Lala Lulu: Hola! Pues y así, se han abierto los cielos y baja purificando nuestras almas el muy esperado encuentro #NappAmi. Bardock siendo el papucho que todas queremos, ay somos telibles XD Y baia, baia ¿Raditz hombre de la casa? Admitámoslo, nos gusta un hombre que sepa qué hacer con la herramienta en la mano ¬¬ ¿Secuestro #VegeRena? :v Ahí vamos pues…

¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!

No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…

"Dame agua, dame vida. Ya no quiero estar dormido

Dame alguna seña, que me acerque más a ti

Dame el árbol de tu vida, que me cure las heridas

Y que vuelva a sonreír

Dame cielo, dame fuego, dame todos tus sentidos

Ábreme las puertas, ya no quiero estar aquí

Dame la llave de tus sueños, que tu amor ya tiene dueño

Y te quiere hacer feliz

Dame alguna prueba de amor, que calme el dolor

Que queden para siempre mis besos vibrando en tu cuerpo

Dame alguna prueba de amor, que calme el dolor

Que quede nuestra historia de amor

A través de los tiempos

No me digas que no, que no vas a venir

Que yo te quiero hacer feliz

Dame tu presencia, dame tu naturaleza

Dame alguna clave, que me acerque más a ti

Dame un mapa de tu cuerpo, dame todos tus secretos

Que yo te quiero hacer feliz." Dame, canción de Luis Miguel.

Capítulo 10

Nappa estaba al pie de la escalera del templo, sube al trote. Siente el teléfono vibrar y en la cima revisa el mensaje.

De: Bardock

Raditz dio una vuelta y ya está en casa. Voy a hablar con él.

Exhala, al menos Bardock no se "lee" enojado, simplemente cortante. Acomoda su gorra y se prepara para volver a bajar. —Bueno, cuenta como calentamiento. —Mira su reloj, perdió casi toda la mañana con el drama de Raditz. Salió con el uniforme de trabajo y la gorra, con los colores anteriores, naranja y negro. Sube el cierre de su chaqueta gris.

Desde que había salido del trabajo, Ami se sentía incómoda. De por sí, tuvo que recibir las flores de Taiki en el consultorio. Las tiró a la basura y le dio aviso al de seguridad, que por favor no lo dejen molestarla. —"Todavía me siento muy débil para verlo…" —Piensa triste, en tanto es acompañada por un par de enfermeras, que van en una dirección parecida. —… Hasta la noche chicas. —Ami se despide.

—Hasta la noche Doctora Mizuno. —Se inclinan en respeto y se van.

Ami iba a doblar la esquina y choca contra alguien que casi la tira al suelo. Levanta la vista. —Taiki… —El nudo de llanto la deja sin aire.

—Ami, creo que fui bastante paciente. —Taiki la toma del brazo. Muy enojado quiere arrastrarla con él. — ¡Vamos a hablar y vamos a hacerlo ahora mismo!

Ami se enfurece, trata de resistirse. — ¡No! ¡Suéltame! ¡Ya hablé contigo! ¡Rompiste mi confianza! ¡Me traicionaste! —Lo golpea con su cartera, mira alrededor y la calle está vacía.

— ¡¿De qué carajo hablas?! —Taiki la sacude frustrado. — ¡Lo haces ver como que te fui infiel o algo así! —La fuerza para acercarla a su rostro. —Mírame Ami, mírame. Sigo siendo el mismo…

Ami cierra los ojos, forcejea y se resiste. — ¡SUÉLTAME MALDITO IDIOTA!

Nappa escucha el grito agitado de una mujer, cuando ubica la dirección del sonido. En efecto; una mujer viene corriendo por la esquina, en dirección a la entrada del Templo, donde él estaba parado. — ¡Señorita! —Nappa va a acercarse.

Siente la voz de alguien y tropieza con sus propios pies. — ¡Ay! Oh no… —El enorme dique que sostenía su llanto, se parte en mil pedazos y llora. Ve unas botas de montaña acercándose.

—Señorita… —Nappa se inclina, queda a una distancia prudente, la ve saltar del susto cuando lo ve. —"Bueno, me pasa siempre…" —Prevenido, levanta las manos. — ¿Señorita necesita que llame a la policía?

Ami tiembla del miedo, siente que se libró de una y se metió en otra peor. Seca su rostro y trata de levantarse. —No, gracias… Yo… —Ahí ve su gorra, sus pantalones. —"Oh, es de la Empresa Cápsula…Debe ser conocido de Raditz."—Se tambalea al enderezarse y él no la toca, pero resguarda con sus manos que no caiga. —Gracias, lo siento.

Es una muchacha muy jovencita, mira a los lados y no cruza nadie en la calle. —No pida disculpas ¿Alguien la atacó? ¿Necesita ayuda? —Piensa que un degenerado puede haberse aprovechado al verla sola.

—Es un… —Piensa en el drama en el que está metida, es algo tan personal, que nunca creyó que escalaría a éstas escenas. Ella siempre fue de mantener su vida privada, bien privada. —Es personal, me encontré con alguien molesto y me escapé golpeándolo en la entrepierna. —Saca un pañuelo.

Nappa queda con los ojos en sorpresa, ve que señala a la vuelta de la esquina. Así que va a ver y no hay nadie. —Hmp, si es un acosador o un degenerado, por favor déjeme llamar a la policía. —Nappa insiste, sabe que a veces los nervios del momento, hace que una mujer dude en tomar acciones.

—Es un ex. —Ami confiesa con pena. —Yo creería que ya se fue.

—Hmmm… —Nappa enciende sus instintos de vigilancia, una ventaja de haber hecho tantos años de acechos al enemigo. —Sí, bien parece que ya no hay nadie ¿Le llamo un taxi?

—Vivo aquí. —Ami le señala el Templo.

Nappa parpadea fugazmente, la observa con atención. — ¿Usted es Rei Hino? —Nappa recuerda la sacerdotisa que, según Kakarotto, su hermano visita.

—No, no. Soy su compañera de cuarto. —Ami ve alrededor, todavía desconfiada. Mira la escalera.

—Ah ¿Puede subir sola la escalera? ¿Quiere que la acompañe? —Señala arriba, ella le frunce el ceño. —Solo para que se sienta segura, no pretendo nada. —Nappa responde a toda velocidad. —Verá, vine a buscar a Raditz y como no estaba ya me iba.

Ami retuerce su pañuelo en la mano, duda mucho. Solo recuerda las historias terribles que le contaba Taiki sobre ésa empresa y quienes trabajaban ahí. —"Mmm… Pero Serena y las demás chicas parecen llevarse bien, a pesar de las cosas que me contó Taiki…"—Toma aire, trata de alejar todo lo referido a Taiki y sus hermanos. — ¿U-Usted trabaja para la Empresa de Carreras? —Le señala su gorra.

—Ah, sí. Mi nombre es Nappa Príncipe, soy el Director del Equipo de Carreras.

— ¡Ay, lo siento! No le dije mi nombre. —Ami se inclina. —Mi nombre es Ami Mizuno, soy Doctora.

¡¿Doctora?! Pero si se ve de unos veinte años. Nappa se asombra, sacude la cabeza y también se inclina. —Mucho gusto, por favor estoy a su servicio. —Se endereza y le da un saludo como en el ejército.

— ¿Fue Militar? —Ami le pregunta, él asiente. —Si tiene tiempo ¿Me haría el favor? —Señala las escaleras y empieza a subir despacio. Lo observa de lado, bien lejos y mirando sus piernas. Está por decir algo y ahí nota que sus rodillas quedaron con raspones. —No se preocupe, apenas entre voy a atender los raspones. No es nada. —Lo ve asentir en silencio y mirar hacia adelante. Ami empieza a ver cómo él está alejado y serio. —"Ésto es tan incómodo…" —Se lamenta.

Nappa cuenta los pasos al subir, revisa con la vista los árboles, cuenta un par de personas que pasan por el templo, escucha que un par de ayudantes barren y charlan. —"Sí, parece que está segura". — Sinceramente le preocupa, es una mujer que se ve delicada y tímida. Llegan a la cima. —Listo Señorita. Le recomiendo que si vuelve a pasar algo así, no dude en tomar acciones legales.

Ami queda dura, parece que la regaña, con su ceño fruncido y su tono tan duro. —S-Sí. Pe-Perdón por molestarlo. —Se inclina en disculpas.

Nappa se rasca la nuca. —No, no. Está bien. Me alegra haberla ayudado. —Puede ver que ha dejado de llorar, pero sigue nerviosa. —Bien, ya me voy. Jaja. Sé que doy miedo. —Sonríe de lado y se voltea.

Ami toma aire de golpe, se avergüenza porque él se dio cuenta. — ¡Nappa! —Se cubre la boca, él se voltea de golpe, como si sucediera algo. —Muchas gracias, de verdad, ahora me siento más segura. Éstos son… Dramas sentimentales sin importancia. —Larga unas risitas y sonríe.

Su cabello azulado ondea, sus ojos llorosos brillan como un par de zafiros. El corazón de Nappa se salta un par de latidos, pero retoma con latidos tan fuertes que lo dejan sordo. —De nada, ya le dije… A su servicio. —Nappa obliga a su enorme humanidad, a voltearse lo más normal posible y no asustarse por la emoción cálida que ha movido el suelo de sus pies. No sabe ni cómo llegó a la camioneta, arranca el motor y exhala. Lo que sintió se esfuma. —"Sí, puede que… Es porque ella es la mujer más bonita que he conocido y que ha sido amable conmigo. Nada más, ella es solo amable…" —Da una vuelta a la manzana por si acaso. —"Llego a ver a ése ex que la hizo llorar, le parto el cuello."—Piensa enojado.

Volviendo a casa de los Son. El suspenso de la charla inminente rondaba la cocina. Raditz se sentaba en la barra y veía a su padre preparar un sándwich. —Ah…—Raditz tose para limpiar su garganta. —Papá…

—Sshhh… Ya va, espera… —Bardock nunca ha dejado algunos rituales que su difunta esposa le ha enseñado. Uno de ellos es que "las penas con pan, son buenas". Siempre se esforzó, porque nada cambiara en ésos detalles, aun cuando la muerte de su esposa hizo que ya nada fuera lo mismo. —Come… —Le da un sándwich de pavo y él muerde el suyo.

Raditz da el primer bocado y su estómago salta contento. Bebe una botella de agua.

— ¿Me tienes miedo? —Bardock le pregunta y sigue comiendo.

— ¿De decepcionarte? Sí, como cualquier hijo lo tendría. —Raditz responde, mira a su padre a los ojos. —No es porque no confiara en ti. Solo no quería darte problemas.

—Pues, darme problemas es tu trabajo. No importa la edad que tengas, sigo siendo tu padre.

—Que seas comprensivo y actúes tranquilo, solo hace que la piedra de la culpa sea más grande. —Raditz exhala hacia arriba. —Si me preguntas ahora… —Cierra los ojos, recuerda a Rei. Ella a pesar de sus problemas personales, lo ha ayudado. Está conociendo una fortaleza, que siempre fue abstracta para él. —Mi problema es que… No veo la meta. No veo la bandera a cuadros, sólo un círculo infernal que me hunde.

Bardock le da un puñetazo en el hombro. —Bueno grandote, si es así, el trabajo en mecánica y los Pits.

—Pero tampoco quiero abandonarlos. —Raditz interrumpe. —Estamos a un mes y yo vengo con toda ésta mierda. —Raditz se limpia la boca y arroja la servilleta, como si intentara arrojar sus frustraciones.

— ¿Abandonarnos? Raditz… Somos nosotros quienes nunca te vamos a abandonar. —Bardock recuerda a su hijo mayor, apoyándolo cuando murió su madre y hasta ayudándolo con la casa.

Raditz saca el pecho, parecía que era esto lo que necesitaba. Fue molesto al principio, pero ahora ya no siente un peso, sino una nube espesa que nubla su paso. —Papá… ¿Por qué te metiste en las Carreras?

Bardock abre grande los ojos ante ésa pregunta. —Primero, el dinero. Después… —Rechista de lado, se rasca la nuca y desvía la vista. —Pues ¿Quién mejor que yo para que mis hijos tengan un vehículo seguro?

Pone todo en balanza, el trabajo de todos estos años, de sus amigos, de su padre. —Te aseguro que así es, me siento seguro sabiendo que tú revisas y te encargas de todo con Nappa. —No puede dejarlos. —Voy a ir como Piloto Auxiliar, si algo le sucede a Broly; tomaré su lugar. —Su padre insiste que no, pero él insiste más. Va a tomar el ejemplo de Rei. Ser de la mayor ayuda que pueda. Siente su teléfono sonar.

De: Rei

Raditz, lo siento. Tuve un inconveniente en mi casa con la electricidad. Por favor, discúlpame, no podré atenderte.

Lee el mensaje, juega un poco con su lengua dentro de su boca. Golpetea sus dedos sobre la barra y sus dientes uno contra otro. Duda…

— ¿Todo bien? ¿Es Nappa o Vegeta? —Tuerce su cuello para verlo, ahora las dudas lo inundan a él.

—Solo alguien que necesita ayuda. —Raditz responde el mensaje.

De: Raditz

Hola Rei. Sí, no hay problemas, yo también tuve un contratiempo ¿Electricidad? Yo sé de eso, déjame ayudarte ¿Necesitas que vaya ahora?

Rei estaba en el baño, intentó arrastrar su humanidad a la habitación. Se vistió y volvió a cambiar los malditos fusibles. Prendió su teléfono y avisó que hoy no podría trabajar. Después calentó agua y estaba terminando de bañarse. Frunce el ceño, quería estar sola y ahogarse un poco más en su desconsuelo.

De: Rei

No, por favor. Era solo los fusibles que se queman desde la tormenta. Estoy con un resfrío horrible, no quisiera contagiarte. El electricista viene en un par de días.

Raditz muerde el interior de su mejilla, sabe que son excusas. Piensa un poco.

De: Raditz

Suena a que hay una sobre carga constante. Anda, voy, reviso y si puedo arreglarlo, lo haré. Mira si tienes un cable suelto por ahí, los incendios son cosa seria…

¿Incendio? Sí, sería una más de las plagas que faltarían al año apocalíptico de Rei. Se mira en el espejo de su habitación, en tanto termina de secarse. —Sí, en verdad parece que estoy muriendo de una neumonía. —Se ve pálida, los ojos rojos, ojerosa y los párpados inflamados.

De: Rei

De acuerdo, después de la hora del té. Nos vemos.

Raditz sonríe de lado y luego recuerda. —"Quizás deba darme un par de "manos amigas" antes de ir."—Gruñe enojado ¿Cómo era posible? Se azota la palma en la cara y ahí siente un click en la cabeza ¡¿Sería posible?! —"No, no… A ver… Rei es mi amig ¿Es mi amiga? ¿Mi conocida? ¿Mi guía o? ¿Por qué digo MI?"

Bardock le chasquea los dedos, más parece llamar a la perra, que se acerca y le mueve la cola. —Hijo…Responde ¿Quién te escribe? —Una lámpara ilumina su pregunta. — ¿Una mujer? —Frunce el ceño ¿Qué mujer podría tener a su hijo así? —"Lita…" —Ésos ojos verdes lo deslumbran en sus recuerdos, sacude la cabeza. —"¡Mierda no!" —Trata de pensar en, motores, ajustes eléctricos, los problemas de su hijo…—"Raditz, es la novia de Raditz. Y pensándolo más profundamente… Sería la primera mujer que sigue rondando por aquí y le ayuda…"—Siente una piedra con espinas bajar por su garganta, cierra los ojos. —"No puedo estar viendo a ésa muchacha ¿Qué me pasa? Ella anda con mi hijo."

Ahora es Raditz quien le chasquea los dedos. — ¿Papá? —Chasquea un par de veces más. — ¿Todo bien?

—Ah, sí, sí. — Bardock ondea la mano. —Vamos, tu "esposa", debe estar histérica. Jajaja. —Se refiere a Vegeta y Raditz también se ríe, sorprendido de haber captado de inmediato.

Mina recibe un llamado, feliz contesta y tararea en su oficina. —… Ay, Kakarotto ¿Cómo crees? —Muy coqueta le responde. —Mi amiga Rei nunca podría meterle ésas ideas sobre renunciar o algo así a nadie.

—Hmmm… Perdona que desconfíe. —Kakarotto habla, sentado en una de las bancas del vestuario. Con una toalla en la cintura, recién terminaba de bañarse. —Sólo no la conozco y lo último que recuerdo es la cara de odio con la que nos miraba en la fiesta. Je, si así está en su cumpleaños, no quiero ni imaginarme un día normal. —Kakarotto peina su cabello para atrás. Resopla duro. —Quiero saber qué pasará con mi hermano ¿Qué piensa hacer?

— ¿Así de mal está tu día? —Mina tuerce los labios, piensa en algo y golpetea su índice sobre el escritorio.

— ¡Hey! ¡Raditz está de vuelta! —Broly entra y le avisa a Kakarotto.

— ¡¿En serio?! ¡Qué buena noticia! —Kakarotto se levanta y le da un puñetazo suave a Broly.

—Grrr… —Broly se aleja instintivamente, le pone mala cara.

—Jaja, lo siento. —Kakarotto se disculpa y ahí recuerda a Mina en la línea. —Mina.

—Sí, sí. Créeme que se escuchó. —Mina sonríe.

Kakarotto ve a Raditz entrar, salta y lo felicita. Y ahí recuerda la llamada. —Oye Mina ¿Qué te parece si vienen con Lita a vernos en las practicas? Se los prometimos —Asiente con una enorme sonrisa, su hermano está un poco confundido.

— ¿Le contaste a Lita? —Raditz se queja, bufa hacia arriba. Qué mañana tan movida. —Voy a escribirle para que no se preocupe.

Se despide de la rubia y corta la llamada. —Aaaaah, no hay dramas. —Kakarotto le pasa un brazo por arriba. —Ya las invité para que vengan a vernos correr.

—Kakarotto… —Raditz actúa con cautela, pone los ojos en blanco. Después se pone en alerta, Vegeta entra al vestuario.

—Tu padre y Nappa me explicaron… —Vegeta le habla, mientras se acomoda junto a él para ponerse su traje enterizo para manejar. —Si me hubieras dicho… —Sacude la cabeza de lado a lado.

—Confías en mí. Y abandonarte en plena batalla. —Raditz rechista de lado.

—Awww… —Vegeta hace un puchero poético y lo atrapa de las mejillas. —Sabes que siempre serás el primero en mi vida. —Toca su propio corazón.

—Enano de mierda. —Raditz lo aleja de un manotazo. Mira la hora, piensa un rato en las herramientas que deberá llevar a casa de Rei. Se siente tranquilo. —Vamos a ver el auto.

— ¡Sí, ése es el espíritu! —Kakarotto se sube el cierre de su traje.

—Sólo porque sé que Tarble va a cabrearse, si sabe que le hice perder el tiempo a su esposa. —Raditz comenta y busca su traje. Lo ve en el gancho, se alista. Ya no lo aprieta ni se siente ahogar.

Mientras salen, Serena los intercepta en el pasillo. Sonríe casi con alivio. —Raditz ¿Podemos hablar a solas? —Pide muy amable.

No hizo falta que Raditz mirara hacia atrás, el puñal de Vegeta en su espalda fue mortal. —Ah, yo ya… —Sonríe cuadrado y le señala discreto hacia atrás.

Serena se inclina un poco a ver por detrás. Ahí está Vegeta, muy en desacuerdo. —"Con su traje de carreras se ve tan sexy y arrebatador, pero… Ja-Ja… Celoso."—Se cruza de brazos y eleva la frente. —Por favor, serán menos de cinco minutos, lo prometo. —Acomoda su ropa, se voltea. Camina meneando sus caderas.

—Voy. —Raditz la sigue, mira hacia atrás. —"Ésta mujercita no teme a la muerte."— Se mete a la oficina y cierra la puerta.

Serena se voltea, frunce el ceño preocupada. —Raditz ¿Te sientes bien de verdad?

Raditz exhala, baja los hombros. —Yo, en serio no quiero que se preocupen.

—Yo sé lo que sientes. —Serena se sienta un poco sobre su escritorio. —Sé lo que es el miedo a la pista y si vas a conducir, es peligroso para ti y para el equipo. —Lo observa negar con la cabeza y fruncir el ceño. —También entiendo la presión de querer superarte, de no querer defraudar a quienes están a tu alrededor. Pero un accidente… —La voz de Serena se contrae, su garganta se cierra de solo repetir las imágenes del accidente de Raditz y de Darien. Siente un par de punzadas en la cabeza.

Raditz puede verla un poco desencajada. — ¿Estás bien? Pareces mareada.

Serena ve que le ofrece una silla, levanta una ceja. —Qué considerado eres, con razón traes de cabeza a Lita. —Ve que traga saliva y se pone serio. —Jaja, lo siento. No quería ponerte incómodo.

—No es nada. —Raditz piensa que debería decirle a Lita que deje de mentir sobre que tienen sexo, aunque la verdad sea decepcionante. — ¿También temes a la pista?

Serena se encoge de hombros y se encorva casi por reflejo. —Vi a alguien muy querido morir en plena carrera. Creo que es por eso, cuando dijiste que ya no querías, lo entendí de inmediato. Kakarotto insiste en que los vea en las prácticas o que vea su primera carrera en la temporada de eliminatorias. —Niega con la cabeza. —Pero vaya uno a insistirles a ustedes con ir a terapia o tomarse las cosas con calma… —Siente que lo dice más por Vegeta que por Raditz.

—Bueno, ya lo dije. Voy a empezar a ir a los Doctores y a hacer sesiones con una psicóloga. —Raditz se endereza, ajusta sus guantes, acomoda el casco debajo de su brazo. —No sé dónde está la meta, pero mientras tanto, seguiré adelante, seguiré en la carrera.

Serena se endereza, está con una sonrisa. —Jaja envidio tu actitud. —Le da un puñetazo en el hombro. —Tengo una conocida, que es muy buena terapeuta.

—Sip, Setsuna Meiō. —Raditz le afirma. —Uufff, tiene una pierrrnas ¡Ah!

Serena le acierta un taconazo en el pie. — ¡Hmp! Hombre zorra. —Largan unas risitas cómplices, lo acompaña afuera. Admira como está tomando las riendas, envidia en verdad su fortaleza. La fortaleza de todos ellos. Abre la puerta y ahí está Vegeta, con su casco y su mirada ennegrecida. —Mucha suerte grandote. —Serena sonríe aún más grande, más a propósito, solo porque está Vegeta ahí. Se voltea ondeando su cabello. — ¿Necesita algo Señor Príncipe?

Vegeta truena sus nudillos, ondea un poco su casco. —Se le hace tarde a mi "hombre ala". —Frunce la vista, pensando en cómo cobrarle ésta situación tan molesta. —"Ahora soy yo quien quiere una fusta en la mano."—Serena se limita a regalarle un guiño discreto y los excusa para seguir trabajando.

—Vegeta, ella—Raditz iba a explicarle, pero Vegeta le gruñe y pide silencio. —"Sí, mejor no pisarle la cola al gato."—Raditz se concentra en irse temprano y en una pieza.

Rei limpiaba toda la casa, en especial movía los muebles, Ami la ayudaba. —… Rei, si hoy no trabajaste porque te sentías mal, no creo que sea recomendable que limpies así. —Frunce el ceño. — ¿De verdad ése tipo es electricista?

Rei oculta su pena, mira la hora y sigue moviéndose con la escoba y el plumero. — Sí, es Raditz, es el que sale con Lita. Ya te lo conté.

—Hmp, entiendo que Lita quiera cambiar de "estilo" de pareja, pero ése greñudo, aun estando con ella coqueteaba con otras en la discoteca ¿No recuerdas?

Rei se voltea y queda con la boca abierta — ¡¿Qué es lo que intentas decirme?! —Retuerce el mango de la escoba.

—No digo nada en tu contra, sino por él. Creo que sería bueno cancelar ésta guardia que iba a tomar—

—Ami, queda menos de una hora para que vayas a trabajar. —Rei niega con la cabeza. —No debes preocuparte. Ya estuve charlando con él y todo fue bastante normal. No es que vaya a "abusarrr de mí". —Pone el revés de su mano en la frente y se desmaya artísticamente. —Sabes que soy grande y sé cuidarme. —Chasquea los dedos.

—Mmm, bueno. De todas formas estaré atenta al teléfono. —Ami duda un poco, éste tipo va a entrar en la casa más allá de la sala. —Un amigo de él vino a buscarlo, del trabajo. —Aclara la garganta.

— ¿Aquí, más temprano? —Rei levanta un poco una ceja, teme que alguien la haya visto cuando perdió la compostura.

—Sip, pero me dijo que estaba en otro lado, que ya se iba. —Termina de poner los almohadones, no sabe si contarle a Rei lo que pasó con Taiki. —Dijo que era algo así como, Director de Mecánicos. Nappa, un tipo grandote. Creo que más que Raditz, parecía una montaña. —Ami recuerda algo asombrada, ahí parpadea y se da cuenta. — Muy caballeroso, me acompañó hasta la cima de la escalera. —Se ruboriza sin querer ¡¿Qué fue eso?!

— ¿Qué es eso? —Rei se aparece junto a ella y le señala sus mejillas rojas. Muy pícara se burla. — ¿Era guapo?

— ¡Ay Rei! —Ami la aleja de un golpe. —Era un señor grande, podría ser mi padre.

— ¡Jajaja! Ya relájate. —Rei se siente renovada con éstas risas que comparte con su amiga.

—Bien, quería decirte. Que ésta es la última Guardia que voy a tomar en un largo tiempo. —Ami resopla al techo. —Si sigo así, voy a convertirme en una locomotora a café y barras de cereal.

—Je, ya lo dice Mina… En casa de Herrero…—Rei la regaña con la mirada. Mira el reloj, falta poco. Así que va a cambiarse y quedar presentable. Se pone un par de paños fríos para desinflamar los ojos, repasa un poco de corrector en su rostro. Despide a su amiga al pie de la escalera, se voltea y un par de ayudantes se acercan. —… Oh sí, perdón por preocuparlos. —Habla con la voz congestionada y la realza un poco para que parezca legítimo. —Me levanté con fiebre… —Se limpia con un pañuelo, de pronto, reconoce el sonido de una camioneta. —"¿Cómo llegué a recordar el sonido del motor?"

Raditz la ve ahí arriba, mucho mejor que en la mañana. Saca su caja de herramientas, la carga en el hombro, junto a un par de rollos de cables que compró y sube al trote. —Hola, Juuu, buenas tardes. —Toma aire inflando el pecho.

Rei queda un poco embobada con ése pecho ampliándose frente a ella, lo ve tan informal. Con su gorra, unos guantes que se nota, son de trabajo. —Hola Raditz. —Se suena la nariz para disimular.

—Mmm, vamos rápido. Debiste esperarme adentro, aquí seguro empeora tu resfriado. —Raditz lo dice en serio, quizás de verdad enfermó de tanto llorar así.

—Quería renovar el aire. —Rei no miente, además el polvo le hizo picar la nariz mientras sacudía. —Deja que te ayude a cargar algo. —Extiende sus manos.

—No, claro que no. —Raditz acomoda bien todo y sigue a paso firme. En la terraza que da a la entrada, deja sus cosas. —Puedes ir y descansar. Si necesito algo te aviso. —Cierra sus guantes aislantes en la muñeca, busca su cinturón y le pone unas herramientas. Lo normal, destornillador tester, cinta aislante, martillo, linterna, lentes de seguridad…

—Quiero ver lo que haces. —Rei espía un poco como se prepara y las demás cosas en la caja de herramientas. Puede ver que los rollos de cables son nuevos.

—Ja, mujer de poca fe. —Raditz toma una liga y ata su cabello, busca un pañuelo y se lo ata en la frente por si suda. Culmina con su gorra y le guiña un ojo. Su coquetería habitual. —"Y es la primera vez, desde la discoteca, que hago algo coqueto con ella…"—Presiona la mandíbula y actúa natural.

Rei rechista, voltea el rostro. —Pues si la llegas a cagar, tendré que explicarle al electricista qué fue lo que hiciste mal. —Se cruza de brazos, oculta sus emociones con su orgullo.

—Jajaja. Para tu información, soy Ingeniero Electromecánico. Ahora, dime dónde está la caja de distribución.

Rei frunce el ceño. —Hmp, por aquí. —Lo guía a la parte de atrás de la casa. — ¿Ingeniero eh?

—Sip, en la Armada, debes elegir tu oficio. —Raditz revisa con cuidado alrededor de la caja antes de abrirla, por cables sueltos o algo que esté haciendo mal contacto. Abre la pequeña puerta. —Mi padre y Nappa eran mecánicos, así que siempre me gustó armar y desarmar motores.

—O sea, sabes de electricidad, pero del automotor. —Rei quiere acercarse a ver y Raditz pone una mano, como protegiéndola.

—Primero debes estar habilitado en electricidad, ésa es la carrera media y la especialidad es Mecánica. —Raditz habla natural. —No digo que sea un genio, en matemáticas sí que la cagaba. Jejeje. —Sigue revisando, mira el fusible nuevo. —Tendré que seguir la dirección de los cables que se conectan a éste fusible, así que por si acaso, cortaré la luz.

Rei asiente, y queda a una distancia prudente. Sigue observando, le parece interesante. —"Tampoco está mal que yo aprenda. Sabrá Dios cuándo otro hombre volverá a pisar mi Templo". —Llora por dentro.

Raditz sigue los cables hasta adentro, empieza a ver las tomas de corriente, verifica cualquier desperfecto, pero hasta ahora todo normal. Parpadea rápido, cree haber encontrado el problema, el cable neutro de una toma está gastado. —Mmm, creo que vas a necesitar cambiar el neutro.

— ¿Sí? Pues entonces será el positivo, el negativo y el por si las dudas. —Rei le comenta, baja los hombros. —Ésta casa tiene mil años.

—Veremos… —Raditz vuelve a dejar pasar la electricidad. Sip, es el neutro que conecta a la puesta a tierra. — ¿Me habías dicho que desde la tormenta del mes pasado tienes problemas? —La escucha zumbar su respuesta positiva. — ¿Sabes dónde está la puesta a Tierra?

—Ah, yo… No sé qué es eso… —Se encoge de hombros.

—Bien, entonces voy a encontrarla. —Raditz sigue el cable neutro hacia una salida, ve hasta que sube por el techo. Vuelve a bajar. —Ahí estás… —Ilumina con su linterna, se nota que está bastante descuidado, quita la maleza que lo rodea. —Aquí. —Raditz le señala a Rei, que rodeo la casa para seguirlo. —La puesta a Tierra te protege de las sobrecargas, en la tormenta seguro se quemó. Se nota que le falta mantenimiento. —Despliega una pala plegable.

—Vaya, que linda pala. —A Rei le parece curioso y se ríe casi coqueta. Aclara su garganta para cubrirse — ¡Uy!

Raditz le arroja la linterna. —Dame luz un rato, voy a cortar de nuevo la corriente. — Otra vez un guiño. Se ríe para sí mismo, empieza a trabajar. La Jabalina de cobre está bien, vuelve a marcar ése área. Pero sí, el cable es lo que más se quemó. —Mira, está completa. —Rei mira con curiosidad. —Hay que mantenerla, yo te diré como, es una tontería. Al estar muy arenoso, el cable se quemó, porque no pudo conducir el exceso de masa voltaica.

—Hmmm… De acuerdo. Parece que sí sabes lo que haces. —Lo ayuda con algunas tonterías que le pide. También ayuda con el cable que quiere cambiar.

—No hará falta cambiar todo. — Raditz va quitando el cable quemado. También piensa. —"¿Y la escuché decir algo de la caldera? ¿Cómo le pregunto sin parecer metiche o muy obvio?" —Mueve piezas en su mente. Concentrándose empieza a sudar, desatornillando todo. La motricidad fina siempre le hace esto.

Está tan concentrado, parece honesto en su ayuda. —"Ay, pensar que soñé algo tan sucio y atrevido con él. Resulta que no es un pene con patas. Cierto, cierto, no es un monje… Pero tiene su lado tierno". —Rei salta al techo por pensar eso, casi se le cae la linterna. —Lo-Lo siento. Jajaja.

A Raditz se le prende una idea. — ¿Es un sistema de calderas?

— ¿Eh? —Rei levanta una ceja.

—Sí, vi una chimenea cuando crucé el techo. —Se endereza y tira del cable quemado.

—Oh, sí. Es una casa vieja, ya te digo, si yo me descompongo, entonces ya nada sirve aquí. —Rei resopla al cielo y le pasa el rollo de cable nuevo.

— ¿Quieres que le eche un ojo? —Raditz toma el rollo, lo deja en su hombro y va tirando para instalarlo.

— ¿Eh? ¡No, por favor! —Rei se muere de la pena, siente que está abusando de él. —Además, me dijiste que eras electricista, no es lo mismo una caldera a leña.

—Jeje. —Raditz atrapa la cinta aislante con los dientes y corta. —Cuando era pequeño, teníamos una parecida. Mi padre alquilaba una casita, lejos en el campo, pero muy económica. A veces ayudaba a mi mamá a hacer el mantenimiento.

Rei se cruza de brazos, luego se rasca la nuca. —Bien, pero, solo porque no he conseguido nadie que vea algo tan viejo.

Terminando de instalar todo, Raditz le muestra cómo debe mantener húmeda ésa zona, sino la jabalina de cobre no cumple su función. —Y se hizo la luz, Jaja. —Sonríe enorme junto a Rei, tiene una emoción cálida de haber cumplido una tarea.

Le mostraba el sistema de calderas, todo el camino hasta el baño, donde se ocupa lo principal, que es el agua caliente. Lo ve subirse al techo con mucho atletismo. — ¡Ten cuidado! —Rei lo regaña. — ¡Te podrías caer! ¡¿Y qué hago yo con tu enorme cuerpo de mono?!

— ¡Ppfff! ¡Jajaja! ¡No pongas imágenes sucias en mi mente o me tiro al vacío a propósito! —Raditz niega con la cabeza. Empieza a desarmar la parte de la chimenea. — ¡Aquí está! ¡Los caños están llenos de hojas! ¡Es por eso que no mantiene el fuego! —Mientras desarma los caños, ve que son pesados y es algo complicado para una mujer volver a armar todo. —Tal vez, si cambiamos el respiradero… —Piensa para sí mismo. Ensambla todo. Salta al suelo. —Mira, tuve que sacarle la tapa de la punta y volverla a poner. Pero no creo que te aguante otra tormenta, o el viento va a volarla o de lo oxidada no cumplirá su función.

Ay Dios, si no fue la cosas más sexy verlo aterrizar así. —Entonces ¿Tengo que comprar otra? —Rei habla bajito y rasca su nuca. Observa a éste hombre, con la ropa algo desalineada y con algunas manchas por trabajar. —"¡¿Por qué es tan irresistible ahora mismo?! ¡¿Hace tanto que no había un hombre en casa?!" —Como si tuviera un par de lentes, su entrepierna, además de palpitar de necesidad, baja sus lentes de sol y muy sarcástica le pregunta si es o se hace la tonta ¡Desde que su abuelito murió que ningún hombre atiende nada por aquí!

—En verdad habría que renovar los caños, así la chimenea respira sin problemas. —Raditz busca su teléfono en uno de sus bolsillos. —Yo ya me anoto las medidas y te los consigo. Mientras no haya tormenta, estarás bien. —Anota, busca una tienda de calefacción cercana. —Dame un par de días. Je, el clima te favorece. —Le muestra el pronóstico de la semana para que no se preocupe. —Vamos a prenderla…—Con un par de leños, ya tenía la caldera en plena función. —Jaja Hombre amar fuego. —Dice el chiste, con un par de golpes en el pecho. La escucha reírse.

—Vaya, prende mucho más grande. Tal como recordaba. —Rei ve el vapor y el humo empezar a salir. —En verdad, no sé ya cómo agradecerte.

—No es nada. Al menos ya tengo mi oficio en caso de que lo necesite. —Raditz resopla un poco, se abanica con la gorra.

Lo observa acomodarse el cabello y ése pañuelo que le cruza la frente. —Tu… —Traga para hablar mejor. —Tu cabello suelto te queda bien, no tenías que. —Le señala su cabello atado.

Raditz parpadea hacia ella. —Pues, es sólo porque cuando me concentro en la motricidad fina, me empieza a sudar la frente. En verdad, empiezo a sudar completo. Aunque no lo creas, es más difícil que la motricidad gruesa. Debes concentrarte en hacerlo preciso y no romper nada. Y si se me enreda el cabello en algún lugar, pues… —Vuelve a dejar su gorra bien puesta.

—Sí, Jajaja, sería una pena cortar ése cabello, te queda muy atractivo. —Rei admite sin darse cuenta, se tapa la boca.

La honestidad cruda de la mujer, ha tocado el botón de "modo bestia" dentro de él, Raditz le afila su mirada. — ¿Ah sí Rei? —Su voz baja un par de tonos. Se acerca como un lobo a su presa, sin darle escape.

Rei siente que no puede escapar, se siente al descubierto. Casi como si él se hubiera metido sin querer en su mente y se encontró con ése sueño tan salvaje, lleno de sexo y placer pecaminoso. —"No, no lo disfruté. Me asustó, nada más. Pe-pero sería hipócrita no admitir que-que…"—Su mente se detiene. Raditz la arrincona entre sus brazos y la pared de la casa. Inhala fuerte, el aroma masculino, a menta y pino, parece dejarla en un trance.

Ésos ojos están brillando hacia él. —Rei… —Se inclina un poco, teme tocarla y mancharla, romperla. Frunce el ceño recordándola en el suelo hoy a la mañana. Sus lágrimas corriendo por sus mejillas, su cuerpo erizado. Su virilidad empieza a removerse dentro de su pantalón. —Me gustaría… Hacer que te sientas bien…

Como una flecha a su cabeza, Rei recuerda a su amiga. — ¿Y Lita? —Lo aleja de inmediato y sale de ahí. —Ya lo sabía ¡Eres un maldito mujeriego que no vale nada! —Lo apunta con el dedo, muy enojada. — ¡¿Esto es lo que esperabas?! ¡¿Que te pague así?! ¿Con una revolcada o ¡Mmm! —Raditz le cubre la boca y la inmoviliza de inmediato. —"¡OH POR DIOS! ¡ES COMO EN MI FANTASÍA! ¡¿Qué?! ¡No, no es una fantasía! ¡Fu-Fue una pesadilla!" —Cierra fuerte los ojos.

— ¡Sshhhtt! ¿Puedo ir respondiendo a una cosa a la vez? —Raditz le sisea con rabia, de la nada saltó a atacarlo. —Hmp, ingrata. Voy a soltarte, así respondo. —Empieza juntar sus herramientas y ver que todo esté en orden. —Primero que nada, no sé qué te contó Lita. Pero somos simples amigos, entrenamos, salimos. Pero nunca le toqué un pelo. —Levanta un dedo cuando lo quiere interrumpir. —Sí, en la discoteca, bailamos, nos fuimos juntos pero… Estábamos muy borrachos, nos dormimos. —Más bien su polla estaba durmiendo.

Se cruza de brazos, pone los ojos en blanco y golpetea su talón. —Sí, cómo no…

—Bueno, si no me crees. Podemos organizar una reunión con ella y aclarar todo. Es tu amiga de toda la vida.

— ¡Exacto! —Rei lo señala. — ¡Es por eso que no puedo hacer esto! ¡Yo no soy una roba-novios! ¡Tú eres un hombre zorra y voy a advertirle a Lita! ¡Aaahh! —Es cargada en un hombro hasta la casa. — ¡Bájame! —Lo golpea con sus puños.

Raditz la baja en la puerta. —Vamos adentro y llamamos a Lita.

Rei se pone roja, presiona las manos por los nervios. — ¡Claro que no! ¡Qué vergüenza con mi amiga!

—Rei, no me estarías robando de nadie. —Raditz pone una mano en su pecho, en un instante, no sabe cómo explicarle que, desde el accidente, su cuerpo sólo ha sentido con ella.

Esos ojos negros, parecen estar llenos de súplicas, dulces súplicas. —"Demasiado dulces diría yo." —Rei ondea su cabello muy presumida. — ¿Estás cambiando de estrategia? Ves que tu actitud dominante no puede conmigo y pones cara de perro que no rompe un plato. —Chasquea los dedos muy orgullosa de desenmascararlo.

Raditz apoya una mano en el marco de la puerta, deja caer su cadera de lado. —Creo que es una actitud dominante, la que necesitas ahora mismo. —Con una sonrisa de lado, se relame con lascivia. —Tengo cinta, tengo sogas… Podría someterte y domarte fácilmente. —La ve ofendida, realmente ofendida tocándose el pecho por su descaro.

Rei siente que sale lava de su nariz, la insolencia de éste tipo a veces parece ilimitada. Ahora mismo, solo ve al Raditz de la Discoteca, de la noche, el conquistador de mujeres. —Escúchame un segundo—Lo apuñala con su índice en el pecho. —No te voy a permitir—

—Uff, pero te aseguro que si por domarte, termino en terapia intensiva, no me importaría. —Raditz toma su mano, ella forcejea. Le deja un beso en la palma. —Tan delicada… Pero tan fogosa… — ¡Mierda! ¡Mil veces mierda! Sus labios acariciaron ésa porción de piel y está seguro que ya no puede esconder su erección doliente en sus pantalones. Inhala, queriendo capturar su aroma femenino. —Te aseguro que él, jamás me ha mentido. —Raditz por un impulso, hace una locura, no lo pensó ni una maldita fracción de segundos; pone la mano de Rei sobre su virilidad endurecida.

Rei toma aire hacia adentro, muy enojada. — ¡MALDITO PERVERTIDO! ¡ESO NO SE HACE! —Da un salto y se cuelga al cuello de Raditz. Pega sus labios a su boca ¡Al demonio la cordura! ¡Al demonio lo que sea pecaminoso o inconveniente! Mueve su boca, succionándolo fuerte.

Raditz estaba seguro que iba a golpearlo, en cambio se asusta por el salto y el asalto repentino de la boca de Rei contra su boca. De una succión profunda, la mujer casi le saca el aire hasta de los pulmones. Él responde, metiendo su lengua, sin piedad invade toda su boca. Manotea la puerta, se mete con ella y da un portazo. La sostiene de sus muslos y la presiona junto al marco.

Su centro inflamado está presionando a ése duro miembro, sin embargo, todo en el cuerpo de Raditz es duro, firme y caliente. —Nnh, ay Santísimo oh… —Rei empieza a buscar aire, casi siente que se desmaya. Sus bocas dejan un hilo de saliva. — ¿Cómo? —Susurra mientras sus manos no se detienen y demarcan los músculos sudados de Raditz por encima de su camiseta. — ¿Cómo estar segura que no es sólo esto lo que quieres?

Raditz exhala fuerte y caliente, tanto que parece que sus respiraciones empañan los vidrios. Despacio la baja al piso y se aleja. Toca su mejilla con su índice. —Así… No haré nada más. —Trata de recuperar el aliento. Quita el pañuelo de su frente y la gorra. Toma aire, se quita la liga que sostenía su larga melena. —Pero volveré, Rei. —Antes de irse le deja un pequeño beso y se va.

Rei quedó congelada de golpe, de la nada él la soltó y en el silencio dejó colgado todo el arrebato y el deseo que despertó en ella. Cuando queda sola, se lleva las manos a la cabeza. — ¡Ay! ¡¿Qué hice?!

Raditz no sabe cómo llegó al auto, pero en cuando se pone el cinturón, deja caer la cabeza contra el volante. —Soberano carajo y todos los malditos cielos ¿Qué fue eso? Grrr, se sintió bien, tan bien… Jodidamente bien. —Sacude la cabeza, con una mano se acomoda la polla. —Sshhh, tranquilo, que no tenemos 15 años. Te aguantas hasta la casa. — Va a demostrarle a su "traidor miembro" y a Rei, que él no es simplemente un hombre zorra. Exhala duro y mira al cielo. — ¿No lo soy? No, con Rei no puedo serlo… —Se toca el pecho ¿Qué es ésta aceleración sin control? No es la misma ansiedad, no lo asusta, lo hace querer sonreír.

Sonriendo, sonriendo y riéndose como estúpida quedó Rei. Da vueltas, no sabe qué hacer. Quiere alcanzar las riendas de la razón, pero sus deseos ya parecen un potro salvaje que la lleva a caer por el barranco. —Pasión…. —Toca su pecho, casi hundiéndolo, doblando su cuerpo hacia adelante. Toma asiento. Bien que conoce ése sentimiento, creyó tener muerto y enterrado ése capítulo de su vida. Se va al baño a lavarse la cara. Ahí está su rostro en el espejo, sus mejillas rojas en su piel pálida, con ojeras y los ojos irritados. —Dios, cierto que… Hoy tuve un día de mierda. —Cierto, pero el final del día, parece prometedor. —Así, como estaba… —Mira su atuendo. —Con mi ropa sencilla, sin maquillaje… ¡Ay no! ¡Tenía mi ropa interior de abuelita, que suelo usar cuando estoy resfriada! —Abanica su cara, agradeciendo que él no vio éste conjunto, que más bien parece traje de vóleibol debajo de la ropa. Abre la canilla del agua caliente. —Oh, al fin podré tener un baño en paz. —Rei cubre su boca por sus risitas traviesas. Su teléfono suena…

De: Raditz

Espero que el agua caliente te ayude con tu resfriado… Feliz baño… Espero te sientas, como una reina y te laves a consciencia… ( ͡o ͜ʖ͡o)

¿Acaso ser un típico cazador de coños es su lado natural? Rei se avergüenza de pensar en eso, parece que no tiene control de sus impulsos. Es como una adolescente feliz y sabe los peligros de eso. Así que mejor le responde con la mente más fría. Ata su cabello y prepara la bañera. —Oh, Por el Gran Buda del Cielo… —Sus ojos ruedan hacia atrás, el alivio de meterse al agua con la temperatura perfecta. Enjabona su cuerpo, estira sus piernas. Y con una carita muy pícara, baja con sus manos a su entrepierna. Termina en su mente, lo que parecería una típica escena porno. Un hombre rudo arreglando su casa y ella pagando con su cuerpo.

Serena aceptaba, sin quejas ni contratiempos, que Vegeta le lleve a su casa. — ¿Tienes cosas que hacer en tu casa? —Él la interroga, muy tranquilo y discreto. — ¿Tareas del hogar o alguna obligación con tus compañeras de cuarto?

—No, por suerte, sólo voy a tomarme una buena ducha y prepararme para otro día de reuniones mañana. —Serena se estira y se relaja. No obstante, veía que Vegeta tomaba la autopista a otro lugar. —Vegeta, mi casa es para el otro lado… —Serena señala la dirección. Se hace el sordo y sigue manejando. — ¿Qué haces? —Con una sonrisita pregunta.

—Te estoy secuestrando. —Vegeta responde casi con un cantito, tiene una sonrisa de lado enorme. —Entiendo que en tu casa no tenemos la misma privacidad y libertad de estar a solas y desnudos en la sala. —Recuerdos de una tarde con palomitas de maíz y paseos en la playa, vuelven a su mente.

—No, no. Detente. —Serena amenaza con quitarse el cinturón y abrir la puerta. —Quedamos en vernos los fines de semana. —Chilla con disgusto. —Hay que ponerle límites a lo nuestro.

— ¿En serio? ¿Sólo el fin de semana existe lo "nuestro"? —Vegeta sigue manejando, frunce el ceño con disgusto. — ¿Me recordarías en qué momento tuvimos ésa charla? No la recuerdo. —Enojado, berrea. —No recuerdo en ningún momento haber hecho un trato así. —La ve abrir la puerta, rechista enojado y queda a un lado del camino. —Grrr… Serena. —Levanta el tono.

— ¡Tenemos mucho trabajo y lo sabes! —Serena azota las manos en sus piernas en frustración, exhala.

—No vamos a llegar tarde al trabajo. Será como el primer lunes que llegamos juntos. —Vegeta da su punto de vista. —No te molesto mientras trabajas ¿No es eso prueba de que yo también trabajo en serio? —La escucha dar unas risitas sarcásticas. —Sí. Ni me hagas recordar que hablaste en secreto con Raditz, ten cuidado, el tipo puede llegar a querer algo contigo. Puede ser igualmente agresivo, como sigiloso para cazar una mujer. —Presiona el volante en sus manos, quiere arrancarlo de la rabia.

— ¿Te parece bien hablar así de tu "hombre ala", tu mejor amigo? —Serena levanta el tono, se cruza de brazos. — ¡¿O de mí?!

Vegeta presiona los dientes. —Ya te dije, tú no eres el problema; son los demás que pueden aprovechar tu actitud tan amable. Y Raditz es alguien de confianza, no es mi amigo.

—Wow, si así tratas a quienes están hace años a tu lado ¿Qué me espera a mí? —Serena manotea su bolso atrás. —Sabes qué, bajo aquí y tomo un taxi.

— ¡No! —La detiene, cierra la puerta. Ella forcejea un poco. —Serena, deja de ser tan necia.

— ¡Ja! ¿Yo? ¿Y tú? —Lo acusa con ira.

—Serena… Y yo… —Vegeta apoya su mano sobre la suya, acaricia sus nudillos con su pulgar. —Me-Me cuesta decirte… —Fuerza a su boca para explicarle.

Serena suspira ante su contacto, traga saliva. —Vegeta, yo también te extraño. —Interpreta lo que él quiere decir. —"Hmp, es un orgulloso hasta los huesos…" —Una mueca de sonrisa se marca de un lado.

Presiona la mandíbula, sube su mano con el brazo de Serena, baja su nariz en su hombro. Su aroma fresco lo relaja. —Ya te dije, nunca estuve con alguien así. —Murmura contra su cuello, le deja un pequeño beso en la línea de su pulso, dejándose llevar.

Serena piensa, analiza, necesita encontrar algo con qué negociar. Porque es el orgullo de ella el que no quiere darle ésta victoria completa. —De acuerdo, vamos. Pero con una condición.

Vegeta no puede ocultar su sonrisa, la toma del rostro, disfruta de ésos ojos azules llenos de picardía. —Lo que quieras. —Al instante que lo dice, el rostro de Serena se eleva altivo. Oh-Oh…

—Quiero que vayas a una sesión de terapia con Setsuna. —En un instante, Vegeta se enfría y se aleja.

Vegeta vuelve a la posición de manejo. —No entiendo porqué insistes en eso. No va a cambiar nada. —Habla con enojo. —Hurgar en mi pasado, no va a hacer que el tiempo retroceda. Ya te dije todo lo que pude ¿No me crees? —Rechista y le da un golpe al volante.

—No, nadie dijo eso. —Serena suaviza su mirada, con ambas manos se aferra a un brazo de Vegeta. —No es hurgar en tu pasado, Setsuna es en verdad profesional, nunca me contaría nada.

—Estoy aquí y estoy bien, es suficiente. —Vegeta exhala, sus hombros se bajan. —Cuando era niño, estuve rodeado de Doctores, de terapeutas que querían revolver en viejas heridas. Yo solo quería disfrutar de estar en un lugar mejor, darle la espalda a todo eso y ya. Soy un adulto, reabrir cicatrices no tiene sentido. —Gruñe enojado.

Serena lo escucha, siente su voz oprimida en su pecho. —Bueno, tú has tenido heridas en el Servicio Militar. Estoy segura que sabes, que si no se curan bien, la infección queda silenciosa por dentro. —Trata de verlo a los ojos, intenta que su mirada tenga dulzura y no lástima. —Sólo quiero que estés mejor, solo una vez. Y tienes razón, ha pasado el tiempo, eres un adulto. —Sube sus manos por su brazo, degusta su forma musculosa, como una caricia cariñosa. Se recuesta sobre él. —Eres fuerte.

Por fin sus ojos negros la apuntan, estaba esquivando la persuasión de Serena. Juntos a tan corta distancia, a solas, es todo completamente inútil. —Bien, tenemos un trato. Ahora vamos. —Arranca el auto otra vez. Le guiña un ojo, ruborizándola por completo.

Serena esconde su sonrisa triunfadora. —Hey, llévame a mi casa. Voy a buscar ropa. No quiero ir mañana con la misma ropa ¿Qué van a pensar? —Se queja.

—No hace falta, te mando a comprar ropa. —Vegeta vuelve al camino. —Vamos ahora, quiero estar contigo en mi casa. —Golpetea suave los dedos sobre el volante, dice una idea en voz alta. —Podrías tener ropa en mi closet para éstos casos. —Sí, se sintió bien decirlo.

Serena parpadea, su estómago siente cosquillas. —Ay Vegeta, no digas tonterías. Déjame buscar ropa en mi casa. —Se siente tímida, de nuevo, a un nivel ridículo. Piensa de nuevo, cómo convencerlo. —Por favor, por favor, por favooor. —Hace un puchero enorme, apoya sus senos contra su brazo. —Me da penita.

Vegeta pone los ojos en blanco, no puede resistir a su lado dulce, cede aunque sabe que es una vil manipulación. Y la verdad es que en otras mujeres lo "dulce" siempre le pareció molesto. Con Serena, se está volviendo su droga de elección.

Una abstinencia desesperante es lo que parece invadir a Serena, casi haciendo que su piel pique por sentir las manos de Vegeta en ella. Luego de buscar un bolso con ropa y esquivar exitosamente a sus amigas, Vegeta manejaba directo. En el silencio colgaba y crecía la nube de ansiedad. Se meten a la cochera. Así como resuena el click de su cinturón de seguridad, su lujuria se activa. Serena enreda sus brazos a Vegeta y arrebata sus labios.

Vegeta exhala, el alivio de sentirla de nuevo, de besarla. La presiona contra él, amasa sus pechos por encima de la ropa. La saca del auto en brazos, escucha sus risitas. Busca su boca rosa para seguir los besos.

Por un momento, Serena creyó que lo harían en el auto. En el momento, no le hubiera importado. —Oh Vegeta… —El recorrido de los labios del hombre sobre su cuello, sus gruñidos masculinos y lujuriosos mientras la recuesta delicadamente en la cama. Está perdida y al mismo tiempo, se siente en el lugar correcto. Se ríe de lo tonto de sus pensamientos.

Presiona sus pechos, los masajea contra sus palmas. Vegeta le abre la camisa, los ve subir y bajar y entierra su rostro entre sus senos. —Ah, Serena… —Gime y lame la carne de sus montes, baja su brasier y mete sus puntas duras en su boca. Ella lo está mirando, une su mirada, saca la lengua para que lo vea estimulando sus pezones. Su mano libre baja a su falda, mete sus manos para quitar sus bragas. Mientras quita la tela, peina la yema de sus dedos contra sus muslos. —Tan suave… —Se relame para ir entre sus piernas.

— ¡Vegeta no!—Serena pone una mano para detenerlo.

— ¿Pasa algo? —Vegeta levanta una ceja. —Mmm… Bueno, admito que me dejé llevar demasiado. Tal vez quieres que estemos… Completamente desnudos. —Libera un gruñido.

—Es… Es que tú… Siempre "me lo haces" con la boca. Y yo sólo lo he hecho una vez. —Serena trata de no temblar de los nervios y la pena, siente que va a desfallecer por el ardor en la cara.

—Jmjmjm… ¿Quieres chuparme Serena? —Vegeta lame el interior de su muslo, trata de resistir un par de minutos al exquisito y obsceno olor de la vagina de Serena.

Su vista queda pegada a ésa mirada negra y perversa, su lengua dejando un camino de saliva. —Qué arrogante eres. —Lo atrapa del rostro, lo tironea para besarlo. Voltea la posición y queda ella arriba. Parpadea grande a la mesita de noche. Vegeta enmarcó su tarjeta de contactos, lo mira a los ojos. —Ve… Vegeta. —Conmocionada, toma el cuadro, abre la mirada.

—Mmm, te dije que iba a enmarcarla. —Muerde sus labios con deseo. Después de esperar tanto, al fin la tiene montada a su cuerpo—Era mi consuelo cada mañana al despertar en ésta lejanía… —Vegeta desarma el cabello trenzado de Serena. Le encanta la cortina dorada que cae desde sus hombros. Ella va desprendiendo su camisa, besa sus pectorales. La ve bajando, muy lento, mientras quitan la ropa que les queda. Con un guiño muy pícaro, la ve tomar su erección y lamerlo, desde la base a la punta. —Oh sí… —Vegeta se derrite ante las sensaciones. Sostiene la melena de Serena, muy suave le da caricias. Otra lamida más, junto a un masaje firme hacia abajo, dejando su punta inflamada completamente expuesta.

Serena humedece sus labios, ver ésas gotas salir de su glande, hace que su garganta largue un quejido de deseo. Lo mete en la boca, deja una succión larga y vuelve a engullirlo. Su sabor es salino, pero suave, su carne es caliente, le encanta cómo laten sus venas contra la lengua. —Mmm… —Lo suelta con una succión fuerte, dejándolo saltar de un lado al otro, muy alegre. — ¡Aaah!

— ¡Ven aquí! —Vegeta la atrapa y la sienta sobre su rostro. —Yo también quiero… —Le da una lamida intensa, la siente temblar completa. Dibuja círculos con la lengua sobre su clítoris, tan duro como su polla.

— ¡Mmh, sí! ¡Oh!—Serena se tira hacia adelante, el miembro de Vegeta está contra su rostro. Vuelve a estimularlo, en tanto la lengua y los dedos de Vegeta están a nada de dejarla en el abismo. Regula la respiración, se ayuda con sus manos. Lo chupa con avidez, se siente tan cerca. Los dedos de Vegeta se doblan, masajean fuerte ése área rugosa y sensible dentro de ella. —Vegeta, ah…Me vengo. —Presiona los labios, toma aire y empieza a engullirlo cada vez más y más profundo en su garganta. Su saliva escurre sin cesar. Empieza a ver cómo palpitan sus testículos hasta su glande.

Vegeta sostiene un poco más su eyaculación. —Voy a correrme, si quieres alejarte. —Sus ojos quedan en blanco, su punta toca el fondo de la garganta de Serena, confirmándole que quiere beberlo. Sus dedos son aprisionados en su carne, masajea con más fuerza, abre su boca para recibir su orgasmo femenino. Acallan sus gritos, vibran contra la carne de sus sexos. Agitados, se recuestan en las almohadas, sus cuerpos suben y bajan. —Ah, maldita sea, se sintió fantástico. —Jadea entre palabras.

Serena se ríe un poco, traga con ganas. Le parece muy obscena la sensación del líquido caliente llenándola. —Lo hice mejor. —Se felicita así misma por no perder el aire.

—Jajaja. —Vegeta larga una risita suave, la toma del brazo y la recuesta sobre su pecho. —Tan bien, increíble y fantástico como siempre. —Ella le frunce el ceño, muy incrédula. —Grrr… Voy a preguntarle personalmente a ésa "terapeuta": ¿Por qué no te ha tratado tu baja autoestima?

—Al fin que puedes pasar una hora ininterrumpida, hablando de tu egocéntrico trasero ¿No vas a hacerlo? —Serena lo mira a los ojos. —Qué raro eres, Jajaja.

—Grrr… Mujer… —Justo que Vegeta iba a rodar con ella en la cama y hacer el segundo acto, se escucha unos rasguños en la puerta y un maullido hambriento. — ¡¿Qué clase de gato eres que no sales a cazar?!

—Sshhhtt ¡Deja de gritar! —Serena lo regaña y le da una palmadita en la cabeza. —Pobre gatito… —Habla frunciendo la boca. Se levanta y busca la camisa y el bóxer que le quitó a Vegeta.

—Mmm… ¿Tendremos la misma talla de trasero? —Vegeta se guarda ésa sexy escena. — ¿Qué dices si comemos algo y después nos duchamos?

Serena lo ve ponerse un pantalón, y se avergüenza por ése comentario. —Per-Perdóname, hicimos lo que hicimos, estuve trabajando todo el día. —Se cubre su rostro, que se derrite de la pena. —Ni siquiera me lavé ahí antes de…

Vegeta la toma de las muñecas, sostiene su mentón, muy posesivo la obliga a verlo. —Me encanta saborearte de diferentes maneras. Y parece que mientras más obsceno el escenario, más te mojas. —Se acerca a capturar su boca, en tanto la tiene conmocionada por lo que le dice. Y es suficiente para que los dos empiecen a rendirse por el beso, a que sus cuerpos se sientan flácidos y cayendo uno contra el otro. Los pezones de Serena, están tan duros que pican sus pectorales. La toma del trasero para presionarla y que sienta lo dura que ya tiene la polla.

Miiiaaauuu…

Tama insiste, Vegeta gruñe y es Serena quien se escapa del momento. Va muy risueña a atender al pequeño felino. Los dos se dan cuenta, que hasta los momentos más simples; alimentar al gato, cocinar, charlar del trabajo, los llena de calidez, porque están uno junto al otro.

Ése Tama me lo imaginé diciendo: "Primero me alimenta ¡Cochinos degenerados!" XD ¡Hasta el próximo viernes!

Saluditos…

Alexandraaa417: Jajaja, mira no sé si Rei sabe bien del "milagro", pero lo tuvo en sus manos y padre cielo que estás en lo nuestro XD Si así está el tigre caminando en la selva, que Dios nos ampare cuando salga de cacería Jajaja. Éstos celos me hacen daño, me enloqueceeenn! Vegeta canta a todo pulmón, quiere abrazarla, besarla… Y darle toda, toda su ternuraaa-jaaa XD Sí soy. Faltan un par de encuentros cercanos más y nos ponemos en situación para ése evento, muuuaajajajaja. Muchas gracias por tu rw, un beso grande mi cielaaaa!

Nita-chan84: Muaaajajaja, soy pura maldad. Ahí la Rei metiéndole mano a los dones de nuestro señor. Pues así sí. El ReiDitz es trabajoso, y siempre debe haber peleas con orgullos que choquen bien fogosos… Con resultados seppsuales obviamente. Y así el Raditz "I'll be back…" porque el que avisa no es traidor, así estira bien las piernas querida, porque no las usarás en un tiempo. La Usagi estilo: "Ay, cosita…" en cada intento de Vergeta de querer hacer su santo capricho XD Y ésta vez ganó, pero… ¿A qué precio? Jajaja. Bien manita larga el Kakarotto aquí, es obvio que así no se conquista a la Milk ¡Ja! Puede con todas, menos con ella ¿Y ella? ¿Le pasará algo parecido? Hmmm… Y Mina, ay, ay… Mina ¿Podrá ablandar al Legendario con alguna técnica secreta? :v Y el BardLita, a prepararse porque nos va a arrebatar el aliento hasta la garganta… Muchas gracias por tu tiempo y tu rw. Un beso grande.

OhaioIzumikun: Serena así en pro, me da ganas de trabajar hasta a mí, Jajaja. Pero nop, tengo que seguir el fic :v Así pintándose las uñas la Señora mientras te deja escribir tu queja XD Broly quizás reciba ayuda extra, Vegeta hay que monitorearlo de cerca, porque tampoco es la santa paciencia. Discusión entre Sena y Milk, no lo creo, pero sí ciertas tensiones, unos tira y afloja en ésos triángulos ¬¬ Pues claro el Don Tósico, siempre ahí haciendo su gracia, atrevido. Aquí ya no sé qué más podría hacer Raditz, sí te aseguro a una mujer le encanta ver ahí al hombre en plenos trabajos manuales e imaginarnos ésas habilidades dactilares en nuestras cuerpasss así tooo zabrotzo XD. Sí soy. Una brazo virtual grande. Muchas gracias por tu tiempo.