pecho en carne viva. Le hace entender con un grito estridente que debe irse, esquiva su mirada, no quiere que lo vea así ¡Carajo! —"¡Tengo que sacarla de inmediato! ¡Tengo que salvarla!" —La toma del brazo, está aturdido, pero se enfoca en la puerta. Ella lo insulta e insiste, que le explique. —"No Serena, no lo hagas. No puedes arreglarme, nadie puede."—La insulta y la arroja afuera. Cierra la puerta. —"¡¿Qué hice?!¡¿Qué hice?! ¡¿Qué mierda hice?! ¡La necesito!"—Peina su cabello hacia atrás, casi tirando dolorosamente sus mechones. Serena no va a perdonarlo, busca en la alacena una botella de whisky, necesita lavar éste sabor de los gusanos. Bebe sin parar, todo le quema, quiere quemar la necesidad de Serena. Lo arruinó todo, él en verdad quería pasar toda la noche, amanecer juntos. No puede hacerle esto, no puede usarla. — ¡Cough, cough! —Casi se termina la botella, toma aire de nuevo y camina en dirección de la habitación, necesita un baño frío. Baja la botella vacía y en su vista está Serena.

— ¿Interrumpo tu brindis? —Con sarcasmo y el ceño fruncido Serena lo desafía. Pobre de Vegeta por decirle la clave de su puerta. —Así hacen ¿No? Los mujeriegos, los "hombres zorra" festejan cuando tienen otra muñeca en su colección. —Se cruza de brazos, lo mira con odio.

Oh no, Vegeta no cree poder aguantar. Presiona los puños. —Serena… —Bufa como un toro en plena corrida, su saliva salpica a los lados. Lucha contra sus impulsos.

— ¡Pues déjame decirte que yo no soy una de tus zorras! ¡A mí no me vas a desechar como si fuera una basura! ¡¿Me oyes?! —Serena lo señala. Está tan cabreada que tiene ganas de tomar ésa botella y partírsela en la cabeza. — ¡Escúchame muy bien Vegeta, conmigo no te vas a salir con la tuya! ¡¿Qué te crees?! ¡¿Qué voy a hacer como las otras?! ¡¿Dar gracias al Dios por haberme acostado aunque sea una vez contigo?! —Une sus manos al cielo. — ¡Déjame decirte que no eres más que un soberano hijo de puta! ¡Y yo no soy perfecta!—Serena golpea su propio pecho, haciéndolo resonar como tambor. — ¡Pero carajo, las chicas buenas no nos merecemos idiotas como tú! ¡Si esto es todo lo que quieres, quédatelo! Pero veras a tu alrededor y verás lo mismo que yo. Que estás sólo y miserable. Me das pena… —Serena se siente agitada, el fuego salió sin piedad de su pecho.

Vegeta rechina los dientes, arroja la botella al fregadero. — ¡¿Qué mierda sabes tú?! ¡¿Eh?! ¡¿Qué puede saber una mujercita ingenua como tú?! —Le ruge a todo pulmón. — ¡Tú no sabes lo que es el dolor crudo! ¡Dolor y pesadillas, una y otra vez! —Sacude sus puños, da un par de pasos hacia ella, pero no la ve temblar ni un poco. — ¡Cortándote por dentro, como espinas de acero que atraviesan la piel! ¡¿Sabes lo que es eso?!—Golpea su puño contra su palma, quiere sacudirla para que entienda.

—Sí. —Serena responde con seguridad. —Sé lo que es levantarse muerto todos los días, tratar con medicinas y doctores de meterte un alma al cuerpo. —Sus ojos lagrimean, están rojos de rabia. —Que te duela tanto que ni el fuego te queme. Soñar una y otra vez, pero sin poder dormir por años. Pero te lo juro Vegeta, que jamás ¡Jamás! —Vehemente le levanta el índice. —Jamás usé como excusa la muerte de Darien o la pérdida de mi bebé, para lastimar a quienes están a mí alrededor.

Los hombros de Vegeta ceden, ya no puede con todo el peso. Presiona la mandíbula, tan duro que le duele, el dolor en el pecho lo quiere encoger. Niega con la cabeza. —No Serena, tú no entiendes. —Su voz se quiebra, como un sollozo. —Es algo más, no es sólo lo que me pasó con Bulma…

Serena queda fría ante el cambio en su voz con ésa confesión, de pronto analiza detenidamente, espera a lo que va a decirle. Lo ve enrojecer, las venas de la frente a nada de explotar.

Niega una y otra vez con la cabeza. —Yo…Soy hijo de…—Vegeta cae de rodillas en el suelo, se sostiene del abdomen. —Vete por favor. No te mereces esto. Te voy a romper, te voy a romper. —"Yo no lloro, soy un adulto ¡No soy un mocoso llorón! ¡No soy débil!". Reza en su mente y se acuna así mismo.

Su voz llena de dolor la atraviesa. Lo observa encogido en el suelo, los hombros en rendición, sollozando tan fuerte que todo su cuerpo tiembla. Éste no es el Vegeta que ella conoce, parece otra persona, parece un niño asustado, desesperado. Su cuerpo esculpido y masculino resalta a través de la camiseta. Sin embargo no es el hombre altanero y engreído que cree que todo puede tenerlo con un chasquido. —Vegeta, por favor, explícame. —Serena ruega y quiere verlo a los ojos.

Serena lo toma del rostro y él mira directo a ésos ojos azules. Todo es luz dentro de ellos, es tan puro, en cambio Vegeta está tan sucio. —Yo te… Necesito. —Declara presionando sus dientes, como si su confesión hubiera salido en contra de su voluntad. —Te necesito Serena.

Serena se estremece completa, otra confesión inesperada. Los ojos de Vegeta son negros, pero ahora ve algo distinto, como si una oscuridad le hubiera sacado el brillo, como si no tuviera alma. Lo toma del rostro, se enfrenta a ésa oscuridad. —Si es así, no me alejes. —Lo ve negar de nuevo y esconder su rostro, apoyando la frente en el suelo.

— ¡No puedo! —Golpea el puño contra el suelo, en el segundo que mira su reflejo en el piso, se ve con barba, como su padre. Cierra de inmediato la vista. —"Yo no soy como mi padre ¡Yo no me parezco a mi padre!" —Se repite de nuevo, toma aire en un enorme sollozo. —Tienes razón Serena, sólo uso a las mujeres. Me gusta fornicarlas. Porque el sexo sin sentido me deja sedado. Pero ahora… Contigo no es así, no puede ser así ¡Necesito cogerte, enterrarme en ti! ¡En un orgasmo olvidarme de todo esto! ¡Es por eso que debes irte, no puedo hacerte algo así! —Parpadea al suelo, la ve arrodillarse lo abraza desde la espalda.

Serena lo ve sin poder largar una lágrima, con cada vena de su musculosa forma resaltando, en especial en su cuello y su rostro. Ella reconoce esto, porque lo vió en ella misma. Cuando lloraba hasta que ya no había lágrimas y eso era tan doloroso como tener náuseas con el estómago vacío. —Fornícame Vegeta… —Intenta tomarlo del cuello y estampar su boca, pero él la aleja. Lo ve confundido, todavía con la mirada perdida. — ¿Qué pasa Vegeta? —La voz de Serena es provocadora, empieza a besarlo por el rostro, a bajar sus manos para levantar su camiseta. —Entiérrate en mí, como solo tú sabes hacerlo. —Jadea y es tacleada al suelo, el cuerpo de Vegeta la envuelve completa.

Sus respiraciones agitadas y sus manos igual de desesperadas intercambiar caricias muy poco delicadas. El dulce aroma y la delicada piel de Serena lo atrapa. Vegeta aprieta sus senos, abre su chaqueta y se va directo a chupar sus pezones por debajo de la tela. — ¡Oh mierda! —Vegeta gruñe con gusto y odio, porque ya no puede detenerse. Las manos de ambos van directo a bajar sus pantalones y descubrir sus sexos para unirse.

—Sí Vegeta, no pares. —Serena lo aprieta del trasero, su mano viaja hacia adelante y siente el ruido de un sobre plateado en su bolsillo delantero. Sonríe de lado, el calor, el aroma de Vegeta, mezclado con alcohol la rodea. Sus besos son ahora un cóctel caliente y masculino que quiere beber. Ella misma abre el sobre con los dientes y busca ponérselo.

El agarre atrevido de Serena en su polla, lo hace gruñir. La ve tendida en el suelo, abriéndose de piernas para él. —Serena… No. —Cierra sus puños contra el suelo, frunce sus gestos en disgusto.

—No Vegeta. Hazlo… —Serena mete su mano dentro de su jean desprendido, su carne aún está hinchada y sensible desde anoche. Se enrojece por lo que va a decir. —Aquí está, mi coño mojado para ti… —Serena susurra, su voz está enronquecida y apagada por los gritos y las emociones que no deja de quemar. Lo toma de su virilidad endurecida, casi desde la base, con autoridad. Puede ver en Vegeta ése brillo hambriento y lujurioso en sus ojos; no obstante, sigue perdido dentro de su propio infierno. Quiere sacarlo de ahí. Vegeta atrapa sus jeans y se los quita de un tirón. — ¡Aaah! —La hace rebotar contra el piso.

Vegeta se abalanza sobre ella, corre sus bragas y gritan alto con la penetración repentina. Y sin dejarla tomar aire, sin darse tiempo a saborear el fondo de su ser, comienza a moverse. Se empuja contra ella sin restricciones, presiona las rodillas contra la dureza del piso, como si se hundiera. Serena levanta las caderas como puede, ya que su fuerza es mucha, la toma de las caderas y la agita contra él. Tan dentro de su centro, tan exquisito, que negarlo es una estupidez monumental. Se deja envolver en su increíblemente caliente y apretado coño. Se sostiene con los codos, esconde su rostro sobre el hombro de Serena.

Los gemidos de Serena se entrecortan, así como los de él. Su fuerza la desliza por el piso brillante y limpio. Tan profundo que la hace alucinar, se sostiene de la espalda de Vegeta, clava sus uñas, recordando lo mucho que le gusta. Sus pezones endurecidos, se friccionan contra la tela apretada de sus ropas. — ¡Ah! ¡Joder, carajo! —Serena enreda sus brazos a su cuello, el calor de su sangre empieza a subir por sus muslos, está inmóvil recibiendo un ritmo castigador, aceptando cada golpe que la acerca al éxtasis.

Vegeta presiona los dientes, el vientre de Serena lo aprieta como si fuera a arrancarle la polla, lo succiona de ésa manera tan placentera. La mira a los ojos, porque no puede articular la pregunta.

Serena puede verlo tan cegado como ella, tan acelerado, con los labios inflamados. Todavía busca mantener el control de sí mismo, necesita éste orgasmo. Lee la pregunta en sus ojos y ella grita la respuesta. — ¡Córrete Vegeta! ¡Córrete dentro de mí! ¡Ah, lo necesito!

Eleva la velocidad, Vegeta se tensa de pies a cabeza. — ¡Maldito jodido demonio hijo de puta! —Brama casi con fuego en la garganta. Al segundo, se le va la voz y con un pequeño quejido, como el de un cachorro, cae sobre Serena.

Éste orgasmo fue como un choque eléctrico entre los dos, como una explosión caótica. Sin juego previo, tan solo el acto carnal y en carne viva que se dio lugar.

—Perdóname. —Vegeta habla con la voz ronca. —Lo siento mucho.

Serena lo abraza y acaricia su nuca. Al fin los ojos de Vegeta y todo en él recupera la compostura.

—Mira lo que te hice. —Vegeta rechista, se siente bajo control, pero muy arrepentido. —Voy… Voy a limpiarte. —La levanta en brazos, la escucha quejarse. Mierda, seguramente la lastimó contra el piso. Siente la palma de Serena contra su pecho, escucha un suspiro dulce. Lo hace sentir más miserable todavía. —No me mires, por favor. —Mira serio adelante.

Serena lo ve fruncir profundo todo el rostro, queda en silencio. La mete con él a la bañera, la deja sobre su cuerpo. Se dejan la ropa, que les quedaba, puesta.

Vegeta abre el agua, siente el chorro de agua caer en su cabeza, golpea con fuerza. Tira la cabeza hacia adelante, el líquido refresca su nuca. Se siente como si hubiera hecho pesas sin calentar.

La bañera se llena, quedan en silencio. Serena reconoce la calma después de la tormenta, apenas mueve las manos sobre sus pectorales marcados en la camiseta mojada ¡Maldición! Ni siquiera en su peor momento éste hombre pierde éste atractivo que la calienta. Reprime todo eso, él necesitaba el sexo, pero de otra manera. Escucha sus palpitaciones bajar y su respiración retomar un ritmo profundo. Presiona los labios, ésta insegura de hablar, el aroma al whisky emana muy fuerte de su aliento. — ¿Ya puedo verte?

Ésa voz tan dulce, con ésa voz tan dulce lo puede mandar al cielo y al carajo por igual. Vegeta presiona los párpados, le arden los ojos. —Sí. —Responde casi a secas, ésos ojos azules lo atraviesan, lo ponen tan nervioso, como si ella pudiera ver todos sus secretos. — ¿Por qué volviste? —Por efecto de la bebida, siente la lengua entorpecida.

Serena dibuja un puchero y exhala fuerte por la nariz. —Te lo dije, no soy una de tus "modelitos".

—Intentaba protegerte de lo que te hice. —Vegeta toma sus finos dedos entre los suyos, se ve tan frágil entre sus dedos gruesos. El alcohol empieza a sedarlo un poco.

—No soy de cristal Vegeta. —Serena declara enojada, se hunde en su pecho. Mira los codos de Vegeta, marcados por apoyarse en el suelo. Y recién ahí ella es consciente del dolor en su trasero, su espalda y en su vientre. Nunca tuvo éste tipo de sexo, tan salvaje y fuera de control. Hasta la ropa mojada le pesa, se endereza un poco y se desnuda totalmente.

Presta atención al cuerpo de Serena en cámara lenta, la tela mojada descubriéndola como si fuera la piel de una fruta. Escurre su blusa, la deja a un lado. —De verdad lo siento. —Frunce el ceño, ve sus pechos marcados, sus caderas y sus brazos. Pasa la mano por su espalda, tratando de aliviar las marcas rojas que le dejó el piso. — ¿Te duele mucho? Tengo una crema para los golpes.

Serena deja que sus dedos callosos la peinen delicadamente, larga un ronroneo de gusto y vuelve a recostarse sobre su pecho. —Nop. Creo que varias no me las hiciste ahora, sino desde ayer. Tengo la piel muy delicada. —Lo ve angustiado y con cara de que no es broma. —Sí siento, o sea no soy de piedra. Me pondré un poco de ésa crema que tienes. —Lo ve un poco débil por lo que bebió, piensa en aprovecharse de él. Da risitas por dentro, como una niña traviesa.

—Sí, eso me dejaría más tranquilo. —Vegeta abre la mirada, ella se acercó y le dejó un beso. Un beso pequeño y una sonrisa brillante, como agradeciéndole. Maldita sea ¿Cómo puede existir una mujer así de bondadosa?

Listos para dormirse, Vegeta se sienta en la cama. Serena lo abraza de la espalda, todavía tiene las tollas puestas. — ¿Quieres explicarme qué te pasó? —Pone una mano en el lugar de su corazón.

—No quiero hablar de eso. —Vegeta lo dice con una sonrisa agridulce de lado.

—De acuerdo. —Serena piensa, mientras se cubre debajo de las sábanas, que es mejor esperar que se le pase el efecto del whisky. —Mmm, tal vez debería ponerme mi ropa de dormir. Por si te arrepientes antes de que amanezca y me sacas otra vez. —No puede evitar largar una risa.

Vegeta le afila su mirada asesina. —Creo que es muy pronto para chistes. —Se mete con ella debajo de las sábanas, sigue escuchando su risita socarrona. Gruñe y la toma del tobillo.

La arrastra hasta él. — ¡Aaaay! ¡Cuidado! —Serena le da una palmada fuerte en su brazo, como si pudiera hacerle algo a ésa construcción de músculos endurecidos. Ahora es Vegeta quien resopla risitas por la nariz, lo escucha respirar un poco enronquecido. Observa que abre el pote de crema para los golpes. — ¡Au, Au!

— ¿Duele mucho? ¿Te busco hielo? —Vegeta trata de sacudir su borrachera.

—No, sólo está frío. Debiste ponerle hielo a lo que bebiste. —Serena lo regaña, sus ojos ruedan hasta la nuca con el masaje perezoso que le dan sus manos callosas. —Oh sí. —Se deja consentir, porque dentro de ella sabe que se lo merece. Cuando está lista, lo alcanza con su mano y con casi nada de fuerza, lo arrastra con ella debajo de las sábanas. — ¿No necesitas ponerte crema en los brazos o las rodillas? —Serena puede ver las marcas rojas en el cuerpo de Vegeta.

—No, me siento bien. —La envuelve entre sus brazos, se cubren con las sábanas hasta la cabeza.

Serena frunce los labios de lado, se abraza a él. —"Cuando se te pase la borrachera, veremos si te sientes bien. Cabeza dura."—Al instante se sorprende, Vegeta cerró los ojos y ya está largando ronquidos. Le pasa lo mismo, apenas baja los párpados, se hunde en el sueño.

Un sueño que jamás tuvo inunda a Vegeta. Es tan extraño y confuso. Se siente envuelto por luz y unas alas enormes de suaves plumas blancas. Ése olor, flores, limón… Abre los ojos y ésas alas salen de Serena. La punta de su nariz toca sus senos. Son senos suaves y tiernos al tacto. Se abraza aún más, llenándose de la frescura de su piel. Ronronea del gusto y empieza a salir del sueño. Y es mucho más glorioso, porque es la realidad. Los finos brazos de Serena lo envuelven, sus rosados pezones están a la altura de sus ojos. Tan tentadora, masajea la carne de sus pechos, pasa la lengua y sus pezones de endurecen. Se relame hambriento y se los lleva a la boca. Los suaves quejidos de Serena llenan sus oídos.

Se queja del estímulo en sus pechos, la luz de día está tan alta que atraviesa las sábanas. —Mmm, Vegeta… —Serena habla somnolienta, le da un par de palmaditas. —Mmh… —Muerde sus labios para reprimir un gemido. Cada centímetro de la piel de Vegeta hace contacto con la suya y hace palpitar de necesidad su centro adolorido.

—Buenos días. —Vegeta habla con una risita, lame sus puntas endurecidas, dejándolas brillantes de saliva. Su polla salta de felicidad. —Al fin amanecemos juntos. —Suspira y usa sus pechos como almohadas.

Serena frunce el ceño, infla sus mejillas. —Y tú casi arruinas todo. — Le da un golpe en la cabeza.

Vegeta iba a seguir riendo con ella, hasta que… —Grrr… —Disgustado, mira a Serena a los ojos.

—Jajaja ¡Oh no! —Serena muy risueña, se destapa la cabeza. — ¡Es la Patrulla del sexo! —Tama estaba caminando arriba de ellos, sobre las sábanas. Serena cubre bien su desnudez, saca un brazo y acaricia al gato. —Lo siento pequeño, tu dueño y yo nos olvidamos de cerrar la puerta.

—Hmp ¿Pequeño? Es una bola molesta de pelos. —Vegeta se destapa, se sienta y le frunce el ceño a Tama, que parece abusar de que hay visitas. Le da una caricia en la cabeza, se voltea a Serena. —Voy a hacerte el desayuno. —La toma de la nuca la acerca para un beso.

— ¿Te sientes bien? Bebiste mucho ayer… —Serena contra el beso.

—He bebido mucho más antes, créeme. —Vegeta habla contra su boca, se voltea y Tama está sentado en la esquina mirándolos muy fijo. —No estoy seguro de la hora, pero creo que también tienes hambre.

Lo ve levantarse sin pudor al clóset. — ¡Ay Vegeta! —Serena se cubre los ojos. — ¡No te importa que esté el pobre gato ahí! —Le arroja la almohada.

Vegeta se parte de la risa, se pone unos bóxers, manotea una camiseta. El gato lo sigue hasta la cocina.

Serena escucha el movimiento de la vajilla, se levanta al baño. Luego va al closet, va a tomar prestada un poco de ropa de Vegeta. Ahora que recuerda, dejó todo tirado en la entrada. Trenza su cabello y ahí ve en un gancho, apartada de todas las camisas blancas, negras y azules… La camisa rosa que llevó a la cita.

Vegeta enciende el equipo de audio luego de darle de comer a Tama, no elige una música en particular. Deja la lista de reproducción iniciar al azar y le gusta. R and B resuena con chasquidos y un bajo profundo. Tan profundo que parece imitar sus pulsaciones.

"Me encanta la forma en la que me follas,

Me encanta la forma en la que me follas,

Pero tú no entiendes que es mucho más que follar cuando te

Follo

Cruzaría el océano por ti

Palpando a través del océano por ti…"

—Mierda. —Vegeta niega con la cabeza. Ya sabía que era demasiado tarde, peor, ella volviendo a entrar, amaneciendo junto a él. Sí, esto es más que follar, es más que sexo. —Serena, Se-Re-Na. —Escucha la letra, el ritmo es provocador, como para usarse en una habitación a oscuras y una botella de vino. Pero ahora todo brilla con la hermosa mañana de domingo. Lava sus manos, busca para armar sándwiches, jugo, frutas. —Fácil… Omelette… —Deja su teléfono en la encimera y busca para hacer Omelettes con brócoli.

Serena se acerca de puntitas, la luz del sol parece paradisíaca. Todo el ambiente brilla, sin rastros de lo que sucedió en la madrugada. El aroma del café recién hecho, hace saltar de gusto la punta de su nariz. Escucha que baten, se asoma y ahí está Vegeta, preparando un banquete. Lo observa sonriendo de lado, muy concentrado, moviendo la cabeza, lamiéndose el labio inferior con la punta de su lengua. Se cruza de brazos y se acerca, lo ve de espaldas, de cuerpo completo. Con su camiseta blanca y su bóxer negro. Lo escanea desde abajo, los reflejos de luz delinean el contorno de sus piernas y parece seguir la línea de sus bíceps en pleno movimiento. —"Dios bendito, es tan sexy". — Serena pasa de estado sólido a líquido.

Gira a la cocina y pone la sartén, el escaneo de un par de ojos azules y dilatados de deseo llaman su atención. Y su vista se llena aún más, amplificando la emoción cálida en su pecho. Serena tiene puesta su camisa rosa. —Qué hermosa. —Sonríe con perversión para disimular las emociones que lo inundan.

Serena desarma sus brazos cruzados y se mira de arriba, abajo. Da un salto, se toca el rostro. Se olvidó de maquillarse. —Lo siento, tuve que tomar un poco de tu ropa prestada. Si te gusta algo así… —Se acerca y ve en qué puede ayudar.

Vegeta vierte la mezcla en la sartén, se acerca a Serena. —Escúchame Serena. —Su tono parece amenazante. — Quería tener una comida tranquila, pero cuando dudas de lo hermosa que te ves, me despiertas el impulso de mostrarte físicamente lo duro que me pones. —Presiona los dientes.

Serena acaba de ver en directo cómo sus ojos negros se agrandan de lujuria. No puede dejar de mirarlo, su boca se abre mínimamente. Sus cuerpos suben y bajan con la respiración. La atracción los tira, pero ellos se sostienen acercándose despacio. El olor en la cocina, les recuerda la estufa prendida.

—Qué canción tan vulgar… —Serena con una sonrisa coqueta comenta, cortando un poco el ambiente. —No creí que te gustara ése tipo de música. —Serena escucha y se ruboriza.

"Golpéalo en las escaleras, luego lo azoto en la habitación.

Mi cabeza en tu coño chorreado, lámelo todo en mis zapatos Gucci

Besando tu cuello, dime que estoy demasiado profundo

Necesito decirle a tu ex que te deje en paz, es un asqueroso

Culo arriba, boca abajo

Móntame como un pony…"(When we, canción de Tank(remix) feat. Ty Dolla $ign and Trey Songz )

Vegeta atiende la sartén. —A mí tampoco. Puse una lista en aleatorio. Pero me parece relajante, el ritmo… —Se encoge de hombros, la escucha asentir. —Metí tu bolso y ahí está tu teléfono.

—Gracias. —Serena toma su teléfono, lo revisa y aun funciona. No parece que el golpe le haya afectado. —Te ayudo a—

—No, no. Siéntate en la sala, tus rodillas todavía están rojas. —Vegeta la empuja un poco juguetón, nalguearía ése trasero si estuviera seguro que no está adolorido. Preparaba todo en la mesa de té de la sala, se sentaba junto a Serena y le servía jugo de naranja. —Salud y buen provecho. —Brindaban con los vasos y al dar el primer trago daban un salto y siseaban del dolor. Tenían los labios irritados. —Aaah. Nunca besé tanto a una mujer hasta tener la boca desgastada. —Calma el ardor con sus dedos y sirve agua para los dos.

—Gracias. —Serena bebe y calma el fuego en sus labios. —Mmmm ¿Y a un hombre?

—Jajaja, pues… Nunca lo sabrás… —Vegeta bromea, sube y baja las cejas.

Serena da un salto y parpadea, tratando de limpiar su vista y su mente. — ¡Ay, qué tonto eres! Ahora te imagino con otros hombres. —Sacude fuerte la cabeza.

Vegeta la toma del mentón y la acerca. — ¿Sí? ¿Y tú en el medio? —Lame sus incisivos superiores, la ve al punto del desmayo. Sonríe de lado con mucha malicia, al saber que colocó ésas imágenes obscenas en su mente. —Sería todo un reto, soy muy, pero muy egoísta. —Baja el tono de su voz, al mismo tiempo que baja con besos desde la boca de Serena, a su cuello.

—Maldito cerdo pervertido. —Serena lo aleja con una palma en la cara. Bebe más agua fría. Al bajarla se da cuenta que no hay buen momento para lo que quiere hacer. —Vegeta… —Muy seria le llama la atención. —Tenemos que hablar.

Vegeta baja el bocado. —Hay solo dos personas que dejo que me hablen así y son Nappa y Bardock. —Inclina la cabeza para verla y en ésos ojos azules está todo; el tema, las preguntas y sus opiniones.

— No quiero presionarte pero…—Lo observa ponerse rígido. —Tienes que entender que necesito respuestas. —El ceño de Serena se entristece.

—Pesadillas… No tiene nada que ver contigo. —Vegeta recuerda el correo de su abogado. —No hay nada que puedas hacer. Chocas y te levantas, chocas y vuelves a la pista. No hay otra manera. —Abre la boca, trata de hablar del asunto de Bulma, pero no cree poder hacerlo sin perder los estribos y cabrearse como la mierda. —Y cómo te dije, mis monstruos son grandes y sádicos.

Serena observa en detalle el esfuerzo que hace Vegeta, el músculo de su mandíbula resalta, su ceño se frunce tanto que ve los saltos de la punta de su nariz. Pone una mano en su pierna, ve que sus rodillas también están rojas. — ¿De verdad nunca buscaste ayuda profesional?

Vegeta exhala, saca el pecho. —Es la primera vez que alguien me ve así o que siquiera intento…Ha-Blar… —Presiona sus palillos haciendo resonar la madera. —Ya te aclaré, que solo voy al terapeuta para el apto médico de las carreras.

Apoya su cabeza sobre su hombro, lo acaricia para calmarlo, recorre sus bíceps hasta la muñeca. —Mmm… ¿Y si te lo pidiera que lo hicieras aunque sea una vez? —Serena frunce los labios y pone ojos de perro muerto de hambre.

—Grrr… No intentes cambiarme mujer. —Vegeta la empuja con la palma en la cara. —"Ése es un ataque adorablemente mortal."— Su mente levanta sus muros de acero. —A mí me gusta cómo eres…

El corazón de Serena ha recibido una bazooka a quemarropa. —A mí también me…Me gustas. —Larga casi en un grito, se sube a su regazo y se abraza a él.

Vegeta se sorprende, abre grande los ojos. Exhala y responde al abrazo. Sus bocas desgastadas y sensibles se buscan. A su líbido no les importa que sus cuerpos estén adoloridos y sus genitales agotados, el deseo se despierta. De hecho las ganas de Vegeta, estaban encendidas desde que despertó envuelto en sus alas. El gemido ahogado de Serena, es casi una lamida sobre su glande. —Se-Serena ¿Te duele?

Serena tenía sus brazos enredados a su cuello, los descansa en sus hombros. Sus ojos negros le dicen que no está preguntando por su trasero o sus rodillas. —Sí pero… Es un dolor que me gusta. —Le deja un beso. —Soy más fuerte de lo que te imaginas. Ah, Nnh. —Un dolor eléctrico en su clítoris endurecido la estremece.

Vegeta cierra un ojo, la entrepierna de Serena tocó su glande y chispas eléctricas de dolor viajan por su espina. Saca la lengua, ella lo imita y sus lenguas chocan por fuera dejando rastros de saliva.

Serena lo piensa mejor. —Me-Mejor, descansamos un poco más o mañana o…Oooh. —Suspira tirando la cabeza hacia atrás, el índice de Vegeta acaricia su yugular.

Cuando la tiene hecha una figura de gelatina ante su toque, se detiene. —De acuerdo ¿Quieres conocer la playa de abajo?

— ¡Sí! Vayamos caminando, quiero estirar las piernas. —Serena se sienta junto a él, los dos alejan sus manos. No confían tanto en ellos mismos todavía. Charlan tonterías sobre lo que ella ha hecho en la oficina y como le sorprende lo profesional y atrevida que es Dieciocho. Le parece extraño a Serena, estar así semi-desnudos con el cuerpo inflamado de tanto sexo. Compartiendo miradas traviesas y con escenas obscenas en la mente, que corren en uno y en el otro. Hasta la música describe escenas sexuales explícitas con ritmo sensual. No obstante, ambos sienten que es una delicada escena entre amantes.

Serena le escribía que estaba bien, la tranquiliza, hasta le envía una foto de ella y el mar detrás. Busca como buena detective a ése tipo corredor de carreras y lo ve a un lado, de lejos y mirando al mar. Rei informa al "escuadrón" que hay noticias y lo que parece bandera blanca para Serena. —Todo parece bueno… —De todas formas, Rei va al Templo y dejará un incienso prendido para Serena. Raditz seguro está en camino. Ayer en la tarde arreglaron verse.

Bardock veía a su hijo mayor vestirse luego de entrenar, se arreglaba bastante informal. Su chaqueta de cuero y una camisa azul. —Grrr… Que no se te haga vicio. Es increíble lo que voy a decir, pero Vegeta tiene razón. Deberías concentrarte en volver a la pista… —Se queja en voz alta mientras lo sigue a la puerta. Sabe muy bien que su hijo usa a las mujeres como vía de escape. —Además la viste ayer ¿No te basta?

—Oye Raditz. —Kakarotto aparece, se estira después de trotar. — ¿No tenía Lita un banquete importante que organizar y estaba ocupada?

—Hmp, sí. Pero estoy yendo al Templo. —Raditz se despide pero su padre le quita las llaves.

—Hijito… —Muy sarcástico le habla a ése simio de dos metros. Abre la boca. —Llámame vieja con ruleros, pero no creo que más "complicaciones" te beneficien.

—No es una complicación, es más, empiezo a ver soluciones. —Raditz le explica, y trata de sacarle la llave del Jeep.

—Jajaja, déjalo papá. —Kakarotto le quita las llaves y le hace un pase a su hermano. —Debe haber una monja sexy que lo espera por ahí. —Muy pervertido bromea y Bardock hace cara de disgusto.

Raditz no explica más, ve su salida y la toma. —"Quiero hacerlo, quiero tener el valor de explicarte. Me siento mal de no poder decirte lo que me pasa. Papá… Siempre fuiste buen padre…" —Piensa mientras maneja. Para en un semáforo.

De: Raditz

Estoy en camino.

Rei siente vibrar su teléfono en plena plegaria. Siente nervios y un nudo en la garganta. — ¡¿Qué?! No, no…No, para nada. —Sus palabras son una cosa, pero sus acciones son otras. Corre a su casa, termina de peinarse. Tiene puesto un mono de color beige, corto en las piernas y una camiseta roja. En su cabello un pañuelo rojo que termina en un moño. Se mira al espejo y sus ojeras están cubiertas.

Sube con entusiasmo las escaleras. Más seguro del protocolo, se purifica en la entrada. Toma el camino de los árboles hacia la casa del Templo, ahí aparece Rei. Lo ve tan informal. —Ah, hola, lo siento…—Señala hacia atrás. —"Mierda ¿Será correcto decirle que se ve linda?"—Salta en pánico, un hormigueo conocido, extrañado, pero sumamente inoportuno se da en sus bolas.

Rei salta triunfal en su mente. —"¡Ja! Así es como se derrota a un hombre zorra." —Su ego se regodea, hacía tiempo no se sentía como una mujer fatal. Su razón la sacude a sus sentidos, aclara seria la garganta. —Por favor Raditz, ya te he dicho que soy de carne y hueso como cualquier mujer. —Lo invita a su casa.

Raditz asiente, se endereza y la sensación desaparece. Suspira aliviado.

—"¡Oh carajo! ¡Sé honesta! Éste muchacho está fatal, chaqueta de cuero, alto, mirada peligrosa…"—La mente de Rei le comenta. Presiona los puños. —"¡Rei! ¡Te ordeno control!"— Lucha contra sus instintos. Trata de comportarse amena y profesional. Lo invita a la sala donde ya tenía el té.

—Ah, gracias. —Raditz deja sus zapatos en la entrada. —La próxima traigo de comer, hay una tienda de rollos de canela o si prefieres salado. —"¡Momento! ¡Deja de hablar como si fuera una cita!" Su mente le da un par de cachetadas.

—Oh, tengo pastel que hizo Lita. —Se va al refrigerador a traerlo. —"Profesional Rei, profesional, eres una sacerdotisa…"—Reza respirando profundo.

—Lita cocina exquisito, me dio pena que ayer nos hiciera unos bentos. —Raditz la ayuda a acomodar todo en la mesa.

Bien, ése comentario la puso en situación. Tiene citas con su amiga. Como le gusta decir a Serena, Bandera Roja enorme. —Bien, éste es el libro del que te hablaba, es un poco sobre las costumbres.

—Sí, he averiguado en internet. —Raditz le muestra las páginas en su teléfono.

—Me hablaste de tu madre ¿Está enterrada muy lejos? —Rei sabe muy bien lo que es necesitar una mamá. Y hasta siente que ahora mismo quiere estar con ella, que le dé una respuesta sobre las decisiones de su vida ¿Eligió bien? ¿Eligió mal? No puede creer sus dudas. —Porque podrías visitar su tumba cuando te hagas tiempo. —Culmina y sirve el té.

—Sí, está enterrada en Kioto. —Raditz cuenta y revisa el libro que le da Rei. —Viajábamos mucho por el trabajo de mi padre, pero ahí fue nuestro primer hogar. Una casita rústica, en medio del campo, la clave es que era económico. —Charlan un poco de cosas banales. Raditz presta atención y la ve animada y recuperada. Supone que quizás estuvo enferma, que fue por eso que la vió un poco desanimada. Sí siente y empatiza con su nostalgia cuando habla de su mamá y su abuelo.

—"Sí, al tipo no le muevo nada."—La mente de Rei concluye en medio de la conversación. —"Hmp, al menos Lita está "segura", por así decirlo. Parece honesto."—Se siente molesta, y hasta imagina un escenario alternativo, donde estuvo lo suficientemente ebria en su cumpleaños, para aceptar revolcarse con él. —"Jaja, una buena, pero muy buena revolcada. Como hace ya…"—Rei parpadea, disimula comiendo pastel. Se asusta por dos cosas, el tiempo que está sin sexo y la envidia repentina que siente por Lita. —"¡Es mi amiga, es mi amiga! Las amigas no hacen eso, no ¡No! ¡Soy leal a Lita! ¡No estoy pensando en quitarle al novio! ¡Nooo!"—Está pensando seriamente en auto-exorcizarse, y ni siquiera sabe si eso es posible.

La ve un poco nerviosa. —"Me pregunto si… ¡No, no! O sea, estoy saliendo con Lita."—Raditz se recuerda. —"¿Qué vería en mí? No soy su tipo, quizás para algo de una sola noche…"—Justo que iba a sonreír de lado, recibe una dosis de realidad. —"¡Hmp! Chis-To-So ¿Para pasar vergüenza porque no puedes?"— Bebe su té y suspira pensando en eso.

Luego de un par de horas, Rei le ofrecía caminar afuera, despejarse después de tanta lectura. —… ¿Y cómo fue tu accidente? Leí un poco y busqué el video en internet ¿Es cierto que fue un plan de Vegeta para quitarle el liderazgo a tu hermano?

Niega con la cabeza. —No, eso no es cierto. Sí te digo, que cuando algo se le mete a la cabeza a Vegeta, ni Dios bajando del cielo lo convence de lo contrario.

—"¡Je! ¿A quién me recuerda?"—Rei piensa con sarcasmo en Serena.

—Yo he chocado antes, nunca a tanta velocidad, mucho menos haciendo ésa maniobra en plena curva. Debería estar feliz como las otras veces, de haber sobrevivido. Ansioso de volver a la pista, porque éstas cosas solo me hacen más fuerte. —Raditz se detiene, mira a la puerta Torii, baja la vista a la escalera. —Pero algo pasó cuando me subí, no me sentí como yo mismo. Era como si la pista no tuviera fin, no pude estar media hora. No sé cómo volver, y decirle al Equipo que… —Presiona los labios y los puños, no quiere admitir en voz alta el miedo. Exhala rápido, no quiere perder el bienestar reciente.

— ¿Y por qué te gusta correr? —Rei se inclina y le pregunta.

Una pregunta sencilla, pero que siente que nadie se la ha dicho. Se siente confundido, no debería ser así. —Ah, pues… Soy bueno en eso…Gano dinero. —Piensa un poco más. —Consigo chicas. —Tira un guiño.

Rei niega al cielo, parece que escucha a un adolescente, no a un tipo de su edad. — ¿Pero a dónde quieres llegar? ¿Tienes un objetivo? ¿Quieres conseguir el Liderazgo? ¿Ahorras el dinero? ¿Qué quieres a futuro?

¡Mierda! Lo ha descolocado. —Mmm…Es una buena manera de poner todo en perspectiva. —Raditz larga unas risitas. —Qué bueno que tú ya tienes todo eso resuelto, tu lugar…—Mira al Templo.

Rei no dice nada, lo acompaña hasta su auto. —Yo que creí que te vería con un deportivo… —Señala el Jeep, le gusta, es de color rojo.

—Sí, mi padre tiene una camioneta, el del deportivo es Kakarotto. Debiste apuntar por él. —Raditz bromea. —Un Aston Martin convertible, de color naranja, que vuela sobre las calles.

— ¿Sí? ¿Por qué no lo llevó a la Disco ésa noche? —Rei pregunta algo coqueta. —Tal vez me hacía cambiar de opinión.

—Jajaja quería usar el convertible de Vegeta. Quiere comprarse un Audi si gana el próximo campeonato individual. —Se voltea y los ojos de Rei están ahí, con una sonrisa brillante. No puede evitar quedarse en ésos ojos púrpura. —"Qué color tan…Raro…"

El cabello de Raditz ondea en el atardecer, sus facciones tan masculinas. Su mandíbula, sus hombros, sus ojos negros que brillan. Todo la acaba de dejar en un silencio incómodo, no pueden dejar de mirarse.

— ¡Hasta luego!

— ¡Hasta luego! —Los dos gritan y al inclinarse se golpean la cabeza.

—¡Auch! —Raditz se frota la frente. —Lo siento—Quiere acercarse pero Rei ya huía por las escaleras.

— ¡No, no! ¡Yo estoy bien! ¡Adiós, adiós!—Sube tratando de que los sesos no se le salgan por la nariz. — ¡Estoy muy ocupada, lo siento! ¡Jajaja! —Se ríe histérica y desaparece. —"¡Genial! ¡Quedé como una estúpida!" —Piensa ir a quitarse la vida con honor, en medio del patio.

—"¿Q-Qué pasó?"—Raditz sube al Jeep, se frota la cabeza. Apenas arranca, las preguntas de Rei giran en su cabeza ¿Qué sentido tiene su vida en las carreras? ¿Para qué quiere ganar? Era bueno y ahora ni siquiera puede acelerar en la pista. Sí, su motivo principal era las mujeres, fiestas y sexo, sin embargo ahora ni siquiera eso. De nuevo, se siente con nada. Está ansioso de volver a ver a Rei y poder entender lo que le falta a su espíritu. —Si es que me queda uno…

Rei guardaba un par de libros en la biblioteca, pensaba en las preguntas que le hizo a Raditz. —"Me siento la más hipócrita del mundo ¿Quién soy yo para preguntarle ésas cosas? Ni yo sé que quiero en verdad."—Hace un puchero lamentándose. —Pero me sentí bien al ayudarlo, parecía de buen humor al irse. —Se toca la frente y ahí se forma una pelota por el golpe. Mete el libro empujándolo arriba. — ¡Auch! ¡Grrr!— Se le acaba de caer una caja en la cabeza. — ¿Qué es? —Mira con atención, al abrirlo hay cartas atadas, un diario. —Oh abuelito, son tus recuerdos de la abuela. —Frunce el ceño al ver que está todo atado a una botella de sake. —Ay abuelito, siempre tremendo… —Se va a la cocina, busca hielo para su cabeza.

—Hola Rei. —Ami entra, llega de trabajar otra guardia. La ve con una bolsa gigante de hielo en la cabeza. — ¡Oh Dios! ¿Estás bien? —Se cubre la boca. — ¡¿Te hizo algo ése salvaje?!

Rei le niega con un gesto irónico. —No, no me pasó nada. Sólo se me cayó esto en la cabeza. —Le muestra las pertenencias de su abuelito.

— ¿Sí? ¿Y el golpe en la frente? —Ami la revisa.

—Jajaja, nos agachamos al mismo tiempo y nos topamos la cabeza. —Rei larga unas carcajadas.

—Ten cuidado. —Ami frunce el ceño enojada. —Sólo recuerdo malas historias de ése equipo, de cuando estaba con Taiki.

— ¿En serio vamos a creer todo lo malo que digan de ellos "ése" equipo? Mintieron sobre Serena, bien pueden inventar lo que sea…—Muy sarcástica Rei pone los ojos en blanco. De inmediato se arrepiente al ver a su amiga triste.

—Ay, perdón. —Ami resopla su nariz, las lágrimas caen por su rostro. —Quiero… Quiero que ya no duela. —Su amiga le pasa varios pañuelos. — ¡Pero duele tanto! —Se desarma en tristeza.

Rei la abraza. —Ya, tranquila… —La acuna un poco.

—Debes creer que soy una idiota. — Ami se cubre el rostro.

—Para nada. —Rei le acomoda el cabello.

—Te ves linda. Tu paso por la peluquería te refrescó bastante. —Ami resuena su nariz, siente el rostro hinchado. —Quizás yo deba hacer lo mismo.

—Jajaja, mira, para mal de amores, mi abuelito tenía sake. —Rei busca un pote en la heladera. —Nosotras helado ¿Qué dices?

Ami asiente. —Hey ¿Tienes noticias de Serena? —Ve a su amiga sonreír con malicia.

—Querida, tengo hasta evidencia gráfica. —Rei le muestra la foto de Serena en la playa.

Ahora mismo, Serena y Vegeta estaban mirando una película. Hicieron palomitas y estaban descalzos en el sillón frente a la televisión.

—De acuerdo, de acuerdo. —Serena pone sus manos en rendición. —Si sacamos las escenas de romance, la historia se entiende igual.

Vegeta se cruza de brazos, saca el pecho triunfal. Están mirando TOP GUN. —Te lo dije. —Toma unas palomitas y las tira hacia arriba para acertar a su boca.

—Uuuh, es más. Me está gustando mucho más ésta película. —Serena toma un puñado grande de palomitas y llena su boca. —Mira nada más, ésa escena de Voleibol de playa…Grrr… Tom Cruise es enano, pero está macizo.

Vegeta voltea a ella, su cuello truena por el enojo. — ¡Esos son chismes! ¡Mide 1,7m! ¡Es lo normal!

— ¿Y cuánto mides tú? —Serena lo mira de lado muy traviesa.

Vegeta le dispara una palomita a la cara. —Mujer cruel. —Dice en chiste.

—Jajaja, bueno, ciertamente el tiempo sí que lo es. —Serena toma la palomita de maíz y la come. —Cuando termine la película volveré a casa.

Vegeta deja el recipiente de palomitas en la mesa de frente a ellos, la toma de la mano. —No te vayas, quédate. —Besa su mano, se acerca mirándola a los ojos. Quiere persuadirla.

Serena suspira, pone su otra mano entre ellos, pero toca el pecho de Vegeta y ya es muy tarde. No puede evitar los efectos de su tacto. —Vegeta, mañana tengo mucho trabajo. Debo estar temprano en la oficina, hay cosas importantes.

—Lo sé… —La recuesta en el sillón. —Yo también debo trabajar temprano. Te llevo a tu casa más temprano, te cambias y vamos juntos.

—Eh, Vegeta. No. —Serena trata de enderezarse. —No quiero que piensen que estoy ahí por ti. Quiero progresar y avanzar por mi propia cuenta.

— ¿Por qué crees que van a pensar eso? —Vegeta frunce el ceño.

—Porque me verán entrar contigo. —Se cruza de brazos, se concentra para verse enojada. —Creerán que me acuesto contigo por el trabajo. —Mira a la pantalla, la película sigue.

—Quiero estar más tiempo contigo, no quiero dejarte ir todavía. —Vegeta la abraza, no la deja escapar, se acomoda entre sus piernas. Sus manos recorren sus piernas, se sostienen a su fina cintura. —Nunca tuve esto. Una relación de confianza tan íntima, una mujer a quien llamar mi amante.

Serena queda en shock, traga duro saliva. Busca verlo a los ojos. —Vegeta. No me jodas. Te hablo en serio. —No lo puede creer.

Vegeta la mira sin parpadear. —No te estoy jodiendo. —La abraza, oculta su rostro en su hombro, respira su esencia femenina para cobrar valor. — Soy yo quien no lo puede creer. Te forniqué como un maldito salvaje, te lastimé. Aun así te quedaste. Quiero resarcirme, quiero…Seguir intentando.

Su corazón acelera, Serena está sin palabras. —Sí fue muy…Muy brusco. —Siente que el rostro se le prende fuego. —Pero no me lastimó…Y si… Si me sigues diciendo ésas cosas… —Se aferra a él en éste abrazo. —Es obvio que no me querré ir. —Se deja caer en el calor de su pecho.

Vegeta sonríe de lado con malicia, mete sus manos por debajo de la camiseta de Serena. —No tienes idea de lo que hiciste Serena. —Suspira, empieza a besar su cuello. — ¿Y qué puedo hacer ahora Serena? ¿Qué voy a hacer? —Vegeta toma las consecuencias, ha chocado contra Serena y ya no puede sacarla.

Lo escucha suspirar de ésa manera, recorriendo su cuerpo. Se deja llevar, Serena baja sus palmas por el pecho de Vegeta. Ya no cree poder detenerse, aun si su cuerpo le sigue pasando factura. Siente su erección llena de vida entre ellos, la toma y un gruñido sale de Vegeta. — ¿Te duele? —Pregunta muy coqueta. Palpa entre sus dedos la dureza y el calor de su miembro. Hasta siente un par de gotas salir de la punta y mojar la tela. Empiezan a besarse de nuevo, la lengua de Vegeta pasa endurecida en su paladar y roza sus dientes delanteros. Serena se ríe, siente la necesidad de sentirlo… De sentirlo en su boca.

Siente las piernas de Serena enredarse a él con fuerza, junto a ése apretón que le dio a su bulto, se le escapa un gemido. Serena le da un pequeño empujón y Vegeta, entendiendo la señal, se sienta dejándola a horcajadas. Empieza a buscar quitarle la ropa, desabrochar sus pantalones cortos, hacer volar su camiseta y su brasier. Sin embargo, Serena lo detiene, en cada avance de sus manos ella lo aleja pero lo sigue besando. Siente sus besos bajar junto a su cuerpo, sus ojos azules brillan y están rojos.

Serena besa su cuello, mete sus manos dentro de la camiseta de Vegeta y se la quita. Jadea y muerde su labio inferior. La vista de la musculatura de Vegeta es tan excitante, sigue bajando.

Observa que toma un almohadón y lo deja en sus rodillas en el suelo. —Ah, Serena, espera. —Vegeta advierte al verla de rodillas, buscando abrir su bragueta.

Baja su cierre. —Tu siempre te ocupas de mi… —Besa su ombligo, baja despacio por las venas de su pelvis. —Deja que yo también lo haga. —Serena solo necesitó estirar el elástico de su bóxer, para que su virilidad saliera tan alegre y firme como siempre. La toma con una mano, le da una caricia larga con su pulgar hasta la punta. La aprieta y ve salir el líquido brillante. —Ay mierda… —Serena musita, ya no soporta las ansias.

Escucha ésa maldición salir de la boca de Serena, seguido de eso, sus rosados y delicados labios besan su glande. Pasa su pulgar, contemplando su boca. —Tu boca ¿Cómo puede ser que una boca tan tierna sea tan candente? —Sus miradas se conectan, la expresión lasciva en el rostro de Serena, es sólo una anticipación.

Serena lo engulle en su boca, da una succión larga y culmina con un beso. Lame su punta mientras masajea el largo, disfruta de las expresiones de placer de Vegeta. La carne caliente contra su boca, las venas palpitando contra su lengua. —"Su sabor, tan obsceno. Quiero más."—Gime mientras baja con una lamida hasta sus testículos. —Ah, Vegeta. Te quiero en mi boca. —Lo masajea, relame su boca y vuelve a meterlo.

Su lengua gira al culminar cada succión, Vegeta la toma del cabello, el movimiento tortuoso y profundo de su boca lo agitan de placer. —Serena, cuidado con lo que pides. —Pasa su pulgar por la oreja de Serena, está ardiendo. La escucha gemir, disfrutar lo que está haciendo. Verla de rodillas, tan excitada y sexy lo hace alucinar. Y lo hace reflexionar sobre tener una alfombra en el lugar. El ritmo aumenta, la escucha salivar y engullirlo con cada vez más ansias. —Se-Mujer… —Trata de frenarla con la mano.

Serena suelta el miembro en su boca, lo sigue estimulando con las manos. Toma aire profundo, en tanto lo baña en su saliva. —Sí, quiero comerte. —Envuelve sus dientes con sus labios, lo succiona con fuerza, lo lleva cada vez más al fondo. Su mano se ayuda para estimular la longitud que no entra en su boca. Puede sentir su centro mojarse y su clítoris duro.

—Ya Serena. Me estoy por ¡Ah!—Vegeta siente el calor repentino del fondo de su garganta, junto al agarre posesivo de las manos de Serena. Sus testículos dan el tirón y se vacía en su boca.

Desde su boca, hasta su garganta, bajando por sus pezones y culminando en la humedad de su vagina. Serena goza de cada gota espesa y caliente que bebe de Vegeta. Toma aire por sus fosas nasales y lo suelta de su boca con una succión profunda que resuena en el ambiente. —Cough, cough… —Tose muy suave y se cubre la boca.

— ¿Quieres agua? —Vegeta se preocupa, toma su camiseta y limpia los restos que quedaron en su rostro. Está tan enrojecida.

—Mmh, no, está bien. —Habla casi sin voz. —Es que hace mucho no lo hacía ¡Oh!—Serena es tomada de la cintura y de nuevo sentada a horcajadas de Vegeta.

La toma de la nuca, la besa con hambre, saborea ésos labios que acaban de tomar de su orgasmo. —Jeje, ahora seguro me entiendes. Lo mucho que me gusta tenerte en mi boca. —Murmura y se relame con lascivia. Empieza a desnudarla, no habrá nada que lo detenga ahora.

La película se sigue reproduciendo, Serena se desarma en las manos de Vegeta sobre su piel desnuda. Gime al sentir sus pechos amasados y la lengua de Vegeta jugando con sus pezones. Puede sentir su erección reanimarse contra su clítoris caliente. Se frota sobre él.

Busca los bordes de sus jeans para bajarlos al suelo, sostiene a Serena con un brazo en su cintura, para que no caiga. Ahí manotea un condón de su bolsillo. —El honor es ahora mío. —Le habla con el sobre plateado entre sus dientes, y con su mano libre lo tironea para abrirlo. —Uff… —Vegeta exhala, está sorprendido de estar tan duro. Ubica su punta en su entrada y se unen muy lento. —Uh-Uh… Serena, me envuelves tan caliente.

Ella se sostiene de sus hombros, sus miradas unidas, completamente cegadas de lujuria. —Oh, Cristo del cielo. —Sus ojos quedan en blanco y tira la cabeza hacia atrás cuando baja hasta tocar la base.

—Sí, en el cielo, muy alto…Hasta la Luna. —Vegeta habla con la voz grave. La atrapa del trasero con una mano y la otra presiona sus senos. Vegeta se relame y la besa a la altura de su clavícula, las venas de Serena resaltan. Sube con su lengua, la hace erizarse y lloriquear de placer. Mueve un poco su cadera, tratando de que su polla la estimule hasta lo más profundo. Su vagina caliente se retuerce.

Empiezan a moverse juntos, más que en vertical, lo hacen de atrás adelante. Serena recorre sus cicatrices, mientras Vegeta no deja de acariciar su espalda, de adorar sus pechos con la boca. Las voces de la película se escuchan de fondo, sus gemidos aumentan con la velocidad de las embestidas. Serena enreda sus dedos a sus mechones negros y lo tironea mientras más se contraen cerca del orgasmo. Vegeta la sostiene de la cintura, ayudándola a que su invasión sea fluida con el ritmo. Los quejidos de ambos se acoplan a los golpes de sus genitales. Ruidoso, mojado, hirviente. El sexo es así, un choque fuera de control.

— ¡Me vengo! ¡Oh sí! ¡Vegeta!

— ¡Grrr! ¡Serena! —Rugen al cielo, el éxtasis estalla, se esparce desde sus sexos a sus nucas. Sienten sus fluidos brotar entre sus piernas. No se separan de inmediato, se quedan escuchando ésa cursi canción de fondo y degustando cada pizca de la gloria obtenida.

Serena descansa sobre él, con sus brazos en los hombros de Vegeta. Aún está dentro de ella. Ya no tan despierto, pero en guardia, queriendo refugiarse en su centro. Le parece algo tierno. —"Tierno y al mismo tiempo muy obsceno ¡Ay Vegeta! ¿Qué derechos tienes de cambiar mis estándares?" —Piensa con una risita para sí misma. Lo escucha respirar, tan tranquilo y a gusto como ella. Sus dedos peinan su espalda, pero quiere decir algo. — Vegeta… Quiero decirte una cosa más. —Su tono es serio.

—Grrr… —Vegeta busca verla a los ojos. — ¿Qué sucede? —Casi con mal humor, espera lo que sea.

—Sólo quiero dejar una cosa en claro. —Serena frunce el ceño, no baja la mirada a ésos ojos negros y penetrantes. —La próxima vez que te pase algo parecido, simplemente dímelo y te entenderé. Creo que dejé claro que no soy una idiota, también sé lo que es querer estar solo, alejarse. Está bien tomarte tu espacio para recobrar tus riendas. —Levanta un dedo. —Pero la próxima vez que me eches como un perro, Vegeta, te lo juro, que no respondo. Me verás irme sin mirar atrás.

—Sí Señora. —Vegeta asiente, trata de no reírse.

—Te hablo en serio. —Serena le tironea una oreja.

—Lo juro. —Vegeta pone una mano en su pecho. —Trataré, aunque sea decirte y no hacer lo mismo.

Serena siente sus fluidos escurriendo por su muslo. —Creo que no deberíamos hacerlo de nuevo, el sillón se va a ensuciar.

— ¿En serio? —Vegeta levanta una ceja. —A mí me gustó, Jaja.

—Más te vale que te comportes en la oficina también. — Serena le advierte. —En verdad que mañana debo estar temprano, tengo muchas cosas que poner en acción, estamos a seis semanas del inicio de temporada. —Al fin lo ve poner una mirada asesina, pero no enojado, sino lleno de enfoque.

—Sí. Estoy consciente de eso. —La toma de la nuca. —No te preocupes por mi parte, sé lo que debo hacer. Y sé que tú eres más que capaz. —Une su frente con ella, respira hondo. —No soy tonto ¿Por qué crees que te vi de lejos éstos días? Sabía que estabas tapada de trabajo.

—De acuerdo, voy a confiar en ti. —Serena alarga la última vocal, los dos están haciendo un voto de confianza muy grande entre ellos. Y en el plano íntimo es el más abrumador. Sienten que la Carrera recién empieza.

Terminamos bien, no quería dejar todo en pleno caos, ya habrá tiempo para eso :v ¡Hasta el próximo viernes!

Saluditos…

Nita-chan84: Jejeje, calentitas las tortas no? Pobre Mina, nomás come con los ojos ¿El Destino le estará guardando algo grande? Pues yo sólo sé que será "Legendario" XD Pues Saiya tiene instinto y eso se nota, Jajaja casi que les grita "¡Ya pónganse a follar!" XD . Pues ahí el VegeRena, dándole al cuerpo lo que el cuerpo pida, ay sí, me como un pan del coraje por la envidia que a veces me despierta, cuando están llenos de lujuria. Me limitaré a espiar desde el ventanal. Jeje. Mina, en todas sus formas nos da años de vida. Aquí los dos pasaron ciertos límites, en especial Serena, se adentró en el momento más difícil y estuvo dispuesta a quedarse. Vegeta ha aceptado las consecuencias ¿Y Serena? Hmmm…

Con respecto al KakaChi, pues todavía solo habrá pistas e iré armando bien la dinámica. Mientras tanto, palomitas y disfrutando sus teorías, Jajaja. Un beso virtual enorme, muchas gracias por tu tiempo y tu rw. Besos, besitos *voz_de_barbie XD

OhaioIzumikun: Sí, ya están trabajando en el cuerpo del verano XD Lita tan buena, yo estaría igual entre el padre y el hijo ggrrr… ¬¬ Tan divina la Usagi, ahí toda en estado líquido al verlo al Vergeta ¡Pero qué mala soy! Se lo pongo difícil Jejeje. Ése Tama, ya lo dije, los animales aquí tienen su instinto y no les estaría fallando. Y aquí vemos cómo fue su vida, más que nada del lado de Vegeta, heridas que no han sanado correctamente, solo nos queda rezar de que él aprenda del cariño y a enfrentar a sus demonios. Un abrazo grande mi ciela!