Lala Lulu: Hola! Sé que muchos quedaron ansiosos por saber qué pasó con los viejos zabrozos. Pero primero veremos la gran ausencia del lugar Jejeje la Sestuna ¿Vieja zabroza? ¿O madura caliente? :v Soy telible XD Las dudas de Kakarotto, de Milk, sus miedos, pero la rikura siempre gana aquí Jejeje. Después sí, a puro viejo zabrozo sin piedad y todo motorrrr. Jajaja ¡Luz verde y a leer!

¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!

No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…

"Un gesto, una señal

Una sonrisa, un aviso, un saludo casual

Una oportunidad

Una balada que juntos podamos bailar, conocernos mejor

Esta noche tú y yo

Te pido (hoy) una Luz verde para amar

A gran velocidad, con sentimiento

Tan solo una señal, la posibilidad

Es todo lo que yo quiero (quiero)

Un "hola ¿cómo estás?"

Un rato a solas, un beso y volverte a besar

Una inyección de amor

Una promesa, un gemido que te haga estallar

Conocernos mejor, esta noche tú y yo" Luz Verde, Canción de Luis Miguel.

Capítulo 23

Mientras todos estaban ocupados con la parrillada, Diecisiete tiró su carta de "no tengo tiempo" y ya. Así de cortante. La ocasión es sencilla, un café. Tan solo un simple café aceptó.

—Vas, tomas el café y te vas. —En su casa, Setsuna se hablaba en el reflejo. — ¿De qué te convences? ¿De qué tienes miedo? Ppfff, es un mocoso engreído. —Hace gesto de hastío, se mira al espejo. Se toca las mejillas, mira su cabello. Nunca fue vanidosa, pero le preocupa. —Rízate las pestaña y nada más, no le envíes señales de que te importa. —Piensa en ponerse ropa informal, zapatos o botas bajas. Revisa de nuevo su teléfono, el hilo de la conversación con el susodicho. Ayer…

De: Setsuna

Un café, en un lugar público. Solo hablar.

De: Diecisiete

Hola. Buenos días ¿Cómo has estado?

De: Setsuna

Acepto el café, solo mañana. Dime la hora.

De: Diecisiete

¡Oh, perdóname! Qué grosero que soy ¿Anoche dormimos juntos? Debe ser por eso que no me saludas. Yo que creía que era un sueño. Déjame decirte que estuviste maravillosa, fue una follada tan intensa, todavía me duele la cadera.

De: Setsuna

La verdad que tú falta de tacto respecto a intimar me acaba de hacer cambiar de opinión. Adiós.

De: Diecisiete

Jajajajaja ¿Y el tuyo? Ni siquiera un hola ¿Dormimos juntos? Tal vez no quieres admitir que nos encontramos oníricamente. Pero no te preocupes, fuiste igual de ruda conmigo en mis sueños.

De: Setsuna

Sólo dime una hora y ya.

De: Diecisiete

Luego de almorzar entonces, un café.

De: Setsuna

Bien. Te envío la dirección. Gracias.

Setsuna releía, se enrojecía de ira y de otras emociones que no va a admitir. Ata su cabello en una cola alta, revisa todo en su cartera.

Diecisiete baja del auto, acomoda sus mangas y sube al ascensor. No le sorprende que la Doctora Meiō tenga éste departamento, en este edificio tan lujoso. —Es una gran profesional después de todo… —Sí, hizo un poco de investigación. Recibida con honores, varias especializaciones en el extranjero. Pero es el lado íntimo lo que le interesa, eso sí que es un misterio. Camina por el pasillo y antes de que toque la puerta, ésta se abre y lo azota con el aire que arrastra. —Hola…

Setsuna sentía que su ansiedad le ganaba, iba a revisar el pasillo antes de irse, abre la puerta y ahí estaba. —Hola. —Mira la hora. —Llegas temprano. —Lo observa y se sorprende gratamente. Traje, zapatos bien pulidos, sin corbata y su cabello atado. Piensa en que lo prefiere suelto, cierra los ojos y sacude un poco la cabeza.

Diecisiete miraba su reloj. —Sí, lo intenté. Sin embargo, mi ansiedad ganó el tira y afloja. —Da unas risitas. —Te ves hermosa, así informal y también elegante.

—Gracias. —Traga saliva, se acomoda un mechón de cabello imaginario detrás de su oreja.

— ¿Vamos? —Diecisiete pregunta tranquilo, para él, ella ya no necesita nada más.

—Sí. —Setsuna se endereza, se estira para manotear una chaqueta. Esconde el rostro detrás de la puerta unos segundos y respira hondo. —"Basta, no eres una niña ¡Por Dios!"—Sale y camina mirando adelante.

Diecisiete pone las manos en sus bolsillos, camina a la par. Mira abajo. —Je, creí que te vería con zapatos altos. Te quedan muy bien. —Trata de calcular cuánto más alta es ella respecto a él.

Setsuna se concentra en un punto al horizonte, nunca fue tan largo el tramo desde su puerta al ascensor. —Me vería demasiado alta ¿No te intimida?

Diecisiete niega con la cabeza. —Para nada, los tacones estilizan tus piernas. —Muerde el interior de su mejilla, en un intento de reprimir las imágenes de Setsuna enredando sus piernas al cuello y quitándole el aire. —Ejem. Me gusta cómo te quedan ésas botas. Si es por comodidad, no tengo objeciones, pero si es para "quedar a mi altura"; no es necesario. Aquí lo importante es que te sientas a gusto y atractiva.

Setsuna presiona los labios ¿Qué debe responder a eso? Sonó tan sincero, no había ni una pizca de arrogancia. Se limita a asentir suave, acerca su mano al botón del ascensor y choca con sus dedos.

—Jaja, por favor, permíteme. —Diecisiete aprieta el botón, la deja pasar primero.

Setsuna esconde su mano, la entrelaza detrás y se mete al ascensor. Frunce el ceño al darse cuenta que están encerrados, solos, en un espacio reducido. La puerta se cierra, ruega que alguien se meta en los pisos siguientes y nada. Espía por el rabillo del ojo, se da cuenta que él tiene su mirada clavada en ella a través del reflejo del ascensor.

Diecisiete intenta sostener sus riendas, pero no puede evitar verla y darse cuenta que es humana después de todo. —No voy a tocarte. —Se voltea a verla, su mirada púrpura se frunce.

—Yo… No dije nada. —Setsuna queda conectada a ésos ojos azules, que a pesar de verse celestiales, la hacen sentir acorralada y a merced del peligro.

El ambiente se siente cargado, el empuje del ascensor presiona sus entrañas. Los dos presionan sus manos, como sosteniendo sus riendas con todas las fuerzas de su voluntad. El ascensor sigue su descenso, el aire se sigue cargando de humedad y el calor que corre por sus venas. La puerta doble se abre, al fin se permiten respirar.

—"¡Maldita mierda!"—Diecisiete se golpea mentalmente ¿Cómo va a hacer ahora para no contradecirse? —"¡Contrólate, no la toques si no te da permiso!"—Presiona los dientes, su polla traidora hace acto de presencia.

Setsuna está en piloto automático, camina hasta el auto, tratando de que no se noten sus piernas flácidas. —"¿Me… Me acabo de mojar?"—Carajo, su rostro arde tanto que duele.

Rodea el auto antes de subir. —"De acuerdo, debes colaborar… Por favor enfríate…"—Negocia con su erección, cuenta hasta diez y se sube. —Bien, hay una cafetería cerca o prefieres una en particular.

—Eh, más adelante, a unas calles de aquí hay una cafetería donde me gusta pasar.

Diecisiete sonríe de lado ante la idea de ir a un lugar que ella prefiere. Sigue sus indicaciones. Una cafetería pequeña, en una esquina, con pequeñas mesas y ventanas vidriadas. Baja rápido del auto al ver que ella quiere salir sin que él le abra la puerta. Hace un ademán, muy caballeroso la acompaña y la deja elegir una mesa. Corre su silla y se sienta frente a ella.

—Gracias, muy amable. —Setsuna le habla con sinceridad.

—Jeje, sí. Sabes que, eres más amable en persona que por mensaje. —Diecisiete levanta las cejas y niega mientras abre el menú.

—Hmp. —Setsuna se pone seria, abre y elige rápido algo para tomar. —Bueno, aquí estoy.

—Jaja, pues a ver ¿Por dónde puedo empezar? —Diecisiete entrelaza sus dedos, apoya su mentón, se acerca un poco a ella. Su vista viaja de arriba, abajo y de nuevo a ésos ojos púrpura llenos de rechazo. —Soy hermano mellizo de Dieciocho. Y si bien no me has preguntado el porqué de nuestros nombres, te lo voy a decir. —Deja a la mesera servirles el café. —Nuestros padres, eran científicos, especialistas en robótica. Y como padres, en verdad eran buenos científicos. Jaja. De niño solo recuerdo sus monitoreos, diferentes pruebas, rompecabezas, laberintos. —Lo cuenta con una sonrisa. — Éramos un proyecto más para ellos. La pasamos muy mal.

—No parece haberte afectado. —Setsuna lo escucha con atención. Lo ve dibujar una sonrisa, con la mirada melancólica.

—Digamos que estoy en paz con eso. —Toma el frasco de miel y vierte una cucharada en su café. —Cumplimos la mayoría de edad y nos fuimos.

— ¿Ya no te hablas con ellos?

—Jajaja, tendría que hacerlo con una Ouija. —Diecisiete bromea, siente que ésa pregunta salió de ella con honestidad, sin ninguna intención analítica. —Hubo un accidente en su laboratorio, un desperfecto eléctrico. Mi hermana y yo estábamos en la Universidad… —Se encoge de hombros.

—Lo siento. —Setsuna acerca su mano inconscientemente, lo toca para consolarlo.

Él mira su mano, ése toque lleno de tibieza y comprensión, levanta su mirada haciéndoselo notar. Ella aleja la mano de un saltito. —Te lo repito; no me afecta. Los he perdonado, no significa que los haya querido. Simplemente mi hermana y yo nos dimos cuenta que la genética es un azar. Lo que uno hace es lo que cuenta, llega un tiempo límite para echarles la culpa a nuestros padres de nuestros fracasos. Hay que madurar y ser responsables de nuestras vidas.

—Hmp. —Setsuna bebe el café, no puede quitarle la vista de encima. En parte porque lo comprende y en parte, porque la sorprende, se ve que no es una actuación para hacerse el superado. —Supongo que lo justo es que yo te cuente sobre mí. —La risita socarrona del muchacho la confunde.

—Sólo si quieres. —Diecisiete se recuesta en su silla, mira de lado afuera, los árboles y el sol.

Setsuna bebe su café. —Bueno, fui hija única. Padres de una familia tradicional, muy amorosos de verdad. —Hace una mueca de sonrisa. —Siempre me apoyaron en mi carrera, no me puedo quejar. —Observa su mano izquierda. —Siempre fui de relaciones serias, así que solo tuve un par de novios y un prometido al final de la universidad.

— ¿Qué sucedió? —Diecisiete la escucha relajado. La ve ahí, sentada tan recta, hablando sin titubeos, tan madura. Hasta le parece una dama de otra época y eso lo hace imaginarla en escenarios mucho más poéticos y hasta eróticos. Observa esos labios rozando el borde de la taza.

—Elegí mi carrera. He viajado, hecho conferencias y varias especializaciones en el extranjero. —Setsuna escanea sus manos, se mira en el reflejo del vidrio. El tiempo ha pasado y no la ha perdonado, ya no ve ni la chispa de aquella muchacha llena de ilusiones que fue alguna vez. —"Debe ser por eso que me hice amiga de Serena. Jaja, ésa mujercita está llena de luz. Me recuerda un poco a cuando era joven…"

—Sigues siendo joven. —Diecisiete le habla, la ve asombrarse por su comentario. —Me refiero a que, me impresiona ver una mujer tan joven y con tanta experiencia. —Ella gira los ojos al techo. —Lo digo en serio. Yo tan solo he salido de la Universidad de Ingeniería, después conseguí un par de trabajos en una fábrica de autos, luego la Empresa Cápsula. Los únicos lugares que he conocido, han sido viajando con la Empresa Cápsula. Y novias, pues… —Diecisiete menea su cabeza de un lado al otro. —Solo un par y hace tiempo…

—Jajaja, sí, claro. —Setsuna niega, baja la cabeza y pasa las palmas por sus mejillas para enfriarlas.

—Déjame confesarte, y te doy permiso de que ahora sí me trates como un mocoso ingenuo. —Diecisiete habla con tono de advertencia. —Tengo la estúpida creencia, de que solo vale la pena estar cerca de una mujer única y exclusivamente si me enamoro profundamente de ella. El apetito vacío de la lujuria, lo conozco, pero me parece tan, pero tan rebajado ceder a ello.

Los ojos de Setsuna se abren, se agitan. —No puedo creerte ¿Quieres decirme que a diferencia de los demás hombres o jóvenes que están rodeados de tu entorno nunca has caído en la tentación?

—Pues, se veía divertido. —Diecisiete es honesto, rechista de lado. —Pero ¿Y después? Ver a Vegeta, a Raditz o al mismo Kakarotto, ir y venir con mujeres y al otro día verlos tan vacíos y aburridos. Debe ser como comer cenizas, no hacía ni hace falta que yo lo pruebe, cuando veo el error de otros de primera mano. —Diecisiete bebe su café, mira la taza. —Y el tiempo me ha dado la razón, veo a Vegeta interesado verdaderamente en una mujer y disfrutando con ella, no solo la cama. Hoy Vegeta realizó una reunión en su casa y no solo la típica de hombres, también Serena y varias de sus amigas con las que trata ahora. Lo siento ¿Cómo decirlo? Menos solo…

Setsuna pide otro café, no hay escapatoria, debe admitirlo. —Tienes razón y me alegra. Has revertido mis expectativas.

— ¿Y tú? ¿Nunca has caído bajo la tentación? —Los ojos de Diecisiete se llenan de malicia. — ¿Deseo, lujuria?

La voz masculina entra como seda a su oído, suave y grave. No quiere bajar la mirada, por miedo de que vea lo que la está afectando. Al mismo tiempo siente que más lo mira, más se conecta con él. —Supongo que considero todo eso tan inmoral como tú.

—Jajaja, nunca dije que fuera inmoral sentirlo, pero sí expresarlo con cualquiera que se cruce. Es tan promiscuo y sin sentido. —Diecisiete sigue entre risas, es sincero, porque quiere que lo conozca de verdad.

—Eres tan raro, haces que me sea difícil no creer que esto es toda una actuación, un engaño.

—Ppfff, ni te cuento como la pasé en la Secundaria, la Preparatoria o la Universidad. —Niega con la cabeza, pone los ojos en blanco recordando. —Siempre me decían que era un amargado o un santurrón. Siempre aislado de los grupos o fiestas populares. Tuve que aprender a defenderme, estudié judo en las escuelas que tenía Ox Satán, de ahí que me crucé con la Corporación Cápsula y bueno, los simios que ya conoces. Jajaja. —La escucha dar unas risas con él, cruza sus brazos arriba de la mesa. —A ver, dime ¿Te sorprendo tanto?—Los ojos de Diecisiete brillan mientras queda en silencio para oír su respuesta.

Setsuna pone una mano en su boca, tratando de no ser tan expresiva. —Está bien, siendo honesta; no creí que vendrías vestido así. Por lo general los muchachos de ahora, no usan los trajes así. —Señala abajo a sus zapatos. —Los usan cortos y los zapatos sin medias. —Lo escucha reírse y darle la razón. — ¿Yo te sorprendí?

—Sí, me sorprendes a cada segundo. —Diecisiete se recuesta en la silla. —No puedo creer que estés sola, pero sí puedo entender el porqué, ahora que te conozco. A primera vista me deslumbraste y lo sigues haciendo. Eres una mujer, tan mujer que… —Diecisiete siente que se le traban las palabras, su corazón aceleró sin darse cuenta. Pasa una mano por su boca y recorre la línea de su mandíbula.

Setsuna larga una risita, resopla arriba. No oculta su rubor ni evade las miradas que Diecisiete le regala. Siguen hablando de viajes, carreras, coches y hasta motores. Admite para sus adentros que escucharlo hablar de autos y sistemas eléctricos lo hace ver tan centrado y varonil. Le da algo de pena, el saber que alquiló un carro solo para pasar a buscarla. —… No debiste alquilar algo tan lujoso.

—Es un Audi, son líderes en seguridad al conducir. —Diecisiete le explica. —Darte un transporte seguro, fue mi prioridad.

De acuerdo, todo parece honesto y le gusta cada vez más dejarse llevar por la conversación ¿Hace cuánto no aceptaba halagos? En especial de un hombre tan guapo. —"Sí, lo admito. Es endemoniadamente guapo."

El tiempo se diluye como si nada, Diecisiete ya pensaba en una segunda cita. —La próxima, podemos tener una cena o salir a pasear a algún parque.

Setsuna asiente, presiona los labios. Se subían al auto y ajustaba su cinturón. Observa a Diecisiete acomodarse, ajustar su cinturón y acomodándose de nuevo su cabello atado. —Me gusta tu cabello suel… —Acerca su mano, impidiendo que siga juntando su corta melena negra.

Sus dedos rozan los de él, rápidamente se queda viéndola, antes de que aleje su mano se la sostiene. —Setsuna… —Suspira y comienza a acercarse.

En un segundo, Setsuna duda, presiona los labios y está por alejarse. Es tomada de la nuca y de un empuje su boca se une con la de él.

Diecisiete no iba a permitir sus dudas, porque después de todo, está aquí para borrarlas. De un impulso la empuja hacia él para darle un beso. Sus labios conectados, los ojos de ambos en sorpresa, empiezan a cerrarse. El calor, la suavidad, mezclado con emoción y sus corazones latiendo fuerte.

Setsuna está nerviosa, no podía seguir viéndolo, cierra los ojos. Las sensaciones la acaloran, siente una primera succión y movimiento contra su boca. Su orgullo, sus escrúpulos son una barrera a la que está tan acostumbrada; se aferra a ella con uñas y dientes ¿Pero por qué?

Si bien sus labios realzan tibieza, sus acciones parecen de indiferencia. Diecisiete ya no insiste, se aleja de a poco. —Per-Perdóname… —En voz baja, traga saliva e intenta recuperar su centro.

—Perdóname a mí… Es que ha pasado el tiempo. —Setsuna procesa en un instante. Diez años ¡Diez malditos años sin sentirse así piel con piel! Estira sus manos, las entrelaza en la nuca de Diecisiete y lo besa.

Un quejido sale de su boca y lo siguiente, los labios de Setsuna moviéndose contra los suyos de forma activa. Acerca su mano, la toma del cuello y cambia de ángulo para seguir besándola, aumenta las succiones.

¿Qué logra con esto? ¡Basta, es un error! Sus dudas y temores no logran cruzar y hacer mella a lo que Setsuna siente. Está sintiendo, como hace tiempo no lo hacía. Separan el beso, su boca podía dar mucho más. Su sangre parece concentrarse en un solo punto, siente su clítoris inflamado. Ya no recuerda hace cuanto quiere y desea tener sexo.

No dice nada más, respira hondo y enciende el auto. Ni siquiera se preocupa por ocultar su erección. Trata de pensar, si le conviene dejarse llevar o ser prudente. —"¿Cómo va a seguir viéndome como un hombre que vale la pena si lo único que quiero es tirarla en el asiento trasero y meterme en ella?"—Gruñe para sus adentros, tratando de reprimir sus impulsos primitivos.

Sus ojos arden, hay silencio y ni siquiera se miran al bajar del auto. Él la acompaña a su casa. La puerta del ascensor se abre, por suerte un par de personas subían. Creyeron que eso inhibiría sus deseos, pero todo lo contrario, hacían la espera una tortura y solo se aceleraba su respiración. Están hombro con hombro, ésas personas se bajan. El aire fresco logra colarse, las puertas dobles se cierran y se consumen en el calor de un abrazo. Con la boca abierta se buscan y unen sus lenguas. Se despeinan, escuchan el ascensor abrirse. Por mero pudor Diecisiete espía con un ojo por testigos, da un paso y siguen por el pasillo solitario.

Como una parada en los Pits, en toda la acción, Diecisiete toma riendas unos segundos. —Yo comprendo si quieres dejarlo aquí. Yo no pretendo nada más. —Habla acelerado, mira los labios inflamados de la mujer, sus ojos púrpura dilatados. Todo es señal de que lo acepta, pero necesita algo más que un impulso.

Setsuna conecta su mirada a ésos ojos azules que la devoran con deseo, mientras él espera una especie de respuesta, baja con suaves besos por su cuello. Trata de hablar en medio de sus anhelos. —Es que… Hace como diez años que ningún hombre me toca y…—Traga saliva, siente sus manos subiendo por la espalda y se eriza de pies a cabeza. —Te-Temo decepcionar-¡Mmh!

Diecisiete acalla sus dudas de nuevo, con un beso y presionando su erección contra ella. Baja hasta agarrarla del trasero. —No te voy a permitir que dudes de tus instintos de mujer.

Sus instintito, sus impulsos. Qué pecado tan soberbio de parte de ella, el creerse superior al no ceder, al acallar todo eso en su interior. Siempre jactándose de ser racional, de medir todo según lo que ha estudiado de la conducta humana. Se da cuenta que se había olvidado exactamente de eso, de ser humana, de permitirse ser de carne y hueso. Escucha a su conciencia sisearle hipócrita, ya que es exactamente el lado humano; lleno de falencias y virtudes, el que siempre insiste a sus pacientes que deben aceptar.

Entran casi a los tropiezos, entre besos que arrebatan el aire y manos que de a poco arrebatan sus ropas. Con su camiseta por arriba de sus pechos y sus jeans a medio quitar; Diecisiete la empuja con su rodilla y la deja rebotar sobre la cama. —Haaa, ca-ra-joooo… —Lo dice con los dientes apretados, como si se odiara, y así siente, que se odia por no poder resistirse a la hermosa figura de ésta mujer. —Espero yo no decepcionarte. —Se sube a horcajadas de ella, desprende su camisa.

Setsuna agranda su mirada, presiona su puño mientras lo ve desprender uno a uno los botones blancos de su camisa negra. —"Que me lleve el Diablo al maldito infierno."—Presiona su mandíbula, un cuerpo escultural se descubre frente a sus ojos. Tiene el impulso de encogerse, no obstante, él se inclina y mantiene sus brazos arriba mientras quita completamente su camiseta.

—Qué bello cuerpo, terso, suave… —Diecisiete empieza a bajar con besos, de un tirón le quita los jeans a Setsuna.

¡Pues qué bien que así lo vea! Porque entrena duro y se esfuerza en mantener su figura. Su vista baja a su propio abdomen, está plano y el de Diecisiete resalta con abdominales. Por debajo de su ombligo unos vellos resaltan y sus venas en el borde de su bóxer. Con agilidad, observa como desprende su cinturón y el botón de su pantalón.

Diecisiete sigue su mirada, la luz del atardecer entra por la ventana, hace brillar el cabello y la piel canela de la mujer. Los hombros de Diecisiete suben y bajan por la agitación. Mira los montes de Setsuna, cubiertos por su brasier, subiendo y bajando también. —Si quieres que me detenga… —Su voz se enronquece mientras deja caer sus pantalones y su bóxer al suelo. —Ahora es el momento.

Casi por instinto, voltea la mirada y una mano cubre su entrepierna, por encima de sus bragas. —Tengo condones en…—Voltea el rostro y señala su mesita de noche.

—Jmjmjm. Yo también traje, pero… —Mete sus dedos en la boca. —Las damas primero. —Su mano libre se mete entre ella y el colchón. Busca el gancho de su brasier y lo desprende.

Setsuna se asombra de su agilidad, curva su espalda, ansiosa de darle su pecho. — ¡Aa-ah!—Su gemido se entrecorta, se cubre la boca sin querer. Al mismo tiempo que él chupa su pezón, corre sus bragas para masajear su clítoris. Sus dedos húmedos dibujan círculos, al igual que su lengua sobre su pezón.

Su piel tan tersa, fría al primer contacto y caliente al estímulo. —"Huele a flores. Su sabor es difícil de explicar, es refrescante…"—Diecisiete, suelta su pezón y va al otro. Siente sus dedos mojarse con sus fluidos femeninos.

Setsuna se aferra a las sábanas, su cuerpo se retuerce, no puede resistirse al placer. Siente en su muslo, su miembro inflamado. —"¿Por qué me da tanta pena? Me siento ridículamente tímida." —Trata de verlo a los ojos, ahí lo enfoca. Está enrojecido, excitado mientras la estimula. No se ve vulnerable, sino seguro y confiado de saber sus puntos débiles. —"De acuerdo, tal vez lo subestimé."—Con acciones, debe tragarse sus primeras impresiones. —Oh Santo Cielo. —Gime al sentir sus dedos dentro de ella.

Diecisiete hace un pequeño giro con sus dedos, el interior de la mujer está caliente y se retuerce con ansias. Apoya la cabeza sobre la línea de su clavícula, exhala y baja los hombros. —Estás tan lista ¿Qué más puedo hacer? Eres irresistible. —Pone una rodilla entre sus piernas, se las separa. Atrapa de manera muy poco decorosa sus bragas, casi enredando los bordados con sus dedos. La hace volar a un lado, se arrodilla entre sus piernas, acaricia desde sus tobillos hasta apretar sus muslos.

Sus dedos peinando su piel, aumenta la expectativa y su ansiedad mezclada con lujuria, solo la agitan y la hacen sudar. —No suelo hacer esto… —Setsuna siente que debe justificarse, hasta se siente ridícula haciéndolo. —Nunca en la primera cita.

Diecisiete afila su mirada. —Haces que me sienta especial. —Abre un sobre platinado, la ve agrandar su mirada, siente que tiembla. —Si me dices basta, yo me detengo. —Se relame ante la vista; sus piernas abiertas, su vientre, su ombligo, sus pechos agitando sus pezones con su respiración acelerada. Su mirada se conecta a ésos ojos púrpura, llenos de deseo. Se inclina, acomoda su cadera.

Las líneas de sus músculos se mueven, demarcadas por la luz del atardecer. Esos ojos celestes son su perdición, llenos de deseo no dejan de verla en detalle, y ésa boca que besa sus labios con pasión. Siente su piel siendo marcada por cada caricia entre sus dedos callosos. No hay vuelta atrás, lo quiere, lo desea dentro de ella. Eleva sus rodillas para darle mejor acceso, sus palabras no pueden salir entre gemidos, así que mejor que decir, será hacer. —Aaah…—El primer empuje se hace paso en su carne, cierra los ojos, es casi doloroso, hacía tiempo que no la penetraban.

— ¡Mmh! Me aprietas. —Diecisiete dice, casi como una queja, más se empuja dentro de ella más alto gime, es demasiado placentero. —Iré despacio. —Se lo dice en verdad así mismo, las uñas de Setsuna se clavan en su espalda, le pide más y se lo da hasta el fondo.

Siente la base de su pene, su interior se agita hasta su ombligo. No puede resistirse, empiezan a agitar sus caderas juntos. Él es fuerte y más potente de lo que esperó, no sabe en qué momento sus empujes la dejaron con la cabeza acomodada en las almohadas. Con mucha agilidad, la presiona de los muslos, levanta su trasero. Golpea hasta el fondo, todo su cuerpo se agita, pero después una ola de calma se hace presente. Diecisiete demarca los lados de su cuerpo con caricias, masajea sus pechos, deja besos en sus pezones. —Diecisiete… —Limpia el sudor de su frente, peina sus mechones negros hacia atrás y se unen con un beso, se entrelazan y siguen entregándose a sus deseos, dejando que sus instintos sacien la sed de sus cuerpos.

Cuando todos se separaban, luego de la reunión, Lita daba sus excusas. Sí, después de todo lo que les ha pasado, sonaba a excusas. Se va con Bardock, camina con las manos en los bolsillos, sonríe sin parar.

Doblan la esquina, Bardock se siente como un jovencito tonto, con las manos en los bolsillos, mira de reojo a Lita, tan hermosa, con sus rizos castaños y ésos ojos verdes que brillan junto a su sonrisa.

Entraban a la casa. — ¿Y Saiya? —Lita sonríe y lo sigue.

—Ah, debe estar en el patio. —Bardock atraviesa la sala y abre la puerta corrediza que da al jardín. — ¡Oye! —Se sobresalta al ver que la perra entra corriendo.

— ¡Hey, Hey! ¡Cuidado! —Lita casi es tacleada por la mascota, se agacha para acariciarla y abrazarla. — ¡Ya, ya! ¡Tranquila! Jajaja. —Lita queda sentada en el suelo.

Bardock larga unas carcajadas con ella, se agacha para estar con ellas. —Tranquila, va a hacerte mal tantas emociones. —Acaricia a la perra, sus manos rozan las manos de Lita. La cola de Saiya parece estar por agrietar el suelo de tanto agitarla.

—Oh, tan bonita. —Lita sonríe, sus ojos se conectan tímidamente con Bardock. La perra muerde la manga de su chaqueta y la tironea.

— ¿Quieres jugar un rato con ella? —Bardock le consulta, busca un par de pelotas de tenis.

—Sí, por supuesto. —Lita lo sigue al patio, lo toma de la mano. Se paran de un extremo al otro y se arrojan la pelota. La agilidad del animal está al máximo, salta hasta arriba y la atrapa.

Bardock se asombra, ni en los primeros años cuando la perra era una cachorra hacía eso. Piensa si calmarla un poco, demasiadas emociones pueden hacerle mal. Uno de los lados del patio, da acceso a unos escalones de piedra natural hasta la playa. Se quedan sentados en la cúspide de esos escalones, se ven las olas del mar agitarse. No es un espacio para estar en la arena, pero la vista no se desperdicia. Bardock se sienta y entre sus piernas, Lita se hace lugar y respira las sales de mar. El cabello de ambos vuela y se abrazan un poco.

Bardock presiona su mandíbula sobre la cabeza de Lita, se inclina un poco y huele su cabello. El aroma almendrado y a flores lo relajan. —Siempre tuve miedo de un nuevo inicio. —Le habla con suavidad. —Reprimí tanto mi sentir, durante tantos años solo veía por mis hijos. Tuve algún que otro encuentro casual con alguna mujer, pero temía perder de nuevo. Amé a Gine, con toda mi alma, no tenía tiempo para un duelo, tenía a Raditz y a Kakarotto con apenas un año.

—Eres buen padre. —Lita se lo dice, sube una mano por su brazo.

—Me haces dudar de eso, de todo, me quitas el sueño, la tranquilidad. —Bardock la ve girarse para verlo a los ojos. —Me quitas la razón, sacudiste las bases de una vida, que creí que había construido sobre roca. Me hiciste recordar lo que me hacía falta en mi vida. Gine siempre me decía, que no estaba arrepentida, porque créeme, cometimos muchos errores cuando éramos apenas unos mocosos de 16 años. Una de sus últimas palabras fue, que vivió una vida corta, pero llena de amor. Y ahora, aquí, contigo, solo quiero dártelo todo…—Sus ojos verdes quedan en sorpresa. —Estoy enamorado de ti Lita.

—Yo, Bardock. No te estoy pidiendo nada. —Lita contesta eso y se arrepiente. —"¡Diablos! ¡Tengo que decirle que también estoy enamorada!"—Toma aire y Bardock le tapa la boca.

—Ni falta hace, quiero hacerlo. —Frunce un poco el ceño. —Eres algo prohibido y sagrado. Un tormento y una bendición. —Habla en voz baja, la toma de las mejillas. —Te mentiría si te dijera que no me he sentido incómodo y hasta enfermo de celos. Y también sería mentira, si te dijera que ya no quiero sentir nada de esto. Quiero más…

Lita infla un poco sus mejillas, frunce el ceño algo enojada. —Pues, bueno, ya que hablamos con la verdad. Yo también te estaría mintiendo si no dijera, que también me has hecho sentir con tantos corajes y dolores de cabeza que cada vez que te veía solo quería golpearte. —Larga humo por la nariz de solo recordar. —Jamás un tipo me ha hecho tan bien y tan mal al mismo tiempo. —Le da un golpe de puño en el pecho. —Pero supongo, que estamos juntos a pesar de todo eso, porque estamos realmente enamorados.

—Queda un solo miedo dentro de mí. —Bardock se sincera. —Tengo, no solo un pasado, una familia, hijos… Temo que te sientas en la obligación. —Ahora es Lita quien le cierra la boca, pero de un beso.

—Bardock… —Lita separa lento su boca, habla con su frente pegada a la de él. —Todo eso que dices, es lo que me fascina de ti. Y mi miedo es… Que tú ya tienes la vida hecha y que una jovencita como yo, te haga sentir obligado a formalizar y no quieras.

—Jajaja. —Larga unas carcajadas casi histéricas, se endereza y tira la cabeza hacia atrás. La ve muy cabreada. —No te enojes, si a ti no te avergüenza que yo ya sea casi abuelo.

— ¡Claro que no! —Lita le hace frente, muy decidida presiona sus puños. —Bardock, estoy enamorada. Lo demás, son solo excusas o tonterías. Al igual que tú, quiero todo contigo.

— ¿Todo? —El tono de voz de Bardock baja varios tonos, pasa un dedo por el cuello de Lita. Se acerca, le deja un beso en la línea de su cuello, justo en el límite de su hombro.

Por suerte, la perra quedó agotada de tantas emociones. Al entrar bebe agua y salpica por todos lados. Bardock deja la cama de Saiya en la esquina de la sala, así se mete a solas con Lita en su habitación. Se arrojan directamente al colchón, sonríen y suspiran relajados. Todo lo que se querían decir, lo dijeron, confiaron el uno en el otro, en compartir sus miedos.

— ¿Seguro que vas a poder? —Lita pregunta de broma. —Creí que el peligro y lo prohibido te excitaban.

Bardock la encierra entre su cuerpo y el colchón, presiona la cadera y le frunce el ceño. — ¿Ah sí? ¿No me sientes? —La toma de la mano y se la deja sobre su bulto inflamado. —Ah Lita… — Ella presiona sus dedos.

—Tendré que corroborarlo personalmente. — Lita baja su bragueta, escabulle su mano dentro de su bóxer. —Bardock, eres tan grande… —Jadea, acaricia degustando su carne caliente. —Me pregunto porqué no fanfarroneas de ello.

—Jmjmjm, como en el Póker, si tienes una mano ganadora, no hace falta. —Bardock saca la lengua, lame desde su mentón a la punta de su nariz. Presiona su pecho, dejando sentir los senos de Lita contra él. Baja una mano y busca los bordes de su ropa.

La tarde cae, las ventanas entre abiertas agitan las cortinas y hacen bailar la luz de los rayos del sol. Lita sigue arriba de él, le da placer con la boca y Bardock también la hace gozar con la suya. Completamente desnudos, uno frente al sexo del otro, saboreándose de la manera más íntima y carnal.

La vagina de Lita, se ve tan inflamada, la saborea de arriba, abajo. La toma de los muslos para tener mejor acceso, pasa sus dedos, chupa su clítoris. Siente como se estremece completa y afianza su miembro en su boca.

Lita masajea el largo de su virilidad, su carne, como terciopelo caliente acaricia su paladar. Besa su punta sensible, provocándole espasmos. Es tan grande, apenas entra en su boca, su saliva escurre y lo usa para el masaje. Succiona con avidez, su sabor masculino es tan delicioso, quiere más. Acelera sus caricias. — ¡Nnh! ¡Bardock! —Toma aire, se siente cerca. Relame de nuevo sus labios y sigue chupándolo, lo lleva al límite con ella, se arrojan al precipicio. Los gritos de sus orgasmos, resuenan como jadeos contra sus genitales.

Se separan, ruedan un poco en la cama, retoman el aire. —Ay que rico. —Bardock dice agitado, pasa sus dedos por la comisura de su boca, para beber completo el orgasmo de Lita. Dibuja una sonrisa de lado.

Lita se recuesta, todavía siente los restos de semen en su boca. Se acomoda en el pecho de Bardock, le deja un beso en sus pectorales, sus finos dedos le acarician el rostro; delinea su cicatriz. Mira abajo, el pene de Bardock despertándose otra vez y dando saltos.

—Jeje, no le hagas caso. Retomemos el aire un poco. —Bardock la abraza, disfruta del contacto completo piel con piel. La siente agitada todavía.

Lita se ríe muy coqueta, se apoya sobre él y se sube a horcajadas. Suelta su cabello, dejando sus rizos castaños caer como cortina. Pasa sus dedos sobre los brazos de Bardock, sigue hasta su pecho, baja por sus abdominales. —Quiero seguir… —Dice como un pequeño cantito, se menea, frota su clítoris contra su glande.

Bardock muerde su labio inferior, que imagen tan tentadora. —Si quieres montar al toro… —Manotea una caja de condones, en el cajón de su mesita de noche. —Vas a tener que ajustar fuerte las riendas. —Abre el paquete, baja la funda. Levanta una ceja junto con ella. Su polla queda lista y alegre, agitándose de un lado al otro.

Lita retrocede su cadera, toma su polla, él la ayuda sosteniendo la base. —Aaaah… —Su voz queda prendida en un suspiro, abre un poco más sus piernas. Baja hasta quedar completamente unidos.

Bardock degusta cada detalle de ella uniéndose a su cuerpo. Su piel brillando de sudor, sus pezones endurecidos, su cabello revuelto y ésos ojos verdes llenos de lujuria. Pasa un dedo desde su clítoris, se queda dibujando círculos en su ombligo. —Llego hasta aquí… —Toca donde siente la punta de su polla dentro de ella. Le regala una mirada llena de lascivia, el interior de Lita se retuerce del gusto. —Nnh, sí.

Lita trata de sostenerse, presionando firme sus rodillas, se eleva y baja. — ¡Oh Dios! —El placer hace convulsionar su cuerpo, la tira hacia adelante.

Bardock la sostiene, entrelaza sus manos con ella, mueve su cadera, ayuda a seguir. —Lita, tu interior se siente bien. Ah, malditamente bien. —Gime y continúan moviéndose. — ¿Lo sientes Lita?

—Sí, tan bien… Delicioso. —Lita suspira, se aferra a las manos de Bardock.

Sí, cuando era un encuentro clandestino, un impulso prohibido había emoción. Pero ahora, los dos sienten que no se compara a la alegría de disfrutar juntos libremente. Sin secretos, mentiras o miedos.

Secretos y miedos, son las únicas explicaciones que Kakarotto procesa en su mente. —"¿Por qué otra razón estaríamos en ésta situación?" —Maneja, para en un semáforo y levanta una ceja, mira a Milk de lado.

Milk se siente apuñalada por la mirada de Kakarotto, rara vez él se pone así. Espía y él tiene una ceja levantada. — ¿Qué?

Kakarotto sacude su actitud, arranca el auto. —Nada, solo pienso. —Exhala y trata de no presionarla.

—Yo también estoy pensando, debes irte a tu casa, preparar todo. —Milk lo regaña con tono frío. Trata de ir alejándose de a poco. —Vamos a empezar a viajar.

— ¿Te sentiste muy incómoda en la reunión? —La escucha confundida. — ¿Es por eso tu mal humor?

—No estoy de mal humor. Sólo pienso en el trabajo. —Milk siente que detiene el motor, se desabrocha el cinturón y sale técnicamente corriendo.

— ¡Hey, Hey! —Kakarotto la persigue, pone su pie antes de que cierre la puerta. — ¡Auch! ¡MILK!

Milk mira abajo. — ¡Ay lo siento! —Se disculpa, pero también recuerda su propósito. — ¡Pero es tu culpa por andar siguiéndome! —Frunce el ceño, siente culpa, deja de empujar la puerta.

Kakarotto aprovecha ésos momentos de debilidad, se mete. — ¿Qué pasa Milk? —La toma del rostro. — ¿Te aburriste? ¿Te aburriste de mí? —La hace caminar hacia atrás.

—N-No digas estupideces. —Milk quiere sonar seria, superada. Pero sus ojos negros no pueden resistir la mirada de Kakarotto, una mirada llena de anhelo y necesidad. —Te lo dije, debes preparar tus maletas y—

—Tengo ganas Milk… Muchas ganas… —Kakarotto se sostiene de la mirada de Milk, hay deseo y no quiere que se apague. —No sabes lo hermosa que te ves con jeans y tu blusa, tu cabello arreglado… —Al fin pudo decirlo, sus manos se aferran a la nuca de Milk y se acerca a besarla.

Inhala junto a él, mientras sus bocas se unen. Se toma de los brazos de Kakarotto, verlo así con su camisa arremangada y sus jeans también le quedan bien. —Te ves guapo…También. —Milk enrojece, se siente una tonta, una ingenua de primera por dejarse ver así de vulnerable.

— ¿Me deseas? —Kakarotto la sigue besando, casi antes de llegar a la habitación, la presiona contra la pared.

El calor de su cuerpo, y literalmente, su musculosa y fuerte figura, la acorralan. —Yo… —Milk traga saliva. —No es justo. —Desvía el rostro, enojada.

—Jajaja, tú eres injusta y deshonesta. —Kakarotto levanta las manos de Milk por encima de su cabeza, la sigue besando, desde sus labios, a su cuello. Tironea su blusa con los dientes, hunde su nariz en el valle de su escote. —Qué hermoso, eres tan sexy…

Milk jadea, Kakarotto presiona su erección contra su pierna, le deja sentir cómo lo afecta ¿Y si esto es en serio? ¿Y si esto puede ser más que solo sexo? Siente que suelta sus manos, pero ella mantiene los brazos arriba. Las manos de Kakarotto se meten debajo de su blusa, aprieta sus pechos por encima del brasier. — ¿Tú… No harías esto con cualquiera verdad? —Por Dios ¿Qué pregunta? ¿Y si se siente presionado?

Kakarotto dibuja una sonrisa lasciva, trata de reprimirla. —Tú no eres una cualquiera Milk. —Besa sus ojos, su nariz. —Jamás pienses eso. El sexo contigo es intenso, delicioso; el mejor de mi vida.

Los ojos de Milk brillan al escucharlo. Su boca se abre y se cierra. —Yo… Ka-Karotto, hace años tú y yo…Nosotros… No podemos. —Trata de llamar a la razón.

—Sshhh. Me importa aquí y ahora. —Kakarotto alcanza el cinturón de Milk y se lo desprende, junto a sus jeans. Teme escucharla decir, que son amigos desde hace años y que no quiere seguir con esto.

—Oh no… —Milk gime, tira la cabeza para atrás, en tanto los dedos de Kakarotto presionan su clítoris. Él levanta su blusa, sus pechos saltan con descaro, como si quisieran ser tocados y besados. Pierde fuerzas, se aferra a Kakarotto de un salto. Se deja llevar hasta su habitación. No obstante, siente que se detienen contra la pared. — ¿Uh?

Kakarotto la sigue sosteniendo, desprende su brasier. —Ya iremos a la cama. Primero sacaremos provecho de éste cuerpo tan bien entrenado. —Pasa sus dedos por sus brazos, baja por su axila y culmina pellizcando sus pezones. La escucha gemir. —Sostente fuerte. —Susurra, se quita la camisa, busca en su bolsillo un condón.

Milk frunce un poco el ceño, lo acusa con la mirada al verlo con el sobre plateado en su mano, sospechando que él esperaba todo esto. Pero de nuevo sus cuerpos quedan pegados piel con piel, haciéndola olvidar sus quejas. El olor amaderado y mentolado de Kakarotto, su piel morena y su cuerpo fornido queriendo unirse a ella es demasiado.

La bella y voluptuosa figura de Milk se aferra a él, sus hebras de cabello negro adornan sus hombros. Y ése aroma a flores silvestres y menta, lo hace imaginarse en un valle de montañas heladas, con ella sobre el suelo, tomándola como si solo ellos existieran en el mundo. Acomoda su miembro enfundado, presiona un poco la punta en su entrada. Milk clava sus uñas en su trasero, lo empuja completo y de golpe. — ¡Oh Milk! —Presiona su frente en el hombro de ella. Se aleja y toma aire.

Milk se relame, su centro chorrea ante su invasión. Los ojos de Kakarotto entreabiertos, se acercan para un beso. Sus lenguas giran, dejan una larga lamida a su boca. — ¡Ah Sí! —Milk tensa su cuerpo, Kakarotto toma sus pechos, los mete en la boca y agita su cadera. Aceleran las embestidas, el estímulo es mucho.

Milk lo toma de la nuca, tironea sus mechones de cabello. Busca su boca, Kakarotto deja una mano sobre sus pechos. Mira hacia abajo unos segundos, sus genitales chorreando. Al levantar la vista, Milk miraba lo mismo. —Asombroso ¿Verdad? —Kakarotto la deja en evidencia, con mirada lasciva la hace enrojecer todavía más. Abre la boca, se besan con pasión, beben de su saliva. Sus cuerpos se presionan contra la pared, cada golpe de cadera es un golpe contra la pared.

— ¡Me corro! ¡Ya... Ah!—Milk aferra fuerte sus piernas a su cadera.

Kakarotto arremete con mayor ímpetu. — ¡Sí, Milk! ¡Yo también! —Se corren juntos, se deslizan hasta el suelo contra la pared. Agitado, busca el pecho de Milk, succiona suavemente sus pezones, se recuesta sobre ellos.

Milk se relaja, larga unas risitas. Lo mira a los ojos. Kakarotto tiene razón, no tiene nada de malo dejarse llevar. —Vamos a la cama.

— ¡Sí! —Kakarotto toma impulso, la levanta en brazos. — ¡Uy! —Se asusta, sus rodillas casi ceden. —Jeje, Milk, eres tremenda.

—Jajaja ¿Yo? ¿Y tú? Ladino mujeriego. —Lo acusa apuñalándolo con un dedo en el lado de su corazón.

— ¡Ja! ¡La venganza será terrible! —Kakarotto la arroja de forma juguetona a la cama. Se toma unos segundos para quitar el condón lleno y limpiarse con un pañuelo. Se tira arriba de ella.

— ¡Jajaja! ¡Se te olvida que estás tratando con una Princesa Guerrera! —Milk lo golpea con la almohada.

— ¡¿Ah sí?! ¡Ya veremos! —Kakarotto toma las sábanas y se cubre con ella hasta la cabeza. Se ríen y juguetean un rato más.

Del otro lado de la ciudad, Rei y Raditz intercambiaban miradas. Raditz manejaba, seguía los ojos de Rei que se iban directo a su mano que tomaba la palanca de cambios. —"Mujer, basta. Voy a chocar…" —Pensaba pero seguía intercambiando miradas llenas de malicia.

Atrás estaban Broly y Mina, cada uno de su lado de la ventanilla. Broly muy tímido la espiaba por el rabillo del ojo. Y Mina estaba muy coqueta y también risueña, sonriéndole.

—Bueno, nos bajamos aquí… —Mina dice sus excusas, bajan en su casa. —Vamos a repasar un poco las nuevas ruedas de prensa y todo sobre la sesión de fotos. —Los ojos de Mina se conectan con Broly.

Broly comprende la señal, se endereza, como si fuera un superior. —Sí. Tenemos que revisar algunas cosas. —Se escucha a sí mismo y siente que es la excusa más sonsa de su vida.

— ¡Nos vemos! —Rei les ondea una mano junto a Raditz.

—Cuídate grandote. —Raditz menciona sin más y arranca, está demasiado distraído pensando en quedarse a solas con Rei.

—Vamos. —Mina camina a su casa.

—Hmmm ¿Crees que sospechen? —Broly se siente perseguido.

—Jajaja, ésos dos se tenían tantas ganas, que no me extrañaría que ya hayan estacionado en la otra esquina para tener una buena sacudida. —Lo sigue viendo preocupado. —Créeme, para ellos no había nadie más a quien prestar atención.

—Uh… —Entra con ella a la casa, quitan sus zapatos en la puerta, mira alrededor. Es un lugar ordenado, lleno de colores y detalles. Tan lleno de vida, le recuerda a ésos hogares de familia de las películas.

—Vamos, mi habitación está al fondo. —Mina le señala, lo siente distraído. —Si quieres, si te sientes incómodo—

—No, no. —Broly agita sus manos adelante y camina con ella. —Sólo miraba la casa, al igual que la de Vegeta, tiene colores y decoración. —Frunce un poco su ceño, con pena. —Mi casa es casi un cubículo blanco y nada más.

—Jajaja, pero eres hombre, es normal. —Mina abre su habitación, lo invita a sentarse en uno de los almohadones grandes del suelo. —Una vez tuve un novio, lo único que tenía era una habitación, un baño y su consola de juegos junto a un colchón y Jajaj—Parpadea y detiene su risa. —Pe-Perdón, no quería hablar de otro.

—Está bien, no me molesta. —Broly le sonríe. —Me gusta tu habitación, las cortinas, las sábanas. —Señala que combinan en un tono naranja suave y tonos dorados.

—Soy diseñadora querido. —Ondea su cabellera a un lado, le alegra haber cambiado fácil de tema. Mina de todas formas hace una nota mental para no irse de boca y hablar de algún ex. Se sienta en un almohadón junto a él. Al voltear lo tiene cara a cara, se asombra y queda inmóvil.

Broly la mira fijamente. — ¿Quieres que me lave los dientes? —Se cubre la boca.

Mina le quita las manos, lo toca apenas con la yema de sus dedos. —No. —Toma la delantera, une sus labios con los de él. Acopla su boca, la abre un poco, cubriendo el labio superior de Broly.

La ve cerrar los ojos, él hace lo mismo, se inclina un poco. Hay sabor a fresas en su boca. Un suave suspiro sale de su boca, mueve un poco sus labios. —Dulce… —Broly admite con una sonrisa. La abraza desde la cintura y se la lleva a la cama.

Mina se deja, no cree que pase más que besos. —"Jamás tuve algo así, quizás parecido cuando era una jovencita. Pero… ¡Ay, es demasiado, demasiado adorable!" —Mina lo abraza y lo sigue besando, pega su cuerpo contra él. Giran en la cama y queda arriba.

El cabello rubio de Mina cae, se lo acomoda a los lados. El olor a hierbas sale de su cabello y está casi seguro que el aroma a flores es su perfume. —Mina… —Se separa un poco para verla, ella se acomoda en su pecho. — ¿Tengo mal olor?

Mina parpadea, eleva sus cejas. — ¿Eh? Para nada… —Se acerca a su cuello, inhala fuerte, sigue como un cachorro que busca en el suelo. —Hueles a ropa planchada y menta. Mmm, mucha menta.

—Uso mucha menta. Es que sudo mucho. —Broly se rasca un poco debajo del mentón, le da algo de pena.

—Jummm… —Mina infla sus mejillas, se presiona entre sus pectorales. —Ni así sudando o cubierto de tierra te imagino con mal olor. Jaja.

—Bueno, ahora que lo pienso… —La mira, sus ojos se llenan de emoción. —No creo que tus manos me molesten mucho ahora. —Pone su mano encima de las suyas, apoyadas sobre su pecho.

—Cuidado, mis demonios podrían despertar. —Mina habla bajito.

—Enséñame ésa cosa, con la lengua… —Broly se siente muy animado, la ve acomodarse de nuevo.

—Así… —Mina saca la lengua, se relame su labio superior. —Como cuando comes un helado, despacio, mojado…

Broly la imita, después ella lame sus labios. Se toman del rostro, se besan cambiando el ángulo, en el primer contacto de sus lenguas, su boca parece desbordarse de saliva. Intensifica las succiones, cubre la boca completa de Mina, absorbe fuerte sin dejar caer una gota. Se alejan, no tienen aire. Mina jadea, tratando de volver a respirar. —Lo siento. Me-Me pasé…Jeje… —Limpia su boca con el revés de su mano.

Mina toca sus labios, quedaron inflamados y sensibles. —Oh Broly… —Mira hacia abajo, el bulto de su pantalón cobra vida. Él se da cuenta y se avergüenza. —No, no… No temas… —Se inclina, le susurra en el oído. —No voy a tocarlo, en cambio… Me gustaría que alguna vez, tú te toques…Tienes un cuerpo irresistible. —baja sus manos, muy despacio y muy superficialmente desde el cuello de Broly y queda en su abdomen. —No tiene nada de malo, que te quieras un poco, que te des placer. Broly eres un hombre…

La voz seductora, caliente e incitante de Mina lo agita. Apenas lo toca y encima de la tela ¿Cómo puede ser que sienta esto? Una aceleración y necesidad que se concentra en su pene. No le da asco, no quiere siquiera compararlo con lo que fue alguna vez. Pero ahora es un hombre, un hombre y ella una mujer, hermosa, sensual que lo desea. La toma de los muslos y la presiona con las piernas abiertas. —Mmh…

Mina escucha un gruñido gutural, seguido de él, presionándola contra su erección. —Ah, Bro-Ah. —Se frota contra él, la tela de sus ropas hace de barrera. Se sostiene de sus hombros, sus pechos también se estimulan con el movimiento. Lo mira a los ojos, por primera vez lo ve decidido y lleno de necesidad. Lo deja hacer, hasta donde quiera. —Oh Broly, se siente bien. —Gime, da otro grito con él. Escucha su respiración agitada.

La punta de su polla duele, pero es tan placentero, cada vez que se mueve, parece un tira y afloja, entre placer y dolor. Es un hombre, alguien fuerte, él tiene el control. Ella es tan menudita, no hay razón para temer. Presiona más sus piernas, voltea la posición, queda arriba, la encierra completamente. Se hunde un poco en el colchón y continua meneándose. La escucha gemir su nombre. —To-Tócame… Mina. —Se levanta un poco su camisa. Se atraganta un poco, siente la mano fría de Mina. Entre el dolor y el miedo, el gozo es superior.

Mina casi tiene un orgasmo de solo tocarlo, acaricia su ombligo. —Tan duro, tan grande… Broly eres tan fuerte. —Muerde su labio inferior, abre sus piernas, las deja en el aire.

— ¿Y tú? —Broly no deja de moverse, se aleja un poco, toca su cabellera rubia, sus mejillas que arden y su boca. —Eres hermosa Mina, tan bonita.

El corazón de Mina parece haberse detenido. — "¡¿Qué me…QUÉ ME ESTÁ PASANDOOOO?!"—Se queda prendida a ésos ojos negros que resplandecen.

Broly se hunde en ésos ojos azules, se acerca a besarla. Su lengua gira con la de ella. —"Es tan pequeña, temo lastimarla…"—Cierra los ojos, siente el calor acumularse. Gime involuntariamente. —Mina, me… Siento que…

—Sigue, no pares. —Mina curva su espalda, se deja ir con él. Siente humedad entre sus piernas, Broly cae sobre ella, los dos tratan de calmarse.

—Perdón, no… —Broly frunce el ceño, su eyaculación manchó sus pantalones y un poco la ropa de Mina.

—No te preocupes. —Mina resopla arriba, su flequillo vuela un poco. —Ahora te lo limpio, quédate un poco, aquí.

Broly asiente, se levanta, se quita el pantalón. Mina le pasa una toalla para que se envuelva.

—No voy a verte, dame toda la ropa sucia. —Mina se pone de espaldas y espera con la mano estirada. Toma su ropa, se pone unos pantaloncillos y sale. Espía primero al pasillo y solo hay silencio. De puntitas deja todo en el ciclo rápido del lavadero y vuelve a su habitación. —"La ventaja de la habitación del fondo…"—Camina un poco arrogante, cierra la puerta.

Broly quedó bien tapado debajo de las sábanas. Se siente un poco tonto, acaba de hacer algo obsceno y no puede evitar sentirse así. —"Me pregunto si alguna vez ésta sensación se termina…"— Se recuesta y ella se acomoda en su pecho, sin destaparlo o meterse debajo de las sábanas. — ¿Te gustó? ¿Fue suficiente?

—Fue mucho, mucho más de lo que esperaba. —Mina sonríe. — ¿Quieres quedarte a cenar? Podemos pedir pizzas.

—Oh, mejor no. —Broly la ve desarmar su sonrisa. —Mejor comida china, tengo que cuidar mi régimen antes de viajar.

Mina asiente con una enorme sonrisa. Ahí recuerda que Serena le dijo que vendría a cenar. Toma su teléfono y le envía un mensaje.

De: Mina

Hola ¿Vas a venir a cenar o ya estás cenando? Jeje ¬¬

Serena se alistaba para ir en la motocicleta de Vegeta, la Kawasaki de la cita. Lee el mensaje y se ríe. —Mina, eres terrible…

De: Serena

Voy en una media hora. Mi trabajo es lo primero.

Vegeta hacía una llamada a su abogado en su oficina antes de salir. —… Sí, gracias de todas formas.

—Se hizo todo lo posible desde lo legal, iré personalmente con la Familia Briefs para decirles la resolución. —El abogado queda en silencio, no sabe si alegrarse o no al escucharlo con un tono tranquilo, mejor dicho; resignado. —Si llega a necesitar cualquier otra ayuda, por favor.

—Dígale a los Briefs que. —La voz de Vegeta se detiene, Serena entraba casi de puntitas. Traga saliva. —Hasta luego, nos mantenemos en contacto. —Corta.

—Vegeta… —Serena se acerca, lo ve de malas. — ¿Pasó algo? —Lo mira con atención, hasta siente que a él le duele la cabeza y se lo contagia a ella.

—No, ya te dije, una charla habitual con mi abogado. — Vegeta la mira a los ojos. —Quería dejar ésa charla cerrada antes de viajar.

—Bien, ahora me preocupas. —Serena pone las manos en su cintura. —Como tu publicista, debo saber si tienes un lío con la Ley o algo así. —Lo regaña con su índice.

Vegeta ondea las manos, la toma de los hombros, hunde su nariz en su cuello. —"Serena, es gracias a ti que siento que… Siento que ese asunto no me altera."—Su piel fresca, su aroma tan puro. —Quiero tenerte cerca…

Serena trata de no sentirse excitada, pero el toque de su nariz sobre su piel la estremece. —Vegeta, dijimos que tenía que irme al terminar la parrillada. Ya se hace de noche. —Los brazos la sostienen firme, pequeños besos bajan desde su oreja. —Estuve un día suspendida aquí en tu casa… Es solo una noche. Te lo juro, debo empacar, empezaremos a viajar… —Busca una salida en su mente, algo que contrarreste ésta cercanía. — Siento que evades la pregunta sobre tu abogado.

Exhala, no quiere mentirle. —"Mejor no arriesgarme, si llego a tener una mala noche por esto de nuevo, no me lo perdonaría."—Lo piensa dos veces, no quiere confiarse. Se aleja de ella. —Sólo es un asunto de la Empresa. Quería dejar unos papeles listos antes de salir de viaje. —Camina a la cochera, puede sentir el silencio inconforme de Serena. Le pasa el casco, la puerta del garaje ya estaba abierta. Al montarse en la moto, la amortiguación hace su sonido particular. —Oh ¿La escuchas? Está celosa…

— ¿Eh? —Serena se ajusta el casco, se sube detrás de él.

—Todavía no follamos sobre esta motocicleta. —Vegeta lo dice con una mirada lasciva, baja el visor del casco de golpe.

— ¡Ay eres un! ¡Aaah! —Serena se agarra rápido de él, Vegeta arranca en seco y acelera para callarla.

En el departamento de Setsuna, Diecisiete se levantaba, le ofrecía su camisa a la mujer. —Te ves bellísima, una Diosa. —Termina de cerrar los botones, pasa sus manos por sus piernas.

Setsuna suspira ¿Hizo mal en dejarse llevar tanto? Estira las piernas y él sigue acariciándola.

—Solo pensar que en un par de días tengo que irme. Grrr… —Diecisiete se recuesta sobre su vientre. —Pero voy a aprovechar ¿Me dejas usar tu cocina? —Sonríe enorme hacia ella.

Setsuna frunce el ceño. —Así que ¿Soy una aventura antes de tu viaje? —Lo acusa.

Diecisiete larga unas carcajadas. —Oh, ya me estás celando ¡Oh! —Se tira sobre ella escondiendo su dolor poético. —Confía un poco…

—Hmmm… —Setsuna lo aprieta de las mejillas. — ¿Qué sabes cocinar?

—Jajaja, te va a gustar. Puedo hacer un arroz frito con vegetales delicioso. —Diecisiete se levanta, la lleva a la cocina. Entusiasmado le pide indicaciones de dónde están las ollas y los ingredientes.

Setsuna le señala las alacenas, lo escucha reírse sin parar. Ella teme divertirse demasiado, es muy increíble encontrar a un hombre así, tan entusiasmado. —Eres muy hiperactivo, quizás en un tiempo más ¡Oh!

Diecisiete la levanta y la sienta sobre la barra. —Perdona, mi ímpetu es porque… No lo sé. —Pasa un dedo por su boca. —No recuerdo jamás haberme sentido así, tan pleno ¿Y tú? ¿Ya has tenido un hombre que te haga sentir así?

—Mmm, pues… —Se enrojece, trata de cubrirse con las manos.

— ¡Ajá! ¿No que eras una mujer con mucha experiencia? Y blah, blah, blah… — Se burla de ella, se voltea a la heladera, busca vegetales.

—Cállate. —Setsuna tira una patada al aire. Lo sigue viendo, moverse de aquí para allá y regalándole sonrisitas maliciosas mientras cocina.

Un anochecer más faltaba. Nappa empieza a despertarse, fue la mejor siesta de su vida. Bien dicen que en panza llena, corazón contento. Ahí su mente chasquea y recupera completamente la consciencia. Se sienta en la cama, mira de lado el calzado de Ami. Se frota el rostro. —"¿No lo soñé verdad? ¿No fue algo de la borrachera? Grrr… Maldita sea, qué vergüenza con ella verme así de tomado."

— ¿Te sientes bien? —Ami se asoma.

Nappa se eriza como un gato, se aferra al borde de la cama. —Sí yo… —Se frota el rostro completo, frunce un poco el ceño y la espía con un ojo. —"No estaba tan borracho, ella…Me besó y ¡Ay no! ¡Le pedí que se quedara!" —Se muere de la vergüenza.

Ami se acerca de puntitas, lo ve afligido. — ¿Te sientes mal del estómago? —Le habla bajito por si le duele la cabeza. —Me tomé el atrevimiento de hacerte un té. —Pone una mano en su hombro, busca sus ojos, lo siente confundido.

—Tómate todos los atrevimientos que quieras, Ami… —Nappa toma su mano, ésos ojos azules se cierran y su rostro se tira hacia él, esperando un beso. Se inclina y sí, sus bocas hacen un pequeño contacto. La mano de la mujer se cierra, es tan pequeña que apenas logra aferrarse a un par de dedos. Nappa siente hasta las venas del rostro exaltarse, espera que sea solo emoción y sorpresa, que no sea el inicio de un episodio cardíaco.

Ami siente el rostro rojo, y técnicamente el latir de su corazón la ensordece. Se aleja despacio. —Qué bueno que no soy de tomar. —Dice un poco en chiste.

—Yo no bebo tanto así, no me emborraché tanto además. Debo beber mucho más que eso y más fuerte. —Nappa balbucea a un lado.

—Jaja, no es un regaño. —Ami trata de relajar la situación y actuar natural.

Nappa se levanta, sonríe de lado al ver la tetera y las tazas en la mesita de la sala. Observa a Ami sentarse en frente, mueve su nariz al oler la infusión. —Muchas gracias.

Ami le pasa la taza, está con muchos nervios. La taza es tan grande que debe usar las dos manos para dársela. —Ya que me dejaste quedarme, me pareció buen detalle.

Nappa toma miel para endulzar, la ve de lado. La ve tan bonita, con ambas manos en la enorme taza. Reflexiona si debe comprar tazas más pequeñas para ella. Los dos beben en silencio, total, maldito e incómodo silencio.

—Qué curioso que tengas tantas plantas. —Ami lo mira, no puede evitar verlo directo a los ojos.

—Son una buena distracción. —Nappa estira un poco los hombros. —Entre motores, entrenamientos y trabajo… —Bebe el té hasta el fondo, su estómago se relaja y toma coraje. —No quiero causarte problemas o que te sientas obligada a algo porque estando borracho admití que… Que me gustas.

Ami detiene el sorbo de té, deja la taza de golpe. —A mí también me gustas. —Dice rápidamente y casi gritando, saca el pecho.

Nappa queda en doble alerta y doble sorpresa. —¡¿Queeeé?! ¡¿Pe-Pero por qué?! —Frunce la vista.

Ami frunce un poco los labios. —No sé bien el porqué… —La pregunta fue inesperada, tiene la mente en blanco. —Si tengo que ser honesta, tal vez es por el rompimiento o porque eres el único hombre con el que he estado hablando y llevándome tan bien.

—Jeje, bueno, también admito que hace tiempo no charlaba con una mujer y la pasaba tan bien. —Nappa se rasca la nuca. —Honestamente, soy un tipo muy solo. Más que tratar con mujeres por algo casual, y a veces con dinero de por medio. —La ve con gesto de sorpresa. —Enviudé joven, y ni de joven era atractivo.

Ami parpadea incrédula. —No ¿De qué hablas? —Se voltea a la pared con las fotos. —No te veías mal, también con las fotos de Vegeta y su hermano.

Nappa niega con la cabeza. —No me hagas caer, porque sé muy bien quien soy y quién eres tú.

Ami se siente un poco insultada. — ¿Cómo? ¿Y quién soy? —Pone las manos en su cintura.

Nappa se acerca, con su índice le acomoda un mechón de cabello. —"Eres hermosa, joven, inteligente… Estás muy por fuera de mi alcance o cualquier fantasía tonta que haya tenido."—De nuevo ésos ojos azules tiemblan y brillan. — Eres la mujer más bella que… Que jamás he besado ¿Me besaste porque querías? —Su voz es grave, no puede evitar lo que siente.

Una vez más, ésa voz ronca reverbera en sus sentidos. Ése mínimo contacto en su oreja afloja su cuerpo. Lo escanea de pies a cabeza. —"Es tan grande y tan…Hombre…" —Piensa instantáneamente. Traga saliva para dar su respuesta. —Sí, quería besarte y… Quiero besarte ahora. —Alcanza su mano al cuello de su camisa, aprieta la tela, como tironeándolo hacia ella.

Sus finos dedos, el mínimo roce contra el collar de su pecho. Se acerca, la envuelve en brazos y la recuesta sobre la alfombra. Antes de besarla inhala su perfume, ella lo envuelve con sus brazos al cuello. Nappa pasa un par de dedos por su boca. En serio, realmente está incrédulo ¿Por qué ella querría besarlo?— ¿Te parece bien que nos empecemos a ver y conocernos mejor? —Trata de mantener la madurez, no ser tan impulsivo. Empieza a sentir su polla despertarse, presiona la alfombra en sus puños, trata de contenerse. —"¡Duérmete, duérmete! ¡Mierda!"—Su mirada negra va desde la boca de Ami a sus pechos agitados contra sus pectorales.

El aire de la voz de Nappa choca contra ella, el calor viaja desde su nariz y baja por todo su cuerpo. —"¡Ay Dios! ¡Concéntrate Ami! ¡No puedes estar excitada así nada más!"—Presiona las rodillas, tratando de que la humedad no sea evidente. —"Mal día para usar falda…" —Llora por dentro. Sacude un poco la cabeza. —Sí. Por supuesto, quiero verte mucho más. —Sus manos se aprisionan a su cuello.

Lo empuja y él sigue con gusto. Apoya sus codos a los lados, se besan. Es recatado, pero al primer suspiro, de inmediato cambian de ángulo para volverlo un beso apasionado. El cuerpo de Nappa cubre totalmente la menudita figura de Ami. De todas formas la mujercita no se queda atrás, lo acaricia y envuelve como puede. Es el hombre más fuerte que jamás la haya aprisionado entre sus brazos y al mismo tiempo tan atento, trata de no aplastarla. Siente su lengua, Oh, su tan larga y ágil lengua ¿Se contiene? Presiente que el beso anterior fue más desgarrador. Ella clava sus uñas en sus brazos, su lengua, aunque pequeña, responde. La agita, con círculos y succiones. Atrapa el labio inferior de Nappa ¡Y al carajo! Abre sus piernas para envolverlo y rozar su pelvis. Los dos saltan al escuchar un teléfono. Se separan, recuperan el aire y la conciencia. Comparten una carcajada nerviosa, Nappa presiona un poco su mentón en la frente de Ami.

Ami se relame un poco, muerde su labio inferior. —Es mi teléfono, perdón. —Se endereza con una enorme sonrisa.

—Sí, eres Doctora. Además seguro tus amigas… —Nappa busca sentarse en el sillón detrás de él. —"Respira, no te pases. Es mejor conocerse primero."—No sabe si se lo dice así mismo o a su traidor pene. Le da un golpecito para que se quede quieto. —"Quizás es porque se siente sola, como yo... Vamos a conocernos, ella se dará cuenta que soy un tipo mayor y que debe buscar otra cosa."

—Era Rei, me consultaba por ir a cenar. —Ami volvía a sentarse. — ¿Te parece muy atrevido si…?

— ¡No! ¡Para nada! —Nappa responde feliz. —Luego puedo llevarte a tu casa como corresponde.

—Eres muy caballero. —Ami se lo remarca muy sincera. Mira alrededor. —Me encanta tu casa, es como una de ésas cabañas… —Nappa empieza a contarle cómo hicieron para comprar y levantar las casas. Piden algo de comida italiana, hablan de plantas. Ami le cuenta de cómo lo único que ella puede mantener en regla, son los estantes de libros. Pobres las plantas que perecieron en manos de ésta doctora.

Nappa se ríe, le explica un par de tonterías sobre temporadas de cada planta y se pone a pensar en regalarle alguna que sea fácil de cuidar. Quedan de acuerdo en verse más, intercambian teléfonos. Los dos piensan lo mismo…

—"Aunque no funcione, creo que podemos ser buenos amigos…"

—"Aunque no funcione, creo que podemos ser buenos amigos…"

Ésos viajes estarán llenos de emociones. Sé lo que se preguntan ¿Hasta cuándo podrá ocultar ésa bandera roja Vergeta? ¿O será Serena que no quiere verla? ¡Hasta el próximo viernes!

Saluditos…

Nita-chan84: Las escenas familiares, en especial con Bardock y Nappa, Jajaja me hace imaginarlos como dice Raditz, viejas con ruleros (sorry Nappa) XD Y ahí el Bardock bien juicioso y después dejándose hacer y el Nappa ahí se hace el difícil. Pero Ayyy, tienen que entrarle nomás :v ¿Se le hará el milagro a la Usagi? *aparece_la_rosa_de_guadalupe* XD Jajaja elijo creer. El Broly ahí, buen alumno, atento y tomando notas, Mina con ganas de liberar al Legendario. Pero así despacio, vamos armando el terreno. Mientras tanto la mente de Mina: "Protégeme Señor con tu espíritu…" XD . Kakarotto no se va a rendir tan fácil, ay qué difícil, me pongo a pensar qué pasaría con un amigo así de toda la vida y comprendo a Milk ahí cautelosa. Y el Kakarotto todo caliente y decidido me pone. Ami debe recordar que el vino y el whisky se mide por lo fuerte y maduro ;) Jajaja. Pobre el Nappa ahí todo débil, Jeje, no me den ideas para ser infiel :v Serena ahí apretándose con vergeta y los viajes y carreras estarán llenos de emociones ¿Podrá aceptar toda la verdad nuestra Usagi? ¿Vergeta se lo podrá decir a tiempo? ¿Te hice Spoiler? Hmmm… Aquí misterio resuelto mi querido Sherlock, el 17 estaba en plena faena, ahí gozando los placeres de la carrrne (Ay me estoy volviendo del trope de maduritas con la Setsuna, jejeje) Mi perversidad no tiene límites XD Mi musa es la relación toxica que nunca esperé, Jajaja hay días que no duermo hasta no terminar la escena zabrozona que quería escribir (auxilio Jajaja) gracias por tus buenos deseos y tus rws. Mucho Ki de la Luna para ti también. Aprendí que en la vida, hay que amar como Rei, dar luz como Serena, ser cautos como Ami, fuertes como Lita y echarse tacos de ojo como la Mina :V Jajaja. Un beso!

OhaioIzumikun: Ah pues, te estás portando mal, serás castigada, te encerraré en el cuarto hasta la madrugada :v Pues él bien sabe que si puede soltarse, más se va a dejar atar, es parte del juego. Jajaja ahí el Raditz con ésos celitos viendo a su amada jugando al billar, tan divinoooo. Vergeta siendo convencido para un convivio, lo compro. Jajaja. Mina, es todo un caso, la amo, es una luz Jajaja. Y Broly es justo lo que necesita, me encanta manejar su dinámica al revés, ella toda coqueta y come hombres y él todo serio ¿Triunfará el amorrsstt? Los viejo zabrozos, uno ya dejándose hacer y el otro todo racional y maduro, muy parecido a Ami, veremos cuál de los dos suelta la cadena Jejeje. 17 ahí invirtiendo, arriesgando, nunca perdiendo jajaja, me estoy volviendo muy de ése ship el SetSiete está bien locochón. Gracia spor tu tiempo y tu rw.