Lala Lulu: Hola! Pues. Ya me siento mal, pero debo advertirles, la situación entre Vegeta y Serena se pondrá color de hormiga. Preparen las palomitas, pañuelos y botella de vino con helado; estaremos a puros dramas. Pero antes, unos mimos de familia con los Tsukinos.

¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!

No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…

"Cómo me duele la noche

Cuando no tengo tus besos

Cómo me duele pensar en ti

Cuando me mata el deseo

¿Cómo se puede olvidar un amor?

Cuando lo llevas en el corazón

Es tan difícil vivir así

Porque no estás junto a mí

¿Cómo desato las horas?

Cuando es tan largo el camino

¿Cómo conjuro esta soledad?

Si solo sueño contigo

Es tan difícil poder olvidar

Tu piel dormida, tu forma de amar

Es tan difícil perderte

Si estoy muriendo por verte

Devuélveme el amor que un día fue todo para mí

Devuélveme las fantasías, los besos que te di

Devuélveme cada momento que tuve junto a ti

Desde el mismo día en que te perdí

Devuélveme cada caricia, la forma en que te amé

Devuélveme las alegrías, mis sueños y mi fe

Solo quedan las cenizas del fuego de tu amor

Y el dolor inmenso de tu adiós

Cómo me duele el recuerdo

Cuando pronuncio tu nombre

Cómo me duele el atardecer

Cuando no tengo tus noches

Es tan amarga mi desolación

No quedan ganas en el corazón

Tan solo queda el silencio

Que me desgarra por dentro" Devuélveme el Amor, Canción de Luis Miguel.

Capítulo 25

La casa Tsukino recibía a la cumpleañera.

—¡Feliz Cumpleaños! —Kenji, Ikuko y Sammy tiraban serpentinas en la entrada.

Serena quedaba con las cejas en alto. —Jajaja, gracias. Hasta siento que están más entusiasmados que yo. —Acomoda su bolso y estira sus brazos.

—Hija. —El Señor Tsukino la abraza fuerte, junto a su esposa.

Sammy frunce el ceño a su bolso. — ¿Vas a quedarte? —La ayuda.

—Pues sí. Siempre me quedo a pasar la noche. —Serena lo tironea. —Ven aquí hermanito. —Lo abraza fuerte.

—Bueno, iré a ver si no hace falta nada en tu habitación. —La Señora Tsukino le dice. —Creímos que éste año sería diferente, como estás de noooviaaa—Frunce los labios y la mira con picardía.

El padre de Serena mira hacia la puerta. —Hasta creímos que lo traerías. —Revisa por si se está escondiendo.

— ¡Ja! ¡Se debe estar escondiendo de mí! —Sammy presiona el puño. — ¡Auch!

La Señora Tsukino lo golpea en la nuca. —Espero que no sea así ¿Qué va a pensar ése hombre? ¿Que Serena viene de una familia de bárbaros?

—Basta, basta. —Serena sacude las manos. —No es mi novio. Solo estamos saliendo y por infortunio de la prensa pues, tuvimos que adelantarnos a hacerlo público y… Bien ya saben los chismes. —Bufa con ganas de no pensar en ello.

El Señor Tsukino la toma de las mejillas, la mira directo a los ojos. Frunce los labios con sospecha. —Predigo que van por buen camino. —Su hija lo mira con confusión. — ¿Por qué otro motivo te verías tan bien? Hasta siento que estás con las mejillas más regordetas.

—Ez podque me eztaz apletando. —Serena trata de hablar a través del agarre.

— ¿Sólo las mejillas? —La Señora Tsukino le pellizca el trasero.

— ¡MAMÁ! —Serena se avergüenza. — ¡Ya no soy una niña! —Se pone roja de lo enojada.

—Ya, ya hijita. —El Señor Tsukino la abraza y la lleva al comedor. —Te veo bien, y más importante; —La mira de nuevo a los ojos. —Te siento bien.

Serena se limita a asentir, se va a la cocina, ayuda a su madre con los Onigiris. El día está soleado, tranquilo. Arma las bolas de arroz en sus manos y su vista se va a su cartera. —"Supongo que se la pasará entrenando. Hmp, le conviene. También le conviene no estar planeando alguna de sus tonterías para las finales."—Presiona los ojos algo molesta.

— ¿Está todo bien verdad hija? —Mamá Ikuko tiene el olfato veloz.

—Sí, mamá. —Serena sonríe brillante. —Tengo tanto trabajo, esto es como una pausa para mí. Se vienen días muy importantes. —Es la primera vez que se siente con verdadero entusiasmo.

La Señora Tsukino aclara su garganta, sigue preparando las algas. —Cuando estén menos ocupados pueden venir a tomar el té. —Ve a su hija con las mejillas rojas.

—Nos estamos viendo y conociendo de a poco. —Serena insiste y hasta parece una excusa repetida.

—Bien dicen que el amor es ciego. —La Señora Tsukino sintió perfectamente cómo su hija se erizaba en alerta y sin respuesta. Su Mamá, con la nariz al techo se pone a silbar una cancioncita.

Llegado el tradicional almuerzo, pero tanto Sammy, como los Señores Tsukino no pueden salir de su asombro. Serena está arrasando con toda la mesa.

— ¡Mmh! ¡Creo que éste año le pusiste algún ingrediente secreto! —Serena habla con la boca llena, mientras toma tres Onigiris más. — ¿Me pasas la salsa de soya?

Sammy con algo de temor de perder la mano le empuja el recipiente. —Sírvete hermanita.

— ¿Qué pasa? —Serena se sienta recta en la mesa, bebe agua.

—Ejem. Pues hace años que no te vemos comer así. —Sammy frunce el ceño y suspira, tal vez ése sujeto sí la trata bien.

—Jajaja, ahora tendremos que estar prevenidos. —Mamá Ikuko se alegra. —Empezar a cocinar el doble de nuevo. —Escucha a su hija gruñir, le da palmaditas en el hombro. —Relájate o la comida te caerá mal. Guarda lugar para el pastel.

Kenji Tsukino ve los ojos de su hija brillando. —Jaja, el tradicional pastel helado te va a encantar como siempre. —Con las mejillas llenas, su hija aplaude contenta. Como hace mucho tiempo, la preocupación constante y la tristeza que sentía por Serena se borra y es reemplazada por ésa calidez llena de cariño.

Serena estaba derrotada en su habitación. —Aaayyy ¿Por qué comí tanto pastel? —Da una vuelta en su cama. Frota un poco su barriga. —Una vez al año no hace daño. —Arroja su defensa. Se pone a revisar un poco sus cosas. Sí, también hay algunas fotos de Darien y sus amigas. No todas, la mayoría se las llevó con ella. Revisa el closet, hay ropa de cuando era adolescente guardada en bolsas. Se ríe para sus adentros al ver ése traje de baño que tuvo que emparchar con moños. A un lado están los juguetes y cama de su gata Luna, hace un pequeño puchero. Murió de vejez antes de mudarse.

—Siempre pienso en adoptar otro gato o tal vez un perro, de ésos guardianes, Jeje. —El Señor Tsukino está recostado en el marco, limpia el vidrio de sus lentes con su sweater. —Termino discutiendo con tu madre y quedamos en la nada.

Serena se voltea a su padre, saca las cosas de su antigua gata, larga unas risitas. —Si no adoptan a un gato, pueden regalarle a alguien más éstas cosas, que le sirva a otro gato. —Mira alrededor. —También pueden rentar mi habitación, no hace falta que la mantengan tal cual.

—Lo sé. —El Señor Tsukino pone las manos en sus bolsillos, se cruza de brazos y mira por la ventana. —Ésa es otra discusión que tengo con tu madre, si poner un gimnasio o tirar la pared de Sammy para agrandar el baño.

— ¡Ay! —Serena se dobla de dolor poético, se agarra el corazón. —Yo que creía que era porque nos extrañaban y no podían dejarnos ir. —Deja las cosas en su cama, se va junto a su padre.

Se contagia de unas carcajadas. —Siempre quise que tuvieran un espacio, donde venir si algo les pasaba ahí afuera. —Recuerda ésos primeros meses que el Prometido de Serena murió. —No hay lugar como el hogar ¿Verdad? —Dibuja una sonrisa de lado, acaricia la mejilla de su hija. —Por eso me alegra mucho ver que les fue bien, que tú estés tan contenta con tu trabajo. Y que tu vida personal también esté en orden.

—Sí. —Serena suspira sin darse cuenta, se hace la distraída.

Pero a Papá mono, no se le lleva plátano verde. —Hmmm ¿Tienen algún problema? —La toma de los hombros, se sientan en la cama.

Serena esquiva la mirada, su padre insiste en tomarla del mentón y verla a los ojos. —Papá, ya soy una mujer grande.

—Compórtate como tal. —El Señor Tsukino la empuja del hombro, la ve tocar su dedo anular izquierdo, después parpadea a algo brillante y nuevo en su cuello. — ¿Tienen problemas para formalizar? —Exhala de lado al verla esconder su mano izquierda, vuelve a parpadear grande, está sin su anillo de compromiso. — ¿Tienes miedo de volver a comprometerte?

Serena pega un salto como un gato, se voltea y queda con la boca abierta ante tal ofensa. — ¡¿Yo?! ¡Hmp! —Se cruza de brazos y de piernas.

—Hija, hija ¿Ves éstas canas? —Le muestra su cabeza. —No son sólo para verme guapo —Serena larga unas risas junto a su padre.

—Vaya, ya sé a quién salí tan bien parecida. —Serena pone las manos en su cintura y hace un meneo.

—Bueno, bueno. —El Señor Tsukino apoya sus manos sobre las de su hija, como si intentara que no se escape del tema. — ¿Entonces es él o tú?

—Es él…Y yo. —Serena agita su pierna, saca una mano y la pone arriba de las de su padre. —Tenemos un pasado, un bolso muy pesado. —Suspira de nuevo, mira las cosas de Luna, toma el ratón con cascabeles.

—No quiero ni imaginarme lo que sufriste, por más que también me afectaba verte mal. —Kenji ve de nuevo suspiros tristes en su hija. — Tu madre y yo nos conocimos de muy jóvenes, si me preguntas ahora mismo, no puedo ni ver un futuro sin ella. —Saca el pecho y quiere cambiar el ambiente. —Voy a predicar con el ejemplo. —Saca su mano y le da una palmadita ruidosa al revés de la mano de Serena. —Voy a seguir tu consejo, un gato a quien darle sus caprichos y un perro con el que pueda salir a caminar y jugar por las tardes.

Serena inclina la cabeza algo confundida. — ¿Un gato y un perro? ¿No será mucho?

—Más me preocupa qué pensará tu madre. Ya nos peleábamos por la remodelación de la casa y ahora esto. Jajaja.

Serena le frunce un poco el ceño, toma el cuello de su camisa para arreglárselo. —No se peleen, los corajes hacen mal.

—Sí, no lo sé. Tu mamá se ve muy bonita cuando se enoja. —Confiesa con una sonrisa. —Siempre te lo he dicho; si se quieren de verdad…

Serena mira a sus pies y relame sus labios, un beso de Vegeta pasa por su mente. Sacude la cabeza. —Ya veremos… —Trata de poner la situación real delante de ella; la lejanía que están teniendo ahora, sus dudas y obstáculos.

—Hmmm… Está bien hacerse la difícil y no dejar nada regalado. —El Señor Tsukino le da un beso en la frente. —Sólo no seas tan cabeza dura ¿Sí hijita?

—Si lo conocieras, sabrías que el cabeza dura es él. —Serena cuenta algo sin querer.

El Señor Tsukino levanta el índice y lo agita. —Ajá, es importante también encontrar quien dé un poco de pelea. Mira lo roja que estás. —Le pica las mejillas y ella se enoja. —Mmm ¿Es igual de orgulloso?

— ¡Ay papá basta! —Serena se aleja, azota la almohada.

—Jajaja, si no lo traes, sólo me queda adivinar. —El Señor Tsukino, se seca la comisura de los ojos. —Bueno, recuerda, siempre tendrás tu hogar aquí con tus padres… Hmmm, al menos que vengas después de fin de año, en ése caso tendrás que dormir en el piso del gimnasio.

Serena queda con la boca abierta, ofendida. Pero es lo natural, los hijos crecen y dejan la casa. Y ella nunca quiso ser una carga para sus padres. Siempre se imaginó llegar a ésta conclusión cuando ella formara un hogar. Mientras toma un baño antes de la fiesta por la noche… Ahí la gran pregunta. —"¿Vegeta querrá formar un hogar algún día conmigo?"—La respuesta viene tan rápido, como se encienden sus sentidos cuando él la toca o su mirada negra y furtiva la atraviesan. —"No."— ¿En qué piensa? Vegeta jamás dejará de ser quien es, fue lo primero que le dijo, que él no quería casarse ni tener hijos ¿Podría ella ceder algo así? ¿Negociar alguna manera para que ambos tengan lo que quieren? —Mierda. —Serena sisea, no sabe si es correcto o no pensar así. Hace solo tres meses que se conocen. —Tres meses. —Berrea al techo y el agua salpica a los lados. Fue todo tan caótico, como tomar una curva a fondo. Exactamente la manera en la que Vegeta maneja. Él dijo que nunca experimentó algo así como con ella, un impase ¿Su relación no es nada más que una parada en los Pits? Enfría un poco el agua, sus espirales de pensamiento giran y giran hacia abajo.

Sin poder parar, sin ninguna pausa. Vegeta entrena en su casa, presiona la mancuerna, sube y baja hasta el punto del dolor. Mira de lado a su teléfono ¿Le habrá avisado que llegó a su casa? Se imagina que la debe estar pasando bien ¿Y si se aparece de todas formas? ¡Mierda! ¡Perdió la cuenta! Baja la mancuerna, siente el brazo entumecido. —Carajo, Grrr. —Estira el brazo, le quema. Se frota el hombro, su otra mano está fría. Sus ojos se cierran, piensa en Serena acariciándolo, refrescando su piel. Abre los ojos, Tama le pide de comer. —Vamos, creo que tengo atún. —Se pone una toalla al hombro y se va a la cocina. Busca la lata, la sirve en el plato y parece un pequeño pastel. Busca una botella grande de agua y bebe. Se apoya en la barra. —Quizás es muy pronto. —Mira su teléfono con 0 mensajes, piensa y no sabe qué escribirle, tampoco quiere acortar la distancia y que llegue el momento de la verdad. —Pero quiero tenerla conmigo. —Ruge y golpea la barra. — ¡¿Qué mierda va a pasar cuando sepa lo de Bulma?! ¡¿Cómo mierda la convenzo de que no volverá a pasar lo mismo?! ¡Cobarde, cobarde! ¡Maldito, maldito cobarde! —Se inclina sobre el lavadero y se echa el resto del bidón helado en la cabeza. —"¡Mocoso de mierda! ¡Maldito llorón!"—Los gritos de sus progenitores salen de la nada, abre los ojos de golpe, presiona sus puños. Su corazón acelera ante el peligro invisible. No quiere, no quiere herir a Serena, que sus demonios la toquen, la dañen.

Miiiaaauuu… Tama se cruza entre sus piernas, en forma de 8. Pide atención y caricias. —Auch, no me claves las uñas. —Vegeta lo regaña, lo levanta en brazos. —Hmmm, te volvieron demasiado caprichoso. —Lo toma un poco del cuello y lo agita muy suave, Tama se limita a ronronear. Se concentra en peinarlo con los dedos y se calma. — ¿Tú qué opinas? Aaaghh… ¿Cómo no lo pensé antes? —Lo mira a los ojos, como si el gato le hubiera dado la respuesta. —Pensando en qué decirle, cuando soy mejor con acciones. —Busca en su teléfono, una pastelería que haga pasteles helados. A primera hora, cuando ella vuelva, va a darle una sorpresa.

Rei caminaba por el patio, iba con su escoba y seguía discutiendo con Raditz. El sol caía en el horizonte. — ¡No lo puedo creer! ¡En lugar de descansar y prepararte mentalmente para las carreras, estás aquí! ¡Molestando! —La Sacerdotisa grita, los ayudantes se hacen a un lado para no chocar con su furia.

Raditz trata de atravesar la pared de fuego y los flechazos de fuego que salen de sus ojos. — ¡Deja de ser tan necia! ¡Puedes venir conmigo! ¡Te pago el pasaje, la estadía!

— ¡Yo que creía que eras otro tipo de hombre! ¡Que habías cambiado! ¡Deja de malgastar dinero! ¡Empieza a pensar en tu futuro! —Lo señala acusándolo.

Raditz inhala fuerte, pide al cielo una dosis extra de paciencia. —Sé honesta ¿Hace cuánto no te tomas vacaciones?

—Mi trabajo es primero, no puedo tomarme vacaciones así nada más. —Rei frunce el ceño, se cruza de brazos. —El Templo es mi responsabilidad.

—Nadie te pide que renuncies a ser Sacerdotisa ¡Ay! —Un escobazo le sacude las ideas.

— ¡Haz algo útil y ayúdame! —Rei lo hace barrer, pone sus manos en la cintura y suspira. —No voy a negar que me da un poco de miedo que algo te pase y no estar ahí. —Hace un puchero de lado, lo esconde en la manga de su Hakama.

—Significaría mucho para mí que me vieras, en un podio. —Raditz barre y empieza a formar su mirada de perro mojado.

Rei cierra fuerte los ojos, sin verlo ya sabe la cara que puso. — ¡En época de fiestas, espero que estés aquí! —Lo señala muy enojada. — ¡Ayudándome como un esclavo!

— ¡Sí! ¡Claro que sí! —La levanta en brazos, la sacude un poco.

— ¡Bájame! ¡No me hagas pasar vergüenza! —Rei es sacudida, se ríe con él. Un par de ayudantes los espían y esconden sus risas. — ¡Juuu! —La baja casi sin aire por ése abrazo. —Quédate aquí, termina de barrer mientras voy a organizar las actividades con mis ayudantes y los otros aprendices.

—Jummm, te llevo a la fiesta de Serena ¿Va a ser en un bar o? —Raditz levanta una ceja, barre con algo de entusiasmo.

—Uh-Uh… Voy sola. Bastante invadiste mi cumpleaños ¿Recuerdas?

—Confío en ti. —Raditz pone una mano en su corazón. —Me preocupa un poco que sea organizado por Mina…

—Preocúpate por ella o por Ami que están solteras. —Rei frunce el ceño y sus labios. —O por Serena.

— ¿Qué? —Raditz se pone en alerta.

—Sí, dile a tu amigo, que deje de andar en tonterías y que formalice de una vez con mi amiga. —Rei saca el pecho, sabe que no debe meterse, pero no pudo evitarlo.

— No desvíes el tema, eso es problema exclusivo de ellos dos. —Raditz habla con mucha madurez. —No es por defenderlo, pero tengo mucha fe en ésta relación, de que podrán resolver sus diferencias. Nunca vi a Vegeta tan interesado en ninguna mujer.

—Haaa, no me queda de otra que creerte. —Rei se voltea y mira a las nubes naranjas. —"Dios haz que puedan dejar el pasado que los atormenta." —Observa las aves volando, trata de llenarse de optimismo.

Las chicas caían a casa de Serena. Reviven, como cada año, viejos recuerdos de su adolescencia.

—… Así que disfruten de ésta habitación, porque mis padres me dijeron que ya es hora de madurar. —Serena habla con humor.

—Jajaja, pues 32 años, te tardaste. —Lita la pica un poco con un dedo.

—Ay, Raditz estaba de tonto en mi casa. —Rei se queja y curva sus pestañas frente al espejo. —Que no vaya a ni siquiera aceptar un trago de ningún tipo, y que dónde vamos a ir… ¡No le fue suficiente con que acepte acompañarlo al viaje! —Finge un poco su enojo, no le cae mal la idea de unos días de playa.

— ¿No le dijiste verdad? —Mina se para junto a ella, la toma de los hombros.

—No, claro que no. —Rei rechista, busca su labial. —Y no es porque vamos a algún lugar prohibido, es para que confíe verdaderamente en mí. Es un bar y nada más.

Mina voltea a ver a Ami. —Ami, querida. Te perdoné la vez pasada pero ahora, ya debes vestirte más sexy y sugerente.

Ami se mira de pies a cabeza. —Pues yo me siento cómoda. —Está con una camisa larga y una falda hasta casi las rodillas. Todo entallado y elegante. —Y si un hombre no se acerca a mí porque no me visto… —Busca sinónimos, no quiere decir zorra, Mina está demasiado "desvestida" para su gusto.

Mina siente que la mira de arriba, abajo. —Ja, anda dilo. —Levanta el tono.

—Mina, ya cálmate. —Serena la toma del brazo, jadea en sorpresa. — ¡Mina! ¡Ponte un brasier!

— ¡Pero si yo estoy soltera! ¡Quiero encontrar novio! —Mina forcejea con sus amigas.

Las sostienen de los brazos y tratan de ponerle un brasier. — ¡Mina! ¡Ahora soy una figura pública! —Serena trata de convencerla. — ¡Mira si me siguen y te sacan una foto comprometedora!

— ¡No tan comprometedora como las tuyas frotándote a Vegeta! —Mina le saca la lengua.

— ¡MINA! —Serena estalla de rabia y la ahorca.

— ¡Ya déjenla! ¡Casi no tiene tetas!—Rei busca una manera de persuadirla. — ¡No tiene con qué alardear!

— ¡A un lado! —Lita ruge, le dan lugar y la inmoviliza en el suelo.

Los Señores Tsukino escuchaban el alboroto desde la sala. —Jaja, siempre tan llenas de energía. —El Señor Tsukino teclea en su laptop.

—Bueno, ya no puedes decir nada sobre que anda con un montón de solteronas. —Mamá Ikuko comenta entre risas.

Luego de la pequeña batalla entre ellas, y con un brasier de por medio, llegaban al bar. Un lugar muy rústico, con detalles de madera, una terraza decorada con pequeñas luces led. Una barra larga, promociones de cerveza libre y por fuera las mesas.

—Gracias. —Serena toma el menú que le deja el mesero, se quita la chaqueta.

—Admito que el negro también te queda bien, parece que viniste en motocicleta. —Mina le habla. —Pero creo que es más el tipo de ropa que últimamente usas lo que te da ése aire tan maduro últimamente.

—Haaa ¿Es eso o el hecho que ya soy una… ¡Señora de cierta edad! —Se desmaya de dolor poético. Todo el grupo estalla en carcajadas.

La primera ronda de tragos entra, con algunos bocadillos para amenizar, sin embargo la sed era más grande, de inmediato traen la segunda ronda. Además de tanto chisme, la garganta se les seca.

—A verrrss, a verrss… —Lita sacude los brazos. — ¿Vegeta quiso conocer a tus padres y se lo negaste? ¡¿Y más de una vez?!

— ¡¿Yo creí que eso era lo que querías?! —Rei zapatea, se baja su daiquiri completo, pide más. —Que él se comprometí-Era y eso ¡Que deje de ser un mujer-iego! —Frunce el ceño, preguntándose si dijo bien cada palabra.

Serena da un trago a su margarita, tira la cabeza hacia atrás. —No es que yo quiera que él sea un mujeriego o que yo quiera ser una más de su colección… Pero es que… Es que… ¡No es justo! ¡Es él quien me oculta cosas! —Desvía la atención del tema. —Quiero saber qué pasará después de éste tiempo que él necesita solo. —Frunce el ceño y pide unos mojitos. —No puedo llevarlo y a los días tener un rompimiento.

Mina sabe que habla de la pelea que tuvieron. —Mira Serena, sé muy bien que su última discusión, así como me la contaste, hay cosas que aclarar pero... No lo sé, si a mí me recriminaran por un ex, con el que además terminé mal. —La rubia sabe lo que es tener un prontuario largo, le pone las cosas en balanza.

—De igual manera, es sobre la confianza que hay entre ellos. —Ami trata de sentarse derecha. —Sin confianza no hay nada, es un espejo que no puedes rearmar.

Asentían, Mina levanta la mano al mesero. —Sí, más nachos y aros de cebolla y por favor, empiece a traer el tequila. —Le da una buena propina, le sonríe con un guiño. —Qué guapo.

Serena hace un gesto mohín. —Mina, si fueras un hombre…

—Ya me hubiera acostado con todas ustedes sin que sepan. Jajaja. —La rubia sigue entre bromas.

Empiezan las rondas de tequila y así como las risas, entre recuerdos de corazones rotos, los consejos de sus amigas se tornaban cada vez con más táctica combativa.

— ¡No, no! ¡Tú lo que debes hacer es agarrarlo de las bolas! —Mina busca el teléfono de Serena.

— ¡No! Mina no hagas eso. —Serena se lo quita, lo apaga y se sienta encima.

— ¡Sí, sí, síp!—Rei se levanta, abraza a Mina para apoyarla. —Lo que mi amiga quiere decir es que, tomes el toro por los cuernos. Lo miras y le dices ¡Hey, mi corazón no es un juguete! ¡Dime si vamos a volver! ¡Si somos novios gritémoslo al viento!

— ¡Jajaja! ¡Están locas! —Serena se sirve otro shot. —Va a salir disparado por la ventana. —Se baja el trago, hace un puchero.

— ¿Y tú Se-Serena? —Ami le pregunta, sus ojos arden, el alcohol por lo general la duerme. — ¿Saldrías corriendo si él se presenta a tu puerta y te dice: "Okay, hagámoslo, quiero intentarlo"?

Serena parpadea grande ¿No se lo ha dicho ya mil veces? Que quiere intentarlo. —Él me aclaró que esto no es un rompimiento. — ¿Entonces él piensa en verdad decirle qué pasó entre él y Bulma? ¿Será muy grave? Y peor ¿Tendrá que ver con su muerte? Vuelve a sentir ése dolor en el estómago, sirve otro shot. Teme que solo sea para mantenerla cerca y obtener de ella lo que quiere. —Tal vez solo quiere sexo. —Sisea de lado, su orgullo no quiere admitirlo.

— ¿Y tú no? —Mina le da un par de codazos.

Serena traga duro, se pone roja de vergüenza. La sola mención parece activar la necesidad en su cuerpo, los gruesos dedos de Vegeta recorriendo su espalda, su voz ronca en su oreja, ésas palabras tan sucias que le dice al oído. Sacude la cabeza. — ¡Hmp! Pues yo nunca cambiaré, quiero más que sexo, quiero una relación de verdad.

— Ppfff ¡Jajajaja! ¡Debes estar muy borracha! —Lita se dobla de la risa. —Porque nos acabas de admitir que ya estás en una. —Lita empieza a enumerar. —Que quiere conocer a tus padres, que no es un rompimiento… Que quiere intentarlo y bueno ¿No lo están intentando los dos ahora? Auch… —Serena la pellizca, Lita baja otro tequila. —Mira, sólo te digo, qué bueno que el amor no es un tren, porque te estaríamos velando ahora mismo.

— ¡Y a él también! —Rei se mete con información exclusiva de parte de Raditz. — ¡Nunca tuvo una relación de más de dos meses! ¡Ni ha dejado a otra mujer quedarse en su casa!

Mina se para en la mesa, se tambalea. — ¡Yo! —Golpea su pecho, sus amigas tratan de sentarla en la silla de nuevo. — ¡Yo los declaro ENAMORADOS!

— ¡INNEGABLE! ¡Cualquiera puede ver las chispas que saltan alrededor! —Rei brinda al cielo, Mina se sienta arriba de ella, se ríen.

— ¡Yo sólo veo que son orgullosos! —Ami declara, con palabras enardecidas por la bebida. — ¡Los dos se pelean por tener el control! —Chasquea los dedos tratando de encontrar la palabra. —Se auto-sabotean porque temen comprometerse.

Todo el mundo, hasta Serena brinda por las polémicas declaraciones de su amiga. Es exactamente lo que Setsuna quiere hacerle ver a Serena en las últimas sesiones. Ella puede decir que se hace tratar, pero ¿Y Vegeta? ¿Estará haciendo algo para arreglar eso? —Orgullo y mierda, testarudo… Quiere hacerse el fuerte. —Serena bufa, en tanto esperan un taxi. —Ayyy ¿Sólo uno? Necesitamos dos porque vamos a otros lugares…

—Lo siento Señoritas. —El Chofer les abre la puerta. —Justo es una hora complicada.

—Bueno, bueno. No hay problemas. —Serena tiene un pequeño hipo de ebriedad. —Veo si consigo un Uber.

—Me-Me quedo. —Ami trata de mantenerse de pie, pero cae en brazos de Serena.

—Jajaja tranquilas, ya el frío me empieza a despertar. —Las mete al taxi.

— ¿Serena qué vas a hacer? —Lita saca la cabeza por la ventanilla.

—Me voy a casa de Vegeta. —Declara, lista para la guerra.

— ¡Uuujuuu! ¡A la batalla amiga! —Mina grita, el taxista arranca y se las lleva a su casa.

Serena estira el cuello, prende el teléfono y alguien toca su hombro. — ¿Qué haces por aquí?

—Jajaja tranquila. —Seiya la ve alejarse con asco. —Vengo en son de paz. —Mentira, consiguió la información de dónde pasaría su cumpleaños y esperaba la oportunidad. — ¿Te llevo?

—No. —Lo empuja, pero sus brazos están flojos. —Es más voy a pedir agua. —Serena vuelve a la barra del bar, no quiere quedarse a solas con él.

—Me extraña verte sola. —Seiya comenta maliciosamente. —Pensé que Príncipe estaría protegiendo su botín. —Dos Whiskys.

—No, yo quiero agua. —Serena lo regaña, le traen el whisky. —No le daré propina. —Le saca la lengua al barman.

—Yo le daré el doble, no se preocupe. —Seiya le da el dinero, baja su trago.

Serena apoya su mentón en su palma, frunce el ceño mientras escanea a Seiya con atención. — ¿Tienes miedo a comprometerte? —Necesita la opinión de otro mujeriego.

—Jeje algún día aparecerá aquella que me ponga los grilletes y pueda darme herederos. —Se acerca a ella. —Mientras tanto ¿Quieres ser la próxima?

—Puaj, ya estuve ahí. —Serena se baja el whisky, se siente quemar. Todas las imposibilidades, los obstáculos. No puede quedarse a esperar que él cambie, que Vegeta actúe distinto ¿Cuándo la atracción se acabe qué? Sí, la atracción es fuerte, sí el sexo es fantástico. Presiona la frente contra la barra. —No puede ser, no puede ser… —Se niega a admitir que se ha enamorado del peor.

—Mal de amores le dicen. —Seiya pide otro trago. —Conozco bien el remedio.

Le pasa otro vaso de whisky, Serena lo toma de mala gana. —Qué sabe un mujeriego de mierda.

Un brindis fuerte y agresivo se da entre sus vasos.

Estaba a punto de amanecer. Seiya la ayudaba a irse a su casa, como una muñeca de goma la cargaba hasta su habitación. Nunca había entrado, la acomoda en la cama, prende un velador. Su mano se aleja con algo de miedo. La foto de ella y ése famoso Darien Mamoru Chiba, la toma entre sus manos. —Maldito, te odio. Tu solo la haces llorar. —Voltea el cuadro para no verlo, pero lo peor es ver que todo en su habitación está como si viviera con él. La escucha quejarse y meterse en las sábanas. —Mal de amores, te dije que conozco el remedio… —Desprende su cinturón. El teléfono recibe una llamada, se lo apaga al ver el contacto. Se escucha la puerta. —Qué inoportuno, pero yo le voy a enseñar… —Desprende su camisa, revuelve su cabello.

Tock, Tock…

Vegeta espera, ahora el teléfono de Serena da ocupado, su amiga la rubia supone que está más alcoholizada que ella. Mira a la ventana, se subiría pero qué hace con el pastel que le trajo. —Si lo dejo en el auto y me meto primero por la ventana. —Murmura para sí mismo. Quería recibirla al amanecer, llevarla con él. Justo en el momento que iba a voltearse, la puerta se abre.

— ¿Sí? —Seiya se apoya contra el marco, frunce la vista ante los rayos del amanecer.

Vegeta queda de piedra, ahí está Seiya, con la camisa desprendida, el cinturón y la bragueta abierta. Se nota que recién se levanta. No es posible ¡Imposible! ¡Serena no pudo hacerle esto! —Serena… —Habla casi con tono normal, trata de dar un paso.

— ¿Qué haces? No puedes entrar sin permiso. —Seiya dice con tono irónico, lo detiene con la palma, se asusta un poco por lo duro y fuerte que siente el pecho de Vegeta.

Vegeta tiene la mente en blanco, sin saber qué hacer. Trata de decir algo, no puede mover ni una pestaña. —Quiero ver a Serena, llámala. —Exige con determinación.

Si ésas miradas mataran, Seiya saca el pecho, aunque por dentro los ojos negros de Vegeta está llenos de furia, no va a parar hasta el clavo final. —Está bien, acaba de salir de una ducha, pero dormida, ya sabes… Estuvo de fiesta. —Muerde su labio inferior. — ¿Quieres que le dé algún mensaje?

Vegeta niega, presiona los puños, siente que va a estallar. —No. —Sus ojos arden, su mandíbula se presiona. No quiere darle el gusto ni a Seiya ni a Serena de saber que esto lo ha afectado. Le deja el pastel y se va.

Seiya disfrutó cada segundo. —Cursi… —Deja la caja del pastel de lado, le sorprende que no lo haya golpeado o algo así. —El tipo es resistente, no se puede negar. —Murmura apenas audible. Al voltear queda en shock por el susto.

— ¿Qué mierda haces aquí? —Serena despeinada, cabreada y con los primeros signos de resaca, le reclama. Tiene un par de zapatos en la mano. Unas lágrimas traicioneras se asoman.

—Serena yo—Seiya trata de acercarse.

— ¡No! ¡Lárgate! ¡Maldito!—Serena lo empuja, le tira un zapato con todas sus fuerzas. — ¡ME TIENES CANSADA! ¡TÚ Y TODOS LOS QUE SON COMO TÚ! ¡Mujeriegos de mierda que creen que una es su juguete! ¡Largo, largo! —Sigue arrojando objetos contundentes a su cabeza, Seiya se va antes de que le arroje una sartén. Serena no lo puede creer, qué bueno que se despertó para echarlo. —"Seiya nunca va a cambiar, nunca nadie cambia. Ni yo, ni Vegeta." —Se mete a la habitación, todo le da vueltas, las cosas de Darien. —"¡¿Por qué me dejaste?! ¡Lo prometiste! ¡Me juraste que estaríamos juntos para siempre!" —Sus lágrimas caen en cascadas, solloza al caer al suelo. Se toma del pecho. —"Lo mejor que tengo es mi relación con Vegeta ¡LOS DOS ESTAMOS ARRUINADOS, NO VA A FUNCIONAR! ¡Qué injusto es el amor! ¡Ojalá no me hubiera enamorado nunca! ¡NUNCA! ¡¿Para qué?! Solo para sufrir, por lo que perdí y por lo que nunca voy a poder tener con Vegeta."—Saca el pecho, mira alrededor. Está enojada con su pasado y su destino.

Serena se va hasta el closet, toma los ganchos y saca la ropa de Darien, busca bolsas y cajas. Empieza a guardar todo lo más rápido posible, arranca sus fotos, todos sus objetos, hasta su perfume. Con rabia y lágrimas, encinta las cajas, las empuja al pasillo. Saca todo afuera, el sol está tan fuerte que no puede abrir bien la mirada. Arroja una caja y algo cae, empieza a sonar… La resaca de Serena se toma una pausa, al igual que sus lágrimas. La pequeña caja musical que Darien le regaló a Serena, la levanta. Recuerda los buenos momentos, la felicidad. Junto a su anillo de compromiso lo guarda, va a deshacerse de estos dos objetos como corresponde. Suspira pesado y camina despacio a la casa. Se apoya contra la puerta, nunca pensó que se atrevería. Toma la foto de Darien en la barra y la lleva, va a armar un álbum con ellas, no a tenerlas ahí, llenando un lugar que nunca podrá ser llenado, la ausencia de Darien. Mira en una esquina de la barra, un pastel… — ¿Cómo?

Lo abre y su corazón da un salto, está un poco derretido pero se lee bien.

Somos novios… Se-Re-Na.

Se agarra de los pelos, ahí recuerda. Vio a Seiya dejar ésta caja aquí. —Mierda… —Sip. —Mierda, mierda y más mierda… —Ruge y se va a su habitación. Toma su teléfono, está apagado, lo enciende y tiene varias llamadas perdidas de Vegeta. Todo su cuerpo tiembla, lo llama y nada. Si pasó lo que supone, entonces es seguro que Vegeta la bloqueó. — ¡Carajo! —Empieza a llamar a Seiya, tampoco responde pero le deja un mensaje de voz. — ¡Escúchame pedazo de mierda! ¡Más te vale que no me entere que le hablaste a Vegeta antes de irte o lo echaste de mi casa porque te mato! —La resaca vuelve, se desviste y se va directo a bañar. Quiere estar lo mejor posible para hablar con Vegeta.

Vegeta siente una opresión en su pecho, como si estuviera yendo a más de cien kilómetros por hora. Mira la velocidad y no, va despacio. Trata de controlar sus emociones, presiona el volante y usa toda su voluntad para no arrancarlo. Entra al garaje, azota la puerta del carro, azota la puerta de la casa. —NO—Intenta tragar saliva pero no puede, su garganta quema y se cierra. Golpea la pared con el puño, la golpea de nuevo. Prefiere el dolor a ésta rabia que lo devasta por dentro. Serena se veía incapaz, completamente incapaz de algo así. El desengaño de Bulma revive, como un viejo demonio que creyó enterrado. — ¡Seguro estaba tan borracha que ni se dio cuenta! —Toma su teléfono manda a la mierda a su hermano Tarble y la reunión que le pidió hoy a la tarde, lo apaga y lo azota en el suelo. No hay ni señas de Tama, camina directo a la barra. No saca una, sino varias botellas. Sus manos tiemblan, el pánico empieza a quitarle el aire. Las abre desesperado, da un trago grande de vodka sin pensarlo. Su garganta parece aliviarse, pero su pecho se desarma. Lo sabía, Vegeta tenía un mal presentimiento, cuando los vio en el pasillo ¿Todavía se sentía atraída por él? Da un par de tragos fuerte a la botella.

—No, Serena no…Pero Seiya sí. —Toma aire de nuevo y sigue bebiendo. Está seguro que fue el imbécil de Seiya que se la encontró en la discoteca o dónde sea que hayan ido. Le habrá seguido los pasos y cuando la vio vulnerable, como la rata rastrera que es, se la llevó a la cama. Presiona la vista, recuerda ése primer arrebato con Serena, sus labios dulces, sus respiraciones estaban viciadas por la bebida. Ya no se ve a él mismo, sino a Seiya, tocando, besando. — ¡Nadie toca lo que es mío! ¡Ella es mía! —Debió sacarlo a patadas, romperle la cabeza contra el asfalto. Y meterse a buscar a Serena, enfrentarse a ella de una vez y que todo se destruya de ser necesario. Ve el sol, cierra todas las cortinas. Vuelve a la barra, toca la superficie. —"Me la follé aquí, la tomé aquí. Le comí el coño… Los labios de su vagina, tan deliciosos."—Su lengua repica, pero el recuerdo ahora le hace mal. Mira alrededor ¿En qué lugar de su casa no se encienden los recuerdos? —Ninguno, estoy rodeado. —Deja la botella vacía, toma otra.

Serena termina de vestirse. Va a espiar la habitación de sus amigas y están molidas. —Rayos. —Al mirar la hora, recuerda la reunión que tiene a las tres de la tarde. Trata de poner paños fríos a su desesperación. Se peina rápido, no se maquilla, es una reunión informal, solo unas firmas. —"Y si lo veo ahí, voy a aclararle. Voy a decirle. Vegeta… Somos novios."—Serena está más decidida que nunca.

Tarble estaba de malas. Quién sabe qué le pasó a Vegeta. —Voy a llamar a Nappa, y que te traiga a rastras. —Gruñe apretando los dientes.

—Hola Jefe ¿Todo bien? —Launch muy risueña entra a su oficina. —Vine por los papeles que hay que pasar en la reunión. —Parpadea grande, se cubre la boca. —Oh ¿Sucede algo?

Tarble sacude la cabeza, exhala duro por la nariz. —Hola Launch, nada. Ten. —Le pasa las carpetas.

Toma las carpetas. —Mmm, bueno. Ya mismo preparo la sala de juntas, con té.

—Cuando esté todo listo, la carpeta de Vegeta llévasela a su casa. —Tarble le indica enojado. —Si no viene, que te los entregue firmados. —Se frota el ceño por el dolor de cabeza, empieza a refunfuñar en voz baja. —A ver si así, sirve de algo, maldito hijo de… Tanto joder con la empresa y es el primero…

Launch asiente, toma las carpetas y se va. No entiende qué pasó para que Vegeta quiera faltar. —Pero si no quiere venir seguro ni me abre la puerta. —Tarble rechista y le da la clave de la puerta. Se da la vuelta y presiona los labios para ocultar su sonrisa.

Serena llegaba a los trotes, su estómago vacío, la resaca, la situación con el idiota de Seiya, lo que sea que haya pasado cuando pasó por su casa. Debe aclararlo, debe decirle. —"No quiero ni imaginarme. Debe pensar que soy la peor. Si lo que pasó con Bulma fue una especie de infidelidad, Dios mío, no quiero que él reviva eso. Te extrañé Vegeta, así como estoy segura que tú me extrañaste." —Estruja su mano en su pecho, el colgante de luna creciente toca su mano. En lo único que su mente es clara es en esto, en resolver las cosas con Vegeta. Camina, arrasa el viento, todo su cuerpo tiembla.

— ¡Serena! —Tarble la hace saltar, mira la hora.

—Tarble. —Se acerca a saludar. —Pe-Perdona, casi me olvido la reunión. Anoche salí con mis amigas.

—Hmp, llegas temprano. —Tarble levanta una ceja, la ve sudar y temblar como una hoja. —Serena ¿Pasó algo?

Se pone en alerta, traga duro. Piensa en que Vegeta haya llegado y le haya contado algo a su hermano. —Bueno, sí. Pero necesito hablar con tu hermano primero. Verás… Anoche con mi borrachera hubo un malentendido.

Tarble niega con la cabeza. —Aaayyy, hermanito. —Pone las manos en su cintura. —Se notaba muy molesto por no salir contigo, le dije que confiara en ti. Je, resultó más celoso de lo que creí ¿Se pelearon porque saliste con tus amigas? —La ve tomar aire para responder y la interrumpe. —Me mandó a la mierda y que no iba a venir a la reunión.

— ¡¿Qué?! —Serena grita enojada, sacude los brazos y baja los hombros en frustración.

—Te lo juro, debe estar pasándola muy mal. No te enteraste de mí pero… Te extrañó mucho. Parecía un alma en pena sin ti.

Serena se emociona, abraza por sorpresa a Tarble. — ¡Gracias! ¡Iré a buscarlo! —Se va de nuevo, con la esperanza renovada. Siente a Tarble a punto de decirle algo, pero sigue su camino. —"No importa lo que pase, podremos resolverlo todo."

Las horas y el silencio lo atosigan, Vegeta se desploma en la cama. Insectos suben por sus brazos y pican su piel. Vuelve a levantarse, sacude sus brazos.

"— ¡No me llames mamá pedazo de mierda! —Le acierta otro golpe en la cara. — ¡Por eso nunca te regalamos nada! ¡Destruyes todo lo que tocas! ¡Pendejo destructor!...

…— ¿Lloras porque te golpeó tu mami? Jaja Nunca nadie va a quererte, entiende eso de una vez. Tú naciste aquí, ya naciste con el alma sucia. —Su padre le larga una nube de humo en la cara."

La garra fría se acerca. Vegeta trata de cerrar todo, poner mil paredes de acero a su ático. Se baja lo que queda de ginebra, sus sentidos se anestesian al fin. No hay gritos, ni olor a cigarro, la peste a alcohol lo incomoda un poco; porque su padre también bebía. —Pero bebía ésas mierdas baratas que…—No puede hablar. Se siente un idiota al justificarse, al fin y al cabo el alcohol es alcohol ¿Qué diferencia hay ahora entre un borracho vagabundo y él?

No puede parar de caer, la caída parece no detenerse. Se mete al baño, abre el agua. —Bien, ahora escúchame, maldito idiota. Tienes que recuperar las riendas, volver a la puta pista ¿Sí? —Se acusa en el espejo, se tambalea, despacio. Apoya las palmas en los azulejos, los ojos de Serena lo miran con ése brillo particular, sus risas… Eso parece alejarlo todo, ya no puede negar lo que siente. —"Ella nunca haría algo así… Serena la verdad es que quise ver una salida, quise arruinarlo, peor, voy a arruinarlo a propósito tarde o temprano. Tú dices que te quedaras sin importar nada ¡Pppff! Cuando sepas todo de mí, me vas a odiar. Estoy sucio, nadie puede…Darme cariño, no lo merezco, nací manchado y estoy marcado. —Presiona fuerte los ojos, presiona fuerte la cabeza y los puños. —"Voy a destruirte Serena, voy a dañarte, no quiero, no quiero… Y de todas formas te necesito y sólo imaginar tu abandono me duele. Me haces bien y también sacas éstas cosas que creí enterradas para siempre."—Se lamenta de no poder usar su orgullo para tapar la verdad en su interior.

—"Era más fácil, mucho más fácil el sí, mucho más fácil cogerme a quien se dejara, aburrirme y ya."—La cruda verdad también brota dentro de Vegeta, es fría y golpea igual de duro. —"Necesito disfrutar, necesito el placer. Olvidarme de éste dolor constante ¡Maldita sea, éstas horas son un infierno!"—Presiona las yemas de sus dedos en la cabeza. —"Tengo que recuperarme ¡Deja de ser tan débil! ¡Eres un adulto, un maldito adulto!" —Aumenta el caudal del agua, resuena violentamente en el baño. —"Tú sabes lo que necesitas, necesitas un cuerpo caliente, una mujer dispuesta y ya…"—Su lado oscuro trata de sostenerlo, parece funcionar, se recuesta contra los azulejos. —"Sí, un coño dispuesto. Un sí; fornicar, sentir el orgasmo, o mejor; dejar de sentir. Una figura voluptuosa… Unas manos en mi cuello, su boca, la mía, su lengua, la mía, su piel mojada, nuestros cuerpos debajo del agua, pegados… ¿Qué sucede? Grrr ¿Qué mierda sucede? No funciona" —Inhala frustrado, abre más la boca, intensifica el beso, pero nada. —"No es Serena… Necesito a Serena, la quiero. Quiero a Serena."—La vista se aclara, la realidad le da un golpe, la toma de los hombros. Una mujer está con él en la ducha. Confundido y furioso. — ¿Qué? —Ella vuelve a tomarlo del cuello, con fuerza para volver a besarlo. Vegeta rechista. —Mujer…

Serena se mete a la casa, a lo primero que su vista se va es a las botellas. Exhala enojada, niega con la cabeza al ver que están vacías. Todo se nota a oscuras, al avanzar se empieza a escuchar la ducha. No mira más alrededor, ya encontrará la manera de regañarlo por ser tan irresponsable. Abre la puerta de la habitación, abre las cortinas de la habitación para que entre el sol, empuja la puerta del baño…

—Mujer…

La voz de Vegeta da la primera estocada, porque al desvanecerse el vapor del ambiente; la espalda de Launch cubre la figura de Vegeta. Sólo banderas rojas ondean, enormes y majestuosas, a lo que parece un pasillo interminable y en el fondo la traición de Vegeta, tirando por tierra cualquier esperanza. Presiona los dientes, los ojos negros de Vegeta quedan inmóviles antes su presencia. Mientras que la mirada maliciosa de Launch y su sonrisa, brilla por encima de su hombro.

Mierda, maldita mierda ¿Qué hace Launch aquí en la ducha desnuda? Una luz entra por la puerta, como un ángel que visita su infierno. —"Mi infierno y ella un ángel."—Procesa en ésos segundos que sus ojos azules lo fulminan con desprecio. — ¡Serena! —Quita a Launch y corre la mampara.

Serena intentaba que su cerebro responda, la respuesta era obvia. Así como entró, giró sobre sus pies. Escucha el grito de su nombre, Serena gruñe y en cada paso arrasa el aire, cada paso se clava al suelo. No quiere darles el gusto a ninguno de los dos de verla humillada. Empieza a correr hacia afuera sin pensar, está entre pedir un Uber o seguir corriendo. Su respiración es fuego, la ira quema y agita su razón.

Vegeta se mete al closet, atrapa unos pantalones de algodón; se lo pone y sale corriendo con una camiseta en la mano. Sale a la calle descalzo, la busca desesperado mientras se termina de vestir. —¡SERENA! —La ve cerca de la esquina.

Siente a Vegeta corriendo detrás de ella. — ¡No aléjate! —Lo señala con el dedo.

—No Serena, no pasó nada ¡Nada! —Vegeta la bloquea de su huida, la toma del brazo.

Serena se sacude, se suelta de su agarre, su rabia toma el control. — ¡Sabes qué! ¡Sí, te engañé! ¡Me acosté con Seiya! —Empieza a llorar sin control. — ¡Es más, hablamos de ti y nos reímos de ti! —Retuerce el puñal.

Vegeta respira agitado, no la deja ir. —No Serena, no me engañaste. —Niega con la cabeza. —Tú no eres así, yo… Me escapé, vi a Seiya y vi mi salida. Porque jamás, jamás harías algo así. —Resopla al cielo, presiona los labios, sus dientes rechinan. Su orgullo está hecho pedazos. —Tengo miedo Serena, te necesito y tengo miedo… —Su voz se quiebra.

Lo ve desolado, sin saber qué hacer Serena trata de no sentirse persuadida. Es todo un acto, un acto porque fue descubierto con las manos en la masa. —Vaya, tus mentiras no tienen límites. —Limpia sus mejillas, desprecia éstas lágrimas. —Porque, qué más debo pensar, cuando vengo ¡Y te encuentro desnudo con ella en tú casa y en tu ducha! ¡¿Eh?! —Saca el pecho y el fuego sale sin cesar. — ¡Me mentiste, me dijiste que nunca ninguna otra mujer ha estado en tu casa! ¡¿Cómo tenía ella la clave de tu puerta?! —Lo ve agarrarse la cabeza, sin respuesta, frustrado y arrinconado. — ¡¿Qué me vas a decir?! ¡Que lo que vi no es lo que vi! ¡Carajo Vegeta, creí que mentías mejor que Seiya! —Sacude las manos al cielo, casi nunca maldice, pero su ira es mucha. Se deja llevar porque es menos doloroso. — ¡Dices que me necesitas pero me suena a pura mierda cuando acabo de verte con otra! ¡Tú no me viste con Seiya en la cama! ¡¿O sí?!

La deja gritar, desahogarse, tiene todas las razones para pensar mal. —Serena, deja que te explique…

— ¡¿Qué cosa?! ¡Que querías coger! ¡Que necesitabas escapar de toda la mierda que te hace mal! ¡Vaya, con razón la tenías trabajando para ti en caso de emergencia! —Serena toma una bocanada grande de aire para recuperar el oxígeno. — ¡¿Esta es tu manera de intentarlo?!

No tiene respuestas, no las tiene. Sólo sabe que no quiere que se vaya. —Lo intento, estoy tratando de… —Sus ojos azules lo apuntan con enojo, no sabe qué hacer para calmarla.

— ¡Jajaja!—Serena se cubre el rostro, se dobla con una risa irónica. —No Vegeta, tener un culo del cual servirte en caso de que tengas un repentino pánico por comprometerte, no es intentar. — Sigue gritando, no puede creer que esté haciendo una escena en la calle. Como siempre, con Vegeta el veneno y el fuego sale directo de su boca sin filtro alguno. Se frota el cuello, le duele. Mira a los lados si aparece de una vez el uber, la calle está vacía.

Vegeta sigue en la incertidumbre. —Te lo dije, lo iba a arruinar. Te iba a lastimar, tenías que irte. —Sisea con rabia, sacude el puño en el aire. La rompió, rompió a Serena y no puede perdonarse.

Observa sus venas inflamadas, rojo, apretando la mandíbula y sus puños. Pero son sus ojos, ésos ojos negros desconsolados que quieren sacudir su momento de coraje. — ¡Bueno, te estás asegurando de eso! ¡¿O no?! ¡Me lastimas lo suficiente para que me vaya! —Hierve al pensarlo, de haber sido tan ingenua y estúpida. Empieza a ver el coche a un lado acercándose. —Nada es excusa para joder a los demás. —Camina hasta el auto, hace señas ¿Para qué se queda? ¿Para qué lucha por algo que no tiene futuro ni sentido? —Creo que lo que más me enfurece es que fuera con ella, de todas las personas fuiste exactamente con quien me juraste ya no pasaba nada. —Sus lágrimas empiezan a brotar de nuevo, se limpia enojada, no quiere llorar, pero no puede contenerse. Imágenes de Vegeta teniendo sexo sobre la motocicleta, pidiéndole que lo haga suyo, cuando en verdad, Vegeta nunca es de nadie. —Hubiera perdonado que fuera cualquier desconocida ¿Valió la pena? —Lo enfrenta una última vez.

Vegeta niega, su cuerpo se entumece, sólo reacciona para impedir que ella abra la puerta del coche. —Ya te dije, que no pasó nada. Tenemos que hablar. —Da un paso y ella instintivamente da un paso atrás, mirándolo a los ojos esperando una respuesta. — ¡¿Qué diferencia voy a hacer?! ¡Tú ya crees lo que se te da la gana! —Frunce el ceño y no le baja la mirada.

Ahora las emociones se confunden, lo siente a la defensiva, enojado. — ¡No quieras poner la situación en mi contra! —Furia de nuevo, sus lágrimas se detienen. — ¡Fuiste tú el que se acostó con otra! —Sólo recordar la sonrisa de ésa maldita zorra. Se acerca a olfatearlo un poco, pone cara de asco. —Tal vez estabas tan borracho que ni cuenta te diste dónde metiste la polla.

Exactamente lo que él pensó al ver a Kou. Su desprecio, lo enerva. —No te sentí muy asqueada la primera noche y estábamos igual de borrachos. —Vegeta responde con un ataque, es solo su orgullo tratando de rearmarse.

Serena presiona los labios, ahora ése lado insensible y superficial de Vegeta reaparece. Ése primer Vegeta, el egocéntrico, el que cree que puede dominar, usar y tirar a cualquier mujer que quiera. Tan intocable en su armadura, incapaz de darle a Serena un quinto de cariño auténtico y desinteresado.

De nuevo el cambio en los ojos de Vegeta, desesperación, ruegos. —Quédate, tenemos que hablar. Te necesito. —La toma de la mano, se desespera al ver que no hay respuesta de su piel.

Presiona los ojos, dobla su lengua en la boca. No importa que la toque, la herida está tan fresca, que no permitirá que la persuada. —No Vegeta. —La voz de Serena se torna fría. —No voy a ser capaz de perdonarte algo así. Yo no soy así. —Lo mira a los ojos, niega con la cabeza.

Vegeta parpadea, agita un poco su cabeza. — ¿Me estás dejando? ¿Me abandonas? —Incredulidad y dolor dominan su orgullo. La mira a los ojos, le muestra su dolor.

Serena traga duro, Vegeta vuelve a ser ése hombre lleno de facetas que parecen solo para ella; dulzura, empatía y también pasión, una necesidad de pasión voraz, como si con un beso pudiera abrir un mundo de infinitas posibilidades para amar y ser amado, para entregarse sin reservas, para dejar atrás juntos el pasado y disfrutar el presente, planear un futuro. Un hombre tan maravilloso, que tiró todo a la basura. Niega con la cabeza. —Tú me dejaste primero, cuando te metiste con Launch. — Abre la puerta, en un impulso lo abraza.

Vegeta la toma, se aferra a su abrazo, pero lejos de darle esperanzas, es desgarrador. Su cuerpo quiere temblar, trata de sostenerla, de hundir su menuda figura entre sus brazos. —Te quiero a ti Serena. —Dice con sus últimas fuerzas de su voz, no le queda más. Escucha su corazón, golpe a golpe, latiendo junto al suyo.

Serena, cierra los ojos, saborea el momento. Su razón le dice que todo es una trampa, su orgullo que le siga gritando. Su corazón ya no quiere opinar, guarda silencio. —Hoy no me quisiste, hoy te acostaste con otra. — Se aleja después de dar el golpe de gracia. Se mete al carro, saluda al conductor. Presiona la mandíbula, todo empieza a afectarla; la falta de sueño, la resaca, el hambre, la sed, el desengaño.

— ¿Señorita? —El chofer le habla, la espía por el retrovisor. —Tenga…—Le pasa un pañuelo.

Sus lágrimas caen, por el rabillo del ojo sabe que Vegeta sigue ahí, digiriendo el final. —Gracias. Perdone. Muchas gracias por esperar. —Se limpia.

— ¿Necesita ayuda?

—Sólo arranque, ya le doy la dirección. —Su voz es apenas un ronquido, necesita agua. Sus lágrimas son tan salinas que queman sus mejillas. Apenas arranca el auto, toma su teléfono.

— ¿Hola? —Tarble atiende, solo hay un suspiro triste del otro lado. —Serena ¿Qué te pasa?

—Tarble, disculpa ¿Puedes atrasar un par de horas la reunión? Estoy yendo a la empresa.

— ¿Vegeta viene contigo? ¿Necesitas ayuda? —Tarble se levanta de su escritorio, pone una mano en su cintura, empieza a caminar en círculos.

—Estoy yendo a la Empresa, seguro Vegeta te contacta. —Serena suspira, resuena su nariz. —Voy a la empresa, me tomo una ducha en vestuarios y estoy como nueva. —Corta la llamada.

Vegeta, reacciona, pudo sentir ésa pausa en Serena antes de irse. Sacude la cabeza mientras el Uber arranca. Presiona los puños y se va a buscar una maldita explicación a su casa. Entra azotando todo, busca a Launch ¡La maldita seguía desnuda y ahora en su cama! — ¡Deja de tocar mis cosas! —La saca de un brazo. La presiona, nunca estuvo tan cerca de cometer ésta locura contra una mujer — ¡¿Qué carajos haces en mi casa?!—Le ruge contra el oído, la sacude. La mira a los ojos, está sin lentes de contacto, su mirada es verde.

Launch es aturdida, pero estira sus manos a él. —Vegeta, soy la única que te entiende. Sé lo que necesitas, estoy aquí esperándote. —Vegeta le hace un ademán para alejarla. —Ella quiere cambiarte, no te acepta como eres. —Mira alrededor, le da rabia saber que ésa otra estuvo aquí, durmiendo aquí y trayendo sus cosas a su casa. Como si marcara su territorio. —Tú eres muy hombre para dejar que una mojigata como ésa se meta en tu vida, y quiera dominarte así.

Vegeta la enfrenta, la arrincona cara a cara. — ¡Junta tu mierda y vete!

—Yo sé lo que quieres. —Launch acerca su mano, aprieta su bulto.

Vegeta la inmoviliza de ambos brazos. —Tienes un minuto para irte o no respondo. —Su voz la estremece del miedo, la suelta y se limpia, como si estuviera sucia. Siente sus pasos rápidos juntando todo. Cuando sale a la sala, ya se había ido. Busca su teléfono, apenas lo enciende una llamada. —Tarble…

— ¿Vegeta qué mierda hiciste ahora? —Su hermano vocifera, está realmente cabreado.

Vegeta sólo cae en una primera y obvia conclusión; Serena fue a renunciar.

*Deja_el_arma_homicida_sale_corriendo* ¡Hasta el próximo viernes!

Saluditos…

Nita-chan84: Hola, has visto lo que son ésos corredores? Grrr, el Checo Perez viejo zabrotzo, Jajaja. Fórmula 1, me gusta, pero el GT se siente más entretenido, no tienes solo velocidad, sino resistencia y diferentes marcas de coches. El comentarista de Dragon Ball, es único, siempre me imagino su voz cuando leo una historia con radios o relatos de algún deporte. También al leer las notas de autor al inicio y al final, la vez de José Lavat XD Y Seiya ahí, siempre en el medio ¿Se arrepentirá de haberse metido entre ellos o ya no hay remedio para ése rebelde? El viaje es inminente y parece que en situación de emergencia, las Sailors unidas. Taiki, Taiki, roguemos que no caiga en las mismas mañas de su hermanito. Comando 1985, tiene todo lo que las palomitas piden, acción, un macho, machote, palo palote, bien estilo Nappa ahí. Hay una escena de traje de baño que se pinta toda su cuerrrpaaa lasddjfsdfd *baba_en_teclado XD El secreto de Vergeta está más que claro, ahora el problema está en que pueda contarlo sin morir en el intento. Paso un de todo en éste cap, casi que dudaba en publicarlo pero, Ayyy, es que los dos son muy cabezas duras. Gracias de nuevo por el saludo! La pasé genial en mi cumpleaños. Gracias por tus buenos deseos. Tú también te mereces paz metal después de éste cap tan emocional, te preparas un té y le echas vodka y te relajas. Graicas por tu rw! Que el Ki de la Luna te acompañe!

OhaioIzumiKun: Serena ahí, en medio de la action, eso es lo que me gusta. Todos viendo que Vergeta no haga de las suyas y aquí no hubo nadie que le diera un tirón de orejas. Todos junto a los reporteros queremos chismecito, ajajaja. Seiya, Seiya, otro que necesita un niñero o correa que lo deje en el lugar. Y la Ami suena el "y se marchooo, y a su barco le llamó libertad…" XD Broly recibirá toda la ayuda necesaria en su viaje, de eso tranquilos y no nerviosos. Sí, Sí, ellos van a conocer al hombre misterioso de Serena. Jajaja. Las escenas del Señor Tsukino me dan años de vida. Un abrazo y gracias por la rw.